A mis pies se extendió una larga alfombra, alguna vez roja,
ahora deslavada y vieja. Una onda electrizante sacudió mi cuerpo. Más bien fue
como una bofetada de energía. Avancé entre mesas dispuestas con bebidas, frutas
verdes y parejas cogiendo al ritmo de la rola más sexy que se halla compuesto:
“Rock n Roll Part 1 &2” de Gary Glitter.
Impactado por el espectáculo, me detuve un segundo. Mi
entrepierna comenzó a moverse al ritmo del éxito setentero cuando me cogieron del
tobillo. Di un pequeño brinco. Una morena me tenía agarrado. Se retorcía como
animal en celo en el piso. Me miraba con ojos suplicantes y lascivos. Su espalda
desnuda y húmeda se contoneaba sugiriéndome tomarla. Siempre he sido un chico fácil;
ya podía sentir sus carnosos labios alrededor de mi verga. Estuve a punto de agacharme y besarla cuando
sentí al conejo tras de mí y con él su advertencia.
Me sacudí a la hembra con unas pataditas y seguí caminando
entre la carne. El olor a vino y a sexo era demasiado penetrante. Comencé a
salivar. El dolor de cabeza había pasado y la música me hizo recordar a Mimi,
mi primera novia.
“Gary Glitter era genial”, le decía, “exhalaba testosterona,
la mujeres se volvían locas en su presentaciones a pesar de su peinado ridículo y estar fuera
de forma, entonces esto era cool. En ese momento no tenías que estar hinchado
en músculos o tener los dientes blancos para ser un símbolo sexual. Y menos en
Inglaterra. Eran los 70”.
“En los 60 este tipo había hecho de todo” continuaba
diciéndole como si a ella la importara un comino la vida del tipo, “tuvo una
banda llamada ‘Paul Russell & The Rebels’ y lo había intentado en solitario
haciéndose llamar Paul Raven y Paul Monday sin ningún éxito hasta 1971 cuando
compuso ‘Rock N Roll’: un himno rockero de la época. Recuerdo una entrevista
donde dijo: después de tantos años, es genial tener un éxito”, terminé diciendo
entusiasmado. Ella respondió con desaprobación: “hablas como si hubieras estado
ahí, pero ni siquiera habías nacido”.
“Bueno, eso no importa”, contesté, “el tipo es un maldito
dios. En el 99 terminó en la cárcel por tener pornografía infantil, cuando
salió se largó a Camboya, un país donde la prostitución de niños no está penada
¡es un moderfocking dios!”.
“¡¿Qué estás diciendo?!”, exclamó ella parándose de un
brinco. “¡Idolatras a un maldito pederasta!”.
“¡No!, no”, balbuceé.
“¿Entonces? Eres un maldito enfermo”.
“¡No!, sólo decía que es genial”, traté de explicarle.
“¿Genial?, vete al diablo estúpido enfermo. No puedo creer
que quisiera acostarme contigo”, dijo, se puso sus lentes y salió de la
cafetería. Me quedé solo, con una maldita erección y una cuenta por pagar. Era mi
maldita primera novia, quería compartir las cosas que me entusiasmaban con
ella, pero lo estropeé. Debí dejarlo en el plano más simplista: la atracción
sexual. La volví a ver un par de veces
pero nunca me atreví a hablarle. Ella por su parte le dijo a todo el mudo que
me masturbaba con la música de un anciano al que le gustaban los niños.
“Times have
changed in the past but we won't forget, though the age has passed they'll be
rockin' yet**”, va sonando la canción cuando tropezando con unos escalones voy
a dar a los pies de Klausan.
**Los tiempos han cambiado en el pasado pero nosotros no
olvidaremos que aunque la era haya pasado ellos seguirán rockeando –Gary Glitter.
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