lunes, 10 de enero de 2011

Despertares...

Hoy desperté creyendo oír tu voz, esa voz que desde hace -para mí- una eternidad no escucho. Sentí un beso en la frente, oí un ‘buenos días’ y alcance a sonreír. Mi corazón latió emocionado, mis ojos se abrieron lentamente queriendo beber tu imagen en pequeños sorbos para disfrutarte como aquel que tiene en los labios el último sorbo de agua de su vida… pero no estas aquí. No fue más que un sueño.

Así espero el momento de tu regreso, con los ojos cerrados, queriendo sentir que únicamente es un sueño, y que cuando regreses me darás un beso. Despertaré, bebiéndote parte a parte -sin olvidar tu increíble sonrisa-, imaginándote viendo al cielo y pensando en mí. [Tal como lo hago en estos momentos, suspirando, sintiendo que el aire no corre por mis pulmones].

Podemos volar donde el otro está
montados en las alas de la imaginación
galopando sobre sentimientos
con el hermoso impulso de este amor.

Habré de amarte aun muerto. Sabré esperar tu regreso, tal como contuve mis lágrimas cuando partiste. Eres eso que enciende mi fuego, que como ladrón huye en la madrugada para regresar antes de que salga el sol. O escapa de prisa para encontrarse en la soledad de un café, que te recuerda como lo más hermoso de mi ser.

¿Has oído aullar al lobo, todas las noches gritando desesperado a la luna lo desgarrante de su amor, lo inalcanzable de su luz y lo hermoso de su ser?

No quites las estrellas de mis ojos ni hagas a un lado las nubes de recuerdos.
No dejes que esa luz que has prendido se apague ni permitas que una simple tormenta humedezca la pasión que me consume.

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