Estoy
sentado en el escusado. Justo ahora termino el proceso de digestión. Usted se
estará preguntando porque me atrevo a asquearlo contándole eso, pues… verá, no
lo sé. Uno no sabe en que momento llega el reflejo de escribir. Sobre todo
cuando sale de las entrañas y sin pasar por el cerebro llega directamente a los
dedos.
Como
fuese, no se me ocurre un mejor modo de contar la historia de “Coma
Blanco”, una obra que salió directamente de mis entrañas, que sentado en el
escusado.
“Coma
White”, el “Coma Blanco” original, es una canción de la banda americana Marilyn
Manson. Publicada en su álbum de 1998, “Mechanical Animals”, que durante toda
mi adolescencia fue mi canción favorita. Su sonido me hacía sentir vacío, y
solo; como un punto negro en una hoja blanca de papel. El hecho es que a
diferencia de muchos fanáticos de Marilyn Manson que terminan suicidándose o matando
a todo el que lo rodea, yo decidí escribir.
Escribir
resultó un reto, que no me tomé suficientemente a pecho como para frustrarme
ante las criticas condescendientes mi mis amigos literatos. Que si bien no
querían hacerme sentir mal, dejaban entrever que lo que escribía era un
producto de mis entrañas que debía irse por el escusado. Por el otro lado, tan
poco me tomé el reto tan a la ligera como para dejar de hacerlo.
La
primera versión de “Coma Blanco”, la escribí entre 1999 y el año 2000. No era más
que una idea repetitiva poco interesante, con serios problemas de redacción y
ortografía, motivado por una fantasía de mi amigo Warika. En la cual salía a
buscar el amor de su vida. Esa versión se ha perdido irremediablemente. Nunca
abandonó el papel.
Después
de ese intento, me enfrasqué en escribir “Special K”. Trabajo que me llevó como
un año, pero que caló mucho mejor en el gusto de mis camaradas y todavía está
entre las lecturas favoritas de aquellos que conocieron mi “trabajo literario”
en El Diario del Istmo, de Coatzacoalcos, Veracruz. Motivado, entonces, me
enfrasqué pretenciosamente en la creación de lo que según yo sería mi primer y
mejor novela; un clásico comparado únicamente con las mejores obras del siglo
XIX, aunque para ese momento la mejor novela que había leído en mi vida
era “La Muerte de Superman”. Tenía un pequeño problema.
Así las
cosas, me empeciné en leer todos los autores existencialistas que pudiera, sin
importar lo aburridos y somníferos que fueran. No sabia que diablos era el
existencialismo, pero yo quería que fuera existencialista.
Más o
menos en el 2002 salí de Chiapas, cargado de las anécdotas que me contaron
todos mis amigos mayores (de las que eché mano constantemente para contar mi
historia), para estudiar en la bella capital veracruzana. No estoy seguro si
era por mi edad (unos 20 o 21) o si en verdad Xalapa era mágica en ese
entonces, pero fue ahí, donde realmente nació “Coma Blanco”. Sin embargo, el
botón que encendió la chispa, vino también, de Chiapas.
En mis
primeras vacaciones de verano, me topé con una compañera del bachillerato, de
la cual me enamoré entupidamente. Para mi desgracia, ella no vivía en Xalapa,
pero para mi buena suerte, lo hacía en México. Estando la capital nacional mas
cerca de Xalapa que de Chiapas, nos prestamos al romance. Ocho meses después
cuando me rompió el corazón, me puse a escribir “Coma Blanco”.
Fue ella
el motor de todos los lloriqueos y quejidos en la mitad de la historia. Para
ser más claro, de la primera mitad de los capítulos que escribí. Ya que no
están acomodados en el orden en que fueron escritos, sino en el orden
cronológico en el que se supone se desarrolla la historia.
El motor
de la otra mitad fue la nostalgia, la acumulación de fracasos en distintas
relaciones sentimentales y en algún punto, el viaje a mi autodescubrimiento.
Le puse
punto final a la historia en el 2009 (exactamente un 27 de mayo) nueve o 10
años después de su versión original. La terminé y me apresuré a mostrarla.
Aquellos que habían leído uno a uno los capítulos conforme los fui escribiendo,
y más aun aquellos que fueron participes de las situaciones narradas, lo
recibieron con gusto, pero los que no, me espetaron que mi material era apenas
un borrador, necesitado de mucho trabajo. Me negué a corregirlo y lo atesoré.
Tuvo que pasar un año completo, antes de que me diera cuenta de que mi obra
maestra, no servia para nada. Sin embargo, me sirvió para aprender.
En el
transcurso de esos 10 años, leí mucho, vi cine de todo tipo, generé mis propias
vivencias y anécdotas y sobre todo, los últimos dos años, me aboqué a algo que
debí hacer desde el principio: aprender a escribir.
Después
de extraerle algunas partes que funcionaban como cuentos independientes, me
replantee rescribir la obra. Al final decidí dejarla tal cual. Modificarla
sería una traición a los ídolos literarios que me empeñé en emular (Sartre,
Herman Hesse, Mary Shelly, Dostoievski, Unamuno), y a mi mismo, por ser el
fruto de un espíritu (entonces) inocente, por reflejar de forma descarnada un
dolos sincero, y que sin proponérselo me llevó a ser la persona que soy. Aunque
con esta decisión es casi seguro que nunca verá la luz más allá de este blog
donde la dejo para los curiosos, y para aquellos que, por el azar, leyeron un
parte y deseen leerla de nuevo, ¿quién sabe? Quizá, con los años, después
de mi muerte, como le ha pasado a muchos otros autores, alguien se atreva a
publicarla, y se convierta, como esperaba en mi adolescencia, en un clásico,
sólo comparable a los grandes del siglo XIX.
David
Guillermo Fernández Brindis
26 de
Diciembre de 2011
PD- para
la curiosidad y sonrisa del lector morboso, dejo también dos preludios escritos
por dos de mis más queridos amigos.
Prologo
por el Oscuro Ángel caído
La
literatura es un arte y por ende una musa la inspira, sin embargo, ¿Qué tanto
puede inspirar una musa una autobiografía? yo diría que mucho; muchas veces es
difícil separar la ficción de los hechos, uno mismo tiende, en ocasiones, a
verse a si mismo como el vencedor cuando le han tirado dos dientes frontales y
despedazado la nariz en una riña; por lo tanto, uno como lector se encuentra
invadido por la incertidumbre de si esta leyendo una autobiografía, una
biografía o una pieza literaria que ha escrito alguien totalmente ajeno a la
forma de pensar y sentimientos del personaje principal de la obra en
cuestión.
La
relación entre los personajes de esta magnifica recopilación de anécdotas
inventadas, y las personas reales que los inspiraron radica sólo en la mente
del autor, es decir, para el lector siempre será un misterio; son una amalgama
visible sólo a los ojos de alguien que ha sido coparticipe en muchas de las
situaciones aquí descritas.
Se dice
que todos los artistas están influenciados, yo, además, agrego que nadie ha
inventado palabras nuevas, después de Octavio Paz, digamos que no hay nada
nuevo bajo el sol con la salvedad de que cada cabeza es un mundo y da a las
palabras un orden de expresión de ideas iguales y, a la vez, distintas;
agradezcamos entonces que el artista literato que nos ha obsequiado con ésta,
su obra maestra, mientras no surja otra mas reciente en el mercado, se ha
concedido múltiples licencias literarias, ha amalgamado una serie de ideologías
disímiles en un collage que es ofrecido al lector simplificado en la tranquila
crueldad de lo cotidiano.
Cabe
mencionar que, aún abordando porfiadamente el tema romántico como base, lo hace
desde una perspectiva solo nombrable como la visión de los vencidos, un viaje
existencialista a través del asfalto hasta el rincón más oscuro de la mente, y
citándolo: “Que se joda el conejo, no pienso meterme en ningún húmedo agujero
apestoso”, sólo queda hacer evidente la filosofía de vida que hiciera canción
Jim Steinman en “Life is a lemon and I want my Money back”.
Lejos se
ve ahora al guía espiritual de la cinta “Los Caifanes” o los excesos de “La
Tumba” que hiciera famoso a José Agustín, el nuevo guru viste de chamarra de
cuero y falda rosa, es “Natural Born Killers”, “Romper Stomper” y “Clockwork
Orange” en un solo personaje que se presenta a sí mismo como Poe; cuyos excesos
son consecuencia de la disipación elegida por convicción propia o solo el
reflejo de la decadencia de los valores occidentales, un anfitrión y consejero
que fue despreciado y mal aconsejado.
El objeto
del deseo que personifica el anhelo carnal del protagonista es, literalmente,
un sueño, aquel sueño repetitivo que muchos toman por premonición o designio,
destino le llaman otros; es el camino y no los viajeros lo que destaca en esta
obra, puesto que desde la infancia se inculca la búsqueda de la pareja como
tal, y en toda búsqueda existe el momento de creer que hallamos lo buscado, se
aprende por acierto y error, por ello esta lección de vida esta plagada de
mujeres de las que el protagonista cree estar enamorado.
El
antagonista no es tal, sino solo un personaje que ha ganado una contienda en la
que el protagonista creía estar compitiendo, Adam es el prototipo de persona
que sin ser exitoso tiene lo que desea cuando lo desea, que ya es mucho decir en
la época actual. Alguien curtido en el dolor de perder lo amado y ser amado sin
poder amar de nuevo.
Es en
esta cofradía de temperamentos y necesidades que el autor busca expiar pecados
pasados y futuros, exorcizar demonios propios y ajenos y obsequiarnos con una
visión tan personal que es universal en su viaje de autodescubrimiento que sin
ser ni biografía ni ficción totalmente si es una mirada a la realidad que solo
presumen las personas que viven en los suburbios y alcanzan una meta más allá
de los sueños de muchos.
La
moraleja es: los sentimientos, son como los brazos y las piernas, si te los
cortan, vuelven a crecer. Y si no es cierto, debería serlo.
César A.
Neria Buere
Un montón
de sandeces y aberraciones a manera de:
INTRODUCCION
Cuando el autor de esta magnifica obra me “suplicó” que le hiciera una entrada,
de inmediato me di a la tarea de recopilar toda la información necesaria sobre
su haber para poder realizar una buena introducción tanto a su vida, como a su
obra. Pero sin esperarlo, oí una vocecilla dentro de mí, seguramente provocada
por los excesos alcohólicos de las últimas semanas.
Tal es el caso que mientras arrugaba una tras otra las cuartillas en la vieja
maquina de escribir de mi madre, la maldita vocecilla me decía: “Oye tú... ¿Que
haces?, ¿no te das cuenta que nadie conoce a David Fernández?, ¿ni siquiera tú
mismo?”, y fue precisamente cuando comprendí que no debía hablarles de David
Fernández, sino de Omega, o del Marylin.
Ahora bien, Omega no es una entidad física, sino un concepto existencialista
seriamente influenciado por el alcohol, la pubertad, la masturbación, los
desamores de adolescente y por supuesto por el capitán brocheta, de quien les
hablare en otra ocasión.
Supongo que en este punto es claro que no será posible describirlo en su forma
humana, así que mejor les contare una historia sucedida no muchos años atrás,
en un lugar llamado “El Mundo de los Sueños”, que aunque suena a cliché
cinematográfico, resultó ser nuestro cobijo (del autor y mío) durante años. Lo
conocimos por la influencia de un tipo y una mujer alquimistas, que aseguraban
poder entrar en los sueños de todo aquel que se los autorizara de propia voz la
noche anterior, y aunque pudiera sonar un poco macabro, lo cierto es que lo
lograron, bueno, al menos uno de ellos.
En ese mundo, el mismo de donde patearon a mi amigo David Fernández provocando
que se cayera de la cama, sucedió de tanto en tanto la siguiente historia, que
no contare completa pues éste no es mi libro, pero estoy seguro que la
pequeñísima parte a mostrar resultará más provechosa para conocer al autor, que
cualquier descripción cronológica vacía de su vida y pensamiento.
Crónicas
de la Azotea
Conocí hace ya varios años, en un vecindario típico de cualquier ciudad en vías
de desarrollo ubicado en… bueno eso no es importante, lo importante es
que ahí conocí, cuando niño, a Marylin.
Marylin era en ese entonces el cliché puberto de Woody Allen (si, en lo físico
también) le encantaba, al igual que a mí, fantasear con historias sobre seres
inexistentes que venían al mundo exclusivamente para cortarle la cabeza a
otros, y cosas por el estilo. Aun recuerdo que al final nos peleábamos por
quien de todos sus amigos (cuando los tenía) se quedaba, dentro de aquella
historia, con la cabeza de todos.
Así crecimos hasta llegar a aquella época, días en los que además de
interesarnos por espiar a las vecinas y beber alcohol por las noches mientras
probábamos nuestras primeras drogas caseras, también comenzamos a introducirnos
al patético mundo de las relaciones sentimentales (aclaro que con el sexo
opuesto, digo el lector debe saber que no necesariamente la excentricidad de
algunos escritores conduce a la homosexualidad).
Es en éste punto donde “Coma Blanco” nace indiscutiblemente. Pues en éste
periodo, que duraría unos seis años, aquella azotea con la vista mas perfecta
que puedan ustedes imaginarse, absorbió con sus rojas tejas, además de orines,
vomito y escupitajos, decenas de historias de amor que casi siempre terminaron
como toda historia de amor legítima termina: con un corazón desmembrado y una
infame que lo tomó y lo botó en el primer cesto de basura que por el camino se
encontró.
Ustedes podrán pensar que eso no es posible pues “nadie podría vivir sin
corazón”, y tendrían razón en suponerlo, pero lo que si se puede es vivir con
la mitad de él. Obviamente quienes tanto lloraron en aquella azotea tenían que
aprender algún día a no estarlo regalando con cuanta maldita conocieran.
En fin, un día mediante una sesión de esas que les platiqué en donde pudimos
entrar en el extraño, pero no por eso menos fascinante, mundo de nuestros
sueños a través de una técnica ancestral de alquimia que nos enseñaron aquellos
sujetos de los que les hablé, logramos tomar nota de algunos pasajes quizá un
poco desordenados, pero nada incoherentes, que aquella azotea registró con el
paso de los años, y de los cuales les compartiré tres que, me parece, muestran
notablemente la evolución espiritual del autor.
Hasta ahí llegaremos con las Crónicas de la Azotea para inmediatamente después
presentarles una brevísima descripción de las personalidades del autor, para
que el lector conozca mejor al maniático que escribió la obra que tienen en sus
manos.
Empecemos con los tres pasajes…
“Amor”
Warika.-
¡Maldita sea! otra vez me dejaron, te necesito viejo ¡necesito aliviar el
dolor! Por favor bebe conmigo.
Marylin.-
Ok, desembucha ¿ahora quien fue la maldita? ¿La rubia delgadita? ¿Como se
llamaba?
Warika.-
Si, esa misma. Le di un trozo de mi corazón, y al final, como siempre, ¡lo tiró
en el primer bote de basura que encontró!
Marylin.-
Suele pasar, tú sigue bebiendo, a este paso, en algunos años no tendrás
corazón.
Warika.-
Si, así es. Que te sirva de lección, algún día te romperán el corazón a ti
también, algún día…
Marylin.-
Eso dices siempre. Ya veremos.
Warika.-
Tal vez debería buscar a alguien más, ya sabes, un clavo saca otro clavo.
Marylin.-
Si. Ya sabes lo que siempre he dicho, “el amor de tu vida siempre es la
siguiente”, y cuando termina todo con la siguiente, pues la siguiente, ¿no?
Warika.-
Si. Ya he oído eso antes.
…
“Navidad”
Extraña
de pelo largo.- Bueno maldito vago ya nos vamos, ten cuidado de no incendiar la
casa y no permitas que tu amigote se beba todo nuestro alcohol.
Marylin.-
Esta bien, yo también los quiero, ¡feliz navidad! para ustedes también.
Más tarde…
Warika.-
Y bien, ¿que te dejaron para cenar?
Marylin.-
Nada, pero tengo suficiente dinero para comprar dos coca colas grandes y quizá
una hamburguesa.
Warika.-
Mmm, ya sé. Bebamos alcohol, de seguro hay algo por aquí.
Marylin.-
¿Y la cena?
Warika.-
Teniendo alcohol, la comida es puro lujo.
Marylin.-
Quizá para ti, pero yo no bebo.
Warika.-
No hay problema, esta noche cambiaremos eso.
Marylin.-
¡yuju! ¡Bravísimo! Pero en tanto eso sucede ¿que vamos a cenar?
Warika .-
Ok, esta bien. Veré que me robo de la casa, nos vemos por la noche.
Marylin.-
Así sea.
Por la noche…
Warika.-
¡Ya llegué!
Marylin.-
¿Y la cena?
Warika .-
La olvidé, no te preocupes, podemos preparar algo aquí.
Marylin
.- ¿Como que?
Warika.-
¿Qué te parece si preparo una pizza?
Marylin.-
Fantástico, yo pondré la mesa, y de paso una musiquita.
Más tarde…
Marylin.-
Hmm ¡que rico estuvo eso!
Warika.-
¡Lo sé, ahora a beber!
Aún más tarde…
Marylin.-
Hmm, ¡Quuee ricooo eztubbo eso!
Warika.-
¡Loooc sé!, presientop que se harap una tradicionp.
Marylin.-
¿Prepararr pizzza o beeber Alcohol?
Warika.-
Losss doss…
…
“Miedo”
Marylin.-
Tengo frío y miedo.
Warika.-
Es natural, abusaste mucho de la droga.
Marylin.-
No, tú no entiendes. Hoy estuve sentado por seis horas en la banca de aquel
parque, y pues… fue muy duro.
Warika.-
¡Ah! Es cierto, hoy hubieran celebrado un aniversario más, pero en fin. Deja de
lamentarte ¿no vez que la maldita está muerta?
Marylin.-
Tienes razón, se me olvidaba ese pequeño detalle. ¿Vas a salir hoy? Tienes días
sin salir a buscarla, ¿o es que piensas que el amor de tu vida vendrá por si
sola a tocar tu puerta?
Warika.-
La verdad es que tengo miedo.
Marylin.-
¿De que?
Warika.-
De no encontrarla nunca, o de encontrarla y que no sea especial, o quizá de
salir y caminar por la acera equivocada, o que se yo, ¿y si es hombre? o ¿si le
falta un ojo? o peor aun, ¿que tal si ella se confunde y en lugar de
encontrarse conmigo se topa con otro cabrón y se casa con él? Si, imagina eso,
no puedo permitir que otro me la robe.
Marylin.-
¡Mmm!
Warika.-
No, no lo permitiré, todo debe salir como lo planeé: deberé salir a caminar por
la tarde, justo cuando el sol se pone, y cuando comience a llover la veré
mojándose afuera de la famosa cafetería, estará llorando y tratará con todas
sus fuerzas de prender un cigarrillo, y entonces llegaré yo.
Si. Y
sacaré mi encendedor negro y prenderé su cigarrillo, después nos tomaremos de
la mano y entraremos a la cafetería para al final planear el resto de nuestras
vidas juntos.
Marylin.-
Estás mal hermano,
Warika.-
Lo sé.
Marylin.-
Tengo frío y miedo
Warika.-
Lo tengo que hacer, terminando este churro ¡correré a buscarla!
Marylin.-
Eso no es posible, son las tres de la mañana.
Warika.-
¡Diablos! ¿Sabes que? De este lado da risa, pero de este otro da MIEDO…
…
A estas alturas imagino y pretendo creer que todos saben que Marylin , Omega ,
etc. y el autor son la misma persona. Obviando lo anterior quiero hablarles un
poco de Memo, Marylin, Pelón, Omega y David Fernández y las frases que marcaron
el desarrollo mental del autor.
Memo, era el niño blanco común y
corriente, crecido en una familia común y corriente que vivía, pues… una vida
común y corriente
Frase clave, nacida en el colegio, cuando cierto profesor lo reprendía por
conductas antihigiénicas en el salón de clases: “De algo hay que vivir”.
Marylin, fue y sigue siendo la parte
rebelde de Memo que tantos problemas familiares le ha causado, al grado de ser
cuasi-demandado por su madre por lo que ella denomina “actos inmorales”. No me
consta, pero estoy seguro que alguna vez probó alguna droga bajo esta
personalidad, lo cual no seria raro pues Marylin es alcohólico. Marylin fue el
primero en escribir cuentos cortos y novelitas fantásticas. Marylin es mi
amigo.
Frase celebre, originada una ocasión cuando hizo un campamento estilo scout en
la banqueta afuera de su casa durante dos días, y lo reprendieron por hacer una
fogata a la orilla de la calle, la cual comprometía la seguridad del
vecindario: “Wey, soy un vago”.
Pelón, es la transición entre Memo y
Marylin. Seguramente se masturbaba demasiado (No conozco esta personalidad,
pero de seguro al autor le gustara que la mencione).
Omega, es la etapa de desmadre
organizado en la vida de Memo. Surge si no mal recuerdo, con la madurez de
Marylin, es decir cuando el tipo era ya, lo que denominamos un ¡Malandrinazo!
En esta etapa el señor ya se tomaba sus tragos frecuentemente sin esconderse de
nadie, fue aquí cuando comenzó su duro trayecto hacia sus estudios superiores,
pasando por varias escuelas en varios estados de la republica. Este tipo tenía
y tiene hasta hoy la habilidad de sobrevivir sin dinero y sin comida, de lo
cual no puedo revelar el secreto, pues como buen mago me pidió no hacerlo
jamás. Tengo que decir también que Omega se enamoró una vez en su vida como
loco y jamás lo volvió a hacer, aunque esta seguro de no haber encontrado aun
al amor de su vida. Quién sabe, podría estar cerca, ¿no?
Frase importantemente notable, que surgió en su época de estudiante foráneo en
alguna universidad lejana después de tres días sin comer: “Estoy muy débil,
pero wey, Tengo que escoger entre comer o ir a la escuela”.
David Fernández, es quien se robará los créditos del libro escrito por Marylin
y Omega. Yo casi no lo conozco, y creo que nadie lo ha escuchado. Pero según
entiendo, tiene como objetivo seguir escribiendo, y en su oportunidad hacer
cine. En fin, es el prestanombres, que absorberá el éxito y fracaso de todos
los “Yo” de David Guillermo Fernández Brindis. Espero saber de él muy
pronto, pues eso querrá decir que la gente leyó sus blasfemias, y que está
comprando sus libros.
Después de tanta faramalla sólo me resta decir que “Coma Blanco”, es
existencialismo muy mexicano, basado en personajes sin aspiraciones, por no
decir gente normal, que se desarrollan en un ambiente muy urbano y viven sus
vidas de la manera en que estas les resulten más soportables.
El lector encontrará en las páginas siguientes paginas obras tan digeribles
como cualquier novela corta, pero tan audaces, obscuras y maquiladas como las
mejores obras existencialistas de los autores europeos de la primera mitad del
siglo XX.
Voilà, a disfrutarla entonces.
Marco
Villafuerte,
Warika the Poe.
Febrero
de 2008
Prólogo:
BEATIFUL WONDER
“Nunca
fue tan breve, una
despedida,
nunca me creí
que
fuera definitiva”
-Héroes
del Silencio
Recuerdo
cuando nos bañamos bajo las estrellas. Fue el día en que estuvimos más
enamorados. La noche era cálida y la luna bailando en el cielo destilaba luz.
Tu nariz acarició la mía y quise llorar cuando me besaste. Sentí tus lágrimas
correr entre mis dedos al acariciar tu cara y sonreí. Recogí las pequeñas
gotitas de tu rostro con los labios. Las lágrimas –dijiste –son como copas de
champagne, sólo se toman en ocasiones especiales.
Entonces
finalmente lloré, porque entendí el mucho daño que me harías cuando me
apartaras de ti.
Me
abrazaste dulcemente al decirme: –nunca lo haré, eres mi luz, eres mi vida, no
podría terminar con mi vida ¿verdad?
En
cuanto llegues, te voy a abrazar, a besar y voy a rogar porque no sea la última
vez. Debería estar haciendo algo, cualquier cosa. Pero en vez, estoy tirado
sobre un montón de cajetillas vacías pensando en ti. Te amo, no puedo dejar de
verte a donde miro. Te extraño, me estoy entristeciendo, siento que todo se va
al carajo y a ti te es indistinto, que no te importa perderme, me lastima eso y
tampoco creo que te importe.
1
– ROSE
“La
vida es un sueño, prueba de ello, son las pesadillas que vivimos a diario”.
Una
gota carmesí escurre por una sonrosada mejilla hinchada. Las raspadas y
adoloridas rodillas delatan que ha estado mucho tiempo hincado en las piedras
sobre los gusanos. Las sucias y rotas uñas de sus cansadas y maltratadas manos
esperan con sed agonizante que las ponzoñosas pesuñas de aquella anciana senil
y calva le den las seis monedas por las cuales arrancaron la hierba mala del
jardín durante toda la semana.
La
dulce viejecita va con lentos pasos a su cuarto, se reposa en su cama un
momento, inquietando a la familia de ratas que dormía en su almohada. Su amable
sonrisa hace más evidentes sus evidentes arrugas. Es fácil imaginar que entre
esos flácidos pliegues de piel hay colonias de hongos fétidos, todo un
ecosistema con vida ahí dentro, que luchan para defender sus fronteras de
larvas de mosca y otras criaturas detestables. Ahora sé que toda la vida de
este planeta, no es más que una arruga en el rostro de una anciana agonizante.
La
tierna mujer se acerca sin prisa al pequeño niño que perplejo espera que el
costal de huesos le entregue su dinero. La espera se vuelve angustiante cuando
la cansada señora se detiene a dedicarle algunas palabras que no tienen sentido
para el pequeño. Él sólo quiere el dinero para poder huir lejos de esa grotesca
imagen que el tiempo en su viciado ocio esculpió en una persona que alguna vez
debió ser fresca como una gota del rocío matinal escurriendo en una flor de
primavera.
La
gentil vieja estira su brazo con el puño cerrado al niño que observa pasmado
las llagas de las manos y la suciedad de sus uñas, mira sus propias manos en
igual estado, pero encuentra una ligera diferencia; las suyas no tienen ese
olor a podrido. El puño se abre lentamente dejando caer en la infantil mano
seis monedas de cobre, las monedas parecen brillar, pero solo reflejan la luz
de los ojos del niño que las mira extasiado. Ni un crepúsculo esmeralda, ni los
tres colores que le faltan al arco iris, ni una sobredosis de heroína, pueden
ser tan hermosos como la cara de un niño iluminada.
¿Cuál
es el motivo último de su alegría? No es la satisfacción de un trabajo bien
hecho, ni siquiera el poder huir de esa casa con olor a muerte cercana. Es un
calor dentro de su pecho… “quiero una rosa blanca, tráemela y seré tu novia…”
El
pequeño tomó de su mano dos monedas y se las devolvió a la anciana, esta sonrió
y una cucaracha salió de su boca para buscar cobijo dentro de su nariz.
-Ve
a tomarla del jardín, toma la más bella y grande que encuentres.
Corriendo
con rosa en mano, el retoño pasa por un estrecho callejón gris que se abrió a
medida que salio a una transcurrida avenida. Sube al puente peatonal, pasa por
una pequeña tienda en donde se detuvo a comprar caramelos. Continua su camino,
dobla a la derecha al llegar a la esquina y finalmente llega a una elegante
casa, adornada con flores multicolores que se enredan a lo largo y alto de las
paredes. El pequeño se alza de puntas para poder alcanzar el timbre con el
dedo. Repite la operación un par de veces hasta que la pesada puerta con cisnes
tallados en las orillas se entreabre para dejar salir a una bonita niña de
grandes ojos almendrados. La niña pelirroja sale dando pequeños saltitos con un
pie hasta llegar a él. Lo mira y le dedica una alegre sonrisa al ver la blanca
rosa.
-Esta
hermosa, pero... -exclama llevándose sus regordetas manos a sus sonrosadas
mejillas-, pero... alguien me la dio primero.
El
niño apretó los puños, y, la rosa se pintó de rojo.
Me
estiro en la cama tratando de olvidar mi infancia; no debí detenerme a comprar
caramelos, una caja de cigarros hubiera valido la pena.
2
– THAT DAY
Flotábamos
en un mundo de ensueño sobre los lagos. Los cisnes bailaban a nuestro
alrededor, las ranas entonaban la más dulce canción y la luna estuvo más cerca
que nunca. Tan romántico, tan absolutamente perfecto ese momento, que realmente
sientes que va a durar para siempre.
¿Qué
es lo que esta mal con el mundo? Es difícil levantarse y algo en él apesta.
Cuando
sufres, sabes que es real, pero cuando amas, se siente tan vacío. Es como
soñar, como rasgar la realidad para poder evadirla por un momento, no importa
que tan largo sea… siempre es muy corto.
Hay
veces en que preferiría no despertar y seguir soñando, más siempre despiertas y
al primer parpadeo el desengaño te ensombrece el alma. Todo es tan claro
entonces, percibes el color real de las cosas y sonríes en un suspiro. Todo es
gris, trágico y tan romántico, tan absolutamente perfecto que entiendes que es
un sueño. Es una lastima que no puedas recordar nada al despertar.
Pero
es que si recuerdo algo: sus caricias, su sonrisa y su cálido aliento en mi
mejilla, recuerdo sus besos y sus muertas palabras de amor, lo que más recuerdo
es el adiós y como me hizo mierda el corazón. Es duro seguir adelante amando a
quien se ha ido.
Cuando
sufres sabes que es real, pero cuando amas, sabes que no puede ser cierto. No
tiene sentido, todos los caminos conducen al mismo destino y ni todas las drogas
del mundo podrán salvarte de ella.
A
veces detesto a las cosas hermosas porque no las poseo. A veces envidio al
universo por ser tan extenso y echarme en cara mi insignificancia; a las
estrellas por ser inalcanzables y recordarme mi impotencia. Te envidio luna por
cada una de las noches que arropas mi amor, te envidio sol porque con suaves
caricias despiertas a la Mujer Girasol.
Omnipresentes
astros, egoístas reinas del drama que en el vasto cielo azul, complacidos de
arrebatar a los amantes, se regocijan entre sus caricias. Frágil mente hermosa
y gentil espíritu, tonto, tonto estúpido.
¿Tratas
de encontrar su dulce cara entre los sueños? ¿Algún consuelo en tus lamentos?
No.
No es a ella a quien trato de recordar en sueños, es a quien trato de olvidar
en realidad. La de mis sueños, me atormenta, me provoca como el cielo cuneado.
Me reta a poseerla en un sueño constante entre muchos que van y muchos que
nunca llegan. Ella nunca se va, siempre ha estado ahí, lejos de mí.
Flotábamos
en un mundo de ensueño sobre los lagos. Los cisnes bailaban a nuestro
alrededor, las ranas entonaban la más dulce canción y la luna estuvo más cerca
que nunca. Tan romántico, tan absolutamente perfecto ese momento, que realmente
sientes que va a durar para siempre. Pero no es cierto, cada lagrima que
derramas, cada sueño del que te levantas, cada día como aquel, cada momento que
pasa, te mata un poco, y al final, es lo único que dura para siempre.
Escrito
por Omega
3
– COMA BLANCO
Últimamente
he estado hablando mucho conmigo mismo. Digo, siempre hablo conmigo mismo pero
no de la forma tan aguda como últimamente. Ahora me siento y me hablo durante
horas.
Salgo
de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo
hago todos los días; para recorrer el mismo camino que recorro a diario.
Paso
por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que
cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña tienda en donde me detengo a
comprar cigarros. Continúo el camino. Doblo a la izquierda al llegar a la
esquina y finalmente llego a una modesta cafetería de corte italiano que algún
día he de atreverme a visitar.
Me
detengo a sacar un tabaco. Lo coloco en mi boca y saco el encendedor. Una gota
de lluvia aterriza en la mano con que lo sostengo. Levanto el rostro alzando la
mirada y cae otra gota justo entre mis ojos, cae una más en mi zapato, otra más
en mi costado. Cae otra más y gota a gota empieza una fuerte lluvia que me
impide encender mi cigarro.
Comúnmente
no me importa y continúo mi caminata bajo la lluvia, pero en esta ocasión me
resguardo bajo la puerta de la cafetería. En donde se encuentra una linda
señorita. Su largo cabello me impide verle el rostro. De las negras mangas de
su gabardina escapan sus delicadas manos, cubiertas por unos suaves guantes
oscuros. En uno de ellos cuelga frío, triste y muerto un cigarro. El cual
amablemente me ofrezco a encender. Sonríe y levanta el rostro para permitirme
verlo.
El
verde brillo de sus ojos me transporta a lugares insospechados. Es entonces,
cuando me doy cuenta de que es el amor de mi vida. Eso es todas las noches.
Y
durante el día.
-
¡Levántate cabrón!
-
Buenos días madre...
-
Cabrón, busca un empleo.
¿Alguna
vez oíste eso de haz fama y échate a dormir? Bueno, pues yo he dejado la fama
para más adelante.
-
¡Consíguete una cabrona vida!
-
No, mucho problema.
-
Una cabrona mosca ¡tu culpa!
¿Notaste
el amplio vocabulario que tiene mi madre?, se sabe caca y baboso también. En
estas ocasiones me dan ganas de consumir potentes drogas intravenosas y
extraviarme en el silencioso mundo del olvido. Pero le tengo miedo a las
agujas.
Madre,
lamento que tengas problemas, que papá se haya ido de casa, que se haya quemado
la cosecha, o que tu vida no sea lo que tu quieres, pero no es culpa de ninguna
¡puta mosca! Déjala en paz, no hace daño a nadie.
Soy
un hombre de costumbres, todas ellas, malas. Despierto de mi letargo
vespertino, perezosamente despego mi rostro de la babeada almohada; me paro
frente al espejo. Me rasuro y fumo mientras hablamos.
¿No
habíamos tenido esta conversación antes?
Lo
dudo mucho.
A
veces siento como si las cosas se repitieran una y otra vez, por primera vez.
Como si cada vez que despierto empezara el mismo sueño.
Pues
yo creo que deberías dejar el cigarro.
¿Eso
que tiene que ver con esto?
Nada,
pero se te están poniendo los dientes amarillos y odio eso.
Salgo
de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo
hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario.
Paso
por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que
cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña tienda en donde me detengo a
comprar cigarros.
Continúo
el camino. Doblo a la izquierda al llegar a la esquina y finalmente llego a una
modesta cafetería de corte italiano que algún día he de atreverme a visitar.
Me
detengo a sacar un tabaco. Lo coloco en mi boca y saco el encendedor. Una gota
de lluvia aterriza en la mano con que lo sostengo. Levanto el rostro alzando la
mirada y cae otra gota justo entre mis ojos, cae una más en mi zapato, otra más
en mi costado. Cae otra más y gota a gota empieza una fuerte lluvia que me
impide encender mi cigarro.
Comúnmente
no me importa y continúo mi caminata bajo la lluvia, pero en esta ocasión me
resguardo bajo la puerta de la cafetería. En donde ella, como todos los días,
no esta ahí.
4
–THE GREAT PRETENDER.
En
realidad no importa; no sé por qué lo hago o por qué lo sigue haciendo; no
sirve dar explicaciones. Los motivos no cambian los hechos pero, por alguna
razón, la gente siempre trata de justificarse, como si eso mitigara o
compensara el daño que acarrean las consecuencias de sus acciones.
Me
citó en el puente peatonal donde nos conocimos, llegué quince minutos antes
como es mi costumbre y esperé. Mi corazón latía a un ritmo acelerado mientras
el mundo avanzaba cada vez más despacio. Me temblaban las manos y mis piernas
sudaban mientras intentaba distraerme mirando pasar los coches. Respiraba profundamente
tratando de tranquilizarme mientras pensaba las mil razones que ella podría
tener para verme una vez más; ¿Quería que le devolviera su colección de besos y
caricias, deseaba tal vez pedir perdón arrepentida y volver a mi lado? ¿Qué más
daba?, no podía acceder a ninguna de ambas peticiones: Lo primero no podía
devolverlo, pues lo coloqué en una pequeña caja que, a su vez, guarde en
algún lugar al cual puedo volver de vez en vez a rumiar mis sentimientos; y la
segunda, por que no quiero, nunca lo he querido y nunca aceptaré lo contrario.
Finalmente
se presentó. Mi sudor se volvió frío, mi corazón empezó a latir cada vez más
despacio, mientras el mundo avanzaba a un ritmo acelerado. Ella me miró llena
de compasión, porque no quiero decir que era pura lastima. La observé con
particular atención y es que por un largo momento no pude articular oración
coherente. Lucía, como siempre lucen quienes han jugado con tu
cariño: aborrecible, y a la vez, fascinante.
Nos
encontramos frente a frente, cara a cara, y empezamos a pretender. Yo comencé a
fingir que no me importaba lo que ella decía, y ella comenzó a fingir que
le importaba lo que yo sentía.
Cuando
alguien traiciona tu amor, siempre tratas de demostrar que no duele, que puedes
vivir sin ella, que ha cometido el error más grande de su vida al lastimarte
con su ausencia y que, de nada sirve que tan arrepentida éste, te ha perdido
para siempre. Y es que en el fondo siempre queda clavada esa
estúpida espinita, esa absurda esperanza que nos hace pensar que en
cualquier momento esa persona que te lastimó, se dará cuenta de su
error. Se arrepentirá, correrá suplicante a pedirte perdón, y entonces
despertaremos de ésta pesadilla para volver al sueño en el que fuimos felices.
5
– TOCANDO LAS PUERTAS DEL CIELO
Algo
no anda bien. Tengo miedo de abrir los ojos y descubrir cosas horribles. Los
mantengo cerrados aferrado a sus labios. Atando su cuerpo al mío, aprisionando
sus brazos entre los míos, mezclando mis piernas con su aliento, presionando su
corazón con un martillo.
Respiro
su aliento y siento su cuerpo palpitante sobre el mío estremecido. Hace
tanto... que ya olvidaba lo fuerte que puede ser la luz del sol, lo suave que
pueden ser las flores, lo frescas que pueden ser las tormentas de medianoche o
lo confortable que puede ser amanecer entre sabanas tibias, abrir los ojos y
admirar su sonrisa. Por eso tengo miedo, porque a pesar de que siento su cuerpo
y respiro su aliento, tengo la sensación de que algo no esta bien.
Así
que mantengo los ojos cerrados y me guío por mi olfato, me dejo llevar por mi
tacto en la suavidad de sus formas. Mis manos se cierran sobre sus pechos y en
mi oído, lejano, alcanzo a escuchar un tibio gemido que dice te quiero. Deslizo
mis dedos en círculos hasta su vientre, abro los brazos y los cierro en su
espalda y girando sobre la cama nos enredamos entre las sabanas que desprenden
aromas cómplices de noches a solas. Largas noches de espera que huyen veloces
entre susurros. Escapando sin tropezar con las promesas tiradas junto a la ropa
en el piso.
Llevo
mi boca a la suya e introduzco mi lengua por su garganta hasta su pecho, hago
un esfuerzo para introducir mi extremidad bucal en lo más profundo de su
intimidad, para rozar su corazón con la punta agradecida. Ella pega pequeños
gemidos felices. Bebo chorreante su alegría que llevo a mi cuerpo y la tomo del
pelo y acaricia mi faz con la suya. La graciosa punta de su nariz busca la mía,
al encontrarse se frotan y se acarician, se bañan en sonrisas y buscan nuevas
palabras para definir alegría.
Entonces
pequeñas arañas trepan mi espalda. Mientras salvajes bestias me muerden los
hombros, la siento en mi vientre y me regala la espalda. Mis dedos valientes
matan arañas y buscando su guarida aventureros se pierden entre sus piernas,
que, imbatibles los hacen huir de vuelta a las altas montañas donde felices
traviesas juegan las yemas mientras ella lame mi cuello, busca mi boca y me
besa.
Mi
puño se cierra presionando con fuerza. La saliva, siento su tibia saliva
invadirme, puedo sentir su lengua, tan viva, acoplada a la mía, incluso siento
sus poderosos labios succionando los míos, apretando, empujando, buscando
sedientos mi aliento. Sin embargo es el puño cerrado el que me indica que algo
aquí, no esta bien.
Entonces
se tensa mi espalda con fuerza; pues ella con lujuria cabalga, la forma del sol
sus caderas describen sobre mi vientre acopladas a versos sin forma, al rítmico
latir de nuestros corazones vencidos. Una ola de placer se estremece en mi
inferior. Otra ola de angustia se expande en mi cuerpo. Escucho como sus
tiernos gemidos se convierten en liberadores gritos que se esfuman en el batir
de astas del ventilador. Yo no grito, sólo contengo el aliento y me aferró a mi
cuerpo, porque de pronto comprendo, como luz enceguecedora, qué es lo que me
perturba, qué es lo que no esta bien.
Mi
mano me suelta y mi espalda descansa. Entonces un suspiro venenoso se me
escapa; sube al techo y se disuelve en un lamento. Abro el puño, y los ojos.
Toso un poco. Y buscando a tientas su mano encuentro las alas de un recuerdo
muerto chorreado en mi vientre.
Tengo
que dejar de hacer esto, rentar una película porno o algo; debe haber alguna
manera menos patética de masturbarme que pensando en ella.
6
– LA MIEL DEL ESCORPION
Cae
la noche y nos invita a ese mundo de ensueño que sólo se puede encontrar en la
intimidad de la noche, en las drogas y el amor.
Toda
la tarde escuchándola balbucear y aún no ha dicho nada que haga que valga la
pena haber vuelto a verla; aún no ha dicho que me extraña.
Sus
ojos son hipnóticos; su lengua viperina me adormece; de su boca brota ponzoña y
me salpica. Una de sus orejas se escama y cae a pedazos; sale de ella una
cucaracha con una guitarra y se va a tocarle serenata a alguien más. Uno de sus
senos despierta bajo el embrujo de la luna llena y a patadas despierta a su
compañero. Juntos deciden cantarme; se despiden de mí con dulces sonrisas.
-
¡Deja de verme el escote!
¿Por
qué todas las mujeres con las que salgo dicen eso en alguna ocasión?
A
través de la historia, hombres sabios fueron condenados, e inocentes
subyugados, pueblos enteros fueron diezmados y extinguidos, simplemente por no
tener la misma perspectiva.
Hace
mucho oriente y occidente se encontraron por vez primera a través de la perspectiva
de musulmanes y cristianos; y la primera mirada fue de terror. La perspectiva,
es sin duda, peligrosa.
-
Creo que tenemos diferentes perspectivas de la vida.
¡Estupendo!
Me hace venir aquí, pasar toda la tarde a su lado, escuchar muchas historias
estúpidas de nosotros, sólo ¡tan sólo para decirme eso! Como si no me hubiera
dado cuenta antes.
¿Y?
¿Ahora qué?
Se
irá y pretenderá que el hecho de que sepas que te deja por una diferencia de
opinión lo vuelve menos doloroso.
Es
sólo eso; una diferencia de opinión. Nunca me impidió amarla; podemos
arreglarlo.
Sin
embargo para ella fue razón suficiente.
Pero
no es su culpa no ver las cosas igual que yo, hay que unificar criterios, es
todo.
Deja
de justificarla, la vida simplemente no tiene perspectivas. Ese fue uno de los
pretextos más estúpidos que se han usado después de la rutina de “no eres tú,
soy yo”.
Pero
aún la quiero… como las flores necesitan del rocío por las mañanas, así la
necesito.
Pero
ella a ti no. Resígnate; se le acabo el amor.
Pero
no dijo eso, no ha dicho que no me quiere; aun lo hace.
No,
no lo hace.
¡Si
lo hace!
Dime
entonces ¿Su mirada se entristece en este momento como la tuya; se le quiebra
la voz al hablarte; ves en sus ojos alguna otra intención aparte de la de salir
corriendo de esta situación tan vergonzosa para ella y desdichada para ti?
Miré
sus ojos, queriendo escudriñar su alma, pero me encontré a mí mismo reflejado
en su mirada; una mirada fría e impersonal, como si contemplase una pintura que
aunque aparente lo contrario yace sin vida frente a ella. Acaricié su cabello.
Con mi cálida piel rocé la suya helada, agaché la cabeza, cerré los ojos y
tragué, tragué con fuerza y muy profundo.
¿Por
qué no me clava la daga de una vez? ¿Por qué no me lo dice tal cual es?
No
quiere dejar al descubierto su egoísmo, eso implica la posibilidad de ser
lastimado.
Pero…
pero… yo nunca la lastimaría
Ja
ja ja, no mientas.
La
luna ya se encuentra hinchada, molesta y hastiada sobre el mar, me mira con su
único ojo irritado como si entre todas las cosas en el mundo, yo fuera la que
más detestara.
Es
tarde y debemos despedirnos. Con un frío beso, agriamente, me murmura como
intentando lastimarme:
-
No pienses en mí.
Cierro
los ojos. Algo despierta dentro de mi pecho, una sensación olvidada. Creí
haberme desecho de ella hace tiempo; pero nunca se fue, siempre ha estado ahí,
esperando pacientemente el momento de retornar y devorarme. Aprieto los puños y
la rosa se pinta de rojo. Doy media vuelta y busco un cigarro en mi cartera. Entonces
me da la impresión de que no la volveré a ver jamás y siento un impulso de
hacerlo una vez más, una última vez, una más para sobrevivir más tiempo, una
más para aletargar la agonía y alargarla. No voy a voltear, no voy a voltear,
porque si lo hago voy a llorar como una niña. Inhalo la vital nicotina.
La
siento a mis espaldas, exhalando el humo que al diluirse va contando historias
y recuerdo de dos enamorados. Entonces, tras un suspiro, una lágrima escurre
por su mejilla hasta tocar los labios que envenenaron mi mente. Y corre tras de
mí, pero se detiene pocos pasos antes de alcanzarme. Estira el brazo intentando
detenerme, queriendo gritar mi nombre, pero un nudo en la garganta se lo
impide. Cae de rodillas llevándose las manos a la cara y solloza en silencio,
bajo un claro rayo de luna mientras me alejo. O tal vez simplemente exhaló el
humo de su cigarro antes de tirarlo, me observó una vez más, dio media vuelta y
se fue. Pues soy yo el que llora. No debí haber volteado.
Que
bien sabe. Todos probamos esa amarga ilusión, la falsa esperanza, la dulce
decepción: La miel del escorpión. Me escurro las lágrimas mientras me alejo de
aquel puente. Justo ahora un recuerdo decide visitarme, inoportuno, a mal hora
regresas.
-
Es que… no sé, tengo miedo –decía mientras la abrazaba llenándola de besos
-
No te apures, es un puente que aun no tendremos que cruzar
-
Pero tendremos –insistía acurrucada –Temo que me lastimes, sé que un día, si
las cosas andan mal, a ti no te importa y me dejarás
-
Tú también lo harías.
-
No es cierto –afirmaba… tonta.
-
Bueno –le contesté para tranquilizarla –cruzaré ese puente al llegar a él.
Hecho está.
Avanzo
entre las sombras internándome en la incertidumbre. Al llegar a la oscuridad me
detengo y toco la puerta un par de veces, la voz que responde pregunta que
deseo.
-
¿Puedo despertar ahora?
7
– SERENITY
“La
gente es extraña, cuando eres extraño”
-THE
DOORS.
Hay
un lugar en alguna parte al que voy cuando dejo de pensar, cuando puedo apartar
mi mente de mí, cuando puedo alejar el estrés y el miedo a vivir. Un lugar en
donde miro al cielo sin dolor. En donde el viento galopa por las praderas. Todo
es tranquilo y fresco como el césped por las mañanas.
Mi
mano busca la suya y la encuentra buscando la mía. No necesito voltear, sé que
sus ojos al igual que el cielo, estarán por siempre. Todo es justo como debe
ser. Hay un lugar en alguna parte al que voy cuando fumo, todo es tranquilo y
fresco, sobre todo si son mentolados. Y ahora se ha ido. Mi mano busca la suya
sin encontrarla, no necesito voltear, sé que sólo hallaré las alas rotas de un
recuerdo muerto.
Algo
no me deja dormir, un estúpido zombie que vive debajo de mi cama, un muerto
viviente, el despojo de algún sentimiento guardado que prefiero no encarar.
Intranquilo me revuelco en la cama dando vueltas de un lado a otro, estoy como
aturdido, no comprendo lo que pasa. Tallo mis ojos al despegar mi cara de las
sabanas. Hay un problema con mi ojo derecho, todo esta nublado, no puedo ver
nada con él, esta empañado. Lo saco de su órbita, le escupo y lo froto con una
franela para limpiarlo, ahora todo está más claro; quiero un cigarro.
Veo
sin atender lo que estoy mirando, percibo que alrededor hay una clase de polvo
mágico de hada mágica de cuento infantil.
Maldita
sea, tienes caspa.
La
observo con atención. La caspa es un fino polvo blanco, como la cocaína pero
gratis. Esto más bien es incoloro, casi intangible. No es caspa, es tristeza.
Quiero un cigarro.
Realmente
la extraño. A gritos apagados en una almohada. Mis ojos aún se cristalizan y se
quiebran con el recuerdo. Me arranqué una arteria e hice un collar con mis
lágrimas, subí a mi azotea y lo colgué en la luna. Para que cuando alguien se
la baje junto a las estrellas, lo encuentre y se vista con mi dolor. Quiero un
puto cigarro.
Soñé
algo bonito. Trato con desesperación de recordarlo, pero por más que intento es
inútil. Las imágenes se escapan diluyéndose en el aire como el humo de un
cigarro. Me caería bien una fumada. Sólo logro aferrar a mí una sensación, que
sin las palpables imágenes que la sostengan se vuelve frustrante.
Algo
me perturba, necesito algo para calmar mi ansiedad. Algo hace falta en el
mundo, algo que le de un fresco sabor a menta. Necesito algo para estar
tranquilo, algo a que aferrarme. ¡Oh! Tengo antojo de un cigarrito.
Me
da la sensación de estar esperando algo, aún no sé qué es y dudo saberlo
cuando llegue, pero la espera se alarga, se vuelve cansada y aburrida. La
ansiedad hambrienta, te traga para escupirte en cuanto se percata de tu mal
sabor. Hace mucho no sentía esta ansiedad infantil. La sensación que más me
aterra: La incertidumbre. Tan sutil como un hormigueo dentro de tu piel, tan
intensa como el napalm entrando en tu cuerpo. Es muy parecido a la sensación de
estar enamorado a la inversa. Mientras una es de arrojo, valor y alegría, esta
es de espera, temor y tristeza.
Es
muy difícil de explicar cuando te estas enamorando, pero fácil de entender
cuando se tiene el corazón roto. Es una verdadera encrucijada. Una verdadera
bifurcación en el camino, es como si en un lugar estuviera tu cuerpo y perdido
en la profundidad de tus debilidades, estuvieras tú en exquisita agonía.
Uno
de los caminos lleva a un lugar donde hay un arco iris, mariposas de sabores y
cascadas de colores, hay mucha gente feliz; seguramente están muertos. El otro
camino es oscuro e incierto; siempre he sido un aventurero. A un lado del
camino encuentro a un conejo de ojos verdes fumando, le pido un toque. Responde
haciendo señas obscenas y me invita a que lo siga. Me da la impresión de haber
visto esto antes en una película para niños. Que se joda el conejo, no pienso
meterme en ningún húmedo agujero apestoso.
Me
adentro en la incertidumbre. Siento frío. Llego a un plantío extraño. Las
plantas son de tallo largo y blanco, hojas rojas y flores amarillas. De ellas
cuelgan cajetillas de cigarros. Arranco una. De inmediato me provoco un
profundo corte en el pecho y, ansiosamente, los introduzco uno por uno entre
mis costillas. Me senté a platicar con un gusano campirano.
-¿Qué
pasa contigo?
-No
lo sé -respondí
-Te
ves mal, amigo, y tienes mucha caspa.
-Esto
no es caspa, es talco para las ideas.
-¿Talco
para las ideas?
-Si.
Es para mantenerlas frescas y evitar el mal olor.
-¿Y
de dónde vienes amigo?
-No
tengo idea... la verdad es... es que no tengo idea, estaba sentado en una
nube dorada, parpadee y aparecí aquí.
-¿Y
cual es tu problema?
-¿Quién
te dijo que tengo problemas?
-Todo
el que viene aquí, tiene problemas.
-Venir
aquí ya es suficiente problema para mí.
-Anda,
cuéntamelo todo, ¿Qué te aflige?
-Muchas
cosas
-Muchas
cosas ¿Cómo que?
-Me
siento solo.
-Eso
sin duda, estas hablando con un gusano
-Es
que... la gente… no comprendo a las personas
-Yo
no te comprendo a ti
-Es
simple, primero te dicen que no te quieren querer, luego que te quieren y no
quieren que las quieras, después que te quieren y quieren que las quieras y
cuando lo haces, cuando las quieres sobre tu salud mental, cuando han logrado
perder tu razón entre sus piernas y atado tu voluntad a la suya, ya no te
quieren y lo peor, no quieren que las quieras, ¡Bah! La gente es extraña
-El
común de la gente es extraña. Rostros salen de la lluvia cuando estas solo, las
mujeres parecen perversas cuando no te desean: la gente es extraña.
Abracé
a mi amigo como a un hermano, levantamos nuestras copas y brindamos, nos
embriagamos y olvidamos. Al despedirnos me regaló su sombrero, le di mi numero
telefónico y le pregunté su nombre, que olvide poco antes de despertar. Pero
firmó el sombrero como el “Rey Lagarto”.
8-HARD
MEMORIES STREET.
Las
gaviotas vuelan, la marea me golpea, el mundo se me abre de nuevo brilla el
sol, escucho tus ojos y respiro tu aliento, y siento tu cuerpo y me sueño en
tus brazos, y abro los ojos, y encuentro una pinché almohada bebiendo lagrimas.
Por
un momento me sentí tranquilo. Por un momento soñé, que seguías conmigo.
Despierto
de mi letargo vespertino, perezosamente despego mi rostro de la llorada
almohada. Me paro frente al espejo.
¡Vamos!
Sólo mírame, soy más alto, más guapo, más simpático, más interesante,
simplemente soy más que ella y jamás podrá volver a tener a alguien que se
asemeje ni remotamente a mí.
Lo
trágico de esto se encuentra en que, probablemente, ella necesita a alguien que
no se asemeje ni remotamente a ti.
Tomo
un cigarro y lo enciendo mientras recuerdo como en el aire se abren vacíos que
dos no pueden respirar.
“No
pienses en mi”.
Vacíos
que se alargan sin final. Amargo placer es recordar tu mirada, esfumándose,
mientras la mía se apaga.
Y
a pesar de ello, no puedo dejar de pensar en ella.
Arrojo
el cigarro al fondo del escusado.
Tal
vez, era el amor de mi vida.
Tal
vez necesitas unos tragos.
Entonces
siento algo dentro de mí, listo a invadirme. Cierro los ojos para que no se
escape. Dos lágrimas escurren a la vez que tomo una playera y de un portazo
cierro la puerta a mis espaldas.
Salgo
de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo
hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario.
Paso
por aquel callejón donde les pusimos nombres a los hijos que nunca tuvimos.
Salgo a la avenida de las falsas esperanzas, y ahí, en la esquina con el
boulevard de los sueños rotos, esta el puente peatonal donde nos conocimos. Ahí
estabas, esperando a nadie. Viendo el rítmico vaivén de los autos. Recuerdo que
hasta me falto el aire cuando me miraste. Me detuve a tu lado sin mediar
palabra. Encendí un tabaco y sin darme cuenta, nos tomamos de las manos.
Despierto
de la lozanía. Sufro un ataque de rabia hacia mi mismo. Cierro los ojos,
aprieto el puño frenético con la intención de golpear la brisa y me frustro al
tocar el vació.
Alguien
dijo una vez: “El corazón es un músculo. Y su función, no es la de guardar
sentimientos. Es el cerebro, la memoria, la que te arroja esas imágenes que
nublan tu juicio, la culpable de tu dolor”. Creo que tiene toda la razón. Más
de nada me sirve saberlo si no logro deshacerme de mis recuerdos. Por eso me
acabo a tragos y me atasco drogas, para matar las neuronas. Para borrarte de mi
pasado, sin embargo, las cosas no han salido como las he planeado.
De
inmediato trato de recordar las cosas malas: Aquellos pequeños detalles
hirientes que me lastimaron tanto, pero, aunque me parece increíble, los he olvidado.
Sólo conservo bellos recuerdos. Imágenes en la memoria que engañan a mi corazón
nublan mi juicio. Imágenes que pasan ante mis ojos como si las viviera en ese
momento y de la misma manera, como si sintiera el roce de tu cuerpo.
Sentimientos que enervan mi piel y que, cuando se esfuman, me lastiman.
Subo
el puente peldaño a peldaño. Mis ojos se cristalizan y se quiebran inundándome
de memoria ¡Oh! Recuerdo esos lindos quejidos tuyos, los que pegabas cuando no
estabas de acuerdo con algo. Recuerdo cosas tan insignificantes que te hacían
tan grande: Como el tono de tu voz, tu tibio aliento, tus suspiros, los besos
desde luego, de tus labios oro rubí, tu oscuro cabello rizado y tus ojos
tiernos de niña inquieta, tu mirada coqueta y traviesa, tu manera de torcer la
boca cada que disparabas un beso a distancia.
Recuerdo
más claramente que nada, porque como ponzoñoso dardo me atormenta, la vez que
llegué a buscarte al parque. Quedamos de vernos bajo las doce estatuas del
zodiaco. Al llegar, te busque sin hallarte con la mirada y acalorado corrí a
refrescarme en la fuente. Entonces, sentí un par de manos en la espalda,
sorprendido te arrojé agua al voltear. Y en tus bellos ojos, que se abrieron y
brillaron, a través del agua, ví un arco iris.
Pero
también recuerdo cosas burdas y tontas: Como que no te gusta el pollo, como que
querías probar los hongos, o la manera tan fría en que ignorabas a tus amigas
cuando peleabas con ellas. Quizás he olvidado tu color favorito, pero recuerdo
el de tus ojos. Que vestías de blanco, tu gusto por el campo y los espacios
abiertos. Tu pasión por los girasoles y esa manía tuya por ver bailar a la
gente, y que, a pesar de lo mucho que lo deseabas, nunca te atreviste a
hacerlo. Si, sé que lo querías, aunque lo negaste cada que te insistí, porque
no podías dejar de mover los pies acompasados al ritmo. Hablando de pies
se me revela ahora tu manía aquella por las piedras lisas de los ríos.
Recuerdo como las atrapabas con los pies aquella vez que fuimos a las montañas;
la vez que te quedaste dormida después de tres cervezas en nuestro aniversario.
Y
recuerdo que planeamos ir al mar para el siguiente.
En
el puente, abrazados, hallo un par de enamorados. Ni siquiera trato de ocultar
mi agria mirada que sólo refleja envidia y desprecio a lo que sienten.
Me
siento muy incomodo por eso, pero ellos se sienten más, ante la visión de lo
que le depara a alguno de los dos y se van. Más relajado en mi soledad, suspiro
y me recargo. Me detengo a admirar los autos. Es una pequeña forma de decir te
extraño.
9
– NUBES NEGRAS
Soy
un hombre de costumbres, todas ellas, malas. Despierto de mi letargo
vespertino, perezosamente despego mi rostro de la babeada almohada, me paro
frente al espejo. Me rasuro y fumo mientras hablamos.
¿Vas
a salir?
¿Se
nota?
No.
Pero como sales todos los días, supongo que hoy también lo harás.
Voy
a salir.
¿Y
a dónde vamos?
Voy...
al mismo lugar de siempre.
¿Hoy
también?
Exacto.
Que perceptivo.
¡Oh!
No es posible. ¿En verdad crees en todas esas estupideces románticas de tus
sueños?
Soy
un hombre muy supersticioso.
Mira,
un hombre como tú, debe tener a una mujer como tú. Búscate a una fea, a una
gorda, a una deforme ¡o a una ciega!
¿No
habíamos tenido esta conversación antes?
Salgo
de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo
hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario.
Paso
por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que
cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña tienda en donde
me detengo a comprar cigarros. Continúo el camino. Doblo a la izquierda al
llegar a la esquina y finalmente llego a una modesta cafetería de corte
italiano que algún día he de atreverme a visitar.
Me
detengo a sacar un tabaco. Lo coloco en mi boca y saco el encendedor. Una
gota de lluvia aterriza en la mano con que lo sostengo. Levanto el rostro
alzando la mirada y cae otra gota justo entre mis ojos, cae una más
en mi zapato, otra más en mi costado. Cae otra más y gota a gota empieza una
fuerte lluvia que me impide encender mi cigarro.
Comúnmente
no me importa y continúo mi caminata bajo la lluvia, pero en esta ocasión me
resguardo bajo la puerta de la cafetería. En donde se encuentra un tipo
bastante apuesto; cabeza rapada, ojos azules. Su nariz tiene el tabique recto,
poco respingado y su cara posee esa rara expresión inexpresiva, que puede
volver a una persona irresistiblemente encantadora. Sin embargo, su presencia
me alarma.
-¿Quién
eres tú? -pregunto sorprendido.
-Pues...
-contesta poniéndose un puro en la boca – soy Poe.
Poe,
definitivamente no es lo que esperaba encontrar.
-¿Qué
haces aquí?
-Espero
a que pare de llover... ¿Que querías? ¿Qué estuviera esperando al amor de mi
vida?
-¡No!
Aquí es donde yo espero al amor de mi vida.
Respondí
rotundamente, no iba a permitir que este tipo usurpara el lugar que el destino
ha designado para mí.
-Vaya…
¡Pues aquí estoy! Aunque no me agrade la idea...
-¿Qué
insinúas? No. Claro que no. Vete de aquí, lo estás arruinando.
No
me parece, la lluvia esta muy fuerte y si me mojo, después me esponjo -decía, a
la vez que buscaba algo en su pantalón y su gabardina.
-Pues
lo he perdido -dijo para sí mismo como resignándose, entonces me vio encender
mi cigarro.
-¿No
enciendes el mío?
Lo
hice.
-Tranquilo
amigo, esperemos juntos al amor de nuestras vidas -comentó dándome unas
palmaditas en la espalda.
Definitivamente
muchas veces parece que todo va a salir perfecto y, a Dios, le da por aflojar
el esfínter.
10
– ONE FINE DAY.
Tengo
mucha sed, despierto con la boca seca y apestosa. Me estiro dando vueltas sobre
la cama. Bostezo abriendo los ojos a un nuevo amanecer, a un respiro más de
vida, a un latido más de mi corazón y me preparo para ser lastimado. Me siento
un breve momento antes de levantarme por completo, para permitirle a mi
sistema nervioso reaccionar.
A
cada parpadeo que doy una fina aguja envenenada se abre camino por la húmeda
suavidad de mis ojos. Me duelen los pulmones, necesito un cigarro. Tomo el
último de la cajetilla y la duda me invade. Si lo fumo ahora, ¿qué fumaré
después? Pero si lo pienso, si lo fumo más tarde cabe la posibilidad de
que sufra un accidente y muera sin haber fumado el último cigarro.
Aún
aletargado, me paro frente al espejo; ignorando las lágrimas, me rasuro y fumo
mientras hablamos. Me cuesta trabajo respirar. El cigarro quema mi
garganta. Toso secamente y tras un impulso de convulsionarme escupo un
enorme coagulo de sangre con pelos.
¿Qué
diablos es eso?
Parece
un animal agonizante aspirando sus últimos soplos de vida; palpitando hasta
detenerse. Creo que es mi corazón y se ha suicidado. Miro en el espejo buscando
una explicación y en vez de eso encuentro una mirada de pánico. Doy un toque
más a mi cigarro antes de apagarlo. Sé que me arrepentiré después. ¿Cuándo me
comí esa cosa? Escupo grandes bolas de pelo con frecuencia, pero nunca con
sangre.
Tienes
que ir al medico.
No.
¿Que tal si me dice que estoy enfermo?
Al
menos deja de fumar.
¿Sólo
por una pequeña piedra de sangre coagulada en mi bola de pelos?
Si.
¿O te vas a esperar a escupir la rata completa para dejarlo?
Tengo
mucho frío, estoy muy pálido, mis ojos están irritados y mis dientes manchados
de sangre, luzco como un vampiro hepatítico. Me veo... poca madre.
Recojo
la sanguinolenta bola de pelos. La guardo en una caja de cartón que
acomodo bajo la cama. Me despejo un poco lavándome la cara, levanto mi
ropa del piso. Torpemente me pongo un azul pantalón de mezclilla, entubado, muy
ajustado. Tiene manchas de colores que jamás había visto, bueno la de la
entrepierna es roja, porque sabe a salsa catsup. Tomo una playera amarilla que
escrito tiene en el pecho con letras negras “no me duele”. Recojo un par de
calcetas. Están tristes y prefieren quedarse en casa este día. Me pongo mis
viejos tenis. No los he lavado desde la última inundación. Si los
exprimes con fuerza puedes hacerlos llorar.
Tengo
sed. Miro alrededor de la alcoba intentando enfocar un vaso, que encuentro
sobre la cómoda debajo de mis frustraciones. Entro al baño para servirme un
refrescante tanto de agua del escusado. Bebo aceleradamente intentando no
ahogarme con los pedazos de excremento; creo que debí jalar la palanca del
inodoro antes de servirme. Pero pienso que es bueno que todo vuelva al lugar del
que proviene. Bebo... refrescante...
Hay
momentos en que realmente la vida me sabe asquerosa, pero el mal sabor
siempre se pasa con un delicioso vaso con agua; eso, o me estoy acostumbrando
al sabor de la mierda.
Me
pongo una gabardina negra y rota como mi futuro y mi atención se vuelve hacia
el espejo.
¿Vas
a salir?
Es
un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los
días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario. Las calles me parecen
hostiles y las paredes peligrosas. Paso por un estrecho callejón gris que
se abre a medida que salgo a una transcurrida avenida. Un vehículo pasa sobre
un charco salpicándome. Es como si el mundo me hubiese escupido.
Cruzo
por el puente peatonal. Me siento incomodo, el mundo me estorba; ¡lo siento
demasiado cerca de mi! No respeta mi espacio íntimo; se estrecha a mí
alrededor. Sufro un ataque de claustrofobia a media calle. ¡Le escupo al mundo!
Le escupo de regreso ¡Le escupo! ...y cae en mi zapato.
Paso
por una pequeña tienda en donde me detengo a comprar cigarros. Desesperadamente
entro olfateando la nicotina. Dirijo mi mano hacia las cajetillas, mientras con
la otra hurgo en mi pantalón en busca de dinero.
Entonces
me detuve en seco al sentir en la primera mano un objeto frío e impersonal.
Abrí la mano, miré, tan sólo era una barra de chocolate.
Por
fin saqué el dinero, y aparecieron unas cuantas monedas. Me asalta una
repentina sensación. Ya no estoy tan seguro de querer separarme de ellas.
Dormían cálidamente al fondo de la bolsa del pantalón y sin pensarlo las
he despojado de su refugio. Se ven tan inocentes. Son pequeñas y tienen frío.
Despertando de su sueño, la más pequeña abre la boca intentando decir algo. Con
su tierno balbucear me dedica unas palabras.
¡Chinga
tu madre!
Sin
pensarlo más pago el chocolate y al hacerlo, noto algo que no había notado
nunca. Del otro lado del mostrador había una mujer. Al verla, fue como si la
mitad de toda la belleza hubiera muerto para cederle su lugar a ella y la
odié un poco, porque a la vez, sentí en mi pecho un fuerte deseo por poseerla.
Mientras me cobraba me regaló una sonrisa de cortesía, de esas que te regalan
las personas que no quieren parecer antipáticas. Me detuve a admirar las
pequeñas motitas rojas de su cara al momento de recibir mi cambio.
Rápido,
piensa en algo inteligente que decirle.
¿Has
notado lo feo que se ha puesto el clima?
No.
Muy estúpido.
¿Sales
con alguien?
Muy
precipitado.
Nena,
¿No me encuentras atractivo?
Eso
es aún más estúpido.
Si
huyeras conmigo, yo cuidaría de ti.
Eso
sería mentira.
Eres
la mujer más hermosa que he visto en mi vida y si estas libre me gustaría
conocerte.
Demasiado
sincero.
No
cabe duda, que lo más inteligente que puedes decir en estas ocasiones es:
-Hola...
Pues,
no me siento muy inteligente.
-¡Hola!
Respondió
cerrando los ojos a la vez que meneaba la cabeza y sonreía. Esta vez era una
sonrisa genuina, de esas que te brincan a la cara y a golpes, te obligan a
sonreír.
-Perdón,
paso muy seguido por aquí y este... pues realmente no te había visto.
-¡Nop!
Mi tío es el dueño, sólo vine a tomar unos cursos y me haré cargo de la tienda
en mis ratos libres.
-¿No
conoces la ciudad?
-Puees...
nop. Era muy pequeña la última vez que vine, así que, creo que eso cuenta como:
nop.
¿Nop?
¿Qué clase de persona dice eso? Una muy atractiva.
-¿No
te molesta si me atrevo a ofrecerme para mostrarte la ciudad?
-¡Nop!
Continúo
mi camino. Las sombras brillan en tonos plateados, el sol ilumina mis pasos y
me acaricia. Por un momento da la impresión de que todo es absolutamente
perfecto. Ni un crepúsculo esmeralda, ni los tres colores que le faltan al arco
iris, ni una sobredosis de heroína, pueden ser tan hermosos como la cara
de un niño iluminada.
Es
en estas ocasiones cuando sabes que vas a despertar de un momento a otro.
11
– UNA SOMBRA EN EL SUELO.
No
hay nada más feo que eso, el corazón sangra, el alma te desgarra, uno se
quisiera morir. Te diría que con el tiempo se vuelve más fácil pero no es
cierto: -comentó Poe al escuchar la historia de mi vida.
-Lo
sé... gracias por los ánimos.
-¿Ánimos?
Yo hablaba de tu ropa. ¡Que cosa más espantosa! El que te hayan roto el corazón
me importa un carajo. ¿Por qué vienes a atormentar a una ya atormentada
persona?
Tan
molesto como sorprendido exclamé:-¡Hey! Tú preguntaste.
-Yo
sólo quería saber: ¿Qué, en el nombre del buen gusto, te dio valor para usar
una playera tan absolutamente escandalosa? ¿Has pensado en el suicidio como una
salida razonable?
-No.
-¿Y
como acto de caridad?
Sin
duda, Poe, es el amigo que necesitas.
¿Amigo?
¿Eso te pareció amistoso?
Bueno,
es que no tienes muchas opciones.
Esta
playera es genial ¿Cómo se atreve a criticarla?
El
tipo tiene más estilo que tú en cada uña.
¡Eso
es porque se las pinta! Es absolutamente homosexual.
¿Por
qué lo dices? ¿Te gusta?
Sabes
que no. Tan sólo se ve mal.
Veamos.
Esos zapatos totalmente relucientes y pulcros, combinan a la perfección con esa
chamarra. El negro le va bien, el águila en la espalda es genial. Y además esa
falda, le da un toque distinguido.
La
falda es rosa...
Detalles.
Poe
me pidió cigarros.
-Ya
lo dejé, -respondí dando una mordida a la barra de chocolate
-¿Te
has caído de cabeza? ¿Has estornudado y se te ha salido el cerebro? ¿Fuiste al
cagadero y expulsaste tu masa encefálica por el recto o tus padres no te
alimentaron y por eso no creció nada dentro de esa calabaza que llevas sobre
los hombros? ¡¿Por qué carajo has hecho eso?!
-No
me hables como si hubiera matado a un cachorro.
-Mataste
nuestra amistad.
-¿Cuál?
Es la segunda vez que te veo en mi vida.
-No
me hables de esa forma delante de las visitas.
A
un lado de Poe había un vato que tenia toda la apariencia de estar bien pirado.
-¿Quién
es tu amigo? -pregunté
-¿Mío?
Ya estaba aquí cuando llegué. Pensé que seria el amor de tu vida.
-No
soy gay.
-Nadie
es perfecto.
El
Vato Pirado nos ofreció unos cigarros. Yo lo rechacé más Poe tomo ambos.
-¿Y
porque lo dejaste? –decía mientras encendía el cigarrillo
-Es
malo.
La
mirada de Poe se fijó en la nada, como cuando se piensa en algo de gran
importancia y no puede permitir distracciones.
-¿Mamá
te regaña?
-¿Te
estás burlando de mi?
-¡Oh!
Perdón. No creí que lo notaras.
-No
seas tan idiota. Dejo el tabaco porque es malo para la salud.
-¡No
vas a dejar de hacer algo sólo porque después te duele!
-¡Claro
que si! ¿Qué mejor razón puede haber?
-No
sé. Flojera, desdén, desidia, me amputaron las manos; alguna buena debe haber
que no sea tan cobarde como el miedo al dolor.
-No
me fastidies.
-¿Por
qué me hablas en un principio? –dijo aspirando ansioso la nicotina. Yo, muy
dentro de mi, sentí mucha, pero mucha envidia.
-¿Cómo
que por qué te hablo? Pues porque estas aquí. En principio ¿Qué haces aquí?
Lárgate hoy no está lloviendo.
-No
le hablo a los no fumadores.
-No
puedes tratarme así. Como si fuera un leproso o algo parecido. Es como racismo.
-Sólo
odio dos cosas en este mundo: el racismo, y a los negros; pinches negros, no
los soporto.
Poe
me dio la espalda y luego… el silencio.
Siempre
sucede cuando una persona no sabe que decir. No porque no tenga nada que
contar, sino por que siente que lo que pueda poner en palabras, le importa una
mierda a su receptor. Si esto les pasa a ambas personas al mismo tiempo, se dan
los silencios incómodos.
Suelen
ser muy molestos, sobre todo porque dan pie a pláticas intrascendentes. Es por
eso que muchas personas desarrollan un instinto de comunicación que los vuelve
capaces de franquear ese abismo con puentes creados a base de bromas, chistes,
sarcasmos o cualquiera de esas mierdas que la gente usa para romper el
silencio. Lo cual los convierte en entes sociables dignos del suicidio o el
homicidio justificado. ¿Por qué hacen eso? ¿Por qué la gente siempre trata de
agradar? ¿Qué no tienen autoestima? ¿Qué tienen que estar siempre sonriéndole a
los demás? Hay quienes sonríen todo el tiempo sin razón. ¿No se les cansa la
mandíbula? ¿Sufren alguna clase de mutilación que les impide cerrar la boca?
¿Qué esconden detrás de su sonrisa?
Es
más, sé de personas a las que les desagradan las personas que tratan de
agradar. Yo mismo detesto a la gente que trata de ser agradable.
Tú
detestas a toda la gente.
Parecen
pequeños perritos en una caja esperando que alguien los adopte en medio del
desierto. Los cachorros son tiernos y más graciosos que mucha gente que
conozco. Si la gente dejara de intentar ser como un lindo cachorro, con esos
enormes ojos que te dan unas irresistibles ganas de patear traseros, tal vez,
serían menos desagradables.
Como
quiero una fumada. Pero el enfisema pulmonar puede llegar a ser muy doloroso.
No pensé que doliera así. El simple aroma que desprende es tan delicioso. Me
provoca con su textura y su sabor. Que falta de consideración. Apenas me estoy
haciendo a la idea y Poe me echa en cara lo que estoy dejando.
Entonces
el Vato Pirado habló.
Cuando
las personas necesitan hablar, hablan.
En
una ocasión ella me confesó que yo era la única persona con la que podía estar
en silencio sin sentirse incomoda, y que eso era una señal de que había
encontrado a una persona realmente especial. Entonces yo creía que estábamos
enamorados. Ahora sé, que cuando una persona puede estar en silencio sin
sentirse incomoda, es porque esta sola.
-La
vida me decepciona y me aburre. Es demasiado repetitiva, predecible y sin sentido
¿Nunca has querido desaparecer? ¿Salir de este cuento y brincar al siguiente?
Poe
se llevó la mano a la barbilla y me dijo desconcertado.
-Tienes
pedos mentales.
-La
mente, que cosa más engañosa, pensar sólo lleva a la duda, y esta al miedo.
Temer te lleva a fingir, a mentir, a usar la razón y rompernos el corazón.
Estoy harto de quienes aparentan; estoy harto de fingir que nunca me han
dañado. Sólo quiero ahogar esta ansiedad en una respuesta. Es como estar en
espera de que algo pase y nunca sucede nada.
Poe
volteó a verme analíticamente.
-Lo
que necesitas, es un cigarro o una lobotomía, tú escoge.
-Lo
que necesito es... un maldito cigarro. Todo es tan insípido y opaco, sin el
tabaco realmente nada me entusiasma. Nada vale la pena.
-No
tener una razón para dejar el cigarro es malo, pero hacerlo y perder el
gusto por las cosas, es peor.
-Nunca
he tenido un real gusto por las cosas, lo que hago es volverlo más llevadero.
-La
verdad es que no me importan tus problemas.
-No
tengo problemas, si los tuviera, al menos podría quejarme de ellos. En cambio,
no tengo nada de que quejarme, nada de que entusiasmarme y desde luego, nada de
que hablar.
-Pues
hablas demasiado.
-Eso
es porque me aburro conmigo mismo
-No
te creo.
-Créelo,
es cierto.
-Debe
haber algo que te distraiga al menos un rato de tu patética vida.
-Solía
fumar
-Vuelve
hacerlo.
-No
seria sano.
-Consume
alguna otra droga.
-A
veces bebo.
-Vas
a tener que beber más seguido.
-No
es lo mismo, el alcohol nunca ha tenido el mismo efecto que la nicotina.
-¿Y
la dejas así, sólo por que si? Le debes mucho a la nicotina, me conociste por
ella.
-No
es un consuelo. Fumar me provoca el mismo sentimiento que podría provocarte
estar enamorado o algo por el estilo. Salvo que la nicotina es más pura y honesta
que cualquier persona. Si te deja, deseas morir, pero si no, te mata de todas
formas. En cambio, una persona a la que amas, te puede hacer desear morir por
ella y si te deja, te arrebata el derecho de hacerlo.
-Siendo
así, deberías enamorarte.
-Nel,
aún no me repongo de la última vez.
-Cierto...
eso es un problema; ¡Pues mastúrbate!
-¿Verdad?
¿Qué hay más honesto que eso?
-Nada
más honesto que hacer el amor con la única persona que realmente amas
-Nada
en absoluto…
-¿Qué
hay de la inocencia infantil?
-¿Pretendes
que me masturbe con ella?
-No
era mi idea, pero podrías intentarlo.
-No
creo... las niñas sin pechos no son lo mío.
-No
aprecias la belleza de las cosas.
-Si
lo hago, pero se opaca y se pierde.
-¿Cuándo
les salen los pechos a las niñas?
-Si
lo ves de esa manera, les salen tetas y se les llenan de sangre las piernas. La
infancia, la inocencia, se ha ido para no volver.
-Bueno
es que casi nada dura para siempre
-¿Qué
lo hace?
-Las
fotografías, son más confiables que un recuerdo.
-Y
sin embargo se rompen o se pierden.
-Tú
ten esperanza ya encontraras algo en que ocupar tu triste vida.
-Si
mi vida no es triste, es tristísima y prefiero descartar eso de la esperanza.
-¿Por
qué?
-Por
que lastima.
-Búscate
un pasatiempo, escribe poesía.
-Eso
es para maricas
-¿Y
la música?
-Poesía
con melodía.
-Poesía
con melodía... ósea algo así como para maricas musicales.
-Exacto
-¿Y
la literatura?
-Sólo
las personas con problemas emocionales pueden disfrutar de eso.
-Bien,
se un hombre de acción, ponte una mochila al hombro y sal en búsqueda de la
aventura.
-Suena
peligroso
-¿Qué
tal la ciencia?
-Aburrida.
-¿Qué
pedo con tu vida? ¿No tienes amor propio o qué te pasa?
-El
amor propio es inútil
-¿Y
el amor por los demás?
-Absurdo
-¡Bien!
¡Bien! Al menos ves la televisión
-Nunca
hay nada interesante
-¿Y
en La T.V. por cable?
-Estoy
harto de ver programas repetidos.
-Deberías
seguir fumando
-Que
no
-Consume
otra droga
-No
es lo mismo
-¿Has
intentado con la heroína, el crack, le LSD, el PCP, el special k, las pastas,
los chochos y con los ácidos también?
-Pues
ayudan, pero no solucionan el problema
-¿El
sexo?
-Me
decepciona.
-¿Los
amigos?
-Sólo
sirven para conseguir drogas.
-¿El
dinero?
-Sirve
para conseguir, amigos, sexo y droga.
-¿El
helado con soda?
-Si
lo tomas en exceso puede llegar a ser una droga.
-¿El
chocolate?
-Toma
te guardé un poco.
Poe
mordió el chocolate y puso cara de satisfacción
-¡Que
buen chocolate!
-Si.
Muy bueno.
-¿Has
probado los que tienen relleno?
-Los
detesto.
-¿Las
galletas de animalitos?
-Nunca
me gustaron.
-¿Tu
reflejo en los ojos de la persona que amas?
-No
hay cosa más frustrante que querer ver en su interior y que te tape tu propio
reflejo.
-¿El
húmedo pasto a tus espaldas?
-Pica.
-¿Sentir
que la lluvia besa tu cara cuando haces el amor?
-Hermosa
imagen. En la práctica, es horrible, muy poco recomendable.
-¿Qué
tal la violencia?
-Únicamente
es una forma de expresión.
-¿Y
el dolor?
-Soy
alérgico.
-¿Y
Dios?
-Yo
le rezo a un dios distinto. ¿A que viene todo esto?
-No
lo sé pero, en serio, el suicidio es una solución a tus problemas.
-Lo
sé, pero lo estoy dejando para el final
-Y
¿Mientras tanto?
-Como
chocolate y hablo con un desconocido
-Yo
no soy un desconocido
-¿No?
-Claro
que no, soy Poe.
-Cierto,
eres Poe, el desconocido que viene a pararse en el lugar donde se supone debo
hallar al amor de mi vida.
-Aparte
de todo, como si tu vida no fuera suficientemente patética sales a buscar al
“amor de tu vida”, como si fuera algo, alguien predeterminado a no sé que
diablos.
-¿Qué
otra cosa podría hacer?
-Empieza
por no ser patético y, luego no sé, te mueres.
-¿Por
qué habría de morirme?
El
Vato Pirado se levantó, habló y se fue.
-Porque
la alternativa es impensable.
Si
lo pienso ¿Cuál es el sentido de todo esto?, la vida y todo lo que conlleva
apesta. Sin embargo, no veo razón para deshacerme de ella. Supongo que se debe
tener mucho valor para suicidarse y aún así no conozco un sólo suicida que no
se arrepintiera al último instante. Es como si la conciencia misma al caer en
cuenta de su propia existencia, tratara por todos los medios de preservarse.
Vivimos por pura costumbre. Con todo, eso es lo único que me mantiene de pie,
la ilusión de encontrar a la mujer de mis sueños y saber, que al estar a su
lado, dejaré de ser una sombra en el suelo.
12
– RUNNING UP THAT HILL.
Todo
inició por el principio. Ese siempre ha sido el orden natural de las cosas. Y
terminó, como todo debe terminar; con dolor, y de sorpresa.
Poe
me llevó a un edificio, uno muy alto. Me retó con absurdas provocaciones a subir
a la azotea.
-¿Cuánto
a que no puedes correr hasta arriba?
-No.
Definitivamente no puedo.
-Anda.
27 pisos no es mucho.
-Claro
que no es mucho, es demasiado.
-Nel,
si puedes.
-Nel,
no puedo.
-Si
puedes.
Al
final logró convencerme.
¡Que
no puedo carajo! Y te lo voy a demostrar.
Si
pude. Los primeros 20 escalones fueron duros, el resto fue una agonía. Mis
pulmones se expandieron tanto que vomite para hacer espacio. Irónicamente entre
más grandes eran, más me costaba respirar. La falta de oxigeno abrió mi mente y
se elevó a horizontes que hace mucho no visitaba.
A
lo lejos ví una linda casa de chocolate con acabados rústicos en una floresta
al pie de la colina. Ahí vivía una familia tan pobre que no tenía para comer.
Entonces me acerqué a preguntarle a uno de los niños que ahí vivían ¿Por qué no
se comen la casa? Contestó que si lo hacían no tendrían donde vivir.
Sin
embargo, logré percibir en él un olor nauseabundo y al acercarme más, alcancé a
ver que en su pierna se daba cita todo un enjambre de alimañas ponzoñosas en un
espacio hueco dentro del muslo donde debería estar un músculo que parecía le
habían arrancado de una mordida.
Espantado
continué mí camino. Seguí un riachuelo, hasta que una parvada de elefantes
surcó el cielo. Temiendo ser bombardeado corrí a refugiarme bajo un puente,
desde donde ví una pequeña cascada. Ahí, viendo a un potro saciar su sed,
estaba la mujer que me atormenta mientras duermo, sentada en una roca. Sonrió
al verme llegar y me sentí bien. La clase de sensación que se tiene cuando la
sangre no llega al cerebro.
Por
un momento me sentí bondadoso, mi corazón creció tanto que me iba a dar un
infarto. La luz me pareció demasiado brillante e hiriente. El oxigeno me
alcanzó de golpe. Llegué arrastrándome hasta la azotea.
Temblando,
me acerqué lo más posible a la orilla. Ví calles llenas de personas amargadas y
hogares vacíos. Vi a un hombre robarle el corazón a una mujer; con un bisturí.
Ví como se le quebró el suyo a una niña al ver a su padre con otra mujer;
probablemente su madre. Ví a un desesperado hundirse con flor en mano. Incluso
ví a un perro violar a un gato.
-Te
tardaste.
Poe.
Lo perdí de vista en cuanto entramos al edificio.
-¿Cómo
subiste tan rápido?
-Usé
el ascensor.
Eso
explica mucho.
-Siéntate
un poco, respira. Te ves pálido.
Primero
le obedecí y luego pensé que era un miserable desgraciado. ¡A ver! Que intenté
subir 27 pisos corriendo.
¿Por
qué no se lo dijiste?
En
ese momento tenia la boca ocupada. En respirar desde luego.
Poe
me habló sobre el lugar en el que estábamos.
-Cuando
me siento solo, me gusta venir a este lugar, desde aquí puedo ver a las
personas reír y apoyarse en el hombro de quien está a su lado. Suspiro, volteo
a ver a mi costado, y es entonces, cuando empiezo a sentirme realmente solo.
Me
contó que ahí conoció la ternura de las estrellas, la serenidad del cielo, la
paciencia de los días, la tristeza de la luna, la belleza del mundo, pero sobre
todo… que ahí conoció el dolor.
-¿Sabes
que hago en este lugar? -preguntó.
-Vienes
a los tendederos a robar la ropa interior de las niñas.
-¡Oh!...
si sabes. Permíteme replantear mi pregunta ¿Sabes que hago en esta ciudad?
-Estorbas.
-¡Bravo!
Tenemos al señor sarcástico hoy en día.
-¡No!
No sé, ¿Qué diablos haces aquí?
-No
lo sé.
-Hum...
hum... ¿Esperas que yo te lo diga? -Poe me vio descontento.
-Me
estabas cayendo bien -dicho eso me golpeó el estomago sacándome el aire. Me
puso cinta adhesiva en la boca; me amarró manos y piernas con los tendederos,
se guardó la ropa interior de las niñas en los bolsillos y dijo: -listo. Déjame
contarte una historia, una de reyes y tontos.
Poe
llegó aquí de una ciudad lejana. Me habló de su familia, sus amigos y sus peces
dorados. De su vida feliz y llena de los más envidiables excesos extravagantes.
-Fue
en una de las extrañas reuniones en casa de un cuate que vi el cielo por
primera vez. Estaba esnifando droga cuando me presentaron a una pequeña hada de
cabello castaño ¡Hermosa!, como hermoso me pareció el primer amanecer que vi en
mi vida, así de hermosa era ella.
-Hummg,
¡Hummg! –pujé para que me soltara
-¿Qué
dices?
-Hummg,
¡Hummg! –Poe me quitó la cinta de la boca.
-¡Ayúdenme!
¡Un maniático quiere matarme!
Poe,
volvió a golpearme y a taparme la boca.
-Desde
el principio me encantó esa mujer. Salimos al balcón y en sus azules ojos vi
las estrellas. Estaba volando alto, muy alto, cada vez más, sin advertir, que
entre más arriba estuviera, más dolería al caer.
-Hummg,
¡Hummg!
-Como
fastidias ¿Qué quieres ahora?
Con
pujidos me hice entender. Prometí no volver a gritar si me dejaba hablar.
-¿Qué
no eres gay? -la pregunta le sorprendió.
-No.
¿Por qué?
-Pues
por la falda y las medias rosas.
-Sólo
me gusta estar a la moda.
-Al
menos ahora me siento seguro.
-Platicamos
de las cosas más triviales –continuó diciendo-, de nuestras películas
favoritas, hasta de las mejores drogas que habíamos probado. Me contó de una
mierda llamada Special k, yo digo que como la nicotina ninguna. Me habló de
ella, me contó todas esas pequeñas cosas insignificantes que hacen que te
enamores de quien te las cuenta. Su libro favorito es “ENJOY AND SORROW”, nada
más llegó a leerlo una vez, por más que buscó nunca lo volvió a ver. Era
adorable y como la primavera, sólo se quedaría una breve temporada, durante la
cual, jamás nos separamos y por las noches, nos uníamos. No hay cosa más dulce
que el sudor de la persona que amas. Ella me enseñó cosas, ella me enseñó todo.
Me enseñó a volar un cometa y yo... le depilé la espalda. Me enseñó a reconocer
una buena colonia de una barata, yo le enseñé a reconocer las drogas duras de
las blandas. Fuimos los reyes del mundo, hasta que nos separamos. Tarde diez
meses en juntar valor y dinero para venir a buscarla. Lo primero que hizo al
verme, fue buscarme departamento. Lo segundo fue hacerme correr hasta aquí y
besarme. Lo tercero, fue presentarme a su prometido. Me miró fijamente
apretando mis manos con fuerza y dijo: “aprecio lo que hiciste, nadie jamás
hubiera hecho tanto por mi como tú. Pero hay veces en que no importa cuanto se
quieran dos personas, no pueden estar juntas. Yo ya tengo una vida”. Ella aún
era una reina, y yo... corrí tan lejos como pude, tratando de escapar de mí. El
amor es la más venenosa de las drogas y casi muero de una sobredosis.
-Miserablemente
triste ¿Por qué no regresaste a tu tierra?
-Hogar,
¡Oh!, el hogar... he oído que es donde esta el corazón… pero no sé donde esta
el mío.
-Al
diablo con tu filosofía retorcida. Lo mejor que puedes hacer es volver a casa
-Con
la cola entre las patas... nel, ¿A que vuelvo? Aposté todo por una causa
perdida y perdí, lo triste es que no valió la pena... ya no tiene sentido
abandonarla, es como una deuda que tengo que pagar. Además ya llevo mucho por
aquí. Pero te decía: quise odiarla para que no doliera, pero no funcionó. Me
hice el fuerte propósito de odiarla y por algún tiempo creí hacerlo. Pensé
mucho en ello. ¿Cómo puedes odiar a alguien por quien dabas la vida?
-Tal
vez porque en efecto la diste, pero ella no quiso recibirla.
-Caramba...
no lo había visto de esa manera, eso debe ser...
Poe
se llevó las manos a las barbas y guardo un breve silencio, finalmente agregó:
-¿Sabes? Pude haber vivido feliz con la idea que tenía, ahora que me haces
pensar en eso, creo que comprendo más tu punto y únicamente me hace sentir más
patético.
-Ahora
que ya tenemos algo en común ¿Puedes soltarme?
-Eeeste...
no. ¿Sabes? En esa época empecé a venir casi diario con la secreta esperanza de
encontrarla, obviamente eso no pasó. Un día buscaba unos libros para mi
trabajo...
-¿A
que te dedicas?
-Soy
fotógrafo en mis ratos libres. Precisamente buscaba “Fotografía para
principiantes” cuando encontré el libro que ella quería. Fue un poco frustrante
tener el regalo perfecto y no tener a quien dárselo. Lo compré, lo leí aquí
mismo. De pronto comprendí, que para dejar de odiarla, primero tenía que dejar
de quererla. Pero gracias a lo que me has dicho, pues ahora pienso que ojala
alguien más la quiera... enterrada varios metros bajo tierra.
Volvió
a guardar silencio.
-El
cielo es hermoso, es tan claro y cristalino que quisiera zambullirme en el,
nadar hasta el horizonte y ahogarme. Pero bueno ¿Qué aprendimos de esta
lección?
-Que
eres un lunático peligroso con tendencias maníaco-depresivas.
-Y
nunca lo olvides. Tengo mis propios problemas como para cargar aparte con los
tuyos.
Poe
se puso un cigarro en la boca y se largó. Me quedé un rato pensando en quién
iba a desatarme. Pero luego pensé en las cosas que dijo. En principio, pensé
que la mayoría de las veces que alguien dice que no puede, realmente no sabe
que puede. Entendí que cuando alguien dice: “no podemos estar juntos” la
traducción al idioma original es: “no quiero estar contigo”. Concluí que no
vale la pena hacer cualquier cosa por amor, es sólo una palabra vacía e
insustancial, igual que dolor. Supongo que la intención de Poe era enseñarme
todo eso, pero creo que lo entendí al revés. Pero lo que jamás olvidaré, es que
estar atado largas horas provoca variadas y severas lesiones. Cuando me cansé
de gritar por auxilio, me arrastré hasta el ascensor, oprimí PB con la nariz.
Al salir del edificio unos patinetos me tomaron por la espalda y me rompieron
las costillas.
13
– THE GATHERING.
Ese
día a la hora acostumbrada me había topado a Poe en el lugar acostumbrado. No
sabía como reaccionar, el tipo me golpeó y me abandonó a mi suerte. No podía
permitir que se quedara así. Iba a ajustarle cuentas.
-¿Has
venido a esperar al amor de tu vida?
-No
Poe, hoy he venido a verte a ti.
-¿En
serio? –Sin embargo.
-No.
-Madura,
el amor de tu vida se encuentra revolcándose con algún cliente ahora
mismo.
-¿Qué
haces aquí?
-Lo
mismo de siempre.
-¿Fastidiarme?
-En
todo lo posible
-Se
te agradece.
-Lo
sé.
-A
veces pienso…
Poe
me interrumpió en ese momento
-No
seas hablador
-¿Puedo
continuar?
-Sólo
si lo que vas a decir es muy bueno, algo así como una revelación cósmica de la
vida.
-No
te estreses. Lo es.
-Ah,
continúa por favor.
-A
veces pienso...
-Pero
no digas mentiras.
Dime
porque no he golpeado a Poe.
Creo
que en el fondo te agrada.
No,
realmente no.
Siendo
así. porque eres una maldita maricona
Esa
respuesta es más convincente.
-A
veces se me ocurre que creo que pienso, que algún día ella y yo volveremos a
estar juntos por que así es como esta destinado a ser.
Oh,
mierda, ¿qué mariconada acabas de decir?
No
es ninguna mariconada, es cierto.
La
próxima vez consúltame lo que vayas a decir antes de hacerlo.
Vete
al diablo, no necesito consultarte para decir lo que siento y pienso.
Joder,
¿tienes idea de cómo acabas de escucharte?
Como
un hombre bueno y sincero.
Poe,
díselo, sin misericordia, no se la merece.
-A
veces se me ocurre que creo que pienso, que algún día ella y yo volveremos a
estar juntos por que así es como esta destinado a ser.
Poe
me miró con lástima y sonrió triunfante.
-Eres
un perdedor patético.
-Lo
he llegado a pensar…
-Mira,
deberías conocer gente nueva, distraerte un poco, salir con chicas. Bueno,
olvida a las chicas, piensa en hombres o duendes de las praderas.
-Espera
un poco, estoy pasando por un momento de despecho y depresión, debo dejar pasar
algún tiempo antes de conocer gente.
-¿Cuánto
tiempo hace?
-Un
poco…
-Es
mucho, demasiado es mejor adjetivo.
-¿Qué
propones que haga, que ponga un anuncio en el periódico que diga corazón herido
busca consuelo en brazos de duende de las praderas?
-Mira...
Polly y yo vamos a ofrecer una cena esta noche, es más bien una fiesta... en
realidad es más como una reunión. Está bien... únicamente irán unos amigos a
beber alcohol a mi casa y me gustaría que vinieras.
-¿Polly?
¿Quién es Polly?
-Mi
esposa.
-¡Tú!
¿Casado? ¿Quién en nombre de la porquería tendría las agallas de
desposarte? ¿Qué paso con tu trágica historia de amor? ¡Oh!, por los que
más ames, dime que no te has reproducido.
-Yo,
casado, alguien con mucha agallas, fue hace varios años y estamos esperando al
primero, lo nombraremos Paris.
-Paris...
¿Y si es niña?
-Francia.
-Suena
lógico para mí. ¿Y ahora que has decidido traer al mundo un ser igual de
repugnante que tú, piensas... no sé, suicidarte o algo?
-Basta
de tus idioteces, te veo al rato.
-Sólo
una pregunta más, Polly… ¿Es fea?
Tiene
que ser fea, que clase de mujer tendría relaciones con un ser andrógino
como Poe. De cualquier forma, aunque me gustaría saber que tan repugnante y
cuantos tentáculos tiene Polly, no iré a la fiesta.
¿Por
qué?
No
tengo nada que hacer ahí. Apenas y conozco a este sujeto. Además no necesito
divertirme con otras personas, superaré esta mierda yo solo.
¡Claro
que lo harás! Anda, vamos a casa a sentirnos solos ¡Esa es la actitud!
Al
cruzar la puerta lo primero que vi fue humo, mucho humo, mucho tabaco en
combustión inmediata. El olor me hacia derivar entre el placer y la ansiedad.
Poe me recibió con un abrazo y lo primero que pensé fue: “maldito cerdo,
asqueroso, infeliz, huele a cigarro de vainilla y hay un ligero toque de
cocaína también. Podría arrancarle la ropa y fumármela ahora mismo”.
-Poe,
¿Qué tal? Se ve que la reunión es un éxito.
-Lo
es, buena música, buenas drogas y la gente adecuada.
En
ese momento no pude dejar de notar el estribillo de una hiriente melodía
que decía: “…me disparo por que te amo, si me amara a mi mismo, te dispararía a
ti”.
-No
creí que vinieras.
-Poe,
debo sincerarme contigo… yo tampoco.
-Deja
te presento a la plebe.
Conforme
me presentaba gente, noté que esto más que una reunión de camaradas que se
juntan a beber, parecía un grupo de ayuda, de esos en donde
llega gente con cáncer o que violaron a su perro, a contar sus problemas y a
decirte que no estas solo.
A)
EL OSCURO ANGEL CAIDO.
Él
primero de ellos tenía una expresión tan pálida como el invierno, sus ojos
rojos y perdidos le daban un aspecto peligroso, su cabello y ropa negra
parecían reflejar su conciencia, y la sombra que se cernía sobre él me hacía
pensar en un par de alas rotas
-¿Y
tú de que la giras? –pregunté con respeto al ángel caído.
-Soy
editor de tres revistas. No me dejan un sólo peso, es más, mensualmente pierdo
cerca de tres mil en efectivo, pero ya pronto sale el siguiente número.
-Y
si no te deja dinero, ¿Por qué rayos lo sigues haciendo?
-Mujeres.
-¿Mujeres?
-Claro,
adoran que tengas trabajo, más que seas tu propio jefe y te admiran si aparte
de todo es un proyecto independiente que lucha contra los grandes monopolios de
la industria.
-Debes
salir con muchas mujeres.
-No.
Malditas golfas, ninguna me pela. Yo soy un caballero exitoso, con mi propia
empresa, alto, atractivo y torturado, pero todas las perras se van con los
malditos gañanes que las tratan como trapo... pero eso no es lo peor, no lo es,
lo peor es que la mayoría de esos patanes no miden ni siquiera el metro con 70
centímetros, no hay justicia en este mundo, ¿Te das cuenta?, no la hay.
-Ya
había pensado en eso. Tal vez tu aspecto de semidiós infernal las aleje.
-De
ninguna manera, ¿Qué mujer mortal rehusaría hacerlo conmigo?
-Pues...
varias.
El
megalomaniaco guardo un corto silencio. Se tronó la nariz con un movimiento de
la mano y añadió.
-¿Tú
que has hecho últimamente?
-Dejé
el cigarro.
-Eso
es bueno, es un mal hábito.
-Y
mi novia… me dejó a mí.
-Cuando
eso pasa, estás solo.
B)
MANDY
¿Como
describir a este tipo? Realmente es un tipo rudo, por eso me sorprendí cuando
avanzada la noche, rompió en llanto. Como me miraba fijamente me daba un poco
de temor físico hablarle. No quería provocarle con un comentario
inadecuado.
-Eh…
Mandy ¿Tú de que la rolas?
-Doy
sexo por comida.
-¡Ah!
Vaya.
Mandy
desde luego es un artista.
-Pero
bueno, a veces me conformo con una sonrisa, o un aplauso.
C)
MÁXIMA.
Máxima,
creo que más que su nombre, ella misma se hacia llamar así, como simple muestra
de su superioridad hacia todos los demás. Su piel se veía suave y sus ojos se
clavaban en los tuyos dominándote. Su encanto provenía de aplicar su intelecto
sobre su belleza, que era mucha. Poe pretendía que saliera con ella y me
hubiera arrastrado sobre vidrios en el metro con tal de lograrlo, si no me
hubiera tomado la molestia de escucharla.
-Entonces
te dejaron. No me extraña, eres el prototipo perfecto de un perdedor. Pero no
te sientas mal, es por un defecto genético, es por el llamado cromosoma
“Y”. Si hubieras tenido suerte hubieras recibido un par cromosomas
“X” y entonces hubieras alcanzado la perfección física y mental que sólo
ser mujer te puede dar. En cambio, has quedado confinado a un nivel
inferior de la escala evolutiva. Es una pena que los hombres sólo sirvan
para la reproducción, cargar cosas pesadas y matar arañas. Pero la selección
natural ha querido que sólo el género femenino tenga el intelecto y el
guardarropa para llevar las riendas del mundo.
Esta
tipa no se ha dado cuenta que las mujeres están confinadas a una escala
zoológica inferior, debajo de los cerdos y de los delfines, pero sobre los
negros.
-Tienes
que admitirlo, con tan sólo guiñar el ojo puedo lograr que cualquier hombre
haga lo que yo quiera. Pero tanta charla me ha dado sed ¿Me sirves un trago?
Esta
ingenua cree que voy a ser su gato, su sirviente. Ilusa, nada más vuelva con su
trago, voy a enseñarle cual es el sexo fuerte.
Al
probar la copa que preparé dio un pequeño brinco y su expresión se volcó en
desagrado.
-No
eres buen cantinero, pero está bien ¿Qué puedo esperar de un hombre? Como
decía, las mujeres dominamos el mundo, tómame como ejemplo: Exitosa, adinerada
y hermosa. Soy un ejemplo del poder que tenemos tan sólo en la
punta de una pestaña.
Por
un segundo pensé que iba a decir en la punta de los senos. Una pestaña no me
parece muy influyente.
-Me
impresionas. ¿Como alguien como tú, tiene amigos como Poe?
-No
sé, me agrada, me identifico, es un apoyo, es... como mi hermano mayor, cuando
no sé que hacer él siempre esta para apoyarme.
Eso
me impresiona aún más. Nunca creí que alguien tendría un buen comentario de
Poe.
-Pero
bueno, siendo la mujer que eres, debes tener a un gran hombre que te ame y te
apoye por sobre todas las cosas.
-Si...
la verdad, no. Los hombres buenos me temen. Nada más salgo con abusivos o
golpeadores. Algunos no me vuelven a llamar después de la primera noche ¡Me
siento tan sola! hay momentos en los que dejaría todo lo que tengo tan sólo por
sentir amor sincero aunque fuera una noche... no soy feliz.
Dicho
eso rompió en llanto e inmediatamente Poe llegó a su auxilio. La abrazó casi
paternalmente y ella empezó a susurrarle entre llantos cosas que no alcancé a
entender.
No
creo que Poe siga pensando que saldremos juntos.
D)
LA RATA
Que
mujercita tan peculiar esta Rata, toda una bribona. Su pequeño tamaño
combinando con su frágil figura le dan un aspecto inocente.
-¿Y
por que te dejó?
-Pues
porque... tenemos diferentes perspectivas de la vida.
-¿En
serio? Que pretexto más superficial
-Así
es.
-Pero
vamos, tú no quieres estar con alguien que sea tan superficial.
-Si.
Si quiero.
-Debe
haber algún otro motivo, algo más real.
-Pues,
creo que un día me vio sacándome un moco.
-Nadie
te deja por sacarte un moco.
-Yo
lo haría. La verdad es que ya no me quiere. ¿Qué otra respuesta puede haber?
-Que
haya otro.
-¡¿Qué?!
¿Qué, que? ¿Cómo?
-Si,
esa es una buena razón
-A
ver ¿Cómo? No entendí.
-Fácil.
Puede quererte demasiado, pero igual se encontró a alguien súper sexy, con muy
buenos labios. La novedad siempre es muy atractiva y si valora que tiene
poco que perder y mucho que ganar, se ira con el otro. Ustedes los hombres lo
hacen todo el tiempo.
-¿Ah
sí? ¿Lo hacemos? ¿Estás segura? ¿Por qué no estaba enterado de eso?
-Por
tonto.
-Pero
vaya, entonces tú debes cambiar de pareja muy seguido.
-No.
Yo llevo cinco años con mi novio.
-Y
¿Qué hay de las novedades?
-Me
los tiro de todas formas ¿Para que dejar lo que tengo si puedo tener lo que no
tengo de -todas maneras?, cuando encuentre alguien mejor que él, lo
dejaré.
-Así
de fácil. ¿Qué hay del amor?
-¿Qué
con eso? Creí que estábamos hablando de sexo.
E)
LONDON RAIN
Alto,
de tipo gallardo. Una persona muy curiosa. Pasaba por alto los más grandes
hechos, pero desmembraba los detalles hasta convertir cada uno de ellos en toda
una experiencia. Junto con el Ángel Caído y yo era la única persona que no
fumaba, tampoco bebía, ni probaba ninguna otra droga. Estaba muy aburrido y
para entretenerse gustaba de atormentarse con problemas sin solución.
-Es
que... tan sólo imagina, trata de sentir como tu piel se marchita, se arruga,
como pierdes humedad en tus labios y tus manos se adelgazan, se vuelven
delgadas varas forrados de pliegues finos y frágiles como de terciopelo-piel.
Oh, la vejez. Debo hallar una forma de burlarla, morir joven podría ser una
solución, pero de ser así, tendría que dejar un heredero, alguien que lleve mi sangre
y apellidos. Debo dejar un legado físico de mi existencia, pero ¿Cómo? Tendría
que ser biológico por fuerza necesaria. Pero jamás me prestare a regar mi
semilla dentro de un tubo de ensayo para que lo usen como fertilizarte de algún
óvulo podrido. Tendría que recurrir al acto físico, pero ella tendría que
amarme y comprender que no puedo responder sus sentimientos, deberá entender
que no podré formar una familia. Deberá bastarle con que ame al fruto de
nuestro pecado. Pero ella no podrá amar jamás a ningún otro hombre. No podría
permitir que ese niño tuviera otro padre que no fuese yo. Pero mientras ella me
ame ¿A quién amaré yo? No puedo pasar lo que me queda de vida sin arriesgarme a
sentir ese cálido abrazo de otro corazón. Pero la última vez, ¡Oh! fue tan
funesto, tan dramático, aunque le di mi cuerpo, alma y corazón, a cambio solo
recibí otro cuerpo vació, libre de sentimientos recíprocos hacia el mío. Pero
así estamos hechos, diseñados para amar a quien no nos ama y despreciar a
quienes lo hacen. Hace tiempo encontré todo lo que siempre y jamás soñé que
podría encontrar, el amante perfecto, tan romántico como apasionado, tan
entregado a mí, que me hastió y lo deje. ¿Será que jamás amaré a un hombre
que me ame como yo a él?
F)
ADAM
-Entonces
sin advertir, bajo ninguna sospecha de tú parte, te abandonó.
-Si,
algo así.
-¿Qué
harás ahora?
-No
he pensado claramente en eso, llorar tal vez, cuando encuentre el valor para
hacerlo, rogarle quizás, si es que logro deshacerme de mi autoestima.
Salir con otras féminas. ¿Cuánto tiempo tengo que esperar antes de poder
volver a hacer eso?
-Lo
menos posible.
-¿Qué
hago entonces? –pregunté llevándome las manos a la sien, tratando de recordar
donde había dejado mi bebida.
-¿Qué
es lo que quieres?
-A
ella, la quiero a ella.
-¿Quieres
que vuelva?
-No,
la verdad es que no. Quiero que nunca se haya ido.
-Eso
es difícil, pero puedes hacer que vuelva a pedirte perdón, y volver con ella.
-No
quiero volver con ella.
-Entonces,
puedes hacer que vuelva a pedirte perdón, y despreciarla.
-Me
agrada más como suena eso.
-Si.
No sólo eso, puedes darte cuenta de cómo son realmente las cosas y sacar
provecho de eso.
-¿Cómo
son realmente las cosas?
-¿Para
que quieres a una mujer?
-¿Aparte
del aseo y la cocina?
-Ja,
ja, ja. Si aparte de eso.
-No
sé, no la quieres para nada, simplemente la quieres.
-¿Para
adorarla?
-Si,
exacto.
-Pues
tómale una foto y ponle un pedestal. No amigo, la quieres para fornicar. Es el
motivo real de las relaciones. El sexo sin amor existe, pero el amor sin sexo,
no.
-¿Qué
propones que haga?
-Sal,
sal con mujeres. Y busca a tu ex mujer, vuélvete su amigo, trátala suavemente,
escucha cuando llegue a contarte como se revuelca con otros hombres. Se
paciente. Tú sigues saliendo con otras mujeres y si puedes: las fornicas. Nunca
le cuentes nada, la noticia llegará sola a sus oídos. Cuando caiga en cuenta
que no eres de su exclusividad, querrá tenerte de regreso y es entonces cuando
¡Tú te la fornicas! Y lo sigues haciendo cada que tengas la ocasión. Entonces
llegará el día en que a la babosa esta se le ocurrirá decir que eres su pareja
¿Qué harás en ese momento?
-Éste...
eh... decirle que es una maldita mentira.
-Desde
luego. Cortésmente le dirás: No, yo nunca te pedí que volviéramos.
Adam
puso cara de sorpresa y desagrado para caracterizar al personaje y continúo.
-Ella
indignada te interrogara: ¿Entonces que somos? Tú, sin perder la compostura,
elegantemente respondes, yo de ti: Nada, y tú: Una golfa.
Toda
la caracterización de Adam se me figuró que era una fantasía reprimida
que tenia guardada esperando a alguien con quien compartirla y de ser posible,
alguien que la pusiera en práctica. Pero aunque me parecía encantadoramente
perversa, la idea tenia elementos que no me convencían.
-Pero,
tener sexo frecuentemente con ella ¿No es como volver con ella?
-Sólo
si lo quieres ver de esa manera. Recuerda, lo haces por sexo. La razón por la
que tienes sexo, es lo único que separa al hombre de los animales.
G)
POLLY
Sorprendido,
estupefacto, estúpido. Así me sentí cuando Poe me presentó a su esposa:
demasiado hermosa para ser cierto. Aún no puedo creer, mi corto intelecto
no me da para entender, como es que ella, o como diantre logró Poe, que ella se
fijara en él. Su piel y sus rizos son de oro, sus ojos son mares hermosos que
te inundan, su sonrisa un laberinto del cual esperas no salir. Por un corto
rato le tuve envidia a Poe, pero ahora, siento pena por él. Polly me miró
coquetamente y después de compartir un par de tragos, comenzamos a platicar. En
algún punto, la conversación llegó a un mal momento.
-Adam
es un sueño.
-¿Perdón?
-Que
Adam es un sueño. Voy a huir con él.
Volteé
a ver a Adam, que desde el fondo de la habitación, respondía con una sonrisa
las miradas de Polly.
-¿Te
das cuenta que soy amigo de tu esposo?
-Si,
pero estoy suficientemente drogada como para que no me importe una mierda.
-Pero
¿No quieres a Poe? Van a tener un hijo.
-Si
lo quiero, pero eso no impide que Adam éste para comérselo. En cuanto al niño,
aún no tengo la total certidumbre de que sea de Poe.
-Dime
que es un mal comentario.
-Pues...
no, no lo es. No es que no quiera a mi marido, pero estoy harta de oírle
lloriquear por esa tipa que lo dejo hace años. No es justo para él estar
conmigo, si está destinado a estar con alguien más.
-Ah,
vaya, ¿Entonces lo haces por él?
-Si,
claro. Es que lo quiero mucho.
-Espero
que él te quiera tanto, como para hacer lo mismo por ti.
A
veces se me ocurre que creo que pienso, que algún día ella y yo volveremos a estar
juntos por que así es como esta destinado a ser. Pues ahora se me ocurre, que
el destino es una broma pesada.
H)
EL VATO PIRADO
Me
sorprendido ver a este individuo en casa de Poe. Lo encontré discutiendo
violentamente.
-¿Qué
pasa, por qué el escándalo? – Pregunté tan sólo para hacerme notar.
-Nada,
este sujeto no entra en razón.
-¿Quién?
-Éste…
él, éste inocuo al que le hablo y no me contesta.
-Vato…
es un florero.
-Eso
no es excusa, no le da derecho a “hic”norarme, que falta de educación.
Tomé
al Vato Pirado del hombro y lo alejé de su agresor.
-A
ver ¿qué le decías al florero?
-Permíteme
ahora te atiendo –dicho esto, tomó aire y me vomitó encima-. Ahora si... ¿Qué
decías?
-Que
ahora somos hermanos de vomito.
Lo
primero que sentí al recibir esa descarga de ácido gástrico fue asco y mucho,
tanto que vomité antes de percatarme que el Vato Pirado sólo había vomitado
alcohol y jugo gástrico, señal de que no había probado alimento en al menos un
par de días. Además, de alguna extraña manera, sentí como si me hubiera
bautizado. Lo llevé a la bandeja de alimentos, tomó un trozo de pizza y una
línea de cocaína.
-¿Te
sientes mejor?
-La
pregunta correcta es: ¿Yo me siento mejor?
-Eso
es lo que te pregunté.
-No.
Tú preguntaste: ¿Te sientes mejor?
-Es
exacto lo que dije.
-Lo
que tú quieres saber es si tú te sientes mejor.
-No,
yo quiero saber si tú te sientes mejor.
En
este momento ya estaba algo confundido.
-Haz
la pregunta.
-¿Cuál
pregunta?
-¿Yo
me siento mejor?
-¿Te
sientes mejor?
-No,
esa pregunta es para ti.
-¿Yo
me siento mejor?
-No
lo sé, es algo que tendrás que responderte a ti mismo.
¿De
que diablos habla este tipo?
Creo
que quiere saber como estas.
Yo
estoy bien.
Pues
díselo.
-Yo
estoy bien.
-Me
da gusto.
I)
POE
-¿Te
has dado cuenta de que el Vato Pirado esta aquí
-Yo
lo traje.
-Creí
que no era tu amigo
-No
lo es, lo encontré tirado en un charco y lo traje a casa.
-Una
mascota es un buen pasatiempo.
-Para
eso te tengo a ti.
Esta
es la parte difícil. Decirle que su mujer piensa abandonarlo.
-¿De
donde conoces a Adam?
-Es
interesante ¿No? Un día bebiendo alcohol, el alcohol une a la gente.
Miré
a donde se encontraban Polly y Adam, platicando muy cariñosamente y pensé que a
veces el alcohol une demasiado a la gente.
-Poe… tu
mujer piensa abandonarte.
¡Vaya!
No fue tan difícil.
Poe
río, apartó su mirada de la mía y la clavó en sus zapatos.
-Lo
sé, esta noche es por Adam. Se lo ha dicho a todo el mundo. Siempre hace
lo mismo, en cada peda conoce a alguien y les dice a los demás que va a
abandonarme, pero nunca lo hace. Aún así gracias por preocuparte.
-Wey
¿Cómo soportas eso?
-No
lo soporto, pero así es.
-Poe,
déjame decirte algo: mándala al carajo.
-(Risas,
risas). Desde luego que no. Además, no lo dice en serio.
-Míralos…
¿No te das cuenta?...
-Sólo
son amigos, nada de que preocuparse.
La
negación de este tipo me enferma, raya en el patetismo. Sin embargo un eco de
mi pasado resuena nuevamente en mi “¿si quieres podemos ser amigos?”. En ese
momento recordé las motitas que flotaban a mí alrededor cada vez que
tomaba la mano de mi ex mujer y el fresco viento que soplaba dentro de mi
pecho. Pero se ha ido. Y una dolorosa sensación invade mi pecho. Sólo puedo
pensar que toda esa belleza…
-Es
una mierda.
-Lo
es, pero anda, no lo tomes tan en serio. Te digo que ya antes lo ha hecho
y no pasa nada.
-Yo
ya la hubiera mandado a la mierda.
-Si.
Probablemente por eso estás solo.
Poe
tomó un gran trago de alcohol y se lo bajó con una inyección de heroína.
Pasé el resto de la fiesta pensando que Poe, a pesar de lo que diga no ama a su
mujer, tan sólo le tiene miedo a la soledad.
Pero
¿No es el amor un refugio de la soledad? ¿Cuándo se acaba el amor duele tan
sólo porque se tiene que afrontar la soledad?, yo estoy solo, pero no me siento
desolado.
Llevas
bastante tiempo así. Estas acostumbrado.
Pero
de ser así ¿No debería sentirme más solo conforme pasa el tiempo? O tal vez
esta dispuesto a aceptar todo con tal de retenerla.
O
tal vez todo sea tu puta paranoia en acción y mal intérpretes las cosas.
Al
amanecer El Oscuro Ángel Caído y La Rata se convirtieron en piedra. Mandy se
fue con Máxima, el Vato Pirado se fue con London, Adam se perdió en una
botella, Polly y Poe estaban ebrios, tirados en el piso sobre su vomito,
abrazándose se profesaban palabras de amor mientras fornicaban. Yo, sentado,
jugando con un cigarrillo apagado en la mano, los observaba tratando de
descifrar lo que decían. Sin duda sus bocas decían te amo, pero sus cuerpos
parecían decir… lo mismo. ¡Diablos! Creo que esta vez me he equivocado.
Así
que tiro el cigarro y en silencio aparto mi envidia de los dos enamorados.
14
– ÁNGELES EN PAPEL.
(Ensayo
de fotografía)
He
estado mirando tanto tiempo estas fotos tuyas,
que
casi creo que son reales”
-THE
CURE
La
luna refleja la luz del sol en los ríos que corren a través de las montañas. La
luz colorea los prados y las paredes, nos permite ver los infinitos tonos
policromáticos a nuestro alrededor. Ilumina el cielo gris que se cierne sobre
los callejones, por donde corren los niños, juegan y ríen.
Hay
mucha belleza en este mundo y tan solo apretando este botón en mi cámara, puedo
robarle al tiempo un momento, atraparlo aquí, dentro de esta cajita – Me
comentó Poe al momento que fotografiaba a un gato muerto en el pavimento – Este
momento jamás será tocado por el tiempo, comido por los gusanos. Lo he
rescatado, asegurado para la eternidad.
A
veces, cuando miro el mundo, sólo a veces, me siento impotente ante su
majestuosidad, ante su belleza. Me parece tan irreal. Tan lejana e intocable;
como la imagen dentro de la fotografía.
Todo
rededor parece plano, imágenes sin volumen que se expanden más allá de mi
vista, que escapan al alcance de la cámara, como esos árboles de flores moradas
que dejan caer sus pétalos sobre el abrazo de dos enamorados, en el papel tapiz
de alguna recamara, invitándote a pasar a recorrer su contenido,
tentándote a entrar en él y si no tienes cuidado, puedes quedar atrapado
dentro, como esos jóvenes en la fotografía.
Continuamos
nuestro camino siguiendo a los niños por los callejones hasta que llegamos a
una enorme carpa de circo. En donde filas y filas de infantiles piececitos se
formaban uno tras otro. Aun me pregunto ¿En donde estará el resto de sus cuerpos?
Una niña demasiado hermosa para ser real, pasó frente a nosotros tomada de la
mano de su madre. Poe inmediatamente tomó su cámara, encuadró, enfocó
perfectamente; la iluminación era adecuada, la profundidad ideal, incluso la
pequeña volteó abriendo sus ojos y sonriendo trágicamente. La imagen perfecta.
Poe dispara el obturador en el momento y lugar debidos. Utilizó la cámara de
forma tan eficaz, que dudé en decirle que no quitó la tapa del objetivo. Y pues
así, el momento se ha perdido, diluyéndose en el tiempo.
La
casualidad, es así como pasan las cosas, por la sinrazón, por estar en el
lugar y momento oportuno para que se den las cosas.
Una
joven nipona viaja en un colectivo, entonces el transporte se detiene dejando
subir a un muchacho, que se sienta junto a ella y le sonríe. Ella le
devuelve la sonrisa y le dice – Hola, soy Noemi – ¿No es así como se supone
pasan estas cosas?
Una
joven nipona viaja en un colectivo, entonces el transporte se detiene dejando
subir a un muchacho, que se sienta junto a ella y le sonríe. Ella le
devuelve la sonrisa y le dice – Soy lesbiana – me gustaría captar ese momento…
Poe
interrumpió mis pensamientos señalándome que cerca de la carpa en donde estaban
los animales, estaba también el Vato Pirado fumando marihuana. Nos acercamos a
saludarlo.
-¿Qué
haces aquí?
-Vine
a ver el circo.
-¿Por
qué no has entrado?
-No
tengo dinero.
Ese
comentario nos recordó que nosotros tampoco teníamos un peso. Nos sentamos con
el Vato Pirado durante un rato hasta que señalando la cámara comentó – Cuando
tomas una fotografía, capturas a un ángel y lo matas. Es su cuerpo luminoso el
que impregna las imágenes en la película al chocar contra la oscuridad.
Eso
o en realidad nosotros estamos dentro de la caja oscura y cada fotografía que
es tomada, habré una ventana al exterior – Agregué yo.
La
fotografía es la cristalización en documento de la memoria, es para que nos
recuerde los momentos vividos cada vez que las veamos. Además es una forma de
ver el mundo a través de los ojos de quien las toma ¿Quieren entenderme? Miren
mis fotos.
Nunca
lo hice, nunca reveló ninguna.
En
ese momento salió del escenario un payaso, con su verde peluca empolvada, el
colorido maquillaje escurriendo sobre su ridículo saco anaranjado, bajando por sus
anchos pantalones hasta sus enormes y gastados zapatos que parecían querer
hablar.
Desorbito
sus ojos blancos, forzó su roja sonrisa, y lloró.
Poe
inmediatamente tomó su cámara, esta vez, cuidando de quitar la tapa del lente y
disparó pretendiendo robarle otro momento al mundo.
El
payaso se dio cuenta de la acción y con iracunda expresión, con rabia saludando
desde sus ojos ordenó: -¡Dame ese rollo! ¡No quiero que esa foto ande rondando
por toda la ciudad!
Poe
bajó la vista, tomó su cámara, la abrió y ésta, estaba vacía. Todos
quedamos sorprendidos y extrañados de sorpresa.
Donde
quedaron los momentos que tanto se había preocupado en capturar?
Cuando
preguntamos por que no traía rollo, contestó:
¿Para
qué matar a los ángeles? Si al final, los recuerdos como las fotografías, se
toman, se miran, se guardan y se olvidan.
15
– RECUENTO DE DAÑOS
(Corta
historia de Poe)
Veamos
¿Cómo diablos me metí en esto? Estoy en la central camionera de una ciudad que
no conozco a la una de la mañana, sin dinero, sin comida y sin un lugar a donde
ir. Además de eso, por si fuera poco, el costo del pasaje ha sido cubierto en
su totalidad por el Señor Generosidad: Un anciano gruñón que da dinero a la
gente a cambio de sus más preciadas posesiones materiales. Y si tiene
valor sentimental agregado, cuanto mejor. A mi sólo me pidió el ejemplar número
uno de “Red star”, número que aparte de su elevado valor económico, era del
abuelo.
A
él, en ese entonces le costó una colección de canicas. A mi, me costó la muerte
del abuelo. Al Señor Generosidad, le costó mi boleto sin retorno a esta ciudad
y a quien se lo compre le costara suficiente como para adquirir millones de
canicas, enterrar miles de veces a su abuelo y pagar mi boleto de regreso
cientos de veces. Aun así, me sigue saliendo barato comparando el precio de lo
que intento recuperar, el amor. Por alguna razón, el amor siempre me evita, me
rehuye y se me escapa, así a sido desde el principio. En algún momento cuando
peque perdí el amor de mi padre, en algún otro, el de mi madre; el amor de mi
hermana ¿qué más da? Ella vino para quitarme el amor de mis padres.
Siempre
he pensado que la familia te quiere por compromiso, porque eres el hijo del
hermano de alguien o porque los abuelos de alguien resultan ser también los
tuyos, y digo esto porque sólo en una, en una sola ocasión, cometí el error de
hacer dieciocho llamadas de larga distancia desde casa de la abuela. Eso les
dio el pretexto suficiente para tacharme de insensato, superfluo, irrespetuoso
y de negarme su cariño.
El
amor de una mujer, si no podía aspirar al amor fraternal de un amigo, ni pensar
en el de una mujer. Una vez alguien me dijo: “El amor de dondequiera es bueno”
así que decidí comprarme una mascota: Un pez dorado que prefirió saltar fuera
de su pecera antes de convivir conmigo, el desgraciado se suicidó para escapar
de mí. El segundo intento fue un gato, no bien lo traje a casa en brazos, huyó
de ella. El ultimo y peor intento fue un perro, aún vive en casa y ya es
bastante viejo, pero desde que lo llevé, siempre prefirió a mi hermana.
Poco
después falleció el abuelo, sus últimas palabras cambiaron mi vida; su vista se
nubló, extendió la mano y me dijo: Hijo, pásame una salchicha con papas. Dicho
esto papá desconectó el oxigeno y de esa manera perdí la única dosis de afecto
con la que contaba.
Para
ese momento ya me sentía como un invitado no deseado en casa. Mis padres se
desatendían de mí cada vez más, y económicamente no tenía para continuar en la
preparatoria. Me sentía como perro de vecindad, él que no es de nadie, él que
no se va porqué no tiene a donde ir.
Decidí
emplearme en un puesto de comida rápida, especializado en salchichas con papas.
Con mi primer sueldo pagué la prepa y adquirí un oso cariñoso: un muñeco de
peluche, el placebo perfecto para sustituir el cariño de verdad. Esa noche tuve
la impresión de que todo iba a mejorar. Impresión equivocada, al siguiente día
fui despedido. Opté por afrontar la situación de la mejor manera que pude;
vendí el oso cariñoso a menos de la mitad del costo, compré varias solicitudes
de empleo, lloré, me tomé unas fotos y fui a una bolsa de trabajo y después,
volví a llorar, no aceptaron las fotos. Dijeron que lo sentían mucho pero que
la próxima vez que me las tomara, tratase de no llorar, dizque se ve mal en una
referencia.
Regresé
con mis papeles en orden. Según mis aptitudes calificaba para dos trabajos, la
primera era para modelar. Trabajo que hubiese aceptado con ciertas reservas, de
no ser porque no me lo ofrecieron. Nunca he sido frívolo, más bien siempre he
sufrido la frivolidad de los demás, así que me convertí en acomodador de
librería.
Cuando
comuniqué a mis padres que tenia un nuevo empleo, se apresuraron a obsequiarme
un par de cajas para empacar mis pertenencias, y un periódico para que buscara
apartamento. Pronto había empacado todo, hasta me sobró una caja. Tan sólo
poseía un par de zapatos de uso diario, el numero uno de “Red Star,” tres
pantalones, cinco playeras, dos camisas, tres calcetines, dos bóxers, una
toalla, y, lo más cercano que había tenido al amor de una mujer, una peli
porno.
Así,
llegué a casa. Era un pequeño cuarto con una cama de cemento en una esquina; en
la esquina opuesta, la regadera y debajo, el escusado. Compré una almohada, una
cocineta eléctrica, me volví alcohólico y ¡Todo cambio!, tenía la casa llena de
gente semidesnuda todos los fines de semana y tan sorpresivamente como las
fiestas llegaron a mí, empecé a llegar a las fiestas, y a tener amigos. No me
querían porque fuera agradable, carismático, simpático o atractivo, sino porqué
era el único que podía pagar las pedas. En una de tantas conocí a Abril, una
inocente flor de primavera ojo azul, la vi titilando como estrella entre la
multitud, y, sólo quise poseerla, fornicarla, follarla, reventarla, cogérmela,
que me la chupara.
Llegó
de esta ciudad a pasar una larga temporada en la mía. Pero por más que se
alargó, terminó. Entonces se acabaron las fiestas y me sentí solo. Una noche me
salí por un café. Conocí a una tipa, tomamos unas copas, fuimos a mi
apartamento a charlar un rato, pero yo sólo pensaba en poseerla, fornicarla,
follarla, reventarla, cogérmela, en que me la chupara. Sólo quería sentirme
amado. Una vez alguien me dijo: “El amor de donde quiera es bueno”. Pues se
equivoca.
Ahora
todo esta oscuro, la ansiedad me desespera y la desesperanza me asusta. Hace
frío. Bostezo, tengo mucho sueño, mis párpados pesan. A esta hora no hay metro,
no hay camiones ni colectivos, ni ninguna manera de salir de aquí. Sólo me
queda esperar a que amanezca. Estoy en la central camionera de una ciudad que
no conozco, a la una de la madrugada, sin dinero, sin comida y sin nada más que
una servilleta arrugada donde Abril anotó su teléfono un ultimo instante antes
de partir. “Por si algún día me extrañas”.
De
pronto, aparece por fin. La veo a la distancia. Siento un salto en mi corazón y
sonrió. Me hace señas con la mano. Su rostro brilla en el frío y sus ojos se
desbordan al verme. Tratando de retener su imagen bostezo de nuevo y se
desvanece. Somnoliento es difícil concentrarse en los recuerdos; se pierde el
control, uno sólo los deja fluir como manchas que se expanden hasta convertirse
en sueños.
16
– INTO THE VOID
Todo
comenzó en la más tierna infancia, desde luego y claro, por una niña. La linda
pelirroja de ojos almendrados.
Aun
ahora, si me esfuerzo en recordarlo, puedo sentir aquel calor que recorría mi
cuerpo al verla. Sólo dos veces más he experimentado aquella sensación; la
primera vez que acaricié el rostro de la mujer que me robó la alegría, y en mis
sueños, un parpadeo antes de despertar, justo cuando veo el rostro de la mujer
en la cafetería. Ese instante antes de cobrar conciencia me transporto a un
vacío profundo, blanco y sereno que se llena de motitas rojas. Iguales a las
que llenan la cara de la joven que atiende la tienda.
Juro
que es verdad. Jamás vi un rostro tan bello. Pero con ella no sentí ese calor
extraordinario que me hace creer que todo va a estar bien, ni esa inyección de
insulina que te hincha el corazón.
Con
ella no sentí nada.
Sé
que la invité a salir, pero no quiero. El problema es que no sé por qué no
quiero; ella es hermosa.
Mierda…
Ni siquiera me molesté en saber su nombre ¿Es qué no me atrevo? No.
Aunque
me sorprendió que aceptara, no tuve miedo a ser rechazado ¿qué habría sucedido
si me hubiera dicho que no, me habría sentido expuesto y derrotado, hubiera
sentido ese triste poema que te hace llorar? como cuando le di aquella rosa a
la niña pelirroja ¿Habría reaccionado igual?
“Gracias,
pero ya alguien me la dio primero”, ¿Aún sigo siendo tan cobarde? Tal vez si.
“Gracias,
pero ya alguien me la dio primero, pero si quieres podemos ser amigos”. ¿Aun
sigo siendo tan cobarde? Creo que esta vez diría que no.
Éramos
unos niños. ¿Qué más pude haber hecho?
Sin
embargo cuando estábamos juntos parecía que no había nadie a nuestro alrededor;
ni voces, ni siluetas en el viento, tan sólo éramos ella y yo, y en su mano...
la de su novio.
Salíamos
los tres. Siempre. Aunque no quisiera, ella me convencía con una simple
sonrisa.
Presencié
con atención y silencio su primer beso; sequé sus lágrimas saladas con mis
brazos y no con mis labios, cuando la abandonaron.
Pasó
el tiempo. El maldito tiempo siempre pasa girando, como si se empeñara en
favorecer a las mismas personas, y eso porque no puede desamparar a aquellos ya
sin amparo; un nuevo y misterioso amor entró en su vida.
Se
me escapa una sonrisa ingenua al recordar cuando me dijo que no podía decirme
nada hasta estar segura de ser correspondida. Esa temporada la vi más risueña y
alegre, como nunca la vería. Pasamos mucho tiempo juntos, solos, y su trato a
mi persona era desmedidamente cariñoso. Si bien era desmedido, no era
desmerecido. Por ello, creo, pensé que mi momento había llegado y esperé
pacientemente.
Pero
el anhelado momento tardó en llegar y entonces, por primera vez, experimenté el
sentimiento que me ha acompañado el resto de mi vida: La ansiedad.
Por
fin, una mañana soleada y brillante, mientras el sol se colaba por entre las
cortinas negras de mi habitación, el momento tocó mi puerta. Se sentó en mi
cama. Con una sonrisa y las mejillas llenas de pena, en la privacidad de mi
recamara, me contó como se la había cogido su profesor de educación física.
Estábamos en el último grado de secundaria.
Ella
dijo que había hecho el amor, que era amor porque derramó lágrimas y fue
hermoso.
Esa
noche en mi lado más oscuro y solitario, yo también hice el amor, porque
derramé lágrimas sobre las sabanas frías.
Primero
viene el dolor, pero lo afrontas y sigues adelante; luego llega el coraje y ese
es más difícil de enfrentar; cuando no puedes termina en frustración; la
frustración te lleva a la rabia, pero eres un hombre y te lo tragas; entonces
te visita la tristeza, y sientes que estas en el fondo de un pozo lodoso sin
ganas más que de hundirte; no derramas una sola gota de dolor, pero tus ojos se
apagan; su visita suele ser muy larga, las hojas se marchitan, el viento te
corta y no te abandona; parece que nunca pasará, pero también pasa, y, cuando crees
que todo ha terminado llega la ansiedad.
Un
día, sentados a la sombra de un árbol, ella me compartió mi primer cigarro.
Inhalé profundamente la nicotina y un absceso de tos rompió el momento. Pero
por un rato la ansiedad me abandonó. Al principio quise oponerme, pero ella me
doblegaba con su mirada. Cuando nuestros ojos se encontraban sentía una fuerte
presión en mi pecho y un cálido shock eléctrico recorrer mi cuerpo. Todo a mí
alrededor dejaba de existir. Sólo quedaban ella y las motitas rojas que suavemente
caían del cielo como copos de nieve. Cada vez que uno tocaba mi rostro algo
dentro de mí crecía tanto que, cuando apartaba su mirada de la mía aquello
dentro de mí se convertía en espinas.
Con
el devenir de los años he descubierto dos verdades irrefutables: Que puedes
ignorarla o entumirla, pero la ansiedad jamás desaparece del todo, y que a los
vicios se les agarra gusto rápido.
Crecimos.
El
día que su familia se mudó de la ciudad, me abrazó con tanta fuerza que creí
que intentaba incrustar su cuerpo en el mío. Una lágrima me abandonó y brincó a
su cabello para huir con ella. “Me gustas” le murmuré, pero no alcanzó a oírme.
Tomó mi camisa para secarse el rostro. Me miró con sus inmensos ojos y me hizo
sonreír cuando dijo “Te quiero, eres el mejor hermano que pude haber tenido”.
Fui como su hermano…
Subió
al avión; se fue. Ese lugar blanco y puro se fue con ella dejándome en la fría
oscuridad. A partir de entonces empecé a fumar demasiado, me hacia sentir como
en los buenos momentos a su lado, aunque con el tiempo lo sentía cada vez menos
y cada vez mas atenuado. Así que empecé a fumar más. Sólo así podía aferrar un
poco de ese sentimiento cálido y tranquilo que me hacía sentir bien. Prometí,
porque es muy fácil prometer sin intenciones de comprometerse, que nunca
perdería contacto con ella.
Jamás
respondí una sola de sus cartas; ni me atreví a leerlas, hasta hoy. Entre todas
las cuentas y recibos que te mandan por correo apareció una carta. Llamó mucho
mi atención. Es sumamente extraño que alguien use el correo hoy en día. A ella
le encantaba escribir cartas. Sentía que de ese modo estaba frente a la persona
a la que pretendía decirle algo. Además, no tiene mi dirección electrónica de
correo.
Han
pasado algunos años, no imaginé que volvería a saber de ella, pero regresa a la
ciudad y quiere verme.
Han
pasado años ¿Por qué me busca después de tanto? sobre todo cuando no respondí a
una sola de sus cartas.
¡Años!
es mucho tiempo como para guardar algún sentimiento por alguien; pero estoy nervioso.
¿Por qué? No lo entiendo. Ni siquiera trato de hurgar dentro de mí, temo
desatar algo a lo que no pueda hacer frente.
¿Qué
debo hacer?
Por
el momento, levantarte, ya es muy tarde
Veo
el cielo nublado a través de una rendija en la ventana. Siento un fuerte asalto
de ansiedad. Me empiezan a temblar las piernas, a rechinar los dientes y sudar
las manos. Son estos síntomas los que me indican la urgencia que tiene mi
cuerpo de fumar. Es estúpido pero como he decidido dejarlo, la única manera que
tengo de aliviarme es ceder al impulso de salir en busca del amor de mi vida.
Tal vez ahora... tenga mi momento.
17
– DRAMA QUEEN.
Alguien
dijo alguna vez, en algún lugar: “Experiencia: Nombre que damos a
nuestros errores”, me parece que quien lo haya dicho, era una persona muy
sabia y muy vieja, con mucha sabiduría acumulada en sus largos años de vida. Me
imagino a un anciano pescando en un arrollo con la punta de su larga barba
blanca dentro del agua, recostado en un árbol a la espera de que algún pez
incauto pique.
Si.
A eso suena. Pero también suena a que fue una persona con muchos errores; tal
vez un pobre diablo, con los errores acumulados de una vertiginosa vida
desastrosa, que pesca en un botadero de aguas residuales con una agujeta, recostado
en una llanta vieja a la espera de algún pez que, igual de cansado que él de
cargar con su propia existencia, decida suicidarse.
Poe...
¡Que orgulloso es! ¡Como se vanagloria de su experiencia! ¡Como se pavonea
regalando consejos! Le encanta presumir que ha vivido, le encanta echarte en
cara que él ya pasó por las cosas, le encanta recordarle al mundo que es un
pobre diablo cuya vida ésta llena de errores. Vanidoso. No sé da cuenta que la
experiencia es la marca de la mediocridad. ¿No es mejor acaso, decir que no
sabes nada de la vida, pues nunca cometiste error alguno del cual aprender, a
decir, que tienes mucha experiencia, adquirida en un largo y pesado camino
sembrado de errores y fracasos? Qué nunca lograste nada a la primera
¡Bah!
tonterías, todo es una tontería ¿no estas tú lleno también de mal habida
experiencia?
Tristemente
nadie esta exento de eso. O al menos nadie que yo conozca. Estoy rodeado de
fracasados.
Lo
dice el tipo que sale todas las tardes a buscar el amor de su vida.
¿Lo
ves? eso se llama experiencia. Pero se acabó, estoy hastiado de eso, no lo
volveré a hacer.
Si
lo harás.
No.
Te
conozco. Lo harás hoy como lo hiciste ayer, y lo harás mañana igual que lo que
queda de la semana.
Como
sea ¿cómo salió todo esto en primer lugar?
Por
aquella perra golfa. Pero de todas formas saldrás corriendo a buscar al amor de
tu vida, que terminará siendo otra perra golfa como aquella.
Perra
golfa... me preocupas, cada día suenas más como Poe. Déjame contarte algo de la
perra golfa. Ella era encantadora, si, y bella, a su manera, era muy
hermosa.
Traducción;
estabas enamorado y tú la veías hermosa.
Supongo
que es cierto, pero de todas maneras lo era, y ahora que me esfuerzo en
recordarla, era maravillosa. Sus ojos me parecían, uno el amanecer y el otro un
crepúsculo esmeralda.
Esos
eran sus senos.
Sus
senos, esos son punto y aparte; como verdes colinas en donde al llegar a la
cima sientes el aire más fresco y puro. En donde se me revelaron los bellos
cantos que los elfos entonaban en sus altos castillos; allá lejos en su
encumbrado país montañoso. Y, si recorres el resto de su geografía, alcanzaras
a percibir que describe la silueta de una diosa.
Recuerdo
claramente el momento en que supe que estaba enamorado. Me tomó un instante, un
segundo, un parpadeo. Caminábamos por el parque, uno a lado de otro, guardando
la suficiente distancia para no lastimarnos con el más breve contacto. No podía
dejar de mirarla, simplemente no podía dejar de mirarla, ni siquiera era
conciente de que lo hacia hasta que ella preguntó:
¿Por
qué me ves los senos?
No,
digo si, si se los estaba viendo, pero era porque la veía a ella toda. Lo que
dijo fue: “¿qué? ¿Qué tengo, que me ves?”; “Nada” alcancé a decir mientras
parpadeaba. Entonces me di cuenta que estaba perdido. Extraviado en ella.
Olvidado en su sonrisa.
¿Notaste
la erección entre tus piernas?
Que
desagradable te estas volviendo. Creo que convivir con los amigos de Poe no es
saludable para ti.
Creo
que convivir con esos tipos es lo más sano que puedes hacer, ya estas empezando
a usar la cabeza sobre tus hombros y no la que llevas entre las piernas.
¡Estaba
enamorado! amor, sentimientos, romance ¡Magia!
Ay
por favor. Tragedia es la palabra, eres una reina del drama. ¿No empezaste a
buscar el amor de tu vida cuando te quebró el corazón?
Si,
pero es que hasta entonces comencé a soñar con ella
Deberías
ver a un loquero.
Paso,
gracias, bastante tengo con Poe, con mi madre y contigo, como para ir a que
alguien más opine sobre mi vida. Hablando de eso... hace rato que no veo a mi
madre.
Debe
seguir buscando el fondo del trago que le serviste la semana pasada.
Debe
estar bien entonces. Bueno, ya en serio ¿Crees que algún día lo encuentre?
¿El
fondo del vaso?
El
amor de mi vida.
¡Ah!
Eso… pues supongo que algún día. Ahí está la niña moteadita de la tienda.
Parece que no le eres muy desagradable. También está Poe.
Yo
hablo de la mujer en mis sueños.
¡Ah!
Eso... no, no lo creo ¿No estabas diciendo que ibas a desistir de esa puberta
idea?
Está
bien, bien, sólo lo haré una vez más y ya, por si de casualidad hoy aparece.
Te
lo dije. Ni dejar de fumar fue tan difícil.
No.
Dejarlo es fácil, no volverlo a tomar es lo que me esta costando trabajo.
Deberías
salir a buscar al amor de tu vida, te detienes en la tienda, haces como que compras
algo e invitas a salir a la niña moteadita.
Me
encantan esas pecas rojas esparcidas en sus mejillas blancas, como manchas de
sangre regadas sobre la nieve indiferente.
Me
pregunto si tendrá pecas en el resto del cuerpo, en su trasero.
En
eso, tocan a la puerta. Me incorporo de la cama sudada. Piso una sanguinolenta
masa poliforme. La despego de la planta del pie y la observo detenidamente con
asco ¿Qué es esto? ¡Ah! mi corazón volvió a salirse de su caja.
Tocan
con insistencia.
-¿Qué
pasó?
-¿Con
quien hablas? -pregunta mi madre.
-¡Nadie!
Estaba, estaba cantando.
-¡No
me pareció que estuvieras cantando! Estas fumando en tu habitación ¿Verdad?, no
me hagas entrar a ponerte en vergüenza delante de tu amigo ¿eh?
-Anda
madre, ve a tu cuarto. Ahora te preparo un trago.
18
– IF GOD WILL SEND HIS ANGELS.
En
algún lugar del tiempo, en algún momento sobre la tierra, ahora, se desarrolla
una gran batalla en el cielo. En donde ángeles y demonios luchan del mismo
bando contra una amenaza desconocida para el hombre. Lo sé porqué puedo verlos
caer al pavimento y morir, a través de la ventana.
El
llanto de los querubines es tan fuerte que aquí abajo se desata toda una
tempestad. Tan fuerte que temo morir aplastado bajo el peso de la lluvia.
En
este momento, la veo parada ahí, esperándome en la entrada de la cafetería,
pero no puedo despegarme del asiento, algo mantiene mis piernas fijas al suelo
y no puedo levantarlas. ¿Cuánto tiempo más esperara? seguramente, aprovechando
que no puedo salir de aquí, llegará alguien más a encender su cigarro.
Seguramente se encontrara a Poe, de ser así, ella creerá que es la persona con
la que esta destinada a encontrarse ¡No puedo permitir eso! Sin embargo Poe, me
sorprende la manera en que mira a su esposa, esperando que ella se lleve toda
la tristeza que porta en sus entrañas. Ella, en cambio, no lo mira.
¿Alguna
vez has visto a un ángel?
Dicen
que al principio hubo una gran batalla a las puertas de paraíso, el Lucero de
la Mañana, el favorito, guió a un gran ejército rebelde contra las fuerzas
armadas de su padre, el Rey de los Cielos. Como cuenta la historia, las tropas
de Dios triunfaron y por castigo se expulsó a los perdedores a una región
conocida como el averno. Sin embargo, algunos de entre los fieles se indignaron
ante el castigo que recibieron sus hermanos y fueron expulsados a la tierra a
vagar entre los hombres hasta ser perdonados por su pecado. Dicen que son las
personas más bellas que existen, tan perfectas, que al verlas, no puedes
parar de contemplarlas.
Miro
su rostro: de sus ojos brotan serpentinas de colores, penas y dolores de mi
infancia olvidada y vuelve a mí aquella sensación. Todo se detiene y me
transporto a un lugar blanco, en donde caen del cielo pétalos de rosas que
sueltan los querubines en honor a sus héroes caídos. Experimento oleadas de
cálidos shocks eléctricos invadir mi cuerpo.
El
amor de mi vida aún espera por mí bajo la lluvia, quiero ir en su búsqueda pero
esta sensación... las motitas rojas me adormecen y desaparezco bajo una lluvia
de luz blanca cuando veo sonreír a la niña de ojos almendrados, que ahora
se ha convertido en una mujer... muy hermosa.
-¿Alguna
vez has visto a un ángel?
Tengo
uno frente a mí.
Es
bien sabido que el tiempo borra todas las heridas, que todos los sentimientos
mueren pero algunos no desaparecen, sólo se esconden a tus ojos y regresan
cuando menos lo esperas. Cuando venia en camino estaba nervioso, no sabia que
sentiría después de tanto tiempo y cuando la vi no sentí nada, hasta que vi sus
ojos.
Mientras
la esperaba me convencí a mi mismo que después de años no me causaría ningún
efecto, que había superado esa herida en mi adolescencia; algunas nunca cierran
del todo.
-¿Alguna
vez has visto a un ángel?
-No,
nunca.
-Yo
si. Una ocasión mientras me estaba bañando se apareció una figura luminosa, y
se quedo ahí por mucho rato observándome y yo a él. Pensé en tener miedo pero
desprendía una sensación que me llenó de calma y, después tuvimos sexo.
-¿Eh?
¿En serio?
-No.
Pero pensé que esa seria una buena forma de llamar tu atención ¿Estas bien?
Siento que me estas ignorando, si tienes algo hacer nos podemos ver
después.
-No,
claro que no. Es que la lluvia me distrae.
-¿Te
gusta la lluvia?
-Si
claro.
Claro
que me gusta, porque con la lluvia siempre viene esa posibilidad de encontrar
al amor de mi vida. Debe estar ahí en éste momento preguntándose por qué no he
llegado.
Reacciona
taradito, deja de pensar en esa fantasía.
Sé
que no es más que es eso, una absurda fantasía, pero cuando la encuentro en mis
sueños es tan vivido y real que no entiendo que sólo es un sueño.
¡Ignórala!
Mira a la mujer que tienes enfrente.
Tienes
razón, tengo que olvidar ese estúpido espejismo y concentrarme en la niña
pelirroja, en ella que esta aquí, en ella que es real y puedo sentirla.
-Si
claro. La lluvia es algo muy hermoso para mí.
-Vaya
has cambiado un poco, antes eras más del tipo niño correcto y ahora pareces un
poeta retorcido
-Supongo
que eso pasa con los años.
Pero
en el fondo sigo siendo el mismo.
-Pues
tú te ves igual, pero más hermosa de lo que ya eras.
-Tranquilo
vaquero, recuerda que eres como un hermano para mí, o al menos lo fuiste.
¡Oh
no!, su cara se llena de tristeza. Olvidé que tendría que enfrentar esto si la
veía.
-Tranquilo
vaquero, recuerda que eres como un hermano para mí, o al menos lo fuiste. Te
escribí muchas veces. No podría creerte si dijeras que nunca recibiste ninguna
¿Por qué no respondiste?
He
oído hablar sobre muchas cosas en mi vida, y entre otros, del amor verdadero. Siempre
creí que hay alguien en el mundo destinado a estar contigo el resto de tu vida.
Cuando la pelirroja se fue, lo más fácil para mi fue pensar que no era ella
quien debía pasar el resto de su vida a mi lado y la verdad, es que tuve miedo.
Miedo a jamás superarla, que el amor tocara mi puerta mil veces y que yo por
seguir atado a ella, lo dejara pasar.
Pero
esa, la más firme de mis convicciones, sólo se vio reforzada cuando
conocí a la dama en el olvido. No podía detenerme, simplemente no podía dejar de
mirarla, era como la nicotina que necesitas para sentirte bien. Casi como una
obsesión irrefrenable, una adición casi tan buena como al cigarro,
irresistible. Te llena la cabeza de aire y te hincha el corazón. Simplemente no
puedes parar o al menos yo no pude ponerle alto de la forma tan drástica que
ella lo hizo, y con ello, la más valiosa de mis creencias, se vino abajo.
-No
podría creerte si dijeras que nunca recibiste ninguna ¿Por qué no respondiste?
El
eco de sus palabras resuena dentro de mi pecho, contengo un suspiro y le
contesto una mentira para no lastimarla.
-Ya
veo.
Responde
agachando la cabeza
-Ya
veo que sigues siendo igual de cobarde que antes.
-¡¿Qué?!
-Prefieres
mentirme para no lastimarme y con tu mentira me lastimas más.
Es
cierto, la verdad es que sólo sé mentir por egoísmo, no creo que la gente pueda
mentir o hacer cualquier cosa sin ser egoísta.
Éste
es el momento de ser valiente, mírala a los ojos y dile la verdad.
Lo
hago y vuelvo a mentir.
Eres
una basura patética y cobarde.
No
puedo evitarlo, únicamente ver su rostro me pone nervioso. Me siento expuesto y
desolado.
-Es
en serio, nuca recibí ninguna.
Parece
que hoy mi boca sólo se abre para escupir mentiras.
-Ya
no importa –responde consecuentemente. Lo hace para salir de una vez de la
situación incomoda, ella también tiene miedo-
-¿Y
qué has hecho?
-¿A
partir de cuándo?
-De
la última vez que te vi
¿Qué
he hecho? Si lo pienso ¿Que he hecho en estos años? Volverme viejo, enamorarme,
una carrera, trabajar, tener sexo, consumir drogas, enterrar a un viejo amigo,
aprender a manejar, frustrarme y alegrarme por mil cosas; conocer a Poe y lo
más importante de todo: encontrarme entre sueños, bajo una densa capa de
niebla. Pero ¿Qué de todo eso es en realidad algo? Sigo siendo un cobarde, aún
vivo en casa de mi madre, estoy solo, no tengo auto, estoy desempleado, y con
mis mentiras he lastimado a la niña pelirroja ¡¿Qué es lo que he hecho?!
-¿Y
qué has hecho?
-La
verdad, no mucho.
-¿Nada
interesante?
-Mi
vida suele ser aburrida ¿Y tú?
Y
sin embargo está ese sueño constante, esa figura misteriosa que alegóricamente
evoca dolorosas imágenes de mi memoria, a la vez que aviva una pequeña brasa de
esperanza en mi interior que dispersa la niebla y, por algún tiempo, tuve la certeza
de que era real de algún modo. Que nos encontraríamos tal y como lo he visto
tantas veces, pero me he cansado de buscarla.
-Y
por eso es que regresé.
Me
da la impresión de haberme distraído.
-¿En
serio? ¡Que bien!
-No
me estas escuchando, anda ya dime ¿En quién piensas?
-En
nadie.
-Se
me hace que tú también estas enamorado.
No
es amor, sé que no es amor porque ya no lloro por las noches.
Pero
al menos ya sabes que ella si lo está.
-En
serio que no, o no sé, conocí a una tipa muy bonita el otro día, pero no estoy
muy seguro.
-¡Eso
es muy bueno!
A
pesar de serlo, en este momento siento sin temor a confundirme, que a quien
quiero es a la Pelirroja, la quiero a pesar de mis sueños. ¿De que padezco? ¿De
soledad? La niña de las Motitas Rojas o ¿Es nostalgia? La niña pelirroja. O
peor aún ¿Me aferró al recuerdo de un ángel muerto? O lo que más temo, que es
temer, a volver a enamorarme.
-¿Lo
crees?
-Si,
es muy bonito estar enamorado.
-Lo
es.
-Si,
pero también es duro...
Ya
viene la espiga al trigo, no todo podía ser perfecto. Mientras me cuenta alguna
otra historia a la que no pongo atención, noto a través de la ventana que la
lluvia ha pasado. La mujer de mis sueños se ha ido, y en camillas por los
demonios terrenales, son recogidos los ángeles heridos, que en oscuras
ambulancias son llevados a sus lúgubres dominios.
No
me reuní con aquella que me espera por quedarme aquí con la Pelirroja pero ¿qué
importa? Ella hubiera hecho lo mismo de estar en mi situación. Se hubiese
quedado con su propio ángel caído de las navidades pasadas. Ese pensamiento me
lleva a otro, y es que yo tengo cuatro ángeles, el de las navidades pasadas, el
de mis sueños, el ángel muerto y tal vez, la bella niña moteadita, sea mi ángel
salvador y yo, el de ella.
19-
ANSIAS LITÚRGICAS EN VOMITO LIRICO DE FIBRAS TEXTILES
Hace cinco minutos:
Debo ser muy idiota. La mujer de Poe no deja de pedir golosinas, que el
chocolate, que las barras de dulce, la granola, el jamón glaseado. Parece un
hoyo negro, y no deja de traerle cosas. Ya bastante malo es que viniera con su
falda de ballet como para que además se esté parando cada dos minutos. Ahí
viene, con un litro de refresco de naranja y dos kilos de nachos con chocolate.
-Permiso,
permiso… -va pidiendo mientras se abre paso por las butacas, molestando a la
gente sobre las que caen chorros de queso y refresco.
-Hazte
a un lado –me dice restregando su tutú rosa en mi cara.
Finalmente
se sienta, le pasa la basura alimenticia a su mujer y se acomoda.
-¡Te
dije que con doble chocolate! – reclama Polly aventándole la charola encima.
–Anda, ve a que te lo rellenen.
-No
tenías que traer a tu vieja –le reclamo en un murmullo.
-¡¿Qué?!
No iba a venir al cine sólo contigo, eso es de putos.
¡Con
mil cuernos! ¡¿Cómo terminé metido en esto?
Hace 18 horas:
No
puedo dormir… vaya, ni siquiera lo he intentado porque sé que fallaré. Tan sólo
cierre los ojos… apenas deje caer los parpados, lo veré ahí con su smoking
elegante de sombras extendiendo una charola de plata con una variedad de
drogas esnifables multicolericas y salvajes en tonalidades de agresión
verborreica similares a los agrios suspiros de un muerto virgen que pasa de los
40.
Se
reirá de mí, aunque contendrá la carcajada en una sutil sonrisa diabólica, se
reirá de mí. No se necesita ser un pletórico genio platónico azul cargando una
caja de ponzoñosas manzanas verduricas para saber que fallaré. Porque eso
es lo que hago: yo trato; yo fallo.
¡Maldito conejo! ¿Porque eres conejo si eres hijo de perra?
Badum, badum suena el tambor sin poder dormir, y el sol no tardará en salir…
badum, badum se acerca cabalgoso el redoble de tambor.
La oscilosa luna circunferencial asustada se encuentra por el ángel sin alas
que tirado se rasca la panza y no puede dormir. Gritan los lobos y las azucenas
en el oído de fatídicas tuberías inflamatorias que inyectan veneno en la sangre
que corre por debajo del agua del fondo del mar a la vez que la luna agazapada
se esconde tras el manto agujerado de la noche explayada sobre las montañas a
las que inquietas les tiemblan las piernas mientras corren de aquí para allá
sabiendo que el ángel caído de la cama perderá la paciencia por no poder
dormir. Mientras mi hígado transilvergado por piruvicas caídas fluviales baila
y canturrea en su tina de baño encebollada con cebada hepática de orígenes
prehispánicos.
Y el astuto conejo mordaz sigue esperando que trate levantando el auricular,
que el sueño me venza para que con su larga bandeja de polvos mágicos de cuento
infantil me provoque esa alergia que no me deja dormir. Bostezo y
suspiromaniacos incendian de allá para aquí y de aquí para allá tomando tragos,
y canciones de las viejas, van saltando entre las flamerás salamandrinas
ocultas por todo el lugar.
¡Esperen,
esperen! –les digo-, anden todos fuera de mi ombligo, que no tarda en reventar.
Y si revienta, la muerte contenta y sus siseosas serpentinas negras
vendrán con su fiesta a este lugar.
Prematuras
pirañas piratas con los ojos parchados planean hacerse a la mar, una enorme
morsa con sombrero, los escolta.
-¿Cómo
carajo llegué a este lugar?
¡No! ¡No! ¡No! ¡Me he quedado dormido! El conejo maldito bandido en el mundo
real, con sus botones en los ojos ha usurpado mi lugar.
Entonces tres chispeantes cachorros se asoman salpicando fuego, y me van
empujado diciendo: -¡vete, vete, vete, hasta luego! En este lugar no es seguro
estar-. Y tropezando tropiezo. Y cayendo caigo de pie y me levanto. Me rompo
una pierna pero me levanto.
Esto
me esta desquiciando.
Y el moustro que llevo dormido no tardará en despertar perseguido por flamantes
irrumaciones robóticas y repetitivas; reiteradamente señaladas, irrevocables,
irreversibles, irrenovables, irrespetuosas e irresponsables.
Relámpagos resplandecientes jalando de un cordón abren el telón, y en el centro
me encuentro un maniquí femenino con una charola dorada sobre la cual sostiene
un titilante teléfono rojo. En la otra mano sostiene una tetera de la cual la
mención obligada en esta puñetera jalada bebe té.
Entonces
levantando la ceja el Sombrero Loco me dice:-¿Alicia? ¡Pero mírate como has
crecido! ¡Te ha salido pelo por todo el cuerpo!
Me lleva la verga… otra vez confundí la absenta con el té de menta.
Pataleando despierto pegando un pinche puto gemido particularmente homosexual.
Osease desperté gritando como señorita.
-¡Haaaaay, córtenle la cabeza!
Ya, ya bájale a tu escándalo. No me has dejado dormir en toda la noche.
¿He? ¿Tú duermes?
¿Qué esperabas, que te velara el sueño?
No… bueno… soñé algo…
Déjame adivinar: era un hermoso día nublado.
No, no… soñé algo totalmente diferente.
¿En serio?
Si carajo… había un teléfono, una figura femenina… y el teléfono era rojo. ¿Qué
puede significar?
Que Satán va a venir por ti, o que invites a salir a la Pelirroja.
¿Tú
crees?
¡¿Yo que sé?! No me interesa tu vida… ¿y que harás?
Voy a la sala. El teléfono de casa es gris. Me parece recordar que alguna vez
fue blanco pero ahora es gris. Descuelgo y marco. Da tono de llamada y miedo.
Lo siento tan impersonal que más bien siento que estoy fingiendo. Me tiembla el
corazón.
-¡hola! –contesta la Pelirroja. Me tiemblan las piernas.
-Hola… oye, ¿quieres salir hoy, vamos al cine o algo? – me tiembla la voz.
- ¡No puedo! Voy a salir con Elf. –La temblórina se detiene. Me siento tieso,
seco, quebrado.
-¿Elf? -¿qué demonios es un Elf?
-¡Si, el chico del que te hablé! Pero ¿Por qué no sales con la chava de la
tienda? Ya sabes, la de la pecas en la cara. Apuesto a que se la pasan bien.
Ahora:
¿Y como fue que terminaste metido en esto?
-Permiso, permiso – va pidiendo Poe que regresa a la dulcería con su coqueta
faldita rosa llena de queso y naranja.
Déjame en paz ¿quieres? Maldito producto de mi imaginación.
20
– THE COWBOY SONG.
Deséame
suerte.
Salgo
del cuarto, atravieso la casa, la TV esta encendida; parece que están pasando
una vieja película de vaqueros; esquivo los disparos que cruzan la habitación.
Irradiando profundas ondas en ella, dan en las paredes y en los muebles de la
sala. Uno alcanza el florero favorito de mi madre, a la que escucho hablando
por teléfono. Llego a la puerta, tomo la perilla al mismo tiempo que el florero
hecho trozos toca el suelo. Me doy cuenta de que la grabadora también esta
encendida; hay una canción sonando, la melodía se me revela a un agudo, pero
meloso silbido abandonado en el desierto. El estribillo dice: “are you ready
cowboy?”
Cruzo
la puerta cerrándola a mi espalda; frente a mi se abre un vasto mundo estéril y
seco en tonos ocre; los edificios me parecen lejanas montañas de roca caliza y
las calles caminos y veredas de arena.
Doy
un paso para recorrer el mismo camino que recorro a diario que siempre
tiende a ser distinto. Paso por estrecho callejón entre peñascos. Escucho el
cercano aullido de un coyote y salgo a una amplia llanura donde una gran manada
de bisontes busca un poco de pastura entre la tierra ardiente.
Camino
prudentemente entre los animales, hasta encontrar la razón que los mantiene en
el desierto: Un oasis. Me sumerjo hasta las rodillas, alivio el calor mojándome
el rostro y alivio un poco mi soledad sonriendo a la niña de las motitas rojas.
-¡Hola!
-me saluda la niña moteadita
-Hola
-respondo tratando de ocultar mi nerviosismo.
-¡Que
milagrazo! ¿Qué te trae por aquí? –dice sonriéndome la niña moteadita.
Esta
es tu oportunidad, no lo eches a perder.
-Vine
por un jugo.
-Ah...
claro, ¿De qué sabor?
Uva,
me gusta el de uva.
-Naranja
por favor
Maldito
idiota ¿Qué pasa contigo?
Ahora
comienza a sonar esa canción nuevamente. Ese agudo y dulce silbido, mientras
repite incesantemente: “are you ready cowboy?”. ¿De donde proviene la música?;
“are you ready cowboy?”
Parece
surgir de mi cabeza y llegar a todas partes, inundándolo todo, transformando el
oasis en un espejismo. “Are you ready cowboy?”
La
música convierte mis palabras en armas y a ella… en el más bello de los
bisontes, todos.
Su
cabello es el más brillante y su carne parece la más dulce y suave. Lo observo
absorto en mis pensamientos y me intimida su seguro caminar al acercarse.
“Are
you ready cowboy?”
Apunta
vaquero.
Mientras
me cobra me regala una sonrisa de cortesía, de esas que te regalan las personas
que no quieren parecer antipáticas.
Paciencia,
posa suavemente el dedo en el gatillo. “Are you ready cowboy?”
Me
detengo a admirar las pequeñas motitas rojas de su cara al momento de recibir
mi cambio. “Are you ready cowboy?”
Calma,
ya lo has hecho antes. Presiona el gatillo con firmeza y dispara.“Are you ready
cowboy?” Yeah I am ready.
Jalo
suavemente del gatillo con el dedo índice; mis dientes rechinan y una gota de
timidez escurre por mi mejilla; “Tranquilo vaquero, recuerda que eres como un
hermano para mí, o al menos lo fuiste”. Un golpe en el pecho, una oleada de
calor eléctrico, una imagen de la niña pelirroja me distrae. Me precipito. El
tiro sale al aire azuzando a los bisontes que emprenden la pavorosa huida en estampida,
y entre la confusión, desaparece la niña de las motas rojas.
He
errado mi único tiro.
La
música se detiene. Un renovado silbido me alarma. Miro alrededor buscando el
objeto que se aproxima, una bala perdida o, tal vez, un disparo revanchista que,
apuntando a mi corazón, me golpea y falla, pero por poco. El inmenso dolor me
postra. Llevo una mano al pecho herido y con la otra recojo un puñado de arena
que arrojo al viento y lo maldigo. Ahí donde yazgo tendido, la tierra se vuelve
mortecina y entre la podredumbre de mi alma, donde alguna vez estuvo aquella
que sembrara la niña pelirroja, retoña una nueva flor sangrienta.
21
– TESTIMONIOS.
Crack,
PCP, chochos, alcohol, marihuana, pastas, ácidos, ninguna me funciona. Poe se
equivocó en eso. Ninguna calma mi ansiedad como el tabaco. En cambio, estaba
drogándome la otra tarde, como se ha vuelto la costumbre, cuando, revolcándome
sobre las sabanas sucias, percibí un lejano resplandor. Un hermoso resplandor
esmeralda que, comenzando como un pequeño copo de nieve, creció hasta
convertirse en un mar de profundidades insospechadas, de donde surgió una
familia de amables delfines quienes parecían querer decirme algo con unos
chillidos aberrantes; entonces una ola paso sobre ellos y sus chillidos se convirtieron
en agónicos aullidos de miseria. Uno a uno fueron guardando mudez, hasta que el
ultimo, emitió un final grito de dolor antes de ahogarse en el silencio.
Observé
atónito como de entre el oleaje aparecían calcinados los restos de los
simpáticos animales.
Aquí
es donde noto algo muy curioso.
El
techo esta en llamas. El fuego me acaricia el rostro con sus viperinas lenguas
verdes. El sólo pensar en el olor de mi carne quemada, al ver acercarse la
flama, me aterra. Pero el contacto es frío, tanto que me quema de todas formas.
Y grito. Grito a grito mi piel se desvanece desnudando mis entrañas. El frío me
retuerce. Entonces, mientras trato desesperadamente de morir de una vez, me
sorprende una peculiar sensación en la barriga, llevo mis manos podridas al
estomago y me sorprende sentir dentro de el, un peculiar movimiento, como algo
que, buscando refugiarse de las flamas heladas, escarbara dentro de mi. Tomo un
puñado de eso y poniéndolo al alcance de mis ojos descubro, fascinado, que lo
que me provoca esa peculiar sensación de movimiento, no son nada más que
gusanos.
Aquí
es donde el dolor bloquea mi cerebro y caigo desmayado.
Al
fondo y a lo lejos comienzo a escuchar el trinar de aves en mi ventana mientras
un rayo de luz se cuela entre mis párpados; a veces siento, al despertar, que
el sueño es la realidad.
Pues
yo creo que deberías dejas el cigarro.
¿Eso
que tiene que ver con esto?
Nada,
pero se te están poniendo los dientes amarillos y odio eso.
Si,
supongo que a nadie le agrada ver sonreír a alguien de dientes amarillos.
Eso
no importa mucho realmente si piensas a cuantas personas vas a sonreírles.
Solo
a una.
Si
es que la encuentras, y si sigues aferrado a esa idea, nunca la vas a
encontrar.
¡Claro
que si! Mira, en el principio, el mundo estaba poblado de seres que...
Ya
me sé esa historia.
¿Lo
ves? es tan simple, es una cosa llamada destino.
Es
una cosa llamada absurdo.
No,
es una cosa llamada amor verdadero.
Claro,
el amor verdadero existe, pero no de la manera en que tú lo predicas. El amor
verdadero existe en cada sonrisa, en cada mirada y en cada mentira que te digas
a ti mismo cuando estas con alguien, no importa quien. Puedes enamorarte
profunda y verdaderamente de diez personas distintas al día.
Eso
no puede pasar.
Bueno,
tal vez exagero, pero podemos tratar. Al final, el amor verdadero es tuyo y
radica en ti. Por que bien puedes hallar al amor de tu vida en alguien y esa
persona en ti, como puedes hallar al amor de tu vida en alguien y esa persona
el alguien más que no seas tú.
Entonces
no era amor verdadero.
Es
que verdaderamente no existe una cosa llamada así.
Cuando
era niño soñé con un profundo mar esmeralda, y cada gota de ese mar, a los ojos
humanos era idéntica, pero mortales al fin, no podían verlo con el detalle con
que lo vieron los dioses que los crearon, y para ellos cada gota era única y
distinta de las otras. Entonces tomaron aquel mar para darles almas a los
hombres, cogieron cada una de las gotas y las separaron en idénticos iguales
colocando cada mitad en cuerpos diferentes. Por eso, los seres humanos pasamos
la vida buscando nuestro idéntico igual, la otra mitad de esa gota esmeralda. Y
cuando al fin la encontremos, podremos fusionarnos para regresar a aquel mar
del que venimos.
He
escuchado ese cuento por años.
¿Y
aun no lo comprendes?
El
que no lo comprende, eres tú; primero creíste que seria la niña de ojos
almendrados.
Por
algún lado tenia que empezar a buscar.
Luego
pensaste que seria la mujer girasol.
En
verdad creí que era ella.
¡Si!
y ahora es peor, porque estas enamorado de un sueño. ¿Qué más evidencia
necesitas para convencerte?
PRIMER
TESTIMONIO: El Amor Verdadero es Un Consuelo.
¿Qué
pasó con Poe? ¿No se enamoró del amor verdadero y dejo todo lo que tenia por
venir a buscar a una mujer que no tenía lugar para él en su vida?
Si,
pero, tuvo que pasar todo eso para hallar a su idéntico igual; ahora tiene a
Polly.
¿La
mujer que amenaza con abandonarlo todo el tiempo? ¡Es un consuelo!
SEGUNDO
TESTIMONIO: El Amor y La Suerte.
Me
sirvo un par de tragos mientras camino ansioso de un lado a otro, finalmente me
siento junto a un muchacho. Se ve tenso, tiene un montecito de cajetillas
vacías y otro de latas de cerveza vacías a los costados.
-¿Cómo
te llamas?
-¿Yo?
-pregunta inseguro-. Aquí me dicen Gato Viejo y, pues allá también.
-¿Desde
cuando conoces a Poe?
-¿Yo?
-repite inseguro-, desde chavito.
-Pues
si te ves chavo, ¿Qué edad tienes?
-¿Yo?
Inseguro,
inseguro ¡inseguro!
-Tengo
veinticuatro.
-Bueno
y ¿Por qué estás aquí?
-¿Yo?
Si
tú, imbecil ¿Qué sucede contigo? Maldita sea.
-Si,
tú.
-Pues
por Poe. Él nos encuentra a todos y nos reúne a su alrededor. Nos salva, nos
toma de la mano cuando estamos apunto de caer. Ese tipo… es un ángel.
Volteé
a ver a Poe, que continuaba dando palabras de ánimo a Máxima entre sus brazos.
Me devolvió la mirada y se me revelaron un par de alas blancas en su espalda.
Besó tiernamente la frente de Maxi, cambió la dirección de su mirada, yo la
seguí con la mía y las dos se encontraron sobre el oscuro ángel caído que, percatándose
de nuestro escudriño, cerró sus negras alas a la vez que daba un profundo trago
a su cerveza. Tengo que dejar las drogas.
-Él
nos encuentra, te digo, aquí estamos todos los que poco a poco, no hemos ido
quedando solos -terminó de decirme Gato Viejo.
Sus
palabras sólo refuerzan mi idea de que las fiestas de Poe, son más un grupo de
ayuda tipo alcohólicos anónimos.
Miré
a Gato Viejo esperando que comenzara a preguntar sobre mi vida, pero en vez, se
quedó ahí paralizado con una lata en la mano y la mirada en el suelo. Me sentí
eludido e incomodo, entonces recordé las palabras del Vato Pirado y hablé:
-¿Por qué dices eso? ¿Qué fue lo que te pasó a ti?
-¿A
mi?
-Si,
a ti.
-Yo,
pues yo –se detuvo un instante, suspiró y recargando su peso en el respaldo del
sillón, continuó-. Yo, conocí a mi esposa en la secundaria, 14 años tenia yo,
si, y pues me enamoré de ella... llevamos diez años juntos.
¿Que
haces aquí entonces?
-Me
la robé de su casa.
-¡¿A
los 14 años?!
¿Te
das cuenta? si existe. Diez años juntos, por qué se enamoro de ella en la
secundaria, el amor verdadero se da en cualquier momento, pero sólo una vez en
la vida y cuando sucede no importa el mundo alrededor.
-Si.
Nos casamos. Dejamos la escuela y empecé a trabajar. Trabajé en unos pozos
petroleros; me ausentaba de casa por varios meses me iba yo a trabajar. Una vez
me fui por seis, volví yo a casa, y me recibió con la sorpresa: Estaba
embarazada. Ahí se jodio todo.
-Pero,
¿Pero por qué? Si tú la amabas.
-Todavía.
-¿Cuál
es el problema entonces?
-Cuando
volví, ella apenas tenia tres meses de embarazo.
-¡Ah!
coño... ¿Y qué pasó?
-Nada,
no tuve valor para reclamarle. Vino el hijo, una niña; acaba de cumplir nueve
años -decía a la vez que me mostraba una foto en su cartera y comenzaba a experimentar
una serie de espasmos de rabia-. Es una nena encantadora, la quiero como a mi
hija ¡Es mi hija! Yo la crié, le he dado todo, sin embargo, veo sus ojos y veo
los ojos de su padre, su sonrisa y veo la sonrisa del bastardo, la oigo reír y
escucho la risa burlona del maldito al que se entregó mi esposa. Miro a mi
mujer ¡Y la imagino revolcándose con el primero que toque a la puerta en mis
ausencias!, huelo el sudor de otros brazos cada que la tengo en los míos. La
beso ¡Y saboreo su traición!
Se
detuvo.
-¿Por
qué no la dejaste?
-No
sé muy bien. Porque temía que mi familia supiera que la persona por la que dejé
todo es una puta; porque no quise oír a mis padres diciendo: “te lo dije”.
Porque a pesar de todo, la amo… o, por la niña. No existe cosa en el mundo que
desee más que tener un hijo de esa mujer, pero en el parto tuvo una serie de
complicaciones, no podrá darme más hijos que esa pequeña bastarda.
Detuvo
su relato y por primera vez en toda la charla, volteó a verme.
-¿Qué
hay de ti, por qué estas aquí?
-Porque
me enamore y un día, se acabo.
-Tuviste
suerte.
-Que
mal concepto tienes de la suerte.
-A
ver dime ¿Aún recuerdas el olor de su cabello?
-Si.
-¿El
sabor de sus labios?
-Pues
si.
-Sólo
imagina que ahora saben al semen de tu peor enemigo, y comenzaras a vislumbrar
lo que yo siento. Llevo diez años trabajando para mantener a la hija de otro
hombre, diez años saboreando el semen de otro hombre en los labios de mi
esposa. Diez años oliéndolo en su cabello. ¡¿Sabes cual es el verdadero problema
en todo esto?!
-No.
-Estoy
enamorado. Tuviste suerte.
TERCER
TESTIMONIO: El Amor y Soledad.
Seguía
pensando en Polly, Poe y Adam. Me preguntaba varias cosas al respecto y deducía
mil conjeturas cuando, recogiendo un pedazo de pizza del piso, escuché la
conversación que mantenían dos de los invitados. Uno, el primero, que era
moreno de baja estatura, pero bien parecido, con una mirada triste, le decía al
segundo, al que todos llamaban Bicho, aunque nunca supe por que –
Mi mujer esta en engorda.
-¿Qué
esperas para ponerla a dieta?
-No,
es que, mi mujer esta en engorda de nueve meses.
-¡Ah!
¿Qué esperas para ponerla a dieta?
-No
se puede idiota, esta embarazada.
-¡Ah!
¿Otra vez? ¿Qué esperas para desembarazarla?
-No,
esta vez no. Bueno, aún no es seguro, lo que pasa es que tiene un retraso de
dos meses.
-¡Ah!
Entonces cuando llegue a los seis podrás comenzar a preocuparte.
-No,
no, no, si esta en cinta esta vez lo vamos a tener, ya cometimos el error dos
veces antes, esta vez no.
-¿Cuál
error? A ver wey, ¿Qué edad tienes?
-Diecinueve.
-¿Qué
estudios tienes?
-Acabo
de entrar a la prepa.
-¡¿Ya
vez?! Tu vida está bastante mal como para empeorarla.
-No,
eso no importa, yo trabajo y Soledad también puede trabajar.
-Trabajas
en el negocio de tu padre imbécil, y ella ya tiene dos hijas ¿Te vas a poner a
trabajar para mantenerlas?
-Si,
eso no, no importa. Las niñas ya me dicen papá.
-Claro,
supongo que ganas suficiente como para darles de comer, darles estudios, casa,
ropa y detalles como esos.
-No,
pero eso se arregla.
-¿Y
tu vicio?
-Ya
no voy a tomar.
-Le
debes dinero a todo el mundo por el alcohol.
-Si
por eso es que te digo que ya lo voy a dejar. Mira, mira, todo eso no importa,
lo que importa es que ella y yo podamos estar juntos, realizarnos como pareja.
Ella me ha dado un amor muy sincero, muy sincero. Porque mira, cuando yo tenia
la herencia de mi padre, tú sabes que yo tenia varo.
-No
mucho pero si.
-Pues
si, yo tenía dinero, vivía con mi padre y no me faltaba nada. Tuve una novia,
Alegra se llamaba o se llama, quién sabe, pero ¡Guapísima! no creo haber tenido
alguna chava tan guapa como aquella y yo, yo la quería un chingo, pero así,
así, ¡un chingo! Te juro que yo estaba así, así...
Cada
vez que decía, “así”, abría los brazos como aleteando. No más ángeles por
favor, no más, pensaba yo con la rebanada de pizza en la mano.
-Bien
clavado con esa niña. Así que al taradote de tu amigo, en una de sus
pendejadas, se me ocurre decirle: “¿Y si te robo?” y ella me dijo: “Pues
vamonos”, entonces yo me sentí presionado por la herencia, por mi padre,
por el trabajo.
-Hiciste
bien.
-¿Cómo
que bien? Fui un idiota.
-Ni
tanto. Hubo un tiempo en que yo no tuve nada más que el amor de alguien y sin
nada que perder le dije: “¿Y si te robo?”, y ella, se sintió presionada por sus
padres, por la sociedad y demás cosas, le pesaron más sus comodidades que el
amor que decía tener por mi, pero ¿Sabes qué? Hizo bien.
-Cuando
no tienes nada es cuando menos presionado te sientes a hacer las cosas ¿verdad?
O
cuando lo tienes todo, tristemente ese no fue nuestro caso ¿Y que paso con
ella?
-Ella…
pues… llegó un tipo, chaparro, negro, feo y sin dinero y se la llevó.
-Al
menos tuvo más valor que tú.
-Por
eso te digo, que nada de eso importa. Soledad me ha demostrado que no le importa
que me haya quedado sin dinero. Por que ella sabe que yo tenía una herencia.
Ella me conoció cuando aún tenía billete. Y ella me ha dicho, me ha dicho:
“Kurko, no me importa que no puedas ofrecerme nada mientras estés conmigo”, por
eso te digo, ella me ha dado un amor, muy sincero, muy sincero. Mira, si yo me
hubiera ido con mi ex novia, nunca te hubiera conocido a ti, ni a Poe, ni a
Mandy, ni a nadie de ustedes; probablemente ya tendría un hijo y por eso te
digo que Soledad me ha dado un amor muy sincero, muy puro. Una vez platicando,
como ya hemos abortado dos veces, me dijo que si no podía darme hijos, me iba a
dejar, por que ella quiere que yo me realice como padre. Aquí es donde yo debo
decirle que eso no importa ¡Pero ni madre! ¡Si me importa! y si no puedo tener
hijos con ella, la voy a dejar. Por eso, si viene el niño bienvenido.
-Dime
¿El hijo que vas a tener con Soledad, no hubieras preferirlo tenerlo con
Alegra?
CUARTO
TESTIMONIO: Aquí es donde despierto.
Soy
un hombre de costumbres, todas ellas, malas. Perezosamente despego mi rostro de
la babeada almohada, me paro frente al espejo. Me rasuro y fumo mientras
hablamos.
¿Vas
a salir?
¿Se
nota?
No.
Pero como sales todos los días, supongo que hoy también lo harás.
Voy
a salir.
¿Y
a dónde vamos?
Voy...
al mismo lugar de siempre.
¿Hoy
también?
Exacto.
Que perceptivo.
¡Oh!
No es posible. ¿En verdad crees en todas esas estupideces románticas de tus
sueños?
Soy
un hombre muy supersticioso.
Mira,
un hombre como tú, debe tener a una mujer como tú. Búscate a una fea, a una
gorda, a una deforme ¡O a una ciega!
Voy
a buscarme algo mejor – Digo mientras me pongo un pantalón blanco. Busco una
camiseta bajo la cama. No esta aquí. Escupo sobre la alfombra, me levanto y
busco en el baño, tengo sed, no, no hay tiempo; el día esta muy nublado, si no
llego en el momento exacto, nunca la encontrare. La he buscado por mucho
tiempo, tal vez el problema es que siempre vuelvo a buscarla al mismo lugar.
Entonces se me ocurre mirar en una cajonera – ¡Aquí está!– encuentro la
camiseta bajo algunos cuantos temores de los que nunca me deshice.
Pantalón
blanco, playera blanca, ¿Dónde diablos están mis tenis blancos? La ultima vez
que los vi estaban en... ¡Ah! es cierto, nuca he tenido tenis blancos. No
importa, me pongo los negros.
¿Cómo
vas a combinar eso?
Buen
punto. Tomo mi gabardina negra, me pongo unos lentes oscuros y me echo una
última mirada en el espejo.
Mi
tez blanca y mi largo cabellos oscuro, se combinan armónicamente con mi
atuendo. Soy delgado, pero marcado, no soy atractivo, más disto mucho de ser
feo; más bien me hallo... interesante. Admiro mis tatuajes ¿Tatuajes? No
recuerdo haberme hecho tatuajes. No importa, se ven bien.
Deséame
suerte.
Salgo
del cuarto; atravieso la casa. La TV esta encendida. Parece que están pasando
una vieja película de vaqueros. Escucho disparos. Escucho también a mi madre
hablando por teléfono. Llego a la puerta y me doy cuenta de que la grabadora
también esta encendida, hay una canción sonando, y dice: “are you ready
cowboy?”.
Cruzo
la puerta cerrándola tras de mi. Al frente pasa un auto a gran velocidad, mi
cabello y la gabardina ondean con el viento que levanta. Doy tres pasos y piso
un charco.
Recorro
el mismo camino que recorro a diario.
Paso
por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que
cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña tienda en donde me detengo a
comprar cigarros. Ya no fumo ¿Entonces a que me detengo?
Rápido,
busca un pretexto.
¡Sed!
Es cierto, tengo sed.
Entro
a comprar un jugo.
-¡Hola!
-me saluda la niña de las motitas rojas.
-Hola...
-respondo tratando de ocultar mi nerviosismo.
-¡Que
milagrazo! ¿Qué te trae por aquí? –dice sonriéndome la niña moteadita.
Esta
es tu oportunidad, no lo eches a perder.
-Vine
por un jugo.
Inseguro,
inseguro ¡inseguro!
-Ah...
Claro, ¿De qué sabor?
Uva,
me gusta el de uva.
-Naranja
por favor.
Maldito
idiota ¿Qué pasa contigo?
Mientras
me cobra me regala una sonrisa de cortesía, de esas que te regalan las personas
que no quieren parecer antipáticas y, me detengo a admirar las pequeñas motitas
rojas de su cara al momento de recibir mi cambio.
Rápido,
piensa en algo inteligente que decir. Aún no estas perdido.
-Sé
que me desaparecí unas semanas, pero aun me gustaría invitarte a conocer la
ciudad.
-¡Ay!
Que lindo -responde cerrando los ojos a la vez que menea la cabeza y sonríe.
Esta vez es una sonrisa genuina, de esas que te brincan a la cara y a golpes,
te obligan a sonreír.
Me
encanta, es bella, es linda, es agradable. En este momento no sé que hago, si
renuncio a la búsqueda del amor verdadero o en vez, le estoy dando una
oportunidad.
-Me
encantaría.
El
mirarla, el oír su voz, me provoca una fuerte presión en el pecho. Siento que
se avecina un ataque luminoso, una oleada de shocks eléctricos.
-Eres
muy lindo, pero ya estoy saliendo con un chico y no creo que sea correcto. ¿Si
me entiendes?
Me
da la sensación de haber soñado esto antes.
Un
fragmento de historia que se repite. El amor verdadero no es algo agradable; te
escupe a la cara dolorosos momentos de cuando tenías cinco años. Nuevamente
siento aquella rosa en mis manos; la aprieto conteniendo mi rabia.
-Si.
Claro. Éste… ¿Mi jugo?
-Lo
tienes en la mano tonto.
-Ah…
cierto, pues… este… permiso -doy media vuelta derrotado, entonces, estira su
mano y me toma del hombro.
-¡Espera!
Mi
corazón da un salto. Levanto el rostro y sonrió tímidamente.
-¡¿Si?!
-Quítate
esos lentes ¿A quién quieres impresionar?
22
– LA FABULA DE LA PRINCESA POLIMORFA.
“Princesa
polimorfa, creadora de ilusiones, bella flor entre los dioses.
Amante
de la muerte, madre de mis miedos,
que
me besas, que me abrazas, mientras lloro entre tus dedos”.
- Tu caso
es como el de la Princesa Poliforma –me decía Poe, mientras hurgando dentro de
un cajón buscaba una peluca rosa.
-
¿Poliforma?
- Si.
Poliforma.
- Querrás
decir polimorfa.
-
Poliforma. Que posee muchas formas.
- Eso, se
dice polimorfa.
- La idea
es esa –agregó paseándose de un lado a otro de la habitación. Sacó una
minifalda y unas zapatillas color rosa pastel del closet.
- Y ¿qué
opina tu esposa de que uses su ropa?
- ¿Esto?
–respondió entallándose la falda-. Es mío. Pero no quieras evadir la
conversación, tu caso es como el de la Princesa de muchas formas.
- No la
conozco.
- ¿No?
Esa princesa de los bosques, que tenia la habilidad de tomar la imagen de lo
que se le antojase y eso ¿No la conoces?
- Ya dije
que no.
- Bueno,
esta hada princesa del bosque estaba enamorada de un príncipe o algún sujeto
así ¿Me pasas las medias?
- ¿Las
rosas?
- ¿Qué
crees que soy? ¿Una prostituta o algo así? No, dame las negras. Pero como en
toda buena historia éste wey, estaba enamorado de alguien más. No sé, alguna
otra princesa, un hada o un travesti de la quinta avenida.
- Te
sientes con suerte.
- No
jodas. Así que la princesa poliforma.
-
Polimorfa.
- Ella,
así que ella, se transformaba en un montón de cosas para llamar su atención; en
un arcoiris, cuando él estaba con el travestido contemplando el atardecer bajo
un árbol, o en un majestuoso cisne blanco, cuando estaban nadando en el lago, o
en roció matinal, para refrescarlo del caluroso amanecer, o en una mariposa
reina cuando el príncipe besaba a su amante bajo la luna y cosas de esas ¿Cómo
me veo? –preguntó.
Zapatillas
rosas, medias negras, minifalda rosa, me encanta su chamarra de cuero, la
peluca...
- Te
falta lápiz labial.
- Eso es
para homosexuales.
- Siendo
así, te ves bien.
-
Gracias. Finalmente un día, el Príncipe fue en búsqueda de la flor más rara y
bella del reino: una rosa blanca. La buscó en todo el país, a través de bosques
brumosos y estepas desiertas, cruzó las fronteras del reino sin encontrar nada.
Entonces derrotado, volvió a su castillo y la princesa polimorfa al verlo, tomó
la forma de la más grande y bella rosa blanca que jamás se viese. Pensando que
de esa manera, finalmente él se fijaría en ella. Así fue. Admirado tomó la flor
y, cortándola por el tallo, se la obsequió a su amante. La Princesa Polimorfa,
se quedó sola y herida.
- Te
encantan los finales felices.
-
Aguanta, aun no término. La Polimorfa se quedó ahí, con la forma de un tallo
roto durante largo tiempo, pensando en que nadie podría amarla, llegó el otoño,
pasó el invierno y así, finalmente, con el primer amanecer de la primavera,
retoñó, nuevamente, la hermosa rosa blanca. Delgada, suave, fresca, ¡bella! y
aconteció entonces, que pasaba por ahí, un joven príncipe, al que llamaremos,
el Príncipe del Guisante.
- ¿Por
qué del guisante?
- Porque
me encantan los finales felices. Pasaba entonces, como distraído, el Príncipe
del Guisante, cuando el dulce aroma de la rosa llamó su atención y al ver lo
hermosa que era la diosa polimorfa, se enamoró de ella. Y fin.
-
¡¿Quieres decir que soy como una delicada flor al viento, a la espera de mi
princesa?!
- No. Más
bien quiero decir, que eres como una lagartija a la que le cortaron la cola.
Así que, si te interesa ¿Cómo le dices?
- La niña
de las motitas rojas.
- Si te
interesa, es porque ya te creció la cola. Alégrate por eso, ¡¿Qué importa si sale
con alguien más?! Nunca dijo que fuera su novio, no estas fuera del juego. No
pierdas el animo, olvídate de esperar princesas, mejor, vamos a jotear un rato,
es más divertido.
- No
gracias, debo llevarle sus cervezas a mi madre, ya ha de estar desesperada.
- Una
pena. La moraleja es, los sentimientos, son como los brazos y las piernas, si
te los cortan, vuelven a crecer. Y si no es cierto, debería serlo.
23
– ALL ABOUT ADAM
Fui
al mirador la otra tarde, fue realmente bello. Un atardecer como el que pocas
veces uno se toma la molestia de atender, simplemente bello. Estaba en lo mío,
tonteando un poco en mis pensamientos, respirando el aire puro, cuando escucho
violincillos en los callejones, flautas en las azoteas donde los amantes
furtivos se esconden de sus padres.
Siento
un extraño palpitar de corazón bajo el pecho, como si el sol brillara sólo para
iluminarme, sólo para calentar mi rostro, y el viento soplase sólo para
acariciarme. Extiendo las alas y, cuando estoy a punto de brincar, a un último
paso de dejarme caer y aletear sobre la ciudad, me da miedo.
Ahí
donde las parejas se abrazan y se besan, donde voy a consolarme con la
felicidad ajena, ahí, por tonta casualidad encuentro entre los amantes a la
culpable de mis últimos suspiros: A la mujer que le arrebató la mitad de la
belleza al mundo. ¡Oh! los violincillos ¡Oh! las flautas y los tambores ¡Oh! el
musical canto de las mariposas. Entonces teniéndola a diez pasos de mí frente a
las bellas montañas, bajo las alegres gaviotas, la encontré inalcanzable lejana
y ausente, casi intangible como las fotografías ¡Tan majestuosa me pareció
entonces!
MÁXIMA:
Es un estúpido patán engreído, lo único que le interesa es meterse entre tus
sabanas una noche y finito, ni siquiera se queda al desayuno ¡Ah! Y no esperes
recibir una llamada, porque no pasará. ¡Pero lo hace con tanta clase! ¡Y tiene
tanto carisma! Que no importa cuantas veces lo haga, una siempre quiere más de
él.
FLOR:
¡Guau! A ese hombre le sobran como tres metros de... personalidad...
LA
RATA: ¡Que buen sexo!
POLLY:
Es un sueño, voy a huir con él.
HAMTARA:
Terminé con mi novio nomás para andar con él y nunca volvió a llamar. No
importa, sé donde vive.
LONDON:
Mitad caballero, mitad trovador y embustero, todo un encanto.
EL
ECO: Ese loco. Mi novia no quería aflojar conmigo, pero con ese wey no
encontraba momento para dejar de embarrársele
MANDY:
Escuché que se tiró a su propia prima. ¿Te imaginas? ¡Que envidia!
EL
VATO PIRADO: Si tú deseas algo, siempre habrá alguien que también lo desee.
BICHO:
Sólo se que trabaja en una fabrica de hielo.
KURKO:
Es el tipo más carismático que conozco, mi mujer lleva meses insistiendo en que
lo invite a cenar a la casa. Nada más lo vio una vez de lejos, y él, estaba
vomitando, hasta para eso tiene estilo.
CAMELLO:
A mi no me da confianza, si tira buen coto y todo, pero da la impresión de que
siempre te esta estudiando, como para saber de que lado cojeas.
POE:
– Olvídala.
-¿Pero
por qué? Tú mismo dijiste que no me diera por vencido, igual, sólo estaban
dando un paseo, aún no estoy fuera del juego.
-No
es por hacerte menos, pero para que le bajes una mujer a él... ¡Olvídala
-¡No
manches! El cabrón no está tan rostro ¿Qué tiene el que yo no?
-Este...
por orden alfabético: Autoestima, carácter, carisma, cuerpo atlético, estilo,
gracia, personalidad... ¡Ah! Y un empleo.
-¿En
una fabrica de hielo?
-Es
como ir al gimnasio ¡Y le pagan!
-¿Qué
más?
-Olvídala,
honestamente es mucho para ti
-No
lo entiendes ¿verdad? Ella realmente me interesa. Por lo que sé de ese tipo, no
creo que a él le importe ella.
-Tienes
razón, ahí esta ¡Mejor espera a que la deje!
-¡¿Cómo,
esperas que permita que ese imbécil la utilice como un… un vil objeto?!
-Mira,
la usará como a se le antoje ¿Y sabes por qué? Porque puede. Adam no es
cualquier ligador, si existiera una ciencia que estudiase el harte del cortejo,
él seria el creador de la metodología.
-Si
el puede aplicar una metodología yo también, sólo tienes que enseñarme.
-¿Yo?
-Claro,
tú lo sabes todo ¡¿No?!
-Imbécil.
Mira, sólo hay una persona que puede enseñarte lo más aproximado al método para
cortejar: El Oscuro Ángel Caído.
-¡¿Él?!
Pero si no puede ligarse a una prostituta ni ofreciéndole dinero.
-Le
falta actitud, pero si pretendes competir con Adam, sólo él puede prepararte
para que des pelea, porque hasta eso, no creo que le ganes la niña a Adam. El
Ángel Caído es el segundo mejor en el arte del cortejo.
-¿Y
quien es el mejor?
-Adam.
N)
EL OSCURO ANGEL CAIDO.
-¿Así
que quieres bajarle la novia a Adam?
-Si...
algo como eso.
-Mi
consejo es...
-¿Si?
¿Si?
-Olvídala.
Fui
al mirador la otra tarde, fue realmente doloroso. Un atardecer como pocas veces
doloroso. Estaba en lo mío, tonteando un poco en mis pensamientos, respirando
el aire contaminado, cuando escucho violincillos en los callejones, flautas en
las azoteas donde los amantes furtivos dan libertad a su depravada lujuria a
escondidas de sus padres. Siento una aguda punzada en el corazón bajo el pecho;
como si el sol brillara sólo para lastimarme, solo para abofetear mi rostro, y
el viento soplase sólo para molestarme. Extiendo las alas y, cuando estoy a
punto de brincar, a un sólo paso de dejarme caer a la oscuridad, me da miedo.
Ahí
donde las parejas se abrazan y se besan, donde voy a consolarme con la
felicidad ajena; ahí, por tonta casualidad encuentro entre los amantes a la
culpable de mis últimos suspiros; A la niña moteadita. ¡Oh! Los violincillos
¡Oh! Las flautas y los tambores ¡Oh! El musical canto de las abejas.
Entonces, teniéndola a diez pasos de mi, frente a las bellas montañas, bajo las
indiferentes gaviotas, la encontré inalcanzable, lejana y ausente, casi
intangible como las fotografías ¡Tan majestuosa me pareció entonces! porque a
pesar de todo lo anterior, entre los brazos de ella… estaba Adam.
24
– TEORIA DEL METODO
Primero
que nada –decía el Oscuro Ángel Caído- hay que establecer el fin último de las
cosas, esto es, que es lo que buscas conseguir con lo que estas haciendo.
Debemos tener cuidado de no confundirlo con nuestro objetivo. Éste, es aquello
que queremos alcanzar; el fin ultimo de las cosas, es aquello que nos impulsa a
alcanzarlo. Para establecerlo debes someterte a un análisis detallado,
escudriñar dentro de ti mismo en los lugares más recónditos y olvidados de tu
pensar y tu sentir; al punto en que éstas partes, que generalmente encontramos
contradictorias dentro de nuestro fuero, actúen concordé una con la otra. Por
ejemplo, tomemos el caso de un deportista, el sujeto en cuestión quiere ser
campeón del mundo ¿Por qué? Por arrogancia claro; el ser coronado el campeón
mundial, significa, aunque sea falso, que no hay nadie mejor que él en el campo
que practica. Ahora, llevemos esta situación a nuestra cotidianidad: una
señorita en su clase de preparatoria se pone celosa de la rubia de estrecha cintura
que trae locos a todos los varones del lugar ¿Por qué? Simple, por envidia.
Aunque lo niegue, aunque diga que para ella ese compartimiento es ofensivo para
las féminas, dentro de si, desea ser ella la que se lleve los halagos y a los
chicos. Eso es fácil de adivinar, uno siempre detesta lo que desea ser, pero no
puede. ¿Quieres un ejemplo? Cuando un pueblo se levanta en armas y derroca al
tirano; al tomar el poder, se convierten en lo mismo contra lo que lucharon. Es
tan irónico, que hasta resulta trágico. La envidia, es siempre la forma más
pura de admiración. Pero ahora que me he explicado, volvamos a establecer cual
es el fin ultimo de nuestra causa, el objetivo desde luego, es la chica. Pero
¿Por qué lo haces?
-¿Por
qué lo hago? pues porque me gusta la tipa
-¡Claro!
Y que bueno que lo mencionas. El fin verdadero de situaciones como ésta, es
desde luego el sexo; más allá de los sentimientos y los complejos razonamientos
humanos, el fin último es el sexo. Es el llevar el instinto al placer, sólo
para poder continuar la especie, sin embargo, no es a esto a lo que me refería,
sino a establecer el porque de tu gusto hacia ella, más allá de la simple
atracción. Restarle un poco de poder a ella en este momento y saber dentro de
ti, por qué quieres tener una pareja; por simple y verdadera atracción, por
soledad ó por costumbre.
-No
entiendo.
-Es
muy claro. Déjame tratar de explicarte. Si tu interés en ella fuese simple
atracción, la verías pasar por la calle y dirías “En esa cola si me formo”, ó
en su defecto “Que mujer más guapa” y seguirías tu camino. A esto entran otros
factores, como el por qué te parece atractiva, pero ese asunto no nos importa.
El segundo punto es cuando, como en tu caso, estás saliendo de una depresión
post romance y ya tienes lugar en la cabeza para pensar en otras mujeres además
de aquella, pero aun extrañas un par de brazos donde acurrucarte. En casos como
estos, terminas enamorándote de la primera que se te ponga enfrente. En el
tercer caso, pues, hay gente que se acostumbra tanto a estar con alguien, que
cuando se queda solo, de inmediato busca un reemplazo aunque no tenga
sentimientos hacia él. Así que dime entonces ¿cuál es tu fin último en este
asunto?
Lo
primero que recuerdo es el calor del abrazo de aquella, de la innombrable. Y
después, a la niña moteadita, la mujer más bella que he visto en mi vida. Luego
pienso en Adam, en como, por un instante, mientras hablábamos, quise ser como
él: poder tomar una mujer como si tomara un refresco; hoy me apetece sabor
manzana, pero mañana probare el sabor de la mujer de Poe. Luego pienso de nuevo
en el rostro de Moteadita y digo: “Si fuese como Adam, podría tener a la mujer
más bella que he visto en mi vida sin inmutarme”. Recuerdo el calor del abrazo
de la innombrable y digo: “Si fuese como Adam, podría tener el calor de aquél
abrazo en los brazos de la niña de las motitas rojas”. Soy un envidioso
solitario y lo único que deseo en el fondo, es deshacerme de eso. Pero me da
miedo descubrir mi egoísmo y miento.
-Sólo
me gusta.
-Que
mala mentira, pero está bien, eres un buen egoísta -me dice el Ángel Caído con
una sonrisa.
Al
verme descubierto lo admito para salir del paso.
-Me
siento solo. ¿Ésta bien? ¿Ahora me dirás que no debo abusar de los sentimientos
de Moteadita y que mejor se la deje a alguien que la valore de verdad?
-No.
¿Por qué habría de hacer eso? Aquí nadie es inocente: tú, ella, Adam, incluso
yo al ayudarte. Todos estamos buscando algo, aunque sea, como es en mi caso,
quitarme esta ansiedad de la nuca que me fastidia al pensar que le quieres
bajar la novia a Adam y no puedes. En el fondo todos actuamos por egoísmo.
Bien,
ahora que sabemos que lo haces porque te sientes solo y eres un patético
perdedor, déjame aconsejarte que te busques otra persona, cualquiera es un buen
reemplazo y ésta que has escogido, pues, con Adam de por medio, es difícil que
consigas algo.
-Ésta
bien, también lo hago un poco por rabia, otro poco por pundonor -admito
evitando ver el rostro del Ángel Caído-. Moteadita es lo más bello que he visto
en mi vida. Si consigo que ella esté conmigo, si logro que se enamore de mí,
podré, no sólo deshacerme de la soledad que me desespera por las noches, sino a
su vez, reivindicaré mi vanidad y mi autoestima.
El
Ángel Caído me observa con un poco de lastima y otro poco con placer, como el
que sabe que se va a divertir a carcajadas a las costillas de alguien.
-¡Bien!
Ahora entiendo. Una vez que establecimos el fin ultimo de las cosas, ya no
importa. Sólo hay que tratar de no olvidarlo en el camino, eso podría perderte
y el resultado seria infructuoso e innecesario dolor. Ahora debemos pasar a
hablar de los sentimientos ¿Qué son?
-He...
Pues, no sé, un sentimiento ¿No?
-El
real diccionario de la lengua nos dice: “Sentimiento: Estado afectivo”. Es
decir que no nos resuelve nada. Según mi propia apreciación, el sentimiento, es
una percepción afectiva. Esta percepción, como el resto, las creamos a través
de los sentidos. Mira, el corazón es un músculo –me dice- que se dedica a
irrigar sangre al resto del cuerpo.
Esto
lo había escuchado antes, -me digo. Tal vez lo soñé, o tal vez es de nuevo mi
deja vu.
-El
músculo encargado de los sentimientos seria el cerebro -prosigue el ángel de
alas rotas-, aunque esto también es falso. Comencemos por decir que en el
cerebro se da algo conocido como la mente. Es en ella donde se dan los
sentimientos. La mente en si, no son nada más que impulsos eléctricos, que por
alguno de los misterios de la vida, son nuestra conciencia y todas las demás
marañas que ella encierra. Incluyendo, nuestras percepciones. Ahora bien ¿Qué
es lo que nos condiciona a percibir de cierta o incierta manera? El contexto
claro. Culturalmente, de manera increíblemente sencilla y misteriosa, con el
devenir de las cosas, aprendemos que ciertos gestos significan algo: como reír.
Y por gestos como este, entendemos, sin darnos cuenta, cuando una situación es
incomoda o propicia para nosotros y quienes nos rodean. Por el significado que
culturalmente la sociedad nos ha condicionado a saber de una mirada, entendemos
si le atraemos a alguien o no, sin tener que cruzar palabra con esa persona. Y
así funciona el mundo de los egoístas, todos se miran, todos se sonríen, pero
nadie se compromete a nada. Todo mundo entiende lo que se dice sin decir; pero
nadie puede reclamar o exigir nada, porque sin usar las palabras, es como si no
se hubiese dicho nada.
-¿Entonces
debo decir las cosas con palabras o cómo?
-Mas
claro que con palabras ni el agua, pero no. Debes aprender a decirlo todo, sin
decir una sola palabra. Aprender a leer entre líneas, a entender el significado
del tono de voz, entre otras cosas. Aquí es donde verdaderamente empieza el
arte del cortejo. Todos entendemos, sin siquiera darnos cuenta de que lo
hacemos, cada una de las señales que se nos dan. Lo que hay que hacer entonces,
es no ignorarlas y aprender a leer su literal significado. Para esto, hay dos
cosas básicas que debes entender; primero: en el fondo, todos los hombres
llevamos un albañil dentro. Lo segundo: en el fondo, todas las mujeres llevan
una bailarina exótica que quiere un albañil dentro. Esto quiere decir: ambos
somos animales impulsados por el instinto. Una vez dejando en claro esto,
volvamos con el sentimiento. Como te he dicho antes, los sentimientos son
percepciones. Ese sentimiento de enamoramiento que uno siente de repente en un
café por una persona, es nada más que una burda percepción. Nadie esta exento
de esto. Éste sentimiento puede provocarlo cualquiera en cualquier momento, a
cualquier persona. Se da de pronto, de forma natural. Es lo que la gente
comúnmente llama química. El misterio radica en como hacer que esa química se
dé. Para ello hay que entender un poco el complejo acto del cortejo humano, que
si es visto por debajo de toda ese rollo romántico, es muy simple. Tenemos algo
tan sencillo como el macho Alfa dominante y la hembra Beta dominante. Todas las
hembras buscan aparearse con el macho dominante, así como todos los machos
buscan hacerlo con la hembra dominante. Esto les asegura una buena herencia
genética para sus crías. Claro que al no poder cada hembra, ni cada macho,
aparearse con los dominantes, tienden a aparearse con lo segundito mejor. En
términos humanos, es simple: La chica popular, saldrá con el chico popular, y
las amigas de ésta con los amigos de éste, la dama y su cortejo. Es una
cuestión de roles cuyo estudio no nos concierne en este momento. Pero bueno,
aquí llega lo más interesante de este asunto ¿Cómo es posible que gente fea
pueda andar con gente hermosa?
-Eehh...
hay gustos para todos. En gustos se rompen géneros, no sé.
-No,
no, no. Estas chavo, chavo. Todo eso es estúpido. Nadie quiere estar con
alguien feo. Por el asunto aquel del macho alfa todo mundo busca andar con
alguien más atractivo que uno mismo o en segundo caso, de su mismo nivel de
atractivo.
¿Esto
de que modo se mide?
En
los ojos de los demás. Si tu rededor te considera atractivo, es porque lo
eres. El truco aquí, es ser atractivo. Para lograr esto, únicamente hay
un camino, hacer mucho ejercicio y ponerte mamey y musculoso. Ahora bien, como
tristemente no todos tienen el privilegio ó la voluntad de poder hacerlo, está
la opción B, la cual es, hacer trampa.
La
seguridad en uno mismo es la clave. Si tú te crees atractivo, pero sabes que no
lo eres, estas perdido. Si crees que no eres atractivo, pero sabes que lo eres,
puedes explotarlo.
El
caso concreto aquí, es parecerle atractivo sólo a la persona en cuestión, a
nuestra victima. Para ello como decía, debes tener seguridad, quizás no de ser
atractivo, pero si de que ella te hallará así. La seguridad puedes obtenerla de
tres maneras, por el físico, por el carácter de tu ánimo, o por la solvencia
económica. Si logras combinar las tres lo has logrado... pero en tu caso, creo
que tendremos que confiar en el carácter de tu animo. Te decía, para tomarlo
como ejemplo ¿Cómo hace gente fea para estar con gente bella? Pues te decía
entonces, al no tener el físico, han de tener mucha plata o deben ser muy
agradables. Y sobre todo, seguros. Si te acercas con seguridad, en la mente de
la victima pasara algo parecido a: “si se siente tan seguro de su atractivo, es
porque debe ser atractivo”. Éste carácter de ánimo, lo desarrolla la gente, en
menor o mayor grado, sin darse cuenta a lo largo de su vida. También estamos
quienes en cambio, no lo desarrollamos. Por suerte para nosotros, algunos
sociólogos, comunicólogos y psicólogos ociosos, se detuvieron a observar la
complejidad de este asunto, y lo pusieron en términos que parecen un simple
juego de astucia. Para aquellos quienes no son guapos, sentirse atractivo, no
va más allá de sus capacidades reales. Para aquellos que no son, ni se sienten
atractivos, aparentar sentirse atractivo, es una cuestión difícil, y totalmente
histriónica, más no por ello imposible. Como el actor que se mete en su papel
de seductor. Un gesto fuera de tiempo o de lugar, puede derrumbar todo el
trabajo. Entonces, primero, para andar con la victima en cuestión, se necesita
crear en ella, el sentimiento de enamoriscada. Para esto debe estar en
constante y agradable exposición al seductor, en este caso, tú. Para lo cual se
necesita un punto en común, un lugar donde coincidir ¿Cuál es su punto en
común?
-Ella
trabaja en una tiendita en la que solía ir a comprar cigarros.
-Eso
no sirve. Al estar en bombardeo constante de personas que entran y salen, el
lazo se rompe sin crear el efecto deseado. Además crea tensión tanto en ti, que
puedes echarlo a perder, como en la seducida, y ésta, intimidada, puede dar por
terminado el cortejo. Hay que sacarla de ahí, invítala a salir.
-Ya
lo hice… y me rechazó.
-Invítala
de nuevo. Si no la sacas de ahí no podrás aplicar lo que te he dicho.
-No
puedo sacarla, no quiere salir con nadie que no sea Adam.
-Sácala
de ahí. Miéntele si es necesario… –se llevó una mano pensativo a la barbilla-.
Tendré que darte: “El Manual”.
25
– DULCE SIFILIS
-¿Qué
es lo que más extrañas de estar con alguien?
-No
es esa la pregunta. Y te voy a decir por qué: Cuando eres pequeño, pues no hay
nada que te empuje a estar con alguien del sexo opuesto, o en tu caso, del mismo.
-¡Otra
vez con eso! Ya te he dicho que no soy gay.
-Ji,
ji, ji. Bueno, el caso es que cuando creces un poco y te empiezan a latir los
chavos o chavas, pues es como que el instinto ¿No? Y cuando por fin los pruebas
es como si a un niño que nunca ha probado el azúcar le dieras un caramelo. Y
cuando de pronto te lo arrebatan, el acabose total. Entonces al saborear el
dulce, sabes lo amarga que puede llegar a ser la soledad.
-¿Es
como una necesidad entonces?
-Es
más como una droga. Cuando estas enamorado tu cuerpo genera las mismas
sustancias que generas al comer chocolates o beber alcohol.
-¿Cómo
sabes eso?
-Lo
leí en una revista. Y cuando entras en el desamor tu cuerpo entra en el mismo
estado que cuando dejas de fumar. Entonces lo que más extraño de estar con
alguien, es no sentirme como me siento ahora. Pero de ser así de simple me
bastaría con una cajetilla al día y esta tasa de café para estar bien. La
pregunta correcta es ¿Qué es lo que más extrañas de estar con ella?
-Pues...
una vez, al despertar, al abrir los ojos la primera imagen que vi fue ella
durmiendo a mi lado. Y sentí en ese instante que podría amanecer a su lado el
resto de mis días. Eso es lo que extraño de estar con ella ¿Tú?
-La
dulzura. Él suele tratar a la gente como estiércol, pero a mi, siempre lo hacia
con un dejo de dulzura en su voz y su mirada.
-Se
oye... dulce
-¿Verdad
que si?, pero nos perdimos, a ver, ya no me dijiste como la convenciste para
que saliera contigo.
-Simplemente
fui a verla y volví a invitarla a salir. Respondió con la misma, salgo con tal
y eso, a lo que contesté: “Sólo trataba de ser amable. Quiero ser tu amigo”.
-¿En
verdad le dijiste eso?
-Si...
-Eso
es vil, y rastrero, si se da cuenta de tus ocultas intenciones hasta puede
llegar a ser hiriente.
-Eso
pensé, pero también es efectivo.
-¿Y
que pasó?
-Fuimos
al cine, y ella es encantadora de verdad, pero no hay eso que pasa cuando dos
personas... ¿Cómo se llama?
-¿Química?
-¡Eso!
¿Qué es lo que se hace en estos casos?
-Te
das por vencido.
-¿No
hay opción B?
-Si.
Seguir insistiendo.
-Quedamos
en volver a vernos. Pero el punto radica en como sacar a Adam de su cabecita
loca.
-Difícil...
-Tal
vez si le mando flores, chocolates y algún muñeco de felpa.
-¿Has
pensado en darle constancia?
-Estoy
pensando en darle un tiro.
-¡Mira!
Ni a mi se me hubiera ocurrido. Así puedes llevar su cuerpo a ese sótano oscuro
donde vives y cantarle canciones mientras le cortas los dedos de los pies y te
la comes poco a poco.
-Huy...
que enfermo...
-¡Perdón!
lo siento. Es que nada de eso me parece gran cosa desde que superé la sífilis.
-¿Tuviste
sífilis?
-Sólo
de vez en cuando. Cuando quiero deshacerme de algún chico que me invita a
salir.
-Apuntaré
enfermedad venérea como una de las posibles excusas para no salir conmigo.
-Si.
Es más usada de lo que puedes llegar a imaginarte.
He
imaginado que pueden pasar muchas cosas. Como que un día cualquiera me
encuentre a la misteriosa señorita de mis sueños, o, que de alguna forma en el
futuro terminaré siendo amigo de la Innombrable y terminaré solo. He imaginado
que podría ser presidente y acabar con el hambre en el mundo; que moriré de
cáncer o de una sobredosis de heroína o ahogado sobre mi propio vomito después
de una fiesta de alcohol. Que un día haré mis maletas y me iré a vivir a la
selva o a una ciudad más tranquila que esta. O que seré un vagabundo o mejor
aún: un trotamundos. Y que entonces mientras cuido rebaños de ovejas en los
campos, me encontraré con alguna de las mujeres de mi vida.
Lo
que nuca fui capas de imaginar, es que estaría aquí, tan campante platicando de
la forma más agradable, exponiendo mis inseguridades a la primera de todas
ellas. Al primer ladrillo en la pared de mis temores, a la linda pelirroja que
me mira con sus grandes ojos castaños y me sonríe. Que apaga la colilla de su
cigarrillo y me dice: ¡cuéntame un chiste!
-Pero...
no, no se buenos chistes.
-Anda,
que alguno bueno has de tener.
-Bueno
si. Recuerdo uno que me contó Poe
-Viene
entonces.
-Una
niña va al baño y ve a su padre meando, papá, papá ¿Qué es eso?, dice la
pequeña señalando el miembro de se padre, esto es una pene; responde él.
Ella lo ve con curiosidad y le pregunta; oye ¿Y cuándo tendré yo un pene?, él
dice: diez minutos después de que se vaya tu madre.
Ella
ríe a carcajadas hasta el punto de llevarse una mano a la boca y otra al
estomago. Y recuerdo como comenzó todo. Una mañana en el colegio los niños
jugaban y alguien dijo: “¡Hagámosle cosquillas!” y ella rió hasta las lágrimas
y esa pequeña carita empapada es la cosa más dulce que jamás había visto
entonces. Al principio, justo como ella dijo, todo comenzó por mostrarle un
dulce a un niño que jamás había probado el azúcar. Y desde ese día sólo pude
pensar en que fuera mía.
-Que
enfermotes nos hemos vuelto.
-¿Nos?
¡Tú! Tú contaste el chiste.
-Pero
a ti te dio gracia.
-¡Ah!
Pero eso no quiere decir que sea una enferma.
-Yo
decía por aquello de la sífilis
-Bueno...
dime... –dice sonriendo-. ¿Qué vamos a hacer el resto del día? –Respondo a su
sonrisa.
-No
lo sé –le digo. Pedimos la cuenta y nos vamos.
26
– LA FÁBRICA DE HIELO.
¿Adam?
¡Claro! Si. Si lo conozco. Desde hace años. De hecho yo le conseguí trabajo
aquí, en la fábrica de hielo. Si, lo conocí en la universidad. ¡Ah! recuerdo
claramente el primer día: Llegué con unas sandalias y el cabello hasta la
cadera, caminaba por los pasillos y con la mirada respondía todas las sonrisas
que me dedicaban las que serian mis compañeras a lo largo de la carrera. Llegué
al salón; me acomodé en un asiento y placidamente me dispuse a coquetearle a
una chica. Fue un buen día. ¡Ah! Si, Adam, claro, él. Él llegó a la universidad
una o dos semanas después. Tenía trenzado su largo cabello rubio y traía una
barba de tres meses. En verdad poseía una apariencia muy interesante. Ya
contaba con el encanto que le caracteriza desde luego, pero era muy tímido…
retraído, un poco cobarde. Y me arriesgo a afirmar que debajo de esa imagen de
autosuficiencia emocional, aún es bastante frágil. Pero bueno, esas son
ideas mías. Adam y yo nos hemos distanciado un poco desde entonces, no siempre
fuimos amigos por supuesto, pero en su momento, éramos como mugre de la misma
uña. Todo comenzó, curiosamente, por dos mujeres, dos compañeras de clase, Eve
y Astarid, para ser más concreto, todo comenzó por Astarid. Desde el comienzo
de clases, mientras yo me preocupaba por las notas, Adam inicio un paulatino
pero constante acercamiento a Astarid. Pasó lo que tenia que pasar. Alrededor
de un año, fueron la pareja más sonada en la facultad. No sé muy bien como fue
su relación, mucho menos como inicio, Adam nunca habló demasiado sobre ello,
pero lo que si sé, y aquí es donde entro yo en la historia, es como terminó.
Yo
por aquél entonces estaba haciendo lo propio con Eve, mis intentos eran un poco
menos torpes que los de Adam, pero si más desesperados. Por lo que ella solía
sentirse hostigada y yo, pues yo no lograba nada... pero el punto es Adam,
claro, él, o más bien, ella, si, Astarid.
Adam
y Astarid; solían pasar todo el tiempo juntos. Alejando sin quererlo al resto
de los compañeros. Pero no les importaba mucho. No necesitaban de nadie más
teniéndose mutuamente. Un día, de esos días curiosos en que las coincidencias
parecen todo menos coincidencias, Adam no llegó a clases y Astarid se paseó
sola por los pasillos casi toda la mañana, casi, hasta que yo, entristecido por
mis escasos triunfos con Eve, salí a pasearme al pasillo. Y, pues, solo yo,
sola ella, platicamos un poco de nuestros pequeños menesteres amorosos. Astarid
era genial, era linda, simpática, total, era realmente genial la tipa. Me dio
un par de buenos consejos, y así nació una bella, pero fugaz amistad.
Adam
era muy celoso, más que ello, inseguridad es la palabra para definirlo. Nadie
podía acercarse a un metro de Astarid, porque, aunque tratara de ocultarlo, se
percibía su disgusto; situación, por cierto, que molestaba sobre manera a
Astarid ¡Ja! Ella y yo comenzamos a vernos a escondidas de él. Todo lo que uno
hace por pasar un rato agradable en buena compañía. Si, sé que suena muy
sospechoso, pero es en serio, nuestra relación era inocente; ella realmente
quería a Adam, y yo estaba prendado por la indiferencia de Eve. Un día sucedió
algo muy raro; llegué a la universidad siendo amigo de Astarid y la dejé siendo
amigo de Adam. Si, así como lo oyen. Fue muy extraño. Adam, era igual que su
novia: Genial, verdaderamente encantador. A pesar de su introversión, cuando
logras entablar una real conexión con él el carisma le fluye por los poros.
¿En
que estaba? ¡Ah si! Aquí viene la parte interesante de la historia; decía: Adam
y Astarid, me abrieron un pequeño espacio en su burbuja y en el paso de unos
cortos días de convivencia, mi relación con Adam se fortaleció deteriorando lo
que tenia con ella. Al final, terminé poniéndome del lado de Adam.
Un
día, después de haber conseguido una cita con Eve, al no verlos en el aula,
salí corriendo a buscarlos para contárselo a Adam y lo encontré solo, con los
brazos cruzados sobre el pecho, inclinado en el barandal del balcón.
“¿Qué
pasó?” le dije (algo no andaba bien). “No pasó nada”, mintió ensimismado. Pero
al final, terminó contándomelo todo: “me pelee con mi novia, dice que soy
demasiado posesivo y tiene razón, sé que soy así, pero no puedo evitarlo, pero
sé que si no cambio, voy a echarlo todo a perder”. Escuché sus palabras sin
prestar atención. Mi jovialidad contrastaba con su estado de ánimo. Aun así las
recuerdo por lo que sucedió más tarde ese mismo día.
Me
despedí de Eve con un dulce beso en la boca. Mi corazón daba tumbos y piruetas
mientras me dirigía a la puerta de salida, pero se detuvo de golpe cuando
encontré a Adam sentado en un rincón con las manos en la cara; estaba llorando.
Sólo acerté a preguntar que había pasado y contestó: “ya nada importa wey, todo
valió madre, todo” “¿qué cosa? ¿Qué?”, dije yo. “Astarid… terminamos, dijo que
no se siente a gusto con la relación, lo eché todo a perder wey, todo”. Fue...
fue muy triste. En fin, esa tarde me reuní con Eve ¿Qué, que pasó con Adam?
pues no sé. Decía que esa tarde yo tuve una cita con Eve, estuve a punto de
robar segunda base, pero por no esperar mi turno, lo eché a perder. ¡Esta
bien!, ¡Esta bien! Adam, pues chilló un poco supongo, se fue de borracho, no
sé, algo habrá hecho, fue un fin de semana muy largo, pero el lunes, ya se
había reconciliado con Astard. Lo sé, hay gente así ¿Qué le vamos a hacer? para
lo que le duro el gusto; al siguiente viernes, ya lo había terminado de nuevo,
pero esta vez, la razón era diferente.
Bien,
el papá de Astarid, era policía, para ser más exacto, era jefe de la policía
federal y pues, ya mencioné que Adam tenia una apariencia, digamos, muy
interesante. Para su suegro, Adam no podía ser nada más que un vago drogadicto
y un delincuente menor. Nada que el jefe de la federal quisiera para su hija
del alma.
La
relación que Astarid tenía con su padre, era muy estrecha, algo enferma si
puedo opinar, pero muy estrecha. Entonces llegó ese patán, ese vágales, ese
greñudo, ese don nadie, ese Adam, y tal acontecimiento convirtió la bella
relación padre-hija en el flanco de batalla entre dos líneas enemigas. No se
como se dio el combate, pero pueden imaginarlo: “No quiero que veas a ese
vago”, “¡Que si! ¡Que si! ¡Que si, que lo voy a ver y no me importa! -¡Pum!
¡Cuas! ¡Ratatatata! - ¡Que no lo ves!, ¡Que si!, ¡Que no lo ves! que si lo ves,
un mes sin ver la televisión ¡Y a su cuarto sin cenar señorita!, !Que, si
papito...”. ¡KA BOOM! hemos perdió la guerra. Es la forma en que me gusta
ver la situación ¿No? ¿Qué hay más infantil que un padre prohibiéndole a sus
hijos de quien enamorarse? Pero por más infantil que parezca, funciona.
No
sé bien (ni me importa) como estuvo el mitote ese, pero el asunto esta en que,
al parecer, el señor jefe de la policía federal, amenazó la integridad física
de Adam, sí Astarid no cesaba su amorío con él. Ahí hubiese acabado el asunto
con dos corazones rotos, pero, ahí va la tonta de Astarid a contárselo a Adam
¡¿Para que lo fue a hacer?!
Sólo
hay que ver las cosas que hace un hombre bajo el influjo de una mujer, para
entender lo estúpido que fue haberle dicho aquello a Adam. Él se había enterado
de algunos chantajes a particulares, y malos manejos de efectivo por parte de
la policía federal. Adam, que presumía de tener amigos en los medios, me contó
que planeaba delatar las operaciones ilícitas de su, ahora, ex suegro. Pero,
finalmente, eso es lo que suelen hacer los hombres despechados, contarle todo a
todo el mundo. Más tardó en contarlo, que la policía federal en arrestarlo por
posesión de drogas. Aparentemente las suplicas de Astarid ablandaron a su
padre, porque nomás tuvo encerrado a Adam por setenta y dos horas.
A
cambio de darle libertad, Astarid, le pidió silencio. No volvió a dirigirle la
palabra a Adam en mucho tiempo, y pidió que de igual manera, él se
abstuviera de hacerlo. Así fue. Eve y su grupo de amigas, a las que yo
tenía bien informadas al respecto, se conmovieron por Adam y comenzamos a
invitarlo a salir con nosotros. ¿Ya saben, no? fiesta, tragos, mujeres fáciles,
cosas tontas que lo distraen a uno en esas circunstancias. Y por un tiempo,
todo comenzó a mejorar. Pero el día en que yendo a casa de Eve, vimos a Astarid
besándose con su nuevo galán, todo se echó a perder.
Aquí
sigue una parte muy molesta y muy incomoda, por lo que la mencionare
brevemente. Aquí viene la parte donde Adam se comportaba como un maldito
imbécil, maldiciendo a todas las mujeres, diciendo obscenidades e injuriando al
sexo femenino. Aunque, admito, sus injurias no están falsamente infundadas.
“Al
final”, decía, “Astarid sólo buscaba un pretexto para terminar conmigo e irse
con el otro. Las mujeres nunca dejan a su novio, a menos que ya tengan otro
prospecto en puerta”.
Así
pasaron las semanas y los meses. Eve estaba tan conmovida por Adam que no
prestaba atención a nuestra incipiente relación. Confieso que hasta llegué a
sentirme celoso, pero ¿Qué más daba, si Adam no tenia corazón para nadie que no
fuese Astarid? Y pasó, ¿No? Adam buscó al nuevo novio de Astarid para
golpearlo. Lo sé, es estúpido, pero entiéndelo, el wey estaba fuera de si. Entonces
fue, pero el muchacho éste, era hijo de otro policía, jamás pudo acercarse
menos de treinta metros.
Luego
sucedió algo verdaderamente extraño, los detalles los desconozco, Adam nunca
quiso contarme nada sobre ese asunto. Sólo les puedo decir lo que yo mismo
presencié.
Comencé
a trabajar aquí mismo, por lo que levantarse en las mañanas se volvió en todo
un reto para mí. Por esa razón, aquella mañana a mediados de semestre, llegué
tarde a clase. Pero al llegar, al abrir la puerta del aula, me impacté un poco
y estremecí con lo que vi. Todo el salón estaba decorado con globos blancos y
rojos en forma de corazón. Una luz tenue agregaba un toque romántico al
ambiente, además, estaban todas esas pancartas que decían “Adam, te amo”.
Y, en la tarima, donde debía estar el escritorio del profesor, al ritmo de una
melodía que decía de la siguiente manera: “chiquitita tell me whats wrong”
bailaban abrazados tiernamente el uno al otro, Adam y Astarid.
ABBA,
si, son geniales. En esa época se dio una especie de breve renacimiento de su
música. Hay otra canción de ellos que me gusta un buen... ¡Adam! si, si, lo
siento. Continúo con la historia. Adam la abrazaba como queriendo atesorar cada
segundo, cada breve instante, cada respiro que estuviese en sus brazos, y lloraba.
Fue, perturbador. Me encogí de hombros y caminé donde Eve, “¿Qué esta
pasando?”, le inquirí “No lo sé, Astarid llegó en la madrugada con unos tipos y
transformaron el salón de clase, en uno de fiestas”.
La
música terminó. Adam bajó de la tarima; salí a su encuentro. “¿Qué esta
pasando?”, seguí preguntando. “Nada” contestó sin secarse las lagrimas,
“Astarid decidió reglarme los últimos meses de éste semestre”, “Y luego ¿qué va
a pasar?”, “Voy a dejar la escuela”, respondió. El por que, no lo sé, nunca me
lo dijo, y no creo que lo haga ahora si vuelvo a preguntar, pero adivino sin
temor a errar, la razón por la que el padre de Astarid les concedió aquellos
meses.
Anduvieron
el resto del curso como si nunca nada los hubiese separado. Al terminar, dejó la
escuela y, usando mis influencias, lo metí a trabajar en la fábrica de hielo.
Fuimos muy cuates entonces. Pasó el tiempo y, aunque se corto el pelo, adquirió
el habito de afeitarse, refinó sus modales, su andar y su habla, aunque halló
la manera de nunca perder el estilo, se fue volviendo frío. Por decirlo de
alguna forma, se fue volviendo frío por dentro, hasta que terminó siendo el
Adam que conocemos ahora: Ese encantador y enigmático sujeto con el que
nuestras hermanas y novias seguramente ya han compartido el lecho.
En
cuanto a Astarid, bueno, a mediados del siguiente semestre en que Adam dejó de
estudiar, dejó de asistir a clases. Nos enteramos que estaba muy
enferma y la tenían internada. Cáncer en la sangre o una cosa de esas. Muy
dramático en verdad, muy dramático. Adam la fue a visitar dos o tres
veces, pero no le permitieron verla... triste, en sus últimos días, el padre no
quiso compartirla.
A
veces, cuando lo miro y recuerdo al chico tímido e inseguro, me da la impresión
de que Adam vino a la fábrica, a poner su corazón en hielo. Si, un caso muy
triste, muy triste… pero dentro de todo, es un buen sujeto.
¿Qué
pasó con Eve? No lo sé. Ya estaba apunto de caer, en serio, la perseverancia
rinde frutos. Pero se me atravesó alguien más. Fue lo que se llama, amor a
primera vista y, pues, después de graduarnos, no volví a saber más de ella.
27
– SLAVE TO THE WAGE
Hicimos
planes, ¿Sabes?, en algún momento, ambos pensamos que iba a durar para siempre,
creo. Y comenzamos a hacer planes. Entonces, empecé a trabajar como bestia de
carga. He trabajado casi toda mi vida. Pero en ese momento, comencé a trabajar
por algo mejor. Ya no sólo era llegar a la maldita oficina el primer día de la
semana y esperar a que terminara la quincena para poder pagar la renta y llenar
el refrigerador con comida rápida. Ir al trabajo día a día esperando que el
resto de mi vida acabara rápidamente para no tener que volver a ir. No. Ahora,
trabajaba por una ilusión, por un sueño, por una casa donde formar nuestra propia
familia, un auto donde llevar a los niños al colegio. Trabajaba con la
esperanza de poder verla sonreír a mi lado, en una mecedora, cuando tuviéramos
cincuenta años. En algún punto, creí que iba a durar para siempre, más en algún
otro, ella cambio de opinión. El amor es eterno, hasta que se acaba.
¿Cuánto
tiempo hace? ¿Dos días? ¿O dos años? en asuntos como este parece que carezco
del sentido del tiempo y la realidad. Algunos momentos, cada vez más breves, lo
siento tan fresco, que casi olvido que ya no esta. En algunos otros, me parece
tan lejano ese momento, que me da la sensación de no haberlo vivido jamás, que
fue un sueño tonto. Que alguien más me contó esa historia maravillosa y que
jamás me pasara algo igual. Pienso que la Niña Pelirroja tiene razón: Cuando te
acostumbras a estar con alguien nunca más quieres estar solo.
Es
patético.
¿Cómo
todo se fue al carajo tan pronto? Cuando terminamos hice lo que mejor se hacer;
mandé al diablo todo. El trabajo no era más un camino para lograr un sueño, ni
tampoco volvía a ser rutina de la vida, no, era algo peor: Un constante
recordatorio de una vida inútil y sin sentido, sin futuro, sin esperanza alguna
de alegría. Además, lo admito, odio que la gente me vea llorar. Por detalles
como ese, renuncie, y como nunca he tenido muchos amigos, tomé el dinero que
tenia ahorrado y me dediqué a drogarme en compañía de prostitutas. La mayoría
de las veces ni siquiera quería tocarlas, me daban asco. Sólo las follaba por
la boca para rebajarlas, les metía objetos en el ano para complacer mi morbo.
Me encantaba. Les escupía en la cara y les decía cosas obscenas sobre sus
madres, sólo porque me sentía una mierda y quería compartirlo con el mundo.
Porque quería desquitarme de ella, quería ahogarla en una botella.
Creo
que pasé dos o tres meses antes de descubrirme haciendo el amor conmigo mismo,
antes de soñar con algo que no fuese su figura, su forma, su aroma o su
textura. Luego comencé a soñar con la tipa de la cafetería.
Una
vez sucedió, que caminando de manera despistada por la ciudad, me la encontré y
ella me sonrió, habían pasado varios meses así que fuimos a tomar un café y nos
reconciliamos. Terminamos en mi cama besándonos y tocándonos, calentando
nuestros corazones para llegar al cielo. Entonces mientras la besaba, recordé
algo, recordé la expresión de su cara cuando la besaba y quise verla, quise
verla mientras la besaba y al abrir los ojos, entre mis brazos, encontré mi
almohada.
Tiempo
pasó. El dinero se me fue acabando ¿Qué importa? es lo último que interesa. Ni
siquiera tenía una razón para seguir intentando vivir. Uno se acostumbra a
todo: A andar sin un centavo en la bolsa, a dormir en el piso, a comer una vez
al día, a cambiar los muebles por dinero o pedirlo en la calle, a volver a
vivir en casa de tu madre.
Más
ahora que he conocido a la niña moteadita estoy cansado, estoy cansado de no
tener efectivo, de robárselo a mi jefa, de robar de los
supermercados, de tener que beber solo cuando me invitan, de
caminar tres kilómetros para llegar a casa de Poe (para poder beber), de
meterme sin pagar al metro o al cine ¡Y no poder comprar palomitas!, pero sobre
todo, estoy cansado de estar solo, de no poder invitar a salir a la Moteadita,
de no ser espléndido con ella, de no poder tratarla como realmente quiero
hacerlo. Todos esos detalles se arreglan con dinero.
Así
que, por primera vez en seis semanas, tomo un baño. Me visto y salgo
determinado a conseguir un trabajo; otro hermoso día nublado. Doy un paso con
el mismo pie con que lo hago todos los día para recorrer el mismo camino que
recorro a diario. Llevo ocho ó diez ó más meses sin pisar una oficina. Casi
estoy emocionado, y tengo miedo. Al pasar por el estrecho callejón alcanzo a
ver por el rabillo del ojo a una simpática mujer observarme con una sonrisa.
Volteo a mirarla, trae un collarín y se ve realmente linda. Siento un fuerte
impulso por hablarle pero de inmediato hago lo contrario a lo que el impulso me
manda y pienso que no tiene caso. Con mis bolsillos en las condiciones que se
encuentran tendría que pedirle prestado para invitarla a platicar. Por si eso
no fuese suficiente, en alguna parte dentro de mí creo que ella debe ser una
retrasada mental sin capacidad cognitiva. Así que le hago un favor y pienso por
ella. Pienso que ella me sonreirá un tanto halagada mientras por dentro se
dice: “¿qué le sucede a este desconocido? ¿Es un estúpido imbécil o qué? ¿No
esta viendo el anillo en mi dedo?”.
Pero
todo sucede tan rápido que no alcanzo a ver el anillo en su dedo y sigo
caminando hasta llegar a la pequeña tienda de la Niña Moteada. Me asomo a ver
si esta pero no la encuentro. Su tía me comenta que salió a pasear con un joven
muy galante desde hace un rato; Adam ¿Quién mas?, no importa. Él tiene empleo,
pronto lo tendré también y se igualaran las condiciones.
Doblo
a la izquierda al llegar a la esquina y al llegar a la cafetería me detengo a
buscar con la mirada al amor de mi vida. Me acerco a la puerta de cristal para
mirar al interior. Apoyo mis yemas sobre el vidrio, pero no me atrevo a entrar.
Entonces no puedo más y me acobardo. Me justifico con el siguiente
razonamiento:
¿Qué
diablos estoy haciendo?
Buscas
empleo. En apariencia al menos.
Si.
¿Pero por qué?
Necesitas
dinero
¿Para
qué?
Comprar
cosas o contratar más prostitutas, no sé tú.
¿Para
qué quiero comprar cosas? Estoy bien sin las cosas. No puedo imaginarme una vez
más yendo día tras día, tras día, a un maldito lugar aburrido de ocho a
dieciséis horas diarias por el resto de mi vida ¿Sabes todo lo que uno se
pierde en el trabajo?
Si.
La televisión por cable tiene toda una barra de posibilidades.
Con
el trabajo, tendría dinero, lo sé y lo admito; odio que no sea diferente. Pero
no tendría tiempo; no podría ver a Moteadita, perdería la oportunidad de hallar
al amor de mi vida; puede estar en cualquier parte, podría ser la dama del
collarín que vi hace un rato. Me rehusó categóricamente a volver a ser un
esclavo del trabajo. ¡Tengo principios! ¡Al diablo! ¡Que se joda el mundo! ¿A
quien le importa? Además ¿Para qué? ¿Para acabarme la vida trabajando por otro
sueño tonto del que sin duda voy a despertar? De ninguna manera.
Siendo
así, cruzo los brazos y me siento en la escalinata esperando encontrar al
moustro de ojos verdes que me atormenta mientras duermo. Con la nueva
determinación de seguir como hasta ahora.
28
– EL MANUAL
Antes
de comenzar quiero expresar mi idea primaria de que una mujer no es un objeto,
es un objetivo; el presente opúsculo puede interpretarse como una guía para que
cualquier persona se desenvuelva de la manera correcta con una fémina, es
decir, que le resulte agradable, desenvuelto y seguro; todo lo anterior en
beneficio de quien aplique los sencillos consejos y reglas de etiqueta que a
continuación explicaré de manera amena y efectiva.
1.-
LA MUJER NO ES UN OBJETO, ES UN OBJETIVO
Lo
anterior se puede entender como el reconocimiento de el género femenino, en el
sentido de comprender que cada mujer es un ser único y emocionalmente
predispuesto a pasar el resto de su vida con un príncipe azul, la dificultad se
presenta cuando el príncipe citado no sólo quiere una princesa, sino varias, en
palabras propias eso es tratar a las mujeres como objetos. El uso de los
consejos que a continuación detallaré se encamina a ayudar a los individuos a
evitar la soledad en reuniones o facilitar el acercamiento con la mujer que
suponen llenará el vacío en sus vidas, el crear personas seguras y
desenvueltas, conscientes de que cada mujer es especial y uno debe ser especial
para llenar el vacío que ellas tienen en sus vidas. La mujer debe ser el
objetivo que se pretende alcanzar al ir descubriendo nuestros defectos y
fortaleciendo nuestras virtudes.
2.-
LA MUJER IDEAL
Encontrar
a la mujer ideal no debe ser el centro de nuestra atención, eso es tan
individual que sería inútil profundizar el tema, todos tenemos una imagen
mental de los requisitos que debe cubrir la compañera ideal, haremos un pequeño
ejercicio mental: antes que nada visualice a su mujer ideal, el físico primero,
si debe ser esbelta o robusta, alta o bajita, el largo y el color de su
cabello, el color y la forma de sus ojos, sus piernas breves o estilizadas, sus
labios y pómulos, su cadera, sus hombros; si tienes dificultad usa una revista
(que no sea porno), si ya terminaste opinarás que es algo digno de presumirse,
espero que no hayas idealizado a una mujer alta, esbelta, rubia de cabello
largo y sedoso, de ojos grises almendrados, de piernas estilizadas, de labios
carnosos y pómulos salientes, de cadera opulenta y tersos hombros; si lo
hiciste después de leer mi descripción, me agrada tu ambición. Ahora imagina
como debe ser su psique: inteligente o culta, ingenua o dominante, celosa o
posesiva, tierna o irascible, supongo que la elegiste de la siguiente manera:
tierna e inteligente, culta e ingenua; pero piensa en esto: ¿Saldría ella
conmigo a cenar, bailar y luego a mi casa? Si respondiste que no, debes seguir
leyendo; trataré de ponerlo en palabras no muy hirientes, ¿Qué le puedes
ofrecer a una mujer como ella?, ¿Por qué supones que se fijará en ti? ¿Qué
esperas obtener de ella?, sé que no fui muy hiriente, pero esas tres
interrogantes las responderemos juntos en su debido momento. Antes de seguir,
ya que te has forjado la imagen de tu mujer ideal deséchala antes de pasar al
siguiente capítulo, nunca encontrarás a tu mujer ideal, acéptalo.
2.-
LA MUJER ETERNO MISTERIO
La
mujer es un misterio que no va a resolverse nunca, a algunas les encanta la
idea tan explotada del príncipe azul, alto, galán, gallardo, caballeroso,
adinerado y dispuesto a enamorarse de ella y ponerle un castillo; con el tiempo
he descubierto que las mujeres son muy machistas. Su hombre ideal es
independiente, libre, emprendedor y se empeña en cumplir sus objetivos en la
vida, es un ser independiente de ella pero dispuesto a cumplir sus más extrañas
fantasías, ansioso de demostrar que ella es la razón de sus metas y decirle al
mundo que ella es la razón de su vida, una persona abierta sentimentalmente con
ella y las amistades que vayan forjando en su tiempo compartido, capaz de llevar
serenata o de vaciar una cantina por un desamor; que sea inteligente y
moderado, pero que defienda el honor de su damisela a puño limpio. Complejo
realmente, porque todo tiene un momento especifico para darse, pero antes de
comenzar a ampliar tu forma de ver las cosas, debes ver los requisitos que
reúnes de la lista anterior.
3.-
EL PRINCIPE AZUL
Cuando
conozca a una mujer que sepa como es su príncipe azul, se aferre a esa idea y
lo consiga, la felicitaré muy cordialmente. Como hombre lo primero es olvidar
la idea de la princesa de cuento de hadas, hoy en día las mujeres no juegan
limpio, no siguen las reglas del juego, cuando reúnes los requisitos que uno
supone que ellas esperan, te desprecian vilmente de la manera más cruel.
Aprende esta lección y no la olvides nunca: el príncipe azul no existe y si
existe no seré yo; sólo puedo ser yo mismo corregido y dispuesto. La fémina
actual sufre de inseguridad en sí misma, por eso no respeta las reglas del
juego, porque supone que el hombre ya no lo hace tampoco. Existen mujeres que
sufren de soledad, tal como tú que has llegado a este punto donde recurres a un
manual de interacción con el sexo opuesto. Las mujeres también tienen
dificultad al elegir a quien aceptar a su lado; son tan parecidas a los hombres
en este punto que asusta el hecho de pensar que nadie tiene el control en
realidad, que todos vagamos buscando o esperando a esa persona ideal, que llene
el vacío que tenemos dentro. Las mujeres gastan en cremas, cosméticos,
accesorios, perfumes, ropa, tintes para cabello, dietas, y un sinfín de cosas
que suponen las harán lucir mejor, y eso las posicionará mejor para que cuando
llegue el príncipe se fije primero en ellas, pero el príncipe no llega; porque
los seres humanos buscan algo afín, es decir, los galanes buscan bellezas, los
delgados buscan esbeltas, los adinerados buscan mujeres de buena posición
social; si hasta este punto no te has deprimido lo suficiente como para
claudicar, empezaré con los verdaderos consejos que te hagan irresistible.
4.-
SIMPLEMENTE IRRESISTIBLE
La
primera impresión jamás se olvida, la imagen que proyectas nunca pasa
desapercibida para una mujer, desde tus zapatos hasta tu cabello, pasando por
las uñas y el cinturón; si eres seguro de ti mismo sin ser pedante, interesante
sin ser presumido, caballeroso sin ser hostigante, si eres listo sin ser un
genio, si eres sensible sin ser amanerado, en general si eres tú mismo y no un
espejismo muy bien elaborado para engañarla y luego sacar las mañas. Eso
haremos, trabajar tus puntos fuertes y tratar de disfrazar los débiles. Tú eres
especial, tú vales mucho y mereces respeto, pero primero debes saber respetar
el espacio ajeno, sobre todo el de las mujeres. Recuerda que ella es un ser
único, mágico y maravilloso, bueno, eso es lo que opina ella. A estas alturas
habrás notado el lenguaje que uso yo mismo para referirme a las mujeres,
elimina de tu vocabulario frente a ella toda palabra despectiva o machista,
elimina definitivamente palabras coloquiales, nunca menciones sus atributos físicos,
si quieres referirte a la belleza de una mujer hazlo usando el término bonita,
atractiva o bella (a las mujeres les gusta que se los digan de esa manera, pero
no se lo digas aún), debes escucharla atentamente y viendo su rostro, escuchar
atentamente y ver hacia ella (se repite a propósito), siempre pórtate como un
caballero: abre todas las puertas, camina del lado exterior de la acera, deja
que pase ella primero siempre (a menos que sea una calle oscura y tenebrosa),
ofrece tu mano y tu brazo para cruzar calles, si ella pide algo sencillo
(dulces, cigarros, un refresco) págalo inmediatamente (no le digas nada, solo
hazlo), ocasionalmente dile que combina muy bien su ropa (si no es cierto,
sugiere que use algo diferente, ten iniciativa), ella debe ser el centro de tu
atención. Pero ten cuidado si empieza a hablarte de cosas en su vida, acéptalo
sólo unos días, de lo contrario te adoptará como su mejor amigo.
Una
vez que domines esas cosas básicas, vigila siempre las siguientes reglas de
aseo e higiene personal: Usar ropa de tu talla (no uses playeras y camisas
enormes o pantalones que arrastres), no uses pantalones entubados, úsalos
rectos y a la altura del empeine del zapato, la camisa es básica (las playeras
son para salidas informales o para estar en casa), si usas zapatos procura
tenerlos limpios siempre, si son botas dales grasa pero no brillo, los tennis
deben combinar con la ropa; el cabello es importante pues debe lucir arreglado
aun si es largo, la barba se determina por el color de la tez, el largo de la
barba y las patillas debe resaltar tus ojos y ocultar mejillas sobresalientes o
pómulos hundidos, elimina todo bello facial que este separado de las cejas, las
patillas o la barba, corta periódicamente los bellos nasales (solo los que
salgan, los de dentro no), procura tener las uñas limpias y cortas, cuida la
piel de tus manos para que no se despelleje o tenga protuberancias duras, usa
siempre desodorante o agua de colonia, el perfume de olor fuerte sólo se usa en
las noches. Listo. Ahora selecciona un look y mantente firme en él, puedes
seleccionar el trotamundos, pero siempre es agradable para una mujer que el
rebelde sea higiénico y coordinado.
5.-
LA PRIMERA IMPRESIÓN
Primero
examina las féminas a tu alrededor y selecciona la que quieres conquistar,
soltera de preferencia, observa a sus amigas y su entorno, obsérvala
atentamente, dedícate a observarla, algún día ella se fijará en ti, el contacto
visual es lo más importante porque de él deriva todo, si ella comienza a verte
también es un buen principio, no hagas contacto con ella hasta que consigas que
alguien te la presente. Preferentemente una amiga de ella. Las amigas siempre
son de fácil acceso; una amiga de ella que pueda llegar a interesarte después,
haz que sepa que te gusta su amiga, eso hace las cosas divertidas e
interesantes, si la amiga te dice que ni lo intentes puede significar que tu
objetivo esta bloqueado por un competidor aventajado o porque no eres su tipo.
Si haces que la amiga te ayude a pesar de la advertencia, le estas demostrando
perseverancia, gran cualidad, convive con la amiga quizá salga algo bueno de
allí. Si te la presenta debes cuidar detalles de ti que puedan llamar su
atención, revisa la bragueta puede estar abierta (no revises frente a ella);
debes condicionar tus movimientos para que parezcan casuales: extiende la mano
y aprieta un poco, observa atentamente su rostro, adelanta el rostro como para
besar su mejilla, si ella acepta el beso de presentación se acercará también,
si notas que su mirada baja una fracción de segundo hacia tu mano, solo
estrecha su mano; sonríe, di hola y conserva la sonrisa.
Eso
puede hacerlo cualquiera, pero no todos lo hacen con estilo, lo que converses
con ella únicamente depende de el lugar en que estén, el clima, las clases o el
trabajo, algún programa de televisión muy popular, algo que cualquiera pueda
saber, debe ser algo trivial que no refleje tus intenciones de subyugarla a tus
encantos. Es una conversación de tres personas, ella, quien los presentó y tú,
observa como se desenvuelven ambos con respecto a tu presencia, deja que hable
la persona que te la presentó para darte pauta y entrada a la conversación. Al
despedirte, complementa con un “fue un placer” o algo así, no lo digas en el
saludo.
6.-
SU PAREJA O SU MEJOR AMIGO
Los
errores más comunes se cometen en esta parte, una vez que se realiza el
contacto habitual, debes hacerte su amigo, ganarte su confianza, averigua cosas
de su vida pero sin dar indicios de la tuya a menos que te pregunte
directamente (tampoco que te saque las palabras con cuchara, mantén tu vida
privada de esa manera), inicia de la siguiente manera: muestra interés por sus
cosas normales, su casa, su familia, el nombre de su mascota, su grupo
favorito, como le gusta el café, que refresco le gusta más; invítala a ir
al cine (lugar en que no debes hablar mucho, un café es mala idea porque debes
hablar y hablar y hablar), ir a tomar algo después del cine es mejor ya que el
tema es la película y se complementa con anécdotas y comentarios de otras películas.
Tus habilidades conversacionales deben quedar de manifiesto en este punto,
saber hablar pero sobre todo escuchar, si ella te hace algún comentario de sus
aficiones, no lo olvides por ningún motivo; pregunta sin ser inquisitivo,
responde sin ser evasivo. Si vas a invitarla a salir, que sea a lugares
muy concurridos, primero debe sentirse segura en tu compañía, como si fueran
sólo amigos y no pretendieras más que su compañía y amistad, después de salir
con ella varias veces su manera de mirarte debe estar cambiando, te ve como una
persona digna de confianza y cariño.
Pregunta
siempre si le gusta tal o cual cosa, que música le gusta bailar, que lugar
nocturno le gusta, que bebida prefiere, si alguien le gusta (esa pregunta
siempre elimina sospechas sobre ti). Ahora que ella te cuenta algunas cosas
intimas comienza a halagarla, con detalles como: “ese vestido realza tu figura,
hoy te ves muy bonita, tu cabello se ve muy bien así, ese color de labios te
queda muy bien”, observa y ten en cuenta cada cambio significativo (recuerda
que esa mujer es tu objetivo). Hazle notar que hay cierto interés en sus cosas
y por añadidura en su persona, que note que te gusta, que sólo tienes ojos para
ella, llámale por teléfono seguido pero no hasta hostigarla, si contesta
alguien que no sea ella di hola, buenas tardes, se encuentra..., llamadas
cortas sólo para saludar y ver como esta, que su familia te vea como algo
normal, eso crea un ataque por dos frentes, pues si dejas de llamar no falta
quien pregunte: oye, ¿por qué ya no llama...? Éste es el momento del curso de
actuación intensivo.
7.-
CURSO DE ACTUACION INTENSIVO
Párate
frente a un espejo y pon la cara más seria que puedas, cambia a un gesto de
dignidad, ahora entorna las cejas, los labios hacia abajo como si sintieras
tristeza o dolor, listo, esa es la cara que debes usar para expresarle un día
como si fuera una gran confesión, desde el fondo de tu riñón, el hecho de que
“no tengo mucho éxito con las mujeres, soy una buena persona pero no se fijan
en mi para cosas serias”, puedes complementar haciéndote la víctima, decir
cosas como: “hace meses estoy soltero, mi última novia fue en la primaria, mi
ex novia jugo con mis sentimientos, ella se fue hace tanto y me ha olvidado”
¿has notado que patético se escucha?, no lo hagas. A ella debes decirle las
cosas de la siguiente manera: “cada día que paso contigo es especial, eres una
gran amiga y una gran compañera, (observa su rostro al decir esto, si pone cara
de sorpresa dile que es tu mejor amiga), empiezo a notar que te quiero mucho y
por eso quiero pedirte que seas mi pareja, mi novia”, sencillo, frente al
espejo. Eso no es actuar, incluso es probable que sea tu triste realidad (no me
lo tomes a mal), repite frente al espejo: “Tú no tienes pareja porque no quieres,
no tienes tiempo para darle lo que merece, buscas algo especial, alguien que te
entienda y te de tu espacio”; eso es lo que debes hacerle creer, ella debe
creer que hay mujeres interesadas en ti, que su mejor amigo se puede ir con
otra, que ella es sólo un pasatiempo mientras viene algo mejor; gancho al
hígado para su ego, ya la tienes tambaleándose, después de halagarla tanto
resulta que no es lo que buscas, que ella merece alguien mejor que tú, pero que
tú mereces alguien mucho mejor que ella. Sé bien que no es cierto, por eso es
actuación.
8.-
SU PAREJA O NADA
No
es tan drástico en realidad, la salida especial que debes planear debe incluir
lo siguiente: ir a un lugar público y concurrido a hacer alguna actividad que a
ella le agrade, ir contigo al cine o a tomar un café, ir a un lugar tranquilo y
solitario (pero no mucho) como un parque, en resumen, demostrarle que estar
contigo es divertido. El momento de la verdad, toma su mano y sonríe, dile que
es muy divertido estar con ella, que te la pasas muy bien, que quisieras que
siempre fuera así, que ella te gusta, que te gusta estar con ella, que te
gustaría que ella fuera tu novia (suéltalo así, como una bomba esperada),
listo, lo hiciste, felicidades. Si acepta, el resto depende de ti; ya estas
listo par el primer día de noviazgo, que marcará el resto de tu vida en pareja,
el llamado tiempo compartido.
No,
pero podemos ser amigos.
Maldito
fracasado, ¿que no aprendiste nada? Ten dignidad. Me haces quedar en ridículo,
no digas a nadie que te lo aconsejé yo. A estas alturas del curso eres una
persona con apariencia impecable, eres higiénico y moderado, tienes un lenguaje
claro y culto, sabes lo que debes aprender de una mujer, lo que debes
preguntar, como llamar por teléfono a su casa, a que lugares debes llevarla en
cada situación, eres un ser independiente pero entregado a una meta sublime. Si
te ha rechazado ella se lo pierde. Así que no quiere ser tu novia, pues bueno
que así sea, tú sigue en lo tuyo: sal con ella, llámale por teléfono, (pero
empieza a buscar a alguien más que si aprecie tu nueva forma de ser), empieza
lentamente a alejarte de ella, luego a los 15 días exactamente, deja de
llamarle y de verla, bórrala de tu vida, sé bien que es difícil pero hazlo
definitivamente; después de una semana será ella quien te llamará, si te invita
a salir acepta, como si solo la hubieras olvidado unos días, casualmente
menciona que ella y tú son tan amigos como siempre; luego de unos días
convéncete de que se acabo todo con ella, si no quiere ser tu novia tu no
quieres ser su amigo, esto es muy efectivo pues te queda una gran amiga
dispuesta a recibir tus llamadas o salir contigo, quizá con la idea de
presentarte algunas amigas. Pero no le hables muy seguido o seas insistente, te
rechazó, no lo olvides nunca.
29
– UNA TRISTE PERSECUCIÓN
“Esta
bien recordar,
porque
siempre hace falta a quien culpar”.
-FOBIA
Pienso
que buscar al amor de tu vida es como cortejar a Moteadita: Tonto. Por lo
inútil.
Soy,
por definición, un valiente. Un valiente, dicen, no es aquel que no tiene
miedo, sino aquel que se enfrenta a su temor. Si lo desglosamos de esa manera,
yo soy muy valiente, porque tengo muchos temores y tengo que lidiar a diario
con ellos.
Por
definición, entonces, concluyo que hay dos clases de valientes: Los Cobardes y
Los Estúpidos; los primeros tenemos tanto miedo de lidiar con la
situación, que nos aventamos a la lucha desesperada al primer impulso, entre
más pronto nos cargue la chingada, más pronto habremos terminado con eso.
Lo maravilloso del asunto es que, la mayoría de las veces, sin importar el
resultado, al final te sientes bien, como aliviado; los estúpidos, por su
parte, son los cobardes que prefieren que los cargue la chingada antes de tener
que lidiar con la situación.
Conclusión:
Soy un estúpido cobarde y eso me hace un valiente. Qué bonito ¿No?, la pregunta
aquí es ¿Cuándo me volví tan valiente?
Vi
sus ojos brillando por los míos, sentí la palma de su mano acoplada a la mía,
sus brazos enredados en mi torso sudado, su aliento tórrido en mi oído, su
palpitar acelerado, la calidez de su pecho en el mío. Olí la sal marina en su
cuerpo y ese aroma tan suyo en su cabello y oí, escuché, como sus palabras
formaron un “no” rotundo en el aire.
Por
ser valiente una vez más fui rechazado. Me siento aliviado, sin duda, pero
también me siento herido. Y en un futuro, esta herida me provocara nuevos
temores con los que lidiar al salir de casa.
Debía
ser como antes. Cuando mancebo, yo perseguía a una linda niña rosada, como una
perla marina: Preciosa joya de ultramar. Pero jamás tuve el valor de expresarle
mis sentimientos porque ella estaba enamorada de alguien más. Y aunque creí que
el silencio me protegería, el amor que sentía, se clavo en mí profundamente
desangrándome otra herida.
Así
que hay dos opciones: ser lastimado o lastimarte tú mismo. Creo fue más fácil
para mi culpar a los demás de mi dolor que a mi mismo, por eso, jamás volví a
quedarme callado. Todas las veces que fui rechazado, me sentí aliviado porque
no tuve que cargar con eso, porque era culpa de ella; ellas me lastimaron. Y
yo, yo, sólo fui una victima inocente de su egoísmo indiferente. De ellas, de
las arpías sin corazón que gozan arrancando suspiros a los amantes sinceros.
Así
que como vez, un valiente, es en verdad el peor de los cobardes.
Debía
ser como antes, debería sentir alivio en mi resignación pero no es así. Esta
vez no funcionó, no funcionó porque me siento culpable de haberme ilusionado,
porque conviví con ella más tiempo del debido.
Cuando
estaba en preparatoria, le ofrecí mi amistad a la niña Rosada, y con la
convivencia, sólo llegué a desear verla sonreír. Así decidí animarla en su
amor, porque si yo no tenía oportunidad con ella, no tenía caso que los dos
fuésemos infelices.
Una
de las cosas más bellas que recuerdo en mi vida, es verla corriendo en
círculos, con ese suéter rosa, tratando de atrapar los conos de nieve con la
lengua mientras esperábamos al chico que le gustaba. El que nunca llegó.
También,
una de las cosas más tristes que recuerdo es verla llorando al encontrar a ese
chico besando a otra niña, más tarde el mismo día. “Nunca tendré una
oportunidad con él” dijo sollozando, “así como yo no la tendré contigo” pensé
mientras la abrazaba.
Tal
vez, si hubiese sido más egoísta, si hubiese pensado más en mis sentimientos
que en los de ella no me hubiese rechazado y ninguno de los dos hubiese sido
seriamente lastimado. Jamás me lo he podido perdonar. Por eso me recuerda un
poco a Mote, porque quiere a alguien que no la valora y sólo juega con ella.
Así
que se lo dije, le dije que me gusta y que la quiero. Abrí las alas y me deje
caer al pavimento. Ella lo quiere a él de la forma en que yo a ella. Él
nunca la querrá como yo la quiero y ella nunca me querrá más que como un amigo.
Ya
han pasado quince días de eso. Según el manual, aquí es donde desaparezco de su
vida. Según el manual, sólo me queda esperar su llamada y conformarme con una
hipócrita amistad cordial. Y si tengo suerte, tal vez, me presente a una amiga.
No entiendo como llegué a ilusionarme tanto.
Simple.
Te dejaste caer.
¿Cómo?
Si,
te dejaste caer. Fueron las palabras de la Niña Pelirroja y las de Poe las que
te dieron el empujón y tú, extendiste los brazos y te aventaste sin paracaídas
desde la torre Eiffel.
¿Las
palabras de la pelirroja?: “se me hace que tu también estas enamorado”. ¡¿Las
de Poe?!: “nunca dijo que fuera su novio, no estás fuera del juego”.
Esas
palabras te dieron ánimo para buscar el amor arrebatado en los brazos de la
tendera esa.
Pues...
si.
Si,
y si tomamos en cuenta que no has superado lo que te hizo la otra tipa es peor.
Pues...
también.
Quedas
muy mal parado emocionalmente, ¿No? ¿De que te sirvió el valor ahora?
Pues...
no sé ¿qué otra cosa podría hacer?
¿La
prudencia te significa algo? Ahora te has encariñado de la tendera. Pensaras en
la tendera, amaras la imagen de la tendera, esperaras su llamada mientras ella,
la tendera, se dedica a fornicar con Adam. ¿Qué vas a hacer ahora?
Pues...
lo que dice el manual.
¡Esa
es la actitud!
De
pronto no me siento de ánimo para escuchar esa clase de reproches, así que
termino de rasurarme. Me lavo el rostro, me pongo una camisa y me dispongo a
lidiar con los temores del día.
¿A
dónde vas?
Ya
lo sabes.
Es
estúpido.
Pero
es mejor que perseguir el amor de alguien que ya tiene a quien amar. Al menos
sé que el amor de mi vida no me rechazará.
¡Es
por que nunca podrás encontrarlo!
Lo
sé (suspiro) es una persecución muy triste ¿No crees?
30
– NO TE RINDAS
¿Qué
pasaría si cambiara de opinión?
Ni
siquiera vale la pena pensarlo ¿Para qué ilusionarse con algo que es sabido que
nunca pasará?
El
gran león con alas negras finalmente me encuentra y pausadamente se acerca
hacia mi mostrado sus afilados colmillos. Gruñe.
Maldito
conejo ¿Por qué no apareces?, sabía que no debía seguirlo. No sé muy bien como
llegué aquí, lo último que recuerdo con claridad fue haber salido de mi casa y
el cielo nublado. Sentí un gran dolor en mi pecho y vi una luz muy brillante.
Lo siguiente que recuerdo fue haber llegado a esta clase de laberinto y al
maldito conejo haciéndome señas para que lo siguiera. Pero en una parte se
adelanto demasiado y sin su guía me perdí. Ahí fue donde me encontré al alado
león o él me encontró a mí. Me da la impresión de que me ha estado buscando. Y
he venido huyendo desde entonces, hasta ahora que me tiene acorralado.
El
animal furioso ruge y su grito estremece a los ángeles en el cielo y al suelo
bajo mis pies que se abre y me traga. Trato de no caer, me aferro a los
vértices pero la fiera brinca sobre mí y por acto reflejo, a la oscuridad, me
dejo caer.
Y
caigo, y caigo, y caigo en círculos y cuando siento que jamás tocare fondo, me
estrello secamente contra el pavimento. Me golpeo la cara y me rompo un brazo.
Puedo sentir la sangre entre las rosas. Pero lo que más me duele es que esas
rosas estén clavadas en lo más hondo de mi pecho.
Entonces
suena en el aire ese batir de alas negras cubiertas de dagas. Suena ese rugir
de cuerno, la bestia, el león viene por mí. No puedo moverme, no sé a donde
huir. Estoy solo... derrotado, pero lo peor de todo es que me siento muy
cansado, ya no quiero continuar huyendo. Todo es tan oscuro que no alcanzo a
ver al animal, sin embargo sé que me ha encontrado, puedo oír su respiración
muy cerca de mí. Entonces finalmente, sucumbo, cierro los ojos y me dejo morir.
-No
te rindas.
-¿Qué?
-¡Qué
no te rindas! ¡Para nada bajes los ánimos sólo porque una niña te dijo: No!
-Pero...
lo mejor es que me olvide de ella.
-¿Cómo
puedes decir eso? No puedo creer que seas tan cobarde como ese niño al que le
enseñe a fumar.
-Soy
el mismo niño.
-¡Eso
no es cierto! ¡Mírate, las cicatrices que tienes en tu alma y en tu corazón me
dicen que ese niño ha crecido mucho!
-Sólo
soy un niño muy herido.
-Yo
vine a esta ciudad en búsqueda del amor sobreponiéndome a las heridas, a pesar
de saber que me rechazarían. Esta prohibido tener miedo.
-Pero
yo no soy como tú. Me parece tonto luchar por el amor de alguien que ya tiene a
quien amar.
-Esa
es una forma muy mediocre de pensar. Hay cosas que no se piden ¡Se arrebatan!
Dice
eso porque seguramente nunca ha tenido una herida tan grave como la mía. Como
la que escondo bajo mi cama en una caja de zapatos.
-Prefiero
dejarlo así. No tiene caso seguir persiguiendo algo que nunca podré
alcanzar.
-¡En
el amor se pelea!
-Pero
también se sufre y estoy muy cansado para soportarlo. ¿Sabes? todo me parece
muy turbio y no sé por donde ir. Prefiero quedarme aquí. Yo no fui hecho para
ser feliz en el amor.
-¡No
digas esas cosas o me harás enfadar! En estos momentos andas por el camino de
la confusión... como no puedes ver hacia delante, tienes miedo de moverte, pero
si te detienes, no cambiara el panorama ¡Sigue por el sendero, estoy segura de
que veras algo diferente!
-Pero
no puedo... no tengo el valor.
-Vamos,
hazlo por mí. Ya que yo también fui rechazada como tú y no pienso darme por
vencida tan fácilmente ¿No me dejaras andar a solas por ese sendero, verdad?
¡Juntos nos daremos ánimo!
¡Oh!
Mi dulce niña pelirroja. Sus bellos ojos almendrados me transmitían ese ánimo
sincero.
Me
tomó de la mano y me dio un poco de su valor.
¡Vamos
adelante! ¡No podemos rendirnos!
Esta
prohibido tener miedo. Hay que seguir adelante. Aprieto el puño para que no se
me escape el coraje, dejo escurrir unas lágrimas cobardes que huyen del león,
abro los ojos y finalmente lo enfrento.
¡¿Qué
quiere de mí?! ¡No me voy a dejar vencer!
La
bestia ruge, el cielo tiembla, las aves huyen, mi corazón languidece y
responde:
Deberías
dejar de fumar marihuana, estas alucinaciones no te hacen bien.
Je...
je, je... ji, ji, ji, ji, ja, ja, ja, ja, ja, ja.
Es
cierto, estoy marihuano. Ahora recuerdo un poco mas, recuerdo haber ido a casa
de Poe a fumar hierba y después fui a mi casa a dormir, pero... no recuerdo
haber despertado.
Abrí
los ojos, me pare frente al espejo, di un paso con el mismo pie con el que lo
hago todos los días para ir a casa de Poe. Fumé pasto como loco volví a casa
con toda la intención de dormir y abrí los ojos. Algo no encaja.
-Esto
es como un sueño ¿No? -¡Oh! el león, lo olvidé por un momento-. Es como un
sueño. No pensaste que se daría de esta manera ¿eh?
-¿Qué
quieres de mi león?
-¿Yo?
Sólo vine por que tú me llamaste.
Cerré
los ojos, me paré frente al espejo, di un paso con el mismo pie con el que lo
hago todos los días para ir a casa de Poe. Fumé pasto como loco, volví a casa
con toda la intención de dormir y no, no recuerdo nada de un león alado. Algo
no encaja.
-¿Yo?
-Claro...
tú o el otro ¿Qué más da?, son lo mismo. Ese pleito tonto que traen los dos es
estúpido, si llegasen a un acuerdo no necesitarían llamarme, siempre estaría
con ustedes.
-¿El
otro? ¿No te referirás a...?
-¿A
quién más?
-¿Y
quién eres y por qué habría de llamarte?
-¿Cómo?
grandes garras, sedosa melena, alas negras ¿Aún no me reconoces? –respondo que
no con la cabeza.
-No
sé quien eres y además te temo.
-Soy
tu valor. Y he venido para llevarte a tu nuevo destino. ¡Anda! monta en mí.
Entonces
presiono fuertemente la herida profunda en el pecho y apoyándome en el piso, me
levanto para subir a su lomo pero en ese instante la bestia desaparece bajo mi
peso y caigo de nuevo al suelo. Que fraude... ¿Qué caso tiene?
“¡Vamos, adelante, no podemos rendirnos!”, la voz de la dulce pelirroja. Ella
me demostró con el ejemplo, vino hasta aquí para recuperar el corazón de la
persona que ama y fue rechazada. “En la batalla del amor se ganan muchas
heridas antes de alcanzar la victoria”; pero no es la única que dejó todo en su
búsqueda del amor; Poe también lo hizo y al final, fue derrotado.
¿Y
a quien te quieres parecer?
Es
él, el otro.
Poe
también renuncio a su amor, porque este ya tenía alguien más a quien
entregarse.
Poe
nos enseña que uno puede vivir a pesar de ser vencido. Y la pelirroja nos
enseña a no dejarnos vencer. ¿Quieres pasar el resto de tu vida como un hombre
derrotado?
¡Oh!
Ojala fuera más parecido a la niña de ojos almendrados y no tan parecido a Poe.
Esta
prohibido rendirse, hay que seguir adelante.
Me
parece curioso que la Niña Pelirroja sea quien me de ánimos cuando es ella la
que provocó mi primera herida. Fue ella la primera que me rechazo. Y por ese
temor a ser rechazado de nuevo, la Niña Rosada jamás se entero de mi amor y la
herida en mi pecho me duele, me duele mucho al recordar ese silencio.
¡Vamos!
no te rindas. Ahora tienes valor.
Mi
valor, tan pronto quise aferrarme a él se esfumo. Pero bueno, me duele mucho el
pecho y no voy a arreglarlo si me quedo aquí tirado, es mejor seguir adelante.
Así que con gran desconsuelo me incorporo en la oscuridad, busco alguna señal,
algún sendero o una luz al final del túnel que no alcanzo a percibir, así que
no me queda más que continuar entre las sombras.
Por
largo rato avanzo a tientas con una mano presionando fuertemente mi pecho;
estoy muy cansado, tengo hambre y no he bebido nada en mucho tiempo. Creo que
fue una mala idea y cuando pienso en desistir, finalmente a lo lejos veo una
luz y corro desesperado hacia ella. Conforme me acerco me doy cuenta que esa
luz es un manantial cristalino que fluye de la oscuridad. Entonces
aliviado bebo hasta saciarme. Me siento muy cómodo en este lugar, en las
cercanías crecen frutas deliciosas y puedo comer de ellas tan sólo estirar la
mano. Podría pasar aquí el resto de mi vida, pienso y eso hago.
No
sé cuanto tiempo he permanecido aquí, pero últimamente he notado que el agua ya
no es tan dulce y que la comida ya no es suficiente y así de pronto como el
manantial apareció en la historia, el pequeño oasis de felicidad se seca y
desaparece.
¡Hay
que seguir adelante! – Escucho dentro de mi cabeza. Ya no distingo claramente
si es la voz de la Pelirroja o la mía propia la que me da ánimos, pero no
importa porque esta prohibido tener miedo; me levanto de mi asiento y sigo a
solas en la fría oscuridad.
Largas
horas transcurren, o minutos, o semanas, es difícil estar seguro cuando se esta
ciego, pero ya no me duele tanto el pecho, tampoco tengo frío. A pesar de que
la seguridad del oasis duro muy poco, fue de gran ayuda para recuperar mis
fuerzas y sanar las heridas. Sin embargo, comienzo a desesperarme ¿Qué nunca
encontrare la salida? ¿Estoy condenado a andar a ciegas y de manera solitaria
el resto de mi vida en este mundo sin luz? ¿No tengo otro propósito más allá
que el de caminar hacia delante?, y entonces me asalta una interrogante que me
detiene en seco ¿No estaré caminando en dirección equivocada?
¡Maldito
conejo ¿Dónde estas?! –El silencio
¡Maldita
sea! Manda una señal o haz algo... aparte de ignorarme. Estúpido conejo.
La
duda me invade y comienzo a sentir un poco de ansiedad, miro a mi alrededor
buscando alguna clase de señal y de pronto alcanzo ver de reojo una pequeña luz
lejana. Temeroso como estoy corro hacia ella. Al irme acercando la luz va
tomando la forma de una bella flor dorada.
Es
un girasol e ilumina toda la estancia. Miro a mí alrededor y veo sin fin de
caminos hostiles y peligrosos que me asustan, pero la calidez de la flor abraza
mi pecho y me transmite una gran calma, me da mucha confianza y seguridad.
Tal
vez esta flor me ayude a continuar mi camino, me digo y al tomarla del tallo
siento como invade mi cuerpo una sensación de bienestar y felicidad
desconocida. Una sensación que terminara de curar todas mis heridas. Entonces
jalo con fuerza arrancando la flor de la tierra y al hacerlo se apaga.
¡La
he matado! Y con ella esa luz y ese calor que alivia mis dolores. Sin ella
siento como se me abre la piel curada desde dentro de mi alma. Mis viejas
heridas se abren en pequeñas explosiones en el cuerpo. Todas son dolorosas,
pero la del pecho es tan aguda que ya nada importa, sólo quiero dejarme caer,
alejarme del dolor, hundirme en el silencio.
Y
entonces mientras los cientos de cicatrices estallan bajo mi piel, el suelo
ruge y estalla también, se quiebra y se hunde y yo con él. Parece que todo ha
terminado. Gracias, gracias por acabar con esto.
Si
te interesa, es porque ya te creció la cola. Alégrate por eso, ¡¿Qué importa si
sale con alguien más?! Nunca dijo que fuera su novio, no estas fuera del juego.
No pierdas el ánimo.
Esa
es la voz de Poe. Ahora es Poe el que me dice que mis heridas han sanado, ahora
que me duelen más que nunca.
¡Las
cicatrices que tienes en tu alma y en tu corazón me dicen que ese niño ha
crecido mucho! ¡No puedes rendirte!
La
Niña Pelirroja que no se cansa de darme ánimos se une a las palabras de Poe.
¿Pero qué puedo hacer ahora que he caído y no tengo de donde aferrarme? ¿Cómo
puedo luchar?
¡Vamos!
no te rindas. Ahora tienes valor.
¡Hay
que empezar a escupirle al miedo en la cara!
¡Esa
es mi voz en el espejo! ¡El otro espejo me esta dando ánimos! ¿Pero cómo puedo
detener mi caída? ¿Cómo, y por qué me duele tanto la espalda?
¡Ah!
Las heridas de mi espalda, siento que me van a estallar desde dentro. Podrían
ser mis pulmones hinchados de tanto tabaco que se expanden y explotan en
escandaloso baño de sangre, y lastima, y duele, y detiene mi caída.
Y
me elevo sobre el vacío expandiendo mis alas cubiertas de penas y encuentro una
salida, arriba en mis ojos rojos llenos de frío. Tuve que haberlo sabido, mi
valor no me dejara caer y mi enojo me permitirá salir adelante.
Entonces
por fin encuentro una salida escondida en un lugar al que nuca volteamos a ver.
Aleteo velozmente hacia lo más alto en donde entre las estrellas veo un pequeño
rasguño en el cielo. Con mis garras hago más grande el espacio y como un
recién nacido lucho entre una cosa liquida y apestosa para salir del laberinto.
Entonces
el dolor en mi pecho se vuelve más punzante y la luz más enceguecedora pero
finalmente se apaga.
Ahora
recuerdo más claramente. Una semana después, sonó el teléfono. Había pensado
ignorar el manual y cortar toda comunicación con ella, pero la Niña Pelirroja
tiene fe en mí. Por eso me arrepentí de esa decisión, no era sincero y no tenía
el valor de ver a Moteadita. Ahora la tengo con sus grandes ojos húmedos como
si quisiera llorar frente a mí. Y me duele más el pecho, mis ojos también
se humedecen, tengo miedo e increíblemente, me siento feliz.
-Ya
me lo pensé bien –dice-. Y si, si quiero andar contigo.
Esto
es como un sueño ¿No?
31
– EL HADA Y EL DRAGON ROJO
“Tengo
la boca llena de cosas hermosas,
y
en el corazón, como ponzoñoso dardo,
clavadas
miles de rosas”.
Una
noche fría y particularmente oscura un vérmelo dragón se elevó al cielo y con
su luz iluminó la noche como si fuese el día, y las criaturas de la luz se
alegraron y festejaron felices que, al menos esa noche, las sombras no
dominarían la tierra.
Y
con esa historia que contaba su tía, los ojos de la niña se cerraban y
descansaban esperando el nuevo amanecer.
Moteadita
era un hada, de grandes alas doradas; de piel clara como la nieve; suave,
fresca y alegre.
Abriendo
los ojos a las seis y cuarto de la mañana, apagaba el despertador y parpadeaba;
sin sospechar que antes de que se extinguiese el día, ese sentimiento le
quebraría las alas.
Mote,
como le llamaban cariñosamente el resto de las hadas del palacio, era un hada
singular. Por las mañanas tras apagar el despertador, estiraba, con un bostezo,
su pequeña figura sobre la cama, después, grácilmente, hacía a un lado la
rosada cobija, bajaba sus finos pies al suelo marmoleado, los colocaba
suavemente en sus pantuflas blancas adornadas con caricias heladas. Hecho ese
movimiento se levantaba dando un pequeño brinco, tras el cual estiraba sus
brazos hasta tocar las puntillas de sus pies.
Se
veía en el espejo y se observaba detenidamente admirando el resplandor de su
mirada, de la cual brotaban arroyos por los que el dragón rojo se acercaba; la
envolvía con sus fuertes alas de dragón y en su pecho, la besaba; le hacia el
amor.
Ese
era el ritual diario de Mote por las mañanas, o lo venia siendo desde hace un
tiempo. Desde el día en que conociese al dragón, fumador compulsivo, en la
miscelánea de su tía. Ritual que llegaba a su fin, precisamente cuando la
reina, su tía, la llamaba desde la cocina para que bajase a desayunar.
En
ese punto Moteadita se despejaba, moviendo la cabeza, de sus pensamientos.
Torpemente se apresuraba a ponerse sus alas, a cubrirse el cuerpo con ese
mágico polvo de hada, tras lo cual, en el armario, buscaba abrigos de plata.
El
mueble de dos metros adornado de rubíes y esmeraldas, que se encontraba en una
esquina de su amplia habitación, tenia en su interior pasillos enteros sin
recorrer, pasillos llenos de ropas suntuosas y joyas lujosas. Aún así, Mote
nunca iba más allá del primero, de donde escogía, sin variarlo, de entre
cientos de coronas, una negra boina.
Este
día, había tomado para combinar, una ligera capa de seda gris, y, nada más que
un clásico entre las jóvenes damas, un pantalón de mezclilla. Vestida se
exploraba velozmente y de reojo en el espejo, recorriendo su geografía con la
mirada, se encontraba tal como era: bella.
Un
segundo llamado de su soberana tía, la avivaba a salir corriendo de la alcoba,
a bajar desmañadamente con pequeños pasos la escalinata en mármol labrada que,
bajando en espiral, pasaba bajo una cascada. Deteniéndose de vez en vez, pero
no por mucho tiempo, a admirar a través de la cortina de agua, los verdes
prados, los amplios campos y los lagos; en los cuales jugaban gustosos todo
tipo de centauros, unicornios y aves traviesas, las miraba con su sonrisa
inquieta de niña tierna.
Al
tercer llamado de la reina ella se presentaba tranquilamente en la anchurosa
estancia, al aire libre abierta. Un frondoso arbusto hacia las veces de mesa
mientras que anchos árboles de larga sombra cubrían las ágiles alas de las
princesas damas.
Los
elfos sirvientes corrían de aquí para allá con los tazones de las picaras niñas
que jugueteando entre bromas reían a la espera del plato del día.
Aquí
es donde revelamos algo desconocido y horrible de las hadas: Éstas graciosas y
bellas criaturas eternas, mantienen su gracia alimentándose de penas ajenas
provocadas por ellas.
Por
cada dragón rojo que espera con alas abiertas a una dama tierna, cien
trovadores poetas, se ahogan, se frustran y se mueren por ellas. Ángeles se
enfilan con palabra desnuda. En la sangrienta lucha con la espada se cortan, se
matan, se arrancan las alas, para congraciarse el pequeño favor de las hadas.
De
estas violentas batallas, brotan las penas de heridas abiertas, no con el arma
filosa, sino por la mirada punzante de diosas inquietas. Penas servidas en
tarros finamente adornados para que las pequeñas hadas, como Mote, dilaten su
imagen perfecta.
Termina
el desayuno la reina pequeña. Corre al balcón a la espera de que su bravo
dragón aleteando llegue por ella. Así sucede. Mote sube al lomo fornido del
animal prohibido, que, a través de rincones ocultos en las venas, por avenidas
hostiles, lleva a la niña tierna, hasta la curiosa tienda que se encuentra como
encajada en un árbol. Ahí el vérmelo dragón, la cobija con sus alas y le
arranca el corazón a puñaladas.
Maravillada
la dulce hada, cobijada como por un embrujo de encanto, interrumpe su sueño de
plata, para buscar la llave que abre la tienda. Adam, a distancia, se despide
de ella, lanzando un certero beso, que como agudo dardo atina el blanco. Los
labios de Moteadita se humedecen, sus ojos se nublan, alza la mirada al cielo y
sonriendo en un suspiro, enciende la luz abriendo la puerta.
Aquí
se acaba el cuento del día, y da paso a la rutina diaria de la vida. Moteadita
aún bajo el embrujo del encanto, pero ya sobrepuesta, con sus pequeñas alas, se
las arregla sola para abrir la cortina pesada. Hecho tras el cual va al baño de
empleados en busca de una cubeta, la cual llena de agua y detergente le echa.
Paso seguido toma un trapeador y mientras, cantando canciones de amor, friega
el piso, limpia el mostrador.
Pero
el día comienza a tomar su curso como de costumbre; ya cerca de las diez de la
mañana, empiezan a llegar los repartidores. El delgadillo parapléjico de los
refrescos, como le decía Mote para divertirse, se detenía a platicarle su vida,
como cada tercer día, a lo que nuestra niña querida, se preguntaba “¿Qué
diablos me importa que tu madre este enferma? OK si es triste, pero ¿qué puedo
hacer yo? ¿Por qué no vas a deprimir con tus problemas a alguien más?”, y eso
es justamente lo que el parapléjico hacía, cruzaba la calle para ganarse la
vida, atosigar a la competencia, que, vencida, le daba unos pesos mas, de los
que le daba Moteadita.
Después
llegaba el golfo regordete de las botanas, la miraba de arriba abajo, sonreía
suciamente a Mote, quien le respondía con una sonrisa hipócrita, se rascaba el
grasiento trasero con sus enormes y sucias manos para ulteriormente
contabilizar la mercancía y poder ver de cerca, cuando se distraía la niña, sus
pequeños senos.
El
desagradable sujeto siempre se despedía con un: “Adiós, primor” y una mirada
furtiva al trasero del pequeño ruiseñor. Se rascaba un testículo sobre la ropa,
subía a su camión, cerraba la puerta y prendía el motor.
Poco
rato después llegaba el repartidor de cigarrillos. A Mote le agradaba el sujeto
en particular. Los quince o veinte minutos que duraba su visita, trataba por
todos los medios de descubrir algún secreto o cualquier información sobre él.
Persistentemente buscaba sus ojos tratando de escudriñar con la mirada perdida
un lugar donde encontraremos al ángel entre tanta falsedad, tanta mentira. Sin
embargo, un cigarrillo apagado eRA lo único que salía de su boca.
Terminada
la operación, el sujeto salía por la puerta, sin siquiera mirarla o decirle
alguna obligada palabra de adiós. Mote cogía las cajetillas y pausadamente,
tarareando alguna tonta canción que alguna de sus viejas abuelas debió
enseñarle, las acomodaba por marca, por tipo y por color. En haciendo esto, ya
cerca de los tres cuartos antes de medio día, comenzaba a llegar la gente. Sin
falta, del diario pasaba Doña Cabeza de Algodón, o así llamaba dulcemente a la
ancianita que sin falta pasaba a comprar sus donas y que sin falta quedaba
debiendo veinte o treinta centavos.
La
anciana senil entraba pausadamente. Se detenía en el mostrador, sonreía
cariñosamente a Mote mientras le decía – Que linda niña eres querida – quien le
respondía con el mismo gesto cariñoso; y, entonces, la señora pasaba al
interior de la tienda, tardaba quince o veinte minutos admirando el mostrador
de pan; primero tomaba el panque con nuez, luego se decía “No, no, no, uno de
almendras será mejor”, dejaba el panque tomado en donde lo había encontrado y
buscaba con la mirada el deseado, el de almendras, que ya no lo hacen desde los
años sesenta, pero ella al no encontrarlo se decía “tan bueno que es ese
panque, se acaba volando. Tendré que llevar el de nuez”.
Dirigía
su mirada entonces de vuelta al panque, pero de improviso, como si encontrarse
un tesoro preciado, se detenía de golpe frente al panque de pasas – Vaya, vaya
– se decía – pasas... tan ricas que son las pasas – entonces tomaba el pan con
las dos manos a la vez que sus ojos dilatados sonreían de gusto – es una pena
que el medico me prohibiera las pasas, si... toda una lastima – se repetía
devolviendo el pan a su lugar. Hecho tras el cual se llevaba la mano a la boca,
como para suprimir un bostezo o algún deseo irrefrenable, que acobardado, sigue
buscando el momento preciso para escapar.
Esperaba,
entonces, unos instantes, y, lentamente estiraba la mano hasta tomar unas
conchas –que ricas son las conchas – expresaba en voz baja con una
sonrisa – ¿De qué sabor serán? – se preguntaba a pesar de que el color blanco
indica claramente que son de vainilla.
Entonces
con paciencia regresaba la bolsa al mostrador y de la suya sustraía dificultosamente
un par de lentes viejos. A los cuales les faltaba la pata derecha, por lo que
la pobre vieja tenía que sostenerlos con su temblorosa mano mientras con la
otra se acercaba las conchas a la cara para asegurarse del sabor. Leía con
cuidado cada palabra en el empaque; fecha de caducidad, tiempo de preparación,
lugar de origen, así, hasta finalmente dar con las letras grandes en tono vino
que al frente del empaque dicen “sabor vainilla” –hum... vainilla,
no me gusta la vainilla, me choca ¿no hay de chocolate?
Así
de simples son las cosas en la vida de los hombres y así de indecisos son sus
corazones.
Al
final como siempre, la linda anciana tomó las donas blancas – Blancas y puras –
decía –blancas como la nieve – nadie le explico jamás que la nieve en las
ciudades esta hecha del agua sucia que cae de los obscenos cielos que la
ambición humana a pintado de gris. Que lo más puro en el mundo, no es tan puro
dentro de todo y que el blanco no sólo representa la pureza, sino también la
ansiedad.
Al
momento de cobrarle la mercancía a la señora, entró un joven adulto: “Un
trovador ¡Un poeta!” pensó Mote al verlo y se dijo así misma que él podría
componer algún soneto o una completa canción, toda una obra entera acerca del
amor arrebatado y salvaje que en su delicado pecho se revolvía luchando por
salir y ser expresado. Pasión que sentía por Adam.
Pero
su poeta trovador, que en secreto estaba enamorándose de ella, pero es secreto
no se lo digan a nadie, sólo pasó a decir adiós. A dejarle un detalle sin
palabras y una canción sin escribir. De paso compró una cerveza, besó de la
manera más dulce que pudo su mejilla de princesa y se fue. El beso fue frío,
hosco e impersonal y Moteadita supo, sin saber por qué, que la humedad de la
rosa que sostenía en sus manos eran lágrimas de desencanto; sintió un poco de
pena y acongojada buscó un frasco con agua donde colocarla.
Pero
aquel ósculo muerto escondía una pasión helada que el trovador rendido decidió
guardar para si mismo; para darse fuerza tenía que acostumbrarse al dolor de
los golpes; pues al cruzar la calle, encontró a Adam en su auto esperando a
alguien. Se vieron las miradas, la triste derrotada se escondió de la alegre
vencedora y con un ademán se saludaron desde lejos.
Así
continúo el día de la joven hada, clientes y repartidores la visitaban a
cualquier hora. Cada uno de ellos aportaba una pequeña historia fantástica a la
pequeña Mote: Como la señora que surtía los productos de limpieza; nuestra niña
imaginaba que la tipa entraba volando en una escoba y que los varios tipos de
jabones y detergentes que dejaba, eran pócimas malvadas que preparaba para el
exclusivo uso de las hadas.
De
pronto y sin aviso el sol comenzó a esconderse. Y el corazón de la niña de las
motitas rojas comenzó a darle patadas de emoción, avisando que era tiempo de
partir. Porque justo al ocaso, la reina de las hadas, su tía, llegaba montada
en carruajes broncíneos jalados por bellos pegasos. Atravesaba la puerta con un
manto de celestial fulgor e iluminaba su rededor como la luz misma del sol,
haciendo huir las sombras que siempre se resisten a morir.
Las
sombras, son el hogar de ciertas criaturas maravillosas también, hay hadas de
alas negras y elficos adalides que viven en ellas, incluso ángeles oscuros,
como Poe, que siempre buscan refugio bajo las piedras. Son en si, un resguardo
precioso para las almas heridas y un ejemplo también, porque cuando la noche
llega, toda la claridad desaparece de la tierra. Ni la bestial lucha que
sostiene la luna con su bella luminosidad contra la oscuridad logra hacer mella
en ésta que domina sin dificultad entre las noches. Y cuando en el horizonte
lejano aparece el astro padre, la oscuridad se retira, pero no del todo, porque
siempre quedan pequeños rezagos en las sombras. En donde encuentran abrigo las
criaturas a las que se les ha negado el albor.
En
cambio hay criaturas de luz, arrogantes y soberbias, que abusan de su divinidad
para acarrear miseria a todas las almas aquellas que se fijen en ellas. Porque
como se ha dicho: Así de simple es la vida y así de débil son los corazones de
los hombres.
Más
Moteadita con sus bellas alas volaba lejana a los problemas de los mortales. Su
corazón la empujaba a despedirse rápidamente de su tía para poder navegar en
arroyos de azúcar hasta la arista de arena blanca y febriles aguas donde el
bravo dragón rojo la esperaba. Ese fue el primer error de Moteadita, pensar que
el dragón esperaba paciente su llegada, porque a nuestro valeroso caballero
Adam, entretenido en asuntos, no de dioses, sino de varones, le había sido
arrebatado el hilo del tiempo por una Gorgona Traviesa que serena esperaba el
instante justo de eyectar las garras. Más hay que aclarar que la Gorgona era
inocente, porque desconocía la existencia del dragón en el corazón del hada.
La
alada ilusión arrastró a Mote hasta la fábrica de hielo, en donde dormía
profundo su dragón bajo una pesada montaña de nieve. Ella pensaba que con el
cálido soplo de su pasión, lograría derretir el témpano y robarse el alma de su
amor.
El
segundo error de Moteadita fue creerse un hada traviesa; ella no era un hada,
sino una mujer y Adam no era un Dragón, sino un hombre.
Y
ahí entre el hielo, alcanzo a ver el automóvil rojo de su amado señor. Y en su
interior, al gallardo dragón que con sus voraces fauces devoraba a una Gorgona
doncella.
Los
ojos de Mote se dilataron al sentir de golpe el paro de su corazón. Su pecho
entonces comenzó a enfriarse y el sentimiento corrió por todo su cuerpo hasta
sus manos y piernas que comenzaron a temblar. En ese momento se acabó el hada,
se terminó la poesía y la fantasía. Dio tres pequeños pasos sin comprender lo
que sucedía y entonces, mientras su ofendida mirada se clavaba en la espalda de
Adam, lo entendió tan claramente como el agua cristalina, allá en el ahora lejano
país de los cuentos.
Buscando
algo que decir, Moteadita se acerco al coche, abrió la boca y, en principio,
brotó un reproche. En segundo, brotaron mercurios arroyos de sus desencajados
ojos. Se llevó las manitas a su cara y entre sus delgados dedos, cual rosales
enredados en arcos, escurrieron las lagrimas, que cayendo al suelo murieron en
vano.
Una
noche oscura un vérmelo dragón se elevó al cielo y con su luz ilumino la noche
como si fuese el día. Las criaturas de la oscuridad tuvieron que correr en
búsqueda de un refugio, algún escondrijo entre las piedras, o algún corazón
solitario cobijado entre tinieblas.
Así
son las cosas en la vida de los hombres; sus mentes son torpes y su amor se
entrega a los corazones equivocados.
32
– A HOT SUMMER NIGHT
Una
tarde maravillosa, romántica, llena de magia, con ocasionales arranques de
pasión, que culminó al anochecer, con el beso más dulce que puedo recordar. Nos
despedimos con un abrazo y nuestros corazones se alegraron porque al fin nos
habíamos encontrado.
No
recuerdo la última vez que me sentí como me siento ahora con la niña moteadita.
Pareciera ser el destino, que cada una de las cosas que hemos vivido, sólo
estaban ahí para encaminarnos a nuestro seguro encuentro.
No
se supone que pasaría así, siempre he creído, que iré caminando, fumando bajo
la lluvia, y que de esa manera y sólo de esa manera, encontrare al amor de mi
vida. No se supone que pasaría así, pero no importa, soy feliz y ella lo es
conmigo. Eso es lo único que importa.
Sonrío
con un suspiro y me limpio el sudor de la frente con el brazo. ¡Calor! tengo
mucha sed. Se me antoja una cerveza.
Mi
consumo de alcohol ha aumentado de manera alarmante desde que deje el cigarro,
pero el licor ni siquiera me distrae, no me duerme la ansiedad: sólo lo
empeora. Además, siento el cuerpo demasiado pesado como para levantarme. Siento
que me hundo lentamente dentro del sillón lubricado por mi propio sudor.
Debes
proporcionarme una cerveza.
A
gritos le pido a mi madre que me traiga una chela.
Como
si el calor no fuese suficientemente molesto, estoy aburrido. Han pasado un par
de horas desde que me despedí de Moteadita y ya no hallo la manera de matar el
tiempo que nos separa de nuestro próximo encuentro.
Cambio
de canal intermitentemente en busca de algo entretenido y fracaso. Por un
momento detengo el televisor en el comercial de una mueblería. Es el hombre que
indica los precios, el que me llama la atención; es idéntico a mí. Podría ser
yo en un par de años. La única diferencia que encuentro es que él esta
encerrado en esa cajita, atrapado en la imagen, y yo, yo estoy preso entre
estas líneas. Cambio de canal.
¡Maldita
sea! Me pica la entrepierna. Me rasco y me huelo los dedos, huele como a piel
muerta, debo estar mudando de piel, vi en la tele que las víboras y otros
reptiles lo hacen al crecer, es un acto inherente a madurar.
Tomo
una lija. Comienzo a frotar frenéticamente hasta que desaparece el escozor, la
piel y una delgada capa de grasa. Mierda... ahora me arde a morir. Debería ir a
que un medico me revisara, de hecho no le caería mal un poco de aire puro, que
se recree en espacios abiertos.
La
llevaré al parque, le pondré su cadena y la sacare a pasear, y la gente
murmurara al verla: “¡Oh, que bella entrepierna!”, me detendré un momento para
que la gente la aprecie con tranquilidad, quizás hasta se acerque alguien y la
acaricie mientras me diga – Buenas tardes joven, que buena entrepierna tiene
usted – Educadamente le responderé – Buenas tardes y gracias señorita – Ella
acariciara mi entrepierna suavemente y entonces comentara –¿Pero que diablos…?
Parece que se le esta cayendo la piel en esta parte. ¡No! eso seria algo
muy vergonzoso. Así que, en vez de ir al parque o al medico, le pongo salivita.
Ya
se tardó la chela. Me pregunto si mi madre estará dormida, aún es temprano como
para que lo éste, pero no la escucho bailando en la cocina como es su
costumbre, tampoco recuerdo haber escuchado que saliera. El silencio me alarma
un poco.
Debe
estar borracha, tirada a un lado del escusado o vomitando sobre su cama. Puedo
imaginar que en su depresión alcohólica, al ir a vomitar al baño, se quedó
dormida con la cabeza dentro del inodoro. O que ahora gira, colgada, al ritmo
del ventilador, en su recamara. Incluso puedo imaginarla con la cabeza dentro
del microondas.
Mis
últimos pensamientos me alarman aun más y me levanto presuroso rumbo a la
cocina. Abro el frigorífico. ¡Es verdad! ¡Se las ha bebido todas! Maldita
alcohólica egoísta, no ha dejado una sola cerveza.
Debe
haber algo por aquí, pienso mientras aparto los cadáveres de animales, los
restos de ensalada y los aderezos. ¡Si!, al fondo encuentro la última chela, la
escondí previendo que algo así podría pasar. Estiro la mano para cogerla y
cuando mis yemas apenas alcanzan a rozar el húmedo cristal una pequeña mano
fugaz me la arrebata. ¡El estúpido conejo!
Se
aleja con mi chela dando brincos dentro de la nevera. Aparto una hamburguesa
vieja y lo persigo por pasajes húmedos y fríos, hasta llegar al país de las
hadas.
Las
hadas, hace mucho no soy bienvenido en estas tierras. Veo encenderse una
antorcha en la lejanía y escucho el estrepitoso rugir de un cuerno ¡Son ellas,
vienen por mí!
Asustado,
escondiéndome entre matorrales y arbustos, pongo pies en fuga. Corro varios
metros, entonces, cuando fatigado me detengo a respirar; me veo rodeado por una
patrulla elfica, cerca de veinte hermosos elfos, ataviados en sus bellas
armaduras plateadas y sus largas cotas de malla aparecieron de entre la
espesura del bosque, amenazándome con las luengas lanzas me obligaron a
hincarme, entonces, el líder de los elfos, uno rubio con una larga cicatriz en
la cara, cargado de una impresionante adarga, me toma del brazo con una mano y
me levanta como si levantase algo muy ligero.
¡Hombre!
–Me dice mostrándome la espada desnuda – los elfos de estas tierras me llaman
Lobo – Continúa diciendo.
Estas
muy lejos de tu patria ¿Qué no sabes que los hombres de Dalagon y los elfos de
las tierras bajas han entrado en guerra con los Gnomos?
¡¿Quién?!
¡¿Qué cosa?! ¡¿Guerra?!
-No
conozco el país de Dalagon y nada tengo que ver con gnomos o elfos.
-Responde
rápido entonces, si valoras la vida y la libertad ¿Qué haces tan cerca de
Fairytopia.
-Estoy...
busco a un conejo.
-El
país de los conejos esta al sur de Abed, muy lejos de aquí, muy cerca de
Gnagar. Para éste momento esa región debe estar poblada de Gnomos. No te
aconsejo continuar en su búsqueda.
-Pero,
es que debo hallar a ese animal.
-Alguna
deuda debe tener contigo esa criatura como para que la sigas hasta aquella
región, más ahora que las tierras de los elfos ya no son tierras seguras.
-Esa
criatura me ha robado.
-Algo
muy valioso será. Para llegar al valle de los conejos primero has de llegar a
Ilion, el ducado de los más bellos de entre los elfos todos que habitan las
tierras bajas. De ahí el camino más corto es al sur-este a través del paso
Pardamar; pero es muy peligroso. Por ahí no podrás pasar sin enfrentarte a los
gnomos. Deberás tomar al oeste rumbo Alvadiola. Al llegar tomaras al sur en
dirección a Surión, más al llegar al río Verde, en Abed, interrumpirás tu
camino para seguirlo. Siguiendo su cause llegaras a salvo hasta Labed, ahí,
hallaras el valle de los conejos.
Entonces
un segundo cuerno resonó en el viento. Y los elfos bellos alzaron las miradas
al cielo.
-¡Ya
vienen! Los Gnomos han llegado al valle de las hadas. Debes irte de prisa, para
llegar a Ilion, sólo sigue las estrellas.
-¡¿Y
como hago eso?
-¡Sólo
síguelas! -grita Lobo mientras se aleja marchando con el resto de los
maravillosos elfos. Dudo un poco, pero al no tener muchas opciones, voy al sur,
siguiendo su consejo. Camino largas horas por el bosque escuchando el canto de
las aves nocturnas en los árboles, y el clamor de la batalla a mis espaldas,
hasta topar con una muralla abandonada en ruinas. Ahí, bajo un claro rayo de
luna, encuentro al conejo bebiéndose mi última cerveza.
-¡Roedor!
Salto
sobre la bestia, pero esta pega un brinco y corre a ocultarse en su madriguera
al pie de la muralla – ¡Te tengo!
A
gatas, voy escarbando en el agujero haciéndome espacio entre la blanda tierra.
Me escabullo por el estrecho túnel hasta vislumbrar una luz, una salida al otro
extremo, y se apaga. Llego hasta la salida bloqueada. Con una mano levanto la
tapa y salgo del escusado, en el sanitario de alguna cafetería.
Me
despejo en el lavamanos. Recupero compostura y salgo del baño. El hombre que
vende muebles por televisión me recibe y me lleva del brazo hasta una butaca.
Frente a mi, hay una persona, una irritante luz roja que se mezcla con el
humo de un cigarro que se consume, sin ser tocado, en la orilla de un cenicero
junto a mi tasa de café me impide verle el rostro. Descubro su silueta en la
niebla, es una mujer.
Doy
un sorbo nervioso al café, mientras le escucho decir todas esas cosas que no
quiero escuchar.
Ya
la reconozco.
Sostengo
un cigarro que se muere. Sé que tiene que morir pero me cuesta tanto dejarlo
ir. Quiero irme a casa, pero no hay manera de salir. No puedo volver, ni quiero
seguir adelante. Aprieto los dientes y cierro los ojos para no ver su cara al
momento de inclinarse para decirme – No pienses en mi.
Y
sin darme cuenta... he vuelto a pensar en ella.
33–
LA ÚLTIMA VEZ
Creo...
no debí abrir la botella, pues sólo bebiendo me acuerdo de ella.
Esperando
el camión en una esquina, veo del otro lado a una linda niña de cabello castaño
vestida de blanco que sin apartar su mirada de la mía se sonríe.
-Es
ella, ella es la dama del collarín, a la que siempre me encuentro – dije
señalando con la cabeza.
-Tal
vez ella esta en tu vida y aun no lo sabes –dijo Poe hurgándose los bolsillos,
de los cuales sacó un boleto viejo de camión, un chicle que se llevó a la boca
y unos cuantos pesos.
-¿Tú
crees?
-Claro,
sino ¿Por qué la vida los pondría en el mismo camino tantas veces?
-¿Es
eso una analogía? Porque si lo es, no entiendo como podemos estar en el mismo
camino si no tenemos un lugar o un pretexto para conocernos.
-No.
No es una analogía, son como un par de desconocidos que se conocen muy bien.
Sólo tienen que cambiar la parte de desconocidos.
-No
puedo hacer eso.
-¿Qué
te detiene? Ella entró a tu mundo y tú al de ella, admítanlo.
-Por
Mote.
-¿Qué
con ella?
-¿No
propondrás que le sea infiel?
-Claro
que no. Propongo que dejes de salir con ella.
-No
creo, estoy bien con ella.
-Ah
bueno…
-La
quiero…
Entonces
la mirada de la Dama se apartó de mí para detener un camión con destino opuesto
al nuestro.
-No
es cierto.
-Si
lo es.
-No.
Tú quieres creer que estas con ella por amor, pero no hay nada de eso entre
ustedes, no hay nada absoluto, ni tierno. Más bien parece que ambos están
enamorados de la idea de enamorarse.
-¡Falso!
La
busqué con la vista a través de las ventanas mientras el camión arrancaba y al
hallarla, me saludó con una sonrisa fruncida acompañada de un batir de mano.
“Hasta pronto”, trate de decirle con el pensamiento y una mirada forzada que
intentando expresarlo todo terminó por clavarse en la nada que dejó su silueta
del otro lado de la acera.
-Si.
Ella esta contigo para no pensar en Adam y tú estas con ella... pues porque tu
vida es patética.
-No
terminas de convencerme.
-Es
cierto... sólo estas con ella para evitar la soledad.
-¿Qué
no lo hacemos todos?
-Pues...
si.
-¿Qué
no es eso el amor?
-Espero
que no. Pero velo de esta manera, tal vez la analogía sea con tu sueño. Esa
mujer que vez en la cafetería, ese encuentro casual, tenga que ser con la Dama
del Collarín.
-Hum
¿Lo crees?
-No.
Nada más es una salida rápida a una conversación incomoda.
-Hum...
el encuentro casual que cambiara mi vida.
-El
encuentro casual de los encuentros casuales. El que le pondrá fin a la historia
de tu vida y podrás dejar de fastidiarme con eso -dijo casi gritando mientras
estirando el brazo pedía la parada al camión.
El
encuentro casual, de todos los encuentros casuales. El encuentro en la
cafetería bajo la lluvia. El que pondrá fin a la historia de mi vida. La
historia de mi vida... hace unos días me acorde de ella. En verdad no hace
mucho que lo hice por última vez pero es sorprendente cuan largo parece el
tiempo cuando algo más ocupa tu mente por unos meses y alguien más tu corazón.
Pasamos
por un teatro donde exhibían una obra titulada “Destino” y excusándome con Poe
me bajé del camión: -Quiero comprar un poco de licor.
Recuerdos
escurren rencores en copas de vino. Amantes casuales se abrazan en lino.
Me
parece que se molestó un poco. Prometí acompañarlo al museo a ver una
exposición de arte realista porque Polly no quiso. Pero sólo lo hice porque me
sentí comprometido. Como una salida rápida de la conversación incomoda con su
esposa que terminaría estallando en mi cara sino intervenía. Además el realismo
nunca me ha llamado la atención. De hecho de todos los ismos, mi favorito, es
el tabaquismo.
Ya
en casa sintonice la radio en una estación donde solo transmiten música
romántica, sólo para que fuera más doloroso, y quise ahogar su recuerdo, pero
no cabía en una copa.
La
última vez que nos vimos me porte indiferente.
Indiferencia:
Cualidad de ignorar las cosas que no nos importan. Indiferencia, el haber
intentado detenerla pudo ser la diferencia.
Y
ahora estoy aquí, años después, años pensando en ella
Es
difícil llorar por heridas que ya no duelen, pero es más difícil volar con alas
secas como flores bajo un sol ardiente, que se quiebran. Me duele un poco el
pecho, me arden los ojos, la luz me lastima, la vida me hiere desde que no
estas tú.
El
cielo gris sopla arrastrando mis palabras. Me gusta pensar que se convierten en
la música a mi espalda, que viajará por el mar y las montañas hasta donde
quiera que se encuentre. Entonces como un pequeño rumor en el viento le
acariciará el oído y por un instante abrirá los ojos, se detendrá, y se
acordará de mi antes de continuar besando a quien sea que esté amando ahora.
Ya
no sé que más decir, todo lo he dicho ya. Quizás agregar que me gustaría verte
una vez mas, sólo una antes del final. Que la suerte nos regale un encuentro
casual para poder ver tu sonrisa y sentir tu mirada. Tenerte tan cerca que
pueda oler tu cuerpo para poder decirte como un pequeño rumor en el viento: No
te guardo rencor amor, cuanto lo siento.
Levanto
la copa y me prometo no pensar en ti. Esta es la última vez. Siempre es la
última vez.
34–
UN CONEJO EN EL CIELO.
¿Qué
puedo decir de mi vida? A veces es como una gran aventura. En otras es como la
repetición constante de un capitulo de una vieja serie de TV.
De
espaldas al césped busco figuras en las nubes junto a Moteadita. ¿Cual es el
problema? Que es lo mismo que solía hacer con ella. Con ella solía descubrir
dragones furiosos, conejos color de rosa y caballeros valientes. Con ella
escuchaba las trompetas sonando en lo alto del cielo anunciando la gran
aventura. Con Moteadita me pasa lo mismo, pero no es nada que no haya vivido
antes, y eso le molesta, le molesta mucho.
Realmente
la quiero, y mucho. Pero el sentimiento no cambia, sigue siendo querer. Es como
tener hambre ó sueño, uno siente el impulso irrefrenable de satisfacerlos pero
sabe que volverá a tener hambre y sueño después y que no importa cuanto trates
de cambiar eso siempre vas a seguir queriendo.
Por
eso es complicado y malo. Porque el amor se convierte en el reflejo opaco de
amores anteriores. Porque por más que te guste y te emocione, ya sabes que va a
venir después. No hay nada nuevo en el cielo. El problema radica en cuando la
persona que esta contigo no concibe ser la repetición de viejos capítulos de tu
vida, o en el mejor de los casos, una buena secuela de una exitosa serie de
películas malas.
Aquí
es cuando empiezo a desear que las cosas empiecen a ser diferentes, que salgan
bien por primera vez, o que salgan peor de lo usual. Cuando las cosas son
diferentes a lo que uno esta habituado, aunque te arda la piel y te levante las
costras; cuando las cosas son nuevas, es cuando son especiales.
“No
estoy segura de que nosotros funcionemos como pareja” me dijo una vez como
marca de su inexperiencia, “He tenido varias parejas”, contesté, “y sin embargo
estoy solo. ¿Adivinas porque?”.
Recuerdo
la primera vez que me peleé, el primer putazo que me reventó la cara. Ahí fue
cuando descubrí que me gusta la violencia; el placer de ser golpeado y de
golpear hasta el crujir de huesos. Recuerdo otras peleas memorables, pero no
todas. En algún punto, esa batalla encarnizada por la vida, se volvió una
película repetida.
Es
como el primer beso, o la primera vez que tuve sexo; todas esas cosas se
sucedieron tantas veces que perdieron el brillo del encanto. Pero al igual que
mi película o mi canción favorita, aunque nunca vuelva a sonar como la primera
vez, siempre querré oírla de nuevo.
Si
las cosas no funcionan al primer intento, es difícil que funcionen al segundo.
Pero no queda más que seguir probando cuando eres adicto a algo.
En
el cielo arriba en nuestras cabezas se suscitan cosas extrañas y sublimes
desconocidas para nosotros, maravillas se esconden tras las nubes que reflejan
los ojos de Moteadita. Lo afirmo sin temor a equivocarme, porque ese brillo en
su mirada es siempre la promesa de algo maravilloso. Si me equivocase, si fuera
una falsa señal, seria aun más maravilloso, por que seria nuevo, sorprendente y
sin dudarlo, hiriente.
-Esa
nube tiene forma de conejo -señala Moteadita al cielo.
-Si,
lo veo -con un poco de imaginación, consigo ver al conejo en el cielo. Con un
poco de imaginación, uno puede ver lo que quiera.
El
conejo en el cielo... uno creería que es más fácil ver ovejas en las nubes.
Pero no, por alguna razón, siempre que me tiro al pasto a ver el cielo, término
viendo un conejo. El mismo conejo que constantemente me hostiga en todas
partes desde que lo viese por vez primera en los brazos de una botella. De la
primera, de la mujer a la que, sin saber de su existencia, Moteadita envidia.
Pero eso es tonto, es que ella no comprende, que, aunque no represente la primera
vez, sigue siendo igual de hermoso, tan bello como han sido bellos todos los
atardeceres a su lado, todos los conejos rosas en el cielo, tan hermoso como
cada amanecer que no recuerdo.
-Si,
lo veo. –Respondo tomando su mano.
Aquí
es donde al sentir su piel mis ojos se dilatan, mi oído se agudiza, mi
respiración se acelera al ritmo de mis palpitos. Miro a Moteadita y sonrió
porque éste, seguramente, es uno de los momentos más hermosos de todos los que,
al paso de unos años, voy a olvidar, pero esta bien, porque aunque no
recuerde cada uno de los cigarros que me he fumado, cada uno de ellos a
contribuido a pudrir mis pulmones.
35
– ODA A LA FRUSTRACIÓN INEVITABLE
Digamos
un par de verdades universales: Primero, la vida apesta y segundo, cuando
mueres, el que apesta eres tú.
Todos
sabemos que Adam es el amante de la esposa de Poe. Todos lo saben, incluso él.
Y nadie hace nada. Todos sabemos que Moteadita solía salir con Adam antes que
conmigo y que en la primera oportunidad que tengan de hacerlo lo harán de
nuevo. Todos lo saben, y nadie hace nada. Incluso yo.
También
se sabe que Adam es una persona inmadura, manipuladora y traicionera. Todos lo
saben y todos confían en él. ¿Me pregunto por qué yo no?
Ser
el único desconfiado me hace sentir como una victima de mi propia paranoia
voraz. Pero ya no más. Tomaré dos tragos, unas rayas, un bate de béisbol e iré
a partiré la cara.
Sin
darme cuenta y de sorpresa me tendrá tirado en el piso con el hocico reventado
y las costillas rotas. Lloraré de impotencia mientras sigue pateando mi
sanguinolento cuerpo, hasta que se canse. Entonces en cuanto me de la espalda,
tomaré el bate y lo golpearé con toda mi ira en la base del cerebro, justo en
el tálamo. Algo tronará en sus oídos, perderá la vista y si tiene suerte,
morirá. Si no la tiene quedara como una maldita planta.
En
ese momento sentiré que he hecho justicia en el mundo. Me sentiré un héroe
fugaz y lejano. Entonces mis amigos, aquellos que no hacían nada más que mirar
con un trago en la mano como me molía los huesos, brincaran a detenerme antes
de que le hunda el cerebelo de otro golpe. Habrá gritos, las mujeres se pondrán
histéricas, los hombres me llamaran imbécil, seguro que Polly y Moteadita se me
irán a golpes. A Polly la detendrá Poe, pero Moteadita me odiará por el resto
de mi vida y no volveré a verla jamás. Entonces saldré a la escalerilla a
encender un cigarro mientras espero que llegue la ambulancia y la policía.
Ya
en la cárcel, todo estará perdido, me darán demasiados años y al salir, será
demasiado tarde para cualquier cosa. Por eso me quedo sentado, sonriéndole al
espejo mientras que con el ojo derecho veo como Adam coquetea con mi novia, y
como a ésta le agrada eso.
Así
que por donde lo vea estoy jodido.
Tú
tranquilo, algún día, pronto, cuando te haya quitado a Moteadita y al amor de
tu vida, la cabra temperamental despertara en ti: El Coma Negro.
Así
que por donde lo veas estas jodido.
La
vida apesta y cuando te mueres, el que apesta eres tú.
36
– YO SOY LA REVELACIÓN
Siento
como si mil agujas heladas fuesen introducidas por cada uno de los poros
abiertos y sangrantes de mi piel.
Despierto
agitado al oír un grito desgarrado en la oscuridad, y descubro que es mío.
Mientras, palpitante, el sudor brinca de mi cara para estrellarse contra las
sabanas blancas.
De
pronto me siento el Titanic e imagino que las gotas saladas secretadas por mi
aterrada alma son las personas temerosas, que prefieren ser absorbidas por el
agitado mar sobre mi cama, antes que hundirse conmigo.
Respiro
llevándome una mano a la cara hinchada –una pesadilla- me digo en voz alta
intentando tranquilizarme en la oscuridad. Una en la que planeo el asesinato de
mi mismo y al empujarme al agua, descubro horrorizado que yo, o la parte
asesina, no podrá continuar sin la parte dormida en el fondo del río.
Aparto
la sabana con violencia y desden de mi cuerpo y de un brinco me levanto. Entro
al baño directo al lavamanos donde hundo mi cabeza dentro del agua que yace
estancada en él.
Estás
jodido – escucho que me dicen. Volteo pero no encuentro la fuente del sonido –
estás jodido –me repite. Exaltado prendo la luz – estas jodido – me digo en el
espejo.
¿Cuánto
a que Moteadita te esta poniendo los cuernos con Adam?
No
lo creo.
Vamos
hombre… no seas ingenuo. Moteadita le pone duro con ese tipo, ¿Y tú? No haces
nada.
Bueno,
¿Y qué se supone que haga? ¡¿Eh?!, ni me consta, ni tengo pruebas, sólo puras
putas sospechas.
Hay
una constante en la vida – me dice tornando sus ojos en una mueca perversa –
las mujeres son tan cabronas y tan hijas de la chingada, que son buenísimas
para mentir. O, ¿Tú por que crees que hay tantas canciones que hablan mal de la
mujer?
Hay
tantas mujeres buenas como malas, no es una cuestión de género, ni una
constante.
Eso
que señalas únicamente es un supuesto.
Lo
que tú señalas también.
Bien…
¿Cuántas mujeres buenas conoces?
Pues…
La
abuela no cuenta como mujer, más bien cuenta como cosa.
Vaya
pues, está Moteadita.
¿Seguro?
A pesar de que te pone el cuerno con Adam.
¡Eso
no me consta! ¡Ni a ti!
Hay
otra constante en la vida – me digo – a las mujeres, ni todo el dinero, ni todo
el amor, ni toda la confianza.
Se
me escapa el aliento. Me quedo frío, con los brazos apoyados en la pared. El
agua escurriendo por mi piel crea arroyos por mi torso y mis brazos, y ahí por
donde va pasando, va narrando historias que plasmadas quedan en el epidérmico
lienzo.
Entonces,
como recién hechos, la tinta brilla con toda su fuerza y esplendor.
Mis
tatuajes… no recuerdo haberme hecho tatuajes.
Me
miro en el espejo que se quiebra y un brazo largo, tullido y delgado intenta
sujetarme con unas uñas retractiles y felinas, pero gruesas y escamosas. Brinco
a la puerta por reflejo y me sostengo en la perilla.
El
espejo esta intacto.
Me
incorporo y aún sin recuperarme totalmente del susto me acerco al inmaculado
vidrio; no veo nada más que a mi mismo.
Ten
cuidado – me dice mi reflejo- no te acerques demasiado… no vayas a quedar
atrapado del lado equivocado – y pérfido sonríe.
Mi
imagen reflejada me parece maligna. Una capa roja, como si fuese un delgadísimo
albornoz de seda carmesí, del tono que tiene la sangre cuando las almas son
negras, se posa sobre él. Sus ojos huecos penetrantes me causan un profundo
miedo, mis trémulas piernas flaquean y los tatuajes en su cuerpo, relatan
horrendas historias de almas puras desgarradas.
Me
veo el cuerpo, yo no tengo tatuajes.
Me
miro en el espejo… y sus tatuajes brillan y cambian de forma. Demonios sin
nombre que devoran ingenuidades sin perfil.
¡Los
tatuajes! ¿Qué son los tatuajes? -grito abriendo los brazos, dando por inercia
un paso atrás.
Son
las heridas que llevas por dentro, esas que nadie puede ver. Describen todos
los caminos que has recorrido; son en laberinto en el que te hallas perdido –
responde aun sonriente, y alcanzo a ver sus dientes amarillos y afilados.
¡¿Qué
diablos eres tú?!
Yo
soy el minotauro. Soy lo que llevas podrido, todo lo que has reprimido, todo lo
que te ha sido negado, todos los gritos frustrados. Soy tu enojo, tu fuerza y
dolor; yo soy la revelación. Y estoy aquí para hacerlos pagar.
Finalmente
sucedió… despertó. El dragón dormido, la cabra temperamental. ¿Has oído aquello
de no le rasques la panza al moustro?
Me
levanto… doy una paso con el mismo pie… y la busco, la busco luciendo
orgulloso mis tatuajes. ¿Dónde esta? Paso por el puente peatonal… finalmente
llego a la cafetería de corte italiano, estiro el brazo con toda la decisión de
entrar, mis yemas están a punto de tocar el gélido vidrio cuando la puerta se
abre por dentro y de ella sale la Dama del Collarín.
Me
mira y se sonroja. Me mira y me sonríe por un instante de esos que parecen
eternos. Entonces la tomo de la cintura y la aprieto contra mi pecho. – No es a
ti a quien buscaba, pero sirves igual – le digo y la beso. Mis labios presionan
con fuerza los suyos mientras una de mis manos busca inquieta una de sus tetas.
El
espejo se rompe y me escupe pedazos a la cara con el reflejo de Moteadita en
ellos. Y se me clavan en el rostro, en los ojos y en las malditas entrañas.
Escucho un alarido de dolor. Miro lágrimas rojas chorreando sobre mi cuerpo que
se vence, y me desvanece.
Moteadita…
yo quiero a Moteadita… no puedo hacerle esto, no – Me voy diciendo mientras
lentamente los gritos en mi cabeza van guardando silencio.
Sombras,
sombras, sombras… por ahí, en un rincón, una sonrisa siniestra entre la
oscuridad, y más oscuridad.
De
repente escucho un alegre trinar que viene de fuera de la ventana. Ha
amanecido, los rayos de sol que atraviesan el cristal me punzan la piel. Yo me
encuentro hecho un enredo con las sabanas sobre la cama.
Tranquilo
todo fue un sueño –me digo, pero prefiero quedarme en cama en vez de ir a
refrescarme al lavado.
A
veces, como en esta ocasión, me sorprende lo vividos que son los sueños y lo
reales que son las sensaciones que uno tiene en ellos. Casi todo el tiempo me
pregunto si la vida no será un sueño, a veces horrible, a veces maravilloso.
Casi todo el tiempo me contesto que no, que los dolores y placeres son reales y
que por más que lo desees no se pueden evadir. Y cuando más convencido estoy de
eso, despierto.
Me
doy cuenta que no se pueden esquivar; te persiguen hasta los sueños y ahí se
las arreglan para clavarse en ti, y cuando despiertas, o te duermes, siguen ahí
y sólo esperan un descuido, un momento de debilidad para escapar y devorarte.
Como
puedo me las arreglo para desenmarañarme. Bostezo y suena el teléfono. Voy
corriendo a la sala pero no alcanzo a llegar, en mi lugar, lo hace la
contestadora.
“No
hay nadie en casa, deja tu mensaje” –dice mi voz seca y tajante.
Hola,
oye, hem… soy yop -es Mote- ¿Puedes venir a verme hoy?, tengo que hablar
contigo -dice y cuelga cuando mi yemas apenas logran posarse sobre el plástico
frío, cómplice pero indiferente.
37
– ELLA SE MUERE
¿Qué
no ves que me muero?
Aunque
me lastima, a pesar de que siento sus manos entrar en mi pecho como pinzas
separando mis costillas para tomar mi órgano y herirme ¿Cómo podría
reclamarle?, si veo en sus ojos todo el dolor que yo sentí. Cada lágrima que
escurre por su mejilla me es familiar, tan conocida.
Quiero
abrazarla, pero me separa de ella. Yo te quiero, como sólo llegué a querer a
una persona antes. Pienso decirle pero no será un consuelo. A ella no le
interesa mi querer, ni mi dolor. A ella sólo le interesa volver a probar el
sabor de aquel veneno que mata el orgullo y la razón. Un veneno que no se da en
mis labios.
No
entiendo bien lo que sucede, o mejor dicho, lo entiendo claramente, pero algo
no encaja ¿Por que me ruega que la deje ir? ¿No sabe que no puedo detenerla?
Traté
de quererte, traté de amarte, pero no pude. Perdóname... me siento como una
perra egoísta. – Dice sin dirigirme la mirada – En verdad lo intenté, realmente
quise quererte, pero no puedo y estoy cansada de estar con alguien a quien no
amo.
Algo
dentro de mí se revuelca, muevo la cabeza y aprieto los ojos para contener la
ira. Mi mundo se detiene por un segundo y una parte de mi corazón se detiene
para siempre. Finalmente suspiro y pregunto: – ¿Es Adam?
Me
responde afirmativamente con la cabeza mientras una lagrima escurre por sus
labios hasta caer al suelo. Me llevo la mano a la sien al ver regarse esa copa
de champaña que ha sido servida esta noche. Me trueno los dedos y me acaricio
la nuca mientras hallo una manera de contener mi llanto por esas gotitas
saladas que la luna sirvió en honor a Adam.
¿Por
qué haces como que quieres llorar? – Pregunta y finalmente sucumbo; destapo mi
propia botella. Brindemos por que esta noche Adam ha roto dos corazones.
No
volvemos a dirigirnos la mirada en toda la noche. La llevo a su casa y me pide
que la espere un momento. La veo subir con prisa los escalones de la entrada,
saca la llave y abre la puerta.
Mientras,
miro la luna; nunca me pareció tan fría. Me da la sensación de que las
estrellas en el cielo se burlan de las flores que apoyo en mi pecho y las tiro
a la calle cerca de una coladera.
Los
grillos tocan un triste acompañamiento para un gato solitario que canta en el
balcón. Entonces se enciende la luz de su ventana, a través de las delgadas
cortinas rojas distingo el movimiento de su cuerpo. Se me escapa un suspiro y
decido irme, doy seis pasos y regreso. Ella me pidió que la esperara un
momento, sé que cuando vuelva nunca más volveremos a estar juntos ¿Para que
apresurarse entonces? Nada me cuesta esperar un momento, además, no importa que
tan largo sea, siempre es muy corto.
Por
fin sale de casa y baja con la misma prisa las escaleritas hasta llegar a mí,
extiende sus brazos para entregarme algo. Miro una vez más las bellas motitas
de su rostro y tomo mi pequeña caja de zapatos. Se seca una lágrima y se
despide diciendo – Eres libre – no sé muy bien porque lo hago, pero sonrió. Tal
vez por que me parece algo cómico que yo haya sentido, aunque muy fugazmente,
que con Moteadita llegaría a tener lo mismo que tuve con aquella, mientras
ella, día a día, sólo pensaba en volver a los brazos de aquél, del sujeto que
exprimió su corazón como una berenjena y lo tiro al basurero, o tal vez porque
al concederme mi libertad, buscaba recuperar la suya.
Me
quito el sombrero y hago una reverencia, es de admirar a esa clase de hombres.
Esos tipos son como semidioses griegos o algo así; engañan a sus esposas,
golpean a sus amantes y aún así las mantienen a su lado.
¿Y
yo? Yo soy como el héroe trágico, el que se deja morir de tuberculosis, el que
escribe poemas y regala rosas, el que se aleja de su vida con una triste
sonrisa, el que se va tranquilo con el dolor en los bolsillos; recorriendo
callejones sin hallar alivio; con el orgullo pateado y la hombría burlada, con
la inocencia borrada. Al final, a cada paso y respiro que doy, el que se va
muriendo soy yo.
¿Qué
es lo que esta mal con el mundo? Es difícil continuar y algo en el apesta.
-¡¿Qué
no ves que me muero?!¡Si no lo puedo ver, si no lo tengo entre mis brazos!
Que
triste. ¿Qué no ves que yo también me muero? Si te vas con él, si me apartas de
tu lado.
Miro
mi cajita. Y de pronto entiendo claramente todo. Mi corazón, fue mi corazón, se
lo di y lo uso de repuesto hasta recuperar el suyo.
38
– THAT ANOTHER DAY
Las
estrellas se murieron en la noche y se dejaron caer sobre la tierra. E
iluminaron e hirieron con cosas divinas a quienes las vimos. Una llevaba tu
nombre y quise sujetarla pero sólo alcancé a rozarla con los dedos y a quemarme
el corazón. Y se fue a estrellar en el abismo y hubo un estruendo como de
ángeles cayendo en el silencio.
Coma
blanco: Sólo triste.
Y
en el abismo se oyeron alaridos como amantes que separados tratan de seguir
adelante.
Coma
blanco: Solo, triste, herido.
Y
nos arrancamos las alas para caer juntos al abismo pero al llegar al borde,
abrigamos temor en nuestros pechos y nos acobardamos.
Y
apareció un arco iris en la oscuridad franqueando el abismo y los que lo vimos
nos llenamos de arrojo y lo seguimos. Y nos perdimos. Anduvimos entre las
espinas por el largo sendero al respaldo de la noche que miraba con su único
ojo irritado, como si hubiese llorado mucho por la perdida de las estrellas en
el cielo (Luna: que maravilloso desastre), como si le molestase que a pesar de
la soledad pudiera seguir adelante, como si le enfureciera que hubiese quemado
mis alas en vez de volar hasta ti, y que me hubiese resignado a andar con las
heridas abiertas rumbo al horizonte, pero ella no sabe lo que siento cuando
pienso en ti.
Coma
blanco: Te hace sentir que puedes volar.
El
coma negro ríe.
Y
se hizo una risa seca en la noche. Una carcajada como burlándose de mi dolor. Y
la risa no venia de ningún lado y a ningún lado se fue. Se hizo un silencio
profundo de un redoble de tambor dentro de mi pecho.
León:
Hay que seguir adelante.
Hay
ocasiones en que te sientes perdido y cuando oyes una voz que te anima a seguir
adelante, te das cuenta que no tienes a donde ir.
39
– THE DOG SHOW
“Escribo
esto para depositar toda mi rabia y mi dolor”, apunté en una servilleta
mientras Poe y Bicho se divertían viendo a unos perros copular a media calle.
–¡Vamos
muchacho! ¡Dale! -vitoreaba uno.
-¡Tú
puedes, enséñale a esa perra! -seguía el otro.
-No
entiendo como se divierten con eso –dije sin evitar todo el asco y repudio que
me generaba la situación. No sé que era más repulsivo, si ver a las bestias
tener sexo, el hecho de que Poe y Bicho se deleitaran con ello, o que yo no
tuviera la fuerza para dejarlos ahí.
Dos
días antes, Moteadita me había dejado por Adam, y yo, con todo el valor y
fuerza que me caracterizan, trataba de pasar el mayor rato posible acompañado
para no llorar.
-Espera,
espera –decía Poe-, ya casi acaban.
El
animal comenzó a acelerar el ritmo y fuerza de sus embestidas, mientras la
hembra inmutada daba un pasito a cada embate, entonces el animal se tensó,
exhaló un agudo sonido liberador y se quedó sobre ella, estático, como una
estatua peluda hecha de felpa, carne y hueso.
-Me
asquean –murmuré arrugando la servilleta.
-¿Qué
pasa contigo? –me increpó Bicho.
-No
hay nada más divertido que ver a dos personas follando.
-¡Esos
no son personas! –reclamé.
-Claro
que lo son –insistió-, son personas pero con mucho pelo.
-Eso
-dije señalando a los animales- ¡no! ¡son! ¡personas!
-No
seas amargado ¿Qué nunca te cogiste a Moteadita de perrito? – Espetó
-¡No
tengo por que responderte eso!
-Ahora
resulta que no te la cogiste –se sumó Poe arrojando una piedra a otro can
intruso que husmeaba cerca de la pareja-. ¡Ale! Ve a buscar tu propia
conquista.
-Si
me la cogí -dije para salvaguardar mi orgullo.
-Pero
de perrito no -volvió a acometer Poe
-No
te voy a decir eso.
Wey
es sólo una perra -volvió Bicho a la carga
-No
le digas así -respondí sólo por querer oírme maduro, por hacerlos creer que
podía manejarlo, pero la realidad es que no podía negarlo con bases firmes y,
además, tampoco tenia nada bueno que decir de ella en ese momento.
-Ahora
resulta -señaló Bicho
-¿Qué?
¿Ahora resulta qué? -exclamé paranoico.
-No,
nada, nada – Respondió mirando a los animales que comenzaban a separarse.
-Dime
¿Qué cosa? -insistí
-Tranquilo
hombre, andas muy irritable desde que te dejó tu vieja -se defendió el insecto.
-No
me salgas con eso… ni siquiera he llorado -refuté.
-Por
eso andas así.
-¡¿Así
como?! ¡Yo ando como siempre! -grité a la vez que sentí el calor subirme a la
cara.
-Ahí
vez a tu cuate, si se pone pendejo no respondo, -le dijo a Bicho a Poe sin
importarle que lo oyera. Y caí en cuenta que me estaban tendiendo una trampa.
Me querían quebrar, querían derrumbarme. Así que en vez de darles el gusto, fui
a una jardinera seca y me senté al mismo tiempo que el perro merodeador se
acercaba emocionado.
Finalmente
los animales se separaron, e inmediatamente el merodeador comenzó a olfatear el
trasero de ella-
-Mira
al wey -dijo Bicho-, quiere saber si es virgen el imbécil.
Poe
escupió una franca carcajada. Yo no pude reprimir una leve sonrisa a la vez que
el segundo can comenzaba el acto sexual.
-Todavía
quiere más ¡Vamos muchacha exprímelo! -vitoreó Bicho.
Mientras
los amantes se entregaban a sus instintos perrunos y sexuales, el canido que
había montado antes a la hembra, se quedó ahí, igual de petrificado como en el
momento en que hubo consumado su pecado. Miraba helado como su amante se
regocijaba de nueva cuenta con alguien más, y no tenia empacho de hacerlo
frente a nosotros. Creo que vi una ligera capa de humedad sobre sus ojos, como
si estuviese entristecido, a punto de quebrarse en llanto.
-Ciertamente
no somos perros, -apuntó Poe sentándose a mi lado-. Ellos son más inteligentes
que nosotros. Míralos con atención ¿Acaso el primero le reclama a la hembra que
lo este haciendo con otro, justo ahora, y en su cara? No verdad, no, pero te
apuesto a que ganas no le faltan. Pero son perros, ellos no se andan con
tonterías, están plenamente concientes de que son animales.
Considero
que por eso los perros sufren menos que los humanos. Puesto que ellos entienden
muy bien lo liberador que es el concepto de la resignación, y nosotros
parecemos ni siquiera conocerlo.
No
podemos, ni tenemos el derecho de reclamar a nuestra pareja que nos deje por
otro, que nos deje de amar, que simplemente nos deje. No podemos mandar en
ellos, y sin embargo lo hacemos; chillamos, berreamos, reclamamos y tratamos de
imponer nuestro amor sobre amores que no nos corresponden mas.
Si
fuéramos como perros, además de andar desnudos sin recibir multas, podríamos
amarnos, dejarnos, amar a otros, y volver a amarnos, pero no, por alguna razón
tonta, no nos lo permitimos.
Nuestra
pareja es nuestra, y aunque todos deseen tener encuentros carnales con quien se
deje, nadie esta dispuesto a que su novio, novia, ó cónyuge lo haga. Lo cual es
una idiotez, no somos arañas (que se comen a sus parejas), ni albatros, ni
pingüinos, ó alguna de esas alimañas; somos humanos, y el humano tontamente es
monógamo por convicción, puesto que no lo es por naturaleza. Creo que no
deberíamos emparejarnos
-Tú
éstas casado –le reclamé
-Lo
sé. Qué paradójico ¿No? Mi punto es, sólo déjalo salir. Deja que pase, llora,
berrea, haz lo que sea necesario, pero resígnate pronto.
“Escribo
esto para depositar toda mi rabia y mi dolor”, apunté en una servilleta, y lo
guarde en el bolsillo de mi camisa, muy cerca de mi corazón.
40
– CINEMATIC.
Poe
llamó. Hay fiesta en su casa. Una reunión improvisada sólo significa una cosa:
Alguien está deprimido. Tristemente he estado suficientemente deprimido desde
que terminó mi relación con Moteadita como para que me apetezca ir a deprimirme
con los problemas de alguien más. Así que destapo una cerveza y me dispongo a
disfrutar de mi único consuelo: La pornografía. Me considero un gran admirador
de este género artístico tan repudiado públicamente por tantos y tan amado en
secreto por muchos más. Es que es un arte. Hasta para fornicar se necesita
gracia. Cualquier mojigato va a venir a decirme que es mejor tener sexo que
verlo por TV. Pero ni siquiera en el cine erótico la vida supera a las
películas. Se necesita disciplina física y gran sentido de los ángulos ¿Quién
podría imaginar que las posiciones que uno ve en pantalla se manejan por
grados?, uno aprecia maravillado como el vaivén de los senos va acompasado del
rítmico golpetear de la ingle masculina con el culo. El común de los hombres no
tiene el pené de ese tamaño y las mujeres no disfruta de recibir el semen de
tres hombres en la cara, el cabello y el pecho... bueno, alguna ha de haber,
pero no la conozco. En el cine porno nunca vamos a ver que alguien juegue con
los sentimientos del otro, o que alguien engañe a una mujer para llevarla a la
cama. No, aquí todo mundo sabe a lo que va; llegan, se desnudan, pasan un
excelente rato, terminan y se despiden amistosamente. Nada de sentimientos,
nada de engaños, cero corazones rotos. Podrán venir a decirme que eso llega a
suceder en la vida real, pero en esta no te piden que se las metas por el ano.
El punto es, nunca es como en las películas.
Por
ejemplo, imagina una situación que puede darse en la vida diaria: una mujer que
tenía todo en la vida, un amante esposo, familia, casa, un futuro asegurado. Un
día se levanta y decide que esta enamorada de alguien mas. Que todo lo que
tiene es una mentira ¡Que toda su vida es una mentira! entonces, cansada de estar
con alguien a quien no ama va tras aquél al que si. Quien por cierto, se me
ocurre, le ha hecho saber a través de una carta que partirá para siempre en tal
tren rumbo a tal lugar a tal hora en un anden especifico.
Se
abre la toma: estamos en la estación al aire libre; llueve. El sonido de la
lluvia es acompañado con una dulce melodía nostálgica en piano. El cielo
nublado se ve azul, pero es un azul opaco, como de añoranza. Pero no sólo el
cielo, los trenes, las personas, el pavimento, todo tiene un tono azulado. Como
si hubiese sido filmado a través de papel celofán.
Él
está sentado en una banca gris, viste de azul marino y se protege de la lluvia
con un paraguas del mismo color. Vemos el perfil de sus zapatos mojados y a un
lado, en un charco, vemos dos o tres maletas, también azul marino. Tiene la
mirada perdida en el suelo. Observa extraviado como las gotas acompañadas del
piano se estrellan en el pavimento. Entonces oye una voz: es ella. Apenas carga
una pequeña maleta; esta es azul rey. Su cara esta empapada. Él no alcanza a
adivinar si es por la lluvia o son lágrimas. Inmediatamente finge no verla.
Entonces la cámara da un giro y al mismo tiempo que la chica nos enteramos que
hay otra persona. Junto a las maletas hay una rubia de ojos azules que está
embarazada y aprieta fuertemente las manos de él. La cámara toma el rostro de
nuestra protagonista y vemos en su cara desencajada como se le quiebra el
corazón. Y adivinamos, ahora sin temor a equivocarnos, que su rostro esta
empapado de llanto. Se escucha un silbido, anuncian la salida del tren; él y su
mujer abordan. Antes de partir ella ve como él la mira por la ventana mientras
se aleja para siempre de su vida. Y cae de rodillas. Muchas cosas pasan por su
cabeza en ese momento. No las sabemos porque el director quiere que las
imaginemos nosotros mismos, y es fácil: ¿Qué voy a hacer ahora? Lo primero que
piensa es volver a casa a destruir la nota antes que su marido despierte. Ya no
hay música de fondo. La única ambientación que nos dejan es el estéril sonido
del metro. De regreso a casa, mientras va viendo las estaciones que faltan se
va diciendo a si misma lo tonta y estúpida que es: arriesgarlo todo por una
novedad ¡Que estúpida! Mira su reloj. Sabe que no llegará a tiempo. Para cuando
llegue los niños ya habrán preguntado por ella mientras él, con el corazón
hecho un guiñapo, trata de responderles a la vez que les prepara el desayuno.
Siempre ha sido un buen hombre, un gran padre, cariñoso, muy dulce y amoroso
con ella. No tiene queja ¡Y ahora! Todo se ha ido al caño por ser tan estúpida.
El metro se detiene extrayéndola de sus pensamientos. Faltan dos estaciones
para llegar a casa. Se dice a si misma que no puede hacerlo, no puede
enfrentarlo, pero ¿Qué va a hacer entonces? ¿A dónde va ir? No tiene nada más
en la vida. Entonces comienza a ordenar sus ideas; a buscar las frases precisas
y las palabras exactas. Al final, el final queda abierto. Con eso el director
termina de imprimir el efecto deseado. La película resulta tan trágica que
llega a ser romántica; conmueve a cualquiera. En la vida real, en cambio, las
cosas tienden a ser un poco distintas.
La
gente abandona la sala. Los más sensibles dirán que él la recibirá con los
brazos abiertos. Herido, si, pero lleno de bondad. Su amor por ella es tan
grande que, sin pensarlo, le dará otra oportunidad y ella habrá aprendido una
valiosa lección. Otros más sensibles quizás, dirán que él no la admitirá de
regreso, que es lo menos que se merece. Dejarlo así ¿Después de todo lo que le
ha dado y que todavía tenga el descaro de volver? ¡Que infamia!
Otros
más afirmaran, que nada de eso importa, en asuntos del corazón nadie manda.
Unos y otros diferirán en sus opiniones. Pero en lo que todos estarán de
acuerdo, es, en que ella es un alma noble caída en tragedia: victima de su
espíritu libre.
Suena
el timbre. Detengo la película en una escena donde la pelirroja de tetas
grandes le esta pegando una sensacional mamada a un africano.
Abro
la puerta.
–Perdón...no
supe a quien más acudir. –Es Moteadita ¿Qué hace aquí? Se ve muy mal. Tiene el
rostro empapado. No alcanzo a adivinar si es por la lluvia o son lágrimas.
Entre
sollozos y vergüenza me cuenta su tragedia: al fin sucedió, Polly dejó a Poe
por irse con Adam.
Moteadita
sigue llorando. Me pide que la perdone, me dice lo tonta que ha sido, que ha
sido una estúpida, que no supo valorarme, que nadie nunca la trato como yo lo
hice. En conclusión, quiere una segunda oportunidad.
Ahora
lo entiendo. Polly siempre estuvo embarazada de Adam.
-Bla,
bla, bla, –insiste Moteadita. Adivino en su movimiento su intención de
abrazarme. Antes de que se lance a mi pecho cierro la puerta un poco dejando
apenas un espacio por donde asomar mi rostro.
-Tienes
que irte –le digo antes de cerrar totalmente.
Apago
el televisor. Esta es otra ventaja de las películas, si tienes algo que hacer,
si no estás de ánimo, o simplemente no te gusta, puedes dejar de verlas. En
cambio en la vida por más desagradable que sea, te tienes que quedar a ver el
final.
Me
pongo mi gabardina, cojo un paraguas y salgo rumbo a casa de Poe. Doy unos
pasos bajo la lluvia, todo me parece muy nostálgico y triste… como si hubiese
sido filmado a través de un papel celofán. A lo lejos comienza a sonar esa
dulce melodía de piano. Llegaré a casa de Poe, me serviré un trago. Los más
sensibles dirán que fue culpa de ella. ¿Cómo pudo tirar el gran amor que Poe le
profesaba?, otros más sensibles dirán que la culpa es de Adam; uno nunca debe
meterse con la mujer de un amigo. A nadie se le ocurrirá decir esa idiotez de
que en asuntos del corazón nadie manda. Unos y otros diferirán en sus
opiniones. Pero en lo que todos estarán de acuerdo, es, en que las cosas de la
vida real, son como una patada en los huevos.
41-
MOTEADITA EN AZUL
Me
siento vacía… me sorprende lo rápido que la furia se dio a la fuga
abandonándome en este charco de soledad. Estoy vacía, he sido drenada. Mi amor
propio y mi pundonor es lo único que me empuja a continuar, pero admito que no
le hallo el mínimo sentido.
Cierro
los ojos y me concentro en la única cosa real... Sin el enojo, sólo queda el
dolor, compañero mío, la decepción y yo.
Cada
ilusión que tuve de hacerte sentir orgulloso, cada suspiro perdido en tus ojos,
cada latido en tus manos, cada sonrisa cómplice y cada palmada de apoyo se las
ha tragado el hoyo negro que ocupa el lugar del corazón que me arrancaste. Su
profundidad es inmensa y su contenido tan oscuro que me aterra ser yo misma
arrastrada si me asomo demasiado. Mejor lo dejo ahí, que se trague todo lo que
necesite… al mundo entero si es preciso, que succione todo lo que quiera,
crack, cocaína, whiskey, ron… aspirinas en polvo, lo que necesite para no
tragarse mis ganas de vivir.
La
gente no lo entiende, nos llaman de mil formas y con más apelativos. En sus
mentes somos como demonios de las calles que sólo se dedican a inyectarse, como
si eso le perjudicara a alguien más que a mí. No saben que vidas como las
nuestras vienen a explotar cuando amores como el tuyo nos arrancan las virtudes
con el filo de su desden y su abandono. No entienden que somos príncipes y
dignidades de tiempos arcaicos y lugares lejanos que sólo llegamos a contemplar
alguna vez en sueños de nuestra primera juventud.
¿Llaman
rencor a lo que cargamos en el pecho? El rencor es para niños comparado a lo
que sentimos.
¡Y
si! Somos demonios, altivos y vigorosos. A fin de cuentas estamos hechos de la
misma esencia que los ángeles en sus mansiones celestiales y sus coches ultimo
modelo.
Y
entiendo que si tu me has desechado es a causa del culero que mueve los hilos,
que ha permitido subsistir en tu alma el anhelo de nuestro natural estado, y
que por ello has buscado una criatura que te acerque mas a la gloria divina,
que a la gloriosa condena entre mis piernas.
Pero
si alguna vez hundí la cara entre tus muslos, ahora la levanto sobreponiéndome
a la debilidad y demando la soberanía del reino de mi misma, que ahora incluye
los oscuros confines de mi corazón; de mi corazón soberano de un profundo
imperio de agua nebulosa, sal y de dolor, que es tan extenso e incognoscible
como las formas del amor, pero tan breve como un corazón roto. Un corazón
desgarrado que suturo por las noches en mi alcoba, auxiliada de una aguja y el
venenoso hilo que se mezcla entre mis venas, inhala con fuerza, y que no se
deja morir.
42
– ESPECIAL DE NAVIDAD
Me
encanta venir al mar en esta época del año. Es apacible, melancólico y hermoso.
De vez en vez arroja a la playa algún viejo recuerdo o un secreto olvidado.
La
última vez que vine, estaba enamorado. Y ahora, lo sigo estando. Pero algo ha
cambiado. No percibo bien lo que es; es algo viciado y acido. Algo que
lentamente me seca el interior. Y marchita el árbol de mi inocencia.
Probablemente sea lo mismo que me trajo de regreso a este lugar buscando alguna
cura para mi soledad.
La
brisa marina me aconseja meter los pies en el agua. Mi corazón se bate
alegremente tan sólo de contemplar la idea. La marea me regala un sentimiento
negado y me escupe de improvisto un recuerdo perdido: Alguna vez le dije a
alguien que no me gusta el mar. Mentí, amo el mar, amo los atardeceres rosas y
los días anaranjados que sólo te regala el sol al hacer el amor con la
playa. Me encanta la sensación de mis pies hundiéndose dentro de la arena
húmeda. Me fascinan las aves que al igual que yo vienen al atardecer a remojar
sus patitas en la espuma que se arrastra en la arena.
Lo
que no me gusta, lo que detesto sin admitir discusión, es su clima. Únicamente
en esta época puedo acercarme sin sufrir los estragos del calor. También me
molesta la gente que encuentras en el mar. Como la tipa con la que me lié
anoche; la cruda moral siempre es más fuerte al otro día. En climas tan
tropicales como este, las personas son muy dadas a la fiesta y en una buena
fiesta siempre hay alcohol y mujeres. Para un solitario como yo, es una mala
combinación. En ocasiones como esta me siento a combinar el alcohol con el
cigarro y si estoy de suerte con alguna otra droga. Y evito sobre todas las
cosas, las mujeres. Es cómico si lo pienso; me comentó que sentía una gran
atracción por los hombres que habían logrado salir del tabaquismo. Yo sólo
quería aliviar este vació que me lastima. De haber tenido un cigarro jamás me
hubiese acostado con ella. No entiendo como un hombre puede estar con una mujer
que no quiere ni como una mujer puede estar sin el hombre al que quiere.
En
pensando eso, siento como el agua juguetona toca mis pies y algo acciona la
cajita de conocimientos inútiles que tengo en el cerebro. Las ballenas liberan
tres litros de semen en cada disparo, de los cuales más de dos litros y medio
quedan en el mar. Ahora entiendo de qué está hecha la espuma que acaricia mis
pies, y no es agradable. Los retiro del agua para llevarlos a un lugar seco.
Los revuelco en la arena y los froto ansioso para quitarme la sensación que los
embarga.
Entonces,
escucho una voz. Alguien grita mi nombre, una gaviota vuela cerca mío y al
alejarse miro acercarse, corriendo hacia mí, a un joven como de un metro
ochenta, con bíceps y pectorales tan impresionantes que me producen una
sensación entre orgullo, asco y envidia. Llega hasta mí y me pone el brazo en
el hombro. A pesar de su cuerpo de hombre, tiene una cara de escuincle que no
puede con ella.
-Te
he estado buscando, de pronto desapareciste.
-Bueno,
es que te vi muy entretenido -le dije
-Si
-afirma sonriendo-. Esa costeña es ardiente, pasaremos por ella después de la
cena
-¿Pasaremos?
¡Claro
primo! ¿No creíste que no pensaría en ti? ¿O si? Me dijo que tiene una hermana
como de tu edad, excelentemente genial ¿No?
-Si…
genial -le digo y le miento. No quiero decirle que lo que menos quiero en este
momento es liarme con otra tipa, pero es mi primo el pequeño ¿Cómo romperle la
ilusión?
-Sobre
todo porque si yo no voy, no te dejarán salir -le digo y sólo se sonríe
sacudiendo la cabeza.
-Al
menos será mejor que quedarme en casa bebiendo ponche…
-¿No
te gusta el ponche de la abuela? -pregunta levantando el rostro.
-Lo
único peor que ese ponche es la cena que prepara tu madre. -Y se queda callado.
Ambos
guardamos un corto silencio viendo al mar mientras el cabello nos ondea con el
viento.
-No
sé cómo no vienes al mar teniéndolo tan cerca -me dice entusiasmado y me dan
ganas de compartirle mi conclusión sobre el origen de la espuma del mar, en su
vez, le digo-: Ya ves. Soy un amargado. Vamos a casa, tenemos que prepararnos,
no quiero que mi tía me reclame después que no estuviste listo para la cena. –
Nos
vamos.
Llega
la hora de la cena, la hora en que se reúne la familia que no he visto en los
últimos seis años. Todos los personajes posibles se reúnen en la mesa: Mi madre
la alcohólica, mi tía la religiosa, que jamás le perdonó a su otra hermana, la
“hippie” que tuviera hijos fuera del matrimonio, a pesar de que su hija es
estrella del porno, aunque ella no lo sabe. A su lado, está mi primo el becario
de la Universidad Nacional y su hermano, que acaba de perder las elecciones
para una diputación local, quien desde el medio día, con el pretexto de
“hace tanto que no nos vemos” comenzó a beber como cosaco con mi otro primo, el
que acaba de salir de AA, cuyo hermano no pudo venir a la fiesta porque, dice
su madre, esta en un viaje de trabajo, que todos sabemos es en las Islas
Marías.
Y
aunque todos conviven en armoniosa paz y alegría, poco a poco comienzo a
recordar porque los dejé de ver tanto tiempo: El hermano mayor de mi madre, ya
ebrio, comienza a reclamarle que sea alcohólica, que “esta echando a perder su
vida”. Mi madre a su vez, me reclama a mi por “ser igual que tu padre”; yo, a
mi vez, le reclamo a mi primo el diputado el obligar a beber al doble A.
-Tú
lo indujiste a esto en un principio -le grito quitándole la botella- déjalo en
paz.
Entonces
los dos enfurecidos se levantan en mi contra y –quieres un cigarro– me ofrece
un tío y me regresa de los recuerdos de la cena navideña de hace seis años.
Hoy
es nochebuena, o navidad. Es la noche del año en que tengo que quedarme callado
cuando mi madre comienza a servir el pastel con las manos “porque está ebria
como una cabra” dice un tío y todos ríen. Es la noche en que debo pasar por
alto que mi tío sacó a relucir que mi madre es una alcohólica, y es la noche en
que lo más que puedo hacer es sonreír cuando mi madre me compara con mi padre
al cual detesta. Es la noche en que cada pariente se toma la atribución de putearme
por alguna de las tantas cosas malas que he hecho o dejado de hacer; es la
noche en que todos me reglan los suéteres que les regalaron el año pasado. Es
la noche de recibir perfumes baratos que huelen mal. Es la noche en que rezo
para complacer a mi tía la religiosa y me salgo al patio a fumar mota con su
hermana “hippie”. Es la noche en que cantamos ridículos villancicos, sentamos
al “niño dios” en el nacimiento y bebo el ponche de la abuela. Es la noche en
que tengo que dormirme tarde escuchando aburridas historias, es la noche de ser
amable… saltarme la cena… vomitar el ponche… estar con la familia….
Ojala
no terminase nunca. Feliz Navidad.
43
– MIS LÁGRIMAS POR TI.
Por
qué no quise herir a nadie, por guardarme las espinas en mi búsqueda de calor y
dejarme lastimar; puesto que huyendo de tu memoria vine a ahogarme al
mar, pero sobre todo, porque mi vida es una conversación contigo, porque las
promesas se diluyen en el aire; que me cargue la chingada primero que a nadie.
Una
vez hubo un grupo de puercoespines que, ante la repentina lluvia, fueron al
resguardo de un árbol. Ahí, todos húmedos comenzaron a sentir frío y para
calentarse decidieron colocarse unos muy junto a los otros. El problema
radicaba en que tenían tanto frío que todos hacían lo posible por estar lo más
pegado al otro y entre más juntos se encontraban más se lastimaban mutuamente
con sus espinas.
Las
personas somos mucho como esos puercoespines. Tratando de hallar una tibiedad
que nos permita soportar el frío de la soledad sobrellevando el dolor de las
relaciones, invariablemente siempre resultamos lastimados.
-Así
que escoge ¿El dolor o el frío? –Me dijo el Vato Pirado en una peda. Y no
estuve tan de acuerdo.
Vale
madre. Moteadita me dejó por Adam y yo ¿Qué hice? Sonreír trágicamente y
resignarme. Ser comprensivo y darle la razón a todos los que apostaron que no
lo lograría.
Estoy
molesto. Salgo a la calle con las manos en los bolsillos tratando de aliviar mi
rabia y únicamente consigo enfurecerme más. Trato de pensar que hice mal esta
vez y me enfurece mi estupidez.
Todo
lo que hice fue hacer caso a lo que me dijeron que hiciera. Cuando termino todo
contigo, mis llamados amigos me dijeron que era mi culpa, que si no fuera tan
orgulloso, tan necio, que fue mi soberbia y mi terquedad lo que lo arruinó
todo. Que bajara la cabeza y te buscara, que si realmente te quería fuera
humilde y te buscara. Pero no pude. Así que esta vez decidí hacerlo bien,
hacer las cosas a la manera de mis llamados amigos.
Así
esta vez, me tragué mi orgullo, me deshice de mis estúpidos celos, hice de lado
mi supuesta soberbia, luché por una causa perdida y gané. Muy a pesar de todos
aquellos que apostaban lo contrario. Sostuve su cuerpo cálido y latente entre
mis brazos y mientras la besaba, pase por alto que ella amaba a Adam.
Pero claro, si en vez de escuchar a mis llamados amigos, hubiese escuchado a mi
orgullo tragado, a mis estúpidos celos y a mi supuesta soberbia, me hubiese
ahorrado el mal trago. O al menos hubiese buscado a Adam con un bate de béisbol
y se lo hubiera enterrado en el culo. Pero no, en vez, decidí actuar en
consecuencia de los demás, aguantarme las burlas de mis nuevos amigos, levantar
el rostro con una sonrisa forzada y pretender que sabía manejarlo.
Estaba
que me llevaba el diablo, cariacontecido y burlado. Pero como soy un hombre
maduro, hice lo que hacen los hombres maduros: Fingí, fingí que no me dolía,
que lo comprendía como una pequeña decepción más de la vida, que era un evento
inherente al devenir del hombre. ¿Así o más pendejo? Se puede ser mas, estoy
seguro, pero no me verán en esa situación.
Así
que un día me levanto cansado, y a la próxima persona que me mire con sonrisa
burlona le responderé con una patada en el ano. La próxima vez que alguien me
de un consejo estúpido el cirujano extraerá uno de mis zapatos de su intestino
grueso.
Imbéciles,
todos se pueden ir al carajo empezando por Motediata; que volvió a buscarme
cuando ya nadie la necesitaba ¿Qué esperaba? ¿Qué la recibiera con los brazos
abiertos como su premio de consolación? Por ella y por Adam; por no valorarla y
echarlo todo a perder para mi. Al carajo con Poe y el Ángel Caído; que
nunca han creído en mi. ¿Esperaban que me hundiera entre sus burlas el resto de
mi puta vida? Y Polly, por dejar a Poe ¿Qué pretendía? ¿No lo dejaba porque no
quería lastimarlo? Eso no es amor es lástima.
Al
caño con la Dama del Collarín que nunca se atreve a hablarme ¿Qué? ¿Acaso le
parezco alguien con confianza en si mismo? ¿Cree que algún día tendré el valor
de ser yo el que hable? Al diablo con Maxi, porque tiene todo para ser feliz y
no se da cuenta. Al diablo con la Rata, si tanto amas a tu hombre deja de
acostarte con otros. A la verga London Rain, sé que es el único lugar en el que
serás feliz. A la chingada con Mandy ¿Qué pretende ese wey? ¿Cómo cree
que nos hace sentir cada vez que hay que ir a sacarlo de la cárcel? El Gato
viejo y el Bicho se pueden sentar en un cuerno, haber si así dejan de hablar de
mujeres delante de quienes no tenemos. Al carajo con el Bato Pirado que no sé
que chingada madre hace en este cuento. Al diablo mis llamados amigos. Que se
vayan y metan sus consejos en el culo de sus madres. Al diablo mi madre; que
jamás superara que la haya dejado mi padre y al diablo mi padre por no tener la
fuerza para vivir ni el valor para dejar de hacerlo; soy su ángel vengador, un
demonio redentor; he venido al mundo a sufrir por sus fallas y pecados.
Tengo
un mensaje que dar, ponga atención un momento, alístese a escuchar: para la
gente que vive en las calles a la espera de una moneda, para los minusválidos
que con su determinación hacen quedar mal a todos los demás, para la gente fea
que me arruina el panorama y para la gente bonita que me hace sentir mal; para
los holgazanes que se quejan de la vida (y para los que no se quejan) y para
toda la gente trabajadora que goza presumiendo en sus Mercedes. A los
deportistas por que envidio sus cuerpos perfectos y a los adictos porque se han
fugado de la realidad; a la gente obesa porque me dan asco, a los negros porque
me cagan; a los judíos por que nunca me han gustado sus barbas y esos estúpidos
sombreros que usan. A los católicos, cristianos, mormones y similares, por
enseñarme a dar la otra mejilla. Si existe un Dios, se puede meter en el culo
mi vida, que se la trague y la devuelva, que se vaya a la verga. ¿No tenías
nada mejor que hacer? Si claro, creemos un mundo perfecto y llenémoslo de unas
pequeñas criaturas frágiles para que sean infelices.
¿O
es que sólo te caigo mal?
A
su hijo por venir a darnos el ejemplo: ¡Ay si!, hay que amarnos unos a otros,
joto, joto, jotisimo. También para los homosexuales nada más porque han dejado
de ser una minoría. Para la gente con dinero porque no le importa ver como
mueren de hambre los niños en la calle. A la gente pobre por seguir trayendo
niños al mundo, a los niños inocentes, nomás porque un día crecerán; a los
intelectuales ¿Creen que sentados arreglaran al universo? Para todos los que
creen que hacen la diferencia... espérenme sentados, les tengo una sorpresa.
Para
el que se considera mi amigo y para el que no también. Para todos los que
alguna vez se han cruzado en mi camino. Pero sobre todo para Moteadita y la
Niña Pelirroja. También para ti princesa, y esto es peligroso, pero también tú
mujer dorada, por dejar en mi pecho una estaca clavada, te puedes ir mucho a la
chingada.
¡Que
se jodan todos! Jodete tú... y mis lagrimas por ti.
44
– NO MÁS FLORES
¡Hola!
...Hola
Y
dime ¿Cómo estás?
Bien...
…
¿Tú?
Pues...
no muy bien...
¿Y
eso?
Tú
sabes.
No,
no lo sé.
¡Ay!
Si sabes no te hagas.
pues
si lo sé no me acuerdo.
Ah...
tonto.
Perfecto,
ahora soy un tonto.
Si
¡Eres un tonto!
Bien...
creo que tienes razón, soy un grandísimo tonto.
Tonto...
Ja...
¿Cómo? Ya admití que soy un tonto ¿Podemos pasar al siguiente tema?
Tienes
razón, si eres un tonto.
¿Y
se puede saber por qué?
No...
Diablos....
¿Qué es lo que quieres?
Nada.
¿Entonces?
¿Entonces
qué?
¿Por
qué me buscas?
Tonto.
A
ver... recapitulemos. Yo…
Aja
Soy
un tonto
Aja
¿Por?
¿No
te das cuenta?
¿De
que?
¡Si
eres un tonto!
¡Puta
madre!
¡¿Cómo?!
Nada,
nada... ¿Por qué te pones así?
¿Así
cómo?
Así,
evasiva e inquisitiva.
¡Porque
sabes que te extraño y no dices nada!
...Yo
también te extraño.
¿En...
serio?
Si.
Eso...
quiere decir que... ¿Me perdonas?
No.
Pero,
pero ¿Por qué?
Porque
no puedo
¿Por
qué?
No
sé.
¿por
qué?
Ya
dije que no sé.
¡Dijiste
que me amabas!
Y
tú no dijiste nada.
Si
me amaras realmente me perdonarías.
Pero
es que ya no te amo.
¿Desde
cuando?
Desde
que Adam te dejó.
Lo
siento… fui una tonta... ¿Ayudaría en algo si te digo que te quiero?
Si...
¿Me
quieres?
No.
Se
que prometimos volver a vernos nunca más, pero me arrepiento.
Deberías
tener más cuidado cuando prometas algo.
¿Me
detestas?
No.
¿Me
odias?
No.
¿Crees
que soy bonita?
Mucho.
Te
gusto.
Y
mucho.
¿Te
excito?
No
en este momento.
¿Te
acostarías conmigo?
No.
¿Por
qué?
No
sé. Me das asco, creo.
Tonto…
no te daba asco entonces.
Entonces
no te habías acostado con Adam.
¡Si
lo había hecho! ¿Eres tan ingenuo como para pensar que no me acosté con Adam
antes de hacerlo contigo?
Es
distinto.
¡¿En
qué es distinto?!
No
estabas conmigo.
Es
lo mismo, dejé a Adam para estar contigo.
Pobre.
Empiezo a sentir pena por él.
¡Es
la misma jodida cosa! ¿Eres tan egoísta como para no pensar más allá de tu
propio prejuicio?
Lo
sé. Pero tú eres igual.
¡Claro
que no!
¡Ah!
¿No? dime entonces ¿Por qué volviste a buscarme?
Idota…
Ya
me ascendiste. ¿No volviste a mí porque Adam se fue con la esposa de Poe?
No.
Volví a ti por que te quiero.
No
tanto como a Adam. Aparentemente.
Imbécil...
si me fui con él es porque coge mejor que tú.
¿Es
mejor?
Por
mucho.
¿Y
lo tiene grande?
Más
que tú.
Y
aguanta más que yo, me supongo.
Toda
la jodida noche.
¿Y
te quiere?
...No,
pues no.
¿Y
lo quieres?
Ah...
(Suspiro) un poco.
¿Y
lo extrañas?
No.
Te extraño a ti.
¿Por
qué?
Porque
tú… tú me querías de verdad.
¿Ya
ves como si somos iguales?
Un
par de tontos.
Jer...
Aparentemente.
Vuelve
a mí.
No
puedo.
¿Por
qué?
Ya
lo dije.
....Eso
puede cambiar.
No
vamos a llegar a nada.
Ah...
Dime una cosa, una vez, me contaste de tu ex...
Si...
¿A qué viene eso?
Dijiste
que cuando terminaron, dejo una pequeña espina, una ingenua esperanza clavada
en tu interior.
Si...
Y
pensabas que de un momento a otro ella se daría cuenta del error y volvería
arrepentida a pedirte perdón.
Si...
Y
también, una vez, mencionaste que me querías como sólo a ella habías llegado a
amar.
Así
es
¿Es
acaso que yo no deje ninguna espina?
La
dejaste.
Entonces,
me doy cuenta que me equivoqué, estoy arrepentida, por favor, por favor ¿Podrás
perdonarme algún día?
No
funciona así.
Vamos...
despertemos de esta pesadilla y volvamos a aquel sueño en el que fuimos
felices.
No
puedo.
¡¿Por
qué?! ¿No la hubieras perdonado a ella?
Es
distinto
¡¿En
qué?!
En
que ella nunca volvió.
45-
HOY LAS NUBES.
Hoy
las nubes quieren hacerme sentir mal, confabulan en mi contra y en contra mía
arremeten sin piedad. Hoy me recuerdan un momento olvidado en la arena del mar,
tal vez por eso me entristecen y seducen, discretamente me hipnotizan y me
hunden en la inmensidad. Me intimidan con su indiferencia, me hacen sentir
pequeño y absurdo. Muchas veces me enfrenté al mar con decisión, pero
torpemente me dejaba arrastrar hasta el fondo y asustado me arrastraba de
vuelta a la orilla. Pero las olas en el cielo no me retan a enfrentarlas, me
presumen su grandeza, podrán ser agresivas y mortales, pero no me prestan
atención. Paso desapercibido ante su mirada. Me siento ignorado. Me invade una
sensación de ser nada, como si me hubiesen drenado la sangre y el alma, de estar
vació y perdido. Una sensación cuyo apéndice material, su mano, no siento
sobre la mía.
Ignoro
el frío que recorre mis dedos mientras pienso en muchas cosas y siento muchas
otras. Recuerdos en el tiempo y lágrimas en el cielo.
Hoy
las nubes parecen mar por esos breves instantes que se vuelven eternos en la
memoria y ahí estas. Vete, vete lejos por favor, desvanece la imagen de tu
mirada traviesa, llévate el calor de tu respiración acelerada de mi oreja. ¡Con
un demonio ¿si me la arranco te mudas a otro corazón?!
Tonterías...
Bajo
de la terraza y entro en casa. Bajo los escalones de madera (a veces crujen al
pisar), recuerdo tus apuestas enfermizas... y entre tantos recuerdos, no hallo
donde refugiarme.
Me
tiro a la cama con la esperanza de dormir. Cuando duermo y me despierto en
sueños se interrumpe mi inconciencia. Donde la locura es descanso y en
donde a lo que más le temo, es toparme contigo entre las nubes.
Recuerdo
tantas cosas que quise decirte y tanto que no pude mostrarte, pero por alguna
razón jamás hallé el momento adecuado para hacerlo.
Mejor
dejo de frustrarme por el cuento incompleto y maldito.
Me
levanto, me invade una intensa sensación, como de mariposas revoloteando en la
boca de mi estomago, entonces voy al baño y vomito. Me lavo la cara y los
dientes. Me acuesto en el piso bajo la regadera. Abro el agua fría. Mientras me
tapo el rostro lloro al recordar tu silueta entre gotas musicales de los viejos
discos que solías poner para bañarte.
No
creo que tengas ganas de conocer mi rutina diaria, sé que dirás que no, pero
tal vez si y por eso te la cuento.
Me
levanto después de una larga noche de insomnio, voy y doy una vuelta. A veces
voy con los amigos, a veces me quedo en casa, tomo el teléfono y cuelgo antes
de marcar tu número. Temo que vuelva a contestar aquella voz masculina que
contestó la última vez que hablamos, luego temo mas oír tu voz.
Desesperado regreso a la recamara donde el sueño finalmente hace su parte, y me
abandono a su capricho.
Por
las tardes no hago mucho, salgo de mi casa cuando esta nublado y recorro el
mismo camino todos los días, la misma ruta que tomaba para ir a verte, con la
esperanza y el terror de toparte de frente.
Al
anochecer regreso a casa en metro. Comúnmente tengo que irme parado o sentado
en el piso porque alguien lo a hecho donde a mi me gusta. Cuando no es así me
voy mirando a la ventana, y te veo pasar en el tren que va en dirección opuesta
a mi destino. Sé que no eres tú pero me imagino que lo eres. Miro al asiento
junto a mí y descubro algo que ya sabia, pero lo descubro de igual manera: esta
vació.
Las
estaciones van una y otra, vienen y van. Se detienen y prosiguen, miro a la
ventana sin ver, sin importarme demasiado. Y siento tristeza, y busco algo que
me reconforte entre mis sentimientos y pensamientos. Lo que lo hace es... nada.
Lo he perdido contigo.
Mi
mano busca la tuya sin encontrarla, ¿creíste que no te dejaría seguir a mi
lado, verdad?
-
Por eso te fuiste.
Ja…
Me río de mi comentario estúpido.
Salgo
del tren subterráneo con prisa, con miedo a la noche que me hace pasar horas en
vela. Llegó a la superficie y el crepúsculo me pega de frente, parpadeo y
protegiéndome con la mano miro al cielo. Las nubes ya no parecen mar, más bien
ya no estoy de humor para encontrarles significado. En el cielo no se ve nada
más que tu rostro que sigue abofeteándome la cara. El paisaje no me
inspira nada. Hoy no estoy contigo y se siente extraño por que no recuerdo
desde cuando es así ¿serán meses o años?
Llego
a casa, mordisqueo algo en la cocina y aviso que me voy a dormir. Me acuesto
sin quitarme la ropa. Se me cae sola como costras a lo largo de la noche,
mientras me voy haciendo el amor a mi mismo.
Finalmente
he amanecido solo, fue una noche tormentosa y solitaria, una madrugada
hiriente. Miré mi almohada y me dio un tumbo al corazón, quise resistirme a las
ganas de mirarte una última vez antes de que despertaras, pero no estabas y ya
perdí la cuenta de cuantas noches llevo así.
A
veces la abrazo de todos modos, y la beso, la acaricio y le digo tiernas
mentiras de amor. Pero me canso, y la aviento al suelo. Entonces me levanto y
todo comienza de nuevo.
Me
cuestiono que pasó con nosotros, ¿como dejamos que se fuera todo al carajo tan
rápido? ¿Qué será de mí? ¿Qué ha sido de ti, la niña a la que le dije que le
escribiría un cuento sin final a pesar de mi imaginación parapléjica? ¿Qué es
del cuento? ¿Qué fue de aquella historia de hadas, príncipes ataviados en
armaduras plateadas, gatos sonrientes, conejos con prisa y hermosas doncellas
amadas?
¿En
que momento tocó final el cuento en el que las flores componían las cosas,
donde dos palabras te hacían sonreír arreglando las cosas para terminar con un
“felices para siempre”?
Hace
siglos, milenos, eternidades, en una era diferente, un sabio duende dijo que al
final, siempre todo esta bien, y que si no esta bien, es porque no es el final.
¿Qué
fue de nuestra historia? ¿En que parte nos perdimos y nos olvidamos? ¿Que
es de aquella historia donde el amor es una palabra interminable?
Si
lo pienso, no estoy para hacer esas preguntas. Sólo soy un personaje que ha
quedado muy atrás, en las primeras paginas de tu vida. Y tú te
convertiste en la leyenda que impulsa a cambiar las paginas de la novela de la
mía, una tras de otra, viviendo rápido para dejarte lo mas lejos lo mas pronto
posible, pero siempre, de algún modo, aunque sea como nota al pie de pagina,
reapareces.
¿Y
sí me callo? ¿Sí sólo me levanto y me largo? ¿Sí sólo cierro el libro y te
mato? ¿Nos mato a ambos de una vez y para siempre, por siempre? ¿Fin? No, más
bien, continuará.
46–
ME DUELE UN POCO
“Me
duele un poco la cabeza, y el cuerpo; un poco la vida y otro tanto el corazón”.
Me
duele un poco la cabeza. La muevo torpemente tratando de divisar la botella de
ron que me tiene en tan mal estado. Observo cuidadosamente el apartamento;
encuentro a la Rata tirada en el sillón y al Vato Pirado durmiendo a un costado
de ella. Maxi esta sobre el tapete, esta despierta pero esta demasiado cruda
como para moverse. Mandy le acaricia el trasero sobre la ropa. Bicho esta en
estado vegetativo en una silla y Kurko también esta fuera de combate. No veo a
Poe. Eso me deja a mi solo contra esa botella de ron. Tan sólo me gustaría
saber bajo quien debo buscarla.
Arrastrándome
de espaldas me apoyo en el sillón. Siento que la cabeza se me va a caer de los
hombros así que rápidamente la sostengo. Apoyo mis codos en el borde del
asiento tratando de no molestar a Rata. Estiro las piernas y finalmente logro
incorporarme. Con sumo cuidado, haciendo uso de todo mi equilibrio voy al baño.
Ahí encuentro la botella de ron vencida, vacía en el bote de basura. También
encuentro al Camello vomitando con la cabeza dentro del inodoro. Me bajo la
bragueta y orino. El disparo sale sin control y va a dar a la cara de Camello
quien al sentir el líquido caliente vuelve a vomitar. Lo más pronto que puedo
me agarro la manguera y dirijo el disparo al lavamanos. Por un rápido instante
una parte de mi quiere volver a orinar al Camello, “seria divertido”, pienso.
Pero no, mejor me guardo la herramienta y voy a buscar a Poe. Él debe tener más
alcohol, y si tengo suerte, también tendrá algo de heroína pura.
¿Cuánto
tiempo llevamos así? Embriagándonos hasta la idiotez cada tercer día. Sin Polly
a su lado, parece que lo único que le importa a Poe es mantener a sus amigos
drogados el mayor tiempo posible. Y sin Moteadita a mi lado no podría estar de
mejor ánimo para ello.
Voy
a la cocina. Tomo un par de hielos para ponérselos a un trago que encuentro en
el fregadero. Pero lo que no encuentro es a Poe. Busco en su recamara y en el
patio. Entonces me cae como un relámpago la idea; “cuando me siento solo
me gusta venir a este lugar”. Fue al edificio.
Corro
de regreso hasta su recamara y busco en sus cajones el dinero necesario para
llegar hasta allá. Tres monedas… no son suficientes. Voy donde Mandy y le pido
otras cinco; sigue borracho, me las da sin chistar. Salgo con prisa de la casa
y al llegar a la calle lo veo venir con una bolsa de mandado en mano.
-¿Dónde
estabas maldición?
-Fui
por el desayuno.
-¿Que
es qué?
-Tequila
con refresco de toronja
-¡Perfecto!
En
la cocina, ya con calma nos preparamos unos tragos. Se ve muy tranquilo para
haber sido abandonado por su mujer apenas hace un mes. Sin embargo, su mirada
se ve muy triste.
-¿Cómo
sigues? –le pregunto.
-¿De
que?
-Tú
sabes, de Polly.
-De
Polly... lo que me llama la atención es que te refieras a ella como si fuese
una enfermedad de la cual pudiera aliviarme.
-Bueno,
es que, algo así es ¿Qué no?
-No.
¿Y tú como sigues?
-Pues...
es curioso ¿Sabes?, me duele un poco y más por que Moteadita me ha buscado
últimamente.
-Que
bien ¿Vas a volver con ella?
-No.
Me busca ahora que Adam ya no esta. Soy una pieza de repuesto.
-¿De
que te quejas? ¿No lo fue también ella?
-No
-¿Cómo
no? La usaste como un maldito placebo. Eres un maldito egoísta, acéptalo.
-Wey,
yo la quise.
-¿La
quisiste?
-Bueno,
la quiero.
-No,
ya lo dijiste. La quisiste. No se puede dejar de querer a alguien tan rápido a
menos que sea un repuesto.
-¿De
que estás hablando?
-¡Vamos!
Moteadita fue eso, un repuesto de aquella, de la que te rompió el corazón; de
la innombrable.
-¿Y
que fue Polly para ti? ¿No fue tan bien un repuesto?
-¡Claro!
-Imbécil,
anda ¡Mírame a los ojos y dime que no sufres! ¡Dilo!
-Ingenuo...
si sufro no es por ella.
-¿Ah
no? ¡¿Entonces?! Te levantas día a día con esa maldita mirada de que te lleva
la chingada, sólo, ¡¿Tan sólo por un maldito repuesto?!
-No...
Si me lleva la chingada… es porque se llevo a mi hijo.
-¡Por
favor! Ese niño es de Adam, siempre fue de ese bastardo.
-Eso
no cambia nada. Durante todo el tiempo que creí que era mío, lo trate como mío,
lo amé como mío. Y ahora resulta que ese pequeño trozo de carne al que yo amaba
como mi hijo, no lo es... nunca lo fue. Que sólo amé una maldita bolsa de agua
todos estos pinches meses. Polly, Polly sólo fue un repuesto, un envase donde
depositar todo el amor que Abril dejó botado. Polly, fue, como una
continuación, una secuela, eso es todo. Lo que llevaba en su vientre, eso era
nuevo. Ahora ya debe tener como un mes y debe mover sus bracitos y eso. Adam,
Polly, y la criatura ya son una familia, y de todo eso, nada es mío. ¡Vuelve
con Moteadita! ¿Para que te complicas la vida? Adam te hizo un favor al
arruinar la mía.
-No
es tan fácil. No me siento cómodo con esa idea.
-Vuelve
con ella ¿No me contaste una vez que con ella llegaste a sentir lo que sentías
por la otra?
-No
pues...si.
-Eso
es lo único que importa. El nombre es lo de menos, es una pura etiqueta. Lo único
que realmente importa, es que te haga sentir lo que tu quieres. Todo el amor
esta en ti, lo único que necesitas, es un maldito envase donde depositarlo.
Vuelve con ella, serás feliz un tiempo hasta que tengas que renunciar a su amor
de nuevo.
-¿Y
tú que harás?
-Cuando
te conocí me diste un consejo, lo ignoré, pero ya es tiempo de que lo tome en
cuenta. Me voy a casa.
-Estás
en casa
-No...
Me voy a casa. Tiene varios años que no veo a mis padres. Jamás creí que esto
pasaría, pero les echo de menos. Mi hermana tiene una niña pequeña. Es lo más
cercano que tengo a un hijo. Quiero estar ahí para ella, quiero verla dar sus
primero pasos y oírla decir, con esas palabritas de borracho que les salen tan
natural a los bebes, tío. Me voy a casa. El cuándo, aun no lo decido, pero
pronto.
Ya
señalado su punto no me queda más remedio que sorber mi tequila, quedarme
callado y sumergirme en mis propios dolores. Tiene razón, sufro por Moteadita,
pero a su vez no quiero volver a estar con ella. Me parece que lo que realmente
uno busca en estos casos es la exclusividad; “quiero que me quieras a mi y a
nadie más ¿qué? ¿Qué soy tu segunda opción? no gracias”. Lo que uno
quiere es hallar a ese amor platónico, a esa gota esmeralda, a la persona que
el destino a predeterminado para estar a tu lado; esa chica en la cafetería;
esa idea tonta de ojos verdes. Pero cuando uno finalmente la encuentra… la
tendencia señala que no eres el amor de la vida del amor de tu vida. Y estamos
condenados a ir a sentarnos el resto de la vida, a la escalerita de nuestra
cafetería, o, a la azotea de algún edificio. Condenados a acurrucarnos
solitarios frente a la ventana en una noche lluviosa. Que triste.
47
– LA PEQUEÑA CASA ROSA.
Fue
una tarde decepcionante; otra de esas calurosas tardes de invierno que se han
venido dando estos últimos años.
Regreso
a casa frustrado al haberme perdido la nieve. Con un ademán despectivo me
despojo de la camisa sudada. Introduzco mi persona bajo la ducha fresca, e
imagino que el golpetear del agua en mi pecho, es el golpetear de lluvia sobre
mi zapato.
Una
vez el agua ha despojado mi cuerpo del desagradable sudor, me desplomo sobre la
cama. Ha caído la noche y el viento comienza a refrescar. Abrazo la almohada,
cubro mi torso con la sabana y observo curioso una de mis manos. ¡Que fea es!
Se ve arrugada y cansada como las manos de una anciana. Pero si aun soy un
jovenzuelo pueril; que odia los días soleados, que se siente incomodo ante el
jubilo de los enamorados, que prefiere las películas viejas, las melodías
suaves y huye de las emociones fuertes, que tiene que servirse de drogas para
calmar el dolor del alma. Soy un mozuelo con manos de anciano. A veces parece
como si hubiese vivido mi vida cien veces, cien veces el mismo sueño y otros
más.
La
carne de los dedos se escurre por los delgados huesos, la piel de la palma
cuelga formando grandes y pequeños bultos, que, a su vez, escurren empujando
aun más la carne que escurre por los dedos. En uno de esos bultos, uno inmenso
comparado con el resto, encuentro la forma de una escurrida nariz regordeta y
grotesca. Tratando de disolverla entre el resto de la piel flácida, la presiono
con el dedo y lo único que consigo es una gran comezón. Meto un dedo dentro de
la nariz grotesca, lo introduzco y lo saco frenéticamente hasta sangrar,
provocándome un gran placer nasal. Más al detenerme, no me he librado de la
comezón. Parece que viene de más dentro, de un lugar oscuro y profundo al que
mis delgados dedos no alcanzan llegar.
Busco
una lámpara en el armario, y con ella, alumbrando dentro de la cavernosa nariz
grotesca, me aventuro en la búsqueda de aquello que me provoca tanta comezón.
Lleno de temores y ansiedades infantiles avanzo por húmedos túneles hostiles.
Entre las estalactitas y estalagmitas escucho aleteos y chillidos de angustias
y ansiedades adolescentes. Es entonces cuando escucho más claramente un
chillido, uno que particularmente llama mi atención. Un chillido pequeño y
asustado, un chillido de desilusión. Me invade una fuerte presión en el pecho y
me inundan grandes ganas de volver los pasos, pero no. Apretando los dientes me
repito “¡Ya eres un niño grande! ¡Ya eres un niño grande! No debes tener
miedo”.
Y
sigo adelante. Con cautela me escondo tras unas rocas y, alumbrando, descubro
en la oscuridad; a mi mismo. Soy yo, o alguna vez lo fui, ese niño que alguna
vez y ahora ante mis ojos, desnuda sus sentimientos a la niña pelirroja.
Hermosa rosa carmesí, nunca advertí, que al intentar tomarte, me espinaría.
Aquellas copas de desamor nunca se las he ofrecido a beber a nadie. Muy dentro
de mí las guardo como un tesoro envenenado.
Entonces.
Ahí, por donde, en su momento, la pelirroja regresó dando saltitos a su pequeña
casa rosa, donde cayeron las primeras semillas de dolor derramadas por mis
ojos, floreció, majestuoso, un hermoso rosal.
Entonces
percibo a lo lejos el comienzo de una seca risa sarcástica que me provoca un
corto espasmo nervioso. Dejo caer la lámpara y ésta rueda hasta el rosal. A
gatas busco el objeto perdido, en la oscuridad, alcanzo a percibir el aroma de
las flores, un aroma agridulce, un aroma como de inocencia muerta.
Accidentalmente golpeo una hoja con la cabeza; alzo el rostro; es una hoja de
color oscuro y rojizo, más que una hoja parece un fruto y tiene la forma de un
corazón. De pronto, la blanda cáscara del fruto endurece, le salen
espinas como cuernos y se desprende de la flor. En el aire, le salen alas y se
aleja chillando. Varios más se desprenden y, como murciélagos, vuelan a la
oscuridad.
Espantado
encuentro la lámpara, ilumino nuevamente al niño, pero ya no es más un pequeño.
No, ya ha crecido, ahora soy aquel puberto precoz que, intrigado por las curvas
femeninas, mira embobado desde el balcón los bellos pechos morenos de la niña
del colegio. Ese bello rostro de niña, en ese cuerpo de mujer recién formado,
con esa picardía en su andar acompañada de aquella inocencia infantil, me
tenían hipnotizado. Mujer ninguna podrá poseer una inocencia más voluptuosa y
bella, que la que poseía a los trece años.
-¡Hey,
deja de verme el escote! -ahora ella grita.
Lo
que sigue lo recuerdo como si aun ardiese su mano en mi mejilla. Sube la
escalera indignada y, sin atender a las explicaciones, a las desinteresadas
muestras de deseo y admiración a su figura, propina tremenda cachetada al
torpe muchacho.
Me
sirvo otra copa de desamor y la ofrezco a los rosales que crecen en belleza y
tamaño. Me altero de nuevo, al escuchar como se acerca la risa seca y
sarcástica. Aun la oigo lejana, sin embargo, siento su cálido aliento
resoplándome húmedamente en la nuca. Volteo buscando el origen, al dueño de esa
carcajada perturbadora, más me hallo a mi mismo, en otra imagen del pasado.
Ahora soy un poco mayor, un adolescente voluntarioso y fuerte, enfrentándose a
lo único que no puede dominar.
Ahora
toca el turno a la preciosa joven que ponía expresión de gato cada vez que la
besaba, la primera mujer que me dio a beber miel de sus pechos morenos. ¡Ahí
estamos recorriendo los campos de juego tomados de la mano! Y por vez primera,
en los brazos de la señorita Miau Miau, aunque fue por brevísimo tiempo, creí
ser feliz. Ella también se fue dando saltitos a la pequeña casa rosa.
Nuevos
chillidos entre las sombras me alarmaron, así, al alumbrar a otro lado; me
encontré de nuevo un poco más crecido. A donde alumbrara, ahí estaba yo,
cientos de personas que en algún momento fui, y con ellas volví a vivir cada
momento que vivían, a mirar todas las mujeres que, tímidamente, de reojo o con
descaro, mire; a todas ellas a quienes rocé su piel sufriendo marejadas
eléctricas en mi cuerpo, a quienes besé y acaricié, a todas aquellas a quienes
quise adorar, aquellas que lo permitieron y a quienes adoré aun sin su
consentimiento: a la Niña Pelirroja, a la señorita Miau Miau, a la Muñeca de la
Alberca, a la Hija de las Estrellas, a la Niña Rosada, a la pequeña de ojos
escarchados, a la Amiga de mi Prima, a la Rubia de Nariz Respingada, a la Niña
Moteadita. Las volví a ver a cada una a través de los ojos de mis contrapartes
más jóvenes, y, a través de su corazón, las volví a admirar, a querer y llorar.
Y cada que pasaba de una, a la siguiente, la risa, esa carcajada seca y
perturbadora, entre las rosas, se acercaba.
Ahí
viene, lo siento en el fondo, no tardara mucho en llegar
Pensé
en darme a la huida, correr aterrorizado a refugiarme, pero era tarde. Ante mi
apareció la única mujer que realmente he amado: la Mujer Girasol.
No
voy a voltear, no voy a voltear…
Me
mira fríamente a los ojos y, amargamente, como intentando lastimarme, me da un
beso en la mejilla.
Voy
a llorar como una niña.
¡Oh
no! ¡La risa, la risa se acerca entre las flores! Se acerca, y, aparece, el
Coma Negro.
El
viento silba meciendo las rosas en su cavernosa morada. Los corazones halados y
malditos lo galopan emitiendo su lastimoso chillido. La risa se ha ido
tras ellos, ha cesado. Él, él esta frente a mi, lo percibo tan patético, ahí,
escondido y asustado con la temblorosa lámpara en mano tratando de alumbrar mi
cara. Me da asco. He caminado entre las rosas, sorbido el placer, gozado de la
suavidad de sus pétalos, bebido el rocío de sus hojas. He disfrutado de ellas,
abusado de su voluptuosa generosidad, y tengo las cicatrices de las
espinas para probarlo. Tú, en cambio, no has sido más que un observador
romántico y quejumbroso de tu propia tragedia. Una tan insulsa e insípida que,
sin embargo, osas comparar con la de las estrellas inmortales. ¿Qué te hace tan
especial, como para quejarte por ello?
Ella
tan bella y sublime, intente responder, pero de mi boca brotaron palabras muy diferentes;
perra, tan puta y caliente, que abandona mis brazos por otros más fuertes, que
suelta mi torso por abrazar uno mejor formado, que me arrebata el amor jurado
por siempre, para entregárselo a alguien a quien le jurara la misma mentira.
Ella
y todas, son la misma golfa, tus dedos no huelen a sus caricias, a sus
sonrisa o a sus falsas promesas de amor, sino a sexo, al sexo de la señorita
Miau Miau, al de la mujer girasol. Tu pecho, tus muslos, tus brazos y espalda,
aun chorrean saliva húmeda y tibia. Al final, no importa el rostro, todas son
una.
Entonces,
todas las mujeres en mi vida, se fundían en una sola y esta a su vez se tornaba
en una rosa blanca del jardín de la pequeña casa rosa. ¡Todas eran una! La
princesa polimorfa que como la marea a la playa, siempre regresa, como flor o
estrella, regresa, y regresa, y regresa. Que vuelve con palabras de eternidad,
pero con aliento a libido. Que regresa para volverse a ir, y que cada vez que
lo hace, se lleva consigo un pequeño trozo de mí.
El
coma negro dentro de mi, me escupe vergonzosos recuerdos a la cara, recuerdos
que disfruta, y por ende, yo también. “pero yo te quiero” repetía entre
sollozos la chica de intercambio “yo también quiero… que sigas mamando”
le contestaba, en ese entonces y ahora, con desmesurado placer de verla
llorando. ¡Oh! ¡¿Cuántas veces no lastime a mi vez, a la bella Princesa
Polimorfa?! ¿Pero que importa? Si al final, ella ha hecho otro tanto conmigo.
Sentí
un jalón en la ropa, el pequeño conejo blanco que siempre se presenta de manera
impertinente me ofrecía una sierra eléctrica. Con ella me dirigí a la rosa
blanca, dispuesto a cortarla de un tajo para llevarla a casa y así, poder
abusar sexualmente de su capullo, deleitarme con su placer y poder despojar de
su bella hipocresía romántica a la princesa polimorfa; reducirnos a la unidad
primaria de los amantes, a dos cuerpos jadeantes y sudorosos en una cama. En
pensando esto, listo a castigar a la polimorfa, listo para volver a todas las
mujeres un único par de piernas, alcancé a ver de reojo, parada en la ventana
de la casita rosa, con su cigarro muerto en mano, a la hermosa niña de ojos
verdes presenciando entristecida, como renunciaba a ella al entregarme por
completo al coma negro, como me entregaba al instinto, dejando desvanecer la
idea y el sentimiento.
Entonces,
al ritmo de los shocks eléctricos que inundaban mi pecho, empezó a nevar, y la
nieve ansiada y tan negada con anterioridad, lentamente lo cubrió todo. El
conejo daba brincos de aquí para ya, se revolcaba en la nieve y me hacia señas
para que lo siguiera a la pequeña casa rosa.
-Se
acerca, lo siento en el fondo-
A
lo lejos percibo el comienzo de un dulce lagrimeo melancólico. El conejo me
guía hasta la casa. Tomo la perilla de la puerta –no sé que encontrare dentro,
pero no puede ser peor que esto-, giro abriendo, el dulce lagrimeo se convierte
en el batir de corazones ilusionados. Cruzo la puerta, es un hermoso día
nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para
recorrer el mismo camino que recorro a diario, y así comienza: El coma blanco,
y la comezón olvidada, regresa.
48
– I MISS THE KISS OF TRAGEDY
Todo
lo que un día tuve se me acaba de esfumar,
soy
el humo de una vida el sabor de la hilaridad.
-BUSHIDO.
Ya
señalado su punto no me queda más remedio que sorber mi tequila, quedarme
callado y sumergirme en mis propios dolores. Tiene razón, sufro por Moteadita,
pero a su vez no quiero volver a estar con ella. Me parece que lo que realmente
uno busca en estos casos es la exclusividad; “quiero que me quieras a mi y a
nadie más ¿qué? ¿Qué soy tu segunda opción? no gracias”. Lo que uno quiere es
hallar a ese amor platónico, a esa gota esmeralda, a la persona que el destino
a predeterminado para estar a tu lado; esa chica en la cafetería; esa idea
tonta de ojos verdes. Pero cuando uno finalmente la encuentra… la tendencia
señala que no eres el amor de la vida del amor de tu vida. Y estamos condenados
a ir a sentarnos el resto de la vida, a la escalerita de nuestra cafetería, ó,
a la azotea de algún edificio. Condenados a acurrucarnos solitarios frente a la
ventana en una noche lluviosa. Que triste.
Tomo
otro trago y miro a Poe que hace lo mismo. Entonces empiezo a escuchar un
chillido lejano. Un chillido que me martilla la cabeza. Volteo a ver a Poe, me
pregunto si el también lo oye, pero su imagen se desvanece. Parpadeo y aparezco
en mi habitación. De un manotazo apago el despertador.
¿Cómo
llegué aquí?
Hum...
es cierto. Tiene como un año que no veo a Poe. Malditos recuerdos entre sueños,
son muy vividos.
Torpemente
me levanto de la cama. Siempre cuesta más trabajo por las mañanas. Abro el
cajón donde guardo mis calcetines. Empiezan a hacerme muecas, me parece que
ninguno esta dispuesto a ir al trabajo este día, así que para deshacerme de las
alucinaciones, enciendo un cigarrillo. Inhalo con fuerza y el humo invade mis
pulmones. Inmediatamente siento como se dilatan mis pupilas, como se regula mi
ritmo cardiaco; se me agudizan las ojeras y los oídos, y se me manchan los
dientes de amarillo. Me despejo un poco mojándome la cara. Me paro frente al
espejo para rasurarme mientras hablamos.
Tengo
una estúpida sensación de deja vu al comenzar el ritual de todos los días. Hago
un recuento detallado de los hechos. Algo que me explique como terminé en esta
situación.
Tomo
una taza de café y un panecillo y estoy listo para irme a la oficina; miro al
cielo para encontrarme con un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie
con que lo hago todos los días para recorrer un camino que no me ha llevado a
ninguna parte. Sólo que ahora es un poco peor. Paso por un estrecho callejón
gris a medida que salgo a una avenida que cruzo por el puente peatonal.
Entonces me reviso los bolsillos para confirmar un hecho que de antemano sé: No
tengo cigarros. Entro a la pequeña tienda donde fríamente me atiende la dulce
tía de Moteadita – Buenos días – le digo a la señora con una sonrisa.
Ella sólo me hace un gesto de desagrado y procura ignorarme el resto del
trámite. Ya hace tiempo que no le pregunto por Moteadita; siempre me la niega o
me da largas. No me dice como esta ni donde encontrarla. Y si me lo dijera
igual no la buscaría. “Sólo quiero saber como está” le dije una vez. “Usted es
un desgraciado, joven” dirá la señora señalándome con el dedo en cuanto me
entregue mi cambio.
Me
a pena mucho que haya acabado así con el corazón partido en cuatro. Primero
Adam y luego yo que la rechacé a pesar de tantas suplicas. Ah... la he
extrañado mucho. Poe se equivocó en esto. Ella fue más que un repuesto. Ya con
algo de tiempo y la calma que conlleva, me he dado cuenta de lo importante que
pudo haber sido. Sin embargo no pude verlo entonces. Me encontraba sumamente
indignado. En lo que Poe acertó sin fallo, es, en que debí haber vuelto con
ella. Sin embargo me doy cuenta ahora que es tarde para intentarlo.
Usted
es un desgraciado, joven –me dice la señora señalándome con el dedo.
Seguramente se preguntará que me anima a seguir yendo a esa tienda si todos los
días me dice lo mismo. ¿Le consolaría saber que lo hago porque me recuerda a su
sobrina? y ¿Qué no podría justificar mi ida si no fuese con una rutina tonta de
la vida? como lo es comprar mis cigarrillos camino al trabajo.
Continúo
el camino. Doblo a la izquierda en la esquina y finalmente llego a la
cafetería. Enciendo mi cigarro sin interrupción de la lluvia. Una vez hecho
esto volteo a la entrada de la cafetería al percibir el movimiento de la puerta
al abrirse. Grande es mi sorpresa y mi gusto al ver salir a la dama del
collarín. Tenia meses sin verla. Va de la mano de un hombre mayor que ella. Se
ven contentos y eso me da un curioso gusto. Y pienso “Si, tal vez ella esté en
mi vida, pero aún no lo sabemos como dijo Poe”.
La
Dama del Collarín alcanza a verme antes de subir a un taxi y sonríe. Se despide
de mí haciéndome una señal con la mano. Entonces sonrío sarcástico por mi
anterior comentario. Me doy cuenta de que Poe también falló en eso. Lo adivino
por el anillo en su dedo.
Es
curioso, jamás llegamos a cruzar palabra; ninguno de los dos tuvo valor. Y aun
así llegamos a formar una relación con las miradas. Así se pierden los amores
de las almas.
En
fin; cruzo la calle y entro a la oficina. Cinco minutos tarde, es un record;
llegué temprano.
Ya
casi no veo al Ángel Caído, desde que entro a trabajar al gobierno ha
estado muy ocupado. A Bicho tampoco lo veo. La última vez que lo vi fue cuando
murió mi madre. Hace unos días vi al Vato Pirado, me contó que Kurko esta feliz
criando al hijo que tuvo con su mujer, aunque se rumora que no es suyo. Pero él
esta contento, eso es lo que importa ¿Que no? Maxi desapareció del mapa desde
que empezó a salir con aquel narcotraficante y Mandy puso un bar gay en la
playa. En resumen, ya casi no veo a ninguno de ellos. Eran buenos tiempos, no
cabe duda, como dijo London Rain alguna vez: “Todo tiempo pasado es mejor”.
Así
comienzo mi día laboral, recordando momentos que extraño, y así sigue durante
todo el día. Pero es bueno, convierten diez horas de trabajo metido en un
disfraz repartiendo volantes en un sueño nostálgico y breve.
Al
salir, sigo el camino que regresa a casa. Pero al llegar a la esquina, en vez
de doblar sigo derecho. He planeado lentamente como haré esto, pero no hallo la
manera de justificarme. Poe también erró en esto. Erró al pensar que todas las
mujeres son el mismo par de piernas. Falso totalmente, de ser así, no me
encontraría en la situación en la que me encuentro. Esto es lo que siempre
deseé y ahora que es una realidad ya no lo quiero. No es como había imaginado.
Entonces
escucho mi nombre. Alzo la mirada para encontrarme con la mujer a la que más
quiero en el mundo: a la bella niña pelirroja. La quiero. Pero no de la forma
que ella necesita.
Se
supone, según las enseñanzas de Poe, que ella, al ser un envase depositario de
mi cariño, debería darme lo que necesito. Ella a cambio, por reacción o
resultado, debería apaciguar mis ansias, llevarse mi soledad. Pero no, no
funciona así. Ni siquiera es un buen placebo. Sospecho que Poe siempre supo
eso, pero nunca pudo afrontarlo. Lo sospecho porque nunca halló en alguien lo
que tuvo con Abril. Y dudo que alguna vez lo haga.
La
linda pelirroja me brinca encima. Me abraza y me besa. Me da las gracias por
estos maravillosos meses que llevamos juntos. Cierro los ojos para no negarle
el beso y la imagen de Moteadita aparece en la oscuridad. Al abrirlos el
desengaño es muy fuerte. Entonces la tomo de los hombros. La miro y finalmente
le digo: he venido a despedirme. Lo que tengo que decirte ninguna gracia nos
hará.
Un
crujido ensordecedor brotó de su pecho. Aun puedo oír el eco de su sollozo
mientras me alejo con las manos cruzadas y este hueco dentro de mi cuerpo.
No
es mi culpa, quise quererla, yo traté, en serio. Me siento como un cerdo
egoísta. Pero ¿Qué no lo somos todos? ¿Qué puedo hacer yo, si ella no es mi
gota esmeralda gemela? Esto estaba condenado. Lo supe desde la primera vez que
nos besamos.
Extraño
los días en que yo pensaba en ella como un imposible. Parecía un ser tan único
y maravilloso. También fue duro para mí. Es lo único que me quedaba. Pero, en
el momento en que accedimos a estar juntos, la perdí para siempre. Ahí se
esfumó la niña pelirroja que con una sonrisa despreció mi corazón de niño ¿En
que momento se esfumó aquel niño?, hubiera sido mejor que no se hubiese ido.
Es
la primera vez que tengo un sentimiento como este. En mi caso siempre ha sido
despertar de un sueño para caer en una pesadilla, siempre. Ahora, es como si
simplemente hubiese despertado del todo. Le he endilgado la pesadilla a alguien
mas. Es cruel, es ruin, es doloroso, es infame, pero es honesto, y también
liberador.
49
– CAMINOS EXTRAÑOS
El
tiempo se ha detenido. Mi reloj ya no anda más.
Anoche
soñé contigo y estabas ebria.
-¡Hasta
la madre! -gritaste. A lo que respondí cuando me ofreciste:
-Ya
no tomo.
¡No
mames! -alegaste. Y ciertamente: no mames.
-Lo
que trato de decir es que hay momentos indicados y momentos indicados –decía
Bicho-, está el momento indicado para encontrarse a alguien en la calle, y el
momento indicado para aparecer en la vida de alguien ¿en que momento crees que
haya llegado la Dama del Collarín?
Era
mi cumpleaños, o navidad, no sé. Sólo recibía un regalo atrasado. Uno de esos
que siempre quisiste de chico, y que te dan cuando ya no te interesa.
-Sólo
pensaba -le dije a Poe -en lo que dijo Bicho aquella vez en la playa.
-¿Lo
de los momentos indicados?
-Si.
Y es que tal vez… no sé… sólo tal vez.
-Aja…
-exclamó Poe.
-Es
que la Pelirroja ¿sabes?, siempre deseé estar con ella, incluso cuando lo había
olvidado, seguía soñando con que un día estaríamos juntos.
-Cálmate
-dijo Poe-, estaban borrachos. No fue más que un beso.
Uno
de esos obsequios que recibes, nomás, por no dejar. Nada más porque siempre lo
quisiste.
En
eso andaba cuando fui a la tienda. Iba distraído, cuando sin proponérmelo noté
una figura conocida salir de entre los árboles y entrar en la tienda a la que
me dirigía.
Y
¿Cuál es el momento indicado para salir de la vida de alguien? ¿Es ese momento
indicado para que la persona que se queda vuelva a ser independiente, o es
simple egoísmo de quien se va? Y ¿cual es el momento indicado para reaparecer?
-¿Hay
momentos indicados para reaparecer?
-Siempre
en que el momento de la vida en la que reaparezcas esté tan vacío para que
ambas vidas se vuelvan una, será indicado -respondió Bicho-, pero tú no te
estreses, venimos aquí a chupar ¡¿O que?!
Ibas
con tu cabello recogido… que es como más te recuerdo.
Me
acerqué a saludarte extrañado, pensando ¿qué hace aquí?
Según
me contaste habías sido contratada por alguna industria petrolera para medir
las impurezas del agua. Salimos, pues, platicando nimiedades que no recuerdo
hasta llegar a un puesto donde vendían empanadas. En donde te esperaba tu
compañero y él también estaba ebrio.
Al
principio pensé que era tu novio o tu amante. Pero cuando por tu borrachera
intentaste besarme, comprendí que no lo era.
-¿Quién
te rompió el corazón? –pregunté rechazándote algo enfadado pero claramente
decepcionado.
-¿Quién
te rompió el corazón? -me preguntó Bicho aquella ocasión.
Tenía
tanto que no soñaba contigo. Te lo digo y no creo que te importe saberlo, pero
el punto es que a mi me importa que lo sepas.
Durante
mucho tiempo esperé a que te arrepintieras y volvieras a mí, para poder
rechazarte. Después, por un tiempo más breve, esperé que volvieras para
aceptarte. Luego, esperé que la casualidad te trajera de regreso: un encuentro
en la calle o algún bar. Sólo para verte una vez más. Finalmente cuando y
después de mil aventuras me había resignado a la mala voluntad de la casualidad
nació en mi el deseo de saber como estaba quien en su momento fuese mi mejor
amiga y mi mayor alegría, y me lo callé.
Ahora
considero justo espetarte unas cuantas palabras de reclamo: Me dejaste en el
momento en que más te necesitaba.
Te
digo esto (y tampoco creo que te importe) porque estoy a punto de romperle el
corazón, de joderle la vida a alguien, como tú lo hiciste conmigo.
-Ella
vino a mi ¿Sabes?, en el momento indicado. Cuando perdía la fe en las casualidades;
cuando las estrellas se habían apagado.
-Aja…
-Cuando
Moteadita me dejó, el alma, o como se llame esa cosa que llevamos dentro del
pecho…
-¿El
corazón, los pulmones?
-Lo
que sea, se detuvo; se quedó inmóvil medio muerto y frío. Entonces llegó ella, en
el momento indicado.
-Aja…
-¿Moteadita
se alejó en el momento indicado para que llegara la niña pelirroja? O
¿Simplemente me dejó porque eso era lo indicado para ella? ¿O era indicado para
mí que lo hiciera? ¿O era lo indicado para que Pelirroja estuviera conmigo?
-Los
momentos indicados no existen. Te arriesgas y ya -dijo Poe en tono severo, como
regañándome.
Como
fuese, era el momento indicado.
Es
como cuando tus padres en vez de regalarte la escopeta que querías a los ocho
años, te la dan a los 25. No te la dan a los ocho, porque saben que no puedes
manejarla.
Pero
¿Qué pasa a los 25? Resulta que ahora odias las armas. Bueno, en mi caso tomé
la escopeta y me puse a disparar al cielo. Siempre quise hacerlo… siempre lo
quise.
-¡Siempre
lo quise! -gritaba mientras disparaba. Hasta que se me cansaron los brazos, se
me acabaron las balas y las ganas, y descubrí que no era lo que esperaba.
Ahora
sólo le doy vueltas en mi cabeza, esperando el momento indicado para dejarla.
¿Será
eso lo indicado para ella? Podría jurar que lo es para mí porque después del
desayuno me encuentro con este mensaje tuyo en mi correspondencia:
“Hola:
Los
caminos extraños de la vida me han llevado a preguntarme ¿Qué ha sido de ti?
¿Ahora en que andas?
Independientemente
de todo, espero que estés muy bien y feliz”.
Entonces,
por un instante el mundo se vuelve a detener, de golpe, como si lo apagaran con
un cubetazo de agua helada. Y así queda, húmedo y frío, medio inerte, exhalando
agónicamente como si cada susurro perdido, se convirtiese en mi último latido.
50–
NOCHE OSCURA
El
final triste, es porque soy una persona triste.
Recorría
la ciudad, mi piel se sentía incomoda y seca. Las luces me molestaban
deslumbrándome, golpeándome, escupiéndome… clavándose en mis costillas.
Quise
caminar dentro de ellas a un lugar por donde el viento sopla por sus ojos
blancos, quise poder sentarme en sus labios y reír mirando a las gaviotas nadar
en su boca.
Seguir
los colores del viento a un lugar en el que existe, en el que me espera y
sonríe haciendo cantar a las estrellas; un lugar en el que lloro cuando me besa
y me ahogo en su belleza.
Quise
que me ardieran los ojos de tanto mirarla. Poder tomarla de la mano. Y lo hice.
Si, lo hice.
Tomados
de la mano reímos y nos internamos dentro de la noche oscura, si, y nos
perdimos. Si, nos perdimos.
Terminó
de contarme el Vato Pirado.
-¿Y
en donde esta tu final triste? –pregunté.
-¡Oh!
No me cuestiones -contestó y le dio un toque a su porro.
Después
de todo, pensé ¿Por qué habría de tener un final triste? si es sólo un cuento.
51
– ARE YOU THE RABBIT?
-¡No
tengo tiempo! ¡No tengo tiempo! –va diciendo el conejo rebotando por todo el
túnel de un lado a otro.
Un
túnel húmedo y oscuro. Me había dicho que no me metería en ningún húmedo
agujero de cuento infantil, sin embargo aquí estoy, caminando a ciegas,
siguiendo la voz del conejo, tentando las musgosas paredes del túnel para no
caer.
Por
momentos el mal olor del agua que corre a mis pies me hace pensar que estoy en
alguna cloaca fétida. Una de esas que abundaban bajo los guetos europeos de la
segunda guerra.
Por
ratos huele a rosas.
Y
lo siguiente que se me ocurre pensar es en un ramo de rosas sobre la tumba de
mi madre. “Las rosas son rojas” me digo “Que ingenioso te has vuelto” me
respondo sarcástico y el “tic tac” del reloj del conejo no se detiene.
¿De
donde viene ese olor?
¿El
de muertos o el de rosas?
Ambos
–me contesto trastabillando yendo a caer de boca al agua amarga.
El
agua de rosas es amarga.
El
olor a muerte fresca es dulce -pienso, y me levanto corriendo, tratando de
alcanzar la voz del conejo que se aleja hasta desaparecer. El “tic tac” es
sustituido por el “pum pum” de mi agitado corazón resonando en la oscuridad.
Tengo
miedo, estoy en la cloaca de un gueto nazi; estoy cansado, no he comido ni
dormido; no puedo alcanzar al conejo y no sé cuanto tiempo llevo aquí.
En
esta parte es donde me pregunto ¿Quién es el maldito conejo y que tiene que ver
con todo esto?
Igual
de importante es: ¿Por qué he de seguirlo y por que ha de buscarme siempre en
mis momentos de debilidad? Acaso… ¿Eres tú el conejo?
¿Eres
tú que siempre vuelves a mi aguijoneado corazón? Sólo para molestarme, sólo
para atormentarme con la memoria de tu abandono ¿Eres tú el conejo que siempre
vuelve o soy yo el estúpido que siempre trata de alcanzarte?
La
pregunta es básica: ¿Es que no podré olvidarte? ¿Ésta condenado mi corazón a
revolcarse en mis costillas cada que oye tu nombre? ¿Me amas tanto como me odio
a mi mismo por no olvidarte? ¿Me amas tanto que por ende no me dejas ir? ¿Me
amas, acaso? Y más importante aún: ¿Este túnel tendrá fin? ¿Llevará a alguna
parte?
¿Llevará
al corazón del gueto nazi? ¿Al hogar del conejo? ¿A tu corazón?
Sólo
no lo sé. Sólo sigo caminando. Un paso a la vez. Un paso dentro del agua
turbia, un latido más, un último suspiro, un poco más de aliento antes de darme
por vencido.
Pero
no lo hago. Cada paso que doy es el ultimo que puedo dar y aun así, tomo
fuerzas no sé de donde, para dar el siguiente.
Oigo
la voz de mi madre que me dice: "Sólo sigue caminando Jhonny". Es una
frase que le gustaba decir cuando bebía Whisky.
Como
sea, es lo único que tengo en este momento y sigo su sabio consejo.
De
pronto piso algo viscoso y resbaladizo.
¿Qué
es esto? ¿Es un sueño? ¿El túnel es mi vida en las tinieblas? ¿Es todo producto
de mi imaginación y de las drogas?
–¡Si
sólo es un mal viaje exijo que me devuelvan mi dinero! -grito.
Mi
voz se extingue en la oscuridad bajo el ronroneo del agua pestilente que va
cogiendo velocidad conforme juntos avanzamos.
A
la vez, una melodiosa voz comienza lejano un canto, es una voz que me atrapa y
me arrastra. ¿Será ella? Pienso deteniéndome de golpe ¿Serás tú? Pienso
echándome a correr hasta el final del túnel, donde únicamente encuentro un eco
resonando en las paredes de un profundo y ancho poso.
La
voz se diluye y el poso se extiende hacia arriba, tan alto que no se alcanza ha
ver la entrada. Mi mirada se pierde en la abismal oscuridad acechante en las
alturas. También se extiende hacia abajo y el agua cae formando una cascada de
muchos metros de alto.
Del
extremo opuesto al mío, alcanzo a ver una ciudad y en ella el conejo presuroso
corre por una vereda amarilla. Entre la ciudad y yo, en medio del pozo, no hay
nada más que el inmenso y mortal vacío. El agua sigue corriendo entre mis pies
y el miedo toca a mi puerta de nuevo.
Pienso
en regresar, pero me aterra más el mirar atrás. Pienso en seguir adelante, pero
no sé como. Me quedo inmóvil, paralizado. El abismo igual, no desea irse a otro
lugar.
Parece
una bestia imbatible. El abismo recostado frente a la puerta de su amo como un
perro guardián dispuesto a devorar a quien tenga el atrevimiento de pasar al
otro lado.
¿Y
qué hago ahora?
Esa
pregunta resuena en mi cabeza más seguido de lo que se puede imaginar.
Si
supiera como, extendería mis alas y llegaría aleteando hasta el otro extremo. O
más allá, surcaría el cielo hasta dar con el conejo y al hacerlo le preguntaría
¿Quién eres tú?
Eso
haría si supiera cómo, pero como no sé, lloro.
Y
las lágrimas que escurren por mis mejillas al llegar al borde de mi cara pegan
un brinco al vacío, y caen al agua fétida, y al estrellar su cuerpo cristalino
en ella se mueren, se quiebran o se ahogan, dejan de existir, se diluyen… como
sea produce un sonido hermoso. Como si fuese tocada la tecla de un piano,
y cada gota que cae toca otra tecla y así, comienza una triste melodía que me
hace llorar más. Y entre más lloro, más fuerza toma la música. Entonces como
formado por la sinfonía empieza a extenderse ante mi un puente que justo llega
al lugar al que quiero ir.
Es
de cristal –pienso-, y se ve muy delgado -digo.
En
este momento vienen a mi dos frases que me decía mi padre cuando niño, cada vez
que trataba de acercarme a él: “¡Cállate! No me dejas oír la tele”, seguido de
un “¿Qué? ¿Piensas quedarte ahí todo el día, paradote como un pendejo?”.
Son
sorprendentes las cosas a las que recurre uno para tomar aliento cuando no hay
nada alentador por delante.
Así
que camino. Pongo un pie en el vidrio; pongo el segundo, y se despedaza bajo mi
peso. La melodía se detiene y quedo colgando aferrado con las manos al afilado
borde del puente, y me corta. La sangre escurre por mis brazos… y gotea y todo
ha quedado en silencio.
El
silencio prevalece hasta que mi voz tartamudeante lo rompe como una lucecilla
asustada e inquieta en la oscuridad.
Auxilio…
¿Poe? ¿Pelirroja…? ¿Moteadita? –nadie acude a mi llamado, nadie que me de la
mano, me he quedado solo, ya no hay nadie a quien acudir…
No
puedo volver… ni quiero dejarme caer. Sólo me queda luchar por llegar al otro
lado venciendo el puente de cristal y sobreponiéndome a las heridas.
Así
que echo mi cuerpo hacia delante sobre el puente y este se quiebra de nuevo
bajo mi pecho. Casi caigo pero logro aferrarme de nueva cuenta en la delicada
orilla del cristal, y me corto una vez más.
Delgados
arroyos de sangre escurren sobre las costras secas de anteriores caídas por
todo mi cuerpo hasta dejarse caer.
Estoy
en un aprieto…
No
puedo volver… ni quiero seguir a delante… ¡Ay! ¡Al carajo! -Y finalmente me
suelto.
¿A
quien trato de impresionar? No puedo seguir luchando, ni tengo ganas para
hacerlo. Sólo espero que no duela tanto la caída -digo precipitándome en la
profundidad del abismo, dando vueltas, girando como gato, tratando de caer de
pie. Así nada más me romperé las piernas.
Pero
no…
“Tic,
tac” “tic, tac” va marchando el reloj.
Abro
los ojos; el mundo esta borroso. Me duele todo ¿Dónde estoy? Mi piel salada
percibe la humedad de mi ropa.
Vuelvo
a escuchar esa melodiosa canción… separo el rostro de la arena y comienzo a
distinguir, entre los borrones que se aclaran, un árbol y en ese árbol hay una
niña rubia con un vestido azul que intenta meterse en un hoyo al pie del gran
roble.
Me
levanto sobreponiéndome a un mareo inicial y miro las anchas y gruesas ramas
que se extienden a lo largo y a lo alto cubriendo el sol; dando sombra a toda
una ciudad de calles amarillas que se yergue en lo alto de una colina. En la
parte más elevada de dicho promontorio esta ese alto árbol y en una de sus
ramas, un canario azul que canta y es su canto la melodía de piano que he
venido escuchando todo el camino.
La
niña se pierde en el agujero y el canario inunda con su música toda la ciudad.
Le sonrío y comienzo a andar cuesta abajo, al pueblo, en búsqueda del conejo
inhalando fuertemente la brisa marina que dejo atrás, junto con mis heridas, y
la incertidumbre.
Al
cabo de un rato llego a la entrada del pueblo, donde encuentro un letrero que
dice “Bienvenido. No pise las rosas”, y me doy cuenta, que lo que pensaba eran
bellas calles empedradas en oro, son largas jardineras de rosas bañadas por
delicados arroyos de miel.
-¿Cómo
hace la gente que vive aquí para ir de un lado a otro? – Me digo en voz alta.
-Entran
por la puerta – Me responde un gusano con sombrero.
-¡Eres
tú! ¡Eres el gusano! – digo entusiasmado reconociendo a mi amigo que tomaba un
vaso de ron con cola, a un lado del letrero – ¿Cómo has estado chico? – me dice
el gusano campirano.
-¡A
toda madre amigo!
-¿Es
verdad?
-¿Por
qué no habría de serlo?
-Pues
porque todo el que viene aquí tiene problemas.
-La
verdad… es que me queda un cabo suelto por atar, tengo que encontrar al conejo
y para ello debo entrar a la ciudad.
-Mira
mi amigo – Me dice el gusano – en lo alto de la colina, hay un gran árbol.
-Lo
sé, vengo de ahí
-Ah
bueno, pues ahí hay un hoyo que es la entrada a la ciudad. Una vez que
encuentres al conejo, por ahí mismo puedes regresar al mar, y del mar, volver a
tu hogar.
¡-Maravilloso!
– exclamo entusiasmado.
-Pero
hay una cosa más – me dice severo
-¿Si?
-No
te puedes ir sin tomarte una copa con tu amigo – Dice y me pone un trago en la
mano el cual bebo avorazado.
Entro
en la ciudad bajando una larga escalera de caracol. Tuve la impresión de estar
bajando al mismísimo infierno, pero al llegar al fondo, encontré que podría ser
el cielo.
Soy
recibido por dos criaturas de colores que muy amablemente me guían a una mesa
en la cual hay una persona. Una irritante luz roja que se mezcla con el humo de
un cigarro que se consume, sin ser tocado, en la orilla de un cenicero junto a
mi taza de café me impide verle el rostro. Descubro su silueta en la niebla.
Doy un sorbo nervioso a la bebida, mientras le escucho decir todas esas cosas
que no quiero escuchar.
Ya
le reconozco.
-¡Maldito
conejo! –grito y me lanzo sobre él.
-¡No
tengo tiempo, no tengo tiempo! -comienza a canturrear y pegando brincos huye
del bar.
Voy
tras él. Y mientras lo persigo pienso en que pronto encontraré a alguien
gritando “¡Córtenle la cabeza!” y saltando una pequeña barda detrás del conejo
concluyo que en dado caso prefiero que sea la reina de corazones a tener que
vérmelas de nuevo con mi padre crucificado.
El
conejo dobla detrás de un molino. Me acerco velozmente y doblo yo mismo pero al
hacerlo el conejo ha desaparecido. Lo busco mirando por el llano. Por más veloz
que fuese el conejo no podría desparecer en la nada como lo ha hecho. Camino
por el campo incrédulo.
Una
vez más me ha dejado atrás.
Me
encuentro cansado y de nuevo me hallo descorazonado por no encontrar la
respuesta buscada, así que, reflexivo, doy unos pasos al río detrás del molino
que se encuentra rodeado de grandes pacas de algodón.
Me
asomo al agua cristalina.
¿De
que se trata todo esto? –le pregunto a mi reflejo.
¿Por
qué habría de saberlo? Tú lo escribiste –me responde y se diluye.
Una
figura solitaria desdibujada a la orilla del río meciéndose con el viento suave
y frío es lo único que queda de mi. Todo se perdió, ella me dejó, y tenuemente
el dolor la fue alcanzando. No queda nada… los suspiros desperdiciados, las
lagrimas derramadas, las noches en vela, las cicatrices desgastadas, no queda
nada más por anotar.
-Lo
más lamentable es el tiempo perdido. Al final no la he alcanzado… y ya ni
siquiera me importa, -digo cerrando los ojos reprimiendo la nostalgia-. El
conejo, ese maldito conejo otra vez me ha burlado.
Me
he quedado sin razón y me he perdido en el camino. No he llegado a la meta y no
tengo ni ganas, ni la menor intención de seguirlo intentando. Sólo me dejaré
arrastrar por la corriente -digo acercándome a la orilla.
-¡Uff!
Pensé que no llegaba -escucho decir a mi espalda mientras me empujan de cabeza
al agua.
Manoteo,
gimoteo, pataleo y a pesar de todos mis esfuerzos me hundo. Trato de aferrarme
a la superficie inútilmente, entonces a través del agua alcanzo a ver al
¡maldito conejo!
-¡Pensé
que no llegaba, pensé que no llegaba! -repite mirando su reloj en la orilla de
río.
Entonces
el hombre que vende muebles por televisión se quita la botarga y me descubro a
mi mismo. Soy yo y me miro. Soy quien se hunde suavemente en el agua, quien se
duerme con frío en lo profundo del río. Y estoy feliz de dejar morir a esa
parte de mí, estoy feliz de dejarla caer, y estoy feliz de poder seguir
adelante.
Dejo
la botarga de conejo en el primer bote de basura que encuentro, miro mi reloj
–no tengo tiempo, no tengo tiempo-, me digo apresurándome. Tengo una cita.
*Por
el whiskey marca Johnny Walker, Walker como caminante en su traducción literal
y no como apellido
52
– UNAS HORAS DESPUÉS DE ESTO
Buscaré
torpemente mis polainas bajo la cama, y encontraré la pequeña cajita de zapatos
donde guardo mi corazón como puño ensangrentado. Dando tumbos entraré al baño,
no me lavaré la boca para saborear la miel del escorpión el resto del día. Me
enjuagaré el rostro y al ver mi mirada en el espejo recordaré cada detalle de
este momento, en mi mente, repetiré este instante el resto de mi vida.
A
partir de hoy, dejaré de sentirme solo, porque encenderé la televisión todas
las mañanas. A partir de este momento, olvidaré la ansiedad, pues me fumaré un
cigarro diario camino al trabajo. Justo ahora, podré dejar de sufrir por ella, pues
abriré la pequeña caja de zapatos y ya no tendré más miedo a ser lastimado de
nuevo.
Compraré
el periódico mientras tomo un café, le sonreiré a una desconocida en la entrada
del metro, bajaré los escalones, subiré al vagón que cerrará sus puertas mientras
veo pasar a cientos de personas que como yo, a diario se levantan buscando al
amor de su vida, que a diario se acaban la vida buscando una estrella a su
medida. Una gota esmeralda idéntica a ellos, sin ver, que en realidad no la
hay. Es que en este hermoso mundo blanco, hay una epidemia de soledad.
Pero
eso es lo último que me importa porque en mi mente la tendré por siempre. Cada
que abra los ojos veré su mirada al despertar. Cada detalle y sonrisa, cada
mueca, cada chispa, las veré una y otra, y otra, y otra vez; hasta que
encuentre a alguien más por siempre.
Unas
horas antes de esto: Salgo de mi casa para contemplar un hermoso día nublado.
Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para recorrer el
mismo camino que recorro a diario. Paso por un estrecho callejón gris a medida
que salgo a una transcurrida avenida que generalmente cruzo por el puente
peatonal, pero no esta vez. Esta vez me aventuro, me armo de valor para
enfrentar a la vida y cruzo toreando a los vehículos que pasando a gran
velocidad me pitan y me mientan la madre. De pronto escucho el rechinar de
llantas en el asfalto a mi espalda, oigo un golpe y una luz brillante me ciega
por un momento. Hay alboroto, abro los ojos y miro el cristalino cielo azul
expandirse en la mirada de una joven arrollada. El conductor esta histérico y
no para de balbucear. La gente morbosa empieza a reunirse alrededor, mientras,
la chica agonizante quedamente grita por auxilio. Pero nada se puede hacer por
ella. Estaba conciente del riesgo, sabia lo que podía pasarle y lo hizo. Me
retiro pensando que pude ser yo. Tuve suerte, esta vez le tocó a alguien más.
De los que se aventuran a atravesar la avenida de las falsas esperanzas, no
todos logran llegar al otro lado sin ser lastimados.
Finalmente
paso a comprar unos cigarros a la tienda donde la niña de las motitas rojas no
esta más.
Continúo
el camino. Doblo a la izquierda al llegar a la esquina y finalmente llego a una
modesta cafetería de corte italiano. Me detengo a fumar un tabaco, lo
coloco en mi boca y saco el encendedor. Una gota de lluvia aterriza en la mano
con que lo sostengo, levanto el rostro alzando la mirada y cae otra
gota justo entre mis ojos, cae una más en mi zapato, otra más en mi costado,
cae otra más y gota a gota empieza una fuerte lluvia que me impide encender mi
cigarro.
Cundo
me dispongo a seguir mi camino, escucho que se abre la puerta de la cafetería
que nuca me atreví a visitar. El cigarro escapa de mis manos al ver a una
linda señorita salir. Su largo cabello lacio me impide verle el rostro. De
inmediato noto que de las negras mangas de su gabardina escapan sus delicadas
manos cubiertas por unos suaves guantes negros. En uno de los cuales cuelga,
frío, triste y muerto un cigarro que se lleva a la boca para recogerse el
cabello. Entonces, mientras la lluvia se me clava como agujas, unos finos ojos
verdes, parpadeantes como luciérnagas se me hunden en el alma. Finalmente
reconozco a la mujer que me atormenta por las noches.
-¿Qué
haces aquí? –me dice la Mujer Girasol.
-Pasaba
por aquí... ¿Tú que haces aquí? -respondo sin tartamudear.
-Trabajo
aquí... ya lo sabias.
-Es
que ha pasado tanto y yo no... –digo aún perplejo.
-¿Tienes
fuego? – pregunta sin mirarme.
-Claro...
– respondo sin dejar de verla.
-¿Y
cómo te ha ido? -acerca su cigarrillo al fuego e inhala con fuerza.
-Pues...
como tu dijiste que me iría... la vida pasa y uno se acostumbra a ella… la
mayoría de las veces -y me sopla el humo en la cara.
-Bien...
me dio gusto verte -y se lleva el cigarrillo a la boca.
-A
mi... también -sigo sin tartamudear.
Se
da media vuelta y la observo alejarse entre la gruesa cortina de agua. Da unos
pasos y se detiene. Se vuelve y con firmeza se me acerca con los brazos
extendidos y siento miedo, mi piel se eriza y tiemblo mientras me abraza.
-Realmente,
me dio mucho gusto verte -me dijo estrechándome con fuerza en su pecho.
Desperté,
y nunca más volví a soñar con ella.
Fin.
“Coma
Blanco” fue escrito entre el año 2002 y el 27 de MAYO del 2009.
Que flojera estar leyendo las trivialidades de "David Fernandez Brindis" solo las escribe por que no tiene nada mejor que escribir y cree que le da un aspecto mas "Independiente" Pretende capturar la belleza de la cotidianidad, pero no; A mi parecer, le da un triste aspecto patético (ademas de aburrido) a su escritura, que se prolonga demasiado. Léanlo y se convencerán
ResponderEliminarMuchas gracias al Dr. Oselumen. Nunca creo que haya un verdadero lanzador de hechizos de muerte después de todos estos años de desilusión de los enormes spammers de Internet que están estafando a la gente, hasta que tuve la oportunidad de conocer al Dr. Oselumen, un verdadero lanzador de hechizos. A través de una amiga cercana llamada Jennifer, a quien el Dr. Oselumen había ayudado antes, cuando lo contacté por correo electrónico a droselumen@gmail.com, le expliqué cómo mi ex me había causado problemas en mi matrimonio, ella nunca me permitió un momento de paz. , y necesito terminar matándola, y no quiero usar un asesino porque será arriesgado, así que necesitaba hacerlo de una manera espiritual, así que decidí contactarlo, me aseguró que no me preocupara . Me puse en contacto con la persona adecuada en el momento adecuado, cooperé con él y en menos de una semana mi ex estaba muerta, ella dormía y nunca se despertaba gracias al Dr. Oselumen, de hecho, él es realmente un hombre humilde. Puedes contactar al Dr. Oselumen para cualquier hechizo de muerte, como matar a tu superior en la oficina y tomar su lugar, hechizo de muerte para matar a tu padre y heredar su riqueza, hechizo de muerte para matar a cualquiera que te haya engañado en el pasado, hechizo para aumentar los salarios, deletrear para la promoción en la oficina, deletrear para recuperar a su ex amante, si las cosas no funcionan bien en su vida, entonces debe comunicarse con él ahora por correo electrónico droselumen@gmail.com, llamar o agregarlo en whatsapp 2348054265852.
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