COMA BLANCO


Estoy sentado en el escusado. Justo ahora termino el proceso de digestión. Usted se estará preguntando porque me atrevo a asquearlo contándole eso, pues… verá, no lo sé. Uno no sabe en que momento llega el reflejo de escribir. Sobre todo cuando sale de las entrañas y sin pasar por el cerebro llega directamente a los dedos.

Como fuese,  no se me ocurre un mejor modo de contar la historia de “Coma Blanco”, una obra que salió directamente de mis entrañas, que sentado en el escusado.

“Coma White”, el “Coma Blanco” original, es una canción de la banda americana Marilyn Manson. Publicada en su álbum de 1998, “Mechanical Animals”, que durante toda mi adolescencia fue mi canción favorita. Su sonido me hacía sentir vacío, y solo; como un punto negro en una hoja blanca de papel. El hecho es que a diferencia de muchos fanáticos de Marilyn Manson que terminan suicidándose o matando a todo el que lo rodea, yo decidí escribir.

Escribir resultó un reto, que no me tomé suficientemente a pecho como para frustrarme ante las criticas condescendientes mi mis amigos literatos. Que si bien no querían hacerme sentir mal, dejaban entrever que lo que escribía era un producto de mis entrañas que debía irse por el escusado. Por el otro lado, tan poco me tomé el reto tan a la ligera como para dejar de hacerlo.

La primera versión de “Coma Blanco”, la escribí entre 1999 y el año 2000. No era más que una idea repetitiva poco interesante, con serios problemas de redacción y ortografía, motivado por una fantasía de mi amigo Warika. En la cual salía a buscar el amor de su vida. Esa versión se ha perdido irremediablemente. Nunca abandonó el papel.

Después de ese intento, me enfrasqué en escribir “Special K”. Trabajo que me llevó como un año, pero que caló mucho mejor en el gusto de mis camaradas y todavía está entre las lecturas favoritas de aquellos que conocieron mi “trabajo literario” en El Diario del Istmo, de Coatzacoalcos, Veracruz. Motivado, entonces, me enfrasqué pretenciosamente en la creación de lo que según yo sería mi primer y mejor novela; un clásico comparado únicamente con las mejores obras del siglo XIX, aunque para ese  momento la mejor novela que había leído en mi vida era “La Muerte de Superman”. Tenía un pequeño problema.

Así las cosas, me empeciné en leer todos los autores existencialistas que pudiera, sin importar lo aburridos y somníferos que fueran. No sabia que diablos era el existencialismo, pero yo quería que fuera existencialista.

Más o menos en el 2002 salí de Chiapas, cargado de las anécdotas que me contaron todos mis amigos mayores (de las que eché mano constantemente para contar mi historia), para estudiar en la bella capital veracruzana. No estoy seguro si era por mi  edad (unos 20 o 21) o si en verdad Xalapa era mágica en ese entonces, pero fue ahí, donde realmente nació “Coma Blanco”. Sin embargo, el botón que encendió la chispa, vino también, de Chiapas.

En mis primeras vacaciones de verano, me topé con una compañera del bachillerato, de la cual me enamoré entupidamente. Para mi desgracia, ella no vivía en Xalapa, pero para mi buena suerte, lo hacía en México. Estando la capital nacional mas cerca de Xalapa que de Chiapas, nos prestamos al romance. Ocho meses después cuando me rompió el corazón, me puse a escribir “Coma Blanco”.

Fue ella el motor de todos los lloriqueos y quejidos en la mitad de la historia. Para ser más claro, de la primera mitad de los capítulos que escribí. Ya que no están acomodados en el orden en que fueron escritos, sino en el orden cronológico en el que se supone se desarrolla la historia.

El motor de la otra mitad fue la nostalgia, la acumulación de fracasos en distintas relaciones sentimentales y en algún punto, el viaje a mi autodescubrimiento.

Le puse punto final a la historia en el 2009 (exactamente un 27 de mayo) nueve o 10 años después de su versión original. La terminé y me apresuré a mostrarla. Aquellos que habían leído uno a uno los capítulos conforme los fui escribiendo, y más aun aquellos que fueron participes de las situaciones narradas, lo recibieron con gusto, pero los que no, me espetaron que mi material era apenas un borrador, necesitado de mucho trabajo. Me negué a corregirlo y lo atesoré. Tuvo que pasar un año completo, antes de que me diera cuenta de que mi obra maestra, no servia para nada. Sin embargo, me sirvió para aprender.

En el transcurso de esos 10 años, leí mucho, vi cine de todo tipo, generé mis propias vivencias y anécdotas y sobre todo, los últimos dos años, me aboqué a algo que debí hacer desde el principio: aprender a escribir.

Después de extraerle algunas partes que funcionaban como cuentos independientes, me replantee rescribir la obra. Al final decidí dejarla tal cual. Modificarla sería una traición a los ídolos literarios que me empeñé en emular (Sartre, Herman Hesse, Mary Shelly, Dostoievski, Unamuno), y a mi mismo, por ser el fruto de un espíritu (entonces) inocente, por reflejar de forma descarnada un dolos sincero, y que sin proponérselo me llevó a ser la persona que soy. Aunque con esta decisión es casi seguro que nunca verá la luz más allá de este blog donde la dejo para los curiosos, y para aquellos que, por el azar, leyeron un parte y deseen leerla de nuevo,  ¿quién sabe? Quizá, con los años, después de mi muerte, como le ha pasado a muchos otros autores, alguien se atreva a publicarla, y se convierta, como esperaba en mi adolescencia, en un clásico, sólo comparable a los grandes del siglo XIX. 

David Guillermo Fernández Brindis

26 de Diciembre de 2011

PD- para la curiosidad y sonrisa del lector morboso, dejo también dos preludios escritos por dos de mis más queridos amigos.


Prologo por el Oscuro Ángel caído


La literatura es un arte y por ende una musa la inspira, sin embargo, ¿Qué tanto puede inspirar una musa una autobiografía? yo diría que mucho; muchas veces es difícil separar la ficción de los hechos, uno mismo tiende, en ocasiones, a verse a si mismo como el vencedor cuando le han tirado dos dientes frontales y despedazado la nariz en una riña; por lo tanto, uno como lector se encuentra invadido por la incertidumbre de si esta leyendo una autobiografía, una biografía o una pieza literaria que ha escrito alguien totalmente ajeno a la forma de  pensar y sentimientos del personaje principal de la obra en cuestión.

La relación entre los personajes de esta magnifica recopilación de anécdotas inventadas, y las personas reales que los inspiraron radica sólo en la mente del autor, es decir, para el lector siempre será un misterio; son una amalgama visible sólo a los ojos de alguien que ha sido coparticipe en muchas de las situaciones aquí descritas.

Se dice que todos los artistas están influenciados, yo, además, agrego que nadie ha inventado palabras nuevas, después de Octavio Paz, digamos que no hay nada nuevo bajo el sol con la salvedad de que cada cabeza es un mundo y da a las palabras un orden de expresión de ideas iguales y, a la vez, distintas; agradezcamos entonces que el artista literato que nos ha obsequiado con ésta, su obra maestra, mientras no surja otra mas reciente en el mercado, se ha concedido múltiples licencias literarias, ha amalgamado una serie de ideologías disímiles en un collage que es ofrecido al lector simplificado en la tranquila crueldad de lo cotidiano.

Cabe mencionar que, aún abordando porfiadamente el tema romántico como base, lo hace desde una perspectiva solo nombrable como la visión de los vencidos, un viaje existencialista a través del asfalto hasta el rincón más oscuro de la mente, y citándolo: “Que se joda el conejo, no pienso meterme en ningún húmedo agujero apestoso”, sólo queda hacer evidente la filosofía de vida que hiciera canción Jim Steinman en “Life is a lemon and I want my Money back”.

Lejos se ve ahora al guía espiritual de la cinta “Los Caifanes” o los excesos de “La Tumba” que hiciera famoso a José Agustín, el nuevo guru viste de chamarra de cuero y falda rosa, es “Natural Born Killers”, “Romper Stomper” y “Clockwork Orange” en un solo personaje que se presenta a sí mismo como Poe; cuyos excesos son consecuencia de la disipación elegida por convicción propia o solo el reflejo de la decadencia de los valores occidentales, un anfitrión y consejero que fue despreciado y mal aconsejado.

El objeto del deseo que personifica el anhelo carnal del protagonista es, literalmente, un sueño, aquel sueño repetitivo que muchos toman por premonición o designio, destino le llaman otros; es el camino y no los viajeros lo que destaca en esta obra, puesto que desde la infancia se inculca la búsqueda de la pareja como tal, y en toda búsqueda existe el momento de creer que hallamos lo buscado, se aprende por acierto y error, por ello esta lección de vida esta plagada de mujeres de las que el protagonista cree estar enamorado.

El antagonista no es tal, sino solo un personaje que ha ganado una contienda en la que el protagonista creía estar compitiendo, Adam es el prototipo de persona que sin ser exitoso tiene lo que desea cuando lo desea, que ya es mucho decir en la época actual. Alguien curtido en el dolor de perder lo amado y ser amado sin poder amar de nuevo.

Es en esta cofradía de temperamentos y necesidades que el autor busca expiar pecados pasados y futuros, exorcizar demonios propios y ajenos y obsequiarnos con una visión tan personal que es universal en su viaje de autodescubrimiento que sin ser ni biografía ni ficción totalmente si es una mirada a la realidad que solo presumen las personas que viven en los suburbios y alcanzan una meta más allá de los sueños de muchos.

La moraleja es: los sentimientos, son como los brazos y las piernas, si te los cortan, vuelven a crecer. Y si no es cierto, debería serlo.

César A. Neria Buere


Un montón de sandeces y aberraciones a manera de:

INTRODUCCION

            Cuando el autor de esta magnifica obra me “suplicó” que le hiciera una entrada, de inmediato me di a la tarea de recopilar toda la información necesaria sobre su haber para poder realizar una buena introducción tanto a su vida, como a su obra. Pero sin esperarlo, oí una vocecilla dentro de mí, seguramente provocada por los excesos alcohólicos de las últimas semanas.

            Tal es el caso que mientras arrugaba una tras otra las cuartillas en la vieja maquina de escribir de mi madre, la maldita vocecilla me decía: “Oye tú... ¿Que haces?, ¿no te das cuenta que nadie conoce a David Fernández?, ¿ni siquiera tú mismo?”, y fue precisamente cuando comprendí que no debía hablarles de David Fernández, sino de Omega, o del Marylin.

            Ahora bien, Omega no es una entidad física, sino un concepto existencialista seriamente influenciado por el alcohol, la pubertad, la masturbación, los desamores de adolescente y por supuesto por el capitán brocheta, de quien les hablare en otra ocasión.

            Supongo que en este punto es claro que no será posible describirlo en su forma humana, así que mejor les contare una historia sucedida no muchos años atrás, en un lugar llamado “El Mundo de los Sueños”, que aunque suena a cliché cinematográfico, resultó ser nuestro cobijo (del autor y mío) durante años. Lo conocimos por la influencia de un tipo y una mujer alquimistas, que aseguraban poder entrar en los sueños de todo aquel que se los autorizara de propia voz la noche anterior, y aunque pudiera sonar un poco macabro, lo cierto es que lo lograron, bueno, al menos uno de ellos.

            En ese mundo, el mismo de donde patearon a mi amigo David Fernández provocando que se cayera de la cama, sucedió de tanto en tanto la siguiente historia, que no contare completa pues éste no es mi libro, pero estoy seguro que la pequeñísima parte a mostrar resultará más provechosa para conocer al autor, que cualquier descripción cronológica vacía de su vida y pensamiento.


Crónicas de la Azotea

            Conocí hace ya varios años, en un vecindario típico de cualquier ciudad en vías de desarrollo ubicado en… bueno eso no es importante,  lo importante es que ahí conocí, cuando niño, a Marylin.

            Marylin era en ese entonces el cliché puberto de Woody Allen (si, en lo físico también) le encantaba, al igual que a mí, fantasear con historias sobre seres inexistentes que venían al mundo exclusivamente para cortarle la cabeza a otros, y cosas por el estilo. Aun recuerdo que al final nos peleábamos por quien de todos sus amigos (cuando los tenía) se quedaba, dentro de aquella historia, con la cabeza de todos.

            Así crecimos hasta llegar a aquella época, días en los que además de interesarnos por espiar a las vecinas y beber alcohol por las noches mientras probábamos nuestras primeras drogas caseras, también comenzamos a introducirnos al patético mundo de las relaciones sentimentales (aclaro que con el sexo opuesto, digo el lector debe saber que no necesariamente la excentricidad de algunos escritores conduce a la homosexualidad).

            Es en éste punto donde “Coma Blanco” nace indiscutiblemente. Pues en éste periodo, que duraría unos seis años, aquella azotea con la vista mas perfecta que puedan ustedes imaginarse, absorbió con sus rojas tejas, además de orines, vomito y escupitajos, decenas de historias de amor que casi siempre terminaron como toda historia de amor legítima termina: con un corazón desmembrado y una infame que lo tomó y lo botó en el primer cesto de basura que por el camino se encontró.

            Ustedes podrán pensar que eso no es posible pues “nadie podría vivir sin corazón”, y tendrían razón en suponerlo, pero lo que si se puede es vivir con la mitad de él. Obviamente quienes tanto lloraron en aquella azotea tenían que aprender algún día a no estarlo regalando con cuanta maldita conocieran.

            En fin, un día mediante una sesión de esas que les platiqué en donde pudimos entrar en el extraño, pero no por eso menos fascinante, mundo de nuestros sueños a través de una técnica ancestral de alquimia que nos enseñaron aquellos sujetos de los que les hablé, logramos tomar nota de algunos pasajes quizá un poco desordenados, pero nada incoherentes, que aquella azotea registró con el paso de los años, y de los cuales les compartiré tres que, me parece, muestran notablemente la evolución espiritual del autor.

            Hasta ahí llegaremos con las Crónicas de la Azotea para inmediatamente después presentarles una brevísima descripción de las personalidades del autor, para que el lector conozca mejor al maniático que escribió la obra que tienen en sus manos.

            Empecemos con los tres pasajes…


“Amor”

Warika.- ¡Maldita sea! otra vez me dejaron, te necesito viejo ¡necesito aliviar el dolor! Por favor bebe conmigo.

Marylin.- Ok, desembucha ¿ahora quien fue la maldita? ¿La rubia delgadita?  ¿Como se llamaba?

Warika.- Si, esa misma. Le di un trozo de mi corazón, y al final, como siempre, ¡lo tiró en el primer bote de basura que encontró!

Marylin.- Suele pasar, tú sigue bebiendo, a este paso, en algunos años no tendrás corazón.

Warika.- Si, así es. Que te sirva de lección, algún día te romperán el corazón a ti también, algún día…

Marylin.- Eso dices siempre. Ya veremos.

Warika.- Tal vez debería buscar a alguien más, ya sabes, un clavo saca otro clavo.

Marylin.- Si. Ya sabes lo que siempre he dicho, “el amor de tu vida siempre es la siguiente”, y cuando termina todo con la siguiente, pues la siguiente, ¿no?

Warika.- Si. Ya he oído eso antes.


“Navidad”

Extraña de pelo largo.- Bueno maldito vago ya nos vamos, ten cuidado de no incendiar la casa y no permitas que tu amigote se beba todo nuestro alcohol.

Marylin.- Esta bien, yo también los quiero, ¡feliz navidad! para ustedes también.

  Más tarde…

Warika.- Y bien, ¿que te dejaron para cenar?

Marylin.- Nada, pero tengo suficiente dinero para comprar dos coca colas grandes y quizá una hamburguesa.

Warika.- Mmm, ya sé. Bebamos alcohol, de seguro hay algo por aquí.

Marylin.- ¿Y la cena?

Warika.- Teniendo alcohol, la comida es puro lujo.

Marylin.- Quizá para ti, pero yo no bebo.

Warika.- No hay problema, esta noche cambiaremos eso.

Marylin.- ¡yuju! ¡Bravísimo!  Pero en tanto eso sucede ¿que vamos a cenar?

Warika .- Ok, esta bien. Veré que me robo de la casa, nos vemos por la noche.

Marylin.- Así sea.

  Por la noche…

Warika.- ¡Ya llegué!

Marylin.- ¿Y la cena?

Warika .- La olvidé, no te preocupes, podemos preparar algo aquí.

Marylin .- ¿Como que?

Warika.- ¿Qué te parece si preparo una pizza?

Marylin.- Fantástico, yo pondré la mesa, y de paso una musiquita.

  Más tarde…

Marylin.- Hmm ¡que rico estuvo eso!

Warika.- ¡Lo sé, ahora a beber!

  Aún más tarde…

Marylin.- Hmm, ¡Quuee ricooo eztubbo eso!

Warika.- ¡Loooc sé!, presientop que se harap una tradicionp.

Marylin.- ¿Prepararr pizzza o beeber Alcohol?

Warika.- Losss  doss…


“Miedo”

Marylin.- Tengo frío y miedo.

Warika.- Es natural, abusaste mucho de la droga.

Marylin.- No, tú no entiendes. Hoy estuve sentado por seis horas en la banca de aquel parque, y pues… fue muy duro.

Warika.- ¡Ah! Es cierto, hoy hubieran celebrado un aniversario más, pero en fin. Deja de lamentarte ¿no vez que la maldita está muerta?

Marylin.- Tienes razón, se me olvidaba ese pequeño detalle. ¿Vas a salir hoy? Tienes días sin salir a buscarla, ¿o es que piensas que el amor de tu vida vendrá por si sola a tocar tu puerta?

Warika.- La verdad es que tengo miedo.

Marylin.- ¿De que?

Warika.- De no encontrarla nunca, o de encontrarla y que no sea especial, o quizá de salir y caminar por la acera equivocada, o que se yo, ¿y si es hombre? o ¿si le falta un ojo? o peor aun, ¿que tal si ella se confunde y en lugar de encontrarse conmigo se topa con otro cabrón y se casa con él? Si, imagina eso, no puedo permitir que otro me la robe.

Marylin.- ¡Mmm!

Warika.- No, no lo permitiré, todo debe salir como lo planeé: deberé salir a caminar por la tarde, justo cuando el sol se pone, y cuando comience a llover la veré mojándose afuera de la famosa cafetería, estará llorando y tratará con todas sus fuerzas de prender un cigarrillo, y entonces llegaré yo.

Si. Y sacaré mi encendedor negro y prenderé su cigarrillo, después nos tomaremos de la mano y entraremos a la cafetería para al final planear el resto de nuestras vidas juntos.

Marylin.- Estás mal hermano,

Warika.- Lo sé.

Marylin.- Tengo frío y miedo

Warika.- Lo tengo que hacer, terminando este churro ¡correré a buscarla!

Marylin.- Eso no es posible, son las tres de la mañana.

Warika.- ¡Diablos! ¿Sabes que?  De este lado da risa, pero de este otro da MIEDO…


            A estas alturas imagino y pretendo creer que todos saben que Marylin , Omega , etc. y el autor son la misma persona. Obviando lo anterior quiero hablarles un poco de Memo, Marylin, Pelón, Omega y David Fernández y las frases que marcaron el desarrollo mental del autor.

            Memo, era el niño blanco común y corriente, crecido en una familia común y corriente que vivía, pues… una vida común y corriente

            Frase clave, nacida en el colegio, cuando cierto profesor lo reprendía por conductas antihigiénicas en el salón de clases: “De algo hay que vivir”.

            Marylin, fue y sigue siendo la parte rebelde de Memo que tantos problemas familiares le ha causado, al grado de ser cuasi-demandado por su madre por lo que ella denomina “actos inmorales”. No me consta, pero estoy seguro que alguna vez probó alguna droga bajo esta personalidad, lo cual no seria raro pues Marylin es alcohólico. Marylin fue el primero en escribir cuentos cortos y novelitas fantásticas. Marylin es mi amigo.

            Frase celebre, originada una ocasión cuando hizo un campamento estilo scout en la banqueta afuera de su casa durante dos días, y lo reprendieron por hacer una fogata a la orilla de la calle, la cual comprometía la seguridad del vecindario: “Wey, soy un vago”.

            Pelón, es la transición entre Memo y Marylin. Seguramente se masturbaba demasiado (No conozco esta personalidad, pero de seguro al autor le gustara que la mencione).

            Omega, es la etapa de desmadre organizado en la vida de Memo. Surge si no mal recuerdo, con la madurez de Marylin, es decir cuando el tipo era ya, lo que denominamos un ¡Malandrinazo! En esta etapa el señor ya se tomaba sus tragos frecuentemente sin esconderse de nadie, fue aquí cuando comenzó su duro trayecto hacia sus estudios superiores, pasando por varias escuelas en varios estados de la republica. Este tipo tenía y tiene hasta hoy la habilidad de sobrevivir sin dinero y sin comida, de lo cual no puedo revelar el secreto, pues como buen mago me pidió no hacerlo jamás. Tengo que decir también que Omega se enamoró una vez en su vida como loco y jamás lo volvió a hacer, aunque esta seguro de no haber encontrado aun al amor de su vida. Quién sabe, podría estar cerca, ¿no?

            Frase importantemente notable, que surgió en su época de estudiante foráneo en alguna universidad lejana después de tres días sin comer: “Estoy muy débil, pero wey, Tengo que escoger entre comer o ir a la escuela”.

            David Fernández, es quien se robará los créditos del libro escrito por Marylin y Omega. Yo casi no lo conozco, y creo que nadie lo ha escuchado. Pero según entiendo, tiene como objetivo seguir escribiendo, y en su oportunidad hacer cine. En fin, es el prestanombres, que absorberá el éxito y fracaso de todos los “Yo” de David Guillermo Fernández Brindis. Espero saber de él muy pronto, pues eso querrá decir que la gente leyó sus blasfemias, y que está comprando sus libros.

            Después de tanta faramalla sólo me resta decir que “Coma Blanco”, es existencialismo muy mexicano, basado en personajes sin aspiraciones, por no decir gente normal, que se desarrollan en un ambiente muy urbano y viven sus vidas de la manera en que estas les resulten más soportables.

            El lector encontrará en las páginas siguientes paginas obras tan digeribles como cualquier novela corta, pero tan audaces, obscuras y maquiladas como las mejores obras existencialistas de los autores europeos de la primera mitad del siglo XX.

Voilà, a disfrutarla entonces.


Marco Villafuerte, Warika the Poe.
Febrero de 2008



Prólogo: BEATIFUL WONDER

“Nunca fue tan breve, una
despedida, nunca me creí
que fuera definitiva”
-Héroes del Silencio

Recuerdo cuando nos bañamos bajo las estrellas. Fue el día en que estuvimos más enamorados. La noche era cálida y la luna bailando en el cielo destilaba luz. Tu nariz acarició la mía y quise llorar cuando me besaste. Sentí tus lágrimas correr entre mis dedos al acariciar tu cara y sonreí. Recogí las pequeñas gotitas de tu rostro con los labios. Las lágrimas –dijiste –son como copas de champagne, sólo se toman en ocasiones especiales.
Entonces finalmente lloré, porque entendí el mucho daño que me harías cuando me apartaras de ti.

Me abrazaste dulcemente al decirme: –nunca lo haré, eres mi luz, eres mi vida, no podría terminar con mi vida ¿verdad?

En cuanto llegues, te voy a abrazar, a besar y voy a rogar porque no sea la última vez. Debería estar haciendo algo, cualquier cosa. Pero en vez, estoy tirado sobre un montón de cajetillas vacías pensando en ti. Te amo, no puedo dejar de verte a donde miro. Te extraño, me estoy entristeciendo, siento que todo se va al carajo y a ti te es indistinto, que no te importa perderme, me lastima eso y tampoco creo que te importe.

1 – ROSE

“La vida es un sueño, prueba de ello, son las pesadillas que vivimos a diario”.

Una gota carmesí escurre por una sonrosada mejilla hinchada. Las raspadas y adoloridas rodillas delatan que ha estado mucho tiempo hincado en las piedras sobre los gusanos. Las sucias y rotas uñas de sus cansadas y maltratadas manos esperan con sed agonizante que las ponzoñosas pesuñas de aquella anciana senil y calva le den las seis monedas por las cuales arrancaron la hierba mala del jardín durante toda la semana.

La dulce viejecita va con lentos pasos a su cuarto, se reposa en su cama un momento, inquietando a la familia de ratas que dormía en su almohada. Su amable sonrisa hace más evidentes sus evidentes arrugas. Es fácil imaginar que entre esos flácidos pliegues de piel hay colonias de hongos fétidos, todo un ecosistema con vida ahí dentro, que luchan para defender sus fronteras de larvas de mosca y otras criaturas detestables. Ahora sé que toda la vida de este planeta, no es más que una arruga en el rostro de una anciana agonizante.

La tierna mujer se acerca sin prisa al pequeño niño que perplejo espera que el costal de huesos le entregue su dinero. La espera se vuelve angustiante cuando la cansada señora se detiene a dedicarle algunas palabras que no tienen sentido para el pequeño. Él sólo quiere el dinero para poder huir lejos de esa grotesca imagen que el tiempo en su viciado ocio esculpió en una persona que alguna vez debió ser fresca como una gota del rocío matinal escurriendo en una flor de primavera.

La gentil vieja estira su brazo con el puño cerrado al niño que observa pasmado las llagas de las manos y la suciedad de sus uñas, mira sus propias manos en igual estado, pero encuentra una ligera diferencia; las suyas no tienen ese olor a podrido. El puño se abre lentamente dejando caer en la infantil mano seis monedas de cobre, las monedas parecen brillar, pero solo reflejan la luz de los ojos del niño que las mira extasiado. Ni un crepúsculo esmeralda, ni los tres colores que le faltan al arco iris, ni una sobredosis de heroína, pueden ser tan hermosos como la cara de un niño iluminada.

¿Cuál es el motivo último de su alegría? No es la satisfacción de un trabajo bien hecho, ni siquiera el poder huir de esa casa con olor a muerte cercana. Es un calor dentro de su pecho… “quiero una rosa blanca, tráemela y seré tu novia…”

El pequeño tomó de su mano dos monedas y se las devolvió a la anciana, esta sonrió y una cucaracha salió de su boca para buscar cobijo dentro de su nariz.

-Ve a tomarla del jardín, toma la más bella y grande que encuentres.

Corriendo con rosa en mano, el retoño pasa por un estrecho callejón gris que se abrió a medida que salio a una transcurrida avenida. Sube al puente peatonal, pasa por una pequeña tienda en donde se detuvo a comprar caramelos. Continua su camino, dobla a la derecha al llegar a la esquina y finalmente llega a una elegante casa, adornada con flores multicolores que se enredan a lo largo y alto de las paredes. El pequeño se alza de puntas para poder alcanzar el timbre con el dedo. Repite la operación un par de veces hasta que la pesada puerta con cisnes tallados en las orillas se entreabre para dejar salir a una bonita niña de grandes ojos almendrados. La niña pelirroja sale dando pequeños saltitos con un pie hasta llegar a él. Lo mira y le dedica una alegre sonrisa al ver la blanca rosa.

-Esta hermosa, pero... -exclama llevándose sus regordetas manos a sus sonrosadas mejillas-, pero... alguien me la dio primero.

El niño apretó los puños, y, la rosa se pintó de rojo.

Me estiro en la cama tratando de olvidar mi infancia; no debí detenerme a comprar caramelos, una caja de cigarros hubiera valido la pena.

2 – THAT DAY

Flotábamos en un mundo de ensueño sobre los lagos. Los cisnes bailaban a nuestro alrededor, las ranas entonaban la más dulce canción y la luna estuvo más cerca que nunca. Tan romántico, tan absolutamente perfecto ese momento, que realmente sientes que va a durar para siempre.

¿Qué es lo que esta mal con el mundo? Es difícil levantarse y algo en él apesta.

Cuando sufres, sabes que es real, pero cuando amas, se siente tan vacío. Es como soñar, como rasgar la realidad para poder evadirla por un momento, no importa que tan largo sea… siempre es muy corto.

Hay veces en que preferiría no despertar y seguir soñando, más siempre despiertas y al primer parpadeo el desengaño te ensombrece el alma. Todo es tan claro entonces, percibes el color real de las cosas y sonríes en un suspiro. Todo es gris, trágico y tan romántico, tan absolutamente perfecto que entiendes que es un sueño. Es una lastima que no puedas recordar nada al despertar.

Pero es que si recuerdo algo: sus caricias, su sonrisa y su cálido aliento en mi mejilla, recuerdo sus besos y sus muertas palabras de amor, lo que más recuerdo es el adiós y como me hizo mierda el corazón. Es duro seguir adelante amando a quien se ha ido.

Cuando sufres sabes que es real, pero cuando amas, sabes que no puede ser cierto. No tiene sentido, todos los caminos conducen al mismo destino y ni todas las drogas del mundo podrán salvarte de ella.

A veces detesto a las cosas hermosas porque no las poseo. A veces envidio al universo por ser tan extenso y echarme en cara mi insignificancia; a las estrellas por ser inalcanzables y recordarme mi impotencia. Te envidio luna por cada una de las noches que arropas mi amor, te envidio sol porque con suaves caricias despiertas a la Mujer Girasol.

Omnipresentes astros, egoístas reinas del drama que en el vasto cielo azul, complacidos de arrebatar a los amantes, se regocijan entre sus caricias. Frágil mente hermosa y gentil espíritu, tonto, tonto estúpido.

¿Tratas de encontrar su dulce cara entre los sueños? ¿Algún consuelo en tus lamentos?
No. No es a ella a quien trato de recordar en sueños, es a quien trato de olvidar en realidad. La de mis sueños, me atormenta, me provoca como el cielo cuneado. Me reta a poseerla en un sueño constante entre muchos que van y muchos que nunca llegan. Ella nunca se va, siempre ha estado ahí, lejos de mí.

Flotábamos en un mundo de ensueño sobre los lagos. Los cisnes bailaban a nuestro alrededor, las ranas entonaban la más dulce canción y la luna estuvo más cerca que nunca. Tan romántico, tan absolutamente perfecto ese momento, que realmente sientes que va a durar para siempre. Pero no es cierto, cada lagrima que derramas, cada sueño del que te levantas, cada día como aquel, cada momento que pasa, te mata un poco, y al final, es lo único que dura para siempre.
Escrito por Omega

3 – COMA BLANCO

Últimamente he estado hablando mucho conmigo mismo. Digo, siempre hablo conmigo mismo pero no de la forma tan aguda como últimamente. Ahora me siento y me hablo durante horas.

Salgo de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días; para recorrer el mismo camino que recorro a diario.

Paso por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña tienda en donde me detengo a comprar cigarros. Continúo el camino. Doblo a la izquierda al llegar a la esquina y finalmente llego a una modesta cafetería de corte italiano que algún día he de atreverme a visitar.

Me detengo a sacar un tabaco. Lo coloco en mi boca y saco el encendedor. Una gota de lluvia aterriza en la mano con que lo sostengo. Levanto el rostro alzando la mirada y cae otra gota justo entre mis ojos, cae una más en mi zapato, otra más en mi costado. Cae otra más y gota a gota empieza una fuerte lluvia que me impide encender mi cigarro.

Comúnmente no me importa y continúo mi caminata bajo la lluvia, pero en esta ocasión me resguardo bajo la puerta de la cafetería. En donde se encuentra una linda señorita. Su largo cabello me impide verle el rostro. De las negras mangas de su gabardina escapan sus delicadas manos, cubiertas por unos suaves guantes oscuros. En uno de ellos cuelga frío, triste y muerto un cigarro. El cual amablemente me ofrezco a encender. Sonríe y levanta el rostro para permitirme verlo.

El verde brillo de sus ojos me transporta a lugares insospechados. Es entonces, cuando me doy cuenta de que es el amor de mi vida. Eso es todas las noches.

Y durante el día.

- ¡Levántate cabrón!
- Buenos días madre...
- Cabrón, busca un empleo.

¿Alguna vez oíste eso de haz fama y échate a dormir? Bueno, pues yo he dejado la fama para más adelante.

- ¡Consíguete una cabrona vida!
- No, mucho problema.
- Una cabrona mosca ¡tu culpa!

¿Notaste el amplio vocabulario que tiene mi madre?, se sabe caca y baboso también. En estas ocasiones me dan ganas de consumir potentes drogas intravenosas y extraviarme en el silencioso mundo del olvido. Pero le tengo miedo a las agujas.

Madre, lamento que tengas problemas, que papá se haya ido de casa, que se haya quemado la cosecha, o que tu vida no sea lo que tu quieres, pero no es culpa de ninguna ¡puta mosca! Déjala en paz, no hace daño a nadie.

Soy un hombre de costumbres, todas ellas, malas. Despierto de mi letargo vespertino, perezosamente despego mi rostro de la babeada almohada; me paro frente al espejo. Me rasuro y fumo mientras hablamos.
¿No habíamos tenido esta conversación antes?
Lo dudo mucho.

A veces siento como si las cosas se repitieran una y otra vez, por primera vez. Como si cada vez que despierto empezara el mismo sueño.

Pues yo creo que deberías dejar el cigarro.
¿Eso que tiene que ver con esto?
Nada, pero se te están poniendo los dientes amarillos y odio eso.

Salgo de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario.

Paso por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña tienda en donde me detengo a comprar cigarros.

Continúo el camino. Doblo a la izquierda al llegar a la esquina y finalmente llego a una modesta cafetería de corte italiano que algún día he de atreverme a visitar.

Me detengo a sacar un tabaco. Lo coloco en mi boca y saco el encendedor. Una gota de lluvia aterriza en la mano con que lo sostengo. Levanto el rostro alzando la mirada y cae otra gota justo entre mis ojos, cae una más en mi zapato, otra más en mi costado. Cae otra más y gota a gota empieza una fuerte lluvia que me impide encender mi cigarro.

Comúnmente no me importa y continúo mi caminata bajo la lluvia, pero en esta ocasión me resguardo bajo la puerta de la cafetería. En donde ella, como todos los días, no esta ahí.


4 –THE GREAT PRETENDER.

En realidad no importa; no sé por qué lo hago o por qué lo sigue haciendo; no sirve dar explicaciones. Los motivos no cambian los hechos pero, por alguna razón, la gente siempre trata de justificarse, como si eso mitigara o compensara el daño que acarrean las consecuencias de sus acciones.

Me citó en el puente peatonal donde nos conocimos, llegué quince minutos antes como es mi costumbre y esperé. Mi corazón latía a un ritmo acelerado mientras el mundo avanzaba cada vez más despacio. Me temblaban las manos y mis piernas sudaban mientras intentaba distraerme mirando pasar los coches. Respiraba profundamente tratando de tranquilizarme mientras pensaba las mil razones que ella podría tener para verme una vez más; ¿Quería que le devolviera su colección de besos y caricias, deseaba tal vez pedir perdón arrepentida y volver a mi lado? ¿Qué más daba?, no podía acceder a ninguna de ambas peticiones: Lo primero no podía devolverlo, pues lo coloqué en una pequeña caja que, a su vez,  guarde en algún lugar al cual puedo volver de vez en vez a rumiar mis sentimientos; y la segunda, por que no quiero, nunca lo he querido y nunca aceptaré lo contrario.

Finalmente se presentó. Mi sudor se volvió frío, mi corazón empezó a latir cada vez más despacio, mientras el mundo avanzaba a un ritmo acelerado. Ella me miró llena de compasión, porque no quiero decir que era pura lastima. La observé con particular atención y es que por un largo momento no pude articular oración coherente. Lucía, como siempre lucen  quienes han jugado con tu cariño: aborrecible, y a la vez, fascinante.

Nos encontramos frente a frente, cara a cara, y empezamos a pretender. Yo comencé a fingir que no me importaba lo que ella decía, y ella comenzó a fingir que le importaba lo que yo sentía.

Cuando alguien traiciona tu amor, siempre tratas de demostrar que no duele, que puedes vivir sin ella, que ha cometido el error más grande de su vida al lastimarte con su ausencia y que, de nada sirve que tan arrepentida éste, te ha perdido para siempre. Y es que en el fondo siempre queda  clavada esa estúpida espinita, esa absurda esperanza que nos hace pensar que  en cualquier  momento esa persona que te lastimó, se dará cuenta de su error. Se arrepentirá, correrá suplicante a pedirte perdón, y entonces despertaremos de ésta pesadilla para volver al sueño en el que fuimos felices.


5 – TOCANDO LAS PUERTAS DEL CIELO

Algo no anda bien. Tengo miedo de abrir los ojos y descubrir cosas horribles. Los mantengo cerrados aferrado a sus labios. Atando su cuerpo al mío, aprisionando sus brazos entre los míos, mezclando mis piernas con su aliento, presionando su corazón con un martillo.

Respiro su aliento y siento su cuerpo palpitante sobre el mío estremecido. Hace tanto... que ya olvidaba lo fuerte que puede ser la luz del sol, lo suave que pueden ser las flores, lo frescas que pueden ser las tormentas de medianoche o lo confortable que puede ser amanecer entre sabanas tibias, abrir los ojos y admirar su sonrisa. Por eso tengo miedo, porque a pesar de que siento su cuerpo y respiro su aliento, tengo la sensación de que algo no esta bien.

Así que mantengo los ojos cerrados y me guío por mi olfato, me dejo llevar por mi tacto en la suavidad de sus formas. Mis manos se cierran sobre sus pechos y en mi oído, lejano, alcanzo a escuchar un tibio gemido que dice te quiero. Deslizo mis dedos en círculos hasta su vientre, abro los brazos y los cierro en su espalda y girando sobre la cama nos enredamos entre las sabanas que desprenden aromas cómplices de noches a solas. Largas noches de espera que huyen veloces entre susurros. Escapando sin tropezar con las promesas tiradas junto a la ropa en el piso.

Llevo mi boca a la suya e introduzco mi lengua por su garganta hasta su pecho, hago un esfuerzo para introducir mi extremidad bucal en lo más profundo de su intimidad, para rozar su corazón con la punta agradecida. Ella pega pequeños gemidos felices. Bebo chorreante su alegría que llevo a mi cuerpo y la tomo del pelo y acaricia mi faz con la suya. La graciosa punta de su nariz busca la mía, al encontrarse se frotan y se acarician, se bañan en sonrisas y buscan nuevas palabras para definir alegría.

Entonces pequeñas arañas trepan mi espalda. Mientras salvajes bestias me muerden los hombros, la siento en mi vientre y me regala la espalda. Mis dedos valientes matan arañas y buscando su guarida aventureros se pierden entre sus piernas, que, imbatibles los hacen huir de vuelta a las altas montañas donde felices traviesas juegan las yemas mientras ella lame mi cuello, busca mi boca y me besa.

Mi puño se cierra presionando con fuerza. La saliva, siento su tibia saliva invadirme, puedo sentir su lengua, tan viva, acoplada a la mía, incluso siento sus poderosos labios succionando los míos, apretando, empujando, buscando sedientos mi aliento. Sin embargo es el puño cerrado el que me indica que algo aquí, no esta bien.

Entonces se tensa mi espalda con fuerza; pues ella con lujuria cabalga, la forma del sol sus caderas describen sobre mi vientre acopladas a versos sin forma, al rítmico latir de nuestros corazones vencidos. Una ola de placer se estremece en mi inferior. Otra ola de angustia se expande en mi cuerpo. Escucho como sus tiernos gemidos se convierten en liberadores gritos que se esfuman en el batir de astas del ventilador. Yo no grito, sólo contengo el aliento y me aferró a mi cuerpo, porque de pronto comprendo, como luz enceguecedora, qué es lo que me perturba, qué es lo que no esta bien.

Mi mano me suelta y mi espalda descansa. Entonces un suspiro venenoso se me escapa; sube al techo y se disuelve en un lamento. Abro el puño, y los ojos. Toso un poco. Y buscando a tientas su mano encuentro las alas de un recuerdo muerto chorreado en mi vientre.

Tengo que dejar de hacer esto, rentar una película porno o algo; debe haber alguna manera menos patética de masturbarme que pensando en ella.


6 – LA MIEL DEL ESCORPION

Cae la noche y nos invita a ese mundo de ensueño que sólo se puede encontrar en la intimidad de la noche, en las drogas y el amor.

Toda la tarde escuchándola balbucear y aún no ha dicho nada que haga que valga la pena haber vuelto a verla; aún no ha dicho que me extraña.

Sus ojos son hipnóticos; su lengua viperina me adormece; de su boca brota ponzoña y me salpica. Una de sus orejas se escama y cae a pedazos; sale de ella una cucaracha con una guitarra y se va a tocarle serenata a alguien más. Uno de sus senos despierta bajo el embrujo de la luna llena y a patadas despierta a su compañero. Juntos deciden cantarme; se despiden de mí con dulces sonrisas.

- ¡Deja de verme el escote!

¿Por qué todas las mujeres con las que salgo dicen eso en alguna ocasión?

A través de la historia, hombres sabios fueron condenados, e inocentes subyugados, pueblos enteros fueron diezmados y extinguidos, simplemente por no tener la misma perspectiva.

Hace mucho oriente y occidente se encontraron por vez primera a través de la perspectiva de musulmanes y cristianos; y la primera mirada fue de terror. La perspectiva, es sin duda, peligrosa.

- Creo que tenemos diferentes perspectivas de la vida.

¡Estupendo! Me hace venir aquí, pasar toda la tarde a su lado, escuchar muchas historias estúpidas de nosotros, sólo ¡tan sólo para decirme eso! Como si no me hubiera dado cuenta antes.

¿Y? ¿Ahora qué?
Se irá y pretenderá que el hecho de que sepas que te deja por una diferencia de opinión lo vuelve menos doloroso.
Es sólo eso; una diferencia de opinión. Nunca me impidió amarla; podemos arreglarlo.
Sin embargo para ella fue razón suficiente.
Pero no es su culpa no ver las cosas igual que yo, hay que unificar criterios, es todo.
Deja de justificarla, la vida simplemente no tiene perspectivas. Ese fue uno de los pretextos más estúpidos que se han usado después de la rutina de “no eres tú, soy yo”.
Pero aún la quiero… como las flores necesitan del rocío por las mañanas, así la necesito.
Pero ella a ti no. Resígnate; se le acabo el amor.
Pero no dijo eso, no ha dicho que no me quiere; aun lo hace.
No, no lo hace.
¡Si lo hace!
Dime entonces ¿Su mirada se entristece en este momento como la tuya; se le quiebra la voz al hablarte; ves en sus ojos alguna otra intención aparte de la de salir corriendo de esta situación tan vergonzosa para ella y desdichada para ti?

Miré sus ojos, queriendo escudriñar su alma, pero me encontré a mí mismo reflejado en su mirada; una mirada fría e impersonal, como si contemplase una pintura que aunque aparente lo contrario yace sin vida frente a ella. Acaricié su cabello. Con mi cálida piel rocé la suya helada, agaché la cabeza, cerré los ojos y tragué, tragué con fuerza y muy profundo.

¿Por qué no me clava la daga de una vez? ¿Por qué no me lo dice tal cual es?
No quiere dejar al descubierto su egoísmo, eso implica la posibilidad de ser lastimado.
Pero… pero… yo nunca la lastimaría
Ja ja ja, no mientas.

La luna ya se encuentra hinchada, molesta y hastiada sobre el mar, me mira con su único ojo irritado como si entre todas las cosas en el mundo, yo fuera la que más detestara.

Es tarde y debemos despedirnos. Con un frío beso, agriamente, me murmura como intentando lastimarme:

- No pienses en mí.

Cierro los ojos. Algo despierta dentro de mi pecho, una sensación olvidada. Creí haberme desecho de ella hace tiempo; pero nunca se fue, siempre ha estado ahí, esperando pacientemente el momento de retornar y devorarme. Aprieto los puños y la rosa se pinta de rojo. Doy media vuelta y busco un cigarro en mi cartera. Entonces me da la impresión de que no la volveré a ver jamás y siento un impulso de hacerlo una vez más, una última vez, una más para sobrevivir más tiempo, una más para aletargar la agonía y alargarla. No voy a voltear, no voy a voltear, porque si lo hago voy a llorar como una niña. Inhalo la vital nicotina.

La siento a mis espaldas, exhalando el humo que al diluirse va contando historias y recuerdo de dos enamorados. Entonces, tras un suspiro, una lágrima escurre por su mejilla hasta tocar los labios que envenenaron mi mente. Y corre tras de mí, pero se detiene pocos pasos antes de alcanzarme. Estira el brazo intentando detenerme, queriendo gritar mi nombre, pero un nudo en la garganta se lo impide. Cae de rodillas llevándose las manos a la cara y solloza en silencio, bajo un claro rayo de luna mientras me alejo. O tal vez simplemente exhaló el humo de su cigarro antes de tirarlo, me observó una vez más, dio media vuelta y se fue. Pues soy yo el que llora. No debí haber volteado.

Que bien sabe. Todos probamos esa amarga ilusión, la falsa esperanza, la dulce decepción: La miel del escorpión. Me escurro las lágrimas mientras me alejo de aquel puente. Justo ahora un recuerdo decide visitarme, inoportuno, a mal hora regresas.

- Es que… no sé, tengo miedo –decía mientras la abrazaba llenándola de besos
- No te apures, es un puente que aun no tendremos que cruzar
- Pero tendremos –insistía acurrucada –Temo que me lastimes, sé que un día, si las cosas andan mal, a ti no te importa y me dejarás
- Tú también lo harías.
- No es cierto –afirmaba… tonta.
- Bueno –le contesté para tranquilizarla –cruzaré ese puente al llegar a él. Hecho está.

Avanzo entre las sombras internándome en la incertidumbre. Al llegar a la oscuridad me detengo y toco la puerta un par de veces, la voz que responde pregunta que deseo.

- ¿Puedo despertar ahora?



7 – SERENITY

“La gente es extraña, cuando eres extraño”
-THE DOORS.

Hay un lugar en alguna parte al que voy cuando dejo de pensar, cuando puedo apartar mi mente de mí, cuando puedo alejar el estrés y el miedo a vivir. Un lugar en donde miro al cielo sin dolor. En donde el viento galopa por las praderas. Todo es tranquilo y fresco como el césped por las mañanas.

Mi mano busca la suya y la encuentra buscando la mía. No necesito voltear, sé que sus ojos al igual que el cielo, estarán por siempre. Todo es justo como debe ser. Hay un lugar en alguna parte al que voy cuando fumo, todo es tranquilo y fresco, sobre todo si son mentolados. Y ahora se ha ido. Mi mano busca la suya sin encontrarla, no necesito voltear, sé que sólo hallaré las alas rotas de un recuerdo muerto.

Algo no me deja dormir, un estúpido zombie que vive debajo de mi cama, un muerto viviente, el despojo de algún sentimiento guardado que prefiero no encarar. Intranquilo me revuelco en la cama dando vueltas de un lado a otro, estoy como aturdido, no comprendo lo que pasa. Tallo mis ojos al despegar mi cara de las sabanas. Hay un problema con mi ojo derecho, todo esta nublado, no puedo ver nada con él, esta empañado. Lo saco de su órbita, le escupo y lo froto con una franela para limpiarlo, ahora todo está más claro; quiero un cigarro.

Veo sin atender lo que estoy mirando, percibo que alrededor hay una clase de polvo mágico de hada mágica de cuento infantil.

Maldita sea, tienes caspa.

La observo con atención. La caspa es un fino polvo blanco, como la cocaína pero gratis. Esto más bien es incoloro, casi intangible. No es caspa, es tristeza. Quiero un cigarro.

Realmente la extraño. A gritos apagados en una almohada. Mis ojos aún se cristalizan y se quiebran con el recuerdo. Me arranqué una arteria e hice un collar con mis lágrimas, subí a mi azotea y lo colgué en la luna. Para que cuando alguien se la baje junto a las estrellas, lo encuentre y se vista con mi dolor. Quiero un puto cigarro.

Soñé algo bonito. Trato con desesperación de recordarlo, pero por más que intento es inútil. Las imágenes se escapan diluyéndose en el aire como el humo de un cigarro. Me caería bien una fumada. Sólo logro aferrar a mí una sensación, que sin las palpables imágenes que la sostengan se vuelve frustrante.

Algo me perturba, necesito algo para calmar mi ansiedad. Algo hace falta en el mundo, algo que le de un fresco sabor a menta. Necesito algo para estar tranquilo, algo a que aferrarme. ¡Oh! Tengo antojo de un cigarrito.

Me da la sensación de estar esperando  algo, aún no sé qué es y dudo saberlo cuando llegue, pero la espera se alarga, se vuelve cansada y aburrida. La ansiedad hambrienta, te traga para escupirte en cuanto se percata de tu mal sabor. Hace mucho no sentía esta ansiedad infantil. La sensación que más me aterra: La incertidumbre. Tan sutil como un hormigueo dentro de tu piel, tan intensa como el napalm entrando en tu cuerpo. Es muy parecido a la sensación de estar enamorado a la inversa. Mientras una es de arrojo, valor y alegría, esta es de espera, temor y tristeza.

Es muy difícil de explicar cuando te estas enamorando, pero fácil de entender cuando se tiene el corazón roto. Es una verdadera encrucijada. Una verdadera bifurcación en el camino, es como si en un lugar estuviera tu cuerpo y perdido en la profundidad de tus debilidades, estuvieras tú en exquisita agonía.

Uno de los caminos lleva a un lugar donde hay un arco iris, mariposas de sabores y cascadas de colores, hay mucha gente feliz; seguramente están muertos. El otro camino es oscuro e incierto; siempre he sido un aventurero. A un lado del camino encuentro a un conejo de ojos verdes fumando, le pido un toque. Responde haciendo señas obscenas y me invita a que lo siga. Me da la impresión de haber visto esto antes en una película para niños. Que se joda el conejo, no pienso meterme en ningún húmedo agujero apestoso.

Me adentro en la incertidumbre. Siento frío. Llego a un plantío extraño. Las plantas son de tallo largo y blanco, hojas rojas y flores amarillas. De ellas cuelgan cajetillas de cigarros. Arranco una. De inmediato me provoco un profundo corte en el pecho y, ansiosamente, los introduzco uno por uno entre mis costillas. Me senté a platicar con un gusano campirano.

-¿Qué pasa contigo?
-No lo sé -respondí
-Te ves mal, amigo, y tienes mucha caspa.
-Esto no es caspa, es talco para las ideas.
-¿Talco para las ideas?
-Si. Es para mantenerlas frescas y evitar el mal olor.
-¿Y de dónde vienes amigo?
-No tengo idea...  la verdad es... es que no tengo idea, estaba sentado en una nube dorada, parpadee y aparecí aquí.
-¿Y cual es tu problema?
-¿Quién te dijo que tengo problemas?
-Todo el que viene aquí, tiene problemas.
-Venir aquí ya es suficiente problema para mí.
-Anda, cuéntamelo todo, ¿Qué te aflige?
-Muchas cosas
-Muchas cosas ¿Cómo que?
-Me siento solo.
-Eso sin duda, estas hablando con un gusano
-Es que... la gente… no comprendo a las personas
-Yo no te comprendo a ti
-Es simple, primero te dicen que no te quieren querer, luego que te quieren y no quieren que las quieras, después que te quieren y quieren que las quieras y cuando lo haces, cuando las quieres sobre tu salud mental, cuando han logrado perder tu razón entre sus piernas y atado tu voluntad a la suya, ya no te quieren y lo peor, no quieren que las quieras, ¡Bah! La gente es extraña
-El común de la gente es extraña. Rostros salen de la lluvia cuando estas solo, las mujeres parecen perversas cuando no te desean: la gente es extraña.

Abracé a mi amigo como a un hermano, levantamos nuestras copas y brindamos, nos embriagamos y olvidamos. Al despedirnos me regaló su sombrero, le di mi numero telefónico y le pregunté su nombre, que olvide poco antes de despertar. Pero firmó el sombrero como el “Rey Lagarto”.

8-HARD MEMORIES STREET.

Las gaviotas vuelan, la marea me golpea, el mundo se me abre de nuevo brilla el sol, escucho tus ojos y respiro tu aliento, y siento tu cuerpo y me sueño en tus brazos, y abro los ojos, y encuentro una pinché almohada bebiendo lagrimas.

Por un momento me sentí tranquilo. Por un momento soñé, que seguías conmigo.

Despierto de mi letargo vespertino, perezosamente despego mi rostro de la llorada almohada. Me paro frente al espejo.

¡Vamos! Sólo mírame, soy más alto, más guapo, más simpático, más interesante, simplemente soy más que ella y jamás podrá volver a tener a alguien que se asemeje ni remotamente a mí.

Lo trágico de esto se encuentra en que, probablemente, ella necesita a alguien que no se asemeje ni remotamente a ti.

Tomo un cigarro y lo enciendo mientras recuerdo como en el aire se abren vacíos que dos no pueden respirar.

“No pienses en mi”.

Vacíos que se alargan sin final. Amargo placer es recordar tu mirada, esfumándose, mientras la mía se apaga.

Y a pesar de ello, no puedo dejar de pensar en ella.

Arrojo el cigarro al fondo del escusado.

Tal vez, era el amor de mi vida.
Tal vez necesitas unos tragos.

Entonces siento algo dentro de mí, listo a invadirme. Cierro los ojos para que no se escape. Dos lágrimas escurren a la vez que tomo una playera y de un portazo cierro la puerta a mis espaldas.

Salgo de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario.

Paso por aquel callejón donde les pusimos nombres a los hijos que nunca tuvimos. Salgo a la avenida de las falsas esperanzas, y ahí, en la esquina con el boulevard de los sueños rotos, esta el puente peatonal donde nos conocimos. Ahí estabas, esperando a nadie. Viendo el rítmico vaivén de los autos. Recuerdo que hasta me falto el aire cuando me miraste.  Me detuve a tu lado sin mediar palabra. Encendí un tabaco y sin darme cuenta, nos tomamos de las manos.

Despierto de la lozanía. Sufro un ataque de rabia hacia mi mismo. Cierro los ojos, aprieto el puño frenético con la intención de golpear la brisa y me frustro al tocar el vació.

Alguien dijo una vez: “El corazón es un músculo. Y su función, no es la de guardar sentimientos. Es el cerebro, la memoria, la que te arroja esas imágenes que nublan tu juicio, la culpable de tu dolor”. Creo que tiene toda la razón. Más de nada me sirve saberlo si no logro deshacerme de mis recuerdos. Por eso me acabo a tragos y me atasco drogas, para matar las neuronas. Para borrarte de mi pasado, sin embargo, las cosas no han salido como las he planeado.

De inmediato trato de recordar las cosas malas: Aquellos pequeños detalles hirientes que me lastimaron tanto, pero, aunque me parece increíble, los he olvidado. Sólo conservo bellos recuerdos. Imágenes en la memoria que engañan a mi corazón nublan mi juicio. Imágenes que pasan ante mis ojos como si las viviera en ese momento y de la misma manera, como si sintiera el roce de tu cuerpo. Sentimientos que enervan mi piel y que, cuando se esfuman, me lastiman.

Subo el puente peldaño a peldaño. Mis ojos se cristalizan y se quiebran inundándome de memoria ¡Oh! Recuerdo esos lindos quejidos tuyos, los que pegabas cuando no estabas de acuerdo con algo. Recuerdo cosas tan insignificantes que te hacían tan grande: Como el tono de tu voz, tu tibio aliento, tus suspiros, los besos desde luego, de tus labios oro rubí, tu oscuro cabello rizado y tus ojos tiernos de niña inquieta, tu mirada coqueta y traviesa, tu manera de torcer la boca cada que disparabas un beso a distancia.

Recuerdo más claramente que nada, porque como ponzoñoso dardo me atormenta, la vez que llegué a buscarte al parque. Quedamos de vernos bajo las doce estatuas del zodiaco. Al llegar, te busque sin hallarte con la mirada y acalorado corrí a refrescarme en la fuente. Entonces, sentí un par de manos en la espalda, sorprendido te arrojé agua al voltear. Y en tus bellos ojos, que se abrieron y brillaron, a través del agua, ví un arco iris.

Pero también recuerdo cosas burdas y tontas: Como que no te gusta el pollo, como que querías probar los hongos, o la manera tan fría en que ignorabas a tus amigas cuando peleabas con ellas. Quizás he olvidado tu color favorito, pero recuerdo el de tus ojos. Que vestías de blanco, tu gusto por el campo y los espacios abiertos. Tu pasión por los girasoles y esa manía tuya por ver bailar a la gente, y que, a pesar de lo mucho que lo deseabas, nunca te atreviste a hacerlo. Si, sé que lo querías, aunque lo negaste cada que te insistí, porque no podías dejar de mover los pies acompasados al ritmo.  Hablando de pies se me revela ahora tu manía aquella por las piedras lisas de los ríos.  Recuerdo como las atrapabas con los pies aquella vez que fuimos a las montañas; la vez que te quedaste dormida después de tres cervezas en nuestro aniversario.

Y recuerdo que planeamos ir al mar para el siguiente.

En el puente, abrazados, hallo un par de enamorados. Ni siquiera trato de ocultar mi agria mirada que sólo refleja envidia y desprecio a lo que sienten.

Me siento muy incomodo por eso, pero ellos se sienten más, ante la visión de lo que le depara a alguno de los dos y se van. Más relajado en mi soledad, suspiro y me recargo. Me detengo a admirar los autos. Es una pequeña forma de decir te extraño.


9 – NUBES NEGRAS

Soy un hombre de costumbres, todas ellas, malas. Despierto de mi letargo vespertino, perezosamente despego mi rostro de la babeada almohada, me paro frente al espejo. Me rasuro y fumo mientras hablamos.

¿Vas a salir?
¿Se nota?
No. Pero como sales todos los días, supongo que hoy también lo harás.
Voy a salir.
¿Y a dónde vamos?
Voy... al mismo lugar de siempre.
¿Hoy también?
Exacto.  Que perceptivo.
¡Oh! No es posible. ¿En verdad crees en todas esas estupideces románticas de tus sueños?
Soy un hombre muy supersticioso.
Mira, un hombre como tú, debe tener a una mujer como tú. Búscate a una fea, a una gorda, a una deforme ¡o a una ciega!
¿No habíamos tenido esta conversación antes?

Salgo de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario.

Paso por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña  tienda en donde me detengo a comprar cigarros. Continúo el camino. Doblo a la izquierda al llegar a la esquina y finalmente llego a una modesta cafetería de corte italiano que algún día he de atreverme a visitar.

Me detengo a sacar un tabaco. Lo coloco en mi boca y saco el encendedor. Una gota de lluvia aterriza en la mano con que lo sostengo. Levanto el rostro alzando la mirada  y cae otra gota justo entre mis ojos, cae una más en mi zapato, otra más en mi costado. Cae otra más y gota a gota empieza una fuerte lluvia que me impide encender mi cigarro.

Comúnmente no me importa y continúo mi caminata bajo la lluvia, pero en esta ocasión me resguardo bajo la puerta de la cafetería. En donde se encuentra un tipo bastante apuesto; cabeza rapada, ojos azules. Su nariz tiene el tabique recto, poco respingado y su cara posee esa rara expresión inexpresiva, que puede volver a una persona irresistiblemente encantadora. Sin embargo, su presencia me alarma.

-¿Quién eres tú? -pregunto sorprendido.
-Pues... -contesta poniéndose un puro en la boca – soy Poe.

Poe, definitivamente no es lo que esperaba encontrar.

-¿Qué haces aquí?
-Espero a que pare de llover... ¿Que querías? ¿Qué estuviera esperando al amor de mi vida?
-¡No! Aquí es donde yo espero al amor de mi vida.

Respondí rotundamente, no iba a permitir que este tipo usurpara el lugar que el destino ha designado para mí.

-Vaya… ¡Pues aquí estoy! Aunque no me agrade la idea...
-¿Qué insinúas? No. Claro que no. Vete de aquí, lo estás arruinando.
No me parece, la lluvia esta muy fuerte y si me mojo, después me esponjo -decía, a la vez que buscaba algo en su pantalón y su gabardina.
-Pues lo he perdido -dijo para sí mismo como resignándose, entonces me vio encender mi cigarro.
-¿No  enciendes  el mío?

Lo hice.

-Tranquilo amigo, esperemos juntos al amor de nuestras vidas -comentó dándome unas palmaditas en la espalda.

Definitivamente muchas veces parece que todo va a salir perfecto y, a Dios, le da por aflojar el esfínter.

10 – ONE FINE DAY.

Tengo mucha sed, despierto con la boca seca y apestosa. Me estiro dando vueltas sobre la cama. Bostezo abriendo los ojos a un nuevo amanecer, a un respiro más de vida, a un latido más de mi corazón y me preparo para ser lastimado. Me siento un breve momento antes de levantarme  por completo, para permitirle a mi sistema nervioso reaccionar.

A cada parpadeo que doy una fina aguja envenenada se abre camino por la húmeda suavidad de mis ojos. Me duelen los pulmones, necesito un cigarro. Tomo el último de la cajetilla y la duda me invade. Si lo fumo ahora, ¿qué fumaré después? Pero si lo pienso, si lo fumo más tarde  cabe la posibilidad de que sufra un accidente y muera sin haber fumado el último cigarro.

Aún aletargado, me paro frente al espejo; ignorando las lágrimas, me rasuro y fumo mientras hablamos. Me cuesta trabajo respirar. El cigarro quema mi garganta. Toso secamente y tras un impulso de convulsionarme escupo un enorme coagulo de sangre con pelos.

¿Qué diablos es eso?

Parece un animal agonizante aspirando sus últimos soplos de vida; palpitando hasta detenerse. Creo que es mi corazón y se ha suicidado. Miro en el espejo buscando una explicación y en vez de eso encuentro una mirada de pánico. Doy un toque más a mi cigarro antes de apagarlo. Sé que me arrepentiré después. ¿Cuándo me comí esa cosa? Escupo grandes bolas de pelo con frecuencia, pero nunca con sangre.

Tienes que ir al medico.
No. ¿Que tal si me dice que estoy enfermo?
Al menos deja de fumar.
¿Sólo por una pequeña piedra de sangre coagulada en mi bola de pelos?
Si. ¿O te vas a esperar a escupir la rata completa para  dejarlo?

Tengo mucho frío, estoy muy pálido, mis ojos están irritados y mis dientes manchados de sangre, luzco como un vampiro hepatítico. Me veo... poca madre.

Recojo la sanguinolenta bola de pelos. La guardo en una caja de cartón que acomodo bajo la cama.  Me despejo un poco lavándome la cara, levanto mi ropa del piso. Torpemente me pongo un azul pantalón de mezclilla, entubado, muy ajustado. Tiene manchas de colores que jamás había visto, bueno la de la entrepierna es roja, porque sabe a salsa catsup. Tomo una playera amarilla que escrito tiene en el pecho con letras negras “no me duele”. Recojo un par de calcetas. Están tristes y prefieren quedarse en casa este día. Me pongo mis viejos tenis. No los he lavado desde la última inundación. Si los  exprimes con fuerza puedes hacerlos llorar.

Tengo sed. Miro alrededor de la alcoba intentando enfocar un vaso, que encuentro sobre la cómoda debajo de mis frustraciones. Entro al baño para servirme un refrescante tanto de agua del escusado. Bebo aceleradamente intentando no ahogarme con los pedazos de excremento; creo que debí jalar la palanca del inodoro antes de servirme. Pero pienso que es bueno que todo vuelva al lugar del que proviene. Bebo... refrescante...

Hay momentos en que  realmente la vida me sabe asquerosa, pero el mal sabor siempre se pasa con un delicioso vaso con agua; eso, o me estoy acostumbrando al sabor de la mierda.

Me pongo una gabardina negra y rota como mi futuro y mi atención se vuelve hacia el espejo.

¿Vas a salir?

Es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario. Las calles me parecen hostiles y las paredes peligrosas.  Paso por un estrecho callejón gris que se abre a medida que salgo a una transcurrida avenida. Un vehículo pasa sobre un charco salpicándome. Es como si el mundo me hubiese escupido.

Cruzo por el puente peatonal. Me siento incomodo, el mundo me estorba; ¡lo siento demasiado cerca de mi! No respeta mi espacio íntimo; se estrecha a mí alrededor. Sufro un ataque de claustrofobia a media calle. ¡Le escupo al mundo! Le escupo de regreso ¡Le escupo! ...y cae en mi zapato.

Paso por una pequeña tienda en donde me detengo a comprar cigarros. Desesperadamente entro olfateando la nicotina. Dirijo mi mano hacia las cajetillas, mientras con la otra hurgo en mi pantalón en busca de dinero.

Entonces me detuve en seco al sentir en la primera mano un objeto frío e impersonal. Abrí la mano, miré, tan sólo era una barra de chocolate.

Por fin saqué el dinero, y aparecieron unas cuantas monedas. Me asalta una repentina sensación. Ya no estoy tan seguro de querer separarme de ellas. Dormían cálidamente al fondo de la bolsa del pantalón y  sin pensarlo las he despojado de su refugio. Se ven tan inocentes. Son pequeñas y tienen frío. Despertando de su sueño, la más pequeña abre la boca intentando decir algo. Con su tierno balbucear me dedica unas palabras.

¡Chinga tu madre!

Sin pensarlo más pago el chocolate y al hacerlo, noto algo que no había notado nunca. Del otro lado del mostrador había una mujer. Al verla, fue como si la mitad  de toda la belleza hubiera muerto para cederle su lugar a ella y la odié un poco, porque a la vez, sentí en mi pecho un fuerte deseo por poseerla. Mientras me cobraba me regaló una sonrisa de cortesía, de esas que te regalan las personas que no quieren parecer antipáticas. Me detuve a admirar las pequeñas motitas rojas de su cara al momento de recibir mi cambio.

Rápido, piensa en algo inteligente que decirle.
¿Has notado lo feo que se ha puesto el clima?
No. Muy estúpido.
¿Sales con alguien?
Muy precipitado.
Nena, ¿No me encuentras atractivo?
Eso es aún más estúpido.
Si huyeras conmigo, yo cuidaría de ti.
Eso sería mentira.
Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida y si estas libre me gustaría conocerte.
Demasiado sincero.

No cabe duda, que lo más inteligente que puedes decir en estas ocasiones es:

-Hola...

Pues, no me siento muy inteligente.

-¡Hola!

Respondió cerrando los ojos a la vez que meneaba la cabeza y sonreía. Esta vez era una sonrisa genuina, de esas que te brincan a la cara y a golpes, te obligan a sonreír.

-Perdón, paso muy seguido por aquí y este... pues realmente no te había visto.
-¡Nop! Mi tío es el dueño, sólo vine a tomar unos cursos y me haré cargo de la tienda en mis ratos libres.
-¿No conoces la ciudad?
-Puees... nop. Era muy pequeña la última vez que vine, así que, creo que eso cuenta como: nop.

¿Nop? ¿Qué clase de persona dice eso? Una muy atractiva.

-¿No te molesta si me atrevo a ofrecerme para mostrarte la ciudad?
-¡Nop!

Continúo mi camino. Las sombras brillan en tonos plateados, el sol ilumina mis pasos y me acaricia. Por un momento da la impresión de que todo es absolutamente perfecto. Ni un crepúsculo esmeralda, ni los tres colores que le faltan al arco iris, ni una sobredosis de  heroína, pueden ser tan hermosos como la cara de un niño iluminada.

Es en estas ocasiones cuando sabes que vas a despertar de un momento a otro.

11 – UNA SOMBRA EN EL SUELO.

No hay nada más feo que eso, el corazón sangra, el alma te desgarra, uno se quisiera morir. Te diría que con el tiempo se vuelve más fácil pero no es cierto: -comentó Poe al escuchar la historia de mi vida.
-Lo sé... gracias por los ánimos.
-¿Ánimos? Yo hablaba de tu ropa. ¡Que cosa más espantosa! El que te hayan roto el corazón me importa un carajo. ¿Por qué vienes a atormentar a una ya atormentada persona?
 Tan molesto como sorprendido exclamé:-¡Hey! Tú preguntaste.
-Yo sólo quería saber: ¿Qué, en el nombre del buen gusto, te dio valor para usar una playera tan absolutamente escandalosa? ¿Has pensado en el suicidio como una salida razonable?
-No.
-¿Y como acto de caridad?

Sin duda, Poe, es el amigo que necesitas.
¿Amigo? ¿Eso te pareció amistoso?
Bueno, es que no tienes muchas opciones.
Esta playera es genial ¿Cómo se atreve a criticarla?
El tipo tiene más estilo que tú en cada uña.
¡Eso es porque se las pinta! Es absolutamente homosexual.
¿Por qué lo dices? ¿Te gusta?
Sabes que no. Tan sólo se ve mal.
Veamos. Esos zapatos totalmente relucientes y pulcros, combinan a la perfección con esa chamarra. El negro le va bien, el águila en la espalda es genial. Y además esa falda, le da un toque distinguido.
La falda es rosa...
Detalles.

Poe me pidió cigarros.

-Ya lo dejé, -respondí dando una mordida a la barra de chocolate
-¿Te has caído de cabeza? ¿Has estornudado y se te ha salido el cerebro? ¿Fuiste al cagadero y expulsaste tu masa encefálica por el recto o tus padres no te alimentaron y por eso no creció nada dentro de esa calabaza que llevas sobre los hombros? ¡¿Por qué carajo has hecho eso?!
-No me hables como si hubiera matado a un cachorro.
-Mataste nuestra amistad.
-¿Cuál? Es la segunda vez que te veo en mi vida.
-No me hables de esa forma delante de las visitas.

A un lado de Poe había un vato que tenia toda la apariencia de estar bien pirado.

-¿Quién es tu amigo? -pregunté
-¿Mío? Ya estaba aquí cuando llegué. Pensé que seria el amor de tu vida.
-No soy gay.
-Nadie es perfecto.

El Vato Pirado nos ofreció unos cigarros. Yo lo rechacé más Poe tomo ambos.

-¿Y porque lo dejaste? –decía mientras encendía el cigarrillo
-Es malo.

La mirada de Poe se fijó en la nada, como cuando se piensa en algo de gran importancia y no puede permitir distracciones.

-¿Mamá te regaña?
-¿Te estás burlando de mi?
-¡Oh! Perdón. No creí que lo notaras.
-No seas tan idiota. Dejo el tabaco porque es malo para la salud.
-¡No vas a dejar de hacer algo sólo porque después te duele!
-¡Claro que si! ¿Qué mejor razón puede haber?
-No sé. Flojera, desdén, desidia, me amputaron las manos; alguna buena debe haber que no sea tan cobarde como el miedo al dolor.
-No me fastidies.
-¿Por qué me hablas en un principio? –dijo aspirando ansioso la nicotina. Yo, muy dentro de mi, sentí mucha, pero mucha envidia.
-¿Cómo que por qué te hablo? Pues porque estas aquí. En principio ¿Qué haces aquí? Lárgate hoy no está lloviendo.
-No le hablo a los no fumadores.
-No puedes tratarme así. Como si fuera un leproso o algo parecido. Es como racismo.
-Sólo odio dos cosas en este mundo: el racismo, y a los negros; pinches negros, no los soporto.

Poe me dio la espalda y luego… el silencio.

Siempre sucede cuando una persona no sabe que decir. No porque no tenga nada que contar, sino por que siente que lo que pueda poner en palabras, le importa una mierda a su receptor. Si esto les pasa a ambas personas al mismo tiempo, se dan los silencios incómodos.

Suelen ser muy molestos, sobre todo porque dan pie a pláticas intrascendentes. Es por eso que muchas personas desarrollan un instinto de comunicación que los vuelve capaces de franquear ese abismo con puentes creados a base de bromas, chistes, sarcasmos o cualquiera de esas mierdas que la gente usa para romper el silencio. Lo cual los convierte en entes sociables dignos del suicidio o el homicidio justificado. ¿Por qué hacen eso? ¿Por qué la gente siempre trata de agradar? ¿Qué no tienen autoestima? ¿Qué tienen que estar siempre sonriéndole a los demás? Hay quienes sonríen todo el tiempo sin razón. ¿No se les cansa la mandíbula? ¿Sufren alguna clase de mutilación que les impide cerrar la boca? ¿Qué esconden detrás de su sonrisa?

Es más, sé de personas a las que les desagradan las personas que tratan de agradar. Yo mismo detesto a la gente que trata de ser agradable.

Tú detestas a toda la gente.

Parecen pequeños perritos en una caja esperando que alguien los adopte en medio del desierto. Los cachorros son tiernos y más graciosos que mucha gente que conozco. Si la gente dejara de intentar ser como un lindo cachorro, con esos enormes ojos que te dan unas irresistibles ganas de patear traseros, tal vez, serían menos desagradables.

Como quiero una fumada. Pero el enfisema pulmonar puede llegar a ser muy doloroso. No pensé que doliera así. El simple aroma que desprende es tan delicioso. Me provoca con su textura y su sabor. Que falta de consideración. Apenas me estoy haciendo a la idea y Poe me echa en cara lo que estoy dejando.

Entonces el Vato Pirado habló.

Cuando las personas necesitan hablar, hablan.

En una ocasión ella me confesó que yo era la única persona con la que podía estar en silencio sin sentirse incomoda, y que eso era una señal de que había encontrado a una persona realmente especial. Entonces yo creía que estábamos enamorados. Ahora sé, que cuando una persona puede estar en silencio sin sentirse incomoda, es porque esta sola.

-La vida me decepciona y me aburre. Es demasiado repetitiva, predecible y sin sentido ¿Nunca has querido desaparecer? ¿Salir de este cuento y brincar al siguiente?

Poe se llevó la mano a la barbilla y me dijo desconcertado.

-Tienes pedos mentales.
-La mente, que cosa más engañosa, pensar sólo lleva a la duda, y esta al miedo. Temer te lleva a fingir, a mentir, a usar la razón y rompernos el corazón. Estoy harto de quienes aparentan; estoy harto de fingir que nunca me han dañado. Sólo quiero ahogar esta ansiedad en una respuesta. Es como estar en espera de que algo pase y nunca sucede nada.

Poe volteó a verme  analíticamente.

-Lo que necesitas, es un cigarro o una lobotomía, tú escoge.
-Lo que necesito es... un maldito cigarro. Todo es tan insípido y opaco, sin el tabaco realmente nada me entusiasma. Nada vale la pena.
-No tener una razón para dejar el cigarro es malo, pero hacerlo y  perder el gusto por las cosas, es peor.
-Nunca he tenido un real gusto por las cosas, lo que hago es volverlo más llevadero.
-La verdad es que no me importan tus problemas.
-No tengo problemas, si los tuviera, al menos podría quejarme de ellos. En cambio, no tengo nada de que quejarme, nada de que entusiasmarme y desde luego, nada de que hablar.
-Pues hablas demasiado.
-Eso es porque me aburro conmigo mismo
-No te creo.
-Créelo, es cierto.
-Debe haber algo que te distraiga al menos un rato de tu patética vida.
-Solía fumar
-Vuelve hacerlo.
-No seria sano.
-Consume alguna otra droga.
-A veces bebo.
-Vas a tener que beber más seguido.
-No es lo mismo, el alcohol nunca ha tenido el mismo efecto que la nicotina.
-¿Y la dejas así, sólo por que si? Le debes mucho a la nicotina, me conociste por ella.
-No es un consuelo. Fumar me provoca el mismo sentimiento que podría provocarte estar enamorado o algo por el estilo. Salvo que la nicotina es más pura y honesta que cualquier persona. Si te deja, deseas morir, pero si no, te mata de todas formas. En cambio, una persona a la que amas, te puede hacer desear morir por ella y si te deja, te arrebata el derecho de hacerlo.
-Siendo así, deberías enamorarte.
-Nel, aún no me repongo de la última vez.
-Cierto... eso es un problema; ¡Pues mastúrbate!
-¿Verdad? ¿Qué hay más honesto que eso?
-Nada más honesto que hacer el amor con la única persona que realmente amas
-Nada en absoluto…
-¿Qué hay de la inocencia infantil?
-¿Pretendes que me masturbe con ella?
-No era mi idea, pero podrías intentarlo.
-No creo... las niñas sin pechos no son lo mío.
-No aprecias la belleza de las cosas.
-Si lo hago, pero se opaca y se pierde.
-¿Cuándo les salen los pechos a las niñas?
-Si lo ves de esa manera, les salen tetas y se les llenan de sangre las piernas. La infancia, la inocencia, se ha ido para no volver.
-Bueno es que casi nada dura para siempre
-¿Qué lo hace?
-Las fotografías, son más confiables que un recuerdo.
-Y sin embargo se rompen o se pierden.
-Tú ten esperanza ya encontraras algo en que ocupar tu triste vida.
-Si mi vida no es triste, es tristísima y prefiero descartar eso de la esperanza.
-¿Por qué?
-Por que lastima.
-Búscate un pasatiempo, escribe poesía.
-Eso es para maricas
-¿Y la música?
-Poesía con melodía.
-Poesía con melodía... ósea algo así como para maricas musicales.
-Exacto
-¿Y la literatura?
-Sólo las personas con problemas emocionales pueden disfrutar de eso.
-Bien, se un hombre de acción, ponte una mochila al hombro y sal en búsqueda de la aventura.
-Suena peligroso
-¿Qué tal la ciencia?
-Aburrida.
-¿Qué pedo con tu vida? ¿No tienes amor propio o qué te pasa?
-El amor propio es inútil
-¿Y el amor por los demás?
-Absurdo
-¡Bien! ¡Bien! Al menos ves la televisión
-Nunca hay nada interesante
-¿Y en La T.V. por cable?
-Estoy harto de ver  programas repetidos.
-Deberías seguir fumando
-Que no
-Consume otra droga
-No es lo mismo
-¿Has intentado con la heroína, el crack, le LSD, el PCP, el special k, las pastas, los chochos y con los ácidos también?
-Pues ayudan, pero no solucionan el problema
-¿El sexo?
-Me decepciona.
-¿Los amigos?
-Sólo sirven para conseguir drogas.
-¿El dinero?
-Sirve para conseguir, amigos, sexo y droga.
-¿El helado con soda?
-Si lo tomas en exceso puede llegar a ser una droga.
-¿El chocolate?
-Toma te guardé un poco.

Poe mordió el chocolate y puso cara de satisfacción

-¡Que buen chocolate!
-Si. Muy bueno.
-¿Has probado los que tienen relleno?
-Los detesto.
-¿Las galletas de animalitos?
-Nunca me gustaron.
-¿Tu reflejo en los ojos de la persona que amas?
-No hay cosa más frustrante que querer ver en su interior y que te tape tu propio reflejo.
-¿El húmedo pasto a tus espaldas?
-Pica.
-¿Sentir que la lluvia besa tu cara cuando haces el amor?
-Hermosa imagen. En la práctica, es horrible, muy poco recomendable.
-¿Qué tal la violencia?
-Únicamente es una forma de expresión.
-¿Y el dolor?
-Soy alérgico.
-¿Y Dios?
-Yo le rezo a un dios distinto. ¿A que viene todo esto?
-No lo sé pero, en serio, el suicidio es una solución a tus problemas.
-Lo sé, pero lo estoy dejando para el final
-Y ¿Mientras tanto?
-Como chocolate y hablo con un desconocido
-Yo no soy un desconocido
-¿No?
-Claro que no, soy Poe.
-Cierto, eres Poe, el desconocido que viene a pararse en el lugar donde se supone debo hallar al amor de mi vida.
-Aparte de todo, como si tu vida no fuera suficientemente patética sales a buscar al “amor de tu vida”, como si fuera algo, alguien predeterminado a no sé que diablos.
-¿Qué otra cosa podría hacer?
-Empieza por no ser patético y, luego no sé, te mueres.
-¿Por qué habría de morirme?

El Vato Pirado se levantó, habló y se fue.

-Porque la alternativa es impensable.

Si lo pienso ¿Cuál es el sentido de todo esto?, la vida y todo lo que conlleva apesta. Sin embargo, no veo razón para deshacerme de ella. Supongo que se debe tener mucho valor para suicidarse y aún así no conozco un sólo suicida que no se arrepintiera al último instante. Es como si la conciencia misma al caer en cuenta de su propia existencia, tratara por todos los medios de preservarse. Vivimos por pura costumbre. Con todo, eso es lo único que me mantiene de pie, la ilusión de encontrar a la mujer de mis sueños y saber, que al estar a su lado, dejaré de ser una sombra en el suelo.

12 – RUNNING UP THAT HILL.

Todo inició por el principio. Ese siempre ha sido el orden natural de las cosas. Y terminó, como todo debe terminar; con dolor, y de sorpresa.

Poe me llevó a un edificio, uno muy alto. Me retó con absurdas provocaciones a subir a la azotea.

-¿Cuánto a que no puedes correr hasta arriba?
-No. Definitivamente no puedo.
-Anda. 27 pisos no es mucho.
-Claro que no es mucho, es demasiado.
-Nel, si puedes.
-Nel, no puedo.
-Si puedes.

Al final logró convencerme.

¡Que no puedo carajo! Y te lo voy a demostrar.

Si pude. Los primeros 20 escalones fueron duros, el resto fue una agonía. Mis pulmones se expandieron tanto que vomite para hacer espacio. Irónicamente entre más grandes eran, más me costaba respirar. La falta de oxigeno abrió mi mente y se elevó a horizontes que hace mucho no visitaba.

A lo lejos ví una linda casa de chocolate con acabados rústicos en una floresta al pie de la colina. Ahí vivía una familia tan pobre que no tenía para comer. Entonces me acerqué a preguntarle a uno de los niños que ahí vivían ¿Por qué no se comen la casa? Contestó que si lo hacían no tendrían donde vivir.

Sin embargo, logré percibir en él un olor nauseabundo y al acercarme más, alcancé a ver que en su pierna se daba cita todo un enjambre de alimañas ponzoñosas en un espacio hueco dentro del muslo donde debería estar un músculo que parecía le habían arrancado de una mordida.

Espantado continué mí camino. Seguí un riachuelo, hasta que una parvada de elefantes surcó el cielo. Temiendo ser bombardeado corrí a refugiarme bajo un puente, desde donde ví una pequeña cascada. Ahí, viendo a un potro saciar su sed, estaba la mujer que me atormenta mientras duermo, sentada en una roca. Sonrió al verme llegar y me sentí bien. La clase de sensación que se tiene cuando la sangre no llega al cerebro.

Por un momento me sentí bondadoso, mi corazón creció tanto que me iba a dar un infarto. La luz me pareció demasiado brillante e hiriente. El oxigeno me alcanzó de golpe. Llegué arrastrándome hasta la azotea.

Temblando, me acerqué lo más posible a la orilla. Ví calles llenas de personas amargadas y hogares vacíos. Vi a un hombre robarle el corazón a una mujer; con un bisturí. Ví como se le quebró el suyo a una niña al ver a su padre con otra mujer; probablemente su madre. Ví a un desesperado hundirse con flor en mano. Incluso ví a un perro violar a un gato.

-Te tardaste.

Poe. Lo perdí de vista en cuanto entramos al edificio.

-¿Cómo subiste tan rápido?
-Usé el ascensor.

Eso explica mucho.

-Siéntate un poco, respira. Te ves pálido.

Primero le obedecí y luego pensé que era un miserable desgraciado. ¡A ver! Que intenté subir 27 pisos corriendo.

¿Por qué no se lo dijiste?
En ese momento tenia la boca ocupada. En respirar desde luego.

Poe me habló sobre el lugar en el que estábamos.

-Cuando me siento solo, me gusta venir a este lugar, desde aquí puedo ver a las personas reír y apoyarse en el hombro de quien está a su lado. Suspiro, volteo a ver a mi costado, y es entonces, cuando empiezo a sentirme realmente solo.

Me contó que ahí conoció la ternura de las estrellas, la serenidad del cielo, la paciencia de los días, la tristeza de la luna, la belleza del mundo, pero sobre todo… que ahí conoció el dolor.

-¿Sabes que hago en este lugar? -preguntó.
-Vienes a los tendederos a robar la ropa interior de las niñas.
-¡Oh!... si sabes. Permíteme replantear mi pregunta ¿Sabes que hago en esta ciudad?
-Estorbas.
-¡Bravo! Tenemos al señor sarcástico hoy en día.
-¡No! No sé, ¿Qué diablos haces aquí?
-No lo sé.
-Hum... hum...  ¿Esperas que yo te lo diga? -Poe me vio descontento.
-Me estabas cayendo bien -dicho eso me golpeó el estomago sacándome el aire. Me puso cinta adhesiva en la boca; me amarró manos y piernas con los tendederos, se guardó la ropa interior de las niñas en los bolsillos y dijo: -listo. Déjame contarte una historia, una de reyes y tontos.

Poe llegó aquí de una ciudad lejana. Me habló de su familia, sus amigos y sus peces dorados. De su vida feliz y llena de los más envidiables excesos extravagantes.

-Fue en una de las extrañas reuniones en casa de un cuate que vi el cielo por primera vez. Estaba esnifando droga cuando me presentaron a una pequeña hada de cabello castaño ¡Hermosa!, como hermoso me pareció el primer amanecer que vi en mi vida, así de hermosa era ella.
-Hummg, ¡Hummg! –pujé para que me soltara
-¿Qué dices?
-Hummg, ¡Hummg! –Poe me quitó la cinta de la boca.
-¡Ayúdenme! ¡Un maniático quiere matarme!

Poe, volvió a golpearme  y a taparme la boca.

-Desde el principio me encantó esa mujer. Salimos al balcón y en sus azules ojos vi las estrellas. Estaba volando alto, muy alto, cada vez más, sin advertir, que entre más arriba estuviera, más dolería al caer.
-Hummg, ¡Hummg!
-Como fastidias  ¿Qué quieres ahora?

Con pujidos me hice entender. Prometí no volver a gritar si me dejaba hablar.

-¿Qué no eres gay? -la pregunta le sorprendió.
-No. ¿Por qué?
-Pues por la falda y las medias rosas.
-Sólo me gusta estar a la moda.
-Al menos ahora me siento seguro.
-Platicamos de las cosas más triviales –continuó diciendo-, de nuestras películas favoritas, hasta de las mejores drogas que habíamos probado. Me contó de una mierda llamada Special k, yo digo que como la nicotina ninguna. Me habló de ella, me contó todas esas pequeñas cosas insignificantes que hacen que te enamores de quien te las cuenta. Su libro favorito es “ENJOY AND SORROW”, nada más llegó a leerlo una vez, por más que buscó nunca lo volvió a ver. Era adorable y como la primavera, sólo se quedaría una breve temporada, durante la cual, jamás nos separamos y por las noches, nos uníamos. No hay cosa más dulce que el sudor de la persona que amas. Ella me enseñó cosas, ella me enseñó todo. Me enseñó a volar un cometa y yo... le depilé la espalda. Me enseñó a reconocer una buena colonia de una barata, yo le enseñé a reconocer las drogas duras de las blandas. Fuimos los reyes del mundo, hasta que nos separamos. Tarde diez meses en juntar valor y dinero para venir a buscarla. Lo primero que hizo al verme, fue buscarme departamento. Lo segundo fue hacerme correr hasta aquí y besarme. Lo tercero, fue presentarme a su prometido. Me miró fijamente apretando mis manos con fuerza y dijo: “aprecio lo que hiciste, nadie jamás hubiera hecho tanto por mi como tú. Pero hay veces en que no importa cuanto se quieran dos personas, no pueden estar juntas. Yo ya tengo una vida”. Ella aún era una reina, y yo... corrí tan lejos como pude, tratando de escapar de mí. El amor es la más venenosa de las drogas y casi muero de una sobredosis.
-Miserablemente triste ¿Por qué no regresaste a tu tierra?
-Hogar, ¡Oh!, el hogar... he oído que es donde esta el corazón… pero no sé donde esta el mío.
-Al diablo con tu filosofía retorcida. Lo mejor que puedes hacer es volver a casa
-Con la cola entre las patas... nel, ¿A que vuelvo? Aposté todo por una causa perdida y perdí, lo triste es que no valió la pena...  ya no tiene sentido abandonarla, es como una deuda que tengo que pagar. Además ya llevo mucho por aquí. Pero te decía: quise odiarla para que no doliera, pero no funcionó. Me hice el fuerte propósito de odiarla y por algún tiempo creí hacerlo. Pensé mucho en ello. ¿Cómo puedes odiar a alguien por quien dabas la vida?
-Tal vez porque en efecto la diste, pero ella no quiso recibirla.
-Caramba... no lo había visto de esa manera, eso debe ser...

Poe se llevó las manos a las barbas y guardo un breve silencio, finalmente agregó: -¿Sabes? Pude haber vivido feliz con la idea que tenía, ahora que me haces pensar en eso, creo que comprendo más tu punto y únicamente me hace sentir más patético.

-Ahora que ya tenemos algo en común ¿Puedes soltarme?
-Eeeste... no. ¿Sabes? En esa época empecé a venir casi diario con la secreta esperanza de encontrarla, obviamente eso no pasó. Un día buscaba unos libros para mi trabajo...
-¿A que te dedicas?
-Soy fotógrafo en mis ratos libres. Precisamente buscaba “Fotografía para principiantes” cuando encontré el libro que ella quería. Fue un poco frustrante tener el regalo perfecto y no tener a quien dárselo. Lo compré, lo leí aquí mismo. De pronto comprendí, que para dejar de odiarla, primero tenía que dejar de quererla. Pero gracias a lo que me has dicho, pues ahora pienso que ojala alguien más la quiera... enterrada varios metros bajo tierra.

Volvió a guardar silencio.

-El cielo es hermoso, es tan claro y cristalino que quisiera zambullirme en el, nadar hasta el horizonte y ahogarme. Pero bueno ¿Qué aprendimos de esta lección?
-Que eres un lunático peligroso con tendencias maníaco-depresivas.
-Y nunca lo olvides. Tengo mis propios problemas como para cargar aparte con los tuyos.

Poe se puso un cigarro en la boca y se largó. Me quedé un rato pensando en quién iba a desatarme. Pero luego pensé en las cosas que dijo. En principio, pensé que la mayoría de las veces que alguien dice que no puede, realmente no sabe que puede. Entendí que cuando alguien dice: “no podemos estar juntos” la traducción al idioma original es: “no quiero estar contigo”. Concluí que no vale la pena hacer cualquier cosa por amor, es sólo una palabra vacía e insustancial, igual que dolor. Supongo que la intención de Poe era enseñarme todo eso, pero creo que lo entendí al revés. Pero lo que jamás olvidaré, es que estar atado largas horas provoca variadas y severas lesiones. Cuando me cansé de gritar por auxilio, me arrastré hasta el ascensor, oprimí PB con la nariz. Al salir del edificio unos patinetos me tomaron por la espalda y me rompieron las costillas.

13 – THE GATHERING.

Ese día a la hora acostumbrada me había topado a Poe en el lugar acostumbrado. No sabía como reaccionar, el tipo me golpeó y me abandonó a mi suerte. No podía permitir que se quedara así. Iba a ajustarle cuentas.

-¿Has venido a esperar al amor de tu vida?
-No Poe, hoy he venido a verte a ti.
-¿En serio? –Sin embargo.
-No.
-Madura, el  amor de tu vida se encuentra revolcándose con algún cliente ahora mismo.
-¿Qué haces aquí?
-Lo mismo de siempre.
-¿Fastidiarme?
-En todo lo posible
-Se te agradece.
-Lo sé.
-A veces pienso…

Poe me interrumpió en ese momento

-No seas hablador
-¿Puedo continuar?
-Sólo si lo que vas a decir es muy bueno, algo así como una revelación cósmica de la vida.
-No te estreses. Lo es.
-Ah, continúa por favor.
-A veces pienso...
-Pero no digas mentiras.

Dime porque no he golpeado a Poe.
Creo que en el fondo te agrada.
No, realmente no.
Siendo así. porque eres una maldita maricona
Esa respuesta es más convincente.

-A veces se me ocurre que creo que pienso, que algún día ella y yo volveremos a estar juntos por que así es como esta destinado a ser.

Oh, mierda, ¿qué mariconada acabas de decir?
No es ninguna mariconada, es cierto.
La próxima vez consúltame lo que vayas a decir antes de hacerlo.
Vete al diablo, no necesito consultarte para decir lo que siento y pienso.
Joder,  ¿tienes idea de cómo acabas de escucharte?
Como un hombre bueno y sincero.
Poe, díselo, sin misericordia, no se la merece.

-A veces se me ocurre que creo que pienso, que algún día ella y yo volveremos a estar juntos por que así es como esta destinado a ser.

Poe me miró con lástima y sonrió  triunfante.

-Eres un perdedor patético.
-Lo he llegado a pensar…
-Mira, deberías conocer gente nueva, distraerte un poco, salir con chicas. Bueno, olvida a las chicas, piensa en hombres o duendes de las praderas.
-Espera un poco, estoy pasando por un momento de despecho y depresión, debo dejar pasar algún tiempo antes de conocer gente.
-¿Cuánto tiempo hace?
-Un poco…
-Es mucho, demasiado es mejor adjetivo.
-¿Qué propones que haga, que ponga un anuncio en el periódico que diga corazón herido busca consuelo en brazos de duende de las praderas?
-Mira... Polly y yo vamos a ofrecer una cena esta noche, es más bien una fiesta... en realidad es más como una reunión. Está bien... únicamente irán unos amigos a beber alcohol a mi casa y me gustaría que vinieras.
-¿Polly? ¿Quién es Polly?
-Mi esposa.
-¡Tú! ¿Casado? ¿Quién en nombre de la porquería tendría las agallas de desposarte? ¿Qué paso con tu trágica historia de amor? ¡Oh!, por  los que más ames, dime que no te has reproducido.
-Yo, casado, alguien con mucha agallas, fue hace varios años y estamos esperando al primero, lo nombraremos Paris.
-Paris...  ¿Y si es niña?
-Francia.
-Suena lógico para mí. ¿Y ahora que has decidido traer al mundo un ser igual de repugnante que tú, piensas... no sé, suicidarte o algo?
-Basta de tus idioteces, te veo al rato.
-Sólo una pregunta más, Polly… ¿Es fea?

Tiene que ser fea, que clase de mujer tendría  relaciones con un ser andrógino como Poe. De cualquier forma, aunque me gustaría saber que tan repugnante y cuantos tentáculos tiene Polly, no iré a la fiesta.
¿Por qué?
No tengo nada que hacer ahí. Apenas y conozco a este sujeto. Además no necesito divertirme  con  otras personas, superaré esta mierda yo solo.
¡Claro que lo harás! Anda, vamos a casa a sentirnos solos ¡Esa es la actitud!

Al cruzar la puerta lo primero que vi fue humo, mucho humo, mucho tabaco en combustión inmediata. El olor me hacia derivar entre el placer y la ansiedad. Poe me recibió con un abrazo y lo primero que pensé fue:  “maldito cerdo, asqueroso, infeliz, huele a cigarro de vainilla y hay un ligero toque de cocaína también. Podría arrancarle la ropa y fumármela ahora mismo”.

-Poe, ¿Qué tal? Se ve que la  reunión es un éxito.
-Lo es, buena música, buenas drogas y la gente adecuada.

En ese momento no pude dejar de notar el estribillo de una  hiriente melodía que decía: “…me disparo por que te amo, si me amara a mi mismo, te dispararía a ti”.

-No creí que vinieras.
-Poe, debo sincerarme contigo… yo tampoco.
-Deja te presento a la plebe.

Conforme me presentaba gente, noté que esto más que una reunión de camaradas que se juntan  a beber,  parecía un grupo de ayuda, de esos en  donde llega gente con cáncer o que violaron a su perro, a contar sus problemas y a decirte que no estas solo.

A)            EL OSCURO ANGEL CAIDO.

Él primero de ellos tenía una expresión tan pálida como el invierno, sus ojos rojos y perdidos le daban un aspecto peligroso, su cabello y  ropa negra parecían reflejar su conciencia, y la sombra que se cernía sobre él me hacía pensar en un par de alas rotas

-¿Y tú de que la giras? –pregunté con respeto al ángel caído.
-Soy editor de tres revistas. No me dejan un sólo peso, es más, mensualmente pierdo cerca de tres mil en efectivo, pero ya pronto sale el siguiente número.
-Y si no te deja dinero, ¿Por qué rayos lo sigues haciendo?
-Mujeres.
-¿Mujeres?
-Claro, adoran que tengas trabajo, más que seas tu propio jefe y te admiran si aparte de todo es un proyecto independiente que lucha contra los grandes monopolios de la industria.
-Debes salir con muchas mujeres.
-No. Malditas golfas, ninguna me pela. Yo soy un caballero exitoso, con mi propia empresa, alto, atractivo y torturado, pero todas las perras se van con los malditos gañanes que las tratan como trapo... pero eso no es lo peor, no lo es, lo peor es que la mayoría de esos patanes no miden ni siquiera el metro con 70 centímetros, no hay justicia en este mundo, ¿Te das cuenta?, no la hay.
-Ya había pensado en eso. Tal vez tu aspecto de semidiós infernal las aleje.
-De ninguna manera, ¿Qué mujer  mortal rehusaría hacerlo conmigo?
-Pues... varias.

El megalomaniaco guardo un corto silencio. Se tronó la nariz con un movimiento de la mano y añadió.

-¿Tú que has hecho últimamente?
-Dejé el cigarro.
-Eso es bueno, es un mal hábito.
-Y mi novia… me dejó a mí.
-Cuando eso pasa, estás solo.

B)            MANDY

¿Como describir a este tipo? Realmente es un tipo rudo, por eso me sorprendí cuando avanzada la noche, rompió en llanto. Como me miraba fijamente me daba un poco de temor físico hablarle. No quería  provocarle con un comentario inadecuado.

-Eh… Mandy ¿Tú de que la rolas?
-Doy sexo por comida.
-¡Ah! Vaya.

Mandy desde luego es un artista.

-Pero bueno, a veces me conformo con  una sonrisa, o un aplauso.

C)            MÁXIMA.

Máxima, creo que más que su nombre, ella misma se hacia llamar así, como simple muestra de su superioridad hacia todos los demás. Su piel se veía suave y sus ojos se clavaban en los tuyos dominándote. Su encanto provenía de aplicar su intelecto sobre su belleza, que era mucha. Poe pretendía que saliera con ella y me hubiera arrastrado sobre vidrios en el metro con tal de lograrlo, si no me hubiera tomado la molestia de escucharla.

-Entonces te dejaron. No me extraña, eres el prototipo perfecto de un perdedor. Pero no te sientas mal, es por un defecto genético, es por el llamado cromosoma “Y”. Si hubieras tenido suerte hubieras recibido un par cromosomas “X”  y entonces hubieras alcanzado la perfección física y mental que sólo ser mujer te puede dar. En cambio, has quedado confinado a un nivel inferior  de la escala evolutiva. Es una pena que los hombres sólo sirvan para la reproducción, cargar cosas pesadas y matar arañas. Pero la selección natural ha querido que sólo el género femenino tenga el intelecto y el guardarropa para llevar las riendas del mundo.

Esta tipa no se ha dado cuenta que las mujeres están confinadas a una escala zoológica inferior, debajo de los cerdos y de los delfines, pero sobre los negros.

-Tienes que admitirlo, con tan sólo guiñar el ojo puedo lograr que cualquier hombre haga lo que yo quiera. Pero tanta charla me ha dado sed ¿Me sirves un trago?

Esta ingenua cree que voy a ser su gato, su sirviente. Ilusa, nada más vuelva con su trago, voy a enseñarle cual es el sexo fuerte.

Al probar la copa que preparé dio un pequeño brinco y su expresión se volcó en desagrado.

-No eres buen cantinero, pero está bien ¿Qué puedo esperar de un hombre? Como decía, las mujeres dominamos el mundo, tómame como ejemplo: Exitosa, adinerada y hermosa.  Soy un ejemplo del poder que tenemos tan sólo en  la punta de una pestaña.

Por un segundo pensé que iba a decir en la punta de los senos. Una pestaña no me parece muy influyente.

-Me impresionas. ¿Como alguien como tú, tiene amigos como Poe?
-No sé, me agrada, me identifico, es un apoyo, es... como mi hermano mayor, cuando no sé que hacer él siempre esta para apoyarme.

Eso me impresiona aún más. Nunca creí que alguien tendría un buen comentario de Poe.

-Pero bueno, siendo la mujer que eres, debes tener a un gran hombre que te ame y te apoye por sobre todas las cosas.
-Si... la verdad, no. Los hombres buenos me temen. Nada más salgo con abusivos o golpeadores. Algunos no me vuelven a llamar después de la primera noche ¡Me siento tan sola! hay momentos en los que dejaría todo lo que tengo tan sólo por sentir amor sincero aunque fuera una noche... no soy feliz.

Dicho eso rompió en llanto e inmediatamente Poe llegó a su auxilio. La abrazó casi paternalmente y ella empezó a susurrarle entre llantos cosas que no alcancé a entender.

No creo que Poe siga pensando que saldremos juntos.

D)            LA RATA

Que mujercita tan peculiar esta Rata, toda una bribona. Su pequeño tamaño combinando con su frágil figura le dan un aspecto inocente.

-¿Y por que te dejó?
-Pues porque... tenemos diferentes perspectivas de la vida.
-¿En serio? Que pretexto más superficial
-Así es.
-Pero vamos, tú no quieres estar con alguien que sea tan superficial.
-Si. Si quiero.
-Debe haber algún otro motivo, algo más real.
-Pues, creo que un día me vio sacándome un moco.
-Nadie te deja por sacarte un moco.
-Yo lo haría. La verdad es que ya no me quiere. ¿Qué otra respuesta puede haber?
-Que haya otro.
-¡¿Qué?! ¿Qué, que? ¿Cómo?
-Si, esa es una buena razón
-A ver ¿Cómo? No entendí.
-Fácil. Puede quererte demasiado, pero igual se encontró a alguien súper sexy, con muy buenos labios. La novedad siempre es muy atractiva y si valora que tiene poco que perder y mucho que ganar, se ira con el otro. Ustedes los hombres lo hacen todo el tiempo.
-¿Ah sí? ¿Lo hacemos? ¿Estás segura? ¿Por qué no estaba enterado de eso?
-Por tonto.
-Pero vaya, entonces tú debes cambiar de pareja muy seguido.
-No. Yo llevo cinco años con mi novio.
-Y ¿Qué hay de las novedades?
-Me los tiro de todas formas ¿Para que dejar lo que tengo si puedo tener lo que no tengo de -todas maneras?, cuando encuentre alguien mejor que  él, lo dejaré.
-Así de fácil. ¿Qué hay del amor?
-¿Qué con eso? Creí que estábamos hablando de sexo.

E)            LONDON RAIN

Alto, de tipo gallardo. Una persona muy curiosa. Pasaba por alto los más grandes hechos, pero desmembraba los detalles hasta convertir cada uno de ellos en toda una experiencia. Junto con el Ángel Caído y yo era la única persona que no fumaba, tampoco bebía, ni probaba ninguna otra droga. Estaba muy aburrido y para entretenerse gustaba de atormentarse con problemas sin solución.

-Es que... tan sólo imagina, trata de sentir como tu piel se marchita, se arruga, como pierdes humedad en tus labios y tus manos se adelgazan, se vuelven delgadas varas forrados de pliegues finos y frágiles como de terciopelo-piel. Oh, la vejez. Debo hallar una forma de burlarla, morir joven podría ser una solución, pero de ser así, tendría que dejar un heredero, alguien que lleve mi sangre y apellidos. Debo dejar un legado físico de mi existencia, pero ¿Cómo? Tendría que ser biológico por fuerza necesaria. Pero jamás me prestare a regar mi semilla dentro de un tubo de ensayo para que lo usen como fertilizarte de algún óvulo podrido. Tendría que recurrir al acto físico, pero ella tendría que amarme y comprender que no puedo responder sus sentimientos, deberá entender que no podré formar una familia. Deberá bastarle con que ame al fruto de nuestro pecado. Pero ella no podrá amar jamás a ningún otro hombre. No podría permitir que ese niño tuviera otro padre que no fuese yo. Pero mientras ella me ame ¿A quién amaré yo? No puedo pasar lo que me queda de vida sin arriesgarme a sentir ese cálido abrazo de otro corazón. Pero la última vez, ¡Oh! fue tan funesto, tan dramático, aunque le di mi cuerpo, alma y corazón, a cambio solo recibí otro cuerpo vació, libre de sentimientos recíprocos hacia el mío. Pero así estamos hechos, diseñados para amar a quien no nos ama y despreciar a quienes lo hacen. Hace tiempo encontré todo lo que siempre y jamás soñé que podría encontrar, el amante perfecto, tan romántico como apasionado, tan entregado a mí, que me hastió y lo deje. ¿Será que jamás amaré a un hombre que me ame como yo a él?

F)            ADAM

-Entonces sin advertir, bajo ninguna sospecha de tú parte, te abandonó.
-Si, algo así.
-¿Qué harás ahora?
-No he pensado claramente en eso, llorar tal vez, cuando encuentre el valor para hacerlo, rogarle quizás, si es que logro deshacerme de  mi autoestima. Salir con otras  féminas. ¿Cuánto tiempo tengo que esperar antes de poder volver a hacer eso?
-Lo menos posible.
-¿Qué hago entonces? –pregunté llevándome las manos a la sien, tratando de recordar donde había dejado mi bebida.
-¿Qué es lo que quieres?
-A ella, la quiero a ella.
-¿Quieres que vuelva?
-No, la verdad es que no. Quiero que nunca se haya ido.
-Eso es difícil, pero puedes hacer que vuelva a pedirte perdón, y volver con ella.
-No quiero volver con ella.
-Entonces, puedes hacer que vuelva a pedirte perdón,  y despreciarla.
-Me agrada más como suena eso.
-Si. No sólo eso, puedes darte cuenta de cómo son realmente las cosas y sacar provecho de eso.
-¿Cómo son realmente las cosas?
-¿Para que quieres a una mujer?
-¿Aparte del aseo y la cocina?
-Ja, ja, ja. Si aparte de eso.
-No sé, no la quieres para nada, simplemente la quieres.
-¿Para adorarla?
-Si, exacto.
-Pues tómale una foto y ponle un pedestal. No amigo, la quieres para fornicar. Es el motivo real de las relaciones. El sexo sin amor existe, pero el amor sin sexo, no.
-¿Qué propones que haga?
-Sal, sal con mujeres. Y busca a tu ex mujer, vuélvete su amigo, trátala suavemente, escucha cuando llegue a contarte como se revuelca con otros hombres. Se paciente. Tú sigues saliendo con otras mujeres y si puedes: las fornicas. Nunca le cuentes nada, la noticia llegará sola a sus oídos. Cuando caiga en cuenta que no eres de su exclusividad, querrá tenerte de regreso y es entonces cuando ¡Tú te la fornicas! Y lo sigues haciendo cada que tengas la ocasión. Entonces llegará el día en que a la babosa esta se le ocurrirá decir que eres su pareja ¿Qué harás en ese momento?
-Éste... eh... decirle que es una maldita mentira.
-Desde luego. Cortésmente le dirás: No, yo nunca te pedí que volviéramos.

Adam puso cara de sorpresa y desagrado para caracterizar al personaje y continúo.

-Ella indignada te interrogara: ¿Entonces que somos? Tú, sin perder la compostura, elegantemente respondes, yo de ti: Nada, y tú: Una golfa.

Toda la caracterización de Adam se me figuró que era  una fantasía reprimida que tenia guardada esperando a alguien con quien compartirla y de ser posible, alguien que la pusiera en práctica. Pero aunque me parecía encantadoramente perversa, la idea tenia elementos que no me convencían.

-Pero, tener sexo frecuentemente con ella ¿No es como volver con ella?
-Sólo si lo quieres ver de esa manera. Recuerda, lo haces por sexo. La razón por la que tienes sexo, es lo único que separa al hombre de los animales.

G)            POLLY

Sorprendido, estupefacto, estúpido. Así me sentí cuando Poe me presentó a su esposa: demasiado hermosa para ser cierto. Aún no puedo creer, mi corto intelecto no me da para entender, como es que ella, o como diantre logró Poe, que ella se fijara en él. Su piel y sus rizos son de oro, sus ojos son mares hermosos que te inundan, su sonrisa un laberinto del cual esperas no salir. Por un corto rato le tuve envidia a Poe, pero ahora, siento pena por él. Polly me miró coquetamente y después de compartir un par de tragos, comenzamos a platicar. En algún punto, la conversación llegó a un mal momento.

-Adam es un sueño.
-¿Perdón?
-Que Adam es un sueño. Voy a huir con él.

Volteé a ver a Adam, que desde el fondo de la habitación, respondía con una sonrisa las miradas de Polly.

-¿Te das cuenta que soy amigo de tu esposo?
-Si, pero estoy suficientemente drogada como para que no me importe una mierda.
-Pero ¿No quieres a Poe? Van a tener un hijo.
-Si lo quiero, pero eso no impide que Adam éste para comérselo. En cuanto al niño, aún no tengo la total certidumbre de que sea de Poe.
-Dime que es un mal comentario.
-Pues... no, no lo es.  No es que no quiera a mi marido, pero estoy harta de oírle lloriquear por esa tipa que lo dejo hace años. No es justo para él estar conmigo, si está destinado a estar con alguien más.
-Ah, vaya, ¿Entonces lo haces por él?
-Si, claro. Es que lo quiero mucho.
-Espero que él te quiera tanto, como para hacer lo mismo por ti.

A veces se me ocurre que creo que pienso, que algún día ella y yo volveremos a estar juntos por que así es como esta destinado a ser. Pues ahora se me ocurre, que el destino es una broma pesada.

H)            EL VATO PIRADO

Me sorprendido ver a este individuo en casa de Poe. Lo encontré discutiendo violentamente.

-¿Qué pasa, por qué el escándalo? – Pregunté tan sólo para hacerme notar.
-Nada, este sujeto no entra en razón.
-¿Quién?
-Éste… él, éste inocuo al que le hablo y no me contesta.
-Vato… es un florero.
-Eso no es excusa,  no le da derecho a “hic”norarme, que falta de educación.

Tomé al Vato Pirado del hombro y lo alejé de su agresor.

-A ver ¿qué le decías al florero?
-Permíteme ahora te atiendo –dicho esto, tomó aire y me vomitó encima-. Ahora si... ¿Qué decías?
-Que ahora somos hermanos de vomito.

Lo primero que sentí al recibir esa descarga de ácido gástrico fue asco y mucho, tanto que vomité antes de percatarme que el Vato Pirado sólo había vomitado alcohol y jugo gástrico, señal de que no había probado alimento en al menos un par de días. Además, de alguna extraña manera, sentí como si me hubiera bautizado. Lo llevé a la bandeja de alimentos, tomó un trozo de pizza y una línea de cocaína.

-¿Te sientes mejor?
-La pregunta correcta es: ¿Yo me siento mejor?
-Eso es lo que te pregunté.
-No. Tú preguntaste: ¿Te sientes mejor?
-Es exacto lo que dije.
-Lo que tú quieres saber es si tú te sientes mejor.
-No, yo quiero saber si tú te sientes mejor.

En este momento ya estaba algo confundido.

-Haz la pregunta.
-¿Cuál pregunta?
-¿Yo me siento mejor?
-¿Te sientes mejor?
-No, esa pregunta es para ti.
-¿Yo me siento mejor?
-No lo sé, es algo que tendrás que responderte a ti mismo.

¿De que diablos habla este tipo?
Creo que quiere saber como estas.
Yo estoy bien.
Pues díselo.

-Yo estoy bien.
-Me da gusto.

I) POE

-¿Te has dado cuenta de que el Vato Pirado esta aquí
-Yo lo traje.
-Creí que no era tu amigo
-No lo es, lo encontré tirado en un charco y lo traje a casa.
-Una  mascota es un buen pasatiempo.
-Para eso te tengo a ti.

Esta es la parte difícil. Decirle que su mujer piensa abandonarlo.

-¿De donde conoces a Adam?
-Es interesante ¿No? Un día bebiendo alcohol, el alcohol une a la gente.

Miré a donde se encontraban Polly y Adam, platicando muy cariñosamente y pensé que a veces el alcohol une demasiado a la gente.

-Poe… tu mujer piensa abandonarte.

¡Vaya! No fue tan difícil.

Poe río, apartó su mirada de la mía y la clavó en sus zapatos.

-Lo sé,  esta noche es por Adam. Se lo ha dicho a todo el mundo. Siempre hace lo mismo, en cada peda conoce a alguien y les dice a los demás que va a abandonarme, pero nunca lo hace. Aún así gracias por preocuparte.
-Wey ¿Cómo soportas eso?
-No lo soporto, pero así es.
-Poe, déjame decirte algo: mándala al carajo.
-(Risas, risas). Desde luego que no. Además, no lo dice en serio.
-Míralos… ¿No te das cuenta?...
-Sólo son amigos, nada de que preocuparse.

La negación de este tipo me enferma, raya en el patetismo. Sin embargo un eco de mi pasado resuena nuevamente en mi “¿si quieres podemos ser amigos?”. En ese momento recordé  las motitas que flotaban a mí alrededor cada vez que tomaba la mano de mi ex mujer y el fresco viento que soplaba dentro de mi pecho. Pero se ha ido. Y una dolorosa sensación invade mi pecho. Sólo puedo pensar que toda esa belleza…

-Es una mierda.
-Lo es, pero anda, no  lo tomes tan en serio. Te digo que ya antes lo ha hecho y no pasa nada.
-Yo ya la hubiera mandado a la mierda.
-Si. Probablemente por eso estás solo.

Poe tomó un gran trago de alcohol y  se lo bajó con una inyección de heroína. Pasé el resto de la fiesta pensando que Poe, a pesar de lo que diga no ama a su mujer, tan sólo le tiene miedo a la soledad.

Pero ¿No es el amor un refugio de la soledad? ¿Cuándo se acaba el amor duele tan sólo porque se tiene que afrontar la soledad?, yo estoy solo, pero no me siento desolado.
Llevas bastante tiempo así. Estas acostumbrado.

Pero de ser así ¿No debería sentirme más solo conforme pasa el tiempo? O tal vez esta dispuesto a aceptar todo con tal de retenerla.

O tal vez todo sea tu puta paranoia en acción y mal intérpretes las cosas.

Al amanecer El Oscuro Ángel Caído y La Rata se convirtieron en piedra. Mandy se fue con Máxima, el Vato Pirado se fue con London, Adam se perdió en una botella, Polly y Poe  estaban ebrios, tirados en el piso sobre su vomito, abrazándose se profesaban palabras de amor mientras fornicaban. Yo, sentado, jugando con un cigarrillo apagado en la mano, los observaba tratando de descifrar lo que decían. Sin duda sus bocas decían te amo, pero sus cuerpos parecían  decir… lo mismo. ¡Diablos! Creo que esta vez me he equivocado.

Así que tiro el cigarro y en silencio aparto mi envidia de los dos enamorados.


14 – ÁNGELES EN PAPEL.

(Ensayo de fotografía)
He  estado mirando tanto tiempo estas fotos tuyas,
que  casi creo que son reales”
-THE CURE

La luna refleja la luz del sol en los ríos que corren a través de las montañas. La luz colorea los prados y las paredes, nos permite ver los infinitos tonos policromáticos a nuestro alrededor. Ilumina el cielo gris que se cierne sobre los callejones, por donde corren los niños, juegan y ríen.

Hay mucha belleza en este mundo y tan solo apretando este botón en mi cámara, puedo robarle al tiempo un momento, atraparlo aquí, dentro de esta cajita – Me comentó Poe al momento que fotografiaba a un gato muerto en el pavimento – Este momento jamás será tocado por el tiempo, comido por los gusanos. Lo he rescatado, asegurado para la eternidad.
A veces, cuando miro el mundo, sólo a veces, me siento impotente ante su majestuosidad, ante su belleza. Me parece tan irreal. Tan lejana e intocable; como la imagen dentro de la fotografía.

Todo rededor parece plano, imágenes sin volumen que se expanden más allá de mi vista, que escapan al alcance de la cámara, como esos árboles de flores moradas que dejan caer sus pétalos sobre el abrazo de dos enamorados, en el papel tapiz de alguna recamara, invitándote a pasar a recorrer  su contenido, tentándote a entrar en él y si no tienes cuidado, puedes quedar atrapado dentro, como esos jóvenes en la fotografía.

Continuamos nuestro camino siguiendo a los niños por los callejones hasta que llegamos a una enorme carpa de circo. En donde filas y filas de infantiles piececitos se formaban uno tras otro. Aun me pregunto ¿En donde estará el resto de sus cuerpos? Una niña demasiado hermosa para ser real, pasó frente a nosotros tomada de la mano de su madre. Poe inmediatamente tomó su cámara, encuadró, enfocó perfectamente; la iluminación era adecuada, la profundidad ideal, incluso la pequeña volteó abriendo sus ojos y sonriendo trágicamente. La imagen perfecta. Poe dispara el obturador en el momento y lugar debidos. Utilizó la cámara de forma tan eficaz, que dudé en decirle que no quitó la tapa del objetivo. Y pues así, el momento se ha perdido, diluyéndose en el tiempo.

La casualidad, es así como pasan las cosas, por  la sinrazón, por estar en el lugar y momento oportuno para que se den las cosas.

Una joven nipona viaja en un colectivo, entonces el transporte se detiene dejando subir a un muchacho, que se sienta junto a ella  y le sonríe. Ella le devuelve la sonrisa y le dice – Hola, soy Noemi – ¿No es así como se supone pasan estas cosas?

Una joven nipona viaja en un colectivo, entonces el transporte se detiene dejando subir a un muchacho, que se sienta junto a ella  y le sonríe. Ella le devuelve la sonrisa y le dice – Soy lesbiana – me gustaría captar ese momento…

Poe interrumpió mis pensamientos señalándome que cerca de la carpa en donde estaban los animales, estaba también el Vato Pirado fumando marihuana. Nos acercamos a saludarlo.

-¿Qué haces aquí?
-Vine a ver el circo.
-¿Por qué no has entrado?
-No tengo dinero.

Ese comentario nos recordó que nosotros tampoco teníamos un peso. Nos sentamos con el Vato Pirado durante un rato hasta que señalando la cámara comentó – Cuando tomas una fotografía, capturas a un ángel y lo matas. Es su cuerpo luminoso el que impregna las imágenes en la película al chocar contra la oscuridad.

Eso o en realidad nosotros estamos dentro de la caja oscura y cada fotografía que es tomada, habré una ventana al exterior – Agregué yo.

La fotografía es la cristalización en documento de la memoria, es para que nos recuerde los momentos vividos cada vez que las veamos. Además es una forma de ver el mundo a través de los ojos de quien las toma ¿Quieren entenderme? Miren mis fotos.

Nunca lo hice, nunca reveló ninguna.

En ese momento salió del escenario un payaso, con su verde peluca empolvada, el colorido maquillaje escurriendo sobre su ridículo saco anaranjado, bajando por sus anchos pantalones hasta sus enormes y gastados zapatos que parecían querer hablar.

Desorbito sus ojos blancos, forzó su roja sonrisa, y lloró.

Poe inmediatamente tomó su cámara, esta vez, cuidando de quitar la tapa del lente y disparó pretendiendo robarle otro momento al mundo.

El payaso se dio cuenta de la acción y con iracunda expresión, con rabia saludando desde sus ojos ordenó: -¡Dame ese rollo! ¡No quiero que esa foto ande rondando por toda la ciudad!

Poe bajó la vista, tomó su cámara, la abrió  y ésta, estaba vacía. Todos quedamos sorprendidos y extrañados de sorpresa.
Donde quedaron los momentos que tanto se había preocupado en capturar?

Cuando preguntamos por que no traía rollo, contestó:

¿Para qué matar a los ángeles? Si al final, los recuerdos como las fotografías, se toman, se miran, se guardan y se olvidan.


15 – RECUENTO DE DAÑOS
(Corta historia de Poe)

Veamos ¿Cómo diablos me metí en esto? Estoy en la central camionera de una ciudad que no conozco a la una de la mañana, sin dinero, sin comida y sin un lugar a donde ir. Además de eso, por si fuera poco, el costo del pasaje ha sido cubierto en su totalidad por el Señor Generosidad: Un anciano gruñón que da dinero a la gente a cambio de sus más preciadas posesiones  materiales. Y si tiene valor sentimental agregado, cuanto mejor. A mi sólo me pidió el ejemplar número uno de “Red star”, número que aparte de su elevado valor económico, era del abuelo.

A él, en ese entonces le costó una colección de canicas. A mi, me costó la muerte del abuelo. Al Señor Generosidad, le costó mi boleto sin retorno a esta ciudad y a quien se lo compre le costara suficiente como para adquirir millones de canicas, enterrar miles de veces a su abuelo y pagar mi boleto de regreso cientos de veces. Aun así, me sigue saliendo barato comparando el precio de lo que intento recuperar, el amor. Por alguna razón, el amor siempre me evita, me rehuye y se me escapa, así a sido desde el principio. En algún momento cuando peque perdí el amor de mi padre, en algún otro, el de mi madre; el amor de mi hermana ¿qué más da? Ella vino para quitarme el amor de mis padres.

Siempre he pensado que la familia te quiere por compromiso, porque eres el hijo del hermano de alguien o porque los abuelos de alguien resultan ser también los tuyos, y digo esto porque sólo en una, en una sola ocasión, cometí el error de hacer dieciocho llamadas de larga distancia desde casa de la abuela. Eso les dio el pretexto suficiente para tacharme de insensato, superfluo, irrespetuoso y de negarme su cariño.

El amor de una mujer, si no podía aspirar al amor fraternal de un amigo, ni pensar en el de una mujer. Una vez alguien me dijo: “El amor de dondequiera es bueno” así que decidí comprarme una mascota: Un pez dorado que prefirió saltar fuera de su pecera antes de convivir conmigo, el desgraciado se suicidó para escapar de mí. El segundo intento fue un gato, no bien lo traje a casa en brazos, huyó de ella. El ultimo y peor intento fue un perro, aún vive en casa y ya es bastante viejo, pero desde que lo llevé, siempre prefirió a mi hermana.

Poco después falleció el abuelo, sus últimas palabras cambiaron mi vida; su vista se nubló, extendió la mano y me dijo: Hijo, pásame una salchicha con papas. Dicho esto papá desconectó el oxigeno y de esa manera perdí la única dosis de afecto con la que contaba.

Para ese momento ya me sentía como un invitado no deseado en casa. Mis padres se desatendían de mí cada vez más, y económicamente no tenía para continuar en la preparatoria. Me sentía como perro de vecindad, él que no es de nadie, él que no se va porqué no tiene a donde ir.

Decidí emplearme en un puesto de comida rápida, especializado en salchichas con papas. Con mi primer sueldo pagué la prepa y adquirí un oso cariñoso: un muñeco de peluche, el placebo perfecto para sustituir el cariño de verdad. Esa noche tuve la impresión de que todo iba a mejorar. Impresión equivocada, al siguiente día fui despedido. Opté por afrontar la situación de la mejor manera que pude; vendí el oso cariñoso a menos de la mitad del costo, compré varias solicitudes de empleo, lloré, me tomé unas fotos y fui a una bolsa de trabajo y después, volví a llorar, no aceptaron las fotos. Dijeron que lo sentían mucho pero que la próxima vez que me las tomara, tratase de no llorar, dizque se ve mal en una referencia.

Regresé con mis papeles en orden. Según mis aptitudes calificaba para dos trabajos, la primera era para modelar. Trabajo que hubiese aceptado con ciertas reservas, de no ser porque no me lo ofrecieron. Nunca he sido frívolo, más bien siempre he sufrido la frivolidad de los demás, así que me convertí en acomodador de librería.

Cuando comuniqué a mis padres que tenia un nuevo empleo, se apresuraron a obsequiarme un par de cajas para empacar mis pertenencias, y un periódico para que buscara apartamento. Pronto había empacado todo, hasta me sobró una caja. Tan sólo poseía un par de zapatos de uso diario, el numero uno de “Red Star,” tres pantalones, cinco playeras, dos camisas, tres calcetines, dos bóxers, una toalla, y, lo más cercano que había tenido al amor de una mujer, una peli porno.

Así, llegué a casa. Era un pequeño cuarto con una cama de cemento en una esquina; en la esquina opuesta, la regadera y debajo, el escusado. Compré una almohada, una cocineta eléctrica, me volví alcohólico y ¡Todo cambio!, tenía la casa llena de gente semidesnuda todos los fines de semana y tan sorpresivamente como las fiestas llegaron a mí, empecé a llegar a las fiestas, y a tener amigos. No me querían porque fuera agradable, carismático, simpático o atractivo, sino porqué era el único que podía pagar las pedas. En una de tantas conocí a Abril, una inocente flor de primavera ojo azul, la vi titilando como estrella entre la multitud, y, sólo quise poseerla, fornicarla, follarla, reventarla, cogérmela, que me la chupara.

Llegó de esta ciudad a pasar una larga temporada en la mía. Pero por más que se alargó, terminó. Entonces se acabaron las fiestas y me sentí solo. Una noche me salí por un café. Conocí a una tipa, tomamos unas copas, fuimos a mi apartamento a charlar un rato, pero yo sólo pensaba en poseerla, fornicarla, follarla, reventarla, cogérmela, en que me la chupara. Sólo quería sentirme amado. Una vez alguien me dijo: “El amor de donde quiera es bueno”. Pues se equivoca.

Ahora todo esta oscuro, la ansiedad me desespera y la desesperanza me asusta. Hace frío. Bostezo, tengo mucho sueño, mis párpados pesan. A esta hora no hay metro, no hay camiones ni colectivos, ni ninguna manera de salir de aquí. Sólo me queda esperar a que amanezca. Estoy en la central camionera de una ciudad que no conozco, a la una de la madrugada, sin dinero, sin comida y sin nada más que una servilleta arrugada donde Abril anotó su teléfono un ultimo instante antes de partir. “Por si algún día me extrañas”.

De pronto, aparece por fin. La veo a la distancia. Siento un salto en mi corazón y sonrió. Me hace señas con la mano. Su rostro brilla en el frío y sus ojos se desbordan al verme. Tratando de retener su imagen bostezo de nuevo y se desvanece. Somnoliento es difícil concentrarse en los recuerdos; se pierde el control, uno sólo los deja fluir como manchas que se expanden hasta convertirse en sueños.

16 – INTO THE VOID

Todo comenzó en la más tierna infancia, desde luego y claro, por una niña. La linda pelirroja de ojos almendrados.

Aun ahora, si me esfuerzo en recordarlo, puedo sentir aquel calor que recorría mi cuerpo al verla. Sólo dos veces más he experimentado aquella sensación; la primera vez que acaricié el rostro de la mujer que me robó la alegría, y en mis sueños, un parpadeo antes de despertar, justo cuando veo el rostro de la mujer en la cafetería. Ese instante antes de cobrar conciencia me transporto a un vacío profundo, blanco y sereno que se llena de motitas rojas. Iguales a las que llenan la cara de la joven que atiende la tienda.

Juro que es verdad. Jamás vi un rostro tan bello. Pero con ella no sentí ese calor extraordinario que me hace creer que todo va a estar bien, ni esa inyección de insulina que te hincha el corazón.

Con ella no sentí nada.

Sé que la invité a salir, pero no quiero. El problema es que no sé por qué no quiero; ella es hermosa.

Mierda… Ni siquiera me molesté en saber su nombre ¿Es qué no me atrevo? No.

Aunque me sorprendió que aceptara, no tuve miedo a ser rechazado ¿qué habría sucedido si me hubiera dicho que no, me habría sentido expuesto y derrotado, hubiera sentido ese triste poema que te hace llorar? como cuando le di aquella rosa a la niña pelirroja ¿Habría reaccionado igual?

“Gracias, pero ya alguien me la dio primero”, ¿Aún sigo siendo tan cobarde? Tal vez si.

“Gracias, pero ya alguien me la dio primero, pero si quieres podemos ser amigos”. ¿Aun sigo siendo tan cobarde? Creo que esta vez diría que no.

Éramos unos niños. ¿Qué más pude haber hecho?

Sin embargo cuando estábamos juntos parecía que no había nadie a nuestro alrededor; ni voces, ni siluetas en el viento, tan sólo éramos ella y yo, y en su mano... la de su novio.

Salíamos los tres. Siempre. Aunque no quisiera, ella me convencía con una simple sonrisa.

Presencié con atención y silencio su primer beso; sequé sus lágrimas saladas con mis brazos y no con mis labios, cuando la abandonaron.

Pasó el tiempo. El maldito tiempo siempre pasa girando, como si se empeñara en favorecer a las mismas personas, y eso porque no puede desamparar a aquellos ya sin amparo; un nuevo y misterioso amor entró en su vida.

Se me escapa una sonrisa ingenua al recordar cuando me dijo que no podía decirme nada hasta estar segura de ser correspondida. Esa temporada la vi más risueña y alegre, como nunca la vería. Pasamos mucho tiempo juntos, solos, y su trato a mi persona era desmedidamente cariñoso. Si bien era desmedido, no era desmerecido. Por ello, creo, pensé que mi momento había llegado y esperé pacientemente.

Pero el anhelado momento tardó en llegar y entonces, por primera vez, experimenté el sentimiento que me ha acompañado el resto de mi vida: La ansiedad.

Por fin, una mañana soleada y brillante, mientras el sol se colaba por entre las cortinas negras de mi habitación, el momento tocó mi puerta. Se sentó en mi cama. Con una sonrisa y las mejillas llenas de pena, en la privacidad de mi recamara, me contó como se la había cogido su profesor de educación física. Estábamos en el último grado de secundaria.

Ella dijo que había hecho el amor, que era amor porque derramó lágrimas y fue hermoso.

Esa noche en mi lado más oscuro y solitario, yo también hice el amor, porque derramé lágrimas sobre las sabanas frías.

Primero viene el dolor, pero lo afrontas y sigues adelante; luego llega el coraje y ese es más difícil de enfrentar; cuando no puedes termina en frustración; la frustración te lleva a la rabia, pero eres un hombre y te lo tragas; entonces te visita la tristeza, y sientes que estas en el fondo de un pozo lodoso sin ganas más que de hundirte; no derramas una sola gota de dolor, pero tus ojos se apagan; su visita suele ser muy larga, las hojas se marchitan, el viento te corta y no te abandona; parece que nunca pasará, pero también pasa, y, cuando crees que todo ha terminado llega la ansiedad.

Un día, sentados a la sombra de un árbol, ella me compartió mi primer cigarro. Inhalé profundamente la nicotina y un absceso de tos rompió el momento. Pero por un rato la ansiedad me abandonó. Al principio quise oponerme, pero ella me doblegaba con su mirada. Cuando nuestros ojos se encontraban sentía una fuerte presión en mi pecho y un cálido shock eléctrico recorrer mi cuerpo. Todo a mí alrededor dejaba de existir. Sólo quedaban ella y las motitas rojas que suavemente caían del cielo como copos de nieve. Cada vez que uno tocaba mi rostro algo dentro de mí crecía tanto que, cuando apartaba su mirada de la mía aquello dentro de mí se convertía en espinas.

Con el devenir de los años he descubierto dos verdades irrefutables: Que puedes ignorarla o entumirla, pero la ansiedad jamás desaparece del todo, y que a los vicios se les agarra gusto rápido.

Crecimos.

El día que su familia se mudó de la ciudad, me abrazó con tanta fuerza que creí que intentaba incrustar su cuerpo en el mío. Una lágrima me abandonó y brincó a su cabello para huir con ella. “Me gustas” le murmuré, pero no alcanzó a oírme. Tomó mi camisa para secarse el rostro. Me miró con sus inmensos ojos y me hizo sonreír cuando dijo “Te quiero, eres el mejor hermano que pude haber tenido”. Fui como su hermano…

Subió al avión; se fue. Ese lugar blanco y puro se fue con ella dejándome en la fría oscuridad. A partir de entonces empecé a fumar demasiado, me hacia sentir como en los buenos momentos a su lado, aunque con el tiempo lo sentía cada vez menos y cada vez mas atenuado. Así que empecé a fumar más. Sólo así podía aferrar un poco de ese sentimiento cálido y tranquilo que me hacía sentir bien. Prometí, porque es muy fácil prometer sin intenciones de comprometerse, que nunca perdería contacto con ella.

Jamás respondí una sola de sus cartas; ni me atreví a leerlas, hasta hoy. Entre todas las cuentas y recibos que te mandan por correo apareció una carta. Llamó mucho mi atención. Es sumamente extraño que alguien use el correo hoy en día. A ella le encantaba escribir cartas. Sentía que de ese modo estaba frente a la persona a la que pretendía decirle algo. Además, no tiene mi dirección electrónica de correo.

Han pasado algunos años, no imaginé que volvería a saber de ella, pero regresa a la ciudad y quiere verme.

Han pasado años ¿Por qué me busca después de tanto? sobre todo cuando no respondí a una sola de sus cartas.

¡Años! es mucho tiempo como para guardar algún sentimiento por alguien; pero estoy nervioso. ¿Por qué? No lo entiendo. Ni siquiera trato de hurgar dentro de mí, temo desatar algo a lo que no pueda hacer frente.

¿Qué debo hacer?
Por el momento, levantarte, ya es muy tarde

Veo el cielo nublado a través de una rendija en la ventana. Siento un fuerte asalto de ansiedad. Me empiezan a temblar las piernas, a rechinar los dientes y sudar las manos. Son estos síntomas los que me indican la urgencia que tiene mi cuerpo de fumar. Es estúpido pero como he decidido dejarlo, la única manera que tengo de aliviarme es ceder al impulso de salir en busca del amor de mi vida. Tal vez ahora... tenga mi momento.


17 – DRAMA QUEEN.

Alguien dijo alguna vez, en algún lugar: “Experiencia: Nombre que  damos a nuestros errores”,  me parece que quien lo haya dicho, era una persona muy sabia y muy vieja, con mucha sabiduría acumulada en sus largos años de vida. Me imagino a un anciano pescando en un arrollo con la punta de su larga barba blanca dentro del agua, recostado en un árbol a la espera de que algún pez incauto pique.

Si. A eso suena. Pero también suena a que fue una persona con muchos errores; tal vez un pobre diablo, con los errores acumulados de una vertiginosa vida desastrosa, que pesca en un botadero de aguas residuales con una agujeta, recostado en una llanta vieja a la espera de algún pez que, igual de cansado que él de cargar con su propia existencia, decida suicidarse.

Poe... ¡Que orgulloso es! ¡Como se vanagloria de su experiencia! ¡Como se pavonea regalando consejos! Le encanta presumir que ha vivido, le encanta echarte en cara que él ya pasó por las cosas, le encanta recordarle al mundo que es un pobre diablo cuya vida ésta llena de errores. Vanidoso. No sé da cuenta que la experiencia es la marca de la mediocridad. ¿No es mejor acaso, decir que no sabes nada de la vida, pues nunca cometiste error alguno del cual aprender, a decir, que tienes mucha experiencia, adquirida en un largo y pesado camino sembrado de errores y fracasos? Qué nunca lograste nada a la primera

¡Bah! tonterías, todo es una tontería ¿no estas tú lleno también de mal habida experiencia?
Tristemente nadie esta exento de eso. O al menos nadie que yo conozca. Estoy rodeado de fracasados.

Lo dice el tipo que sale todas las tardes a buscar el amor de su vida.
¿Lo ves? eso se llama experiencia. Pero se acabó, estoy hastiado de eso, no lo volveré a hacer.
Si lo harás.
No.
Te conozco. Lo harás hoy como lo hiciste ayer, y lo harás mañana igual que lo que queda de la semana.
Como sea ¿cómo salió todo esto en primer lugar?
Por aquella perra golfa. Pero de todas formas saldrás corriendo a buscar al amor de tu vida, que terminará siendo otra perra golfa como aquella.
Perra golfa... me preocupas, cada día suenas más como Poe. Déjame contarte algo de la perra golfa. Ella era encantadora, si, y bella, a su manera,  era muy hermosa.
Traducción; estabas enamorado y tú la veías hermosa.
Supongo que es cierto, pero de todas maneras lo era, y ahora que me esfuerzo en recordarla, era maravillosa. Sus ojos me parecían, uno el amanecer y el otro un crepúsculo esmeralda.
Esos eran sus senos.
Sus senos, esos son punto y aparte; como verdes colinas en donde al llegar a la cima sientes el aire más fresco y puro. En donde se me revelaron los bellos cantos que los elfos entonaban en sus altos castillos; allá lejos en su encumbrado país montañoso. Y, si recorres el resto de su geografía, alcanzaras a percibir que describe la silueta de una diosa.

Recuerdo claramente el momento en que supe que estaba enamorado. Me tomó un instante, un segundo, un parpadeo. Caminábamos por el parque, uno a lado de otro, guardando la suficiente distancia para no lastimarnos con el más breve contacto. No podía dejar de mirarla, simplemente no podía dejar de mirarla, ni siquiera era conciente de que lo hacia hasta que ella preguntó:

¿Por qué me ves los senos?

No, digo si, si se los estaba viendo, pero era porque la veía a ella toda. Lo que dijo fue: “¿qué? ¿Qué tengo, que me ves?”; “Nada” alcancé a decir mientras parpadeaba. Entonces me di cuenta que estaba perdido. Extraviado en ella. Olvidado en su sonrisa.

¿Notaste la erección entre tus piernas?
Que desagradable te estas volviendo. Creo que convivir con los amigos de Poe no es saludable para ti.
Creo que convivir con esos tipos es lo más sano que puedes hacer, ya estas empezando a usar la cabeza sobre tus hombros y no la que llevas entre las piernas.
¡Estaba enamorado! amor, sentimientos, romance ¡Magia!
Ay por favor. Tragedia es la palabra, eres una reina del drama. ¿No empezaste a buscar el amor de tu vida cuando te quebró el corazón?
Si, pero es que hasta entonces comencé a soñar con ella
Deberías ver a un loquero.
Paso, gracias, bastante tengo con Poe, con mi madre y contigo, como para ir a que alguien más opine sobre mi vida. Hablando de eso... hace rato que no veo a mi madre.
Debe seguir buscando el fondo del trago que le serviste la semana pasada.
Debe estar bien entonces. Bueno, ya en serio ¿Crees que algún día lo encuentre?
¿El fondo del vaso?
El amor de mi vida.
¡Ah! Eso… pues supongo que algún día. Ahí está la niña moteadita de la tienda. Parece que no le eres muy desagradable. También está Poe.
Yo hablo de la mujer en mis sueños.
¡Ah! Eso... no, no lo creo ¿No estabas diciendo que ibas a desistir de esa puberta idea?
Está bien, bien, sólo lo haré una vez más y ya, por si de casualidad hoy aparece.
Te lo dije. Ni dejar de fumar fue tan difícil.
No. Dejarlo es fácil, no volverlo a tomar es lo que me esta costando trabajo.
Deberías salir a buscar al amor de tu vida, te detienes en la tienda, haces como que compras algo e invitas a salir a la niña moteadita.
Me encantan esas pecas rojas esparcidas en sus mejillas blancas, como manchas de sangre regadas sobre la nieve indiferente.
Me pregunto si tendrá pecas en el resto del cuerpo, en su trasero.
En eso, tocan a la puerta. Me incorporo de la cama sudada. Piso una sanguinolenta masa poliforme. La despego de la planta del pie y la observo detenidamente con asco ¿Qué es esto? ¡Ah! mi corazón volvió a salirse de su caja.

Tocan con insistencia.

-¿Qué pasó?
-¿Con quien hablas? -pregunta mi madre.
-¡Nadie! Estaba, estaba cantando.
-¡No me pareció que estuvieras cantando! Estas fumando en tu habitación ¿Verdad?, no me hagas entrar a ponerte en vergüenza delante de tu amigo ¿eh?
-Anda madre, ve a tu cuarto. Ahora te preparo un trago.


18 – IF GOD WILL SEND HIS ANGELS.

En algún lugar del tiempo, en algún momento sobre la tierra, ahora, se desarrolla una gran batalla en el cielo. En donde ángeles y demonios luchan del mismo bando contra una amenaza desconocida para el hombre. Lo sé porqué puedo verlos caer al pavimento y morir, a través de la ventana.

El llanto de los querubines es tan fuerte que aquí abajo se desata toda una tempestad. Tan fuerte que temo morir aplastado bajo el peso de la lluvia.

En este momento, la veo parada ahí, esperándome en la entrada de la cafetería, pero no puedo despegarme del asiento, algo mantiene mis piernas fijas al suelo y no puedo levantarlas. ¿Cuánto tiempo más esperara? seguramente, aprovechando que no puedo salir de aquí, llegará alguien más a encender su cigarro. Seguramente se encontrara a Poe, de ser así, ella creerá que es la persona con la que esta destinada a encontrarse ¡No puedo permitir eso! Sin embargo Poe, me sorprende la manera en que mira a su esposa, esperando que ella se lleve toda la tristeza que porta en sus entrañas. Ella, en cambio, no lo mira.

¿Alguna vez has visto a un ángel?

Dicen que al principio hubo una gran batalla a las puertas de paraíso, el Lucero de la Mañana, el favorito, guió a un gran ejército rebelde contra las fuerzas armadas de su padre, el Rey de los Cielos. Como cuenta la historia, las tropas de Dios triunfaron y por castigo se expulsó a los perdedores a una región conocida como el averno. Sin embargo, algunos de entre los fieles se indignaron ante el castigo que recibieron sus hermanos y fueron expulsados a la tierra a vagar entre los hombres hasta ser perdonados por su pecado. Dicen que son las personas más bellas que existen,  tan perfectas, que al verlas, no puedes parar de contemplarlas.

Miro su rostro: de sus ojos brotan serpentinas de colores, penas y dolores de mi infancia olvidada y vuelve a mí aquella sensación. Todo se detiene y me transporto a un lugar blanco, en donde caen del cielo pétalos de rosas que sueltan los querubines en honor a sus héroes caídos. Experimento oleadas de cálidos shocks eléctricos invadir mi cuerpo.

El amor de mi vida aún espera por mí bajo la lluvia, quiero ir en su búsqueda pero esta sensación... las motitas rojas me adormecen y desaparezco bajo una lluvia de luz blanca cuando veo sonreír a  la niña de ojos almendrados, que ahora se ha convertido en una mujer... muy hermosa.

-¿Alguna vez has visto a un ángel?

Tengo uno frente a mí.

Es bien sabido que el tiempo borra todas las heridas, que todos los sentimientos mueren pero algunos no desaparecen, sólo se esconden a tus ojos y regresan cuando menos lo esperas. Cuando venia en camino estaba nervioso, no sabia que sentiría después de tanto tiempo y cuando la vi no sentí nada, hasta que vi sus ojos.

Mientras la esperaba me convencí a mi mismo que después de años no me causaría ningún efecto, que había superado esa herida en mi adolescencia; algunas nunca cierran del todo.

-¿Alguna vez has visto a un ángel?
-No, nunca.
-Yo si. Una ocasión mientras me estaba bañando se apareció una figura luminosa, y se quedo ahí por mucho rato observándome y yo a él. Pensé en tener miedo pero desprendía una sensación que me llenó de calma y, después tuvimos sexo.
-¿Eh? ¿En serio?
-No. Pero pensé que esa seria una buena forma de llamar tu atención ¿Estas bien? Siento que me estas ignorando, si tienes  algo hacer nos podemos ver después.
-No, claro que no. Es que la lluvia me distrae.
-¿Te gusta la lluvia?
-Si claro.

Claro que me gusta, porque con la lluvia siempre viene esa posibilidad de encontrar al amor de mi vida. Debe estar ahí en éste momento preguntándose por qué no he llegado.
Reacciona taradito, deja de pensar en esa fantasía.
Sé que no es más que es eso, una absurda fantasía, pero cuando la encuentro en mis sueños es tan vivido y real que no entiendo que sólo es un sueño.
¡Ignórala! Mira a la mujer que tienes enfrente.
Tienes razón, tengo que olvidar ese estúpido espejismo y concentrarme en la niña pelirroja, en ella que esta aquí, en ella que es real y puedo sentirla.

-Si claro. La lluvia es algo muy hermoso para mí.
-Vaya has cambiado un poco, antes eras más del tipo niño correcto y ahora pareces un poeta retorcido
-Supongo que eso pasa con los años.

Pero en el fondo sigo siendo el mismo.

-Pues tú te ves igual, pero más hermosa de lo que ya eras.
-Tranquilo vaquero, recuerda que eres como un hermano para mí, o al menos lo fuiste.

¡Oh no!, su cara se llena de tristeza. Olvidé que tendría que enfrentar esto si la veía.

-Tranquilo vaquero, recuerda que eres como un hermano para mí, o al menos lo fuiste. Te escribí muchas veces. No podría creerte si dijeras que nunca recibiste ninguna ¿Por qué no respondiste?

He oído hablar sobre muchas cosas en mi vida, y entre otros, del amor verdadero. Siempre creí que hay alguien en el mundo destinado a estar contigo el resto de tu vida. Cuando la pelirroja se fue, lo más fácil para mi fue pensar que no era ella quien debía pasar el resto de su vida a mi lado y la verdad, es que tuve miedo. Miedo a jamás superarla, que el amor tocara mi puerta mil veces y que yo por seguir atado a ella, lo dejara pasar.

Pero esa,  la más firme de mis convicciones, sólo se vio reforzada cuando conocí a la dama en el olvido. No podía detenerme, simplemente no podía dejar de mirarla, era como la nicotina que necesitas para sentirte bien. Casi como una obsesión irrefrenable, una adición casi tan buena como al cigarro, irresistible. Te llena la cabeza de aire y te hincha el corazón. Simplemente no puedes parar o al menos yo no pude ponerle alto de la forma tan drástica que ella lo hizo, y con ello, la más valiosa de mis creencias, se vino abajo.

-No podría creerte si dijeras que nunca recibiste ninguna ¿Por qué no respondiste?

El eco de sus palabras resuena dentro de mi pecho, contengo un suspiro y le contesto una mentira para no lastimarla.

-Ya veo.

Responde agachando la cabeza

-Ya veo que sigues siendo igual de cobarde que antes.
-¡¿Qué?!
-Prefieres mentirme para no lastimarme y con tu mentira me lastimas más.

Es cierto, la verdad es que sólo sé mentir por egoísmo, no creo que la gente pueda mentir o hacer cualquier cosa sin ser egoísta.
Éste es el momento de ser valiente, mírala a los ojos y  dile la verdad.
Lo hago y vuelvo a mentir.
Eres una basura patética y cobarde.
No puedo evitarlo, únicamente ver su rostro me pone nervioso. Me siento expuesto y desolado.

-Es en serio, nuca recibí ninguna.

Parece que hoy mi boca sólo se abre para escupir mentiras.

-Ya no importa –responde consecuentemente. Lo hace para salir de una vez de la situación incomoda, ella también tiene miedo-
-¿Y qué has hecho?
-¿A partir de cuándo?
-De la última vez que te vi

¿Qué he hecho? Si lo pienso ¿Que he hecho en estos años? Volverme viejo, enamorarme, una carrera, trabajar, tener sexo, consumir drogas, enterrar a un viejo amigo, aprender a manejar, frustrarme y alegrarme por mil cosas; conocer a Poe y lo más importante de todo: encontrarme entre sueños, bajo una densa capa de niebla. Pero ¿Qué de todo eso es en realidad algo? Sigo siendo un cobarde, aún vivo en casa de mi madre, estoy solo, no tengo auto, estoy desempleado, y con mis mentiras he lastimado a la niña pelirroja ¡¿Qué es lo que he hecho?!

-¿Y qué has hecho?
-La verdad, no mucho.
-¿Nada interesante?
-Mi vida suele ser aburrida ¿Y tú?

Y sin embargo está ese sueño constante, esa figura misteriosa que alegóricamente evoca dolorosas imágenes de mi memoria, a la vez que aviva una pequeña brasa de esperanza en mi interior que dispersa la niebla y, por algún tiempo, tuve la certeza de que era real de algún modo. Que nos encontraríamos tal y como lo he visto tantas veces, pero me he cansado de buscarla.

-Y por eso es que regresé.

Me da la impresión de haberme distraído.

-¿En serio? ¡Que bien!
-No me estas escuchando, anda ya dime ¿En quién piensas?
-En nadie.
-Se me hace que tú también estas enamorado.

No es amor, sé que no es amor porque ya no lloro por las noches.
Pero al menos ya sabes que ella si lo está.

-En serio que no, o no sé, conocí a una tipa muy bonita el otro día, pero no estoy muy seguro.
-¡Eso es muy bueno!

A pesar de serlo, en este momento siento sin temor a confundirme, que a quien quiero es a la Pelirroja, la quiero a pesar de mis sueños. ¿De que padezco? ¿De soledad? La niña de las Motitas Rojas o ¿Es nostalgia? La niña pelirroja. O peor aún ¿Me aferró al recuerdo de un ángel muerto? O lo que más temo, que es temer, a volver a enamorarme.

-¿Lo crees?
-Si, es muy bonito estar enamorado.
-Lo es.
-Si, pero también es duro...

Ya viene la espiga al trigo, no todo podía ser perfecto. Mientras me cuenta alguna otra historia a la que no pongo atención, noto a través de la ventana que la lluvia ha pasado. La mujer de mis sueños se ha ido, y en camillas por los demonios terrenales, son recogidos los ángeles heridos, que en oscuras ambulancias son llevados a sus lúgubres dominios.

No me reuní con aquella que me espera por quedarme aquí con la Pelirroja pero ¿qué importa?  Ella hubiera hecho lo mismo de estar en mi situación. Se hubiese quedado con su propio ángel caído de las navidades pasadas. Ese pensamiento me lleva a otro, y es que yo tengo cuatro ángeles, el de las navidades pasadas, el de mis sueños, el ángel muerto y tal vez, la bella niña moteadita, sea mi ángel salvador y  yo, el de ella.


19- ANSIAS LITÚRGICAS EN VOMITO LIRICO DE FIBRAS TEXTILES

            Hace cinco minutos:

            Debo ser muy idiota. La mujer de Poe no deja de pedir golosinas, que el chocolate, que las barras de dulce, la granola, el jamón glaseado. Parece un hoyo negro, y no deja de traerle cosas. Ya bastante malo es que viniera con su falda de ballet como para que además se esté parando cada dos minutos. Ahí viene, con un litro de refresco de naranja y dos kilos de nachos con chocolate.

-Permiso, permiso… -va pidiendo mientras se abre paso por las butacas, molestando a la gente sobre las que caen chorros de queso y refresco.

-Hazte a un lado –me dice restregando su tutú rosa en mi cara.
Finalmente se sienta, le pasa la basura alimenticia a su mujer y se acomoda.

-¡Te dije que con doble chocolate! – reclama Polly aventándole la charola encima. –Anda, ve a que te lo rellenen.

-No tenías que traer a tu vieja –le reclamo en un murmullo.

-¡¿Qué?! No iba a venir al cine sólo contigo, eso es de putos.

¡Con mil cuernos! ¡¿Cómo terminé metido en esto?

            Hace 18 horas:

No puedo dormir… vaya, ni siquiera lo he intentado porque sé que fallaré. Tan sólo cierre los ojos… apenas deje caer los parpados, lo veré ahí con su smoking elegante de sombras extendiendo  una charola de plata con una variedad de drogas esnifables multicolericas y salvajes en tonalidades de agresión verborreica similares a los agrios suspiros de un muerto virgen que pasa de los 40.

Se reirá de mí, aunque contendrá la carcajada en una sutil sonrisa diabólica, se reirá de mí. No se necesita ser un pletórico genio platónico azul cargando una caja de ponzoñosas manzanas verduricas  para saber que fallaré. Porque eso es lo que hago: yo trato; yo fallo.

            ¡Maldito conejo! ¿Porque eres conejo si eres hijo de perra?

            Badum, badum suena el tambor sin poder dormir, y el sol no tardará en salir… badum, badum se acerca cabalgoso el redoble de tambor.

            La oscilosa luna circunferencial asustada se encuentra por el ángel sin alas que tirado se rasca la panza y no puede dormir. Gritan los lobos y las azucenas en el oído de fatídicas tuberías inflamatorias que inyectan veneno en la sangre que corre por debajo del agua del fondo del mar a la vez que la luna agazapada se esconde tras el manto agujerado de la noche explayada sobre las montañas a las que inquietas les tiemblan las piernas mientras corren de aquí para allá sabiendo que el ángel caído de la cama perderá la paciencia por no poder dormir. Mientras mi hígado transilvergado por piruvicas caídas fluviales baila y canturrea en su tina de baño encebollada con cebada hepática de orígenes prehispánicos. 

            Y el astuto conejo mordaz sigue esperando que trate levantando el auricular, que el sueño me venza para que con su larga bandeja de polvos mágicos de cuento infantil me provoque esa alergia que no me deja dormir. Bostezo y suspiromaniacos incendian de allá para aquí y de aquí para allá tomando tragos, y canciones de las viejas, van saltando entre las flamerás salamandrinas ocultas por todo el lugar.

¡Esperen, esperen! –les digo-, anden todos fuera de mi ombligo, que no tarda en reventar.

            Y si revienta, la muerte contenta y sus siseosas  serpentinas negras vendrán con su fiesta a este lugar.

Prematuras pirañas piratas con los ojos parchados planean hacerse a la mar, una enorme morsa con sombrero, los escolta.

-¿Cómo carajo llegué a este lugar?

            ¡No! ¡No! ¡No! ¡Me he quedado dormido! El conejo maldito bandido en el mundo real, con sus botones en los ojos ha usurpado mi lugar.

            Entonces tres chispeantes cachorros se asoman salpicando fuego, y me van empujado diciendo: -¡vete, vete, vete, hasta luego! En este lugar no es seguro estar-. Y tropezando tropiezo. Y cayendo caigo de pie y me levanto. Me rompo una pierna pero me levanto.

Esto me esta desquiciando.

            Y el moustro que llevo dormido no tardará en despertar perseguido por flamantes irrumaciones robóticas y repetitivas; reiteradamente señaladas, irrevocables, irreversibles, irrenovables, irrespetuosas e irresponsables.

            Relámpagos resplandecientes jalando de un cordón abren el telón, y en el centro me encuentro un maniquí femenino con una charola dorada sobre la cual sostiene un titilante teléfono rojo. En la otra mano sostiene una tetera de la cual la mención obligada en esta puñetera jalada bebe té.

Entonces levantando la ceja el Sombrero Loco me dice:-¿Alicia? ¡Pero mírate como has crecido! ¡Te ha salido pelo por todo el cuerpo!

            Me lleva la verga… otra vez confundí la absenta con el té de menta.

            Pataleando despierto pegando un pinche puto gemido particularmente homosexual. Osease desperté gritando como señorita.

            -¡Haaaaay, córtenle la cabeza!
            Ya, ya bájale a tu escándalo. No me has dejado dormir en toda la noche.
            ¿He? ¿Tú duermes?
            ¿Qué esperabas, que te velara el sueño?
            No… bueno… soñé algo…
            Déjame adivinar: era un hermoso día nublado.
            No, no… soñé algo totalmente diferente.
            ¿En serio?
            Si carajo… había un teléfono, una figura femenina… y el teléfono era rojo. ¿Qué puede significar?
            Que Satán va a venir por ti, o que invites a salir a la Pelirroja.
¿Tú crees?
            ¡¿Yo que sé?! No me interesa tu vida… ¿y que harás?

            Voy a la sala. El teléfono de casa es gris. Me parece recordar que alguna vez fue blanco pero ahora es gris. Descuelgo y marco. Da tono de llamada y miedo.  Lo siento tan impersonal que más bien siento que estoy fingiendo. Me tiembla el corazón.

            -¡hola! –contesta la Pelirroja. Me tiemblan las piernas.
            -Hola… oye, ¿quieres salir hoy, vamos al cine o algo? – me tiembla la voz.
            - ¡No puedo! Voy a salir con Elf. –La temblórina se detiene. Me siento tieso, seco, quebrado.
            -¿Elf? -¿qué demonios es un Elf?
            -¡Si, el chico del que te hablé! Pero ¿Por qué no sales con la chava de la tienda? Ya sabes, la de la pecas en la cara. Apuesto a que se la pasan bien.

            Ahora:

            ¿Y como fue que terminaste metido en esto?

            -Permiso, permiso – va pidiendo Poe que regresa a la dulcería con su coqueta faldita rosa llena de queso y naranja.

            Déjame en paz ¿quieres? Maldito producto de mi imaginación.


20 – THE COWBOY SONG.

Deséame suerte.

Salgo del cuarto, atravieso la casa, la TV esta encendida; parece que están pasando una vieja película de vaqueros; esquivo los disparos que cruzan la habitación. Irradiando profundas ondas en ella, dan en las paredes y en los muebles de la sala. Uno alcanza el florero favorito de mi madre, a la que escucho hablando por teléfono. Llego a la puerta, tomo la perilla al mismo tiempo que el florero hecho trozos toca el suelo. Me doy cuenta de que la grabadora también esta encendida; hay una canción sonando, la melodía se me revela a un agudo, pero meloso silbido abandonado en el desierto. El estribillo dice: “are you ready cowboy?”

Cruzo la puerta cerrándola a mi espalda; frente a mi se abre un vasto mundo estéril y seco en tonos ocre; los edificios me parecen lejanas montañas de roca caliza y las calles caminos y veredas de arena.

Doy un paso para recorrer el  mismo camino que recorro a diario que siempre tiende a ser distinto. Paso por estrecho callejón entre peñascos. Escucho el cercano aullido de un coyote y salgo a una amplia llanura donde una gran manada de bisontes busca un poco de pastura entre la tierra ardiente.

Camino prudentemente entre los animales, hasta encontrar la razón que los mantiene en el desierto: Un oasis. Me sumerjo hasta las rodillas, alivio el calor mojándome el rostro y alivio un poco mi soledad sonriendo a la niña de las motitas rojas.

-¡Hola! -me saluda la niña moteadita
-Hola -respondo tratando de ocultar mi nerviosismo.
-¡Que milagrazo! ¿Qué te trae por aquí? –dice sonriéndome la niña moteadita.

Esta es tu oportunidad, no lo eches a perder.

-Vine por un jugo.
-Ah... claro, ¿De qué sabor?

Uva, me gusta el de uva.

-Naranja por favor

Maldito idiota ¿Qué pasa contigo?

Ahora comienza a sonar esa canción nuevamente. Ese agudo y dulce silbido, mientras repite incesantemente: “are you ready cowboy?”. ¿De donde proviene la música?; “are you ready cowboy?”

Parece surgir de mi cabeza y llegar a todas partes, inundándolo todo, transformando el oasis en un espejismo. “Are you ready cowboy?”

La música convierte mis palabras en armas y a ella… en el más bello de los bisontes, todos.

Su cabello es el más brillante y su carne parece la más dulce y suave. Lo observo absorto en mis pensamientos y me intimida su seguro caminar al acercarse.

“Are you ready cowboy?”

Apunta vaquero.

Mientras me cobra me regala una sonrisa de cortesía, de esas que te regalan las personas que no quieren parecer antipáticas.

Paciencia, posa suavemente el dedo en el gatillo. “Are you ready cowboy?”

Me detengo a admirar las pequeñas motitas rojas de su cara al momento de recibir mi cambio.  “Are you ready cowboy?”

Calma, ya lo has hecho antes. Presiona el gatillo con firmeza y dispara.“Are you ready cowboy?”  Yeah I am ready.

Jalo suavemente del gatillo con el dedo índice; mis dientes rechinan y una gota de timidez escurre por mi mejilla; “Tranquilo vaquero, recuerda que eres como un hermano para mí, o al menos lo fuiste”. Un golpe en el pecho, una oleada de calor eléctrico, una imagen de la niña pelirroja me distrae. Me precipito. El tiro sale al aire azuzando a los bisontes que emprenden la pavorosa huida en estampida, y entre la confusión, desaparece la niña de las motas rojas.

He errado mi único tiro.

La música se detiene. Un renovado silbido me alarma. Miro alrededor buscando el objeto que se aproxima, una bala perdida o, tal vez, un disparo revanchista que, apuntando a mi corazón, me golpea y falla, pero por poco. El inmenso dolor me postra. Llevo una mano al pecho herido y con la otra recojo un puñado de arena que arrojo al viento y lo maldigo. Ahí donde yazgo tendido, la tierra se vuelve mortecina y entre la podredumbre de mi alma, donde alguna vez estuvo aquella que sembrara la niña pelirroja, retoña una nueva flor sangrienta.


21 – TESTIMONIOS.

Crack, PCP, chochos, alcohol, marihuana, pastas, ácidos, ninguna me funciona. Poe se equivocó en eso. Ninguna calma mi ansiedad como el tabaco. En cambio, estaba drogándome la otra tarde, como se ha vuelto la costumbre, cuando, revolcándome sobre las sabanas sucias, percibí un lejano resplandor. Un hermoso resplandor esmeralda que, comenzando como un pequeño copo de nieve, creció hasta convertirse en un mar de profundidades insospechadas, de donde surgió una familia de amables delfines quienes parecían querer decirme algo con unos chillidos aberrantes; entonces una ola paso sobre ellos y sus chillidos se convirtieron en agónicos aullidos de miseria. Uno a uno fueron guardando mudez, hasta que el ultimo, emitió un final grito de dolor antes de ahogarse en el silencio.

Observé atónito como de entre el oleaje aparecían calcinados los restos de los simpáticos animales.

Aquí es donde noto algo muy curioso.

El techo esta en llamas. El fuego me acaricia el rostro con sus viperinas lenguas verdes. El sólo pensar en el olor de mi carne quemada, al ver acercarse la flama, me aterra. Pero el contacto es frío, tanto que me quema de todas formas. Y grito. Grito a grito mi piel se desvanece desnudando mis entrañas. El frío me retuerce. Entonces, mientras trato desesperadamente de morir de una vez, me sorprende una peculiar sensación en la barriga, llevo mis manos podridas al estomago y me sorprende sentir dentro de el, un peculiar movimiento, como algo que, buscando refugiarse de las flamas heladas, escarbara dentro de mi. Tomo un puñado de eso y poniéndolo al alcance de mis ojos descubro, fascinado, que lo que me provoca esa peculiar sensación de movimiento, no son nada más que gusanos.

Aquí es donde el dolor bloquea mi cerebro y caigo desmayado.

Al fondo y a lo lejos comienzo a escuchar el trinar de aves en mi ventana mientras un rayo de luz se cuela entre mis párpados; a veces siento, al despertar, que el sueño es la realidad.

Pues yo creo que deberías dejas el cigarro.
¿Eso que tiene que ver con esto?
Nada, pero se te están poniendo los dientes amarillos y odio eso.
Si, supongo que a nadie le agrada ver sonreír a alguien de dientes amarillos.
Eso no importa mucho realmente si piensas a cuantas personas vas a sonreírles.
Solo a una.
Si es que la encuentras, y si sigues aferrado a esa idea, nunca la vas a encontrar.
¡Claro que si! Mira, en el principio, el mundo estaba poblado de seres que...
Ya me sé esa historia.
¿Lo ves? es tan simple, es una cosa llamada destino.
Es una cosa llamada absurdo.
No, es una cosa llamada amor verdadero.
Claro, el amor verdadero existe, pero no de la manera en que tú lo predicas. El amor verdadero existe en cada sonrisa, en cada mirada y en cada mentira que te digas a ti mismo cuando estas con alguien, no importa quien. Puedes enamorarte profunda y verdaderamente de diez personas distintas al día.
Eso no puede pasar.
Bueno, tal vez exagero, pero podemos tratar. Al final, el amor verdadero es tuyo y radica en ti. Por que bien puedes hallar al amor de tu vida en alguien y esa persona en ti, como puedes hallar al amor de tu vida en alguien y esa persona el alguien más que no seas tú.
Entonces no era amor verdadero.
Es que verdaderamente no existe una cosa llamada así.

Cuando era niño soñé con un profundo mar esmeralda, y cada gota de ese mar, a los ojos humanos era idéntica, pero mortales al fin, no podían verlo con el detalle con que lo vieron los dioses que los crearon, y para ellos cada gota era única y distinta de las otras. Entonces tomaron aquel mar para darles almas a los hombres, cogieron cada una de las gotas y las separaron en idénticos iguales colocando cada mitad en cuerpos diferentes. Por eso, los seres humanos pasamos la vida buscando nuestro idéntico igual, la otra mitad de esa gota esmeralda. Y cuando al fin la encontremos, podremos fusionarnos para regresar a aquel mar del que venimos.
He escuchado ese cuento por años.
¿Y aun no lo comprendes?
El que no lo comprende, eres tú; primero creíste que seria la niña de ojos almendrados.
Por algún lado tenia que empezar a buscar.
Luego pensaste que seria la mujer girasol.
En verdad creí que era ella.
¡Si! y ahora es peor, porque estas enamorado de un sueño. ¿Qué más evidencia necesitas para convencerte?

PRIMER TESTIMONIO: El Amor Verdadero es Un Consuelo.

¿Qué pasó con Poe? ¿No se enamoró del amor verdadero y dejo todo lo que tenia por venir a buscar a una mujer que no tenía lugar para él en su vida?
Si, pero, tuvo que pasar todo eso para hallar a su idéntico igual; ahora tiene a Polly.
¿La mujer que amenaza con abandonarlo todo el tiempo? ¡Es un consuelo!

SEGUNDO TESTIMONIO: El Amor y La Suerte.

Me sirvo un par de tragos mientras camino ansioso de un lado a otro, finalmente me siento junto a un muchacho. Se ve tenso, tiene un montecito de cajetillas vacías y otro de latas de cerveza vacías a los costados.

-¿Cómo te llamas?
-¿Yo? -pregunta inseguro-. Aquí me dicen Gato Viejo y, pues allá también.
-¿Desde cuando conoces a Poe?
-¿Yo? -repite inseguro-, desde chavito.
-Pues si te ves chavo, ¿Qué edad tienes?
-¿Yo?

Inseguro, inseguro ¡inseguro!

-Tengo veinticuatro.
-Bueno y ¿Por qué estás aquí?
-¿Yo?

Si tú, imbecil ¿Qué sucede contigo? Maldita sea.

-Si, tú.
-Pues por Poe. Él nos encuentra a todos y nos reúne a su alrededor. Nos salva, nos toma de la mano cuando estamos apunto de caer. Ese tipo… es un ángel.

Volteé a ver a Poe, que continuaba dando palabras de ánimo a Máxima entre sus brazos. Me devolvió la mirada y se me revelaron un par de alas blancas en su espalda. Besó tiernamente la frente de Maxi, cambió la dirección de su mirada, yo la seguí con la mía y las dos se encontraron sobre el oscuro ángel caído que, percatándose de nuestro escudriño, cerró sus negras alas a la vez que daba un profundo trago a su cerveza. Tengo que dejar las drogas.

-Él nos encuentra, te digo, aquí estamos todos los que poco a poco, no hemos ido quedando solos -terminó de decirme Gato Viejo.

Sus palabras sólo refuerzan mi idea de que las fiestas de Poe, son más un grupo de ayuda tipo alcohólicos anónimos.

Miré a Gato Viejo esperando que comenzara a preguntar sobre mi vida, pero en vez, se quedó ahí paralizado con una lata en la mano y la mirada en el suelo. Me sentí eludido e incomodo, entonces recordé las palabras del Vato Pirado y hablé: -¿Por qué dices eso? ¿Qué fue lo que te pasó a ti?

-¿A mi?
-Si, a ti.
-Yo, pues yo –se detuvo un instante, suspiró y recargando su peso en el respaldo del sillón, continuó-. Yo, conocí a mi esposa en la secundaria, 14 años tenia yo, si, y pues me enamoré de ella... llevamos diez años juntos.
¿Que haces aquí entonces?
-Me la robé de su casa.
-¡¿A los 14 años?!

¿Te das cuenta? si existe. Diez años juntos, por qué se enamoro de ella en la secundaria, el amor verdadero se da en cualquier momento, pero sólo una vez en la vida y cuando sucede no importa el mundo alrededor.

-Si. Nos casamos. Dejamos la escuela y empecé a trabajar. Trabajé en unos pozos petroleros; me ausentaba de casa por varios meses me iba yo a trabajar. Una vez me fui por seis, volví  yo a casa, y me recibió con la sorpresa: Estaba embarazada.  Ahí se jodio todo.
-Pero, ¿Pero por qué? Si tú la amabas.
-Todavía.
-¿Cuál es el problema entonces?
-Cuando volví, ella apenas tenia tres meses de embarazo.
-¡Ah! coño... ¿Y qué pasó?
-Nada, no tuve valor para reclamarle. Vino el hijo, una niña; acaba de cumplir nueve años -decía a la vez que me mostraba una foto en su cartera y comenzaba a experimentar una serie de espasmos de rabia-. Es una nena encantadora, la quiero como a mi hija ¡Es mi hija! Yo la crié, le he dado todo, sin embargo, veo sus ojos y veo los ojos de su padre, su sonrisa y veo la sonrisa del bastardo, la oigo reír y escucho la risa burlona del maldito al que se entregó mi esposa. Miro a mi mujer ¡Y la imagino revolcándose con el primero que toque a la puerta en mis ausencias!, huelo el sudor de otros brazos cada que la tengo en los míos. La beso ¡Y saboreo su traición!

Se detuvo.

-¿Por qué no la dejaste?
-No sé muy bien. Porque temía que mi familia supiera que la persona por la que dejé todo es una puta; porque no quise oír a mis padres diciendo: “te lo dije”. Porque a pesar de todo, la amo… o, por la niña. No existe cosa en el mundo que desee más que tener un hijo de esa mujer, pero en el parto tuvo una serie de complicaciones, no podrá darme más hijos que esa pequeña bastarda.

Detuvo su relato y por primera vez en toda la charla, volteó a verme.

-¿Qué hay de ti, por qué estas aquí?
-Porque me enamore y un día, se acabo.
-Tuviste suerte.
-Que mal concepto tienes de la suerte.
-A ver dime ¿Aún recuerdas el olor de su cabello?
-Si.
-¿El sabor de sus labios?
-Pues si.
-Sólo imagina que ahora saben al semen de tu peor enemigo, y comenzaras a vislumbrar lo que yo siento. Llevo diez años trabajando para mantener a la hija de otro hombre, diez años saboreando el semen de otro hombre en los labios de mi esposa. Diez años oliéndolo en su cabello. ¡¿Sabes cual es el verdadero problema en todo esto?!
-No.
-Estoy enamorado. Tuviste suerte.

TERCER TESTIMONIO: El Amor y Soledad.

Seguía pensando en Polly, Poe y Adam. Me preguntaba varias cosas al respecto y deducía mil conjeturas cuando, recogiendo un pedazo de pizza del piso, escuché la conversación que mantenían dos de los invitados. Uno, el primero, que era moreno de baja estatura, pero bien parecido, con una mirada triste, le decía al segundo, al que todos llamaban Bicho, aunque nunca supe por que  – Mi  mujer esta en engorda.

-¿Qué esperas para ponerla a dieta?
-No, es que, mi mujer esta en engorda de nueve meses.
-¡Ah! ¿Qué esperas para ponerla a dieta?
-No se puede idiota, esta embarazada.
-¡Ah! ¿Otra vez? ¿Qué esperas para desembarazarla?
-No, esta vez no. Bueno, aún no es seguro, lo que pasa es que tiene un retraso de dos meses.
-¡Ah! Entonces cuando llegue a los seis podrás comenzar a preocuparte.
-No, no, no, si esta en cinta esta vez lo vamos a tener, ya cometimos el error dos veces antes, esta vez no.
-¿Cuál error? A ver wey, ¿Qué edad tienes?
-Diecinueve.
-¿Qué estudios tienes?
-Acabo de entrar a la prepa.
-¡¿Ya vez?! Tu vida está  bastante mal como para empeorarla.
-No, eso no importa, yo trabajo y Soledad también puede trabajar.
-Trabajas en el negocio de tu padre imbécil, y ella ya tiene dos hijas ¿Te vas a poner a trabajar para mantenerlas?
-Si, eso no, no importa. Las niñas ya me dicen papá.
-Claro, supongo que ganas suficiente como para darles de comer, darles estudios, casa, ropa y detalles como esos.
-No, pero eso se arregla.
-¿Y tu vicio?
-Ya no voy a tomar.
-Le debes dinero a todo el mundo por el alcohol.
-Si por eso es que te digo que ya lo voy a dejar. Mira, mira, todo eso no importa, lo que importa es que ella y yo podamos estar juntos, realizarnos como pareja. Ella me ha dado un amor muy sincero, muy sincero. Porque mira, cuando yo tenia la herencia de mi padre, tú sabes que yo tenia varo.
-No mucho pero si.
-Pues si, yo tenía dinero, vivía con mi padre y no me faltaba nada. Tuve una novia, Alegra se llamaba o se llama, quién sabe, pero ¡Guapísima! no creo haber tenido alguna chava tan guapa como aquella y yo, yo la quería un chingo, pero así, así, ¡un chingo! Te juro que yo estaba así, así...

Cada vez que decía, “así”, abría los brazos como aleteando. No más ángeles por favor, no más, pensaba yo con la rebanada de pizza en la mano.

-Bien clavado con esa niña. Así que al taradote de tu amigo, en una de sus pendejadas, se me ocurre decirle: “¿Y si te robo?” y ella me dijo: “Pues vamonos”,  entonces yo me sentí presionado por la herencia, por mi padre, por el trabajo.
-Hiciste bien.
-¿Cómo que bien? Fui un idiota.
-Ni tanto. Hubo un tiempo en que yo no tuve nada más que el amor de alguien y sin nada que perder le dije: “¿Y si te robo?”, y ella, se sintió presionada por sus padres, por la sociedad y demás cosas, le pesaron más sus comodidades que el amor que decía tener por mi, pero ¿Sabes qué? Hizo bien.
-Cuando no tienes nada es cuando menos presionado te sientes a hacer las cosas ¿verdad?
O cuando lo tienes todo, tristemente ese no fue nuestro caso ¿Y que paso con ella?
-Ella… pues… llegó un tipo, chaparro, negro, feo y sin dinero y se la llevó.
-Al menos tuvo más valor que tú.
-Por eso te digo, que nada de eso importa. Soledad me ha demostrado que no le importa que me haya quedado sin dinero. Por que ella sabe que yo tenía una herencia. Ella me conoció cuando aún tenía billete. Y ella me ha dicho, me ha dicho: “Kurko, no me importa que no puedas ofrecerme nada mientras estés conmigo”, por eso te digo, ella me ha dado un amor, muy sincero, muy sincero. Mira, si yo me hubiera ido con mi ex novia, nunca te hubiera conocido a ti, ni a Poe, ni a Mandy, ni a nadie de ustedes; probablemente ya tendría un hijo y por eso te digo que Soledad me ha dado un amor muy sincero, muy puro. Una vez platicando, como ya hemos abortado dos veces, me dijo que si no podía darme hijos, me iba a dejar, por que ella quiere que yo me realice como padre. Aquí es donde yo debo decirle que eso no importa ¡Pero ni madre! ¡Si me importa! y si no puedo tener hijos con ella, la voy a dejar. Por eso, si viene el niño bienvenido.
-Dime ¿El hijo que vas a tener con Soledad, no hubieras preferirlo tenerlo con Alegra?

CUARTO TESTIMONIO: Aquí es donde despierto.

Soy un hombre de costumbres, todas ellas, malas. Perezosamente despego mi rostro de la babeada almohada, me paro frente al espejo. Me rasuro y fumo mientras hablamos.

¿Vas a salir?
¿Se nota?
No. Pero como sales todos los días, supongo que hoy también lo harás.
Voy a salir.
¿Y a dónde vamos?
Voy... al mismo lugar de siempre.
¿Hoy también?
Exacto.  Que perceptivo.
¡Oh! No es posible. ¿En verdad crees en todas esas estupideces románticas de tus sueños?
Soy un hombre muy supersticioso.
Mira, un hombre como tú, debe tener a una mujer como tú. Búscate a una fea, a una gorda, a una deforme ¡O a una ciega!

Voy a buscarme algo mejor – Digo mientras me pongo un pantalón blanco. Busco una camiseta bajo la cama. No esta aquí. Escupo sobre la alfombra, me levanto y busco en el baño, tengo sed, no, no hay tiempo; el día esta muy nublado, si no llego en el momento exacto, nunca la encontrare.  La he buscado por mucho tiempo, tal vez el problema es que siempre vuelvo a buscarla al mismo lugar. Entonces se me ocurre mirar en una cajonera – ¡Aquí está!– encuentro la camiseta bajo algunos cuantos temores de los que nunca me deshice.

Pantalón blanco, playera blanca, ¿Dónde diablos están mis tenis blancos? La ultima vez que los vi estaban en... ¡Ah! es cierto, nuca he tenido tenis blancos. No importa, me pongo los negros.

¿Cómo vas a combinar eso?

Buen punto. Tomo mi gabardina negra, me pongo unos lentes oscuros y me echo una última mirada en el espejo.

Mi tez blanca y mi largo cabellos oscuro, se combinan armónicamente con mi atuendo. Soy delgado, pero marcado, no soy atractivo, más disto mucho de ser feo; más bien me hallo... interesante. Admiro mis tatuajes ¿Tatuajes? No recuerdo haberme hecho tatuajes. No importa, se ven bien.

Deséame suerte.

Salgo del cuarto; atravieso la casa. La TV esta encendida. Parece que están pasando una vieja película de vaqueros. Escucho disparos. Escucho también a mi madre hablando por teléfono. Llego a la puerta y me doy cuenta de que la grabadora también esta encendida, hay una canción sonando,  y dice: “are you ready cowboy?”.

Cruzo la puerta cerrándola tras de mi. Al frente pasa un auto a gran velocidad, mi cabello y la gabardina ondean con el viento que levanta. Doy tres pasos y piso un charco.

Recorro el mismo camino que recorro a diario.

Paso por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña tienda en donde me detengo a comprar cigarros. Ya no fumo ¿Entonces a que me detengo?

Rápido, busca un pretexto.
¡Sed! Es cierto, tengo sed.

Entro a comprar un jugo.

-¡Hola! -me saluda la niña de las motitas rojas.
-Hola... -respondo tratando de ocultar mi nerviosismo.
-¡Que milagrazo! ¿Qué te trae por aquí? –dice sonriéndome la niña moteadita.

Esta es tu oportunidad, no lo eches a perder.

-Vine por un jugo.

Inseguro, inseguro ¡inseguro!

-Ah... Claro, ¿De qué sabor?

Uva, me gusta el de uva.

-Naranja por favor.

Maldito idiota ¿Qué pasa contigo?

Mientras me cobra me regala una sonrisa de cortesía, de esas que te regalan las personas que no quieren parecer antipáticas y, me detengo a admirar las pequeñas motitas rojas de su cara al momento de recibir mi cambio.

Rápido, piensa en algo inteligente que decir. Aún no estas perdido.

-Sé que me desaparecí unas semanas, pero aun me gustaría invitarte a conocer la ciudad.
-¡Ay! Que lindo -responde cerrando los ojos a la vez que menea la cabeza y sonríe. Esta vez es una sonrisa genuina, de esas que te brincan a la cara y a golpes, te obligan a sonreír.

Me encanta, es bella, es linda, es agradable. En este momento no sé que hago, si renuncio a la búsqueda del amor verdadero o en vez, le estoy dando una oportunidad.

-Me encantaría.

El mirarla, el oír su voz, me provoca una fuerte presión en el pecho. Siento que se avecina un ataque luminoso, una oleada de shocks eléctricos.

-Eres muy lindo, pero ya estoy saliendo con un chico y no creo que sea correcto. ¿Si me entiendes?

Me da la sensación de haber  soñado esto antes.

Un fragmento de historia que se repite. El amor verdadero no es algo agradable; te escupe a la cara dolorosos momentos de cuando tenías cinco años. Nuevamente siento aquella rosa en mis manos; la aprieto conteniendo mi rabia.

-Si. Claro. Éste… ¿Mi jugo?
-Lo tienes en la mano tonto.
-Ah… cierto, pues… este… permiso -doy media vuelta derrotado, entonces, estira su mano y me toma del hombro.
-¡Espera!

Mi corazón da un salto. Levanto el rostro y sonrió tímidamente.

-¡¿Si?!
-Quítate esos lentes ¿A quién quieres impresionar?

22 – LA FABULA DE LA PRINCESA POLIMORFA.

“Princesa polimorfa, creadora de ilusiones, bella flor entre los dioses.
Amante de la muerte, madre de mis miedos,
que me besas, que me abrazas, mientras lloro entre tus dedos”.

- Tu caso es como el de la Princesa Poliforma –me decía Poe, mientras hurgando dentro de un cajón buscaba una peluca rosa.
- ¿Poliforma?
- Si. Poliforma.
- Querrás decir polimorfa.
- Poliforma. Que posee muchas formas.
- Eso, se dice polimorfa.
- La idea es esa –agregó paseándose de un lado a otro de la habitación. Sacó una minifalda y unas zapatillas color rosa pastel del closet.
- Y ¿qué opina tu esposa de que uses su ropa?
- ¿Esto? –respondió entallándose la falda-. Es mío. Pero no quieras evadir la conversación, tu caso es como el de la Princesa de muchas formas.
- No la conozco.
- ¿No? Esa princesa de los bosques, que tenia la habilidad de tomar la imagen de lo que se le antojase y eso ¿No la conoces?
- Ya dije que no.
- Bueno, esta hada princesa del bosque estaba enamorada de un príncipe o algún sujeto así ¿Me pasas las medias?
- ¿Las rosas?
- ¿Qué crees que soy? ¿Una prostituta o algo así? No, dame las negras. Pero como en toda buena historia éste wey, estaba enamorado de alguien más. No sé, alguna otra princesa, un hada o un travesti de la quinta avenida.
- Te sientes con suerte.
- No jodas. Así que la princesa poliforma.
- Polimorfa.
- Ella, así que ella, se transformaba en un montón de cosas para llamar su atención; en un arcoiris, cuando él estaba con el travestido contemplando el atardecer bajo un árbol, o en un majestuoso cisne blanco, cuando estaban nadando en el lago, o en roció matinal, para refrescarlo del caluroso amanecer, o en una mariposa reina cuando el príncipe besaba a su amante bajo la luna y cosas de esas ¿Cómo me veo? –preguntó.

Zapatillas rosas, medias negras, minifalda rosa, me encanta su chamarra de cuero, la peluca...

- Te falta lápiz labial.
- Eso es para homosexuales.
- Siendo así, te ves bien.
- Gracias. Finalmente un día, el Príncipe fue en búsqueda de la flor más rara y bella del reino: una rosa blanca. La buscó en todo el país, a través de bosques brumosos y estepas desiertas, cruzó las fronteras del reino sin encontrar nada. Entonces derrotado, volvió a su castillo y la princesa polimorfa al verlo, tomó la forma de la más grande y bella rosa blanca que jamás se viese. Pensando que de esa manera, finalmente él se fijaría en ella. Así fue. Admirado tomó la flor y, cortándola por el tallo, se la obsequió a su amante. La Princesa Polimorfa, se quedó sola y herida.
- Te encantan los finales felices.
- Aguanta, aun no término. La Polimorfa se quedó ahí, con la forma de un tallo roto durante largo tiempo, pensando en que nadie podría amarla, llegó el otoño, pasó el invierno y así, finalmente, con el primer amanecer de la primavera, retoñó, nuevamente, la hermosa rosa blanca. Delgada, suave, fresca, ¡bella! y aconteció entonces, que pasaba por ahí, un joven príncipe, al que llamaremos, el Príncipe del Guisante.
- ¿Por qué del guisante?
- Porque me encantan los finales felices. Pasaba entonces, como distraído, el Príncipe del Guisante, cuando el dulce aroma de la rosa llamó su atención y al ver lo hermosa que era la diosa polimorfa, se enamoró de ella. Y fin.
- ¡¿Quieres decir que soy como una delicada flor al viento, a la espera de mi princesa?!
- No. Más bien quiero decir, que eres como una lagartija a la que le cortaron la cola. Así que, si te interesa ¿Cómo le dices?
- La niña de las motitas rojas.
- Si te interesa, es porque ya te creció la cola. Alégrate por eso, ¡¿Qué importa si sale con alguien más?! Nunca dijo que fuera su novio, no estas fuera del juego. No pierdas el animo, olvídate de esperar princesas, mejor, vamos a jotear un rato, es más divertido.
- No gracias, debo llevarle sus cervezas a mi madre, ya ha de estar desesperada.
- Una pena. La moraleja es, los sentimientos, son como los brazos y las piernas, si te los cortan, vuelven a crecer. Y si no es cierto, debería serlo.


23 – ALL ABOUT ADAM

Fui al mirador la otra tarde, fue realmente bello. Un atardecer como el que pocas veces uno se toma la molestia de atender, simplemente bello. Estaba en lo mío, tonteando un poco en mis pensamientos, respirando el aire puro, cuando escucho violincillos en los callejones, flautas en las azoteas donde los amantes furtivos se esconden de sus padres.

Siento un extraño palpitar de corazón bajo el pecho, como si el sol brillara sólo para iluminarme, sólo para calentar mi rostro, y el viento soplase sólo para acariciarme. Extiendo las alas y, cuando estoy a punto de brincar, a un último paso de dejarme caer y aletear sobre la ciudad, me da miedo.

Ahí donde las parejas se abrazan y se besan, donde voy a consolarme con la felicidad ajena, ahí, por tonta casualidad encuentro entre los amantes a la culpable de mis últimos suspiros: A la mujer que le arrebató la mitad de la belleza al mundo. ¡Oh! los violincillos ¡Oh! las flautas y los tambores ¡Oh! el musical canto de las mariposas. Entonces teniéndola a diez pasos de mí frente a las bellas montañas, bajo las alegres gaviotas, la encontré inalcanzable lejana y ausente, casi intangible como las fotografías ¡Tan majestuosa me pareció entonces!

MÁXIMA: Es un estúpido patán engreído, lo único que le interesa es meterse entre tus sabanas una noche y finito, ni siquiera se queda al desayuno ¡Ah! Y no esperes recibir una llamada, porque no pasará. ¡Pero lo hace con tanta clase! ¡Y tiene tanto carisma! Que no importa cuantas veces lo haga, una siempre quiere más de él.
FLOR: ¡Guau! A ese hombre le sobran como tres metros de... personalidad...
LA RATA: ¡Que buen sexo!
POLLY: Es un sueño, voy a huir con él.
HAMTARA: Terminé con mi novio nomás para andar con él y nunca volvió a llamar. No importa, sé donde vive.
LONDON: Mitad caballero, mitad trovador y embustero, todo un encanto.
EL ECO: Ese loco. Mi novia no quería aflojar conmigo, pero con ese wey no encontraba momento para dejar de embarrársele
MANDY: Escuché que se tiró a su propia prima. ¿Te imaginas? ¡Que envidia!
EL VATO PIRADO: Si tú deseas algo, siempre habrá alguien que también lo desee.
BICHO: Sólo se que trabaja en una fabrica de hielo.
KURKO: Es el tipo más carismático que conozco, mi mujer lleva meses insistiendo en que lo invite a cenar a la casa. Nada más lo vio una vez de lejos, y él, estaba vomitando, hasta para eso tiene estilo.
CAMELLO: A mi no me da confianza, si tira buen coto y todo, pero da la impresión de que siempre te esta estudiando, como para saber de que lado cojeas.
POE: – Olvídala.
-¿Pero por qué? Tú mismo dijiste que no me diera por vencido, igual, sólo estaban dando un paseo, aún no estoy fuera del juego.
-No es por hacerte menos, pero para que le bajes una mujer a él... ¡Olvídala
-¡No manches! El cabrón no está tan rostro ¿Qué tiene el que yo no?
-Este... por orden alfabético: Autoestima, carácter, carisma, cuerpo atlético, estilo, gracia, personalidad... ¡Ah! Y un empleo.
-¿En una fabrica de hielo?
-Es como ir al gimnasio ¡Y le pagan!
-¿Qué más?
-Olvídala, honestamente es mucho para ti
-No lo entiendes ¿verdad? Ella realmente me interesa. Por lo que sé de ese tipo, no creo que a él le importe ella.
-Tienes razón, ahí esta ¡Mejor espera a que la deje!
-¡¿Cómo, esperas que permita que ese imbécil la utilice como un… un vil objeto?!
-Mira, la usará como a se le antoje ¿Y sabes por qué? Porque puede. Adam no es cualquier ligador, si existiera una ciencia que estudiase el harte del cortejo, él seria el creador de la metodología.
-Si el puede aplicar una metodología yo también, sólo tienes que enseñarme.
-¿Yo?
-Claro, tú lo sabes todo ¡¿No?!
-Imbécil. Mira, sólo hay una persona que puede enseñarte lo más aproximado al método para cortejar: El Oscuro Ángel Caído.
-¡¿Él?! Pero si no puede ligarse a una prostituta ni ofreciéndole dinero.
-Le falta actitud, pero si pretendes competir con Adam, sólo él puede prepararte para que des pelea, porque hasta eso, no creo que le ganes la niña a Adam. El Ángel Caído es el segundo mejor en el arte del cortejo.
-¿Y quien es el mejor?
-Adam.

N) EL OSCURO ANGEL CAIDO.

-¿Así que quieres bajarle la novia a Adam?
-Si... algo como eso.
-Mi consejo es...
-¿Si? ¿Si?
-Olvídala.

Fui al mirador la otra tarde, fue realmente doloroso. Un atardecer como pocas veces doloroso. Estaba en lo mío, tonteando un poco en mis pensamientos, respirando el aire contaminado, cuando escucho violincillos en los callejones, flautas en las azoteas donde los amantes furtivos dan libertad a su depravada lujuria a escondidas de sus padres. Siento una aguda punzada en el corazón bajo el pecho; como si el sol brillara sólo para lastimarme, solo para abofetear mi rostro, y el viento soplase sólo para molestarme. Extiendo las alas y, cuando estoy a punto de brincar, a un sólo paso de dejarme caer a la oscuridad, me da miedo.

Ahí donde las parejas se abrazan y se besan, donde voy a consolarme con la felicidad ajena; ahí, por tonta casualidad encuentro entre los amantes a la culpable de mis últimos suspiros; A la niña moteadita. ¡Oh! Los violincillos ¡Oh! Las flautas y los tambores ¡Oh! El musical canto de las abejas.  Entonces, teniéndola a diez pasos de mi, frente a las bellas montañas, bajo las indiferentes gaviotas, la encontré inalcanzable, lejana y ausente, casi intangible como las fotografías ¡Tan majestuosa me pareció entonces! porque a pesar de todo lo anterior, entre los brazos de ella… estaba Adam.


24 – TEORIA DEL METODO

Primero que nada –decía el Oscuro Ángel Caído- hay que establecer el fin último de las cosas, esto es, que es lo que buscas conseguir con lo que estas haciendo. Debemos tener cuidado de no confundirlo con nuestro objetivo. Éste, es aquello que queremos alcanzar; el fin ultimo de las cosas, es aquello que nos impulsa a alcanzarlo. Para establecerlo debes someterte a un análisis detallado, escudriñar dentro de ti mismo en los lugares más recónditos y olvidados de tu pensar y tu sentir; al punto en que éstas partes, que generalmente encontramos contradictorias dentro de nuestro fuero, actúen concordé una con la otra. Por ejemplo, tomemos el caso de un deportista, el sujeto en cuestión quiere ser campeón del mundo ¿Por qué? Por arrogancia claro; el ser coronado el campeón mundial, significa, aunque sea falso, que no hay nadie mejor que él en el campo que practica. Ahora, llevemos esta situación a nuestra cotidianidad: una señorita en su clase de preparatoria se pone celosa de la rubia de estrecha cintura que trae locos a todos los varones del lugar ¿Por qué? Simple, por envidia. Aunque lo niegue, aunque diga que para ella ese compartimiento es ofensivo para las féminas, dentro de si, desea ser ella la que se lleve los halagos y a los chicos. Eso es fácil de adivinar, uno siempre detesta lo que desea ser, pero no puede. ¿Quieres un ejemplo? Cuando un pueblo se levanta en armas y derroca al tirano; al tomar el poder, se convierten en lo mismo contra lo que lucharon. Es tan irónico, que hasta resulta trágico. La envidia, es siempre la forma más pura de admiración. Pero ahora que me he explicado, volvamos a establecer cual es el fin ultimo de nuestra causa, el objetivo desde luego, es la chica. Pero ¿Por qué lo haces?
-¿Por qué lo hago? pues porque me gusta la tipa
-¡Claro! Y que bueno que lo mencionas. El fin verdadero de situaciones como ésta, es desde luego el sexo; más allá de los sentimientos y los complejos razonamientos humanos, el fin último es el sexo. Es el llevar el instinto al placer, sólo para poder continuar la especie, sin embargo, no es a esto a lo que me refería, sino a establecer el porque de tu gusto hacia ella, más allá de la simple atracción. Restarle un poco de poder a ella en este momento y saber dentro de ti, por qué quieres tener una pareja; por simple y verdadera atracción, por soledad ó por costumbre.
-No entiendo.
-Es muy claro. Déjame tratar de explicarte. Si tu interés en ella fuese simple atracción, la verías pasar por la calle y dirías “En esa cola si me formo”, ó en su defecto “Que mujer más guapa” y seguirías tu camino. A esto entran otros factores, como el por qué te parece atractiva, pero ese asunto no nos importa. El segundo punto es cuando, como en tu caso, estás saliendo de una depresión post romance y ya tienes lugar en la cabeza para pensar en otras mujeres además de aquella, pero aun extrañas un par de brazos donde acurrucarte. En casos como estos, terminas enamorándote de la primera que se te ponga enfrente. En el tercer caso, pues, hay gente que se acostumbra tanto a estar con alguien, que cuando se queda solo, de inmediato busca un reemplazo aunque no tenga sentimientos hacia él. Así que dime entonces ¿cuál es tu fin último en este asunto?

Lo primero que recuerdo es el calor del abrazo de aquella, de la innombrable. Y después, a la niña moteadita, la mujer más bella que he visto en mi vida. Luego pienso en Adam, en como, por un instante, mientras hablábamos, quise ser como él: poder tomar una mujer como si tomara un refresco; hoy me apetece sabor manzana, pero mañana probare el sabor de la mujer de Poe. Luego pienso de nuevo en el rostro de Moteadita y digo: “Si fuese como Adam, podría tener a la mujer más bella que he visto en mi vida sin inmutarme”. Recuerdo el calor del abrazo de la innombrable y digo: “Si fuese como Adam, podría tener el calor de aquél abrazo en los brazos de la niña de las motitas rojas”. Soy un envidioso solitario y lo único que deseo en el fondo, es deshacerme de eso. Pero me da miedo descubrir mi egoísmo y miento.

-Sólo me gusta.
-Que mala mentira, pero está bien, eres un buen egoísta -me dice el Ángel Caído con una sonrisa.

Al verme descubierto lo admito para salir del paso.

-Me siento solo. ¿Ésta bien? ¿Ahora me dirás que no debo abusar de los sentimientos de Moteadita y que mejor se la deje a alguien que la valore de verdad?
-No. ¿Por qué habría de hacer eso? Aquí nadie es inocente: tú, ella, Adam, incluso yo al ayudarte. Todos estamos buscando algo, aunque sea, como es en mi caso, quitarme esta ansiedad de la nuca que me fastidia al pensar que le quieres bajar la novia a Adam y no puedes. En el fondo todos actuamos por egoísmo.

Bien, ahora que sabemos que lo haces porque te sientes solo y eres un patético perdedor, déjame aconsejarte que te busques otra persona, cualquiera es un buen reemplazo y ésta que has escogido, pues, con Adam de por medio, es difícil que consigas algo.

-Ésta bien, también lo hago un poco por rabia, otro poco por pundonor -admito evitando ver el rostro del Ángel Caído-. Moteadita es lo más bello que he visto en mi vida. Si consigo que ella esté conmigo, si logro que se enamore de mí, podré, no sólo deshacerme de la soledad que me desespera por las noches, sino a su vez, reivindicaré mi vanidad y mi autoestima.

El Ángel Caído me observa con un poco de lastima y otro poco con placer, como el que sabe que se va a divertir a carcajadas a las costillas de alguien.

-¡Bien! Ahora entiendo. Una vez que establecimos el fin ultimo de las cosas, ya no importa. Sólo hay que tratar de no olvidarlo en el camino, eso podría perderte y el resultado seria infructuoso e innecesario dolor. Ahora debemos pasar a hablar de los sentimientos ¿Qué son?
-He... Pues, no sé, un sentimiento ¿No?
-El real diccionario de la lengua nos dice: “Sentimiento: Estado afectivo”. Es decir que no nos resuelve nada. Según mi propia apreciación, el sentimiento, es una percepción afectiva. Esta percepción, como el resto, las creamos a través de los sentidos. Mira, el corazón es un músculo –me dice- que se dedica a irrigar sangre al resto del cuerpo.

Esto lo había escuchado antes, -me digo. Tal vez lo soñé, o tal vez es de nuevo mi deja vu.

-El músculo encargado de los sentimientos seria el cerebro -prosigue el ángel de alas rotas-, aunque esto también es falso. Comencemos por decir que en el cerebro se da algo conocido como la mente. Es en ella donde se dan los sentimientos. La mente en si, no son nada más que impulsos eléctricos, que por alguno de los misterios de la vida, son nuestra conciencia y todas las demás marañas que ella encierra. Incluyendo, nuestras percepciones. Ahora bien ¿Qué es lo que nos condiciona a percibir de cierta o incierta manera? El contexto claro. Culturalmente, de manera increíblemente sencilla y misteriosa, con el devenir de las cosas, aprendemos que ciertos gestos significan algo: como reír. Y por gestos como este, entendemos, sin darnos cuenta, cuando una situación es incomoda o propicia para nosotros y quienes nos rodean. Por el significado que culturalmente la sociedad nos ha condicionado a saber de una mirada, entendemos si le atraemos a alguien o no, sin tener que cruzar palabra con esa persona. Y así funciona el mundo de los egoístas, todos se miran, todos se sonríen, pero nadie se compromete a nada. Todo mundo entiende lo que se dice sin decir; pero nadie puede reclamar o exigir nada, porque sin usar las palabras, es como si no se hubiese dicho nada.

-¿Entonces debo decir las cosas con palabras o cómo?
-Mas claro que con palabras ni el agua, pero no. Debes aprender a decirlo todo, sin decir una sola palabra. Aprender a leer entre líneas, a entender el significado del tono de voz, entre otras cosas. Aquí es donde verdaderamente empieza el arte del cortejo. Todos entendemos, sin siquiera darnos cuenta de que lo hacemos, cada una de las señales que se nos dan. Lo que hay que hacer entonces, es no ignorarlas y aprender a leer su literal significado. Para esto, hay dos cosas básicas que debes entender; primero: en el fondo, todos los hombres llevamos un albañil dentro. Lo segundo: en el fondo, todas las mujeres llevan una bailarina exótica que quiere un albañil dentro. Esto quiere decir: ambos somos animales impulsados por el instinto.  Una vez dejando en claro esto, volvamos con el sentimiento. Como te he dicho antes, los sentimientos son percepciones. Ese sentimiento de enamoramiento que uno siente de repente en un café por una persona, es nada más que una burda percepción. Nadie esta exento de esto. Éste sentimiento puede provocarlo cualquiera en cualquier momento, a cualquier persona. Se da de pronto, de forma natural. Es lo que la gente comúnmente llama química. El misterio radica en como hacer que esa química se dé. Para ello hay que entender un poco el complejo acto del cortejo humano, que si es visto por debajo de toda ese rollo romántico, es muy simple. Tenemos algo tan sencillo como el macho Alfa dominante y la hembra Beta dominante. Todas las hembras buscan aparearse con el macho dominante, así como todos los machos buscan hacerlo con la hembra dominante. Esto les asegura una buena herencia genética para sus crías. Claro que al no poder cada hembra, ni cada macho, aparearse con los dominantes, tienden a aparearse con lo segundito mejor. En términos humanos, es simple: La chica popular, saldrá con el chico popular, y las amigas de ésta con los amigos de éste, la dama y su cortejo. Es una cuestión de roles cuyo estudio no nos concierne en este momento. Pero bueno, aquí llega lo más interesante de este asunto ¿Cómo es posible que gente fea pueda andar con gente hermosa?

-Eehh... hay gustos para todos. En gustos se rompen géneros, no sé.
-No, no, no. Estas chavo, chavo. Todo eso es estúpido. Nadie quiere estar con alguien feo. Por el asunto aquel del macho alfa todo mundo busca andar con alguien más atractivo que uno mismo o en segundo caso, de su mismo nivel de atractivo.

¿Esto de que modo se mide?

En los ojos de los demás. Si tu rededor te considera atractivo, es porque lo eres.  El truco aquí, es ser atractivo. Para lograr esto, únicamente hay un camino, hacer mucho ejercicio y ponerte mamey y musculoso. Ahora bien, como tristemente no todos tienen el privilegio ó la voluntad de poder hacerlo, está la opción B, la cual es, hacer trampa.

La seguridad en uno mismo es la clave. Si tú te crees atractivo, pero sabes que no lo eres, estas perdido. Si crees que no eres atractivo, pero sabes que lo eres, puedes explotarlo.

El caso concreto aquí, es parecerle atractivo sólo a la persona en cuestión, a nuestra victima. Para ello como decía, debes tener seguridad, quizás no de ser atractivo, pero si de que ella te hallará así. La seguridad puedes obtenerla de tres maneras, por el físico, por el carácter de tu ánimo, o por la solvencia económica. Si logras combinar las tres lo has logrado... pero en tu caso, creo que tendremos que confiar en el carácter de tu animo. Te decía, para tomarlo como ejemplo ¿Cómo hace gente fea para estar con gente bella? Pues te decía entonces, al no tener el físico, han de tener mucha plata o deben ser muy agradables. Y sobre todo, seguros. Si te acercas con seguridad, en la mente de la victima pasara algo parecido a: “si se siente tan seguro de su atractivo, es porque debe ser atractivo”. Éste carácter de ánimo, lo desarrolla la gente, en menor o mayor grado, sin darse cuenta a lo largo de su vida. También estamos quienes en cambio, no lo desarrollamos. Por suerte para nosotros, algunos sociólogos, comunicólogos y psicólogos ociosos, se detuvieron a observar la complejidad de este asunto, y lo pusieron en términos que parecen un simple juego de astucia. Para aquellos quienes no son guapos, sentirse atractivo, no va más allá de sus capacidades reales. Para aquellos que no son, ni se sienten atractivos, aparentar sentirse atractivo, es una cuestión difícil, y totalmente histriónica, más no por ello imposible. Como el actor que se mete en su papel de seductor. Un gesto fuera de tiempo o de lugar, puede derrumbar todo el trabajo. Entonces, primero, para andar con la victima en cuestión, se necesita crear en ella, el sentimiento de enamoriscada. Para esto debe estar en constante y agradable exposición al seductor, en este caso, tú. Para lo cual se necesita un punto en común, un lugar donde coincidir  ¿Cuál es su punto en común?
-Ella trabaja en una tiendita en la que solía ir a comprar cigarros.
-Eso no sirve. Al estar en bombardeo constante de personas que entran y salen, el lazo se rompe sin crear el efecto deseado. Además crea tensión tanto en ti, que puedes echarlo a perder, como en la seducida, y ésta, intimidada, puede dar por terminado el cortejo. Hay que sacarla de ahí, invítala a salir.
-Ya lo hice… y me rechazó.
-Invítala de nuevo. Si no la sacas de ahí no podrás aplicar lo que te he dicho.
-No puedo sacarla, no quiere salir con nadie que no sea Adam.
-Sácala de ahí. Miéntele si es necesario… –se llevó una mano pensativo a la barbilla-. Tendré que darte: “El Manual”.   

25 – DULCE  SIFILIS

-¿Qué es lo que más extrañas de estar con alguien?
-No es esa la pregunta. Y te voy a decir por qué: Cuando eres pequeño, pues no hay nada que te empuje a estar con alguien del sexo opuesto, o en tu caso, del mismo.
-¡Otra vez con eso! Ya te he dicho que no soy gay.
-Ji, ji, ji. Bueno, el caso es que cuando creces un poco y te empiezan a latir los chavos o chavas, pues es como que el instinto ¿No? Y cuando por fin los pruebas es como si a un niño que nunca ha probado el azúcar le dieras un caramelo. Y cuando de pronto te lo arrebatan, el acabose total. Entonces al saborear el dulce, sabes lo amarga que puede llegar a ser la soledad.
-¿Es como una necesidad entonces?
-Es más como una droga. Cuando estas enamorado tu cuerpo genera las mismas sustancias que generas al comer chocolates o beber alcohol.
-¿Cómo sabes eso?
-Lo leí en una revista. Y cuando entras en el desamor tu cuerpo entra en el mismo estado que cuando dejas de fumar. Entonces lo que más extraño de estar con alguien, es no sentirme como me siento ahora. Pero de ser así de simple me bastaría con una cajetilla al día y esta tasa de café para estar bien. La pregunta correcta es ¿Qué es lo que más extrañas de estar con ella?
-Pues... una vez, al despertar, al abrir los ojos la primera imagen que vi fue ella durmiendo a mi lado. Y sentí en ese instante que podría amanecer a su lado el resto de mis días. Eso es lo que extraño de estar con ella ¿Tú?
-La dulzura. Él suele tratar a la gente como estiércol, pero a mi, siempre lo hacia con un dejo de dulzura en su voz y su mirada.
-Se oye... dulce
-¿Verdad que si?, pero nos perdimos, a ver, ya no me dijiste como la convenciste para que saliera contigo.
-Simplemente fui a verla y volví a invitarla a salir. Respondió con la misma, salgo con tal y eso, a lo que contesté: “Sólo trataba de ser amable. Quiero ser tu amigo”.
-¿En verdad le dijiste eso?
-Si...
-Eso es vil, y rastrero, si se da cuenta de tus ocultas intenciones hasta puede llegar a ser hiriente.
-Eso pensé, pero también es efectivo.
-¿Y que pasó?
-Fuimos al cine, y ella es encantadora de verdad, pero no hay eso que pasa cuando dos personas... ¿Cómo se llama?
-¿Química?
-¡Eso! ¿Qué es lo que se hace en estos casos?
-Te das por vencido.
-¿No hay opción B?
-Si. Seguir insistiendo.
-Quedamos en volver a vernos. Pero el punto radica en como sacar a Adam de su cabecita loca.
-Difícil...
-Tal vez si le mando flores, chocolates y algún muñeco de felpa.
-¿Has pensado en darle constancia?
-Estoy pensando en darle un tiro.
-¡Mira! Ni a mi se me hubiera ocurrido. Así puedes llevar su cuerpo a ese sótano oscuro donde vives y cantarle canciones mientras le cortas los dedos de los pies y te la comes poco a poco.
-Huy...  que enfermo...
-¡Perdón! lo siento. Es que nada de eso me parece gran cosa desde que superé la sífilis.
-¿Tuviste sífilis?
-Sólo de vez en cuando. Cuando quiero deshacerme de algún chico que me invita a salir.
-Apuntaré enfermedad venérea como una de las posibles excusas para no salir conmigo.
-Si. Es más usada de lo que puedes llegar a imaginarte.

He imaginado que pueden pasar muchas cosas. Como que un día cualquiera me encuentre a la misteriosa señorita de mis sueños, o, que de alguna forma en el futuro terminaré siendo amigo de la Innombrable y terminaré solo. He imaginado que podría ser presidente y acabar con el hambre en el mundo; que moriré de cáncer o de una sobredosis de heroína o ahogado sobre mi propio vomito después de una fiesta de alcohol. Que un día haré mis maletas y me iré a vivir a la selva o a una ciudad más tranquila que esta. O que seré un vagabundo o mejor aún: un trotamundos. Y que entonces mientras cuido rebaños de ovejas en los campos, me encontraré con alguna de las mujeres de mi vida.

Lo que nuca fui capas de imaginar, es que estaría aquí, tan campante platicando de la forma más agradable, exponiendo mis inseguridades a la primera de todas ellas. Al primer ladrillo en la pared de mis temores, a la linda pelirroja que me mira con sus grandes ojos castaños y me sonríe. Que apaga la colilla de su cigarrillo y me dice: ¡cuéntame un chiste!

-Pero... no, no se buenos chistes.
-Anda, que alguno bueno has de tener.
-Bueno si. Recuerdo uno que me contó Poe
-Viene entonces.
-Una niña va al baño y ve a su padre meando, papá, papá ¿Qué es eso?, dice la pequeña señalando el miembro de se padre, esto es una pene; responde él.  Ella lo ve con curiosidad y le pregunta; oye ¿Y cuándo tendré yo un pene?, él dice: diez minutos después de que se vaya tu madre.

Ella ríe a carcajadas hasta el punto de llevarse una mano a la boca y otra al estomago. Y recuerdo como comenzó todo. Una mañana en el colegio los niños jugaban y alguien dijo: “¡Hagámosle cosquillas!” y ella rió hasta las lágrimas y esa pequeña carita empapada es la cosa más dulce que jamás había visto entonces. Al principio, justo como ella dijo, todo comenzó por mostrarle un dulce a un niño que jamás había probado el azúcar. Y desde ese día sólo pude pensar en que fuera mía.

-Que enfermotes nos hemos vuelto.
-¿Nos? ¡Tú! Tú contaste el chiste.
-Pero a ti te dio gracia.
-¡Ah! Pero eso no quiere decir que sea una enferma.
-Yo decía por aquello de la sífilis
-Bueno... dime... –dice sonriendo-. ¿Qué vamos a hacer el resto del día? –Respondo a su sonrisa.

-No lo sé –le digo. Pedimos la cuenta y nos vamos.


26 – LA FÁBRICA DE HIELO.


¿Adam? ¡Claro! Si. Si lo conozco. Desde hace años. De hecho yo le conseguí trabajo aquí, en la fábrica de hielo. Si, lo conocí en la universidad. ¡Ah! recuerdo claramente el primer día: Llegué con unas sandalias y el cabello hasta la cadera, caminaba por los pasillos y con la mirada respondía todas las sonrisas que me dedicaban las que serian mis compañeras a lo largo de la carrera. Llegué al salón; me acomodé en un asiento y placidamente me dispuse a coquetearle a una chica. Fue un buen día. ¡Ah! Si, Adam, claro, él. Él llegó a la universidad una o dos semanas después. Tenía trenzado su largo cabello rubio y traía una barba de tres meses. En verdad poseía una apariencia muy interesante. Ya contaba con el encanto que le caracteriza desde luego, pero era muy tímido… retraído, un poco cobarde. Y me arriesgo a afirmar que debajo de esa imagen de autosuficiencia emocional, aún es bastante frágil.  Pero bueno, esas son ideas mías. Adam y yo nos hemos distanciado un poco desde entonces, no siempre fuimos amigos por supuesto, pero en su momento, éramos como mugre de la misma uña. Todo comenzó, curiosamente, por dos mujeres, dos compañeras de clase, Eve y Astarid, para ser más concreto, todo comenzó por Astarid. Desde el comienzo de clases, mientras yo me preocupaba por las notas, Adam inicio un paulatino pero constante acercamiento a Astarid. Pasó lo que tenia que pasar. Alrededor de un año, fueron la pareja más sonada en la facultad. No sé muy bien como fue su relación, mucho menos como inicio, Adam nunca habló demasiado sobre ello, pero lo que si sé, y aquí es donde entro yo en la historia, es como terminó.

Yo por aquél entonces estaba haciendo lo propio con Eve, mis intentos eran un poco menos torpes que los de Adam, pero si más desesperados. Por lo que ella solía sentirse hostigada y yo, pues yo no lograba nada... pero el punto es Adam, claro, él, o más bien, ella, si, Astarid.

Adam y Astarid; solían pasar todo el tiempo juntos. Alejando sin quererlo al resto de los compañeros. Pero no les importaba mucho. No necesitaban de nadie más teniéndose mutuamente. Un día, de esos días curiosos en que las coincidencias parecen todo menos coincidencias, Adam no llegó a clases y Astarid se paseó sola por los pasillos casi toda la mañana, casi, hasta que yo, entristecido por mis escasos triunfos con Eve, salí a pasearme al pasillo. Y, pues, solo yo, sola ella, platicamos un poco de nuestros pequeños menesteres amorosos. Astarid era genial, era linda, simpática, total, era realmente genial la tipa. Me dio un par de buenos consejos, y así nació una bella, pero fugaz amistad.

Adam era muy celoso, más que ello, inseguridad es la palabra para definirlo. Nadie podía acercarse a un metro de Astarid, porque, aunque tratara de ocultarlo, se percibía su disgusto; situación, por cierto, que molestaba sobre manera a Astarid ¡Ja! Ella y yo comenzamos a vernos a escondidas de él. Todo lo que uno hace por pasar un rato agradable en buena compañía. Si, sé que suena muy sospechoso, pero es en serio, nuestra relación era inocente; ella realmente quería a Adam, y yo estaba prendado por la indiferencia de Eve. Un día sucedió algo muy raro; llegué a la universidad siendo amigo de Astarid y la dejé siendo amigo de Adam. Si, así como lo oyen. Fue muy extraño. Adam, era igual que su novia: Genial, verdaderamente encantador. A pesar de su introversión, cuando logras entablar una real conexión con él el carisma le fluye por los poros.

¿En que estaba? ¡Ah si! Aquí viene la parte interesante de la historia; decía: Adam y Astarid, me abrieron un pequeño espacio en su burbuja y en el paso de unos cortos días de convivencia, mi relación con Adam se fortaleció deteriorando lo que tenia con ella. Al final, terminé poniéndome del lado de Adam.

Un día, después de haber conseguido una cita con Eve, al no verlos en el aula, salí corriendo a buscarlos para contárselo a Adam y lo encontré solo, con los brazos cruzados sobre el pecho, inclinado en el barandal del balcón.

“¿Qué pasó?” le dije (algo no andaba bien). “No pasó nada”, mintió ensimismado. Pero al final, terminó contándomelo todo: “me pelee con mi novia, dice que soy demasiado posesivo y tiene razón, sé que soy así, pero no puedo evitarlo, pero sé que si no cambio, voy a echarlo todo a perder”. Escuché sus palabras sin prestar atención. Mi jovialidad contrastaba con su estado de ánimo. Aun así las recuerdo por lo que sucedió más tarde ese mismo día.

Me despedí de Eve con un dulce beso en la boca. Mi corazón daba tumbos y piruetas mientras me dirigía a la puerta de salida, pero se detuvo de golpe cuando encontré a Adam sentado en un rincón con las manos en la cara; estaba llorando. Sólo acerté a preguntar que había pasado y contestó: “ya nada importa wey, todo valió madre, todo” “¿qué cosa? ¿Qué?”, dije yo. “Astarid… terminamos, dijo que no se siente a gusto con la relación, lo eché todo a perder wey, todo”. Fue... fue muy triste. En fin, esa tarde me reuní con Eve ¿Qué, que pasó con Adam? pues no sé. Decía que esa tarde yo tuve una cita con Eve, estuve a punto de robar segunda base, pero por no esperar mi turno, lo eché a perder. ¡Esta bien!, ¡Esta bien! Adam, pues chilló un poco supongo, se fue de borracho, no sé, algo habrá hecho, fue un fin de semana muy largo, pero el lunes, ya se había reconciliado con Astard. Lo sé, hay gente así ¿Qué le vamos a hacer? para lo que le duro el gusto; al siguiente viernes, ya lo había terminado de nuevo, pero esta vez, la razón era diferente.

Bien, el papá de Astarid, era policía, para ser más exacto, era jefe de la policía federal y pues, ya mencioné que Adam tenia una apariencia, digamos, muy interesante. Para su suegro, Adam no podía ser nada más que un vago drogadicto y un delincuente menor. Nada que el jefe de la federal quisiera para su hija del alma.

La relación que Astarid tenía con su padre, era muy estrecha, algo enferma si puedo opinar, pero muy estrecha. Entonces llegó ese patán, ese vágales, ese greñudo, ese don nadie, ese Adam, y tal acontecimiento convirtió la bella relación padre-hija en el flanco de batalla entre dos líneas enemigas. No se como se dio el combate, pero pueden imaginarlo: “No quiero que veas a ese vago”, “¡Que si! ¡Que si! ¡Que si, que lo voy a ver y no me importa! -¡Pum! ¡Cuas! ¡Ratatatata! - ¡Que no lo ves!, ¡Que si!, ¡Que no lo ves! que si lo ves, un mes sin ver la televisión ¡Y a su cuarto sin cenar señorita!, !Que, si papito...”.  ¡KA BOOM! hemos perdió la guerra. Es la forma en que me gusta ver la situación ¿No? ¿Qué hay más infantil que un padre prohibiéndole a sus hijos de quien enamorarse? Pero por más infantil que parezca, funciona.

No sé bien (ni me importa) como estuvo el mitote ese, pero el asunto esta en que, al parecer, el señor jefe de la policía federal, amenazó la integridad física de Adam, sí Astarid no cesaba su amorío con él. Ahí hubiese acabado el asunto con dos corazones rotos, pero, ahí va la tonta de Astarid a contárselo a Adam ¡¿Para que lo fue a hacer?!

Sólo hay que ver las cosas que hace un hombre bajo el influjo de una mujer, para entender lo estúpido que fue haberle dicho aquello a Adam. Él se había enterado de algunos chantajes a particulares, y malos manejos de efectivo por parte de la policía federal. Adam, que presumía de tener amigos en los medios, me contó que planeaba delatar las operaciones ilícitas de su, ahora, ex suegro. Pero, finalmente, eso es lo que suelen hacer los hombres despechados, contarle todo a todo el mundo. Más tardó en contarlo, que la policía federal en arrestarlo por posesión de drogas. Aparentemente las suplicas de Astarid ablandaron a su padre, porque nomás tuvo encerrado a Adam por setenta y dos horas.

A cambio de darle libertad, Astarid, le pidió silencio. No volvió a dirigirle la palabra a Adam en mucho tiempo, y  pidió que de igual manera, él se abstuviera de hacerlo. Así fue.  Eve y su grupo de amigas, a las que yo tenía bien informadas al respecto, se conmovieron por Adam y comenzamos a invitarlo a salir con nosotros. ¿Ya saben, no? fiesta, tragos, mujeres fáciles, cosas tontas que lo distraen a uno en esas circunstancias. Y por un tiempo, todo comenzó a mejorar. Pero el día en que yendo a casa de Eve, vimos a Astarid besándose con su nuevo galán, todo se echó a perder.

Aquí sigue una parte muy molesta y muy incomoda, por lo que la mencionare brevemente. Aquí viene la parte donde Adam se comportaba como un maldito imbécil, maldiciendo a todas las mujeres, diciendo obscenidades e injuriando al sexo femenino. Aunque, admito, sus injurias no están falsamente infundadas.

“Al final”, decía, “Astarid sólo buscaba un pretexto para terminar conmigo e irse con el otro. Las mujeres nunca dejan a su novio, a menos que ya tengan otro prospecto en puerta”.

Así pasaron las semanas y los meses. Eve estaba tan conmovida por Adam que no prestaba atención a nuestra incipiente relación. Confieso que hasta llegué a sentirme celoso, pero ¿Qué más daba, si Adam no tenia corazón para nadie que no fuese Astarid? Y pasó, ¿No?  Adam buscó al nuevo novio de Astarid para golpearlo. Lo sé, es estúpido, pero entiéndelo, el wey estaba fuera de si. Entonces fue, pero el muchacho éste, era hijo de otro policía, jamás pudo acercarse menos de treinta metros.

Luego sucedió algo verdaderamente extraño, los detalles los desconozco, Adam nunca quiso contarme nada sobre ese asunto. Sólo les puedo decir lo que yo mismo presencié.

Comencé a trabajar aquí mismo, por lo que levantarse en las mañanas se volvió en todo un reto para mí. Por esa razón, aquella mañana a mediados de semestre, llegué tarde a clase. Pero al llegar, al abrir la puerta del aula, me impacté un poco y estremecí con lo que vi. Todo el salón estaba decorado con globos blancos y rojos en forma de corazón. Una luz tenue agregaba un toque romántico al ambiente, además, estaban todas esas pancartas que decían “Adam, te amo”.  Y, en la tarima, donde debía estar el escritorio del profesor, al ritmo de una melodía que decía de la siguiente manera: “chiquitita tell me whats wrong” bailaban abrazados tiernamente el uno al otro, Adam y Astarid.

ABBA, si, son geniales. En esa época se dio una especie de breve renacimiento de su música. Hay otra canción de ellos que me gusta un buen... ¡Adam! si, si, lo siento. Continúo con la historia. Adam la abrazaba como queriendo atesorar cada segundo, cada breve instante, cada respiro que estuviese en sus brazos, y lloraba. Fue, perturbador. Me encogí de hombros y caminé donde Eve, “¿Qué esta pasando?”, le inquirí “No lo sé, Astarid llegó en la madrugada con unos tipos y transformaron el salón de clase, en uno de fiestas”.

La música terminó. Adam bajó de la tarima; salí a su encuentro. “¿Qué esta pasando?”, seguí preguntando. “Nada” contestó sin secarse las lagrimas, “Astarid decidió reglarme los últimos meses de éste semestre”, “Y luego ¿qué va a pasar?”, “Voy a dejar la escuela”, respondió. El por que, no lo sé, nunca me lo dijo, y no creo que lo haga ahora si vuelvo a preguntar, pero adivino sin temor a errar, la razón por la que el padre de Astarid les concedió aquellos meses.

Anduvieron el resto del curso como si nunca nada los hubiese separado. Al terminar, dejó la escuela y, usando mis influencias, lo metí a trabajar en la fábrica de hielo. Fuimos muy cuates entonces. Pasó el tiempo y, aunque se corto el pelo, adquirió el habito de afeitarse, refinó sus modales, su andar y su habla, aunque halló la manera de nunca perder el estilo, se fue volviendo frío. Por decirlo de alguna forma, se fue volviendo frío por dentro, hasta que terminó siendo el Adam que conocemos ahora: Ese encantador y enigmático sujeto con el que nuestras hermanas y novias seguramente ya han compartido el lecho.

En cuanto a Astarid, bueno, a mediados del siguiente semestre en que Adam dejó de estudiar,  dejó de asistir a clases.  Nos enteramos que estaba muy enferma y la tenían internada. Cáncer en la sangre o una cosa de esas. Muy dramático en verdad, muy dramático.  Adam la fue a visitar dos o tres veces, pero no le permitieron verla... triste, en sus últimos días, el padre no quiso compartirla.

A veces, cuando lo miro y recuerdo al chico tímido e inseguro, me da la impresión de que Adam vino a la fábrica, a poner su corazón en hielo. Si, un caso muy triste, muy triste… pero dentro de todo, es un buen sujeto.

¿Qué pasó con Eve? No lo sé. Ya estaba apunto de caer, en serio, la perseverancia rinde frutos. Pero se me atravesó alguien más. Fue lo que se llama, amor a primera vista y, pues, después de graduarnos, no volví a saber más de ella.


27 – SLAVE TO THE WAGE

Hicimos planes, ¿Sabes?, en algún momento, ambos pensamos que iba a durar para siempre, creo. Y comenzamos a hacer planes. Entonces, empecé a trabajar como bestia de carga. He trabajado casi toda mi vida. Pero en ese momento, comencé a trabajar por algo mejor. Ya no sólo era llegar a la maldita oficina el primer día de la semana y esperar a que terminara la quincena para poder pagar la renta y llenar el refrigerador con comida rápida. Ir al trabajo día a día esperando que el resto de mi vida acabara rápidamente para no tener que volver a ir. No. Ahora, trabajaba por una ilusión, por un sueño, por una casa donde formar nuestra propia familia, un auto donde llevar a los niños al colegio. Trabajaba con la esperanza de poder verla sonreír a mi lado, en una mecedora, cuando tuviéramos cincuenta años. En algún punto, creí que iba a durar para siempre, más en algún otro, ella cambio de opinión. El amor es eterno, hasta que se acaba.

¿Cuánto tiempo hace? ¿Dos días? ¿O dos años? en asuntos como este parece que carezco del sentido del tiempo y la realidad. Algunos momentos, cada vez más breves, lo siento tan fresco, que casi olvido que ya no esta. En algunos otros, me parece tan lejano ese momento, que me da la sensación de no haberlo vivido jamás, que fue un sueño tonto. Que alguien más me contó esa historia maravillosa y que jamás me pasara algo igual. Pienso que la Niña Pelirroja tiene razón: Cuando te acostumbras a estar con alguien nunca más quieres estar solo.

Es patético.

¿Cómo todo se fue al carajo tan pronto? Cuando terminamos hice lo que mejor se hacer; mandé al diablo todo. El trabajo no era más un camino para lograr un sueño, ni tampoco volvía a ser rutina de la vida, no, era algo peor: Un constante recordatorio de una vida inútil y sin sentido, sin futuro, sin esperanza alguna de alegría. Además, lo admito, odio que la gente me vea llorar. Por detalles como ese, renuncie, y como nunca he tenido muchos amigos, tomé el dinero que tenia ahorrado y me dediqué a drogarme en compañía de prostitutas. La mayoría de las veces ni siquiera quería tocarlas, me daban asco. Sólo las follaba por la boca para rebajarlas, les metía objetos en el ano para complacer mi morbo. Me encantaba. Les escupía en la cara y les decía cosas obscenas sobre sus madres, sólo porque me sentía una mierda y quería compartirlo con el mundo. Porque quería desquitarme de ella, quería ahogarla en una botella.

Creo que pasé dos o tres meses antes de descubrirme haciendo el amor conmigo mismo, antes de soñar con algo que no fuese su figura, su forma, su aroma o su textura. Luego comencé a soñar con la tipa de la cafetería.

Una vez sucedió, que caminando de manera despistada por la ciudad, me la encontré y ella me sonrió, habían pasado varios meses así que fuimos a tomar un café y nos reconciliamos. Terminamos en mi cama besándonos y tocándonos, calentando nuestros corazones para llegar al cielo. Entonces mientras la besaba, recordé algo, recordé la expresión de su cara cuando la besaba y quise verla, quise verla mientras la besaba y al abrir los ojos, entre mis brazos, encontré mi almohada.

Tiempo pasó. El dinero se me fue acabando ¿Qué importa? es lo último que interesa. Ni siquiera tenía una razón para seguir intentando vivir. Uno se acostumbra a todo: A andar sin un centavo en la bolsa, a dormir en el piso, a comer una vez al día, a cambiar los muebles por dinero o pedirlo en la calle, a volver a vivir en casa de tu madre.

Más ahora que he conocido a la niña moteadita estoy cansado, estoy cansado de no tener efectivo,  de robárselo a mi jefa,  de robar de los supermercados,  de tener que beber solo cuando me invitan,  de caminar tres kilómetros para llegar a casa de Poe (para poder beber),  de meterme sin pagar al metro o al cine ¡Y no poder comprar palomitas!, pero sobre todo, estoy cansado de estar solo, de no poder invitar a salir a la Moteadita, de no ser espléndido con ella, de no poder tratarla como realmente quiero hacerlo. Todos esos detalles se arreglan con dinero.

Así que, por primera vez en seis semanas, tomo un baño. Me visto y salgo determinado a conseguir un trabajo; otro hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los día para recorrer el mismo camino que recorro a diario. Llevo ocho ó diez ó más meses sin pisar una oficina. Casi estoy emocionado, y tengo miedo. Al pasar por el estrecho callejón alcanzo a ver por el rabillo del ojo a una simpática mujer observarme con una sonrisa. Volteo a mirarla, trae un collarín y se ve realmente linda. Siento un fuerte impulso por hablarle pero de inmediato hago lo contrario a lo que el impulso me manda y pienso que no tiene caso. Con mis bolsillos en las condiciones que se encuentran tendría que pedirle prestado para invitarla a platicar. Por si eso no fuese suficiente, en alguna parte dentro de mí creo que ella debe ser una retrasada mental sin capacidad cognitiva. Así que le hago un favor y pienso por ella. Pienso que ella me sonreirá un tanto halagada mientras por dentro se dice: “¿qué le sucede a este desconocido? ¿Es un estúpido imbécil o qué? ¿No esta viendo el anillo en mi dedo?”.

Pero todo sucede tan rápido que no alcanzo a ver el anillo en su dedo y sigo caminando hasta llegar a la pequeña tienda de la Niña Moteada. Me asomo a ver si esta pero no la encuentro. Su tía me comenta que salió a pasear con un joven muy galante desde hace un rato; Adam ¿Quién mas?, no importa. Él tiene empleo, pronto lo tendré también y se igualaran las condiciones.

Doblo a la izquierda al llegar a la esquina y al llegar a la cafetería me detengo a buscar con la mirada al amor de mi vida. Me acerco a la puerta de cristal para mirar al interior. Apoyo mis yemas sobre el vidrio, pero no me atrevo a entrar. Entonces no puedo más y me acobardo. Me justifico con el siguiente razonamiento:

¿Qué diablos estoy haciendo?
Buscas empleo. En apariencia al menos.
Si. ¿Pero por qué?
Necesitas dinero
¿Para qué?
Comprar cosas o contratar más prostitutas, no sé tú.
¿Para qué quiero comprar cosas? Estoy bien sin las cosas. No puedo imaginarme una vez más yendo día tras día, tras día, a un maldito lugar aburrido de ocho a dieciséis horas diarias por el resto de mi vida ¿Sabes todo lo que uno se pierde en el trabajo?
Si. La televisión por cable tiene toda una barra de posibilidades.
Con el trabajo, tendría dinero, lo sé y lo admito; odio que no sea diferente. Pero no tendría tiempo; no podría ver a Moteadita, perdería la oportunidad de hallar al amor de mi vida; puede estar en cualquier parte, podría ser la dama del collarín que vi hace un rato. Me rehusó categóricamente a volver a ser un esclavo del trabajo. ¡Tengo principios! ¡Al diablo! ¡Que se joda el mundo! ¿A quien le importa? Además ¿Para qué? ¿Para acabarme la vida trabajando por otro sueño tonto del que sin duda voy a despertar?  De ninguna manera.

Siendo así, cruzo los brazos y me siento en la escalinata esperando encontrar al moustro de ojos verdes que me atormenta mientras duermo. Con la nueva determinación de seguir como hasta ahora.

28 – EL MANUAL

Antes de comenzar quiero expresar mi idea primaria de que una mujer no es un objeto, es un objetivo; el presente opúsculo puede interpretarse como una guía para que cualquier persona se desenvuelva de la manera correcta con una fémina, es decir, que le resulte agradable, desenvuelto y seguro; todo lo anterior en beneficio de quien aplique los sencillos consejos y reglas de etiqueta que a continuación explicaré de manera amena y efectiva.

1.-  LA MUJER NO ES UN OBJETO, ES UN OBJETIVO

Lo anterior se puede entender como el reconocimiento de el género femenino, en el sentido de comprender que cada mujer es un ser único y emocionalmente predispuesto a pasar el resto de su vida con un príncipe azul, la dificultad se presenta cuando el príncipe citado no sólo quiere una princesa, sino varias, en palabras propias eso es tratar a las mujeres como objetos. El uso de los consejos que a continuación detallaré se encamina a ayudar a los individuos a evitar la soledad en reuniones o facilitar el acercamiento con la mujer que suponen llenará el vacío en sus vidas, el crear personas seguras y desenvueltas, conscientes de que cada mujer es especial y uno debe ser especial para llenar el vacío que ellas tienen en sus vidas. La mujer debe ser el objetivo que se pretende alcanzar al ir descubriendo nuestros defectos y fortaleciendo nuestras virtudes.

2.- LA MUJER IDEAL

Encontrar a la mujer ideal no debe ser el centro de nuestra atención, eso es tan individual que sería inútil profundizar el tema, todos tenemos una imagen mental de los requisitos que debe cubrir la compañera ideal, haremos un pequeño ejercicio mental: antes que nada visualice a su mujer ideal, el físico primero, si debe ser esbelta o robusta, alta o bajita, el largo y el color de su cabello, el color y la forma de sus ojos, sus piernas breves o estilizadas, sus labios y pómulos, su cadera, sus hombros; si tienes dificultad usa una revista (que no sea porno), si ya terminaste opinarás que es algo digno de presumirse, espero que no hayas idealizado a una mujer alta, esbelta, rubia de cabello largo y sedoso, de ojos grises almendrados, de piernas estilizadas, de labios carnosos y pómulos salientes, de cadera opulenta y tersos hombros; si lo hiciste después de leer mi descripción, me agrada tu ambición. Ahora imagina como debe ser su psique: inteligente o culta, ingenua o dominante, celosa o posesiva, tierna o irascible, supongo que la elegiste de la siguiente manera: tierna e inteligente, culta e ingenua; pero piensa en esto: ¿Saldría ella conmigo a cenar, bailar y luego a mi casa? Si respondiste que no, debes seguir leyendo; trataré de ponerlo en palabras no muy hirientes, ¿Qué le puedes ofrecer a una mujer como ella?, ¿Por qué supones que se fijará en ti? ¿Qué esperas obtener de ella?, sé que no fui muy hiriente, pero esas tres interrogantes las responderemos juntos en su debido momento. Antes de seguir, ya que te has forjado la imagen de tu mujer ideal deséchala antes de pasar al siguiente capítulo, nunca encontrarás a tu mujer ideal, acéptalo.

2.- LA MUJER ETERNO MISTERIO

La mujer es un misterio que no va a resolverse nunca, a algunas les encanta la idea tan explotada del príncipe azul, alto, galán, gallardo, caballeroso, adinerado y dispuesto a enamorarse de ella y ponerle un castillo; con el tiempo he descubierto que las mujeres son muy machistas. Su hombre ideal es independiente, libre, emprendedor y se empeña en cumplir sus objetivos en la vida, es un ser independiente de ella pero dispuesto a cumplir sus más extrañas fantasías, ansioso de demostrar que ella es la razón de sus metas y decirle al mundo que ella es la razón de su vida, una persona abierta sentimentalmente con ella y las amistades que vayan forjando en su tiempo compartido, capaz de llevar serenata o de vaciar una cantina por un desamor; que sea inteligente y moderado, pero que defienda el honor de su damisela a puño limpio. Complejo realmente, porque todo tiene un momento especifico para darse, pero antes de comenzar a ampliar tu forma de ver las cosas, debes ver los requisitos que reúnes de la lista anterior.

3.- EL PRINCIPE AZUL

Cuando conozca a una mujer que sepa como es su príncipe azul, se aferre a esa idea y lo consiga, la felicitaré muy cordialmente. Como hombre lo primero es olvidar la idea de la princesa de cuento de hadas, hoy en día las mujeres no juegan limpio, no siguen las reglas del juego, cuando reúnes los requisitos que uno supone que ellas esperan, te desprecian vilmente de la manera más cruel. Aprende esta lección y no la olvides nunca: el príncipe azul no existe y si existe no seré yo; sólo puedo ser yo mismo corregido y dispuesto. La fémina actual sufre de inseguridad en sí misma, por eso no respeta las reglas del juego, porque supone que el hombre ya no lo hace tampoco. Existen mujeres que sufren de soledad, tal como tú que has llegado a este punto donde recurres a un manual de interacción con el sexo opuesto. Las mujeres también tienen dificultad al elegir a quien aceptar a su lado; son tan parecidas a los hombres en este punto que asusta el hecho de pensar que nadie tiene el control en realidad, que todos vagamos buscando o esperando a esa persona ideal, que llene el vacío que tenemos dentro. Las mujeres gastan en cremas, cosméticos, accesorios, perfumes, ropa, tintes para cabello, dietas, y un sinfín de cosas que suponen las harán lucir mejor, y eso las posicionará mejor para que cuando llegue el príncipe se fije primero en ellas, pero el príncipe no llega; porque los seres humanos buscan algo afín, es decir, los galanes buscan bellezas, los delgados buscan esbeltas, los adinerados buscan mujeres de buena posición social; si hasta este punto no te has deprimido lo suficiente como para claudicar, empezaré con los verdaderos consejos que te hagan irresistible.

4.- SIMPLEMENTE IRRESISTIBLE

La primera impresión jamás se olvida, la imagen que proyectas nunca pasa desapercibida para una mujer, desde tus zapatos hasta tu cabello, pasando por las uñas y el cinturón; si eres seguro de ti mismo sin ser pedante, interesante sin ser presumido, caballeroso sin ser hostigante, si eres listo sin ser un genio, si eres sensible sin ser amanerado, en general si eres tú mismo y no un espejismo muy bien elaborado para engañarla y luego sacar las mañas. Eso haremos, trabajar tus puntos fuertes y tratar de disfrazar los débiles. Tú eres especial, tú vales mucho y mereces respeto, pero primero debes saber respetar el espacio ajeno, sobre todo el de las mujeres. Recuerda que ella es un ser único, mágico y maravilloso, bueno, eso es lo que opina ella. A estas alturas habrás notado el lenguaje que uso yo mismo para referirme a las mujeres, elimina de tu vocabulario frente a ella toda palabra despectiva o machista, elimina definitivamente palabras coloquiales, nunca menciones sus atributos físicos, si quieres referirte a la belleza de una mujer hazlo usando el término bonita, atractiva o bella (a las mujeres les gusta que se los digan de esa manera, pero no se lo digas aún), debes escucharla atentamente y viendo su rostro, escuchar atentamente y ver hacia ella (se repite a propósito), siempre pórtate como un caballero: abre todas las puertas, camina del lado exterior de la acera, deja que pase ella primero siempre (a menos que sea una calle oscura y tenebrosa), ofrece tu mano y tu brazo para cruzar calles, si ella pide algo sencillo (dulces, cigarros, un refresco) págalo inmediatamente (no le digas nada, solo hazlo), ocasionalmente dile que combina muy bien su ropa (si no es cierto, sugiere que use algo diferente, ten iniciativa), ella debe ser el centro de tu atención. Pero ten cuidado si empieza a hablarte de cosas en su vida, acéptalo sólo unos días, de lo contrario te adoptará como su mejor amigo.

Una vez que domines esas cosas básicas, vigila siempre las siguientes reglas de aseo e higiene personal: Usar ropa de tu talla (no uses playeras y camisas enormes o pantalones que arrastres), no uses pantalones entubados, úsalos rectos y a la altura del empeine del zapato, la camisa es básica (las playeras son para salidas informales o para estar en casa), si usas zapatos procura tenerlos limpios siempre, si son botas dales grasa pero no brillo, los tennis deben combinar con la ropa; el cabello es importante pues debe lucir arreglado aun si es largo, la barba se determina por el color de la tez, el largo de la barba y las patillas debe resaltar tus ojos y ocultar mejillas sobresalientes o pómulos hundidos, elimina todo bello facial que este separado de las cejas, las patillas o la barba, corta periódicamente los bellos nasales (solo los que salgan, los de dentro no), procura tener las uñas limpias y cortas, cuida la piel de tus manos para que no se despelleje o tenga protuberancias duras, usa siempre desodorante o agua de colonia, el perfume de olor fuerte sólo se usa en las noches. Listo. Ahora selecciona un look y mantente firme en él, puedes seleccionar el trotamundos, pero siempre es agradable para una mujer que el rebelde sea higiénico y coordinado.

5.- LA PRIMERA IMPRESIÓN

Primero examina las féminas a tu alrededor y selecciona la que quieres conquistar, soltera de preferencia, observa a sus amigas y su entorno, obsérvala atentamente, dedícate a observarla, algún día ella se fijará en ti, el contacto visual es lo más importante porque de él deriva todo, si ella comienza a verte también es un buen principio, no hagas contacto con ella hasta que consigas que alguien te la presente. Preferentemente una amiga de ella. Las amigas siempre son de fácil acceso; una amiga de ella que pueda llegar a interesarte después, haz que sepa que te gusta su amiga, eso hace las cosas divertidas e interesantes, si la amiga te dice que ni lo intentes puede significar que tu objetivo esta bloqueado por un competidor aventajado o porque no eres su tipo. Si haces que la amiga te ayude a pesar de la advertencia, le estas demostrando perseverancia, gran cualidad, convive con la amiga quizá salga algo bueno de allí. Si te la presenta debes cuidar detalles de ti que puedan llamar su atención, revisa la bragueta puede estar abierta (no revises frente a ella); debes condicionar tus movimientos para que parezcan casuales: extiende la mano y aprieta un poco, observa atentamente su rostro, adelanta el rostro como para besar su mejilla, si ella acepta el beso de presentación se acercará también, si notas que su mirada baja una fracción de segundo hacia tu mano, solo estrecha su mano; sonríe, di hola y conserva la sonrisa.

Eso puede hacerlo cualquiera, pero no todos lo hacen con estilo, lo que converses con ella únicamente depende de el lugar en que estén, el clima, las clases o el trabajo, algún programa de televisión muy popular, algo que cualquiera pueda saber, debe ser algo trivial que no refleje tus intenciones de subyugarla a tus encantos. Es una conversación de tres personas, ella, quien los presentó y tú, observa como se desenvuelven ambos con respecto a tu presencia, deja que hable la persona que te la presentó para darte pauta y entrada a la conversación. Al despedirte, complementa con un “fue un placer” o algo así, no lo digas en el saludo.

6.- SU PAREJA O SU MEJOR AMIGO

Los errores más comunes se cometen en esta parte, una vez que se realiza el contacto habitual, debes hacerte su amigo, ganarte su confianza, averigua cosas de su vida pero sin dar indicios de la tuya a menos que te pregunte directamente (tampoco que te saque las palabras con cuchara, mantén tu vida privada de esa manera), inicia de la siguiente manera: muestra interés por sus cosas normales, su casa, su familia, el nombre de su mascota, su grupo favorito, como le gusta el café, que refresco le gusta más;  invítala a ir al cine (lugar en que no debes hablar mucho, un café es mala idea porque debes hablar y hablar y hablar), ir a tomar algo después del cine es mejor ya que el tema es la película y se complementa con anécdotas y comentarios de otras películas. Tus habilidades conversacionales deben quedar de manifiesto en este punto, saber hablar pero sobre todo escuchar, si ella te hace algún comentario de sus aficiones, no lo olvides por ningún motivo; pregunta sin ser inquisitivo, responde sin ser evasivo. Si vas a invitarla  a salir, que sea a lugares muy concurridos, primero debe sentirse segura en tu compañía, como si fueran sólo amigos y no pretendieras más que su compañía y amistad, después de salir con ella varias veces su manera de mirarte debe estar cambiando, te ve como una persona digna de confianza y cariño.

Pregunta siempre si le gusta tal o cual cosa, que música le gusta bailar, que lugar nocturno le gusta, que bebida prefiere, si alguien le gusta (esa pregunta siempre elimina sospechas sobre ti). Ahora que ella te cuenta algunas cosas intimas comienza a halagarla, con detalles como: “ese vestido realza tu figura, hoy te ves muy bonita, tu cabello se ve muy bien así, ese color de labios te queda muy bien”, observa y ten en cuenta cada cambio significativo (recuerda que esa mujer es tu objetivo). Hazle notar que hay cierto interés en sus cosas y por añadidura en su persona, que note que te gusta, que sólo tienes ojos para ella, llámale por teléfono seguido pero no hasta hostigarla, si contesta alguien que no sea ella di hola, buenas tardes, se encuentra...,  llamadas cortas sólo para saludar y ver como esta, que su familia te vea como algo normal, eso crea un ataque por dos frentes, pues si dejas de llamar no falta quien pregunte: oye, ¿por qué ya no llama...? Éste es el momento del curso de actuación intensivo.

7.- CURSO DE ACTUACION INTENSIVO

Párate frente a un espejo y pon la cara más seria que puedas, cambia a un gesto de dignidad, ahora entorna las cejas, los labios hacia abajo como si sintieras tristeza o dolor, listo, esa es la cara que debes usar para expresarle un día como si fuera una gran confesión, desde el fondo de tu riñón, el hecho de que “no tengo mucho éxito con las mujeres, soy una buena persona pero no se fijan en mi para cosas serias”, puedes complementar haciéndote la víctima, decir cosas como: “hace meses estoy soltero, mi última novia fue en la primaria, mi ex novia jugo con mis sentimientos, ella se fue hace tanto y me ha olvidado” ¿has notado que patético se escucha?, no lo hagas. A ella debes decirle las cosas de la siguiente manera: “cada día que paso contigo es especial, eres una gran amiga y una gran compañera, (observa su rostro al decir esto, si pone cara de sorpresa dile que es tu mejor amiga), empiezo a notar que te quiero mucho y por eso quiero pedirte que seas mi pareja, mi novia”, sencillo, frente al espejo. Eso no es actuar, incluso es probable que sea tu triste realidad (no me lo tomes a mal), repite frente al espejo: “Tú no tienes pareja porque no quieres, no tienes tiempo para darle lo que merece, buscas algo especial, alguien que te entienda y te de tu espacio”; eso es lo que debes hacerle creer, ella debe creer que hay mujeres interesadas en ti, que su mejor amigo se puede ir con otra, que ella es sólo un pasatiempo mientras viene algo mejor; gancho al hígado para su ego, ya la tienes tambaleándose, después de halagarla tanto resulta que no es lo que buscas, que ella merece alguien mejor que tú, pero que tú mereces alguien mucho mejor que ella. Sé bien que no es cierto, por eso es actuación.

8.- SU PAREJA O NADA

No es tan drástico en realidad, la salida especial que debes planear debe incluir lo siguiente: ir a un lugar público y concurrido a hacer alguna actividad que a ella le agrade, ir contigo al cine o a tomar un café, ir a un lugar tranquilo y solitario (pero no mucho) como un parque, en resumen, demostrarle que estar contigo es divertido. El momento de la verdad, toma su mano y sonríe, dile que es muy divertido estar con ella, que te la pasas muy bien, que quisieras que siempre fuera así, que ella te gusta, que te gusta estar con ella, que te gustaría que ella fuera tu novia (suéltalo así, como una bomba esperada), listo, lo hiciste, felicidades. Si acepta, el resto depende de ti; ya estas listo par el primer día de noviazgo, que marcará el resto de tu vida en pareja, el llamado tiempo compartido.

No, pero podemos ser amigos.

Maldito fracasado, ¿que no aprendiste nada? Ten dignidad. Me haces quedar en ridículo, no digas a nadie que te lo aconsejé yo. A estas alturas del curso eres una persona con apariencia impecable, eres higiénico y moderado, tienes un lenguaje claro y culto, sabes lo que debes aprender de una mujer, lo que debes preguntar, como llamar por teléfono a su casa, a que lugares debes llevarla en cada situación, eres un ser independiente pero entregado a una meta sublime. Si te ha rechazado ella se lo pierde. Así que no quiere ser tu novia, pues bueno que así sea, tú sigue en lo tuyo: sal con ella, llámale por teléfono, (pero empieza a buscar a alguien más que si aprecie tu nueva forma de ser), empieza lentamente a alejarte de ella, luego a los 15 días exactamente, deja de llamarle y de verla, bórrala de tu vida, sé bien que es difícil pero hazlo definitivamente; después de una semana será ella quien te llamará, si te invita a salir acepta, como si solo la hubieras olvidado unos días, casualmente menciona que ella y tú son tan amigos como siempre; luego de unos días convéncete de que se acabo todo con ella, si no quiere ser tu novia tu no quieres ser su amigo, esto es muy efectivo pues te queda una gran amiga dispuesta a recibir tus llamadas o salir contigo, quizá con la idea de presentarte algunas amigas. Pero no le hables muy seguido o seas insistente, te rechazó, no lo olvides nunca.


29 – UNA TRISTE PERSECUCIÓN

“Esta bien recordar,
porque siempre hace falta a quien culpar”.
-FOBIA

Pienso que buscar al amor de tu vida es como cortejar a Moteadita: Tonto. Por lo inútil.

Soy, por definición, un valiente. Un valiente, dicen, no es aquel que no tiene miedo, sino aquel que se enfrenta a su temor. Si lo desglosamos de esa manera, yo soy muy valiente, porque tengo muchos temores y tengo que lidiar a diario con ellos.

Por definición, entonces, concluyo que hay dos clases de valientes: Los Cobardes y Los Estúpidos;  los primeros tenemos tanto miedo de lidiar con la situación, que nos aventamos a la lucha desesperada al primer impulso, entre más pronto nos cargue la chingada, más pronto habremos terminado con eso.  Lo maravilloso del asunto es que, la mayoría de las veces, sin importar el resultado, al final te sientes bien, como aliviado; los estúpidos, por su parte, son los cobardes que prefieren que los cargue la chingada antes de tener que lidiar con la situación.

Conclusión: Soy un estúpido cobarde y eso me hace un valiente. Qué bonito ¿No?, la pregunta aquí es ¿Cuándo me volví tan valiente?

Vi sus ojos brillando por los míos, sentí la palma de su mano acoplada a la mía, sus brazos enredados en mi torso sudado, su aliento tórrido en mi oído, su palpitar acelerado, la calidez de su pecho en el mío. Olí la sal marina en su cuerpo y ese aroma tan suyo en su cabello y oí, escuché, como sus palabras formaron un “no” rotundo en el aire.

Por ser valiente una vez más fui rechazado. Me siento aliviado, sin duda, pero también me siento herido. Y en un futuro, esta herida me provocara nuevos temores con los que lidiar al salir de casa.

Debía ser como antes. Cuando mancebo, yo perseguía a una linda niña rosada, como una perla marina: Preciosa joya de ultramar. Pero jamás tuve el valor de expresarle mis sentimientos porque ella estaba enamorada de alguien más. Y aunque creí que el silencio me protegería, el amor que sentía, se clavo en mí profundamente desangrándome otra herida.

Así que hay dos opciones: ser lastimado o lastimarte tú mismo. Creo fue más fácil para mi culpar a los demás de mi dolor que a mi mismo, por eso, jamás volví a quedarme callado. Todas las veces que fui rechazado, me sentí aliviado porque no tuve que cargar con eso, porque era culpa de ella; ellas me lastimaron. Y yo, yo, sólo fui una victima inocente de su egoísmo indiferente. De ellas, de las arpías sin corazón que gozan arrancando suspiros a los amantes sinceros.

Así que como vez, un valiente, es en verdad el peor de los cobardes.

Debía ser como antes, debería sentir alivio en mi resignación pero no es así. Esta vez no funcionó, no funcionó porque me siento culpable de haberme ilusionado, porque conviví con ella más tiempo del debido.

Cuando estaba en preparatoria, le ofrecí mi amistad a la niña Rosada, y con la convivencia, sólo llegué a desear verla sonreír. Así decidí animarla en su amor, porque si yo no tenía oportunidad con ella, no tenía caso que los dos fuésemos infelices.

Una de las cosas más bellas que recuerdo en mi vida, es verla corriendo en círculos, con ese suéter rosa, tratando de atrapar los conos de nieve con la lengua mientras esperábamos al chico que le gustaba. El que nunca llegó.

También, una de las cosas más tristes que recuerdo es verla llorando al encontrar a ese chico besando a otra niña, más tarde el mismo día. “Nunca tendré una oportunidad con él” dijo sollozando, “así como yo no la tendré contigo” pensé mientras la abrazaba.

Tal vez, si hubiese sido más egoísta, si hubiese pensado más en mis sentimientos que en los de ella no me hubiese rechazado y ninguno de los dos hubiese sido seriamente lastimado. Jamás me lo he podido perdonar. Por eso me recuerda un poco a Mote, porque quiere a alguien que no la valora y sólo juega con ella.

Así que se lo dije, le dije que me gusta y que la quiero. Abrí las alas y me deje caer al pavimento. Ella lo quiere a él de la forma en que yo a ella.  Él nunca la querrá como yo la quiero y ella nunca me querrá más que como un amigo.

Ya han pasado quince días de eso. Según el manual, aquí es donde desaparezco de su vida. Según el manual, sólo me queda esperar su llamada y conformarme con una hipócrita amistad cordial. Y si tengo suerte, tal vez, me presente a una amiga. No entiendo como llegué a ilusionarme tanto.

Simple. Te dejaste caer.
¿Cómo?
Si, te dejaste caer. Fueron las palabras de la Niña Pelirroja y las de Poe las que te dieron el empujón y tú, extendiste los brazos y te aventaste sin paracaídas desde la torre Eiffel.
¿Las palabras de la pelirroja?: “se me hace que tu también estas enamorado”. ¡¿Las de Poe?!: “nunca dijo que fuera su novio, no estás fuera del juego”.
Esas palabras te dieron ánimo para buscar el amor arrebatado en los brazos de la tendera esa.
Pues... si.
Si, y si tomamos en cuenta que no has superado lo que te hizo la otra tipa es peor.
Pues... también.
Quedas muy mal parado emocionalmente, ¿No? ¿De que te sirvió el valor ahora?
Pues... no sé ¿qué otra cosa podría hacer?
¿La prudencia te significa algo? Ahora te has encariñado de la tendera. Pensaras en la tendera, amaras la imagen de la tendera, esperaras su llamada mientras ella, la tendera, se dedica a fornicar con Adam. ¿Qué vas a hacer ahora?
Pues... lo que dice el manual.
¡Esa es la actitud!

De pronto no me siento de ánimo para escuchar esa clase de reproches, así que termino de rasurarme. Me lavo el rostro, me pongo una camisa y me dispongo a lidiar con los temores del día.

¿A dónde vas?
Ya lo sabes.
Es estúpido.
Pero es mejor que perseguir el amor de alguien que ya tiene a quien amar. Al menos sé que el amor de mi vida no me rechazará.
¡Es por que nunca podrás encontrarlo!
Lo sé (suspiro) es una persecución muy triste ¿No crees?

30 – NO TE RINDAS

¿Qué pasaría si cambiara de opinión?

Ni siquiera vale la pena pensarlo ¿Para qué ilusionarse con algo que es sabido que nunca pasará?

El gran león con alas negras finalmente me encuentra y pausadamente se acerca hacia mi mostrado sus afilados colmillos. Gruñe.

Maldito conejo ¿Por qué no apareces?, sabía que no debía seguirlo. No sé muy bien como llegué aquí, lo último que recuerdo con claridad fue haber salido de mi casa y el cielo nublado. Sentí un gran dolor en mi pecho y vi una luz muy brillante. Lo siguiente que recuerdo fue haber llegado a esta clase de laberinto y al maldito conejo haciéndome señas para que lo siguiera. Pero en una parte se adelanto demasiado y sin su guía me perdí. Ahí fue donde me encontré al alado león o él me encontró a mí. Me da la impresión de que me ha estado buscando. Y he venido huyendo desde entonces, hasta ahora que me tiene acorralado.

El animal furioso ruge y su grito estremece a los ángeles en el cielo y al suelo bajo mis pies que se abre y me traga. Trato de no caer, me aferro a los vértices pero la fiera brinca sobre mí y por acto reflejo, a la oscuridad, me dejo caer.

Y caigo, y caigo, y caigo en círculos y cuando siento que jamás tocare fondo, me estrello secamente contra el pavimento. Me golpeo la cara y me rompo un brazo. Puedo sentir la sangre entre las rosas. Pero lo que más me duele es que esas rosas estén clavadas en lo más hondo de mi pecho.

Entonces suena en el aire ese batir de alas negras cubiertas de dagas. Suena ese rugir de cuerno, la bestia, el león viene por mí. No puedo moverme, no sé a donde huir. Estoy solo... derrotado, pero lo peor de todo es que me siento muy cansado, ya no quiero continuar huyendo. Todo es tan oscuro que no alcanzo a ver al animal, sin embargo sé que me ha encontrado, puedo oír su respiración muy cerca de mí. Entonces finalmente, sucumbo, cierro los ojos y me dejo morir.

-No te rindas.
-¿Qué?
-¡Qué no te rindas! ¡Para nada bajes los ánimos sólo porque una niña te dijo: No!
-Pero... lo mejor es que me olvide de ella.
-¿Cómo puedes decir eso? No puedo creer que seas tan cobarde como ese niño al que le enseñe a fumar.
-Soy el mismo niño.
-¡Eso no es cierto! ¡Mírate, las cicatrices que tienes en tu alma y en tu corazón me dicen que ese niño ha crecido mucho!
-Sólo soy un niño muy herido.
-Yo vine a esta ciudad en búsqueda del amor sobreponiéndome a las heridas, a pesar de saber que me rechazarían. Esta prohibido tener miedo.
-Pero yo no soy como tú. Me parece tonto luchar por el amor de alguien que ya tiene a quien amar.
-Esa es una forma muy mediocre de pensar. Hay cosas que no se piden ¡Se arrebatan!

Dice eso porque seguramente nunca ha tenido una herida tan grave como la mía. Como la que escondo bajo mi cama en una caja de zapatos.

-Prefiero dejarlo así.  No tiene caso seguir persiguiendo algo que nunca podré alcanzar.
-¡En el amor se pelea!
-Pero también se sufre y estoy muy cansado para soportarlo. ¿Sabes? todo me parece muy turbio y no sé por donde ir. Prefiero quedarme aquí. Yo no fui hecho para ser feliz en el amor.
-¡No digas esas cosas o me harás enfadar! En estos momentos andas por el camino de la confusión... como no puedes ver hacia delante, tienes miedo de moverte, pero si te detienes, no cambiara el panorama ¡Sigue por el sendero, estoy segura de que veras algo diferente!
-Pero no puedo... no tengo el valor.
-Vamos, hazlo por mí. Ya que yo también fui rechazada como tú y no pienso darme por vencida tan fácilmente ¿No me dejaras andar a solas por ese sendero, verdad? ¡Juntos nos daremos ánimo!

¡Oh! Mi dulce niña pelirroja. Sus bellos ojos almendrados me transmitían ese ánimo sincero.

Me tomó de la mano y me dio un poco de su valor.

¡Vamos adelante! ¡No podemos rendirnos!

Esta prohibido tener miedo. Hay que seguir adelante. Aprieto el puño para que no se me escape el coraje, dejo escurrir unas lágrimas cobardes que huyen del león, abro los ojos y finalmente lo enfrento.

¡¿Qué quiere de mí?! ¡No me voy a dejar vencer!

La bestia ruge, el cielo tiembla, las aves huyen, mi corazón languidece y responde:

Deberías dejar de fumar marihuana, estas alucinaciones no te hacen bien.

Je... je, je... ji, ji, ji, ji, ja, ja, ja, ja, ja, ja.

Es cierto, estoy marihuano. Ahora recuerdo un poco mas, recuerdo haber ido a casa de Poe a fumar hierba y después fui a mi casa a dormir, pero... no recuerdo haber despertado.

Abrí los ojos, me pare frente al espejo, di un paso con el mismo pie con el que lo hago todos los días para ir a casa de Poe. Fumé pasto como loco volví a casa con toda la intención de dormir y abrí los ojos. Algo no encaja.

-Esto es como un sueño ¿No? -¡Oh! el león, lo olvidé por un momento-. Es como un sueño. No pensaste que se daría de esta manera ¿eh?
-¿Qué quieres de mi león?
-¿Yo? Sólo vine por que tú me llamaste.

Cerré los ojos, me paré frente al espejo, di un paso con el mismo pie con el que lo hago todos los días para ir a casa de Poe. Fumé pasto como loco, volví a casa con toda la intención de dormir y no, no recuerdo nada de un león alado. Algo no encaja.

-¿Yo?
-Claro... tú o el otro ¿Qué más da?, son lo mismo. Ese pleito tonto que traen los dos es estúpido, si llegasen a un acuerdo no necesitarían llamarme, siempre estaría con ustedes.
-¿El otro? ¿No te referirás a...?
-¿A quién más?
-¿Y quién eres y por qué habría de llamarte?
-¿Cómo? grandes garras, sedosa melena, alas negras ¿Aún no me reconoces? –respondo que no con la cabeza.
-No sé quien eres y además te temo.
-Soy tu valor. Y he venido para llevarte a tu nuevo destino. ¡Anda! monta en mí.

Entonces presiono fuertemente la herida profunda en el pecho y apoyándome en el piso, me levanto para subir a su lomo pero en ese instante la bestia desaparece bajo mi peso y caigo de nuevo al suelo.  Que fraude... ¿Qué caso tiene?  “¡Vamos, adelante, no podemos rendirnos!”, la voz de la dulce pelirroja. Ella me demostró con el ejemplo, vino hasta aquí para recuperar el corazón de la persona que ama y fue rechazada. “En la batalla del amor se ganan muchas heridas antes de alcanzar la victoria”; pero no es la única que dejó todo en su búsqueda del amor; Poe también lo hizo y al final, fue derrotado.

¿Y a quien te quieres parecer?
Es él, el otro.
Poe también renuncio a su amor, porque este ya tenía alguien más a quien entregarse.
Poe nos enseña que uno puede vivir a pesar de ser vencido. Y la pelirroja nos enseña a no dejarnos vencer. ¿Quieres pasar el resto de tu vida como un hombre derrotado?

¡Oh! Ojala fuera más parecido a la niña de ojos almendrados y no tan parecido a Poe.

Esta prohibido rendirse, hay que seguir adelante.

Me parece curioso que la Niña Pelirroja sea quien me de ánimos cuando es ella la que provocó mi primera herida. Fue ella la primera que me rechazo. Y por ese temor a ser rechazado de nuevo, la Niña Rosada jamás se entero de mi amor y la herida en mi pecho me duele, me duele mucho al recordar ese silencio.

¡Vamos! no te rindas. Ahora tienes valor.

Mi valor, tan pronto quise aferrarme a él se esfumo. Pero bueno, me duele mucho el pecho y no voy a arreglarlo si me quedo aquí tirado, es mejor seguir adelante. Así que con gran desconsuelo me incorporo en la oscuridad, busco alguna señal, algún sendero o una luz al final del túnel que no alcanzo a percibir, así que no me queda más que continuar entre las sombras.

Por largo rato avanzo a tientas con una mano presionando fuertemente mi pecho; estoy muy cansado, tengo hambre y no he bebido nada en mucho tiempo. Creo que fue una mala idea y cuando pienso en desistir, finalmente a lo lejos veo una luz y corro desesperado hacia ella. Conforme me acerco me doy cuenta que esa luz es un manantial cristalino que fluye de la oscuridad.  Entonces aliviado bebo hasta saciarme. Me siento muy cómodo en este lugar, en las cercanías crecen frutas deliciosas y puedo comer de ellas tan sólo estirar la mano. Podría pasar aquí el resto de mi vida, pienso y eso hago.

No sé cuanto tiempo he permanecido aquí, pero últimamente he notado que el agua ya no es tan dulce y que la comida ya no es suficiente y así de pronto como el manantial apareció en la historia, el pequeño oasis de felicidad se seca y desaparece.

¡Hay que seguir adelante! – Escucho dentro de mi cabeza. Ya no distingo claramente si es la voz de la Pelirroja o la mía propia la que me da ánimos, pero no importa porque esta prohibido tener miedo; me levanto de mi asiento y sigo a solas en la fría oscuridad.

Largas horas transcurren, o minutos, o semanas, es difícil estar seguro cuando se esta ciego, pero ya no me duele tanto el pecho, tampoco tengo frío. A pesar de que la seguridad del oasis duro muy poco, fue de gran ayuda para recuperar mis fuerzas y sanar las heridas. Sin embargo, comienzo a desesperarme ¿Qué nunca encontrare la salida? ¿Estoy condenado a andar a ciegas y de manera solitaria el resto de mi vida en este mundo sin luz? ¿No tengo otro propósito más allá que el de caminar hacia delante?, y entonces me asalta una interrogante que me detiene en seco ¿No estaré caminando en dirección equivocada?

¡Maldito conejo ¿Dónde estas?! –El silencio
¡Maldita sea! Manda una señal o haz algo... aparte de ignorarme. Estúpido conejo.

La duda me invade y comienzo a sentir un poco de ansiedad, miro a mi alrededor buscando alguna clase de señal y de pronto alcanzo ver de reojo una pequeña luz lejana. Temeroso como estoy corro hacia ella. Al irme acercando la luz va tomando la forma de una bella flor dorada.

Es un girasol e ilumina toda la estancia. Miro a mí alrededor y veo sin fin de caminos hostiles y peligrosos que me asustan, pero la calidez de la flor abraza mi pecho y me transmite una gran calma, me da mucha confianza y seguridad.

Tal vez esta flor me ayude a continuar mi camino, me digo y al tomarla del tallo siento como invade mi cuerpo una sensación de bienestar y felicidad desconocida. Una sensación que terminara de curar todas mis heridas. Entonces jalo con fuerza arrancando la flor de la tierra y al hacerlo se apaga.

¡La he matado! Y con ella esa luz y ese calor que alivia mis dolores. Sin ella siento como se me abre la piel curada desde dentro de mi alma. Mis viejas heridas se abren en pequeñas explosiones en el cuerpo. Todas son dolorosas, pero la del pecho es tan aguda que ya nada importa, sólo quiero dejarme caer, alejarme del dolor, hundirme en el silencio.

Y entonces mientras los cientos de cicatrices estallan bajo mi piel, el suelo ruge y estalla también, se quiebra y se hunde y yo con él. Parece que todo ha terminado. Gracias, gracias por acabar con esto.

Si te interesa, es porque ya te creció la cola. Alégrate por eso, ¡¿Qué importa si sale con alguien más?! Nunca dijo que fuera su novio, no estas fuera del juego. No pierdas el ánimo.

Esa es la voz de Poe. Ahora es Poe el que me dice que mis heridas han sanado, ahora que me duelen más que nunca.

¡Las cicatrices que tienes en tu alma y en tu corazón me dicen que ese niño ha crecido mucho! ¡No puedes rendirte!

La Niña Pelirroja que no se cansa de darme ánimos se une a las palabras de Poe. ¿Pero qué puedo hacer ahora que he caído y no tengo de donde aferrarme? ¿Cómo puedo luchar?

¡Vamos! no te rindas. Ahora tienes valor.

¡Hay que empezar a escupirle al miedo en la cara!

¡Esa es mi voz en el espejo! ¡El otro espejo me esta dando ánimos! ¿Pero cómo puedo detener mi caída? ¿Cómo, y por qué me duele tanto la espalda?

¡Ah! Las heridas de mi espalda, siento que me van a estallar desde dentro. Podrían ser mis pulmones hinchados de tanto tabaco que se expanden y explotan en escandaloso baño de sangre, y lastima, y duele, y detiene mi caída.

Y me elevo sobre el vacío expandiendo mis alas cubiertas de penas y encuentro una salida, arriba en mis ojos rojos llenos de frío. Tuve que haberlo sabido, mi valor no me dejara caer y mi enojo me permitirá salir adelante.

Entonces por fin encuentro una salida escondida en un lugar al que nuca volteamos a ver. Aleteo velozmente hacia lo más alto en donde entre las estrellas veo un pequeño rasguño en el cielo.  Con mis garras hago más grande el espacio y como un recién nacido lucho entre una cosa liquida y apestosa para salir del laberinto.

Entonces el dolor en mi pecho se vuelve más punzante y la luz más enceguecedora pero finalmente se apaga.

Ahora recuerdo más claramente. Una semana después, sonó el teléfono. Había pensado ignorar el manual y cortar toda comunicación con ella, pero la Niña Pelirroja tiene fe en mí. Por eso me arrepentí de esa decisión, no era sincero y no tenía el valor de ver a Moteadita. Ahora la tengo con sus grandes ojos húmedos como si quisiera llorar frente a mí.  Y me duele más el pecho, mis ojos también se humedecen, tengo miedo e increíblemente, me siento feliz.

-Ya me lo pensé bien –dice-. Y si, si quiero andar contigo.

Esto es como un sueño ¿No?

31 – EL HADA Y EL DRAGON ROJO

“Tengo la boca llena de cosas hermosas,
y en el corazón, como ponzoñoso dardo,
clavadas miles de rosas”.

Una noche fría y particularmente oscura un vérmelo dragón se elevó al cielo y con su luz iluminó la noche como si fuese el día, y las criaturas de la luz se alegraron y festejaron felices que, al menos esa noche, las sombras no dominarían la tierra.

Y con esa historia que contaba su tía, los ojos de la niña se cerraban y descansaban esperando el nuevo amanecer.

Moteadita era un hada, de grandes alas doradas; de piel clara como la nieve; suave, fresca y alegre.

Abriendo los ojos a las seis y cuarto de la mañana, apagaba el despertador y parpadeaba; sin sospechar que antes de que se extinguiese el día, ese sentimiento le quebraría las alas.

Mote, como le llamaban cariñosamente el resto de las hadas del palacio, era un hada singular. Por las mañanas tras apagar el despertador, estiraba, con un bostezo, su pequeña figura sobre la cama, después, grácilmente, hacía a un lado la rosada cobija, bajaba sus finos pies al suelo marmoleado, los colocaba suavemente en sus pantuflas blancas adornadas con caricias heladas. Hecho ese movimiento se levantaba dando un pequeño brinco, tras el cual estiraba sus brazos hasta tocar las puntillas de sus pies.

Se veía en el espejo y se observaba detenidamente admirando el resplandor de su mirada, de la cual brotaban arroyos por los que el dragón rojo se acercaba; la envolvía con sus fuertes alas de dragón y en su pecho, la besaba; le hacia el amor.

Ese era el ritual diario de Mote por las mañanas, o lo venia siendo desde hace un tiempo. Desde el día en que conociese al dragón, fumador compulsivo, en la miscelánea de su tía. Ritual que llegaba a su fin, precisamente cuando la reina, su tía, la llamaba desde la cocina para que bajase a desayunar.

En ese punto Moteadita se despejaba, moviendo la cabeza, de sus pensamientos. Torpemente se apresuraba a ponerse sus alas, a cubrirse el cuerpo con ese mágico polvo de hada, tras lo cual, en el armario, buscaba abrigos de plata.

El mueble de dos metros adornado de rubíes y esmeraldas, que se encontraba en una esquina de su amplia habitación, tenia en su interior pasillos enteros sin recorrer, pasillos llenos de ropas suntuosas y joyas lujosas. Aún así, Mote nunca iba más allá del primero, de donde escogía, sin variarlo, de entre cientos de coronas, una negra boina.

Este día, había tomado para combinar, una ligera capa de seda gris, y, nada más que un clásico entre las jóvenes damas, un pantalón de mezclilla. Vestida se exploraba velozmente y de reojo en el espejo, recorriendo su geografía con la mirada, se encontraba tal como era: bella.

Un segundo llamado de su soberana tía, la avivaba a salir corriendo de la alcoba, a bajar desmañadamente con pequeños pasos la escalinata en mármol labrada que, bajando en espiral, pasaba bajo una cascada. Deteniéndose de vez en vez, pero no por mucho tiempo, a admirar a través de la cortina de agua, los verdes prados, los amplios campos y los lagos; en los cuales jugaban gustosos todo tipo de centauros, unicornios y aves traviesas, las miraba con su sonrisa inquieta de niña tierna.

Al tercer llamado de la reina ella se presentaba tranquilamente en la anchurosa estancia, al aire libre abierta. Un frondoso arbusto hacia las veces de mesa mientras que anchos árboles de larga sombra cubrían las ágiles alas de las princesas damas.

Los elfos sirvientes corrían de aquí para allá con los tazones de las picaras niñas que jugueteando entre bromas reían a la espera del plato del día.

Aquí es donde revelamos algo desconocido y horrible de las hadas: Éstas graciosas y bellas criaturas eternas, mantienen su gracia alimentándose de penas ajenas provocadas por ellas.

Por cada dragón rojo que espera con alas abiertas a una dama tierna, cien trovadores poetas, se ahogan, se frustran y se mueren por ellas. Ángeles se enfilan con palabra desnuda. En la sangrienta lucha con la espada se cortan, se matan, se arrancan las alas, para congraciarse el pequeño favor de las hadas.

De estas violentas batallas, brotan las penas de heridas abiertas, no con el arma filosa, sino por la mirada punzante de diosas inquietas. Penas servidas en tarros finamente adornados para que las pequeñas hadas, como Mote, dilaten su imagen perfecta.

Termina el desayuno la reina pequeña. Corre al balcón a la espera de que su bravo dragón aleteando llegue por ella. Así sucede. Mote sube al lomo fornido del animal prohibido, que, a través de rincones ocultos en las venas, por avenidas hostiles, lleva a la niña tierna, hasta la curiosa tienda que se encuentra como encajada en un árbol. Ahí el vérmelo dragón, la cobija con sus alas y le arranca el corazón a puñaladas.

Maravillada la dulce hada, cobijada como por un embrujo de encanto, interrumpe su sueño de plata, para buscar la llave que abre la tienda. Adam, a distancia, se despide de ella, lanzando un certero beso, que como agudo dardo atina el blanco. Los labios de Moteadita se humedecen, sus ojos se nublan, alza la mirada al cielo y sonriendo en un suspiro, enciende la luz abriendo la puerta.

Aquí se acaba el cuento del día, y da paso a la rutina diaria de la vida. Moteadita aún bajo el embrujo del encanto, pero ya sobrepuesta, con sus pequeñas alas, se las arregla sola para abrir la cortina pesada. Hecho tras el cual va al baño de empleados en busca de una cubeta, la cual llena de agua y detergente le echa. Paso seguido toma un trapeador y mientras, cantando canciones de amor, friega el piso, limpia el mostrador.

Pero el día comienza a tomar su curso como de costumbre; ya cerca de las diez de la mañana, empiezan a llegar los repartidores. El delgadillo parapléjico de los refrescos, como le decía Mote para divertirse, se detenía a platicarle su vida, como cada tercer día, a lo que nuestra niña querida, se preguntaba “¿Qué diablos me importa que tu madre este enferma? OK si es triste, pero ¿qué puedo hacer yo? ¿Por qué no vas a deprimir con tus problemas a alguien más?”, y eso es justamente lo que el parapléjico hacía, cruzaba la calle para ganarse la vida, atosigar a la competencia, que, vencida, le daba unos pesos mas, de los que le daba Moteadita.

Después llegaba el golfo regordete de las botanas, la miraba de arriba abajo, sonreía suciamente a Mote, quien le respondía con una sonrisa hipócrita, se rascaba el grasiento trasero con sus enormes y sucias manos para ulteriormente contabilizar la mercancía y poder ver de cerca, cuando se distraía la niña, sus pequeños senos.

El desagradable sujeto siempre se despedía con un: “Adiós, primor” y una mirada furtiva al trasero del pequeño ruiseñor. Se rascaba un testículo sobre la ropa, subía a su camión, cerraba la puerta y prendía el motor.

Poco rato después llegaba el repartidor de cigarrillos. A Mote le agradaba el sujeto en particular. Los quince o veinte minutos que duraba su visita, trataba por todos los medios de descubrir algún secreto o cualquier información sobre él. Persistentemente buscaba sus ojos tratando de escudriñar con la mirada perdida un lugar donde encontraremos al ángel entre tanta falsedad, tanta mentira. Sin embargo, un cigarrillo apagado eRA lo único que salía de su boca.

Terminada la operación, el sujeto salía por la puerta, sin siquiera mirarla o decirle alguna obligada palabra de adiós. Mote cogía las cajetillas y pausadamente, tarareando alguna tonta canción que alguna de sus viejas abuelas debió enseñarle, las acomodaba por marca, por tipo y por color. En haciendo esto, ya cerca de los tres cuartos antes de medio día, comenzaba a llegar la gente. Sin falta, del diario pasaba Doña Cabeza de Algodón, o así llamaba dulcemente a la ancianita que sin falta pasaba a comprar sus donas y que sin falta quedaba debiendo veinte o treinta centavos.

La anciana senil entraba pausadamente. Se detenía en el mostrador, sonreía cariñosamente a Mote mientras le decía – Que linda niña eres querida – quien le respondía con el mismo gesto cariñoso; y, entonces, la señora pasaba al interior de la tienda, tardaba quince o veinte minutos admirando el mostrador de pan; primero tomaba el panque con nuez, luego se decía “No, no, no, uno de almendras será mejor”, dejaba el panque tomado en donde lo había encontrado y buscaba con la mirada el deseado, el de almendras, que ya no lo hacen desde los años sesenta, pero ella al no encontrarlo se decía “tan bueno que es ese panque, se acaba volando. Tendré que llevar el de nuez”.

Dirigía su mirada entonces de vuelta al panque, pero de improviso, como si encontrarse un tesoro preciado, se detenía de golpe frente al panque de pasas – Vaya, vaya – se decía – pasas... tan ricas que son las pasas – entonces tomaba el pan con las dos manos a la vez que sus ojos dilatados sonreían de gusto – es una pena que el medico me prohibiera las pasas, si... toda una lastima – se repetía devolviendo el pan a su lugar. Hecho tras el cual se llevaba la mano a la boca, como para suprimir un bostezo o algún deseo irrefrenable, que acobardado, sigue buscando el momento preciso para escapar.

Esperaba, entonces, unos instantes, y, lentamente estiraba la mano hasta tomar unas conchas –que ricas son las conchas –  expresaba en voz baja con una sonrisa – ¿De qué sabor serán? – se preguntaba a pesar de que el color blanco indica claramente que son de vainilla.

Entonces con paciencia regresaba la bolsa al mostrador y de la suya sustraía dificultosamente un par de lentes viejos. A los cuales les faltaba la pata derecha, por lo que la pobre vieja tenía que sostenerlos con su temblorosa mano mientras con la otra se acercaba las conchas a la cara para asegurarse del sabor. Leía con cuidado cada palabra en el empaque; fecha de caducidad, tiempo de preparación, lugar de origen, así, hasta finalmente dar con las letras grandes en tono vino que al frente del empaque dicen “sabor vainilla”  –hum...  vainilla, no me gusta la vainilla, me choca ¿no hay de chocolate?

Así de simples son las cosas en la vida de los hombres y así de indecisos son sus corazones.

Al final como siempre, la linda anciana tomó las donas blancas – Blancas y puras – decía –blancas como la nieve – nadie le explico jamás que la nieve en las ciudades esta hecha del agua sucia que cae de los obscenos cielos que la ambición humana a pintado de gris. Que lo más puro en el mundo, no es tan puro dentro de todo y que el blanco no sólo representa la pureza, sino también la ansiedad.

Al momento de cobrarle la mercancía a la señora, entró un joven adulto: “Un trovador ¡Un poeta!” pensó Mote al verlo y se dijo así misma que él podría componer algún soneto o una completa canción, toda una obra entera acerca del amor arrebatado y salvaje que en su delicado pecho se revolvía luchando por salir y ser expresado. Pasión que sentía por Adam.

Pero su poeta trovador, que en secreto estaba enamorándose de ella, pero es secreto no se lo digan a nadie, sólo pasó a decir adiós. A dejarle un detalle sin palabras y una canción sin escribir. De paso compró una cerveza, besó de la manera más dulce que pudo su mejilla de princesa y se fue. El beso fue frío, hosco e impersonal y Moteadita supo, sin saber por qué, que la humedad de la rosa que sostenía en sus manos eran lágrimas de desencanto; sintió un poco de pena y acongojada buscó un frasco con agua donde colocarla.

Pero aquel ósculo muerto escondía una pasión helada que el trovador rendido decidió guardar para si mismo; para darse fuerza tenía que acostumbrarse al dolor de los golpes; pues al cruzar la calle, encontró a Adam en su auto esperando a alguien. Se vieron las miradas, la triste derrotada se escondió de la alegre vencedora y con un ademán se saludaron desde lejos.

Así continúo el día de la joven hada, clientes y repartidores la visitaban a cualquier hora. Cada uno de ellos aportaba una pequeña historia fantástica a la pequeña Mote: Como la señora que surtía los productos de limpieza; nuestra niña imaginaba que la tipa entraba volando en una escoba y que los varios tipos de jabones y detergentes que dejaba, eran pócimas malvadas que preparaba para el exclusivo uso de las hadas.

De pronto y sin aviso el sol comenzó a esconderse. Y el corazón de la niña de las motitas rojas comenzó a darle patadas de emoción, avisando que era tiempo de partir. Porque justo al ocaso, la reina de las hadas, su tía, llegaba montada en carruajes broncíneos jalados por bellos pegasos. Atravesaba la puerta con un manto de celestial fulgor e iluminaba su rededor como la luz misma del sol, haciendo huir las sombras que siempre se resisten a morir.

Las sombras, son el hogar de ciertas criaturas maravillosas también, hay hadas de alas negras y elficos adalides que viven en ellas, incluso ángeles oscuros, como Poe, que siempre buscan refugio bajo las piedras. Son en si, un resguardo precioso para las almas heridas y un ejemplo también, porque cuando la noche llega, toda la claridad desaparece de la tierra. Ni la bestial lucha que sostiene la luna con su bella luminosidad contra la oscuridad logra hacer mella en ésta que domina sin dificultad entre las noches. Y cuando en el horizonte lejano aparece el astro padre, la oscuridad se retira, pero no del todo, porque siempre quedan pequeños rezagos en las sombras. En donde encuentran abrigo las criaturas a las que se les ha negado el albor.

En cambio hay criaturas de luz, arrogantes y soberbias, que abusan de su divinidad para acarrear miseria a todas las almas aquellas que se fijen en ellas. Porque como se ha dicho: Así de simple es la vida y así de débil son los corazones de los hombres.

Más Moteadita con sus bellas alas volaba lejana a los problemas de los mortales. Su corazón la empujaba a despedirse rápidamente de su tía para poder navegar en arroyos de azúcar hasta la arista de arena blanca y febriles aguas donde el bravo dragón rojo la esperaba. Ese fue el primer error de Moteadita, pensar que el dragón esperaba paciente su llegada, porque a nuestro valeroso caballero Adam, entretenido en asuntos, no de dioses, sino de varones, le había sido arrebatado el hilo del tiempo por una Gorgona Traviesa que serena esperaba el instante justo de eyectar las garras. Más hay que aclarar que la Gorgona era inocente, porque desconocía la existencia del dragón en el corazón del hada.

La alada ilusión arrastró a Mote hasta la fábrica de hielo, en donde dormía profundo su dragón bajo una pesada montaña de nieve. Ella pensaba que con el cálido soplo de su pasión, lograría derretir el témpano y robarse el alma de su amor.

El segundo error de Moteadita fue creerse un hada traviesa; ella no era un hada, sino una mujer y Adam no era un Dragón, sino un hombre.

Y ahí entre el hielo, alcanzo a ver el automóvil rojo de su amado señor. Y en su interior, al gallardo dragón que con sus voraces fauces devoraba a una Gorgona doncella.

Los ojos de Mote se dilataron al sentir de golpe el paro de su corazón. Su pecho entonces comenzó a enfriarse y el sentimiento corrió por todo su cuerpo hasta sus manos y piernas que comenzaron a temblar. En ese momento se acabó el hada, se terminó la poesía y la fantasía. Dio tres pequeños pasos sin comprender lo que sucedía y entonces, mientras su ofendida mirada se clavaba en la espalda de Adam, lo entendió tan claramente como el agua cristalina, allá en el ahora lejano país de los cuentos.

Buscando algo que decir, Moteadita se acerco al coche, abrió la boca y, en principio, brotó un reproche. En segundo, brotaron mercurios arroyos de sus desencajados ojos. Se llevó las manitas a su cara y entre sus delgados dedos, cual rosales enredados en arcos, escurrieron las lagrimas, que cayendo al suelo murieron en vano.

Una noche oscura un vérmelo dragón se elevó al cielo y con su luz ilumino la noche como si fuese el día. Las criaturas de la oscuridad tuvieron que correr en búsqueda de un refugio, algún escondrijo entre las piedras, o algún corazón solitario cobijado entre tinieblas.

Así son las cosas en la vida de los hombres; sus mentes son torpes y su amor se entrega a los corazones equivocados.



32 – A HOT SUMMER NIGHT

Una tarde maravillosa, romántica, llena de magia, con ocasionales arranques de pasión, que culminó al anochecer, con el beso más dulce que puedo recordar. Nos despedimos con un abrazo y nuestros corazones se alegraron porque al fin nos habíamos encontrado.

No recuerdo la última vez que me sentí como me siento ahora con la niña moteadita. Pareciera ser el destino, que cada una de las cosas que hemos vivido, sólo estaban ahí para encaminarnos a nuestro seguro encuentro.

No se supone que pasaría así, siempre he creído, que iré caminando, fumando bajo la lluvia, y que de esa manera y sólo de esa manera, encontrare al amor de mi vida. No se supone que pasaría así, pero no importa, soy feliz y ella lo es conmigo. Eso es lo único que importa.

Sonrío con un suspiro y me limpio el sudor de la frente con el brazo. ¡Calor! tengo mucha sed. Se me antoja una cerveza.

Mi consumo de alcohol ha aumentado de manera alarmante desde que deje el cigarro, pero el licor ni siquiera me distrae, no me duerme la ansiedad: sólo lo empeora. Además, siento el cuerpo demasiado pesado como para levantarme. Siento que me hundo lentamente dentro del sillón lubricado por mi propio sudor.

Debes proporcionarme una cerveza.

A gritos le pido a mi madre que me traiga una chela.

Como si el calor no fuese suficientemente molesto, estoy aburrido. Han pasado un par de horas desde que me despedí de Moteadita y ya no hallo la manera de matar el tiempo que nos separa de nuestro próximo encuentro.

Cambio de canal intermitentemente en busca de algo entretenido y fracaso. Por un momento detengo el televisor en el comercial de una mueblería. Es el hombre que indica los precios, el que me llama la atención; es idéntico a mí. Podría ser yo en un par de años. La única diferencia que encuentro es que él esta encerrado en esa cajita, atrapado en la imagen, y yo, yo estoy preso entre estas líneas. Cambio de canal.

¡Maldita sea! Me pica la entrepierna. Me rasco y me huelo los dedos, huele como a piel muerta, debo estar mudando de piel, vi en la tele que las víboras y otros reptiles lo hacen al crecer, es un acto inherente a madurar.

Tomo una lija. Comienzo a frotar frenéticamente hasta que desaparece el escozor, la piel y una delgada capa de grasa. Mierda... ahora me arde a morir. Debería ir a que un medico me revisara, de hecho no le caería mal un poco de aire puro, que se recree en espacios abiertos.

La llevaré al parque, le pondré su cadena y la sacare a pasear, y la gente murmurara al verla: “¡Oh, que bella entrepierna!”, me detendré un momento para que la gente la aprecie con tranquilidad, quizás hasta se acerque alguien y la acaricie mientras me diga – Buenas tardes joven, que buena entrepierna tiene usted – Educadamente le responderé – Buenas tardes y gracias señorita – Ella acariciara mi entrepierna suavemente y entonces comentara –¿Pero que diablos…? Parece que se le esta cayendo la piel en esta parte.  ¡No! eso seria algo muy vergonzoso. Así que, en vez de ir al parque o al medico, le pongo salivita.

Ya se tardó la chela. Me pregunto si mi madre estará dormida, aún es temprano como para que lo éste, pero no la escucho bailando en la cocina como es su costumbre, tampoco recuerdo haber escuchado que saliera. El silencio me alarma un poco.

Debe estar borracha, tirada a un lado del escusado o vomitando sobre su cama. Puedo imaginar que en su depresión alcohólica, al ir a vomitar al baño, se quedó dormida con la cabeza dentro del inodoro. O que ahora gira, colgada, al ritmo del ventilador, en su recamara. Incluso puedo imaginarla con la cabeza dentro del microondas.

Mis últimos pensamientos me alarman aun más y me levanto presuroso rumbo a la cocina. Abro el frigorífico. ¡Es verdad! ¡Se las ha bebido todas! Maldita alcohólica egoísta, no ha dejado una sola cerveza.

Debe haber algo por aquí, pienso mientras aparto los cadáveres de animales, los restos de ensalada y los aderezos. ¡Si!, al fondo encuentro la última chela, la escondí previendo que algo así podría pasar. Estiro la mano para cogerla y cuando mis yemas apenas alcanzan a rozar el húmedo cristal una pequeña mano fugaz me la arrebata. ¡El estúpido conejo!

Se aleja con mi chela dando brincos dentro de la nevera. Aparto una hamburguesa vieja y lo persigo por pasajes húmedos y fríos, hasta llegar al país de las hadas.

Las hadas, hace mucho no soy bienvenido en estas tierras. Veo encenderse una antorcha en la lejanía y escucho el estrepitoso rugir de un cuerno ¡Son ellas, vienen por mí!

Asustado, escondiéndome entre matorrales y arbustos, pongo pies en fuga. Corro varios metros, entonces, cuando fatigado me detengo a respirar; me veo rodeado por una patrulla elfica, cerca de veinte hermosos elfos, ataviados en sus bellas armaduras plateadas y sus largas cotas de malla aparecieron de entre la espesura del bosque, amenazándome con las luengas lanzas me obligaron a hincarme, entonces, el líder de los elfos, uno rubio con una larga cicatriz en la cara, cargado de una impresionante adarga, me toma del brazo con una mano y me levanta como si levantase algo muy ligero.

¡Hombre! –Me dice mostrándome la espada desnuda – los elfos de estas tierras me llaman Lobo – Continúa diciendo.
Estas muy lejos de tu patria ¿Qué no sabes que los hombres de Dalagon y los elfos de las tierras bajas han entrado en guerra con los Gnomos?

¡¿Quién?! ¡¿Qué cosa?! ¡¿Guerra?!

-No conozco el país de Dalagon y nada tengo que ver con gnomos o elfos.
-Responde rápido entonces, si valoras la vida y la libertad ¿Qué haces tan cerca de Fairytopia.
-Estoy...  busco a un conejo.
-El país de los conejos esta al sur de Abed, muy lejos de aquí, muy cerca de Gnagar. Para éste momento esa región debe estar poblada de Gnomos. No te aconsejo continuar en su búsqueda.
-Pero, es que debo hallar a ese animal.
-Alguna deuda debe tener contigo esa criatura como para que la sigas hasta aquella región, más ahora que las tierras de los elfos ya no son tierras seguras.
-Esa criatura me ha robado.
-Algo muy valioso será. Para llegar al valle de los conejos primero has de llegar a Ilion, el ducado de los más bellos de entre los elfos todos que habitan las tierras bajas. De ahí el camino más corto es al sur-este a través del paso Pardamar; pero es muy peligroso. Por ahí no podrás pasar sin enfrentarte a los gnomos. Deberás tomar al oeste rumbo Alvadiola. Al llegar tomaras al sur en dirección a Surión, más al llegar al río Verde, en Abed, interrumpirás tu camino para seguirlo. Siguiendo su cause llegaras a salvo hasta Labed, ahí, hallaras el valle de los conejos.

Entonces un segundo cuerno resonó en el viento. Y los elfos bellos alzaron las miradas al cielo.

-¡Ya vienen! Los Gnomos han llegado al valle de las hadas. Debes irte de prisa, para llegar a Ilion, sólo sigue las estrellas.
-¡¿Y como hago eso?
-¡Sólo síguelas! -grita Lobo mientras se aleja marchando con el resto de los maravillosos elfos. Dudo un poco, pero al no tener muchas opciones, voy al sur, siguiendo su consejo. Camino largas horas por el bosque escuchando el canto de las aves nocturnas en los árboles, y el clamor de la batalla a mis espaldas, hasta topar con una muralla abandonada en ruinas. Ahí, bajo un claro rayo de luna, encuentro al conejo bebiéndose mi última cerveza.

-¡Roedor!

Salto sobre la bestia, pero esta pega un brinco y corre a ocultarse en su madriguera al pie de la muralla – ¡Te tengo!

A gatas, voy escarbando en el agujero haciéndome espacio entre la blanda tierra. Me escabullo por el estrecho túnel hasta vislumbrar una luz, una salida al otro extremo, y se apaga. Llego hasta la salida bloqueada. Con una mano levanto la tapa y salgo del escusado, en el sanitario de alguna cafetería.

Me despejo en el lavamanos. Recupero compostura y salgo del baño. El hombre que vende muebles por televisión me recibe y me lleva del brazo hasta una butaca. Frente a mi, hay una persona,  una irritante luz roja que se mezcla con el humo de un cigarro que se consume, sin ser tocado, en la orilla de un cenicero junto a mi tasa de café me impide verle el rostro. Descubro su silueta en la niebla,  es una mujer.

Doy un sorbo nervioso al café, mientras le escucho decir todas esas cosas que no quiero escuchar.

Ya la reconozco.

Sostengo un cigarro que se muere. Sé que tiene que morir pero me cuesta tanto dejarlo ir. Quiero irme a casa, pero no hay manera de salir. No puedo volver, ni quiero seguir adelante. Aprieto los dientes y cierro los ojos para no ver su cara al momento de inclinarse para decirme – No pienses en mi.

Y sin darme cuenta... he vuelto a pensar en ella.

33– LA ÚLTIMA VEZ

Creo... no debí abrir la botella, pues sólo bebiendo me acuerdo de ella.

Esperando el camión en una esquina, veo del otro lado a una linda niña de cabello castaño vestida de blanco que sin apartar su mirada de la mía se sonríe.

-Es ella, ella es la dama del collarín, a la que siempre me encuentro – dije señalando con la cabeza.
-Tal vez ella esta en tu vida y aun no lo sabes –dijo Poe hurgándose los bolsillos, de los cuales sacó un boleto viejo de camión, un chicle que se llevó a la boca y unos cuantos pesos.
-¿Tú crees?
-Claro, sino ¿Por qué la vida los pondría en el mismo camino tantas veces?
-¿Es eso una analogía? Porque si lo es, no entiendo como podemos estar en el mismo camino si no tenemos un lugar o un pretexto para conocernos.
-No. No es una analogía, son como un par de desconocidos que se conocen muy bien. Sólo tienen que cambiar la parte de desconocidos.
-No puedo hacer eso.
-¿Qué te detiene? Ella entró a tu mundo y tú al de ella, admítanlo.
-Por Mote.
-¿Qué con ella?
-¿No propondrás que le sea infiel?
-Claro que no. Propongo que dejes de salir con ella.
-No creo, estoy bien con ella.
-Ah bueno…
-La quiero…

Entonces la mirada de la Dama se apartó de mí para detener un camión con destino opuesto al nuestro.

-No es cierto.
-Si lo es.
-No. Tú quieres creer que estas con ella por amor, pero no hay nada de eso entre ustedes, no hay nada absoluto, ni tierno. Más bien parece que ambos están enamorados de la idea de enamorarse.
-¡Falso!

La busqué con la vista a través de las ventanas mientras el camión arrancaba y al hallarla, me saludó con una sonrisa fruncida acompañada de un batir de mano. “Hasta pronto”, trate de decirle con el pensamiento y una mirada forzada que intentando expresarlo todo terminó por clavarse en la nada que dejó su silueta del otro lado de la acera.

-Si. Ella esta contigo para no pensar en Adam y tú estas con ella... pues porque tu vida es patética.
-No terminas de convencerme.
-Es cierto... sólo estas con ella para evitar la soledad.
-¿Qué no lo hacemos todos?
-Pues... si.
-¿Qué no es eso el amor?
-Espero que no. Pero velo de esta manera, tal vez la analogía sea con tu sueño. Esa mujer que vez en la cafetería, ese encuentro casual, tenga que ser con la Dama del Collarín.
-Hum ¿Lo crees?
-No. Nada más es una salida rápida a una conversación incomoda.
-Hum... el encuentro casual que cambiara mi vida.
-El encuentro casual de los encuentros casuales. El que le pondrá fin a la historia de tu vida y podrás dejar de fastidiarme con eso -dijo casi gritando mientras estirando el brazo pedía la parada al camión.

El encuentro casual, de todos los encuentros casuales. El encuentro en la cafetería bajo la lluvia. El que pondrá fin a la historia de mi vida. La historia de mi vida... hace unos días me acorde de ella. En verdad no hace mucho que lo hice por última vez pero es sorprendente cuan largo parece el tiempo cuando algo más ocupa tu mente por unos meses y alguien más tu corazón.

Pasamos por un teatro donde exhibían una obra titulada “Destino” y excusándome con Poe me bajé del camión: -Quiero comprar un poco de licor.

Recuerdos escurren rencores en copas de vino. Amantes casuales se abrazan en lino.

Me parece que se molestó un poco. Prometí acompañarlo al museo a ver una exposición de arte realista porque Polly no quiso. Pero sólo lo hice porque me sentí comprometido. Como una salida rápida de la conversación incomoda con su esposa que terminaría estallando en mi cara sino intervenía. Además el realismo nunca me ha llamado la atención. De hecho de todos los ismos, mi favorito, es el tabaquismo.

Ya en casa sintonice la radio en una estación donde solo transmiten música romántica, sólo para que fuera más doloroso, y quise ahogar su recuerdo, pero no cabía en una copa.

La última vez que nos vimos me porte indiferente.

Indiferencia: Cualidad de ignorar las cosas que no nos importan. Indiferencia, el haber intentado detenerla pudo ser la diferencia.

Y ahora estoy aquí, años después, años pensando en ella

Es difícil llorar por heridas que ya no duelen, pero es más difícil volar con alas secas como flores bajo un sol ardiente, que se quiebran. Me duele un poco el pecho, me arden los ojos, la luz me lastima, la vida me hiere desde que no estas tú.

El cielo gris sopla arrastrando mis palabras. Me gusta pensar que se convierten en la música a mi espalda, que viajará por el mar y las montañas hasta donde quiera que se encuentre. Entonces como un pequeño rumor en el viento le acariciará el oído y por un instante abrirá los ojos, se detendrá, y  se acordará de mi antes de continuar besando a quien sea que esté amando ahora.

Ya no sé que más decir, todo lo he dicho ya. Quizás agregar que me gustaría verte una vez mas, sólo una antes del final. Que la suerte nos regale un encuentro casual para poder ver tu sonrisa y sentir tu mirada. Tenerte tan cerca que pueda oler tu cuerpo para poder decirte como un pequeño rumor en el viento: No te guardo rencor amor, cuanto lo siento.

Levanto la copa y me prometo no pensar en ti. Esta es la última vez. Siempre es la última vez.


34– UN CONEJO EN EL CIELO.

¿Qué puedo decir de mi vida? A veces es como una gran aventura. En otras es como la repetición constante de un capitulo de una vieja serie de TV.

De espaldas al césped busco figuras en las nubes junto a Moteadita. ¿Cual es el problema? Que es lo mismo que solía hacer con ella. Con ella solía descubrir dragones furiosos, conejos color de rosa y caballeros valientes. Con ella escuchaba las trompetas sonando en lo alto del cielo anunciando la gran aventura. Con Moteadita me pasa lo mismo, pero no es nada que no haya vivido antes, y eso le molesta, le molesta mucho.

Realmente la quiero, y mucho. Pero el sentimiento no cambia, sigue siendo querer. Es como tener hambre ó sueño, uno siente el impulso irrefrenable de satisfacerlos pero sabe que volverá a tener hambre y sueño después y que no importa cuanto trates de cambiar eso siempre vas a seguir queriendo.

Por eso es complicado y malo. Porque el amor se convierte en el reflejo opaco de amores anteriores. Porque por más que te guste y te emocione, ya sabes que va a venir después. No hay nada nuevo en el cielo. El problema radica en cuando la persona que esta contigo no concibe ser la repetición de viejos capítulos de tu vida, o en el mejor de los casos, una buena secuela de una exitosa serie de películas malas.

Aquí es cuando empiezo a desear que las cosas empiecen a ser diferentes, que salgan bien por primera vez, o que salgan peor de lo usual. Cuando las cosas son diferentes a lo que uno esta habituado, aunque te arda la piel y te levante las costras; cuando las cosas son nuevas, es cuando son especiales.

“No estoy segura de que nosotros funcionemos como pareja” me dijo una vez como marca de su inexperiencia, “He tenido varias parejas”, contesté, “y sin embargo estoy solo. ¿Adivinas porque?”.

Recuerdo la primera vez que me peleé, el primer putazo que me reventó la cara. Ahí fue cuando descubrí que me gusta la violencia; el placer de ser golpeado y de golpear hasta el crujir de huesos. Recuerdo otras peleas memorables, pero no todas. En algún punto, esa batalla encarnizada por la vida, se volvió una película repetida.

Es como el primer beso, o la primera vez que tuve sexo; todas esas cosas se sucedieron tantas veces que perdieron el brillo del encanto. Pero al igual que mi película o mi canción favorita, aunque nunca vuelva a sonar como la primera vez, siempre querré oírla de nuevo.

Si las cosas no funcionan al primer intento, es difícil que funcionen al segundo. Pero no queda más que seguir probando cuando eres adicto a algo.

En el cielo arriba en nuestras cabezas se suscitan cosas extrañas y sublimes desconocidas para nosotros, maravillas se esconden tras las nubes que reflejan los ojos de Moteadita. Lo afirmo sin temor a equivocarme, porque ese brillo en su mirada es siempre la promesa de algo maravilloso. Si me equivocase, si fuera una falsa señal, seria aun más maravilloso, por que seria nuevo, sorprendente y sin dudarlo, hiriente.

-Esa nube tiene forma de conejo -señala Moteadita al cielo.
-Si, lo veo -con un poco de imaginación, consigo ver al conejo en el cielo. Con un poco de imaginación, uno puede ver lo que quiera.

El conejo en el cielo... uno creería que es más fácil ver ovejas en las nubes. Pero no, por alguna razón, siempre que me tiro al pasto a ver el cielo, término viendo un conejo.  El mismo conejo que constantemente me hostiga en todas partes desde que lo viese por vez primera en los brazos de una botella. De la primera, de la mujer a la que, sin saber de su existencia, Moteadita envidia. Pero eso es tonto, es que ella no comprende, que, aunque no represente la primera vez, sigue siendo igual de hermoso, tan bello como han sido bellos todos los atardeceres a su lado, todos los conejos rosas en el cielo, tan hermoso como cada amanecer que no recuerdo.

-Si, lo veo. –Respondo tomando su mano.

Aquí es donde al sentir su piel mis ojos se dilatan, mi oído se agudiza, mi respiración se acelera al ritmo de mis palpitos. Miro a Moteadita y sonrió porque éste, seguramente, es uno de los momentos más hermosos de todos los que, al paso de unos años, voy a olvidar, pero esta bien,  porque aunque no recuerde cada uno de los cigarros que me he fumado, cada uno de ellos a contribuido a pudrir mis pulmones.

35 – ODA A LA FRUSTRACIÓN INEVITABLE

Digamos un par de verdades universales: Primero, la vida apesta y segundo, cuando mueres, el que apesta eres tú.

Todos sabemos que Adam es el amante de la esposa de Poe. Todos lo saben, incluso él. Y nadie hace nada. Todos sabemos que Moteadita solía salir con Adam antes que conmigo y que en la primera oportunidad que tengan de hacerlo lo harán de nuevo. Todos lo saben, y nadie hace nada. Incluso yo.

También se sabe que Adam es una persona inmadura, manipuladora y traicionera. Todos lo saben y todos confían en él. ¿Me pregunto por qué yo no?

Ser el único desconfiado me hace sentir como una victima de mi propia paranoia voraz. Pero ya no más. Tomaré dos tragos, unas rayas, un bate de béisbol e iré a partiré la cara.

Sin darme cuenta y de sorpresa me tendrá tirado en el piso con el hocico reventado y las costillas rotas. Lloraré de impotencia mientras sigue pateando mi sanguinolento cuerpo, hasta que se canse. Entonces en cuanto me de la espalda, tomaré el bate y lo golpearé con toda mi ira en la base del cerebro, justo en el tálamo. Algo tronará en sus oídos, perderá la vista y si tiene suerte, morirá. Si no la tiene quedara como una maldita planta.

En ese momento sentiré que he hecho justicia en el mundo. Me sentiré un héroe fugaz y lejano. Entonces mis amigos, aquellos que no hacían nada más que mirar con un trago en la mano como me molía los huesos, brincaran a detenerme antes de que le hunda el cerebelo de otro golpe. Habrá gritos, las mujeres se pondrán histéricas, los hombres me llamaran imbécil, seguro que Polly y Moteadita se me irán a golpes. A Polly la detendrá Poe, pero Moteadita me odiará por el resto de mi vida y no volveré a verla jamás. Entonces saldré a la escalerilla a encender un cigarro mientras espero que llegue la ambulancia y la policía.

Ya en la cárcel, todo estará perdido, me darán demasiados años y al salir, será demasiado tarde para cualquier cosa. Por eso me quedo sentado, sonriéndole al espejo mientras que con el ojo derecho veo como Adam coquetea con mi novia, y como a ésta le agrada eso.

Así que por donde lo vea estoy jodido.

Tú tranquilo, algún día, pronto, cuando te haya quitado a Moteadita y al amor de tu vida, la cabra temperamental despertara en ti: El Coma Negro.

Así que por donde lo veas estas jodido.

La vida apesta y cuando te mueres, el que apesta eres tú.

36 – YO SOY LA REVELACIÓN

Siento como si mil agujas heladas fuesen introducidas por cada uno de los poros abiertos y sangrantes de mi piel.

Despierto agitado al oír un grito desgarrado en la oscuridad, y descubro que es mío. Mientras, palpitante, el sudor brinca de mi cara para estrellarse contra las sabanas blancas.

De pronto me siento el Titanic e imagino que las gotas saladas secretadas por mi aterrada alma son las personas temerosas, que prefieren ser absorbidas por el agitado mar sobre mi cama, antes que hundirse conmigo.

Respiro llevándome una mano a la cara hinchada –una pesadilla- me digo en voz alta intentando tranquilizarme en la oscuridad. Una en la que planeo el asesinato de mi mismo y al empujarme al agua, descubro horrorizado que yo, o la parte asesina, no podrá continuar sin la parte dormida en el fondo del río.

Aparto la sabana con violencia y desden de mi cuerpo y de un brinco me levanto. Entro al baño directo al lavamanos donde hundo mi cabeza dentro del agua que yace estancada en él.

Estás jodido – escucho que me dicen. Volteo pero no encuentro la fuente del sonido – estás jodido –me repite. Exaltado prendo la luz – estas jodido – me digo en el espejo.

¿Cuánto a que Moteadita te esta poniendo los cuernos con Adam?
No lo creo.
Vamos hombre… no seas ingenuo. Moteadita le pone duro con ese tipo, ¿Y tú? No haces nada.
Bueno, ¿Y qué se supone que haga? ¡¿Eh?!, ni me consta, ni tengo pruebas, sólo puras putas sospechas.
Hay una constante en la vida – me dice tornando sus ojos en una mueca perversa – las mujeres son tan cabronas y tan hijas de la chingada, que son buenísimas para mentir. O, ¿Tú por que crees que hay tantas canciones que hablan mal de la mujer?
Hay tantas mujeres buenas como malas, no es una cuestión de género, ni una constante.
Eso que señalas únicamente es un supuesto.
Lo que tú señalas también.
Bien… ¿Cuántas mujeres buenas conoces?
Pues…
La abuela no cuenta como mujer, más bien cuenta como cosa.
Vaya pues, está Moteadita.
¿Seguro? A pesar de que te pone el cuerno con Adam.
¡Eso no me consta! ¡Ni a ti!

Hay otra constante en la vida – me digo – a las mujeres, ni todo el dinero, ni todo el amor, ni toda la confianza.

Se me escapa el aliento. Me quedo frío, con los brazos apoyados en la pared. El agua escurriendo por mi piel crea arroyos por mi torso y mis brazos, y ahí por donde va pasando, va narrando historias que plasmadas quedan en el epidérmico lienzo.

Entonces, como recién hechos, la tinta brilla con toda su fuerza y esplendor.

Mis tatuajes… no recuerdo haberme hecho tatuajes.

Me miro en el espejo que se quiebra y un brazo largo, tullido y delgado intenta sujetarme con unas uñas retractiles y felinas, pero gruesas y escamosas. Brinco a la puerta por reflejo y me sostengo en la perilla.

El espejo esta intacto.

Me incorporo y aún sin recuperarme totalmente del susto me acerco al inmaculado vidrio; no veo nada más que a mi mismo.

Ten cuidado – me dice mi reflejo- no te acerques demasiado… no vayas a quedar atrapado del lado equivocado – y pérfido sonríe.

Mi imagen reflejada me parece maligna. Una capa roja, como si fuese un delgadísimo albornoz de seda carmesí, del tono que tiene la sangre cuando las almas son negras, se posa sobre él. Sus ojos huecos penetrantes me causan un profundo miedo, mis trémulas piernas flaquean y los tatuajes en su cuerpo, relatan horrendas historias de almas puras desgarradas.

Me veo el cuerpo, yo no tengo tatuajes.

Me miro en el espejo… y sus tatuajes brillan y cambian de forma. Demonios sin nombre que devoran ingenuidades sin perfil.

¡Los tatuajes! ¿Qué son los tatuajes? -grito abriendo los brazos, dando por inercia un paso atrás.

Son las heridas que llevas por dentro, esas que nadie puede ver. Describen todos los caminos que has recorrido; son en laberinto en el que te hallas perdido – responde aun sonriente, y alcanzo a ver sus dientes amarillos y afilados.

¡¿Qué diablos eres tú?!

Yo soy el minotauro. Soy lo que llevas podrido, todo lo que has reprimido, todo lo que te ha sido negado, todos los gritos frustrados. Soy tu enojo, tu fuerza y dolor; yo soy la revelación. Y estoy aquí para hacerlos pagar.

Finalmente sucedió… despertó. El dragón dormido, la cabra temperamental. ¿Has oído aquello de no le rasques la panza al moustro?

Me levanto…  doy una paso con el mismo pie… y la busco, la busco luciendo orgulloso mis tatuajes. ¿Dónde esta? Paso por el puente peatonal… finalmente llego a la cafetería de corte italiano, estiro el brazo con toda la decisión de entrar, mis yemas están a punto de tocar el gélido vidrio cuando la puerta se abre por dentro y de ella sale la Dama del Collarín.

Me mira y se sonroja. Me mira y me sonríe por un instante de esos que parecen eternos. Entonces la tomo de la cintura y la aprieto contra mi pecho. – No es a ti a quien buscaba, pero sirves igual – le digo y la beso. Mis labios presionan con fuerza los suyos mientras una de mis manos busca inquieta una de sus tetas.

El espejo se rompe y me escupe pedazos a la cara con el reflejo de Moteadita en ellos. Y se me clavan en el rostro, en los ojos y en las malditas entrañas. Escucho un alarido de dolor. Miro lágrimas rojas chorreando sobre mi cuerpo que se vence, y me desvanece.

Moteadita… yo quiero a Moteadita… no puedo hacerle esto, no – Me voy diciendo mientras lentamente los gritos en mi cabeza van guardando silencio.

Sombras, sombras, sombras… por ahí, en un rincón, una sonrisa siniestra entre la oscuridad, y más oscuridad.

De repente escucho un alegre trinar que viene de fuera de la ventana. Ha amanecido, los rayos de sol que atraviesan el cristal me punzan la piel. Yo me encuentro hecho un enredo con las sabanas sobre la cama.

Tranquilo todo fue un sueño –me digo, pero prefiero quedarme en cama en vez de ir a refrescarme al lavado.

A veces, como en esta ocasión, me sorprende lo vividos que son los sueños y lo reales que son las sensaciones que uno tiene en ellos. Casi todo el tiempo me pregunto si la vida no será un sueño, a veces horrible, a veces maravilloso. Casi todo el tiempo me contesto que no, que los dolores y placeres son reales y que por más que lo desees no se pueden evadir. Y cuando más convencido estoy de eso, despierto.

Me doy cuenta que no se pueden esquivar; te persiguen hasta los sueños y ahí se las arreglan para clavarse en ti, y cuando despiertas, o te duermes, siguen ahí y sólo esperan un descuido, un momento de debilidad para escapar y devorarte.

Como puedo me las arreglo para desenmarañarme. Bostezo y suena el teléfono. Voy corriendo a la sala pero no alcanzo a llegar, en mi lugar, lo hace la contestadora.

“No hay nadie en casa, deja tu mensaje” –dice mi voz seca y tajante.

Hola, oye, hem… soy yop  -es Mote- ¿Puedes venir a verme hoy?, tengo que hablar contigo -dice y cuelga cuando mi yemas apenas logran posarse sobre el plástico frío, cómplice pero indiferente.


37 – ELLA SE MUERE

¿Qué no ves que me muero?

Aunque me lastima, a pesar de que siento sus manos entrar en mi pecho como pinzas separando mis costillas para tomar mi órgano y herirme ¿Cómo podría reclamarle?, si veo en sus ojos todo el dolor que yo sentí. Cada lágrima que escurre por su mejilla me es familiar, tan conocida.

Quiero abrazarla, pero me separa de ella. Yo te quiero, como sólo llegué a querer a una persona antes. Pienso decirle pero no será un consuelo. A ella no le interesa mi querer, ni mi dolor. A ella sólo le interesa volver a probar el sabor de aquel veneno que mata el orgullo y la razón. Un veneno que no se da en mis labios.

No entiendo bien lo que sucede, o mejor dicho, lo entiendo claramente, pero algo no encaja ¿Por que me ruega que la deje ir? ¿No sabe que no puedo detenerla?

Traté de quererte, traté de amarte, pero no pude. Perdóname... me siento como una perra egoísta. – Dice sin dirigirme la mirada – En verdad lo intenté, realmente quise quererte, pero no puedo y estoy cansada de estar con alguien a quien no amo.

Algo dentro de mí se revuelca, muevo la cabeza y aprieto los ojos para contener la ira. Mi mundo se detiene por un segundo y una parte de mi corazón se detiene para siempre. Finalmente suspiro y pregunto: – ¿Es Adam?

Me responde afirmativamente con la cabeza mientras una lagrima escurre por sus labios hasta caer al suelo. Me llevo la mano a la sien al ver regarse esa copa de champaña que ha sido servida esta noche. Me trueno los dedos y me acaricio la nuca mientras hallo una manera de contener mi llanto por esas gotitas saladas que la luna sirvió en honor a Adam.

¿Por qué haces como que quieres llorar? – Pregunta y finalmente sucumbo; destapo mi propia botella. Brindemos por que esta noche Adam ha roto dos corazones.

No volvemos a dirigirnos la mirada en toda la noche. La llevo a su casa y me pide que la espere un momento. La veo subir con prisa los escalones de la entrada, saca la llave y abre la puerta.

Mientras, miro la luna; nunca me pareció tan fría. Me da la sensación de que las estrellas en el cielo se burlan de las flores que apoyo en mi pecho y las tiro a la calle cerca de una coladera.

Los grillos tocan un triste acompañamiento para un gato solitario que canta en el balcón. Entonces se enciende la luz de su ventana, a través de las delgadas cortinas rojas distingo el movimiento de su cuerpo. Se me escapa un suspiro y decido irme, doy seis pasos y regreso. Ella me pidió que la esperara un momento, sé que cuando vuelva nunca más volveremos a estar juntos ¿Para que apresurarse entonces? Nada me cuesta esperar un momento, además, no importa que tan largo sea, siempre es muy corto.

Por fin sale de casa y baja con la misma prisa las escaleritas hasta llegar a mí, extiende sus brazos para entregarme algo. Miro una vez más las bellas motitas de su rostro y tomo mi pequeña caja de zapatos. Se seca una lágrima y se despide diciendo – Eres libre – no sé muy bien porque lo hago, pero sonrió. Tal vez por que me parece algo cómico que yo haya sentido, aunque muy fugazmente, que con Moteadita llegaría a tener lo mismo que tuve con aquella, mientras ella, día a día, sólo pensaba en volver a los brazos de aquél, del sujeto que exprimió su corazón como una berenjena y lo tiro al basurero, o tal vez porque al concederme mi libertad, buscaba recuperar la suya.

Me quito el sombrero y hago una reverencia, es de admirar a esa clase de hombres. Esos tipos son como semidioses griegos o algo así; engañan a sus esposas, golpean a sus amantes y aún así las mantienen a su lado.

¿Y yo? Yo soy como el héroe trágico, el que se deja morir de tuberculosis, el que escribe poemas y regala rosas, el que se aleja de su vida con una triste sonrisa, el que se va tranquilo con el dolor en los bolsillos; recorriendo callejones sin hallar alivio; con el orgullo pateado y la hombría burlada, con la inocencia borrada. Al final, a cada paso y respiro que doy, el que se va muriendo soy yo.

¿Qué es lo que esta mal con el mundo? Es difícil continuar y algo en el apesta.

-¡¿Qué no ves que me muero?!¡Si no lo puedo ver, si no lo tengo entre mis brazos!

Que triste. ¿Qué no ves que yo también me muero? Si te vas con él, si me apartas de tu lado.

Miro mi cajita. Y de pronto entiendo claramente todo. Mi corazón, fue mi corazón, se lo di y lo uso de repuesto hasta recuperar el suyo.

38 – THAT ANOTHER DAY

Las estrellas se murieron en la noche y se dejaron caer sobre la tierra. E iluminaron e hirieron con cosas divinas a quienes las vimos. Una llevaba tu nombre y quise sujetarla pero sólo alcancé a rozarla con los dedos y a quemarme el corazón. Y se fue a estrellar en el abismo y hubo un estruendo como de ángeles cayendo en el silencio.

Coma blanco: Sólo triste.

Y en el abismo se oyeron alaridos como amantes que separados tratan de seguir adelante.

Coma blanco: Solo, triste, herido.

Y nos arrancamos las alas para caer juntos al abismo pero al llegar al borde, abrigamos temor en nuestros pechos y nos acobardamos.

Y apareció un arco iris en la oscuridad franqueando el abismo y los que lo vimos nos llenamos de arrojo y lo seguimos. Y nos perdimos. Anduvimos entre las espinas por el largo sendero al respaldo de la noche que miraba con su único ojo irritado, como si hubiese llorado mucho por la perdida de las estrellas en el cielo (Luna: que maravilloso desastre), como si le molestase que a pesar de la soledad pudiera seguir adelante, como si le enfureciera que hubiese quemado mis alas en vez de volar hasta ti, y que me hubiese resignado a andar con las heridas abiertas rumbo al horizonte, pero ella no sabe lo que siento cuando pienso en ti.

Coma blanco: Te hace sentir que puedes volar.

El coma negro ríe.

Y se hizo una risa seca en la noche. Una carcajada como burlándose de mi dolor. Y la risa no venia de ningún lado y a ningún lado se fue. Se hizo un silencio profundo de un redoble de tambor dentro de mi pecho.

León: Hay que seguir adelante.

Hay ocasiones en que te sientes perdido y cuando oyes una voz que te anima a seguir adelante, te das cuenta que no tienes a donde ir.


39 – THE DOG SHOW

“Escribo esto para depositar toda mi rabia y mi dolor”, apunté en una servilleta mientras Poe y Bicho se divertían viendo a unos perros copular a media calle.

 –¡Vamos muchacho! ¡Dale! -vitoreaba uno.

-¡Tú puedes, enséñale a esa perra! -seguía el otro.

-No entiendo como se divierten con eso –dije sin evitar todo el asco y repudio que me generaba la situación. No sé que era más repulsivo, si ver a las bestias tener sexo, el hecho de que Poe y Bicho se deleitaran con ello, o que yo no tuviera la fuerza para dejarlos ahí.

Dos días antes, Moteadita me había dejado por Adam, y yo, con todo el valor y fuerza que me caracterizan, trataba de pasar el mayor rato posible acompañado para no llorar.

-Espera, espera –decía Poe-, ya casi acaban.

El animal comenzó a acelerar el ritmo y fuerza de sus embestidas, mientras la hembra inmutada daba un pasito a cada embate, entonces el animal se tensó, exhaló un agudo sonido liberador y se quedó sobre ella, estático, como una estatua peluda hecha de felpa, carne y hueso.

-Me asquean –murmuré arrugando la servilleta.
-¿Qué pasa contigo? –me increpó Bicho.
-No hay nada más divertido que ver a dos personas follando.
-¡Esos no son personas! –reclamé.
-Claro que lo son –insistió-, son personas pero con mucho pelo.
-Eso -dije señalando a los animales- ¡no! ¡son! ¡personas!
-No seas amargado ¿Qué nunca te cogiste a Moteadita de perrito? – Espetó
-¡No tengo por que responderte eso!
-Ahora resulta que no te la cogiste –se sumó Poe arrojando una piedra a otro can intruso que husmeaba cerca de la pareja-. ¡Ale! Ve a buscar tu propia conquista.
-Si me la cogí -dije para salvaguardar mi orgullo.
-Pero de perrito no -volvió a acometer Poe
-No te voy a decir eso.
Wey es sólo una perra -volvió Bicho a la carga
-No le digas así -respondí sólo por querer oírme maduro, por hacerlos creer que podía manejarlo, pero la realidad es que no podía negarlo con bases firmes y, además, tampoco tenia nada bueno que decir de ella en ese momento.
-Ahora resulta -señaló Bicho
-¿Qué? ¿Ahora resulta qué? -exclamé paranoico.
-No, nada, nada – Respondió mirando a los animales que comenzaban a separarse.
-Dime ¿Qué cosa? -insistí
-Tranquilo hombre, andas muy irritable desde que te dejó tu vieja -se defendió el insecto.
-No me salgas con eso… ni siquiera he llorado -refuté.
-Por eso andas así.
-¡¿Así como?! ¡Yo ando como siempre! -grité a la vez que sentí el calor subirme a la cara.
-Ahí vez a tu cuate, si se pone pendejo no respondo, -le dijo a Bicho a Poe sin importarle que lo oyera. Y caí en cuenta que me estaban tendiendo una trampa. Me querían quebrar, querían derrumbarme. Así que en vez de darles el gusto, fui a una jardinera seca y me senté al mismo tiempo que el perro merodeador se acercaba emocionado.

Finalmente los animales se separaron, e inmediatamente el merodeador comenzó a olfatear el trasero de ella-
-Mira al wey -dijo Bicho-, quiere saber si es virgen el imbécil.

Poe escupió una franca carcajada. Yo no pude reprimir una leve sonrisa a la vez que el segundo can comenzaba el acto sexual.

-Todavía quiere más ¡Vamos muchacha exprímelo! -vitoreó Bicho.

Mientras los amantes se entregaban a sus instintos perrunos y sexuales, el canido que había montado antes a la hembra, se quedó ahí, igual de petrificado como en el momento en que hubo consumado su pecado. Miraba helado como su amante se regocijaba de nueva cuenta con alguien más, y no tenia empacho de hacerlo frente a nosotros. Creo que vi una ligera capa de humedad sobre sus ojos, como si estuviese entristecido, a punto de quebrarse en llanto.

-Ciertamente no somos perros, -apuntó Poe sentándose a mi lado-. Ellos son más inteligentes que nosotros. Míralos con atención ¿Acaso el primero le reclama a la hembra que lo este haciendo con otro, justo ahora, y en su cara? No verdad, no, pero te apuesto a que ganas no le faltan. Pero son perros, ellos no se andan con tonterías, están plenamente concientes de que son animales.

Considero que por eso los perros sufren menos que los humanos. Puesto que ellos entienden muy bien lo liberador que es el concepto de la resignación, y nosotros parecemos ni siquiera conocerlo.

No podemos, ni tenemos el derecho de reclamar a nuestra pareja que nos deje por otro, que nos deje de amar, que simplemente nos deje. No podemos mandar en ellos, y sin embargo lo hacemos; chillamos, berreamos, reclamamos y tratamos de imponer nuestro amor sobre amores que no nos corresponden mas.

Si fuéramos como perros, además de andar desnudos sin recibir multas, podríamos amarnos, dejarnos, amar a otros, y volver a amarnos, pero no, por alguna razón tonta, no nos lo permitimos.

Nuestra pareja es nuestra, y aunque todos deseen tener encuentros carnales con quien se deje, nadie esta dispuesto a que su novio, novia, ó cónyuge lo haga. Lo cual es una idiotez, no somos arañas (que se comen a sus parejas), ni albatros, ni pingüinos, ó alguna de esas alimañas; somos humanos, y el humano tontamente es monógamo por convicción, puesto que no lo es por naturaleza. Creo que no deberíamos emparejarnos

-Tú éstas casado –le reclamé
-Lo sé. Qué paradójico ¿No? Mi punto es, sólo déjalo salir. Deja que pase, llora, berrea, haz lo que sea necesario, pero resígnate pronto.

“Escribo esto para depositar toda mi rabia y mi dolor”, apunté en una servilleta, y lo guarde en el bolsillo de mi camisa, muy cerca de mi corazón.



40 – CINEMATIC.

Poe llamó. Hay fiesta en su casa. Una reunión improvisada sólo significa una cosa: Alguien está deprimido. Tristemente he estado suficientemente deprimido desde que terminó mi relación con Moteadita como para que me apetezca ir a deprimirme con los problemas de alguien más. Así que destapo una cerveza y me dispongo a disfrutar de mi único consuelo: La pornografía. Me considero un gran admirador de este género artístico tan repudiado públicamente por tantos y tan amado en secreto por muchos más. Es que es un arte. Hasta para fornicar se necesita gracia. Cualquier mojigato va a venir a decirme que es mejor tener sexo que verlo por TV. Pero ni siquiera en el cine erótico la vida supera a las películas. Se necesita disciplina física y gran sentido de los ángulos ¿Quién podría imaginar que las posiciones que uno ve en pantalla se manejan por grados?, uno aprecia maravillado como el vaivén de los senos va acompasado del rítmico golpetear de la ingle masculina con el culo. El común de los hombres no tiene el pené de ese tamaño y las mujeres no disfruta de recibir el semen de tres hombres en la cara, el cabello y el pecho... bueno, alguna ha de haber, pero no la conozco. En el cine porno nunca vamos a ver que alguien juegue con los sentimientos del otro, o que alguien engañe a una mujer para llevarla a la cama. No, aquí todo mundo sabe a lo que va; llegan, se desnudan, pasan un excelente rato, terminan y se despiden amistosamente. Nada de sentimientos, nada de engaños, cero corazones rotos. Podrán venir a decirme que eso llega a suceder en la vida real, pero en esta no te piden que se las metas por el ano. El punto es, nunca es como en las películas.

Por ejemplo, imagina una situación que puede darse en la vida diaria: una mujer que tenía todo en la vida, un amante esposo, familia, casa, un futuro asegurado. Un día se levanta y decide que esta enamorada de alguien mas. Que todo lo que tiene es una mentira ¡Que toda su vida es una mentira! entonces, cansada de estar con alguien a quien no ama va tras aquél al que si. Quien por cierto, se me ocurre, le ha hecho saber a través de una carta que partirá para siempre en tal tren rumbo a tal lugar a tal hora en un anden especifico.

Se abre la toma: estamos en la estación al aire libre; llueve. El sonido de la lluvia es acompañado con una dulce melodía nostálgica en piano. El cielo nublado se ve azul, pero es un azul opaco, como de añoranza. Pero no sólo el cielo, los trenes, las personas, el pavimento, todo tiene un tono azulado. Como si hubiese sido filmado a través de papel celofán.

Él está sentado en una banca gris, viste de azul marino y se protege de la lluvia con un paraguas del mismo color. Vemos el perfil de sus zapatos mojados y a un lado, en un charco, vemos dos o tres maletas, también azul marino. Tiene la mirada perdida en el suelo. Observa extraviado como las gotas acompañadas del piano se estrellan en el pavimento. Entonces oye una voz: es ella. Apenas carga una pequeña maleta; esta es azul rey. Su cara esta empapada. Él no alcanza a adivinar si es por la lluvia o son lágrimas. Inmediatamente finge no verla. Entonces la cámara da un giro y al mismo tiempo que la chica nos enteramos que hay otra persona. Junto a las maletas hay una rubia de ojos azules que está embarazada y aprieta fuertemente las manos de él. La cámara toma el rostro de nuestra protagonista y vemos en su cara desencajada como se le quiebra el corazón. Y adivinamos, ahora sin temor a equivocarnos, que su rostro esta empapado de llanto. Se escucha un silbido, anuncian la salida del tren; él y su mujer abordan. Antes de partir ella ve como él la mira por la ventana mientras se aleja para siempre de su vida. Y cae de rodillas. Muchas cosas pasan por su cabeza en ese momento. No las sabemos porque el director quiere que las imaginemos nosotros mismos, y es fácil: ¿Qué voy a hacer ahora? Lo primero que piensa es volver a casa a destruir la nota antes que su marido despierte. Ya no hay música de fondo. La única ambientación que nos dejan es el estéril sonido del metro. De regreso a casa, mientras va viendo las estaciones que faltan se va diciendo a si misma lo tonta y estúpida que es: arriesgarlo todo por una novedad ¡Que estúpida! Mira su reloj. Sabe que no llegará a tiempo. Para cuando llegue los niños ya habrán preguntado por ella mientras él, con el corazón hecho un guiñapo, trata de responderles a la vez que les prepara el desayuno. Siempre ha sido un buen hombre, un gran padre, cariñoso, muy dulce y amoroso con ella. No tiene queja ¡Y ahora! Todo se ha ido al caño por ser tan estúpida. El metro se detiene extrayéndola de sus pensamientos. Faltan dos estaciones para llegar a casa. Se dice a si misma que no puede hacerlo, no puede enfrentarlo, pero ¿Qué va a hacer entonces? ¿A dónde va ir? No tiene nada más en la vida. Entonces comienza a ordenar sus ideas; a buscar las frases precisas y las palabras exactas. Al final, el final queda abierto. Con eso el director termina de imprimir el efecto deseado. La película resulta tan trágica que llega a ser romántica; conmueve a cualquiera. En la vida real, en cambio, las cosas tienden a ser un poco distintas.

La gente abandona la sala. Los más sensibles dirán que él la recibirá con los brazos abiertos. Herido, si, pero lleno de bondad. Su amor por ella es tan grande que, sin pensarlo, le dará otra oportunidad y ella habrá aprendido una valiosa lección. Otros más sensibles quizás, dirán que él no la admitirá de regreso, que es lo menos que se merece. Dejarlo así ¿Después de todo lo que le ha dado y que todavía tenga el descaro de volver? ¡Que infamia!

Otros más afirmaran, que nada de eso importa, en asuntos del corazón nadie manda. Unos y otros diferirán en sus opiniones. Pero en lo que todos estarán de acuerdo, es, en que ella es un alma noble caída en tragedia: victima de su espíritu libre.

Suena el timbre. Detengo la película en una escena donde la pelirroja de tetas grandes le esta pegando una sensacional mamada a un africano.

Abro la puerta.

–Perdón...no supe a quien más acudir. –Es Moteadita ¿Qué hace aquí? Se ve muy mal. Tiene el rostro empapado. No alcanzo a adivinar si es por la lluvia o son lágrimas.

Entre sollozos y vergüenza me cuenta su tragedia: al fin sucedió, Polly dejó a Poe por irse con Adam.

Moteadita sigue llorando. Me pide que la perdone, me dice lo tonta que ha sido, que ha sido una estúpida, que no supo valorarme, que nadie nunca la trato como yo lo hice. En conclusión, quiere una segunda oportunidad.

Ahora lo entiendo. Polly siempre estuvo embarazada de Adam.

-Bla, bla, bla,  –insiste Moteadita. Adivino en su movimiento su intención de abrazarme. Antes de que se lance a mi pecho cierro la puerta un poco dejando apenas un espacio por donde asomar mi rostro.
-Tienes que irte –le digo antes de cerrar totalmente.

Apago el televisor. Esta es otra ventaja de las películas, si tienes algo que hacer, si no estás de ánimo, o simplemente no te gusta, puedes dejar de verlas. En cambio en la vida por más desagradable que sea, te tienes que quedar a ver el final.

Me pongo mi gabardina, cojo un paraguas y salgo rumbo a casa de Poe. Doy unos pasos bajo la lluvia, todo me parece muy nostálgico y triste… como si hubiese sido filmado a través de un papel celofán. A lo lejos comienza a sonar esa dulce melodía de piano. Llegaré a casa de Poe, me serviré un trago. Los más sensibles dirán que fue culpa de ella. ¿Cómo pudo tirar el gran amor que Poe le profesaba?, otros más sensibles dirán que la culpa es de Adam; uno nunca debe meterse con la mujer de un amigo. A nadie se le ocurrirá decir esa idiotez de que en asuntos del corazón nadie manda. Unos y otros diferirán en sus opiniones. Pero en lo que todos estarán de acuerdo, es, en que las cosas de la vida real, son como una patada en los huevos.


41- MOTEADITA EN AZUL

Me siento vacía… me sorprende lo rápido que la furia se dio a la fuga abandonándome en este charco de soledad. Estoy vacía, he sido drenada. Mi amor propio y mi pundonor es lo único que me empuja a continuar, pero admito que no le hallo el mínimo sentido.

Cierro los ojos y me concentro en la única cosa real... Sin el enojo, sólo queda el dolor, compañero mío, la decepción y yo.

Cada ilusión que tuve de hacerte sentir orgulloso, cada suspiro perdido en tus ojos, cada latido en tus manos, cada sonrisa cómplice y cada palmada de apoyo se las ha tragado el hoyo negro que ocupa el lugar del corazón que me arrancaste. Su profundidad es inmensa y su contenido tan oscuro que me aterra ser yo misma arrastrada si me asomo demasiado. Mejor lo dejo ahí, que se trague todo lo que necesite… al mundo entero si es preciso, que succione todo lo que quiera, crack, cocaína, whiskey, ron… aspirinas en polvo, lo que necesite para no tragarse mis ganas de vivir.

La gente no lo entiende, nos llaman de mil formas y con más apelativos. En sus mentes somos como demonios de las calles que sólo se dedican a inyectarse, como si eso le perjudicara a alguien más que a mí. No saben que vidas como las nuestras vienen a explotar cuando amores como el tuyo nos arrancan las virtudes con el filo de su desden y su abandono. No entienden que somos príncipes y dignidades de tiempos arcaicos y lugares lejanos que sólo llegamos a contemplar alguna vez en sueños de nuestra primera juventud.

¿Llaman rencor a lo que cargamos en el pecho? El rencor es para niños comparado a lo que sentimos.

¡Y si! Somos demonios, altivos y vigorosos. A fin de cuentas estamos hechos de la misma esencia que los ángeles en sus mansiones celestiales y sus coches ultimo modelo.
Y entiendo que si tu me has desechado es a causa del culero que mueve los hilos, que ha permitido subsistir en tu alma el anhelo de nuestro natural estado, y que por ello has buscado una criatura que te acerque mas a la gloria divina, que a la gloriosa condena entre mis piernas.

Pero si alguna vez hundí la cara entre tus muslos, ahora la levanto sobreponiéndome a la debilidad y demando la soberanía del reino de mi misma, que ahora incluye los oscuros confines de mi corazón; de mi corazón soberano de un profundo imperio de agua nebulosa, sal y de dolor, que es tan extenso e incognoscible como las formas del amor, pero tan breve como un corazón roto. Un corazón desgarrado que suturo por las noches en mi alcoba, auxiliada de una aguja y el venenoso hilo que se mezcla entre mis venas, inhala con fuerza, y que no se deja morir.


42 – ESPECIAL DE NAVIDAD

Me encanta venir al mar en esta época del año. Es apacible, melancólico y hermoso. De vez en vez arroja a la playa algún viejo recuerdo o un secreto olvidado.

La última vez que vine, estaba enamorado. Y ahora, lo sigo estando. Pero algo ha cambiado. No percibo bien lo que es; es algo viciado y acido. Algo que lentamente me seca el interior. Y marchita el árbol de mi inocencia. Probablemente sea lo mismo que me trajo de regreso a este lugar buscando alguna cura para mi soledad.

La brisa marina me aconseja meter los pies en el agua. Mi corazón se bate alegremente tan sólo de contemplar la idea. La marea me regala un sentimiento negado y me escupe de improvisto un recuerdo perdido: Alguna vez le dije a alguien que no me gusta el mar. Mentí, amo el mar, amo los atardeceres rosas y los días anaranjados que sólo te regala el sol al  hacer el amor con la playa. Me encanta la sensación de mis pies hundiéndose dentro de la arena húmeda. Me fascinan las aves que al igual que yo vienen al atardecer a remojar sus patitas en la espuma que se arrastra en la arena.

Lo que no me gusta, lo que detesto sin admitir discusión, es su clima. Únicamente en esta época puedo acercarme sin sufrir los estragos del calor. También me molesta la gente que encuentras en el mar. Como la tipa con la que me lié anoche; la cruda moral siempre es más fuerte al otro día.  En climas tan tropicales como este, las personas son muy dadas a la fiesta y en una buena fiesta siempre hay alcohol y mujeres. Para un solitario como yo, es una mala combinación. En ocasiones como esta me siento a combinar el alcohol con el cigarro y si estoy de suerte con alguna otra droga. Y evito sobre todas las cosas, las mujeres. Es cómico si lo pienso; me comentó que sentía una gran atracción por los hombres que habían logrado salir del tabaquismo. Yo sólo quería aliviar este vació que me lastima. De haber tenido un cigarro jamás me hubiese acostado con ella. No entiendo como un hombre puede estar con una mujer que no quiere ni como una mujer puede estar sin el hombre al que quiere.

En pensando eso, siento como el agua juguetona toca mis pies y algo acciona la cajita de conocimientos inútiles que tengo en el cerebro. Las ballenas liberan tres litros de semen en cada disparo, de los cuales más de dos litros y medio quedan en el mar. Ahora entiendo de qué está hecha la espuma que acaricia mis pies, y no es agradable. Los retiro del agua para llevarlos a un lugar seco. Los revuelco en la arena y los froto ansioso para quitarme la sensación que los embarga.

Entonces, escucho una voz. Alguien grita mi nombre, una gaviota vuela cerca mío y al alejarse miro acercarse, corriendo hacia mí, a un joven como de un metro ochenta, con bíceps y pectorales tan impresionantes que me producen una sensación entre orgullo, asco y envidia. Llega hasta mí y me pone el brazo en el hombro. A pesar de su cuerpo de hombre, tiene una cara de escuincle que no puede con ella.

-Te he estado buscando, de pronto desapareciste.
-Bueno, es que te vi muy entretenido -le dije
-Si -afirma sonriendo-. Esa costeña es ardiente, pasaremos por ella después de la cena
-¿Pasaremos?
¡Claro primo! ¿No creíste que no pensaría en ti? ¿O si? Me dijo que tiene una hermana como de tu edad, excelentemente genial ¿No?
-Si… genial -le digo y le miento. No quiero decirle que lo que menos quiero en este momento es liarme con otra tipa, pero es mi primo el pequeño ¿Cómo romperle la ilusión?
-Sobre todo porque si yo no voy, no te dejarán salir -le digo y sólo se sonríe sacudiendo la cabeza.
-Al menos será mejor que quedarme en casa bebiendo ponche…
-¿No te gusta el ponche de la abuela? -pregunta levantando el rostro.
-Lo único peor que ese ponche es la cena que prepara tu madre. -Y se queda callado.

Ambos guardamos un corto silencio viendo al mar mientras el cabello nos ondea con el viento.
-No sé cómo no vienes al mar teniéndolo tan cerca -me dice entusiasmado y me dan ganas de compartirle mi conclusión sobre el origen de la espuma del mar, en su vez, le digo-: Ya ves. Soy un amargado. Vamos a casa, tenemos que prepararnos, no quiero que mi tía me reclame después que no estuviste listo para la cena. –

Nos vamos.

Llega la hora de la cena, la hora en que se reúne la familia que no he visto en los últimos seis años. Todos los personajes posibles se reúnen en la mesa: Mi madre la alcohólica, mi tía la religiosa, que jamás le perdonó a su otra hermana, la “hippie” que tuviera hijos fuera del matrimonio, a pesar de que su hija es estrella del porno, aunque ella no lo sabe. A su lado, está mi primo el becario de la Universidad Nacional y su hermano, que acaba de perder las elecciones para una diputación local,  quien desde el medio día, con el pretexto de “hace tanto que no nos vemos” comenzó a beber como cosaco con mi otro primo, el que acaba de salir de AA, cuyo hermano no pudo venir a la fiesta porque, dice su madre, esta en un viaje de trabajo, que todos sabemos es en las Islas Marías.

Y aunque todos conviven en armoniosa paz y alegría, poco a poco comienzo a recordar porque los dejé de ver tanto tiempo: El hermano mayor de mi madre, ya ebrio, comienza a reclamarle que sea alcohólica, que “esta echando a perder su vida”. Mi madre a su vez, me reclama a mi por “ser igual que tu padre”; yo, a mi vez, le reclamo a mi primo el diputado el obligar a beber al doble A.

-Tú lo indujiste a esto en un principio -le grito quitándole la botella- déjalo en paz.

Entonces los dos enfurecidos se levantan en mi contra y –quieres un cigarro– me ofrece un tío y me regresa de los recuerdos de la cena navideña de hace seis años.

Hoy es nochebuena, o navidad. Es la noche del año en que tengo que quedarme callado cuando mi madre comienza a servir el pastel con las manos “porque está ebria como una cabra” dice un tío y todos ríen. Es la noche en que debo pasar por alto que mi tío sacó a relucir que mi madre es una alcohólica, y es la noche en que lo más que puedo hacer es sonreír cuando mi madre me compara con mi padre al cual detesta. Es la noche en que cada pariente se toma la atribución de putearme por alguna de las tantas cosas malas que he hecho o dejado de hacer; es la noche en que todos me reglan los suéteres que les regalaron el año pasado. Es la noche de recibir perfumes baratos que huelen mal. Es la noche en que rezo para complacer a mi tía la religiosa y me salgo al patio a fumar mota con su hermana “hippie”. Es la noche en que cantamos ridículos villancicos, sentamos al “niño dios” en el nacimiento y bebo el ponche de la abuela. Es la noche en que tengo que dormirme tarde escuchando aburridas historias, es la noche de ser amable… saltarme la cena… vomitar el ponche…  estar con la familia….

Ojala no terminase nunca. Feliz Navidad.


43 – MIS LÁGRIMAS POR TI.

Por qué no quise herir a nadie, por guardarme las espinas en mi búsqueda de calor y dejarme lastimar;  puesto que huyendo de tu memoria vine a ahogarme al mar, pero sobre todo, porque mi vida es una conversación contigo, porque las promesas se diluyen en el aire; que me cargue la chingada primero que a nadie.

Una vez hubo un grupo de puercoespines que, ante la repentina lluvia, fueron al resguardo de un árbol. Ahí, todos húmedos comenzaron a sentir frío y para calentarse decidieron colocarse unos muy junto a los otros. El problema radicaba en que tenían tanto frío que todos hacían lo posible por estar lo más pegado al otro y entre más juntos se encontraban más se lastimaban mutuamente con sus espinas.

Las personas somos mucho como esos puercoespines. Tratando de hallar una tibiedad que nos permita soportar el frío de la soledad sobrellevando el dolor de las relaciones, invariablemente siempre resultamos lastimados.

-Así que escoge ¿El dolor o el frío? –Me dijo el Vato Pirado en una peda. Y no estuve tan de acuerdo.

Vale madre. Moteadita me dejó por Adam y yo ¿Qué hice? Sonreír trágicamente y resignarme. Ser comprensivo y darle la razón a todos los que apostaron que no lo lograría.

Estoy molesto. Salgo a la calle con las manos en los bolsillos tratando de aliviar mi rabia y únicamente consigo enfurecerme más. Trato de pensar que hice mal esta vez y me enfurece mi estupidez.

Todo lo que hice fue hacer caso a lo que me dijeron que hiciera. Cuando termino todo contigo, mis llamados amigos me dijeron que era mi culpa, que si no fuera tan orgulloso, tan necio, que fue mi soberbia y mi terquedad lo que lo arruinó todo. Que bajara la cabeza y te buscara, que si realmente te quería fuera humilde y te buscara.  Pero no pude. Así que esta vez decidí hacerlo bien, hacer las cosas a la manera de mis llamados amigos.

Así esta vez, me tragué mi orgullo, me deshice de mis estúpidos celos, hice de lado mi supuesta soberbia, luché por una causa perdida y gané. Muy a pesar de todos aquellos que apostaban lo contrario. Sostuve su cuerpo cálido y latente entre mis brazos y mientras la besaba, pase por alto que ella amaba a Adam.  Pero claro, si en vez de escuchar a mis llamados amigos, hubiese escuchado a mi orgullo tragado, a mis estúpidos celos y a mi supuesta soberbia, me hubiese ahorrado el mal trago. O al menos hubiese buscado a Adam con un bate de béisbol y se lo hubiera enterrado en el culo. Pero no, en vez, decidí actuar en consecuencia de los demás, aguantarme las burlas de mis nuevos amigos, levantar el rostro con una sonrisa forzada y pretender que sabía manejarlo.

Estaba que me llevaba el diablo, cariacontecido y burlado. Pero como soy un hombre maduro, hice lo que hacen los hombres maduros: Fingí, fingí que no me dolía, que lo comprendía como una pequeña decepción más de la vida, que era un evento inherente al devenir del hombre. ¿Así o más pendejo? Se puede ser mas, estoy seguro, pero no me verán en esa situación.

Así que un día me levanto cansado, y a la próxima persona que me mire con sonrisa burlona le responderé con una patada en el ano. La próxima vez que alguien me de un consejo estúpido el cirujano extraerá uno de mis zapatos de su intestino grueso.

Imbéciles, todos se pueden ir al carajo empezando por Motediata; que volvió a buscarme cuando ya nadie la necesitaba ¿Qué esperaba? ¿Qué la recibiera con los brazos abiertos como su premio de consolación? Por ella y por Adam; por no valorarla y echarlo todo a perder para mi.  Al carajo con Poe y el Ángel Caído; que nunca han creído en mi. ¿Esperaban que me hundiera entre sus burlas el resto de mi puta vida? Y Polly, por dejar a Poe ¿Qué pretendía? ¿No lo dejaba porque no quería lastimarlo? Eso no es amor es lástima.

Al caño con la Dama del Collarín que nunca se atreve a hablarme ¿Qué? ¿Acaso le parezco alguien con confianza en si mismo? ¿Cree que algún día tendré el valor de ser yo el que hable? Al diablo con Maxi, porque tiene todo para ser feliz y no se da cuenta. Al diablo con la Rata, si tanto amas a tu hombre deja de acostarte con otros. A la verga London Rain, sé que es el único lugar en el que serás feliz. A la chingada con Mandy ¿Qué pretende ese wey?  ¿Cómo cree que nos hace sentir cada vez que hay que ir a sacarlo de la cárcel? El Gato viejo y el Bicho se pueden sentar en un cuerno, haber si así dejan de hablar de mujeres delante de quienes no tenemos. Al carajo con el Bato Pirado que no sé que chingada madre hace en este cuento. Al diablo mis llamados amigos. Que se vayan y metan sus consejos en el culo de sus madres. Al diablo mi madre; que jamás superara que la haya dejado mi padre y al diablo mi padre por no tener la fuerza para vivir ni el valor para dejar de hacerlo; soy su ángel vengador, un demonio redentor; he venido al mundo a sufrir por sus fallas y pecados.

Tengo un mensaje que dar, ponga atención un momento, alístese a escuchar: para la gente que vive en las calles a la espera de una moneda, para los minusválidos que con su determinación hacen quedar mal a todos los demás, para la gente fea que me arruina el panorama y para la gente bonita que me hace sentir mal; para los holgazanes que se quejan de la vida (y para los que no se quejan) y para toda la gente trabajadora que goza presumiendo en sus Mercedes. A los deportistas por que envidio sus cuerpos perfectos y a los adictos porque se han fugado de la realidad; a la gente obesa porque me dan asco, a los negros porque me cagan; a los judíos por que nunca me han gustado sus barbas y esos estúpidos sombreros que usan. A los católicos, cristianos, mormones y similares, por enseñarme a dar la otra mejilla. Si existe un Dios, se puede meter en el culo mi vida, que se la trague y la devuelva, que se vaya a la verga. ¿No tenías nada mejor que hacer? Si claro, creemos un mundo perfecto y llenémoslo de unas pequeñas criaturas frágiles para que sean infelices.

¿O es que sólo te caigo mal?

A su hijo por venir a darnos el ejemplo: ¡Ay si!, hay que amarnos unos a otros, joto, joto, jotisimo. También para los homosexuales nada más porque han dejado de ser una minoría. Para la gente con dinero porque no le importa ver como mueren de hambre los niños en la calle. A la gente pobre por seguir trayendo niños al mundo, a los niños inocentes, nomás porque un día crecerán; a los intelectuales ¿Creen que sentados arreglaran al universo? Para todos los que creen que hacen la diferencia... espérenme sentados, les tengo una sorpresa.

Para el que se considera mi amigo y para el que no también. Para todos los que alguna vez se han cruzado en mi camino. Pero sobre todo para Moteadita y la Niña Pelirroja. También para ti princesa, y esto es peligroso, pero también tú mujer dorada, por dejar en mi pecho una estaca clavada, te puedes ir mucho a la chingada.

¡Que se jodan todos! Jodete tú... y mis lagrimas por ti.


44 – NO MÁS FLORES

¡Hola!
...Hola
Y dime ¿Cómo estás?
Bien...
¿Tú?
Pues... no muy bien...
¿Y eso?
Tú sabes.
No, no lo sé.
¡Ay! Si sabes no te hagas.
pues si lo sé no me acuerdo.
Ah... tonto.
Perfecto, ahora soy un tonto.
Si ¡Eres un tonto!
Bien... creo que tienes razón, soy un grandísimo tonto.
Tonto...
Ja... ¿Cómo? Ya admití que soy un tonto ¿Podemos pasar al siguiente tema?
Tienes razón, si eres un tonto.
¿Y se puede saber por qué?
No...
Diablos.... ¿Qué es lo que quieres?
Nada.
¿Entonces?
¿Entonces qué?
¿Por qué me buscas?
Tonto.
A ver... recapitulemos. Yo…
Aja
Soy un tonto
Aja
¿Por?
¿No te das cuenta?
¿De que?
¡Si eres un tonto!
¡Puta madre!
¡¿Cómo?!
Nada, nada... ¿Por qué te pones así?
¿Así cómo?
Así, evasiva e inquisitiva.
¡Porque sabes que te extraño y no dices nada!
...Yo también te extraño.
¿En... serio?
Si.
Eso... quiere decir que... ¿Me perdonas?
No.
Pero, pero ¿Por qué?
Porque no puedo
¿Por qué?
No sé.
¿por qué?
Ya dije que no sé.
¡Dijiste que me amabas!
Y tú no dijiste nada.
Si me amaras realmente me perdonarías.
Pero es que ya no te amo.
¿Desde cuando?
Desde que Adam te dejó.
Lo siento… fui una tonta... ¿Ayudaría en algo si te digo que te quiero?
Si...
¿Me quieres?
No.
Se que prometimos volver a vernos nunca más, pero me arrepiento.
Deberías tener más cuidado cuando prometas algo.
¿Me detestas?
No.
¿Me odias?
No.
¿Crees que soy bonita?
Mucho.
Te gusto.
Y mucho.
¿Te excito?
No en este momento.
¿Te acostarías conmigo?
No.
¿Por qué?
No sé. Me das asco, creo.
Tonto…  no te daba asco entonces.
Entonces no te habías acostado con Adam.
¡Si lo había hecho! ¿Eres tan ingenuo como para pensar que no me acosté con Adam antes de hacerlo contigo?
Es distinto.
¡¿En qué es distinto?!
No estabas conmigo.
Es lo mismo, dejé a Adam para estar contigo.
Pobre. Empiezo a sentir pena por él.
¡Es la misma jodida cosa! ¿Eres tan egoísta como para no pensar más allá de tu propio prejuicio?
Lo sé. Pero tú eres igual.
¡Claro que no!
¡Ah! ¿No? dime entonces ¿Por qué volviste a buscarme?
Idota…
Ya me ascendiste. ¿No volviste a mí porque Adam se fue con la esposa de Poe?
No. Volví a ti por que te quiero.
No tanto como a Adam. Aparentemente.
Imbécil... si me fui con él es porque coge mejor que tú.
¿Es mejor?
Por mucho.
¿Y lo tiene grande?
Más que tú.
Y aguanta más que yo, me supongo.
Toda la jodida noche.
¿Y te quiere?
...No, pues no.
¿Y lo quieres?
Ah... (Suspiro) un poco.
¿Y lo extrañas?
No. Te extraño a ti.
¿Por qué?
Porque tú… tú me querías de verdad.
¿Ya ves como si somos iguales?
Un par de tontos.
Jer... Aparentemente.
Vuelve a mí.
No puedo.
¿Por qué?
Ya lo dije.
....Eso puede cambiar.
No vamos a llegar a nada.
Ah... Dime una cosa, una vez, me contaste de tu ex...
Si... ¿A qué viene eso?
Dijiste que cuando terminaron, dejo una pequeña espina, una ingenua esperanza clavada en tu interior.
Si...
Y pensabas que de un momento a otro ella se daría cuenta del error y volvería arrepentida a pedirte perdón.
Si...
Y también, una vez, mencionaste que me querías como sólo a ella habías llegado a amar.
Así es
¿Es acaso que yo no deje ninguna espina?
La dejaste.
Entonces, me doy cuenta que me equivoqué, estoy arrepentida, por favor, por favor ¿Podrás perdonarme algún día?
No funciona así.
Vamos... despertemos de esta pesadilla y volvamos a aquel sueño en el que fuimos felices.
No puedo.
¡¿Por qué?! ¿No la hubieras perdonado a ella?
Es distinto
¡¿En qué?!
En que ella nunca volvió.



45- HOY LAS NUBES.

Hoy las nubes quieren hacerme sentir mal, confabulan en mi contra y en contra mía arremeten sin piedad. Hoy me recuerdan un momento olvidado en la arena del mar, tal vez por eso me entristecen y seducen, discretamente me hipnotizan y me hunden en la inmensidad. Me intimidan con su indiferencia, me hacen sentir pequeño y absurdo. Muchas veces me enfrenté al mar con decisión, pero torpemente me dejaba arrastrar hasta el fondo y asustado me arrastraba de vuelta a la orilla. Pero las olas en el cielo no me retan a enfrentarlas, me presumen su grandeza, podrán ser agresivas y mortales, pero no me prestan atención. Paso desapercibido ante su mirada. Me siento ignorado. Me invade una sensación de ser nada, como si me hubiesen drenado la sangre y el alma, de estar vació y perdido. Una sensación cuyo apéndice material, su mano,  no siento sobre la mía.

Ignoro el frío que recorre mis dedos mientras pienso en muchas cosas y siento muchas otras. Recuerdos en el tiempo y lágrimas en el cielo.

Hoy las nubes parecen mar por esos breves instantes que se vuelven eternos en la memoria y ahí estas. Vete, vete lejos por favor, desvanece la imagen de tu mirada traviesa, llévate el calor de tu respiración acelerada de mi oreja. ¡Con un demonio ¿si me la arranco te mudas a otro corazón?!

Tonterías...

Bajo de la terraza y entro en casa. Bajo los escalones de madera (a veces crujen al pisar), recuerdo tus apuestas enfermizas... y entre tantos recuerdos, no hallo donde refugiarme.

Me tiro a la cama con la esperanza de dormir. Cuando duermo y me despierto en sueños se interrumpe mi inconciencia.  Donde la locura es descanso y en donde a lo que más le temo, es toparme contigo entre las nubes.

Recuerdo tantas cosas que quise decirte y tanto que no pude mostrarte, pero por alguna razón jamás hallé el momento adecuado para hacerlo.

Mejor dejo de frustrarme por el cuento incompleto y maldito.

Me levanto, me invade una intensa sensación, como de mariposas revoloteando en la boca de mi estomago, entonces voy al baño y vomito. Me lavo la cara y los dientes. Me acuesto en el piso bajo la regadera. Abro el agua fría. Mientras me tapo el rostro lloro al recordar tu silueta entre gotas musicales de los viejos discos que solías poner para bañarte.

No creo que tengas ganas de conocer mi rutina diaria, sé que dirás que no, pero tal vez si y por eso te la cuento.

Me levanto después de una larga noche de insomnio, voy y doy una vuelta. A veces voy con los amigos, a veces me quedo en casa, tomo el teléfono y cuelgo antes de marcar tu número. Temo que vuelva a contestar aquella voz masculina que contestó la última vez que hablamos, luego temo mas oír tu voz.  Desesperado regreso a la recamara donde el sueño finalmente hace su parte, y me abandono a su capricho.

Por las tardes no hago mucho, salgo de mi casa cuando esta nublado y recorro el mismo camino todos los días, la misma ruta que tomaba para ir a verte, con la esperanza y el terror de toparte de frente.

Al anochecer regreso a casa en metro. Comúnmente tengo que irme parado o sentado en el piso porque alguien lo a hecho donde a mi me gusta. Cuando no es así me voy mirando a la ventana, y te veo pasar en el tren que va en dirección opuesta a mi destino. Sé que no eres tú pero me imagino que lo eres. Miro al asiento junto a mí y descubro algo que ya sabia, pero lo descubro de igual manera: esta vació.

Las estaciones van una y otra, vienen y van. Se detienen y prosiguen, miro a la ventana sin ver, sin importarme demasiado. Y siento tristeza, y busco algo que me reconforte entre mis sentimientos y pensamientos. Lo que lo hace es... nada. Lo he perdido contigo.
Mi mano busca la tuya sin encontrarla, ¿creíste que no te dejaría seguir a mi lado, verdad?

- Por eso te fuiste.

Ja… Me río de mi comentario estúpido.

Salgo del tren subterráneo con prisa, con miedo a la noche que me hace pasar horas en vela. Llegó a la superficie y el crepúsculo me pega de frente, parpadeo y protegiéndome con la mano miro al cielo. Las nubes ya no parecen mar, más bien ya no estoy de humor para encontrarles significado. En el cielo no se ve nada más que tu rostro que sigue abofeteándome la cara.  El paisaje no me inspira nada. Hoy no estoy contigo y se siente extraño por que no recuerdo desde cuando es así ¿serán meses o años?

Llego a casa, mordisqueo algo en la cocina y aviso que me voy a dormir. Me acuesto sin quitarme la ropa. Se me cae sola como costras a lo largo de la noche, mientras me voy haciendo el amor a mi mismo.

Finalmente he amanecido solo, fue una noche tormentosa y solitaria, una madrugada hiriente. Miré mi almohada y me dio un tumbo al corazón, quise resistirme a las ganas de mirarte una última vez antes de que despertaras, pero no estabas y ya perdí la cuenta de cuantas noches llevo así.

A veces la abrazo de todos modos, y la beso, la acaricio y le digo tiernas mentiras de amor. Pero me canso, y la aviento al suelo. Entonces me levanto y todo comienza de nuevo.

Me cuestiono que pasó con nosotros, ¿como dejamos que se fuera todo al carajo tan rápido? ¿Qué será de mí? ¿Qué ha sido de ti, la niña a la que le dije que le escribiría un cuento sin final a pesar de mi imaginación parapléjica? ¿Qué es del cuento? ¿Qué fue de aquella historia de hadas, príncipes ataviados en armaduras plateadas, gatos sonrientes, conejos con prisa y hermosas doncellas amadas?

¿En que momento tocó final el cuento en el que las flores componían las cosas, donde dos palabras te hacían sonreír arreglando las cosas para terminar con un “felices para siempre”?

Hace siglos, milenos, eternidades, en una era diferente, un sabio duende dijo que al final, siempre todo esta bien, y que si no esta bien, es porque no es el final.

¿Qué fue de nuestra historia? ¿En que parte nos perdimos y  nos olvidamos? ¿Que es de aquella historia donde el amor es una palabra interminable?

Si lo pienso, no estoy para hacer esas preguntas. Sólo soy un personaje que ha quedado muy atrás, en las primeras paginas de tu vida.  Y tú te convertiste en la leyenda que impulsa a cambiar las paginas de la novela de la mía, una tras de otra, viviendo rápido para dejarte lo mas lejos lo mas pronto posible, pero siempre, de algún modo, aunque sea como nota al pie de pagina, reapareces.

¿Y sí me callo? ¿Sí sólo me levanto y me largo? ¿Sí sólo cierro el libro y te mato? ¿Nos mato a ambos de una vez y para siempre, por siempre? ¿Fin? No, más bien, continuará.

46– ME DUELE UN POCO

“Me duele un poco la cabeza, y el cuerpo; un poco la vida y otro tanto el corazón”.

Me duele un poco la cabeza. La muevo torpemente tratando de divisar la botella de ron que me tiene en tan mal estado. Observo cuidadosamente el apartamento; encuentro a la Rata tirada en el sillón y al Vato Pirado durmiendo a un costado de ella. Maxi esta sobre el tapete, esta despierta pero esta demasiado cruda como para moverse. Mandy le acaricia el trasero sobre la ropa. Bicho esta en estado vegetativo en una silla y Kurko también esta fuera de combate. No veo a Poe. Eso me deja a mi solo contra esa botella de ron. Tan sólo me gustaría saber bajo quien debo buscarla.

Arrastrándome de espaldas me apoyo en el sillón. Siento que la cabeza se me va a caer de los hombros así que rápidamente la sostengo. Apoyo mis codos en el borde del asiento tratando de no molestar a Rata. Estiro las piernas y finalmente logro incorporarme. Con sumo cuidado, haciendo uso de todo mi equilibrio voy al baño. Ahí encuentro la botella de ron vencida, vacía en el bote de basura. También encuentro al Camello vomitando con la cabeza dentro del inodoro. Me bajo la bragueta y orino. El disparo sale sin control y va a dar a la cara de Camello quien al sentir el líquido caliente vuelve a vomitar. Lo más pronto que puedo me agarro la manguera y dirijo el disparo al lavamanos. Por un rápido instante una parte de mi quiere volver a orinar al Camello, “seria divertido”, pienso. Pero no, mejor me guardo la herramienta y voy a buscar a Poe. Él debe tener más alcohol, y si tengo suerte, también tendrá algo de heroína pura.

¿Cuánto tiempo llevamos así? Embriagándonos hasta la idiotez cada tercer día. Sin Polly a su lado, parece que lo único que le importa a Poe es mantener a sus amigos drogados el mayor tiempo posible. Y sin Moteadita a mi lado no podría estar de mejor ánimo para ello.

Voy a la cocina. Tomo un par de hielos para ponérselos a un trago que encuentro en el fregadero. Pero lo que no encuentro es a Poe. Busco en su recamara y en el patio. Entonces me cae como un relámpago la idea;  “cuando me siento solo me gusta venir a este lugar”. Fue al edificio.

Corro de regreso hasta su recamara y busco en sus cajones el dinero necesario para llegar hasta allá. Tres monedas… no son suficientes. Voy donde Mandy y le pido otras cinco; sigue borracho, me las da sin chistar. Salgo con prisa de la casa y al llegar a la calle lo veo venir con una bolsa de mandado en mano.

-¿Dónde estabas maldición?
-Fui por el desayuno.
-¿Que es qué?
-Tequila con refresco de toronja
-¡Perfecto!

En la cocina, ya con calma nos preparamos unos tragos. Se ve muy tranquilo para haber sido abandonado por su mujer apenas hace un mes. Sin embargo, su mirada se ve muy triste.

-¿Cómo sigues? –le pregunto.
-¿De que?
-Tú sabes, de Polly.
-De Polly... lo que me llama la atención es que te refieras a ella como si fuese una enfermedad de la cual pudiera aliviarme.
-Bueno, es que, algo así es ¿Qué no?
-No. ¿Y tú como sigues?
-Pues... es curioso ¿Sabes?, me duele un poco y más por que Moteadita me ha buscado últimamente.
-Que bien ¿Vas a volver con ella?
-No. Me busca ahora que Adam ya no esta. Soy una pieza de repuesto.
-¿De que te quejas? ¿No lo fue también ella?
-No
-¿Cómo no?  La usaste como un maldito placebo. Eres un maldito egoísta, acéptalo.
-Wey, yo la quise.
-¿La quisiste?
-Bueno, la quiero.
-No, ya lo dijiste. La quisiste. No se puede dejar de querer a alguien tan rápido a menos que sea un repuesto.
-¿De que estás hablando?
-¡Vamos! Moteadita fue eso, un repuesto de aquella, de la que te rompió el corazón; de la innombrable.
-¿Y que fue Polly para ti? ¿No fue tan bien un repuesto?
-¡Claro!
-Imbécil, anda ¡Mírame a los ojos y dime que no sufres! ¡Dilo!
-Ingenuo... si sufro no es por ella.
-¿Ah no? ¡¿Entonces?! Te levantas día a día con esa maldita mirada de que te lleva la chingada, sólo, ¡¿Tan sólo por un maldito repuesto?!
-No... Si me lleva la chingada… es porque se llevo a mi hijo.
-¡Por favor! Ese niño es de Adam, siempre fue de ese bastardo.
-Eso no cambia nada. Durante todo el tiempo que creí que era mío, lo trate como mío, lo amé como mío. Y ahora resulta que ese pequeño trozo de carne al que yo amaba como mi hijo, no lo es... nunca lo fue. Que sólo amé una maldita bolsa de agua todos estos pinches meses. Polly, Polly sólo fue un repuesto, un envase donde depositar todo el amor que Abril dejó botado. Polly, fue, como una continuación, una secuela, eso es todo. Lo que llevaba en su vientre, eso era nuevo. Ahora ya debe tener como un mes y debe mover sus bracitos y eso. Adam, Polly, y la criatura ya son una familia, y de todo eso, nada es mío. ¡Vuelve con Moteadita! ¿Para que te complicas la vida? Adam te hizo un favor al arruinar la mía.
-No es tan fácil. No me siento cómodo con esa idea.
-Vuelve con ella ¿No me contaste una vez que con ella llegaste a sentir lo que sentías por la otra?
-No pues...si.
-Eso es lo único que importa. El nombre es lo de menos, es una pura etiqueta. Lo único que realmente importa, es que te haga sentir lo que tu quieres. Todo el amor esta en ti, lo único que necesitas, es un maldito envase donde depositarlo. Vuelve con ella, serás feliz un tiempo hasta que tengas que renunciar a su amor de nuevo.
-¿Y tú que harás?
-Cuando te conocí me diste un consejo, lo ignoré, pero ya es tiempo de que lo tome en cuenta. Me voy a casa.
-Estás en casa
-No... Me voy a casa. Tiene varios años que no veo a mis padres. Jamás creí que esto pasaría, pero les echo de menos. Mi hermana tiene una niña pequeña. Es lo más cercano que tengo a un hijo. Quiero estar ahí para ella, quiero verla dar sus primero pasos y oírla decir, con esas palabritas de borracho que les salen tan natural a los bebes, tío. Me voy a casa. El cuándo, aun no lo decido, pero pronto.

Ya señalado su punto no me queda más remedio que sorber mi tequila, quedarme callado y sumergirme en mis propios dolores. Tiene razón, sufro por Moteadita, pero a su vez no quiero volver a estar con ella. Me parece que lo que realmente uno busca en estos casos es la exclusividad; “quiero que me quieras a mi y a nadie más ¿qué? ¿Qué soy tu segunda opción? no gracias”.  Lo que uno quiere es hallar a ese amor platónico, a esa gota esmeralda, a la persona que el destino a predeterminado para estar a tu lado; esa chica en la cafetería; esa idea tonta de ojos verdes. Pero cuando uno finalmente la encuentra… la tendencia señala que no eres el amor de la vida del amor de tu vida. Y estamos condenados a ir a sentarnos el resto de la vida, a la escalerita de nuestra cafetería, o, a la azotea de algún edificio. Condenados a acurrucarnos solitarios frente a la ventana en una noche lluviosa.   Que triste.


47 – LA PEQUEÑA CASA ROSA.

Fue una tarde decepcionante; otra de esas calurosas tardes de invierno que se han venido dando estos últimos años.

Regreso a casa frustrado al haberme perdido la nieve. Con un ademán despectivo me despojo de la camisa sudada. Introduzco mi persona bajo la ducha fresca, e imagino que el golpetear del agua en mi pecho, es el golpetear de lluvia sobre mi zapato.

Una vez el agua ha despojado mi cuerpo del desagradable sudor, me desplomo sobre la cama. Ha caído la noche y el viento comienza a refrescar. Abrazo la almohada, cubro mi torso con la sabana y observo curioso una de mis manos. ¡Que fea es! Se ve arrugada y cansada como las manos de una anciana. Pero si aun soy un jovenzuelo pueril; que odia los días soleados, que se siente incomodo ante el jubilo de los enamorados, que prefiere las películas viejas, las melodías suaves y huye de las emociones fuertes, que tiene que servirse de drogas para calmar el dolor del alma. Soy un mozuelo con manos de anciano. A veces parece como si hubiese vivido mi vida cien veces, cien veces el mismo sueño y otros más.

La carne de los dedos se escurre por los delgados huesos, la piel de la palma cuelga formando grandes y pequeños bultos, que, a su vez, escurren empujando aun más la carne que escurre por los dedos. En uno de esos bultos, uno inmenso comparado con el resto, encuentro la forma de una escurrida nariz regordeta y grotesca. Tratando de disolverla entre el resto de la piel flácida, la presiono con el dedo y lo único que consigo es una gran comezón. Meto un dedo dentro de la nariz grotesca, lo introduzco y lo saco frenéticamente hasta sangrar, provocándome un gran placer nasal. Más al detenerme, no me he librado de la comezón. Parece que viene de más dentro, de un lugar oscuro y profundo al que mis delgados dedos no alcanzan llegar.

Busco una lámpara en el armario, y con ella, alumbrando dentro de la cavernosa nariz grotesca, me aventuro en la búsqueda de aquello que me provoca tanta comezón. Lleno de temores y ansiedades infantiles avanzo por húmedos túneles hostiles. Entre las estalactitas y estalagmitas escucho aleteos y chillidos de angustias y ansiedades adolescentes. Es entonces cuando escucho más claramente un chillido, uno que particularmente llama mi atención. Un chillido pequeño y asustado, un chillido de desilusión. Me invade una fuerte presión en el pecho y me inundan grandes ganas de volver los pasos, pero no. Apretando los dientes me repito “¡Ya eres un niño grande! ¡Ya eres un niño grande! No debes tener miedo”.

Y sigo adelante. Con cautela me escondo tras unas rocas y, alumbrando, descubro en la oscuridad; a mi mismo. Soy yo, o alguna vez lo fui, ese niño que alguna vez y ahora ante mis ojos, desnuda sus sentimientos a la niña pelirroja. Hermosa rosa carmesí, nunca advertí, que al intentar tomarte, me espinaría. Aquellas copas de desamor nunca se las he ofrecido a beber a nadie. Muy dentro de mí las guardo como un tesoro envenenado.

Entonces. Ahí, por donde, en su momento, la pelirroja regresó dando saltitos a su pequeña casa rosa, donde cayeron las primeras semillas de dolor derramadas por mis ojos, floreció, majestuoso, un hermoso rosal.

Entonces percibo a lo lejos el comienzo de una seca risa sarcástica que me provoca un corto espasmo nervioso. Dejo caer la lámpara y ésta rueda hasta el rosal. A gatas busco el objeto perdido, en la oscuridad, alcanzo a percibir el aroma de las flores, un aroma agridulce, un aroma como de inocencia muerta. Accidentalmente golpeo una hoja con la cabeza; alzo el rostro; es una hoja de color oscuro y rojizo, más que una hoja parece un fruto y tiene la forma de un corazón.  De pronto, la blanda cáscara del fruto endurece, le salen espinas como cuernos y se desprende de la flor. En el aire, le salen alas y se aleja chillando. Varios más se desprenden y, como murciélagos, vuelan a la oscuridad.

Espantado encuentro la lámpara, ilumino nuevamente al niño, pero ya no es más un pequeño. No, ya ha crecido, ahora soy aquel puberto precoz que, intrigado por las curvas femeninas, mira embobado desde el balcón los bellos pechos morenos de la niña del colegio. Ese bello rostro de niña, en ese cuerpo de mujer recién formado, con esa picardía en su andar acompañada de  aquella inocencia infantil, me tenían hipnotizado. Mujer ninguna podrá poseer una inocencia más voluptuosa y bella, que la que poseía a los trece años.

-¡Hey, deja de verme el escote! -ahora ella grita.

Lo que sigue lo recuerdo como si aun ardiese su mano en mi mejilla. Sube la escalera indignada y, sin atender a las explicaciones, a las desinteresadas muestras de deseo y admiración a su figura,  propina tremenda cachetada al torpe muchacho.

Me sirvo otra copa de desamor y la ofrezco a los rosales que crecen en belleza y tamaño. Me altero de nuevo, al escuchar como se acerca la risa seca y sarcástica. Aun la oigo lejana, sin embargo, siento su cálido aliento resoplándome húmedamente en la nuca. Volteo buscando el origen, al dueño de esa carcajada perturbadora, más me hallo a mi mismo, en otra imagen del pasado. Ahora soy un poco mayor, un adolescente voluntarioso y fuerte, enfrentándose a lo único que no puede dominar.

Ahora toca el turno a la preciosa joven que ponía expresión de gato cada vez que la besaba, la primera mujer que me dio a beber miel de sus pechos morenos. ¡Ahí estamos recorriendo los campos de juego tomados de la mano! Y por vez primera, en los brazos de la señorita Miau Miau, aunque fue por brevísimo tiempo, creí ser feliz. Ella también se fue dando saltitos a la pequeña casa rosa.

Nuevos chillidos entre las sombras me alarmaron, así, al alumbrar a otro lado; me encontré de nuevo un poco más crecido. A donde alumbrara, ahí estaba yo, cientos de personas que en algún momento fui, y con ellas volví a vivir cada momento que vivían, a mirar todas las mujeres que, tímidamente, de reojo o con descaro, mire; a todas ellas a quienes rocé su piel sufriendo marejadas eléctricas en mi cuerpo, a quienes besé y acaricié, a todas aquellas a quienes quise adorar, aquellas que lo permitieron y a quienes adoré aun sin su consentimiento: a la Niña Pelirroja, a la señorita Miau Miau, a la Muñeca de la Alberca, a la Hija de las Estrellas, a la Niña Rosada, a la pequeña de ojos escarchados, a la Amiga de mi Prima, a la Rubia de Nariz Respingada, a la Niña Moteadita. Las volví a ver a cada una a través de los ojos de mis contrapartes más jóvenes, y, a través de su corazón, las volví a admirar, a querer y llorar. Y cada que pasaba de una, a la siguiente, la risa, esa carcajada seca y perturbadora, entre las rosas, se acercaba.

Ahí viene, lo siento en el fondo, no tardara mucho en llegar

Pensé en darme a la huida, correr aterrorizado a refugiarme, pero era tarde. Ante mi apareció la única mujer que realmente he amado: la Mujer Girasol.

No voy a voltear, no voy a voltear…

Me mira fríamente a los ojos y, amargamente, como intentando lastimarme, me da un beso en la mejilla.

Voy a llorar como una niña.

¡Oh no! ¡La risa, la risa se acerca entre las flores! Se acerca, y, aparece, el Coma Negro.

El viento silba meciendo las rosas en su cavernosa morada. Los corazones halados y malditos  lo galopan emitiendo su lastimoso chillido. La risa se ha ido tras ellos, ha cesado. Él, él esta frente a mi, lo percibo tan patético, ahí, escondido y asustado con la temblorosa lámpara en mano tratando de alumbrar mi cara. Me da asco. He caminado entre las rosas, sorbido el placer, gozado de la suavidad de sus pétalos, bebido el rocío de sus hojas. He disfrutado de ellas, abusado de su voluptuosa generosidad,  y tengo las cicatrices de las espinas para probarlo. Tú, en cambio, no has sido más que un observador romántico y quejumbroso de tu propia tragedia. Una tan insulsa e insípida que, sin embargo, osas comparar con la de las estrellas inmortales. ¿Qué te hace tan especial, como para quejarte por ello?

Ella tan bella y sublime, intente responder, pero de mi boca brotaron palabras muy diferentes; perra, tan puta y caliente, que abandona mis brazos por otros más fuertes, que suelta mi torso por abrazar uno mejor formado, que me arrebata el amor jurado por siempre, para entregárselo a alguien a quien le jurara la misma mentira.

Ella y todas, son la  misma golfa, tus dedos no huelen a sus caricias, a sus sonrisa o a sus falsas promesas de amor, sino a sexo, al sexo de la señorita Miau Miau, al de la mujer girasol. Tu pecho, tus muslos, tus brazos y espalda, aun chorrean saliva húmeda y tibia. Al final, no importa el rostro, todas son una.

Entonces, todas las mujeres en mi vida, se fundían en una sola y esta a su vez se tornaba en una rosa blanca del jardín de la pequeña casa rosa. ¡Todas eran una! La princesa polimorfa que como la marea a la playa, siempre regresa, como flor o estrella, regresa, y regresa, y regresa. Que vuelve con palabras de eternidad, pero con aliento a libido. Que regresa para volverse a ir, y que cada vez que lo hace, se lleva consigo un pequeño trozo de mí.

El coma negro dentro de mi, me escupe vergonzosos recuerdos a la cara, recuerdos que disfruta, y por ende, yo también. “pero yo te quiero” repetía entre sollozos la chica de intercambio “yo también quiero… que sigas mamando”  le contestaba, en ese entonces y ahora, con desmesurado placer de verla llorando. ¡Oh! ¡¿Cuántas veces no lastime a mi vez, a la bella Princesa Polimorfa?! ¿Pero que importa? Si al final, ella ha hecho otro tanto conmigo.

Sentí un jalón en la ropa, el pequeño conejo blanco que siempre se presenta de manera impertinente me ofrecía una sierra eléctrica. Con ella me dirigí a la rosa blanca, dispuesto a cortarla de un tajo para llevarla a casa y así, poder abusar sexualmente de su capullo, deleitarme con su placer y poder despojar de su bella hipocresía romántica a la princesa polimorfa; reducirnos a la unidad primaria de los amantes, a dos cuerpos jadeantes y sudorosos en una cama. En pensando esto, listo a castigar a la polimorfa, listo para volver a todas las mujeres un único par de piernas, alcancé a ver de reojo, parada en la ventana de la casita rosa, con su cigarro muerto en mano, a la hermosa niña de ojos verdes presenciando entristecida, como renunciaba a ella al entregarme por completo al coma negro, como me entregaba al instinto, dejando desvanecer la idea y el sentimiento.

Entonces, al ritmo de los shocks eléctricos que inundaban mi pecho, empezó a nevar, y la nieve ansiada y tan negada con anterioridad, lentamente lo cubrió todo. El conejo daba brincos de aquí para ya, se revolcaba en la nieve y me hacia señas para que lo siguiera a la pequeña casa rosa.

-Se acerca, lo siento en el fondo-

A lo lejos percibo el comienzo de un dulce lagrimeo melancólico. El conejo me guía hasta la casa. Tomo la perilla de la puerta –no sé que encontrare dentro, pero no puede ser peor que esto-, giro abriendo, el dulce lagrimeo se convierte en el batir de corazones ilusionados. Cruzo la puerta, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario, y así comienza: El coma blanco, y la comezón olvidada, regresa.

48 – I MISS THE KISS OF TRAGEDY

Todo lo que un día tuve se me acaba de esfumar,
soy el humo de una vida el sabor de la hilaridad.
-BUSHIDO.

Ya señalado su punto no me queda más remedio que sorber mi tequila, quedarme callado y sumergirme en mis propios dolores. Tiene razón, sufro por Moteadita, pero a su vez no quiero volver a estar con ella. Me parece que lo que realmente uno busca en estos casos es la exclusividad; “quiero que me quieras a mi y a nadie más ¿qué? ¿Qué soy tu segunda opción? no gracias”. Lo que uno quiere es hallar a ese amor platónico, a esa gota esmeralda, a la persona que el destino a predeterminado para estar a tu lado; esa chica en la cafetería; esa idea tonta de ojos verdes. Pero cuando uno finalmente la encuentra… la tendencia señala que no eres el amor de la vida del amor de tu vida. Y estamos condenados a ir a sentarnos el resto de la vida, a la escalerita de nuestra cafetería, ó, a la azotea de algún edificio. Condenados a acurrucarnos solitarios frente a la ventana en una noche lluviosa. Que triste.

Tomo otro trago y miro a Poe que hace lo mismo. Entonces empiezo a escuchar un chillido lejano. Un chillido que me martilla la cabeza. Volteo a ver a Poe, me pregunto si el también lo oye, pero su imagen se desvanece. Parpadeo y aparezco en mi habitación. De un manotazo apago el despertador.

¿Cómo llegué aquí?

Hum... es cierto. Tiene como un año que no veo a Poe. Malditos recuerdos entre sueños, son muy vividos.

Torpemente me levanto de la cama. Siempre cuesta más trabajo por las mañanas. Abro el cajón donde guardo mis calcetines. Empiezan a hacerme muecas, me parece que ninguno esta dispuesto a ir al trabajo este día, así que para deshacerme de las alucinaciones, enciendo un cigarrillo. Inhalo con fuerza y el humo invade mis pulmones. Inmediatamente siento como se dilatan mis pupilas, como se regula mi ritmo cardiaco; se me agudizan las ojeras y los oídos, y se me manchan los dientes de amarillo. Me despejo un poco mojándome la cara. Me paro frente al espejo para rasurarme mientras hablamos.

Tengo una estúpida sensación de deja vu al comenzar el ritual de todos los días. Hago un recuento detallado de los hechos. Algo que me explique como terminé en esta situación.

Tomo una taza de café y un panecillo y estoy listo para irme a la oficina; miro al cielo para encontrarme con un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días para recorrer un camino que no me ha llevado a ninguna parte. Sólo que ahora es un poco peor. Paso por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una avenida que cruzo por el puente peatonal. Entonces me reviso los bolsillos para confirmar un hecho que de antemano sé: No tengo cigarros. Entro a la pequeña tienda donde fríamente me atiende la dulce tía de  Moteadita – Buenos días – le digo a la señora con una sonrisa. Ella sólo me hace un gesto de desagrado y procura ignorarme el resto del trámite. Ya hace tiempo que no le pregunto por Moteadita; siempre me la niega o me da largas. No me dice como esta ni donde encontrarla. Y si me lo dijera igual no la buscaría. “Sólo quiero saber como está” le dije una vez. “Usted es un desgraciado, joven” dirá la señora señalándome con el dedo en cuanto me entregue mi cambio.

Me a pena mucho que haya acabado así con el corazón partido en cuatro. Primero Adam y luego yo que la rechacé a pesar de tantas suplicas. Ah... la he extrañado mucho. Poe se equivocó en esto. Ella fue más que un repuesto. Ya con algo de tiempo y la calma que conlleva, me he dado cuenta de lo importante que pudo haber sido. Sin embargo no pude verlo entonces. Me encontraba sumamente indignado. En lo que Poe acertó sin fallo, es, en que debí haber vuelto con ella. Sin embargo me doy cuenta ahora que es tarde para intentarlo.

Usted es un desgraciado, joven –me dice la señora señalándome con el dedo. Seguramente se preguntará que me anima a seguir yendo a esa tienda si todos los días me dice lo mismo. ¿Le consolaría saber que lo hago porque me recuerda a su sobrina? y ¿Qué no podría justificar mi ida si no fuese con una rutina tonta de la vida? como lo es comprar mis cigarrillos camino al trabajo.

Continúo el camino. Doblo a la izquierda en la esquina y finalmente llego a la cafetería. Enciendo mi cigarro sin interrupción de la lluvia. Una vez hecho esto volteo a la entrada de la cafetería al percibir el movimiento de la puerta al abrirse. Grande es mi sorpresa y mi gusto al ver salir a la dama del collarín. Tenia meses sin verla. Va de la mano de un hombre mayor que ella. Se ven contentos y eso me da un curioso gusto. Y pienso “Si, tal vez ella esté en mi vida, pero aún no lo sabemos como dijo Poe”.

La Dama del Collarín alcanza a verme antes de subir a un taxi y sonríe. Se despide de mí haciéndome una señal con la mano. Entonces sonrío sarcástico por mi anterior comentario. Me doy cuenta de que Poe también falló en eso. Lo adivino por el anillo en su dedo.

Es curioso, jamás llegamos a cruzar palabra; ninguno de los dos tuvo valor. Y aun así llegamos a formar una relación con las miradas. Así se pierden los amores de las almas.

En fin; cruzo la calle y entro a la oficina. Cinco minutos tarde, es un record; llegué temprano.

Ya casi no veo al Ángel Caído, desde que entro a  trabajar al gobierno ha estado muy ocupado. A Bicho tampoco lo veo. La última vez que lo vi fue cuando murió mi madre. Hace unos días vi al Vato Pirado, me contó que Kurko esta feliz criando al hijo que tuvo con su mujer, aunque se rumora que no es suyo. Pero él esta contento, eso es lo que importa ¿Que no? Maxi desapareció del mapa desde que empezó a salir con aquel narcotraficante y Mandy puso un bar gay en la playa. En resumen, ya casi no veo a ninguno de ellos. Eran buenos tiempos, no cabe duda, como dijo London Rain alguna vez: “Todo tiempo pasado es mejor”.

Así comienzo mi día laboral, recordando momentos que extraño, y así sigue durante todo el día. Pero es bueno, convierten diez horas de trabajo metido en un disfraz repartiendo volantes en un sueño nostálgico y breve.

Al salir, sigo el camino que regresa a casa. Pero al llegar a la esquina, en vez de doblar sigo derecho. He planeado lentamente como haré esto, pero no hallo la manera de justificarme. Poe también erró en esto. Erró al pensar que todas las mujeres son el mismo par de piernas. Falso totalmente, de ser así, no me encontraría en la situación en la que me encuentro. Esto es lo que siempre deseé y ahora que es una realidad ya no lo quiero. No es como había imaginado.

Entonces escucho mi nombre. Alzo la mirada para encontrarme con la mujer a la que más quiero en el mundo: a la bella niña pelirroja. La quiero. Pero no de la forma que ella necesita.

Se supone, según las enseñanzas de Poe, que ella, al ser un envase depositario de mi cariño, debería darme lo que necesito. Ella a cambio, por reacción o resultado, debería apaciguar mis ansias, llevarse mi soledad. Pero no, no funciona así. Ni siquiera es un buen placebo. Sospecho que Poe siempre supo eso, pero nunca pudo afrontarlo. Lo sospecho porque nunca halló en alguien lo que tuvo con Abril. Y dudo que alguna vez lo haga.

La linda pelirroja me brinca encima. Me abraza y me besa. Me da las gracias por estos maravillosos meses que llevamos juntos. Cierro los ojos para no negarle el beso y la imagen de Moteadita aparece en la oscuridad. Al abrirlos el desengaño es muy fuerte. Entonces la tomo de los hombros. La miro y finalmente le digo: he venido a despedirme. Lo que tengo que decirte ninguna gracia nos hará.

Un crujido ensordecedor brotó de su pecho. Aun puedo oír el eco de su sollozo mientras me alejo con las manos cruzadas y este hueco dentro de mi cuerpo.

No es mi culpa, quise quererla, yo traté, en serio. Me siento como un cerdo egoísta. Pero ¿Qué no lo somos todos? ¿Qué puedo hacer yo, si ella no es mi gota esmeralda gemela? Esto estaba condenado. Lo supe desde la primera vez que nos besamos.

Extraño los días en que yo pensaba en ella como un imposible. Parecía un ser tan único y maravilloso. También fue duro para mí. Es lo único que me quedaba. Pero, en el momento en que accedimos a estar juntos, la perdí para siempre. Ahí se esfumó la niña pelirroja que con una sonrisa despreció mi corazón de niño ¿En que momento se esfumó aquel niño?, hubiera sido mejor que no se hubiese ido.

Es la primera vez que tengo un sentimiento como este. En mi caso siempre ha sido despertar de un sueño para caer en una pesadilla, siempre. Ahora, es como si simplemente hubiese despertado del todo. Le he endilgado la pesadilla a alguien mas. Es cruel, es ruin, es doloroso, es infame, pero es honesto, y también liberador.


49 – CAMINOS EXTRAÑOS

El tiempo se ha detenido. Mi reloj ya no anda más.

Anoche soñé contigo y estabas ebria.

-¡Hasta la madre! -gritaste. A lo que respondí cuando me ofreciste:
-Ya no tomo.
¡No mames! -alegaste. Y ciertamente: no mames.

-Lo que trato de decir es que hay momentos indicados y momentos indicados –decía Bicho-, está el momento indicado para encontrarse a alguien en la calle, y el momento indicado para aparecer en la vida de alguien ¿en que momento crees que haya llegado la Dama del Collarín?

Era mi cumpleaños, o navidad, no sé. Sólo recibía un regalo atrasado. Uno de esos que siempre quisiste de chico, y que te dan cuando ya no te interesa.

-Sólo pensaba -le dije a Poe -en lo que dijo Bicho aquella vez en la playa.
-¿Lo de los momentos indicados?
-Si. Y es que tal vez… no sé… sólo tal vez.
-Aja… -exclamó Poe.
-Es que la Pelirroja ¿sabes?, siempre deseé estar con ella, incluso cuando lo había olvidado, seguía soñando con que un día estaríamos juntos.
-Cálmate -dijo Poe-, estaban borrachos. No fue más que un beso.

Uno de esos obsequios que recibes, nomás, por no dejar. Nada más porque siempre lo quisiste.

En eso andaba cuando fui a la tienda. Iba distraído, cuando sin proponérmelo noté una figura conocida salir de entre los árboles y entrar en la tienda a la que me dirigía.

Y ¿Cuál es el momento indicado para salir de la vida de alguien? ¿Es ese momento indicado para que la persona que se queda vuelva a ser independiente, o es simple egoísmo de quien se va? Y ¿cual es el momento indicado para reaparecer?

-¿Hay momentos indicados para reaparecer?
-Siempre en que el momento de la vida en la que reaparezcas esté tan vacío para que ambas vidas se vuelvan una, será indicado -respondió Bicho-, pero tú no te estreses, venimos aquí a chupar ¡¿O que?!

Ibas con tu cabello recogido… que es como más te recuerdo.

Me acerqué a saludarte extrañado, pensando ¿qué hace aquí?

Según me contaste habías sido contratada por alguna industria petrolera para medir las impurezas del agua. Salimos, pues, platicando nimiedades que no recuerdo hasta llegar a un puesto donde vendían empanadas. En donde te esperaba tu compañero y él también estaba ebrio.

Al principio pensé que era tu novio o tu amante. Pero cuando por tu borrachera intentaste besarme, comprendí que no lo era.

-¿Quién te rompió el corazón? –pregunté rechazándote algo enfadado pero claramente decepcionado.

-¿Quién te rompió el corazón? -me preguntó Bicho aquella ocasión.

Tenía tanto que no soñaba contigo. Te lo digo y no creo que te importe saberlo, pero el punto es que a mi me importa que lo sepas.

Durante mucho tiempo esperé a que te arrepintieras y volvieras a mí, para poder rechazarte. Después, por un tiempo más breve, esperé que volvieras para aceptarte. Luego, esperé que la casualidad te trajera de regreso: un encuentro en la calle o algún bar. Sólo para verte una vez más. Finalmente cuando y después de mil aventuras me había resignado a la mala voluntad de la casualidad nació en mi el deseo de saber como estaba quien en su momento fuese mi mejor amiga y mi mayor alegría, y me lo callé.

Ahora considero justo espetarte unas cuantas palabras de reclamo: Me dejaste en el momento en que más te necesitaba.

Te digo esto (y tampoco creo que te importe) porque estoy a punto de romperle el corazón, de joderle la vida a alguien, como tú lo hiciste conmigo.

-Ella vino a mi ¿Sabes?, en el momento indicado. Cuando perdía la fe en las casualidades; cuando las estrellas se habían apagado.
-Aja…
-Cuando Moteadita me dejó, el alma, o como se llame esa cosa que llevamos dentro del pecho…
-¿El corazón, los pulmones?
-Lo que sea, se detuvo; se quedó inmóvil medio muerto y frío. Entonces llegó ella, en el momento indicado.
-Aja…
-¿Moteadita se alejó en el momento indicado para que llegara la niña pelirroja? O ¿Simplemente me dejó porque eso era lo indicado para ella? ¿O era indicado para mí que lo hiciera? ¿O era lo indicado para que Pelirroja estuviera conmigo?
-Los momentos indicados no existen. Te arriesgas y ya -dijo Poe en tono severo, como regañándome.

Como fuese, era el momento indicado.

Es como cuando tus padres en vez de regalarte la escopeta que querías a los ocho años, te la dan a los 25. No te la dan a los ocho, porque saben que no puedes manejarla.

Pero ¿Qué pasa a los 25? Resulta que ahora odias las armas. Bueno, en mi caso tomé la escopeta y me puse a disparar al cielo. Siempre quise hacerlo… siempre lo quise.

-¡Siempre lo quise! -gritaba mientras disparaba. Hasta que se me cansaron los brazos, se me acabaron las balas y las ganas, y descubrí que no era lo que esperaba.

Ahora sólo le doy vueltas en mi cabeza, esperando el momento indicado para dejarla.

¿Será eso lo indicado para ella? Podría jurar que lo es para mí porque después del desayuno me encuentro con este mensaje tuyo en mi correspondencia:

“Hola:

Los caminos extraños de la vida me han llevado a preguntarme ¿Qué ha sido de ti? ¿Ahora en que andas?

Independientemente de todo, espero que estés muy bien y feliz”.

Entonces, por un instante el mundo se vuelve a detener, de golpe, como si lo apagaran con un cubetazo de agua helada. Y así queda, húmedo y frío, medio inerte, exhalando agónicamente como si cada susurro perdido, se convirtiese en mi último latido.

50– NOCHE OSCURA

El final triste, es porque soy una persona triste.

Recorría la ciudad, mi piel se sentía incomoda y seca. Las luces me molestaban deslumbrándome, golpeándome, escupiéndome… clavándose en mis costillas.

Quise caminar dentro de ellas a un lugar por donde el viento sopla por sus ojos blancos, quise poder sentarme en sus labios y reír mirando a las gaviotas nadar en su boca.

Seguir los colores del viento a un lugar en el que existe, en el que me espera y sonríe haciendo cantar a las estrellas; un lugar en el que lloro cuando me besa y me ahogo en su belleza.

Quise que me ardieran los ojos de tanto mirarla. Poder tomarla de la mano. Y lo hice. Si, lo hice.

Tomados de la mano reímos y nos internamos dentro de la noche oscura, si, y nos perdimos. Si, nos perdimos.

Terminó de contarme el Vato Pirado.

-¿Y en donde esta tu final triste? –pregunté.
-¡Oh! No me cuestiones -contestó y le dio un toque a su porro.

Después de todo, pensé ¿Por qué habría de tener un final triste? si es sólo un cuento.



51 – ARE YOU THE RABBIT?

-¡No tengo tiempo! ¡No tengo tiempo! –va diciendo el conejo rebotando por todo el túnel de un lado a otro.

Un túnel húmedo y oscuro. Me había dicho que no me metería en ningún húmedo agujero de cuento infantil, sin embargo aquí estoy, caminando a ciegas, siguiendo la voz del conejo, tentando las musgosas paredes del túnel para no caer.

Por momentos el mal olor del agua que corre a mis pies me hace pensar que estoy en alguna cloaca fétida. Una de esas que abundaban bajo los guetos europeos de la segunda guerra.

Por ratos huele a rosas.

Y lo siguiente que se me ocurre pensar es en un ramo de rosas sobre la tumba de mi madre. “Las rosas son rojas” me digo “Que ingenioso te has vuelto” me respondo sarcástico y el “tic tac” del reloj del conejo no se detiene.

¿De donde viene ese olor?
¿El de muertos o el de rosas?
Ambos –me contesto trastabillando yendo a caer de boca al agua amarga.

El agua de rosas es amarga.

El olor a muerte fresca es dulce -pienso, y me levanto corriendo, tratando de alcanzar la voz del conejo que se aleja hasta desaparecer. El “tic tac” es sustituido por el “pum pum” de mi agitado corazón resonando en la oscuridad.

Tengo miedo, estoy en la cloaca de un gueto nazi; estoy cansado, no he comido ni dormido; no puedo alcanzar al conejo y no sé cuanto tiempo llevo aquí.

En esta parte es donde me pregunto ¿Quién es el maldito conejo y que tiene que ver con todo esto?

Igual de importante es: ¿Por qué he de seguirlo y por que ha de buscarme siempre en mis momentos de debilidad? Acaso… ¿Eres tú el conejo?

¿Eres tú que siempre vuelves a mi aguijoneado corazón? Sólo para molestarme, sólo para atormentarme con la memoria de tu abandono ¿Eres tú el conejo que siempre vuelve o soy yo el estúpido que siempre trata de alcanzarte?

La pregunta es básica: ¿Es que no podré olvidarte? ¿Ésta condenado mi corazón a revolcarse en mis costillas cada que oye tu nombre? ¿Me amas tanto como me odio a mi mismo por no olvidarte? ¿Me amas tanto que por ende no me dejas ir? ¿Me amas, acaso? Y más importante aún: ¿Este túnel tendrá fin? ¿Llevará a alguna parte?

¿Llevará al corazón del gueto nazi? ¿Al hogar del conejo? ¿A tu corazón?

Sólo no lo sé. Sólo sigo caminando. Un paso a la vez. Un paso dentro del agua turbia, un latido más, un último suspiro, un poco más de aliento antes de darme por vencido.

Pero no lo hago. Cada paso que doy es el ultimo que puedo dar y aun así, tomo fuerzas no sé de donde, para dar el siguiente.

Oigo la voz de mi madre que me dice: "Sólo sigue caminando Jhonny". Es una frase que le gustaba decir cuando bebía Whisky.

Como sea, es lo único que tengo en este momento y sigo su sabio consejo.

De pronto piso algo viscoso y resbaladizo.

¿Qué es esto? ¿Es un sueño? ¿El túnel es mi vida en las tinieblas? ¿Es todo producto de mi imaginación y de las drogas?

–¡Si sólo es un mal viaje exijo que me devuelvan mi dinero! -grito.

Mi voz se extingue en la oscuridad bajo el ronroneo del agua pestilente que va cogiendo velocidad conforme juntos avanzamos.

A la vez, una melodiosa voz comienza lejano un canto, es una voz que me atrapa y me arrastra. ¿Será ella? Pienso deteniéndome de golpe ¿Serás tú? Pienso echándome a correr hasta el final del túnel, donde únicamente encuentro un eco resonando en las paredes de un profundo y ancho poso.

La voz se diluye y el poso se extiende hacia arriba, tan alto que no se alcanza ha ver la entrada. Mi mirada se pierde en la abismal oscuridad acechante en las alturas. También se extiende hacia abajo y el agua cae formando una cascada de muchos metros de alto.

Del extremo opuesto al mío, alcanzo a ver una ciudad y en ella el conejo presuroso corre por una vereda amarilla. Entre la ciudad y yo, en medio del pozo, no hay nada más que el inmenso y mortal vacío. El agua sigue corriendo entre mis pies y el miedo toca a mi puerta de nuevo.

Pienso en regresar, pero me aterra más el mirar atrás. Pienso en seguir adelante, pero no sé como. Me quedo inmóvil, paralizado. El abismo igual, no desea irse a otro lugar.

Parece una bestia imbatible. El abismo recostado frente a la puerta de su amo como un perro guardián dispuesto a devorar a quien tenga el atrevimiento de pasar al otro lado.

¿Y qué hago ahora?

Esa pregunta resuena en mi cabeza más seguido de lo que se puede imaginar.

Si supiera como, extendería mis alas y llegaría aleteando hasta el otro extremo. O más allá, surcaría el cielo hasta dar con el conejo y al hacerlo le preguntaría ¿Quién eres tú?

Eso haría si supiera cómo, pero como no sé, lloro.

Y las lágrimas que escurren por mis mejillas al llegar al borde de mi cara pegan un brinco al vacío, y caen al agua fétida, y al estrellar su cuerpo cristalino en ella se mueren, se quiebran o se ahogan, dejan de existir, se diluyen… como sea produce un sonido hermoso.  Como si fuese tocada la tecla de un piano, y cada gota que cae toca otra tecla y así, comienza una triste melodía que me hace llorar más. Y entre más lloro, más fuerza toma la música. Entonces como formado por la sinfonía empieza a extenderse ante mi un puente que justo llega al lugar al que quiero ir.

Es de cristal –pienso-, y se ve muy delgado -digo.

En este momento vienen a mi dos frases que me decía mi padre cuando niño, cada vez que trataba de acercarme a él: “¡Cállate! No me dejas oír la tele”, seguido de un  “¿Qué? ¿Piensas quedarte ahí todo el día, paradote como un pendejo?”.

Son sorprendentes las cosas a las que recurre uno para tomar aliento cuando no hay nada alentador por delante.

Así que camino. Pongo un pie en el vidrio; pongo el segundo, y se despedaza bajo mi peso. La melodía se detiene y quedo colgando aferrado con las manos al afilado borde del puente, y me corta. La sangre escurre por mis brazos… y gotea y todo ha quedado en silencio.

El silencio prevalece hasta que mi voz tartamudeante lo rompe como una lucecilla asustada e inquieta en la oscuridad.

Auxilio… ¿Poe? ¿Pelirroja…? ¿Moteadita? –nadie acude a mi llamado, nadie que me de la mano, me he quedado solo, ya no hay nadie a quien acudir…

No puedo volver… ni quiero dejarme caer. Sólo me queda luchar por llegar al otro lado venciendo el puente de cristal y sobreponiéndome a las heridas.

Así que echo mi cuerpo hacia delante sobre el puente y este se quiebra de nuevo bajo mi pecho. Casi caigo pero logro aferrarme de nueva cuenta en la delicada orilla del cristal, y me corto una vez más.

Delgados arroyos de sangre escurren sobre las costras secas de anteriores caídas por todo mi cuerpo hasta dejarse caer.

Estoy en un aprieto…

No puedo volver… ni quiero seguir a delante… ¡Ay! ¡Al carajo! -Y finalmente me suelto.

¿A quien trato de impresionar? No puedo seguir luchando, ni tengo ganas para hacerlo. Sólo espero que no duela tanto la caída -digo precipitándome en la profundidad del abismo, dando vueltas, girando como gato, tratando de caer de pie. Así nada más me romperé las piernas.

Pero no…

“Tic, tac” “tic, tac” va marchando el reloj.

Abro los ojos; el mundo esta borroso. Me duele todo ¿Dónde estoy? Mi piel salada percibe la humedad de mi ropa.

Vuelvo a escuchar esa melodiosa canción… separo el rostro de la arena y comienzo a distinguir, entre los borrones que se aclaran, un árbol y en ese árbol hay una niña rubia con un vestido azul que intenta meterse en un hoyo al pie del gran roble.

Me levanto sobreponiéndome a un mareo inicial y miro las anchas y gruesas ramas que se extienden a lo largo y a lo alto cubriendo el sol; dando sombra a toda una ciudad de calles amarillas que se yergue en lo alto de una colina. En la parte más elevada de dicho promontorio esta ese alto árbol y en una de sus ramas, un canario azul que canta y es su canto la melodía de piano que he venido escuchando todo el camino.

La niña se pierde en el agujero y el canario inunda con su música toda la ciudad. Le sonrío y comienzo a andar cuesta abajo, al pueblo, en búsqueda del conejo inhalando fuertemente la brisa marina que dejo atrás, junto con mis heridas, y la incertidumbre.

Al cabo de un rato llego a la entrada del pueblo, donde encuentro un letrero que dice “Bienvenido. No pise las rosas”, y me doy cuenta, que lo que pensaba eran bellas calles empedradas en oro, son largas jardineras de rosas bañadas por delicados arroyos de miel.

-¿Cómo hace la gente que vive aquí para ir de un lado a otro? – Me digo en voz alta.
-Entran por la puerta – Me responde un gusano con sombrero.
-¡Eres tú! ¡Eres el gusano! – digo entusiasmado reconociendo a mi amigo que tomaba un vaso de ron con cola, a un lado del letrero – ¿Cómo has estado chico? – me dice el gusano campirano.
-¡A toda madre amigo!
-¿Es verdad?
-¿Por qué no habría de serlo?
-Pues porque todo el que viene aquí tiene problemas.
-La verdad… es que me queda un cabo suelto por atar, tengo que encontrar al conejo y para ello debo entrar a la ciudad.
-Mira mi amigo – Me dice el gusano – en lo alto de la colina, hay un gran árbol.
-Lo sé, vengo de ahí
-Ah bueno, pues ahí hay un hoyo que es la entrada a la ciudad. Una vez que encuentres al conejo, por ahí mismo puedes regresar al mar, y del mar, volver a tu hogar.
¡-Maravilloso! – exclamo entusiasmado.
-Pero hay una cosa más – me dice severo
-¿Si?
-No te puedes ir sin tomarte una copa con tu amigo – Dice y me pone un trago en la mano el cual bebo avorazado.

Entro en la ciudad bajando una larga escalera de caracol. Tuve la impresión de estar bajando al mismísimo infierno, pero al llegar al fondo, encontré que podría ser el cielo.

Soy recibido por dos criaturas de colores que muy amablemente me guían a una mesa en la cual hay una persona. Una irritante luz roja que se mezcla con el humo de un cigarro que se consume, sin ser tocado, en la orilla de un cenicero junto a mi taza de café me impide verle el rostro. Descubro su silueta en la niebla. Doy un sorbo nervioso a la bebida, mientras le escucho decir todas esas cosas que no quiero escuchar.

Ya le reconozco.

-¡Maldito conejo! –grito y me lanzo sobre él.
-¡No tengo tiempo, no tengo tiempo! -comienza a canturrear y pegando brincos huye del bar.

Voy tras él. Y mientras lo persigo pienso en que pronto encontraré a alguien gritando “¡Córtenle la cabeza!” y saltando una pequeña barda detrás del conejo concluyo que en dado caso prefiero que sea la reina de corazones a tener que vérmelas de nuevo con mi padre crucificado.

El conejo dobla detrás de un molino. Me acerco velozmente y doblo yo mismo pero al hacerlo el conejo ha desaparecido. Lo busco mirando por el llano. Por más veloz que fuese el conejo no podría desparecer en la nada como lo ha hecho. Camino por el campo incrédulo.

Una vez más me ha dejado atrás.

Me encuentro cansado y de nuevo me hallo descorazonado por no encontrar la respuesta buscada, así que, reflexivo, doy unos pasos al río detrás del molino que se encuentra rodeado de grandes pacas de algodón.

Me asomo al agua cristalina.

¿De que se trata todo esto? –le pregunto a mi reflejo.
¿Por qué habría de saberlo? Tú lo escribiste –me responde y se diluye.

Una figura solitaria desdibujada a la orilla del río meciéndose con el viento suave y frío es lo único que queda de mi. Todo se perdió, ella me dejó, y tenuemente el dolor la fue alcanzando. No queda nada… los suspiros desperdiciados, las lagrimas derramadas, las noches en vela, las cicatrices desgastadas, no queda nada más por anotar.

-Lo más lamentable es el tiempo perdido. Al final no la he alcanzado… y ya ni siquiera me importa, -digo cerrando los ojos reprimiendo la nostalgia-. El conejo, ese maldito conejo otra vez me ha burlado.

Me he quedado sin razón y me he perdido en el camino. No he llegado a la meta y no tengo ni ganas, ni la menor intención de seguirlo intentando. Sólo me dejaré arrastrar por la corriente -digo acercándome a la orilla.

-¡Uff! Pensé que no llegaba -escucho decir a mi espalda mientras me empujan de cabeza al agua.

Manoteo, gimoteo, pataleo y a pesar de todos mis esfuerzos me hundo. Trato de aferrarme a la superficie inútilmente, entonces a través del agua alcanzo a ver al ¡maldito conejo!

-¡Pensé que no llegaba, pensé que no llegaba! -repite mirando su reloj en la orilla de río.

Entonces el hombre que vende muebles por televisión se quita la botarga y me descubro a mi mismo. Soy yo y me miro. Soy quien se hunde suavemente en el agua, quien se duerme con frío en lo profundo del río. Y estoy feliz de dejar morir a esa parte de mí, estoy feliz de dejarla caer, y estoy feliz de poder seguir adelante.

Dejo la botarga de conejo en el primer bote de basura que encuentro, miro mi reloj –no tengo tiempo, no tengo tiempo-, me digo apresurándome. Tengo una cita.

 *Por el whiskey marca Johnny Walker, Walker como caminante en su traducción literal y no como apellido



52 – UNAS HORAS DESPUÉS DE ESTO

Buscaré torpemente mis polainas bajo la cama, y encontraré la pequeña cajita de zapatos donde guardo mi corazón como puño ensangrentado. Dando tumbos entraré al baño, no me lavaré la boca para saborear la miel del escorpión el resto del día. Me enjuagaré el rostro y al ver mi mirada en el espejo recordaré cada detalle de este momento, en mi mente, repetiré este instante el resto de mi vida.

A partir de hoy, dejaré de sentirme solo, porque encenderé la televisión todas las mañanas. A partir de este momento, olvidaré la ansiedad, pues me fumaré un cigarro diario camino al trabajo. Justo ahora, podré dejar de sufrir por ella, pues abriré la pequeña caja de zapatos y ya no tendré más miedo a ser lastimado de nuevo.

Compraré el periódico mientras tomo un café, le sonreiré a una desconocida en la entrada del metro, bajaré los escalones, subiré al vagón que cerrará sus puertas mientras veo pasar a cientos de personas que como yo, a diario se levantan buscando al amor de su vida, que a diario se acaban la vida buscando una estrella a su medida. Una gota esmeralda idéntica a ellos, sin ver, que en realidad no la hay. Es que en este hermoso mundo blanco, hay una epidemia de soledad.

Pero eso es lo último que me importa porque en mi mente la tendré por siempre. Cada que abra los ojos veré su mirada al despertar. Cada detalle y sonrisa, cada mueca, cada chispa, las veré una y otra, y otra, y otra vez; hasta que encuentre a alguien más por siempre.

Unas horas antes de esto: Salgo de mi casa para contemplar un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario. Paso por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que generalmente cruzo por el puente peatonal, pero no esta vez. Esta vez me aventuro, me armo de valor para enfrentar a la vida y cruzo toreando a los vehículos que pasando a gran velocidad me pitan y me mientan la madre. De pronto escucho el rechinar de llantas en el asfalto a mi espalda, oigo un golpe y una luz brillante me ciega por un momento. Hay alboroto, abro los ojos y miro el cristalino cielo azul expandirse en la mirada de una joven arrollada. El conductor esta histérico y no para de balbucear. La gente morbosa empieza a reunirse alrededor, mientras, la chica agonizante quedamente grita por auxilio. Pero nada se puede hacer por ella. Estaba conciente del riesgo, sabia lo que podía pasarle y lo hizo. Me retiro pensando que pude ser yo. Tuve suerte, esta vez le tocó a alguien más. De los que se aventuran a atravesar la avenida de las falsas esperanzas, no todos logran llegar al otro lado sin ser lastimados.

Finalmente paso a comprar unos cigarros a la tienda donde la niña de las motitas rojas no esta más.

Continúo el camino. Doblo a la izquierda al llegar a la esquina y finalmente llego a una modesta cafetería de corte italiano. Me detengo a fumar un tabaco,  lo coloco en mi boca y saco el encendedor. Una gota de lluvia aterriza en la mano con que lo sostengo, levanto el rostro alzando la mirada  y cae otra gota justo entre mis ojos, cae una más en mi zapato, otra más en mi costado, cae otra más y gota a gota empieza una fuerte lluvia que me impide encender mi cigarro.

Cundo me dispongo a seguir mi camino, escucho que se abre la puerta de la cafetería que nuca me atreví a visitar.  El cigarro escapa de mis manos al ver a una linda señorita salir. Su largo cabello lacio me impide verle el rostro. De inmediato noto que de las negras mangas de su gabardina escapan sus delicadas manos cubiertas por unos suaves guantes negros. En uno de los cuales cuelga, frío, triste y muerto un cigarro que se lleva a la boca para recogerse el cabello. Entonces, mientras la lluvia se me clava como agujas, unos finos ojos verdes, parpadeantes como luciérnagas se me hunden en el alma. Finalmente reconozco a la mujer que me atormenta por las noches.

-¿Qué haces aquí? –me dice la Mujer Girasol.
-Pasaba por aquí... ¿Tú que haces aquí? -respondo sin tartamudear.
-Trabajo aquí... ya lo sabias.
-Es que ha pasado tanto y yo no... –digo aún perplejo.
-¿Tienes fuego? – pregunta sin mirarme.
-Claro... – respondo sin dejar de verla.
-¿Y cómo te ha ido? -acerca su cigarrillo al fuego e inhala con fuerza.
-Pues... como tu dijiste que me iría... la vida pasa y uno se acostumbra a ella… la mayoría de las veces -y  me sopla el humo en la cara.
-Bien... me dio gusto verte -y se lleva el cigarrillo a la boca.
-A mi... también -sigo sin tartamudear.

Se da media vuelta y la observo alejarse entre la gruesa cortina de agua. Da unos pasos y se detiene. Se vuelve y con firmeza se me acerca con los brazos extendidos y siento miedo, mi piel se eriza y tiemblo mientras me abraza.

-Realmente, me dio mucho gusto verte -me dijo estrechándome con fuerza en su pecho.

Desperté, y nunca más volví a soñar con ella.


Fin.


“Coma Blanco” fue escrito entre el año 2002 y el 27 de MAYO del 2009.

2 comentarios:

  1. Que flojera estar leyendo las trivialidades de "David Fernandez Brindis" solo las escribe por que no tiene nada mejor que escribir y cree que le da un aspecto mas "Independiente" Pretende capturar la belleza de la cotidianidad, pero no; A mi parecer, le da un triste aspecto patético (ademas de aburrido) a su escritura, que se prolonga demasiado. Léanlo y se convencerán

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  2. Muchas gracias al Dr. Oselumen. Nunca creo que haya un verdadero lanzador de hechizos de muerte después de todos estos años de desilusión de los enormes spammers de Internet que están estafando a la gente, hasta que tuve la oportunidad de conocer al Dr. Oselumen, un verdadero lanzador de hechizos. A través de una amiga cercana llamada Jennifer, a quien el Dr. Oselumen había ayudado antes, cuando lo contacté por correo electrónico a droselumen@gmail.com, le expliqué cómo mi ex me había causado problemas en mi matrimonio, ella nunca me permitió un momento de paz. , y necesito terminar matándola, y no quiero usar un asesino porque será arriesgado, así que necesitaba hacerlo de una manera espiritual, así que decidí contactarlo, me aseguró que no me preocupara . Me puse en contacto con la persona adecuada en el momento adecuado, cooperé con él y en menos de una semana mi ex estaba muerta, ella dormía y nunca se despertaba gracias al Dr. Oselumen, de hecho, él es realmente un hombre humilde. Puedes contactar al Dr. Oselumen para cualquier hechizo de muerte, como matar a tu superior en la oficina y tomar su lugar, hechizo de muerte para matar a tu padre y heredar su riqueza, hechizo de muerte para matar a cualquiera que te haya engañado en el pasado, hechizo para aumentar los salarios, deletrear para la promoción en la oficina, deletrear para recuperar a su ex amante, si las cosas no funcionan bien en su vida, entonces debe comunicarse con él ahora por correo electrónico droselumen@gmail.com, llamar o agregarlo en whatsapp 2348054265852.

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