Hay veces -no pocas veces- que recuerdo el jardín botánico. Y sonrío, y sonrío y sonrío. Una y otra vez… es como una sucesión de lágrimas de felicidad que no caen por mis mejillas sino simplemente aparecen en mis labios: como volver a respirar el olor de los árboles o estar tumbado en el pasto, y entre las hojas se asome el sol. ¿Qué pensará la gente cuando me ven pasar entre ellos y voy sonriendo?
¿Te has parado de manos y dado un beso, o sentido en una caricia que entiendes todo lo que eres y todo lo que quieres ser? ¿Y que te exiges cada día una mirada, una sonrisa, cada día un poco más?
Niña abre los ojos que quiero ver el azul del mar
niña no respires tan fuerte
que te llevas mi alma inmortal
no tomes entre tus manos las nubes
que te llevas al sol.
Déjame escucharte sonreír. Déjame creer, que cuando me acuesto y creo dormir escucho entre sueños mi sonrisa. Sé que eres Tú la que está ahí, y aunque a veces en los rayos del sol veo tú reflejo, o simplemente en mis ganas encuentro todo lo que un día buscaba…
A estas horas aquí -de aquí a que salga el sol- sonreiré.
O tal vez me levante, tome un cigarro y camine sin prenderlo. Total… puedo y quiero hacerlo. Sin razones o motivos que el corazón entienda. Puedo y voy a hacerlo.
De aquí a que salga el sol.
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