jueves, 14 de octubre de 2010

Nanga Parbat

Le duelen las muñecas. Los grilletes aprietan demasiado. La cadena que los sujeta sube al techo y luego baja, está soldada a la metálica puerta de la pequeña celda en la que se encuentra. Apenas tiene espacio para acostarse y levantarse. Por una ventanilla diminuta los guardias le dejan caer comida de vez en cuando. Come en cuclillas, recogiendo el alimento con la boca. Lo lame del suelo donde orina.  Mata el aburrimiento contando los eslabones, tarareando e insultando a sus celadores. Cuando pregunta a donde lo llevan no obtiene respuesta.

A veces patea la puerta con furia. Espera que al menos le hablen para reprenderlo pero los guardias, bajo su casquete y su manto carmesí guardan silencio. Entonces berrea, jala las cadenas, golpea el piso, y cansado se deja caer. Intenta dormir pero sólo piensa en su fracaso: debía llevar a Zack a los calabozos de Belial, liberar un alma, una que únicamente podía identificar el mismo Zack, y llevársela a su amo.

Conejo Blanco había reclamado a su señor: “no es necesario que lleve a un estupido ángel conmigo, sólo díganme que alma es y se las traeré”. “No”, contestó el amo, “nosotros necesitamos el alma, y ellos necesitan al chico”.

Conejo no entendía porqué su maestro trabajaba junto a los ángeles del cielo, pero sabia que un alma menos para los fallen, era un soldado más para ellos.

“¡Al carajo!”, chillaba el djinn. De todos modos, ¿qué importancia puede tener ese chico Zack?, no es más que un ángel en el cuerpo de un humano. “¡Por Abraxas!, el estupido ni siquiera sabe que es un ángel”, exclamaba en vano para tranquilizarse; su amo le arrancaría los huesos si volvía sin el alma. Así que, por otro lado, tampoco podía ser peor. 

Así pasaban las horas, los días… de pronto, en algún momento, escuchó como una explosión y luego un derrumbe. El vehiculo se detuvo de golpe. Conejo fue impactado sobre la reja de metal. Del impulso se abrió la ventanilla. El guardia retomaba la compostura; se levantaba tras caer.

-¡¿Qué sucede maldita sea?!-, gritó Conejo. El guardia, acomodando su casco, seguramente excitado por el golpe, ignoró el protocolo Qirmizi, y contestó antes de salir del carro:-No sé. Estamos en Nanga Parbat.

Nanga Parbat… Conejo soltó los barrotes. Nanga Parbat es un camino a través de las montañas que separan el valle Armagedón del resto del infierno. Es el camino que toman las almas que se dirigen a ser castigadas en los calabozos de Belial, o los hornos del Hades… hogar del príncipe del Infierno, quien había puesto precio a la cabeza de todos los djinn.

Conejo Blanco suspiro hundiéndose en el suelo….  “bien”, se dijo, “las cosas si pueden ser peor”. Entonces escuchó una escaramuza fuera del vehiculo, como de un combate… Una patada abrió la puerta. Una voz afuera mandaba a los guardias que entraran a liberarlo: -¡asegúrenlo, hay que sacarlo de aquí y largarnos!



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