martes, 28 de septiembre de 2010

Armagedón

Atardecía. Zack había notado que el tiempo no transcurría igual en el infierno. Fluía mucho más rápido. Al menos esa era la sensación que él tenía. Sentía que había diez horas de luz por cinco o seis de noche. Se había dado cuenta que al este se miraba una gran luna roja, siempre al este, sin moverse en el día o en la noche.

-¿Qué es eso?- preguntó señalando la luna.
-Es la luna fantasma,- contestó Cecil. Zefiro cabalgaba en silencio pocos metros delante de ellos, guiándolos por la desértica llanura hacia un valle.
-Es extraordinario…- murmuró Zack. En pocas horas había aprendido a montar su thestral, cosa que impresionó a Cecil en su momento. Se preguntaba porque no podía ser tan hábil con el arco como con las riendas.

- ¿Y nunca se mueve o que pasa con ella?- preguntó el hombre acerca de la luna
-¿Moverse?-, replicó Cecil. -¿A dónde tendría que irse?
-Bueno… es que en la tierra tenemos una luna. No se ve tan inmensa como esta, pero le da la vuelta al planeta.
-¿En serio…? Suena hermoso.
-Lo es…-, dijo Zack suspirando. Se preguntó una vez más si en verdad estaría soñando.
-También tenemos un sol que gira alrededor de la tierra durante el día, y se oculta por la noche. Bueno, en realidad es la tierra la que gira alrededor del sol pero pareciera que es al cotrario..
-¡Wow!,-exclamó ella. -¿Qué es un sol?
-¿No sabes que es un sol?
-No…
-Vaya… así le llamamos a una estrella que ilumina y da calor a un planeta.
-Suena impresionante.
-Ahora que lo pienso… si, lo es. Cuando amanece el sol calienta los cuerpos de los seres vivos, y nos agobia con su intensidad al medio día cuando se posa en lo más alto del cielo. Después sigue su camino hacia el oeste para ocultarse tras el horizonte. Refresca en el atardecer, y finalmente cae la noche con su frío abrazo. No como aquí, que hace frío todo el tiempo- terminó de contar con un hálito de desazón.
-Siempre he querido ir a Edén-, dijo Cecil. –Zefiro cuenta cosas maravillosas.
-¿Ella ha estado en la tierra?
-Si. En el pasado nuestros pueblos iban y venían libres del Edén al infierno. Hasta que llegó la tregua.
-¿Hem?, ¿Tregua?, ¿de que hablamos?
-Cuando los Elohim y los Fallen dejaron de guerrear.
-¿Elohim…  de que rayos…?,- Preguntó Zack retórico. Zack no era devoto, pero había recibido una educación cristiana. Sabia claramente que Elohim era un modo de referirse a Dios.
-A ver… Elohim es Dios. Hasta ahí voy bien- dijo y Cecil rió.
-No, Elohim son los ángeles del Empíreo-. Esa palabra era nueva para Zack. Ni siquiera sabia como pronunciarla.
-Empi… ¿Qué?
-¡Empíreo!, es la gran ciudad del cielo. Los Elohim que reinan en el cielo viven todos en esa gran ciudad. Unidos en un sólo pueblo, no como aquí que hay división. Pero eso es por culpa de los mismos Elohim. En el pasado el Infierno se dividía en dos grande regiones, el Erebo y el Tártaro. Dicen que los demonios son originarios del Erebo y los diablos del Tártaro, pero es dificil saberlo. Vivian en relativa paz unos con otros hasta que los Fallen llegaron.
-¿Los fallen?,- interrumpió Zack.
-Ángeles. No se sabia de donde venían, pero trajeron la guerra y la muerte. Pronto se supo que los fallen habían abierto una puerta a un reino entre el suyo y el nuestro. Se llamaba Edén. Demonios y diablos se refugiaron ahí de la guerra. Pero se encontraron a los elohim que buscaban reclutar a los humanos en su guerra contra los fallen, así como los fallen reclutaban demonios. Los fallen no tardaron en reclutar humanos también. Hasta que un día simplemente llegaron a una tregua. Edén se convirtió en un franco centro de reclutamiento para ambos bandos pero se prohibió la entrada para siempre, hasta el día que estén preparados para desatar la ultima batalla.
-¡Hey!, eso… eso es nuevo para mi- prorrumpió Zack, -bueno… más o menos.
-¡Es verdad, palabra por palabra!. Lo juro- dijo a su vez ella. –Está en los libros. ¿Qué no tienen libros haya?
-Si… sólo que el cuento es un poco diferente…
-Aja-, dijo Cecil. –Cuenta.
-Se supone que hubo un grupo de ángeles que se revelaron en contra de Dios. Éste los arrojó al fuego del infierno, aunque ya constaté que eso es falso…
-No del todo-, interrumpió ella. –A donde vamos los ríos son de fuego y las cascadas están llenas de llamas.
-Mierda…- salió de los labios de Zack. –Se cuenta que Satán, Lucifer, el Chamuco, como se le llama en la tierra era el jefe de esos ángeles y es el encargado de atormentar a las almas que van al infierno. A nosotros se nos enseña que la gente buena se muere y se va a cielo, la mala al infierno.
-No me suena ninguno de esos nombres.
-¡Ha!, y Dios tuvo un hijo, bajó a la tierra donde lo asesinamos. Pero prometió volver el día del Apocalipsis: el día en que destruya para siempre al príncipe del infierno en una batalla en un gran valle… -Acamparemos aquí,- interrumpió Zefiro. Desmontó y ató su montura a un tronco hueco que brotaba del suelo estéril y se retorcía en una expresión de dolor.

-Alimenten a sus thestrals,- ordenó.

- Que lugar más espantoso…- murmuró Zack. Las bolas de fuego en el cielo casi estaban extintas. Se habían adentrado en un valle silencioso y gris. La vegetación estaba seca, no había nada verde. No parecía albergar vida.

-¿Qué comen estas cosas? – preguntó al desmontar mirando a su thestral con cierto asco. Sus ojos blancos le parecían horripilantes.

-¿Cómo que qué comen?- contestó Cecil. –Se alimentan de sangre-, dijo y sacando una daga blanca se hizo un canal en el brazo, nada profundo, de un centímetro apenas, y de unos cinco de largo, de la articulación hacia la mano.

-No mames…- dijo Zack para si mismo.
-No pasa nada,- contestó Cecil acercando su herida al hocico de la bestia. –Con que le des un litro basta, después podrás dormir.

El thestral olfateó la herida dócilmente, luego, sacó su pequeña y larga lengua, la cual se deslizó suavemente sobre la sangre y de un latigazo volvió al interior de su boca. El animal degustó el alimento, y repitió la operación.  Cecil comenzó a reír, y a retorcerse: -es que hace cosquillas- explicó. Zack veía la escena sin soltar las riendas de su propia montura.

-Estás equivocada si piensas que haré eso.
-Ya, ya… no pasa nada-, dijo ella acariciando la cara del animal y retirando el brazo. Se acercó contoneándose hasta Zack. Le tomó la mano y se la puso sobre el pecho. La palma sintió claramente a través de la blusa de seda, o algodón o lo que fuera. Zack únicamente se concentraba en las firmes formas del pecho de Cecil. “!Fock!”, pensó Zack “debo ser un maldito pervertido… me estoy excitando con los senos de un moustro azul”.  La verdad es que ignorando la tonalidad epidérmica, y su cabello que parecía contar con vida propia, Cecil tenía una bella figura femenina. Poseía un cuerpo alto y torneado, senos firmes y voluptuosos, caderas fuertes y llamativas, piel suave y manos con garras retractiles que de un rápido arañón dibujaron un bebedero de sangre para el thestral en el brazo de Zack que gritó de dolor mientras el animal comenzaba a olfatear la sangre.

-¡No pasa nada! –exclamó Cecil- ¡Por Hades!, qué llorón eres –dijo ella. Él, por su parte, cayó en cuenta que era la primera vez que platicaba de algo con Cecil. Durante toda la semana que estuvieron en la zona agrícola de la ciudad, sólo se habían concentrado en enseñarle a usar el arco. El plan para rescatar a Conejo era algo que Zefiro no compartía.

Cecil lo miró a los ojos: -Aja… me decías de una batalla.
-¡Ha!- espetó Zack saliendo de su embelesamiento. –Ha si… habrá una guerra entre el hijo de Dios y el diab… digo, Lucifer. La ultima batalla se llevará a cabo en un valle llamado Armagedón. El cual por cierto nadie sabe donde está.

-¿Armagedón?, ¿en serio?-  inquirió Cecil reflexiva.
-En serio… - dijo Zack mientras el thestral se alimentaba.
-Este valle se llama así: Armagedón- dijo Cecil.

Entonces el valle pareció tomar una profundidad inaudita. Más allá de donde se encontraban, hacia el oeste, bajando por un cañada, cruzaba el río Estigia, y en la ribera opuesta: el mundo de los hombres. Zack estaba a pocos kilómetros de poder volver a casa pero no podría saberlo, hasta mucho tiempo después.

-Tienes razón- dijo Zack. –Hace cosquillas…

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